La bendición
vendría solo si la nación cumplía la voluntad del Señor. Entonces, al ir los
otros pueblos hacia ellos y tratar de imitarlos, estarían acercándose a la
voluntad de Dios.
Esta idea está
expresada de manera muy hermosa en el Salmo 67:
“1 Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
2 para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación.
3 Oh Dios,
que te alaben los pueblos;
¡que todos los pueblos te alaben!
4 Que las naciones griten de alegría,
pues tú gobiernas los pueblos con justicia;
¡tú diriges las naciones del mundo!
5 Oh Dios,
que te alaben los pueblos;
¡que todos los pueblos te alaben!
6 La tierra ha dado su fruto;
¡nuestro Dios nos ha bendecido!
7 ¡Que Dios nos bendiga!
¡Que le rinda honor el mundo entero!”
Pero Dios
también se glorificaría cuando las cosas fueran mal. Resulta extraño, ¿Cómo
podría darse a conocer a través del juicio a su propio pueblo? La respuesta no
es simple; de hecho, Dios a veces se contiene de su juicio por esa razón:
“21
'Pero también los hijos de ellos se rebelaron contra mí. No obedecieron
mis leyes, ni cumplieron ni practicaron mis mandamientos, que dan vida a quien
los practica, y profanaron mis sábados. Pensé en descargar mi ira contra ellos
y aniquilarlos allí, en el desierto, para calmar mi furor, 22 pero me contuve por honor a mi nombre, para no quedar mal a los ojos de las
naciones que habían visto cómo los había sacado de Egipto.” Ezequiel
20:21-22
Aunque, finalmente,
no puede evitarlo:
“15 te esparciré por todas las naciones, te
dispersaré por todos los países y te limpiaré totalmente de tu impureza; 16
me harás quedar mal a los ojos de las demás naciones, pero reconocerás
que yo soy el Señor.' " Ezequiel 22:15-16
Veamos qué es
lo que dice que haría:
“22 También te enviará epidemias mortales, fiebres malignas,
inflamaciones, calor sofocante, sequía y plagas sobre tus trigales, epidemias
que te perseguirán hasta destruirte.”
Al recibir
estos, y otros, juicios, la gente tendría que irse a otros países en busca de
un mejor lugar para vivir, y allí, involuntariamente, testificaría de su Dios,
con humildad, porque reconocerían su pecado. Algo de esto fue lo que pasó con
Noemí cuando se fue con sus hijos de Belén y al tiempo volvió sola, con su
nuera Rut. Y gracias a eso, tenemos el hermoso libro de Rut en la Biblia y la continuidad de
la línea genealógica del Mesías. Sin duda, Dios transforma lo malo en bueno.
“25 y aplastado por tus enemigos …”
Los enemigos de la nación, ahora usados como látigo en las manos del Señor,
reconocerían que en realidad ese pueblo había olvidado al Dios que decía
servir:
“1 El Señor se dirigió a
Jeremías, después que Nebuzaradán, comandante de la guardia, dejó libre a
Jeremías en Ramá. Nebuzaradán lo había encontrado preso y encadenado entre la
gente de Jerusalén y de Judá que era llevada al destierro a Babilonia. 2 El comandante de la guardia llevó aparte a
Jeremías, y le dijo: "El Señor tu Dios amenazó con enviar esta desgracia a
esta tierra, 3 y ahora ha
cumplido su amenaza. Esto les ha pasado
a ustedes porque pecaron contra el Señor y no lo obedecieron.” Jeremías
40:1-3
Sorprendente declaración en boca de un enemigo. ¡Dios tiene predicadores
muy extraños!
“26 Las aves y
las fieras devorarán tu cadáver sin que nadie las espante.”
Aunque sea con las ruinas, ¡Dios va a dar
testimonio de sí!
“ 33 Las cosechas de tu tierra y el fruto de todo tu trabajo se lo comerá gente
que nunca antes conociste, y sufrirás continuamente opresión y malos tratos.”
Ahora los
pueblos extranjeros vendrían hasta el mismo corazón de la nación, y al estar
allí recibirían el testimonio.
“32 Ante tus propios ojos, tus hijos y tus hijas serán
entregados a gente extranjera, y a todas horas querrás volver a verlos, pero
nada podrás hacer … 36 “El Señor hará que a ti y a tu rey se los
lleven a una nación que ni tú ni tus padres conocieron.”
Cuando leemos
la historia de Israel vemos que, efectivamente, esto ocurrió, pero por donde
era esparcida la nación, Dios establecía su testimonio, y como resultado muchos
pudieron escuchar del Dios verdadero y llegar a creer. Una prueba de ello está
en los tres sabios que vinieron de oriente para rendir honor al Mesías cuando
nació. Y en realidad, ¡tenían más revelación que casi todo el pueblo de Israel
de aquel entonces!
“48 Tendrás
que servir a los enemigos que el Señor enviará contra ti”
La historia
del cristianismo también avala este principio. Los pueblos bárbaros del centro
de Europa, que invadieron y desarticularon al entonces “cristianizado” imperio
romano, llegaron a adoptar la fe de sus cautivos. Siglos más tarde, los feroces
pueblos vikingos del norte terminaron abrazando la fe de aquellos a quienes
habían llevado esclavizados, y… ¡tratemos que no nos pase lo mismo hoy!
Si la nación
no estaba en condiciones de ser el suficiente testimonio como para que los
pueblos desearan ir y tener lo mismo que ellos, Dios se encargaría de que de
todas formas fueran.
Una vez en
territorio extraño, muchos de ellos se volverían de todo corazón al Señor y se
transformarían en predicadores de una fe más pura y con menos ataduras
religiosas.
De nuevo, lo
anterior también es válido para pueblos y naciones a lo largo del tiempo, así
como para familias.
5) LOS PRINCIPIOS DE DEUTERONOMIO 28 ESTÁN PARA QUE TRAIGAMOS BENDICIÓN A LA TIERRA
A esta altura
puede quedar la impresión de que lo que realmente le interesaba al Señor era
que se dieran cuenta de su estado espiritual cuando las cosas les fueran
realmente mal. Pero si leemos el texto con otros ojos, y, fundamentalmente, si
nos enfocamos en los propósitos originales de Dios con el hombre (y Él nunca
desiste de sus planes) encontramos que tenemos ni más ni menos que una serie de
instrucciones para traer bendición a la tierra.
“y les dio su
bendición: “Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo;” Génesis
1:28a
“Gobernar”
para Dios implicaba (¡y lo sigue haciendo!) llevar algo a su perfección, traer
bendición, establecer Su reino en la tierra.
Las promesas
de los primeros 14 versículos son en realidad una “herramienta” para traer
bendición en cada aspecto tanto de la sociedad como de la creación como un
todo. Nada escapa a ellas, todo puede ser abarcado y alcanzado por la bendición
divina que llega a través de un pueblo obediente. Por lo tanto, la obediencia
genuina se transforma en la principal manera de cumplir con nuestro mandato de
bendecir a la creación. Retomando el hilo de argumentación de más arriba,
acciones específicas de obediencia pueden ser pensadas para traer resultados
específicos de bendición, pero siempre debería primar un enfoque holístico. Las
acciones específicas y enfatizadas pueden ser útiles cuando se quiere
establecer alguna verdad “nueva” en la comunidad de creyentes, pero deberían
ser rápidamente integradas a un todo coherente, a un cuerpo de creencias y
prácticas abarcador.
Por otro lado,
analizando las maldiciones también podrían obtenerse ideas de las falencias espirituales
de una comunidad, para poder tratar con ellas.
Las
iniquidades de generaciones dejan una huella de maldición sobre la tierra,
trayendo degradación ambiental y desastres naturales.
6) LA
BENDICIÓN Y LA MALDICIÓN ABARCAN
TODAS LAS ÁREAS DE LA VIDA
Las áreas
involucradas se van a desarrollar más adelante; pero es importante enfatizar
aquí que abarcan todo lo que tiene que ver con la vida del hombre, tanto como
individuo como sociedad o país. Tiene que ver con lo físico, lo social, lo
emocional, lo político, lo económico, y por extensión, en campos como el arte y
la cultura.
Tiene que ver
también, como se dijo más arriba, con el medio ambiente de la nación.
Claramente se establece un nexo con el mundo natural:
“4 Serán benditos tus hijos y tus cosechas, y las crías de tus
vacas, de tus ovejas y de todos tus animales.”
“11 El Señor te mostrará su bondad dándote muchos hijos, muchas
crías de tus ganados y abundantes cosechas en la tierra que a tus antepasados
juró que te daría 12 Y te abrirá su rico tesoro, que es el cielo,
para darle a tu tierra la lluvia que necesite; ”
“18 Serán malditos tus hijos y tus cosechas, y las crías de tus
vacas, de tus ovejas y de todos tus animales”
“22 También te enviará epidemias mortales, fiebres malignas,
inflamaciones, calor sofocante, sequía y plagas sobre tus trigales, epidemias
que te perseguirán hasta destruirte. 23 Allá arriba, el cielo te
negará su lluvia; y aquí abajo, la tierra te negará sus frutos. 24 El
Señor hará caer sobre ti polvo y arena en vez de lluvia, hasta que seas destruido”
“59 él enviará grandes y terribles plagas sobre ti y sobre tus
descendientes, y enfermedades malignas e incurables. 60 Hará que se
repitan sobre ti todas las plagas de Egipto,”
Este enfoque
en particular es muy actual, porque brinda una nueva visión sobre el cambio
climático y los desastres ambientales. También es muy útil para entender por
qué van a pasar algunas cosas descriptas en Apocalipsis.
Entonces, no
solo las consecuencias son enormes, el alcance también lo es. Sin exagerar,
nada escapa al ámbito de la bendición o maldición de Dios, que se desatan de
acuerdo a nuestra obediencia o desobediencia. Y como nada escapa a ellas, estos
principios se vuelven muy útiles para aplicarlos al análisis de cualquier cosa
que tenga que ver, directa o indirectamente, con los seres humanos. Es decir,
son una poderosa herramienta del entendimiento y la acción en cualquier ámbito.
De la misma
manera, las bendiciones y maldiciones generacionales tienen efecto sobre las
áreas más diversas del ser humano.
7) SIN DIDA, DIOS VA A CUMPLIR CON SUS PROMESAS
Otra idea que
sobresale en el texto es la certeza que establece Dios respecto de lo que hará:
“2 Además, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán por haber obedecido al Señor tu Dios”
“15 “Pero si no obedeces al Señor tu Dios, ni pones en práctica
todos sus mandamientos y leyes que yo te he ordenado hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:”
“45 “Todas estas maldiciones vendrán sobre ti, y te perseguirán y te alcanzarán hasta acabar
contigo, porque no quisiste obedecer al Señor tu Dios ni cumplir los
mandamientos y leyes ordenados por él.”
“58 “Si no pones en práctica todas las instrucciones escritas en
este libro, ni respetas este glorioso e imponente nombre del Señor tu Dios,
59 él enviará grandes y
terribles plagas”
“63 Y así como el Señor se
complacía en hacerte bien y multiplicarte, ahora se complacerá en tu ruina y tu destrucción,”
El resto de
los versículos, al hacer el detalle de lo que ocurriría, refuerzan la idea.
Dios quiso
dejar en claro que de cierto cumpliría lo que había prometido, sea bendición o
sea maldición. Y si lo vemos en perspectiva, quizás la enseñanza más fuerte que
deje el capítulo no se trate tanto de la bendición y la maldición sino de la
fidelidad de Dios en cumplir con su palabra.
El Señor quiso
asegurar que todo lo que prometió lo va a cumplir, porque:
“Dios no es
hombre, para que mienta,
ni hijo de
hombre para que se arrepienta.
¿Acaso dice y
no hace?
¿Acaso promete
y no cumple?”
Números
23:19
Dios es
perfectamente justo, ¡y cuanto necesitamos vivir, aplicar y reclamar esa verdad
hoy en día! Dios es misericordioso, pero no es indulgente. Nosotros podemos y
debemos descansar en el amor y la misericordia del Señor, ¡pero nunca podemos
permitirnos ser indulgentes con nosotros mismos! La misericordia divina no es
gratis, ¡costó la sangre del Unigénito! No tiene costo para nosotros, Otro lo
pagó, pero su valor es inconmensurable.
Lo que
acontezca en nuestras vidas va a depender de lo que hagamos de acuerdo a un
código ya establecido por el Señor, y que él va a cumplir indefectiblemente.
Esta es una piedra sólida sobre la cual podemos edificar la casa. Esta es una
verdad que nos puede sostener aun en las noches más oscuras y terribles. Pero
también es una verdad que nos puede hacer volver al camino cuando nos hayamos
desviado.
En este
aspecto, claramente, la cuestión generacional alcanza su expresión más patente;
muchas de las promesas divinas son de cumplimiento generacional, no siempre
cosecha toda la bendición la generación justa y no siempre cosecha todo el
juicio la generación injusta. Lo bueno es que, en Cristo, todo lo malo que hayan
hecho nuestros antepasados puede ser restaurado y la iniquidad borrada.
En la
historia, el máximo ejemplo que encarna tanto la justicia como el amor del
Padre es el Hijo, que es Dios. Cuando el Padre nos dice de qué forma se nos va
a tratar no está diciendo nada distinto a lo que hizo con su propio Hijo, su
misma esencia y naturaleza.
8)
¿LA GRACIA NO ANULA EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY?
Puede parecer,
de todo lo que venimos diciendo, que estamos “volviendo” al “cumplimiento de la
Ley” para salvación, pero notemos bien que aquí NO ESTAMOS HABLANDO DE LA
SALVACIÓN de las personas, sino de lo que les ocurre en su vida terrenal. La
salvación sigue siendo por gracia y nada más que gracia, pero en ninguna parte
de la Biblia, especialmente, del Nuevo Testamento, se borran las exigencias de
santidad para los cristianos. Una lectura rápida de todos los libros del Nuevo
Pacto deja en claro que las exigencias de una vida santa NO SON MENORES bajo la
Gracia sino TODO LO CONTRARIO, porque ahora tenemos un poder mayor para
realmente vivirlas.
Muchas veces,
cuando se habla de “Ley” se está mezclando la ley ceremonial, de sacrificios y
demás reglamentaciones que sí fue abolida por Cristo, con los principios de la
vida que agrada a Dios, ¡que no pueden cambiar con el tiempo, porque Dios no
cambia!
“5 De la justicia basada en la ley,
Moisés escribió esto: persona que cumpla la ley, vivirá por ella.”
Romanos 10:5
La Gracia nos
habilita para encontrar el perdón necesario para acceder continuamente al Trono
del Padre, pero no nos avala para descuidar la santificación. Dios sigue
esperando mucho de nuestros estándares de vida:
“16 pues la Escritura dice: “Sean ustedes
santos, porque yo soy santo.”
1 Pedro 1:16
Una cosa es
llegar al cielo, otra muy distinta, como alguien dijo alguna vez, es traer el
cielo a la tierra.
UNA LISTA DE VERIFICACIÓN
Sin duda que
el pasaje de Deuteronomio 28 es eminentemente práctico, a la vez que contiene
claras enseñanzas espirituales. Si nos enfocamos en su aspecto concreto,
podemos utilizarlo como una “lista de verificación” para ver como anda nuestra
obediencia y, por ende, nuestra relación con Papá.
Claro, sin la
actitud correcta de humildad y apertura al Espíritu, esto no sirve de nada;
porque no vamos a aceptar lo que dice o, simplemente, no lo vamos a “ver”.
Sorprendentemente (pero nada raro) “no vemos” muchas cosas que nos suelen pasar
y que dan clara prueba de que en algún área estamos fallando. También es
frecuente que no tengamos en cuenta la cuestión generacional y tratemos de
“cargar” con toda la responsabilidad (o nos frustremos pensando en qué
fallamos) y no nos demos cuenta de que tenemos que buscar un poco en la
historia. Debemos manejar todos los tiempos: pasado, para descubrir iniquidades
y bendiciones, presente, para darnos cuenta de qué es lo que se está haciendo
mal (y bien) hoy, y futuro, para sembrar lo correcto para nosotros y nuestros
hijos. Todo esto, por supuesto, bajo el poder y la sabiduría del Espíritu.
Con mucha
dificultad podremos avanzar solos en este camino. Como cuerpo que somos,
necesitamos la ayuda de nuestros hermanos, así como ellos necesitan la nuestra.
Para empezar, más de una vez será otro el que se dé cuenta de algo que anda mal
en mí, y el que me ayude a solucionarlo.
Incluí algunas
preguntas al final de cada ítem como para que pensemos un poco. Por supuesto,
siempre lo mejor es permitir que el Espíritu hable en “respuesta” a ellas.
Posiblemente alguna nos dé algunos retorcijones, pero si eso sirve para que
cambiemos algo del curso y traigamos bendición, ¡bienvenidos sean!
Vayamos a la
lista:
BENDICIÓN Y MALDICIÓN
Todo el
capítulo habla de ellas, son dos conceptos principales, que resumen todo lo otro.
Como el
contexto de los términos es veterotestamentario, no tienen “a simple vista” la
importante carga espiritual que les transmitiría el Nuevo Pacto, por lo que hay
que hurgar un poco más en el texto o bien relacionarlo con pasajes del Nuevo
Testamento. Así como está expresado en
realidad encontramos las definiciones en lo “material” de las palabras
bendición y maldición. ¿Qué significa estar bendecido? Que ocurra todo lo que
dicen los primeros 14 versículos y no ocurra lo que dicen los siguientes. ¿Qué
significa estar maldecido? Lo contrario.
Ahora bien,
podemos acercarnos al texto teniendo ya determinados conceptos de lo que es
bendición y maldición. Esta suele ser una forma riesgosa de interpretar la Palabra, pero si creemos
que el Escritor de Toda la Biblia es el mismo Espíritu Santo, tendremos una
forma válida de interpretación, con algunos cuidados textuales. Entonces, “bendición”
y “maldición” adquieren más significado y profundidad que solo lo terrenal que
podían llegar a comprender los israelitas de esa época.
Y es que en
realidad, “bendición” es un conjunto de cosas, pero más que eso, es un estado.
Estamos en bendición o no (o, por lo menos, ¡vamos en camino!) Más que una
lista de las cosas que ocurrirán, lo importante es mantenerse en el “estado de
bendición”. Pero, por otro lado, para llegar allí hay un camino largo que
recorrer; y en ese camino se avanza muchas veces por “escalones”, que nos
permiten accede a “bendiciones” particulares.
La idea
fundamental a remarcar es que, más que pensar y procurar bendiciones
específicas (tal como se mencionó más arriba), debemos procurar llegar a ese
estado. ¡Y es mucho más fácil buscar una cosa antes que estar buscando cientos
de ellas!
Como
“bendición” y “maldición” abarcan mucho, son estados en los que lo generacional
influye también mucho; llegando a crear a veces situaciones muy “enmarañadas”.
Se requiere mucho trato con el Espíritu, ministración de distintos ministerios,
y tiempo para poder revertir algunas situaciones.
¡Cuidado!, vuelvo
a repetir que “partir” LA bendición de Dios en bendiciones particulares siempre
será un recurso más o menos artificial, es útil para que podamos entender y
avanzar en ella, y Dios lo hace con nosotros por ese fin, pero, finalmente, la
bendición de Dios abarca todas las áreas. Lo mismo vale para la maldición.
FAMA Y RECONOCIMIENTO
Dijimos que
una de las cosas que más le interesa a Dios a través de nuestra bendición (o
maldición) es que Su nombre glorioso sea conocido por otros. Entonces, este
aspecto cobra importancia, tanto que es lo primero que menciona:
1 … el Señor te pondrá por
encima de todos los pueblos de la tierra.
Después agrega:
10 Entonces todos los
pueblos de la tierra verán que sobre ti se invoca el nombre del Señor, y te
tendrán miedo.
13 El Señor te pondrá en el
primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y
nunca por debajo,
14 Ustedes serán bendecidos
más que todos los pueblos; … Deuteronomio 7:14
Por el otro lado:
25 … y serás motivo de
espanto para todos los reinos de la tierra.
37 y serás motivo de
horror, de refrán y de burla en todos los pueblos donde te lleve el Señor.
43 Los extranjeros que
vivan en tu país se harán más y más poderosos, mientras que tú perderás más y
más tu poder.
44 … los primeros lugares
serán para ellos, y para ti los últimos.
La posición de
alguien, sea de una persona, una familia, una ciudad o una nación, es algo que
se construye con el tiempo. No ocurre de la noche a la mañana; demora años, y
también demora años en cambiar; a veces generaciones. Por lo tanto, se trata de
algo que es formado con acciones repetidas, que alcanzan a mostrar claramente
lo que hay en el corazón. Dios honra a los que lo honran. Dios exalta a las
naciones que lo buscan. Dios hace famosas a las instituciones u organizaciones
(sean iglesias, empresas, organizaciones civiles, etc.) que lo ponen en primer
lugar.
Y ser “famoso”
implica más oportunidades de recibir bendición, hacer negocios, obtener
beneficios, influir en la gente… y testificar de Cristo.
Bien repetimos
que el mundo (el sistema del mundo, claro está) pertenece a Satanás, pero nos
olvidamos de esta parte. ¿Por qué Dios no puede elevarnos a posiciones de
privilegio y reconocimiento, como tantas veces se predica aunque con bastante
ignorancia? Porque no puede encontrar la fidelidad y la obediencia necesarias,
y entonces no puede destronar a los siervos del Adversario de esas posiciones.
¿Cómo me
conocen en el barrio? ¿Y en el trabajo? ¿Cómo es conocida mi familia? ¿Y mi
ciudad? ¿Y mi nación? ¿El Señor me está llevando a posiciones de honor o más
bien doy lástima?
Notemos bien
que aquí no se habla de cuál sea mi posición en “la iglesia” (congregación,
para ser más exactos); porque si todos funcionan con un sistema de valores
errado se termina tergiversando el entendimiento, y dentro del mismo cuerpo de
Cristo se cumple que:
20 ¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo,
y malo a lo bueno;
que convierten la luz en oscuridad,
y la oscuridad en luz;
que convierten lo amargo en dulce,
y lo dulce en amargo!
Isaías 5:20
Aquí se
refiere a mi posición “en el mundo”. Claro está que donde los cristianos son
perseguidos las cosas pueden ser muy distintas, pero aun en esos contextos, y
por más furor que demuestren los incrédulos, no podrán dejar de reconocer la
honra que Dios da.
¿Soy de verdad
honrado en el “mundo”? ¿Mi “honra” viene solo de mi grupo de hermanos porque en
la sociedad ni soy tenido en cuenta? ¿Me estoy engañando a mí mismo buscando
reconocimiento de manera artificial, o en grupos muy “particulares”? Pablo fue
bastante duro al respecto:
12 Ciertamente, no nos atrevemos a igualarnos o a compararnos con esos
que se alaban a sí mismos. Pero ellos cometen una tontería al medirse con su
propia medida y al compararse unos con otros.
2 Corintios
10:12
¿Cómo es
conocida nuestra nación? ¿Cuál es la “fama” que tiene en el mundo? ¿Y nuestra
ciudad?
¿Y nuestras
iglesias?
Es verdad que
la honra no es lo que tenemos que buscar nosotros, porque el ejemplo del Amado
fue:
5 Tengan
unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, 6
el cual: Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su
igualdad con él, 7 sino que renunció a lo que era suyo y tomó
naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un
hombre cualquiera, 8 se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz.
Filipenses 2:5-8
Y también Pablo dijo:
8 Unas veces se nos honra, y otras veces se nos ofende; unas veces
se habla bien de nosotros, y otras veces se habla mal. Nos tratan como a
mentirosos, a pesar de que decimos la verdad. 9 Nos tratan como a
desconocidos, a pesar de que somos bien conocidos. Estamos medio muertos, pero
seguimos viviendo; nos castigan, pero no nos matan. 10 Parecemos
tristes, pero siempre estamos contentos; parecemos pobres, pero enriquecemos a
muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.
2 Corintios 6:8-10
Pero también
es cierto que, al “final de la historia”, Dios mismo concede honra a los que la
merecen:
9 Por eso Dios le dio el más alto honor y el más excelente de todos
los nombres, 10 para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen
todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, 11 y
todos reconozcan que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2:9-11
35 La honra es el premio de los sabios, pero los necios se destacan
por su deshonra.
Proverbios 3:35
Y Pablo dijo
al final de su vida:
8 Ahora
me espera la corona merecida que el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día.
Y no me la dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor esperan
su venida gloriosa.
2 Timoteo 4:8
La honra que
Dios nos promete en Deuteronomio 28 es SU honra, que llega en SU tiempo y a SU
manera. No es lo que nosotros querríamos, no es cuando la querríamos, pero, al
final, ¡es mucho mejor! Y trae gloria al Padre.
Por supuesto,
la dimensión generacional es fundamental aquí, tanto en lo referido a naciones
y regiones como también a familias e individuos, aunque yo creo que una
generación consagrada puede cambiar siglos de historia.
BENDICIÓN EN LOS DISTINTOS ÁMBITOS
Tanto la
bendición como la maldición se manifiestan en diversos ámbitos, lo cual también
implica las diversas actividades que se realizan en esos ámbitos. Hay promesas
de bendición para todos los ámbitos:
3 Serás bendito en la
ciudad y en el campo.
Esto es, en
cualquier lugar, en todos los sitios, en todas las actividades.
8 “El Señor enviará su
bendición … sobre todo lo que hagas,
Desde lo más
importante hasta lo más insignificante. Y de hecho, a veces analizar lo
“pequeño” nos puede dar las pistas de si estamos en el camino correcto o no. Y
es más sano que Dios nos corrija en lo “pequeño” a que tenga que hacerlo en lo “grande”.
Lo contrario a
la bendición también es cierto:
16 Serás maldito en la
ciudad y en el campo.
19 Y maldito serás tú en
todo lo que hagas.
Bendición
implica bendición en todas las áreas; si en alguna no la hay es que en algo
todavía estamos desobedeciendo.
¿Tengo
bendición en todos los ámbitos donde me muevo? ¿Veo la mano de Dios en todos
ellos? ¿Y en las “pequeñas cosas”? Las “cosas grandes” muchas veces son
racionalizadas, así que naturalizamos lo que nos pasa (y que probablemente le
pase a muchos, porque muchos estén desobedeciendo) y no nos damos cuenta cuando
hay maldición, pero ¿las pequeñas? También allí debe haber bendición.
¿Y qué de
nuestra sociedad? ¿Podemos decir que las cosas andan “bien” en todos los
espacios físicos y ámbitos? ¿Hay algunos especialmente complicados?
¿Y en el
ámbito de nuestras iglesias?
Como los seres
humanos nos movemos en muchos ámbitos distintos, y por lo general no nos gusta
complicarnos demasiado, es tremendamente fácil que aceptemos como normal una
situación que debiera ser corregida en algún área particular. Claro que, si
pretendiéramos nosotros, con nuestras propias fuerzas, solucionar todos y cada
uno de los problemas y maldiciones que encontráramos ¡nos volveríamos locos!
Pero la clave está, creo, en poder reconocerlo primero y luego llevarlo al
Padre, permitiéndole al Espíritu que comience a obrar. Reconocer lo que está
mal, aquello en lo que se viene arrastrando maldiciones generacionales, no es
más que poder escuchar la misma voz del Padre llamándonos a que pongamos el
asunto en Su presencia, para que él pueda comenzar a hacer algo.
BENDICIÓN FAMILIAR
Nuestra
primera área de influencia y responsabilidad es la familia, y suele ser
olvidada. Los primeros que van a disfrutar nuestras bendiciones y sufrir
nuestras maldiciones son ellos, y de ellos, los más sensibles y dependientes:
los hijos.
4 Serán benditos tus hijos
11 El Señor te mostrará su
bondad dándote muchos hijos,
14 … no habrá entre ustedes
mujer que no pueda concebir hijos ni hombre que no pueda engendrarlos, … Deuteronomio
7:14
En aquel
entonces las familias numerosas eran valoradas; pero hoy no es tan diferente
(aunque el número se ha reducido), y si no, pregúntenles a los matrimonios que
no pueden tener hijos. Por más postmodernismo y post postmodernismo que nos
invada, llega un momento en la vida de una persona en que desea tenerlos, ¡y
qué duro es cuando no puede!
Por supuesto,
también ocurre lo contrario:
18 Serán malditos tus hijos
Especialmente
los que trabajamos en los barrios pobres vemos cuán cierta es esta verdad.
Niños condenados a vidas míseras desde mucho antes de su nacimiento por la
maldad y necedad de sus padres. Y no le echemos toda la culpa al contexto o a
los políticos, porque ahí podemos ver claramente como todos tienen
oportunidades para mejorar, muchas o pocas, grandes o pequeñas; en algún
momento a todos acontecen, y por el pecado o necedad, se pierden.
32 Ante tus propios ojos,
tus hijos y tus hijas serán entregados a gente extranjera, y a todas horas
querrás volver a verlos, pero nada podrás hacer.
41 Tendrás hijos e hijas,
pero no estarán contigo porque serán llevados cautivos a otros países.
Hijos quitados de sus familias: sea por la disfuncionalidad de las mismas,
sea porque hayan tenido que emigrar a otros lugares, sea porque hayan sido
raptados (por ejemplo, lo que tiene que ver con la trata de personas), sea
porque vivan en contextos de guerra. El principio es el mismo en todos los
casos.
50 gente de aspecto feroz,
que no respetará a los ancianos ni tendrá compasión de los niños.
Violencia y
abuso ejercido contra los niños, ¡nuestros propios hijos!
53 Durante el ataque
enemigo a tus ciudades, será tanta tu hambre que te comerás a tus propios hijos
Este es quizás
el punto más bajo al que puede llegar un padre. De hecho ocurrió literalmente
más de una vez. Pero en su sentido metafórico está ocurriendo hoy en día muchas
veces. Recuerdo por ejemplo el caso de un chico que recibió un disparo y quedó
cuadripléjico por defender a su madre que estaba vendiendo droga. O cuando los
padres mandan a los niños a trabajar y no los apoyan para que estudien. O
cuando directamente abusan de ellos. O el caso mucho más “elevado” de padres
que viven gracias a lo que ganan sus hijos estrellas del deporte… o los
muchísimos más que tratan de que sus hijos lo sean. En todos estos casos, y en
más, los hijos terminan siendo “comidos” por los padres, sirviendo solamente
para producir algún tipo de beneficio para ellos pero nada para sí mismos, si
es que no resultan directamente perjudicados.
¿Qué de mis
hijos? ¿Son felices? ¿Les está yendo bien en la vida? ¿Reciben bendiciones? Los
hijos suelen ser un barómetro muy claro y muy terrible de cómo nos hemos
comportado los padres.
¿Qué pasa en
nuestra nación con nuestros hijos? ¿Cómo describiría la situación de los niños
y jóvenes? ¿Nuestra sociedad y familias se caracterizan por cuidar de los
menores o más bien “se los come”?
¿Y qué pasa
con los jóvenes y niños de nuestras congregaciones? ¿Están los adultos
demasiado preocupados por hacer crecer sus propios ministerios y “ministrar
todo lo que Dios les da” que han ocupado todos los espacios disponibles,
cerrándoles las puertas del desarrollo ministerial a los jóvenes y empujándolos
hacia afuera?
Lamentablemente,
sobre los hijos (las generaciones jóvenes) es que caen con más fuerza las
maldiciones generacionales, sometiéndolos a muchas situaciones que al presente
se ven injustas. Pero el Padre tiene un interés especial por ellos, y entiendo
que hay muchos recursos celestiales dispuestos para los que quieran revertir la
situación. Por duro que sea (y lo es), esto debería ser una fuerte advertencia,
para que no repitan ellos los caminos de sus padres.
PRODUCTIVIDAD DE LOS RECURSOS NATURALES, DE LA ECONOMÍA EN GENERAL Y EL MEDIO AMBIENTE
4 Serán benditos … las
crías de tus vacas, de tus ovejas y de todos tus animales.
8 “El Señor enviará su
bendición sobre tus graneros …
11 El Señor te mostrará su
bondad dándote muchos hijos, muchas crías de tus ganados y abundantes cosechas
en la tierra que a tus antepasados juró que te daría. 12 Y te abrirá
su rico tesoro, que es el cielo, para darle a tu tierra la lluvia que necesite;
y hará prosperar todo tu trabajo. …
En una
economía fundamentalmente agrícologanadera, como la de los que estaban
recibiendo estas palabras, era una bendición muy importante. Podríamos
extenderla hoy día hacia todas las actividades económicas; pero creo que no
debemos olvidarnos nunca de su faz agropecuaria. Dado que cada vez más la
población mundial es urbana, y cada vez más se “separa” la realidad del campo
de la de la ciudad, la mayoría de los “urbanos” conoce poco y nada de lo que
ocurre en el ámbito de la producción primaria. Esto tiene que ver con modelos de
desarrollo sociopolíticos e intereses económicos muy fuertes (y con raíces
espirituales también), y sería muy largo comentarlos aquí. Pero el asunto es
que hoy mucha gente no tiene presente la importancia de la agricultura y la
ganadería, ¡a pesar de que sin ellas nos moriríamos de hambre!, como, de hecho,
le pasa también a mucha gente en algunos países.
Todo el
desarrollo económico y tecnológico de cualquier país está apoyado
necesariamente ahí, sea en la propia producción o sea en la producción
importada de otros países. Si llega a faltar, ¡a ver qué hacemos con nuestras
computadoras y electrodomésticos! Que yo sepa, no se pueden comer...
En muchos
países la población supone que esto nunca va a ocurrir debido a determinadas
políticas y recursos que han asegurado una estabilidad a lo largo de las
últimas décadas (y rápido se olvidan de lo que pasó hace un poco más de tiempo
atrás), pero Apocalipsis nos muestra otro panorama. La realidad es que la
producción primaria se está haciendo cada vez más inestable y los recursos
naturales están recibiendo una presión cada vez mayor.
Por otro lado,
la economía de muchos de nuestros países latinoamericanos sigue dependiendo
fuertemente de la producción primaria y de los agronegocios asociados a ella.
Por lo tanto,
esta bendición sigue y seguirá siendo fundamental para todas las naciones del
mundo, y, por supuesto, ¡para los individuos que componemos esas naciones!
El texto promete
bendición tanto sobre la producción animal como la vegetal y específicamente
sobre lo que tiene que ver con el almacenamiento (transporte, procesamiento) de
la producción vegetal.
También hace
una referencia muy importante al clima: lluvia necesaria, no más, tampoco
menos. Siempre ha habido en distintas partes del mundo problemas climáticos, y
especialmente con la lluvia, tanto excesos como deficiencias. En estas últimas
décadas los problemas están aumentando. Le echamos la culpa al cambio
climático, y es verdad, ¡hay un cambio en el clima, sin duda! Pero el principal
cambio es, en realidad, en el “clima espiritual” del mundo. Y lo otro es
consecuencia.
Lo contrario a
la bendición, por supuesto, también existe, y resulta bastante llamativo que
buena parte de las maldiciones tengan directa o indirectamente que ver con la
producción primaria y el medio ambiente en general:
16 Serás maldito en la
ciudad y en el campo.
18 Serán malditos tus hijos
y tus cosechas, y las crías de tus
vacas, de tus ovejas y de todos tus animales.
21 El Señor te enviará una
peste que acabará contigo en el país que vas a ocupar. 22 También te
enviará epidemias mortales, fiebres malignas, inflamaciones, calor sofocante, sequía y plagas sobre tus
trigales, epidemias que te perseguirán hasta destruirte. 23 Allá arriba, el cielo te negará su lluvia;
y aquí abajo, la tierra te negará sus frutos. 24 El Señor hará
caer sobre ti polvo y arena en vez de
lluvia, hasta que seas destruido
33 Las cosechas de tu tierra y el fruto de todo tu trabajo se lo
comerá gente que nunca antes conociste,
38 Sembrarás mucha semilla, pero recogerás poco
fruto porque la langosta lo devorará. 39 Plantarás viñedos y los cuidarás, pero no beberás su vino ni recogerás
sus uvas porque los gusanos acabarán con todo. 40 Tendrás olivos en toda tu tierra, pero no
te perfumarás con su aceite porque las aceitunas se caerán solas.
42 Todos los árboles y los frutos de tu tierra serán destruidos por la
langosta.
48 Tendrás que servir a los
enemigos que el Señor enviará contra ti; sufrirás hambre, sed, falta de ropa y toda clase de miserias.
50 gente de aspecto feroz,
que no respetará a los ancianos ni tendrá compasión de los niños. 51
Se comerá las crías de tu ganado y los
frutos de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas ni de tus ovejas,
y morirás de hambre.
55 ... Y no habrá nada que comer durante el ataque a las
ciudades y la horrible angustia que tu enemigo te hará sufrir en todas tus
ciudades.
59 él enviará grandes y
terribles plagas sobre ti y sobre tus descendientes, y enfermedades malignas e
incurables. 60 Hará que se repitan sobre ti todas las plagas de Egipto, que tanto espanto
te causaron, y tendrás que sufrirlas constantemente. 61 Además, te
enviará otras enfermedades y plagas
que no se mencionan en este libro de la enseñanza, hasta acabar contigo.
La primer
sentencia es clara: “serás maldito en el campo”; en el ámbito físico pero
también en todo lo que ocurre allí. Lo que antes era bendición ahora se
transforma en maldición; lo que antes producía ahora no. Aparecen plagas de
insectos, enfermedades de cultivos y animales, sequía y problemas de
fertilidad. ¡Cuantos millones se gastan diariamente para solucionar estos
problemas productivos! ¡Cuánta gente trabaja en eso! ¡Cuánto se ha investigado
y se seguirá investigando al respecto! No digo que sea incorrecto, pero ¡cuán
distinto sería si la gente se volviera a Dios! ¡Cuánto más fácil sería todo!
Aquí se habla
específicamente de sequía, la cual no solo afectará a los campos, sino también
a los ecosistemas que los rodean, ya que en realidad componen una unidad. Todo
el medioambiente se verá afectado. También se habla de grandes plagas, tanto de
enfermedades como de insectos. Esto tiene que ver, de nuevo, con ecosistemas
alterados. Cuando se mantiene un equilibrio, normalmente, no hay que temer brotes
importantes de plagas y enfermedades. Pero cuando la naturaleza se altera se
vuelven frecuentes. Y esto no solo tiene que ver con plantas y animales,
también tiene que ver con el ser humano, que en su constitución biológica es
tan “natural” como cualquier otro ser vivo (¿donde nos hicieron creer que podíamos
mantenernos por encima de la naturaleza?).
La simple
referencia a las “plagas de Egipto” nos muestra un panorama de caos ambiental,
de plagas y epidemias, y de fuerzas climáticas “descontroladas” (aunque, en
realidad, perfectamente bajo el control del Justo y Santo), y de cómo,
finalmente, terminan arruinando a la sociedad:
7 Entonces los funcionarios
del faraón dijeron:
— ¿Hasta cuándo nos va a causar problemas este hombre? Deje Su Majestad que
esa gente vaya a adorar a su Dios, el Señor. ¿Todavía no se da cuenta Su
Majestad de que Egipto está arruinado?
Éxodo 10:7
Egipto tenía
mucha tecnología y mucha cultura para esa época, pero nada de eso sirvió cuando
Dios trastornó la naturaleza.
Sin llegar a
extremos catastróficos, hay también una clara referencia a la productividad en
los versículos 38 a
40: se verá disminuida, por más que se trabaje, debido a plagas o,
aparentemente, a causas desconocidas.
Como se dijo
más arriba, muchas de las enfermedades, si no todas, tienen que ver con la
alteración del orden natural. Más clara aún es la relación entre las epidemias
y la alteración del orden natural. Los mecanismos biológicos son complejos y no
es el propósito hablar de ellos aquí, pero en la raíz del asunto hay un problema
“con” la naturaleza antes que “de” la naturaleza.
No solo se ve
afectada directamente la naturaleza, sino también lo que tiene que ver con la
propiedad de los recursos naturales y el acceso a sus productos. Dios asegura
que vendrían enemigos extraños y se adueñarían de ellos, o se apropiarían de
sus productos, o, de alguna forma, impedirían el acceso a ellos. Hoy en día,
muchas veces, no tienen aspecto ni tan feroz ni vienen con espadas en las
manos, vienen con traje y corbata, y con ciertos documentos en mano, pero los
resultados son los mismos. Esta maldición sigue tan vigente como entonces:
extranjeros adueñándose de extensas zonas naturales, de grandes superficies
productivas, contratos usureros que firman con gobiernos débiles y que les
permiten extraer a precios irrisorios grandes cantidades de minerales (incluso
agua potable), crisis económicas generadas por capitales foráneos (y autóctonos
también) que producen caos y dificultan el abastecimiento de alimentos, y más.
Basta solo leer el diario.
Un par de
notas:
Primero. Cuando
se habla de medioambiente aparece enseguida el discurso ecologista según el
cual nosotros mismos somos responsables de lo que le ocurre. Esto es cierto en
dos sentidos, pero, según lo que dice la Biblia, no es exactamente toda de la verdad. Es
cierto en el sentido espiritual porque nuestro pecado (en general, el pecado de
la raza humana) nos acarrea maldición. Y entonces aparece una “dimensión” que
no controlamos: si es maldición, significa que hay algo que Dios envía específicamente,
es decir, no viene “de nosotros”. Como dije más arriba, creo que no vale la
pena discutir si Dios “envía” o “permite”; el texto dice muy claramente y en
muchas oportunidades que “envía”, pero, para los fines prácticos, ¡es lo mismo!
Ahora bien, es
también muy cierto que mucho del daño ambiental lo genera nuestro manejo
totalmente descuidado de los recursos naturales, por lo que sería una
consecuencia, y, entonces, el hombre podría “solucionarlo” por sí mismo. Sin
embargo, el “manejo descuidado” de los recursos naturales no es un problema de
“técnicas deficientes” o “falta de conocimiento científico” o “deficiencias de
gestión”, lo cual se podría solucionar con el avance mismo de la ciencia, la
tecnología y el asesoramiento; ¡es pecado! Porque la correcta administración
(que implica cuidado e, incluso, desarrollo) del medio ambiente es uno de los
primeros y más básicos mandatos de Génesis, y uno de los más olvidados en toda
la historia de la humanidad y de la iglesia. Y si es pecado, hay entonces un
poder espiritual maligno por detrás (Satanás y sus demonios, claro) avivándolo,
manteniéndolo. Y si hay un poder maligno, no lo puede solucionar el hombre sin
la ayuda de Dios, es decir, sin volverse al Creador y buscarlo diariamente.
Esto puede sonar extraño, pero, créanme, que la ciencia y la tecnología, como
productos humanos que son, están muy teñidas de la naturaleza de su “creador”
(el hombre). Sin la ayuda de Dios, no pueden resolver los grandes problemas que
ya tenemos.
Y, por otra
parte, los problemas productivos y de medioambiente no son exclusivamente
problemas científicos y tecnológicos, en realidad, son primero y antes que
nada, problemas sociales y políticos, por lo que la “puerta abierta al pecado”
es mucho más amplia.
Hoy y ahora
existen los conocimientos suficientes para gestionar los recursos productivos y
ambientales de una manera mucho menos destructiva, pero por ambición, descuido,
ignorancia o intereses comerciales, esas prácticas se aplican muy poco. ¡No es
la falta de conocimientos científicos lo que trae la destrucción de los
recursos naturales!
Segunda nota.
Estas maldiciones (y las bendiciones de más arriba), ¿son para individuos o
para naciones?, ¿tienen que ver con la gente que está trabajando en el campo o
con toda la sociedad? Bueno, ambos. Sin duda que tienen que ver con quienes
trabajan directamente en el campo, ¡y vaya responsabilidad tan grande que acarrean!
Quizás valdría la pena orar por ellos de vez en cuando…
Pero también
tienen que ver con pueblos, ciudades, naciones todas. Hay muchas cosas que no
están en las manos de quienes producen, y mucho de lo bien o lo mal que hagan
dependerá de la salud espiritual de la nación toda. Dios permitirá bendición o
no sobre ellos de acuerdo a lo que la sociedad toda esté “atrayendo” sobre sí
misma.
La situación
medioambiental mundial creo que es conocida por todos. ¿Cuál es la realidad
específica del medioambiente en nuestra región? ¿En nuestro país? ¿Qué pasa con
la situación agropecuaria y de los negocios agrícolas en general?
¿Cuál es la
conciencia medioambiental de nuestras iglesias? ¿Qué pasa con la economía de
los hermanos?
También en
este ámbito lo generacional se ve con fuerza: el status ambiental de una región
o nación no cambia de un día para otro, lo hace a lo largo de años, también de
generaciones. Creo que veríamos cosas asombrosas si empezáramos a discernir y
cortar las maldiciones generacionales en este ámbito.
PROCESOS INDUSTRIALES, COMERCIO, ECONOMÍA DOMÉSTICA
5 Serán benditos tu cesta y
el lugar donde amasas la harina,
8 “El Señor enviará su
bendición sobre tus graneros
12 … y hará prosperar todo
tu trabajo …
17 Serán malditos tu cesta
y el lugar donde amasas la harina.
48 Tendrás que servir a los
enemigos que el Señor enviará contra ti; sufrirás hambre, sed, falta de ropa y
toda clase de miserias.
El concepto es
parecido al de más arriba, solo que podemos enfocarlo más hacia los procesos
industriales y la economía doméstica (muy relacionados uno con otro en aquel
entonces… y también ahora!)
El área
afectada es ahora la industria y todo lo que tiene que ver con ella; esto puede
venir de la mano de impuestos abusivos y legislación inconveniente, de falta de
productividad de los recursos humanos, de falta de capacidad de liderazgo y
gestión de los planteles directivos, de grandes dificultades sindicales, problemas
para importar maquinaria, etc., etc.; en esencia, de falta de bendición divina.
La
industrialización ha constituido en nuestra sociedad EL paradigma de desarrollo
por excelencia, tanto para los países que “lo lograron” como para los que “no
lo lograron”. Casi nada mide tanto el desarrollo económico de un país como su
nivel de industrialización; por supuesto que hay otros factores en juego, pero
en la mayoría de los casos, este es el que más explica la situación de una
nación. No creo que debamos llegar a la conclusión simplista de que los países
industrializados agradan a Dios y los no industrializados no. Hay muchísimo más
en juego que esto; pero sin duda que la capacidad de elaborar productos, en
variedad, calidad, cantidad, eficiencia, y precio es muestra del favor del Señor.
Sin caer en los extremos de la “teología de la prosperidad”, Dios decididamente
no está en la “teología de la pobreza”.
La cuestión
generacional ayuda mucho a entender la realidad presente internacional. Países
que buscaron a Dios en su tiempo hoy son bendecidos. Algunos de ellos se
apartaron luego del camino, cosechan hoy las bendiciones del ayer pero están
sembrando maldición para el futuro y rápidamente están perdiendo lo que sus
padres lograron. Países que recién en este tiempo están buscando al Señor
siguen recogiendo las maldiciones sembradas por sus antepasados pero están
sembrando bendición para sus hijos y para su presente también. Las bendiciones
y maldiciones generacionales no suelen ser muy tenidas en cuenta por la mayoría
de la iglesia, lo que es una pena porque ayudaría a acelerar mucho un proceso
que suele tomar generaciones.
Lo que es
cierto para una nación también lo es para una persona, familia o agrupamiento
humano.
Una opinión
personal es que sería muy bueno que los hijos de Dios pudieran aspirar a tener
sus propios emprendimientos. No quiero hacer de esto una doctrina ni decir que
todos deberían seguir este modelo, pero creo que sí muchos están llamados para
tomarlo, en algún momento de sus vidas, y desarrollar sus propias empresas.
Creo que el Señor va a bendecir especialmente esos proyectos.
Es interesante
que la referencia más clara en estos pasajes tenga que ver con la “industria
alimenticia”, en estrecha relación con la producción primaria.
Pero también
estos textos nos hablan de la economía doméstica; y ahí se aplica todo lo que
se vino diciendo más arriba. Y quizás sea uno de los ámbitos donde más clara y
rápidamente se vean los resultados de la bendición y la maldición. Y creo que
quienes especialmente lo van a notar son las amas de casa.
Ojalá que no
nos engañemos a nosotros mismos pensando que “todo está bien, cuando todo está
mal” (Jeremías 8:11). Es cierto que “El hombre honrado pasa por muchos males, pero
el Señor lo libra de todos ellos.” (Salmos 34:19) ¿Cómo anda nuestra economía?
¿Cuáles son las perspectivas que tiene? ¿Y la economía de nuestras iglesias?
RELACIÓN CON LOS ENEMIGOS
7 “El Señor pondrá en tus
manos a tus enemigos cuando te ataquen. Avanzarán contra ti en formación
ordenada, pero huirán de ti en completo desorden.
10 Entonces todos los
pueblos de la tierra verán que sobre ti se invoca el nombre del Señor, y te
tendrán miedo.
24 El Señor hará caer sobre
ti polvo y arena en vez de lluvia, hasta que seas destruido 25 y
aplastado por tus enemigos. Avanzarás contra ellos en formación ordenada, pero
huirás de ellos en completo desorden, y serás motivo de espanto para todos los
reinos de la tierra.
29 … te verás siempre
oprimido y explotado, y nadie vendrá en tu ayuda.
41 Tendrás hijos e hijas,
pero no estarán contigo porque serán llevados cautivos a otros países.
48 Tendrás que servir a los
enemigos que el Señor enviará contra ti; sufrirás hambre, sed, falta de ropa y
toda clase de miserias. El Señor te hará sufrir una dura esclavitud, hasta que
seas destruido. 49 Desde el país más lejano del mundo, el Señor
lanzará contra ti, con la rapidez de un águila en vuelo, una nación cuya lengua
no entiendes; 50 gente de aspecto feroz, que no respetará a los
ancianos ni tendrá compasión de los niños. 51 Se comerá las crías de
tu ganado y los frutos de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni
vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas ni de tus ovejas, y morirás de
hambre.
52 “Rodeará todas tus
ciudades y las atacará, hasta que se derrumben las murallas más altas y
fortificadas en que habías puesto tu confianza; sí, rodeará y atacará todas las
ciudades del país que te ha dado el Señor tu Dios. 53 Durante el
ataque enemigo a tus ciudades, será tanta tu hambre que te comerás a tus
propios hijos, los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te dio.
68 Y aunque el Señor te
dijo que no volverías otra vez por el camino de Egipto, sin embargo te hará
volver allí en barcos, y te venderá como esclavo a tus enemigos; pero no habrá
nadie que te quiera comprar.”
Y para peor, hay más versículos que se relacionan con estos, pero baste
ahora con los de más arriba… ¡y vaya si basta y sobra con ellos!
Siempre es bueno recordar a los cristianos que “todos los que quieren
llevar una vida piadosa en unión con Cristo Jesús sufrirán persecución” (II
Timoteo 3:12). Si no tenemos enemigos en
este momento puede ser que:
1. Seamos muy débiles todavía en la fe y el Señor nos
está cuidando de los enemigos… pero no por mucho tiempo más.
2. Los tengamos pero no nos damos cuenta todavía.
¡Más vale que abramos los ojos rápido!
3. Solo estemos jugando a la religión y no constituimos
ninguna preocupación seria para Satanás… Más vale que nos convirtamos entonces,
porque sino el que se va a poner en contra nuestra va a ser Dios mismo.
Si de verdad somos fieles al Señor, vamos a estar comprometidos a extender
su reino y el Adversario va a estar comprometido en tratar de que no lo
hagamos. Entendamos “extender el reino de Dios” bajo el paradigma de Reino y no
bajo el concepto de “iglesia” del viejo odre denominacional.
Volviendo al tema: ¡tenemos enemigos! Y hay dos posibles relaciones con
ellos: o los “vencemos” en el Señor (que frecuentemente es muy distinto a
“vencerlos” físicamente) o nos vencen ellos y el Señor los utiliza para moldear
nuestro carácter rebelde. De una cosa podemos estar seguros y tranquilos (en el
Señor): ¡Dios los va a utilizar para bien nuestro! Tratemos de que sea de la
forma más honrosa posible…
Vemos a los adversarios humanos, no vemos a los espirituales, que son los
que “inspiran y avivan” a los primeros. Nos toca lidiar con ambos, de manera distinta.
Los primeros son objetos del amor y la misericordia divina, aunque también de
su juicio. Los segundos ya están condenados, simplemente deben ser vencidos.
Los adversarios que se presentan en el camino son una de las herramientas
más poderosas y usadas por el Señor para transformarnos a su imagen, y en la
eternidad daremos gracias por ellos. Pero también son las herramientas del
Adversario para detener la obra de Dios. Y, dicho sea de paso, también el Señor
tiene un propósito de salvación con ellos.
Es notoria la diferencia que hace Dios entre la bendición y la maldición, y
también es llamativo que buena parte de todo el capítulo se dedique directa o
indirectamente a hablar sobre el tema. Hay un énfasis muy fuerte en el rol de
los adversarios. Quizás porque tendrían una fuerte presencia para la nación de
Israel, pero también supongo que porque la tendrían para la iglesia siglos
después.
Los enemigos
planifican su ataque; “en formación ordenada” dice una versión, con detalle,
con organización, con mucho trabajo; pero saldrán huyendo en desbandada. Más
aún, con el tiempo ni se atreverán a atacarnos.
Pero la
maldición también es cierta y terrible: ahora los que deban salir humillados y
derrotados serán los hijos de Dios; los planes se desharán. Los cristianos
serán motivo de burla y escarnio para todos, y tendrán que trabajar y
esforzarse para otros, que se llevarán los recursos. También generarán tal caos
interno que hasta lo más querido y cuidado (las generaciones futuras) serán
“devoradas” para poder sobrevivir (esto es, explotadas, abusadas, se les
quitarán las posibilidades y se les cerrarán las puertas que se les debían
haber abierto). Finalmente, deberemos trabajar por pagas miserables para ellos.
Hay un
registro detallado de la opresión y miseria que causarían los enemigos; y mucho
de ello vivimos hoy pero no somos conscientes. Los enemigos no son únicamente
los que están al lado nuestro en el trabajo y nos hacen la vida imposible, ni
nuestro patrón que no nos quiere pagar el aumento (¿y por qué tenemos que
seguir todavía bajo patrón, digo yo…?); hay otros “lejanos”, que no vemos, que
no conocemos y cuyos nombres quizás nunca salgan en los diarios, o quizás sí y
ocupen puestos públicos muy visibles. Ellos son los instrumentos más preciados
de Satanás, y ejercen una gran influencia en la opresión de naciones enteras. Pero
muy pocas veces, si es que alguna, ocupan nuestras oraciones; muy pocas veces
somos conscientes de ellos ¡teniendo a nuestro alcance el poder de revelación
del Espíritu Santo!
Si hiciéramos una visión de la teología y la práctica de la iglesia con la
óptica de “los enemigos”, tanto espirituales (los demonios, claro) como físicos
(la gente usada por ellos) podríamos generar mucho conocimiento útil para la
vida cotidiana y podríamos ser mucho más efectivos en el reino. No creo que
debamos entrar en una “paranoia persecutoria”, como algunos de nuestros
personajes públicos de actualidad, pero creo que es urgente que tomemos
conciencia de esta realidad y sepamos escuchar la voz de Dios a través de
nuestros enemigos, de los que están presentes (en los distintos niveles y
“visibilidades”) como de los que no están (señal de bendición, de la que hay
que estar agradecidos).
Y, más importante, sepamos que ninguno de ellos escapa al control de Dios,
porque eso es lo que deja bien en claro Deuteronomio 28: Dios los retira o Dios
los envía, de acuerdo a nuestra justicia. Y si estamos intentando luchar contra
algo que el mismo Señor mandó… bueno, más vale que busquemos otra estrategia.
Volvamos al Señor, cortemos todas las iniquidades ancestrales, obedezcámoslo en
su voluntad específica para nosotros (hay que oír la voz del Espíritu para
saberla) y Dios mismo se va a encargar de nuestros enemigos, sea que los quite
o sea que nos de los recursos para vencerlos (ambos son métodos que Él usa).
Entender la realidad bajo la óptica de “amigos y enemigos” puede parecer
una simplificación excesiva, y no pretendo caer en ella; pero olvidarnos de su
relevancia es igualmente peligroso.
El derecho legal de muchos enemigos presentes fue dado en el pasado, por lo
que aquí es necesario revocar iniquidades.
Y en este punto vale la pena dedicar tiempo a pensar, como individuo,
familia, comunidad y nación, ¿cuáles son mis enemigos? ¿Hay más, que todavía no
conozco? Aunque no los vea físicamente, ¿puedo ver las consecuencias de su
accionar? ¿Qué es lo que el Señor me quiere decir con ellos? ¿Cuáles son mis
pecados e iniquidades que les dan derecho legal para molestarme? Antes que
nada, ¿qué me está queriendo decir el Padre a través de ellos?
SALUD PSICOLÓGICA
8 …y te hará vivir feliz en
el país que va a darte.
20 “El Señor te enviará
maldición, confusión y angustia en todo lo que hagas,
29 y andarás a tientas,
como el ciego en la oscuridad. Nada de lo que hagas te saldrá bien; te verás
siempre oprimido y explotado, y nadie vendrá en tu ayuda.
34 Cuando veas todas estas
cosas, te volverás loco.
67 Será tanto el miedo que
tendrás, y tales las cosas que verás, que por la mañana dirás: ‘¡Ojalá que ya
fuera de noche!’, y por la noche dirás: ‘¡Ojalá que ya fuera de día!’
En Argentina tenemos la proporción de psicólogos por habitantes más alta…
¿por algo será?
Si hay algo que padece el mundo hoy es LOCURA. Si algo caracteriza al
posmodernismo que ha avanzado en todas las sociedades es una especie de “esquizofrenia”
de pensamiento, que me “permite” ser de una forma en un ámbito determinado y de
otra en otro, sin sentir ni el más mínimo remordimiento (antes a eso se lo
llamaba hipocresía)… ¿será por algo?
El pecado en sí mismo enloquece, y las consecuencias del pecado enloquecen
aún más. ¿Tiene algún propósito Dios con la felicidad / infelicidad de la
gente? Por supuesto que sí.
La intención básica de toda alma humana es ser feliz, nuestro cerebro y
organismo están preparados genéticamente para eso. Miles de ejemplos tenemos de
cómo la búsqueda de la felicidad se ha corrompido y desvirtuado a lo largo del
tiempo, pero aun los más aberrantes pecados conservan en el fondo un deseo
(distorsionado) de felicidad.
El espíritu de religión se ha encargado de negar este deseo, condenándolo
por pecaminoso y tergiversando determinados pasajes bíblicos, y ha generado un
cristianismo ciego en este aspecto, que al final ha causado más daño que bien.
De la mano de la influencia posmoderna y su exagerado énfasis en el placer
individual, esta situación se está revirtiendo, probablemente tendiendo hacia
el otro extremo, tan malo e ineficaz como el primero.
Es cierto que fuimos creados para ser felices, y la felicidad, pero la
verdadera felicidad, la del espíritu humano, que luego se refleja en el alma,
viene de nuestra comunión íntima con Papá. Todos los otros extremos y
desviaciones son sucedáneos que en el mejor de los casos solo llegan al alma y
en el peor, provocan excitación en el cuerpo. También se requiere cierta
madurez en el caminar cristiano para poder reconocer la verdadera felicidad del
espíritu. Con el tiempo, llega a ser nuestro principal barómetro interno;
cuando el Espíritu está feliz, nuestro espíritu también lo es y sabemos que
vamos por el buen camino.
Todo lo que mencionamos sobre la “felicidad” del espíritu también es
aplicable a la “paz”. De hecho, están íntimamente relacionados entre sí, y
éstos con el concepto más integral de “shalom”, que implica: paz, prosperidad,
felicidad, seguridad, concordia, bienestar y vida vivida en plenitud.
La maldición nos quita esa felicidad, más que eso, el “shalom” de Dios.
Puede ser que nos demos cuenta y tratemos de recuperarlo por el camino
correcto, o que no queramos reconocerlo y empecemos a llenar nuestra vida de
actividades para hacer feliz al alma: activismo (valga la redundancia), grandes
reuniones, cultos “espectaculares”, predicaciones motivadoras que prometen
éxito y gloria sin mostrarnos todo el camino a recorrer, o bien cosas menos
sutiles: placeres humanos desmedidos, distracciones excesivas, etc.
El estado interno de shalom, como se dijo más arriba, llega a ser nuestra
principal medida interna de la cercanía o lejanía del Señor. Podemos ser muy
sensibles y corregir nuestras acciones e intenciones mucho antes de que
aparezca alguna consecuencia visible. La vida cristiana plena, y la plena
manifestación del Señor en y a través de nosotros solo es posible cuando
podemos vivir en ese shalom. No se puede servir a Dios y pretender alcanzar la
máxima efectividad si no vivimos en ese estado. Y, sinceramente, no tiene mucho
sentido la vida cristiana en esta tierra si no podemos disfrutar del shalom
divino. Eso es traer el cielo a nuestras almas.
Cuando la maldición nos quita el shalom podemos caer en el peligro de
racionalizarlo y reemplazarlo por muchos conceptos del alma, con solo
apariencia de espiritualidad.
¿Y qué tiene que ver esto, que es eminentemente espiritual, con la salud
psicológica? Sencillo, ¡todo! Aun en medio de los más grandes problemas,
podemos tener paz en nuestra alma si hay paz en el espíritu. Por otro lado,
podemos tener todo lo que materialmente deseemos, y estar desequilibrados
emocionalmente si no hay paz en el espíritu.
El pecado quita de nosotros el shalom, y solo queda la débil felicidad del
alma. Dios se encarga de quitarla también, a través de los juicios mencionados,
para que no intentemos racionalizar y reconozcamos nuestra realidad profunda.
Pero, a pesar de todo, aun así hay (mucha, muchísima) gente que se acostumbra a
vivir en el tormento de la infelicidad.
El detalle que hace el texto es “confusión y angustia”, “a tientas como un
ciego”, “te volverás loco”, “(tendrás) miedo”. Falta una orientación clara, no
se sabe a donde ir, hay fuertes miedos en el interior, y, en ciertos casos,
verdadero desequilibrio mental. Sin llegar a la locura, todos conocemos
personas (dentro de la iglesia) que podrían ser “normales” pero que tienen
algunos esquemas de pensamiento bastante descontrolados.
¿En qué estado vivimos? ¿Crece el shalom dentro de nosotros? ¿Podemos
identificarlo claramente? El estado de paz y felicidad, ¿se trasmite de alguna
manera hacia los que nos rodean?
¿Cuál es el ambiente que “se respira” en nuestras congregaciones? ¿Es el
shalom o es el “no te acerques que muerdo”?
PRESENCIA DE DIOS
9 “Si cumples sus
mandamientos y sigues sus caminos, el Señor tu Dios te mantendrá como pueblo consagrado
a él, tal como te lo ha jurado.
36 “El Señor hará que a ti
y a tu rey se los lleven a una nación que ni tú ni tus padres conocieron. Allí
tendrás que servir a otros dioses, hechos de madera y de piedra
64 El Señor te esparcirá
por todas las naciones, de un extremo a otro de la tierra, y allí adorarás a
dioses ajenos, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados
conocieron.
Un pueblo
consagrado a Dios es una comunidad donde Dios puede pasearse, donde hay
revelación, presencia divina, manifestaciones de su gracia, milagros, profecía,
vidas cambiadas, gozo, etc. Los aires están más despejados sobre las iglesias y
las comunidades.
Lo contrario
es solo religión, estructuras muertas, excitación de los sentidos y emociones
del alma, información intelectual y mucha buena organización humana, pero no
verdadera presencia del Espíritu. En la mentalidad de aquel entonces, cada
tierra tenía un “dios” asociado, y para la joven nación de Israel, su Dios iba
a estar en la tierra que se les daría (aunque el Señor trataría muchas veces de
mostrarles su omnipresencia), por lo que ser expulsado a “otra tierra”
implicaba ser alejado de la presencia misma de Dios. Así lo entendía incluso
David, cuando dijo:
19 Yo le ruego a Su
Majestad que escuche a este siervo suyo: si es el Señor quien ha puesto a Su
Majestad en contra mía, ojalá acepte una ofrenda; pero si es cosa de los
hombres, que el Señor los maldiga. Porque me han arrojado ahora de esta tierra,
que es del Señor, con lo cual me empujan a servir a otros dioses.
I Samuel 26:19
Nuestra tierra
por derecho es el “territorio” de la presencia de Dios. La maldición nos aleja
de Dios, nos lleva a una “tierra ajena”; podemos tener las promesas y aun Dios
puede hacer cosas asombrosas, pero no está su presencia constante.
Ser
consagrados a Dios implica también que el Señor puede usarnos para propósitos
grandes, verdaderamente transformadores; lo cual puede ser distinto a hacer
cosas que “muevan mucha gente”. Si hay bendición y hay presencia de Dios, hay
también grandes propósitos y grandes transformaciones.
Cuando Dios no
está presente sobre una nación, los “aires” están más cerrados, todo lo
espiritual cuesta más, las revelaciones llegan con más dificultad, cuesta más
vencer el pecado, todo implica mucho más esfuerzo.
¿Cuán patente
es la presencia divina en mi vida? ¿En mi familia? ¿En la nación?... ¿En la
iglesia?
ECONOMÍA Y DEUDAS
12 ... Podrás prestar a
muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado a nadie.
43 Los extranjeros que
vivan en tu país se harán más y más poderosos, mientras que tú perderás más y
más tu poder. 44 Ellos podrán hacerte préstamos, y tú, por el
contrario, no tendrás nada que prestar;
Nuestro actual sistema capitalista vive en base a la deuda. Los bancos, el
lugar donde se almacena la “riqueza” de la sociedad, ganan en base a la deuda
de otros (¿curioso, no?) La deuda externa ha sido (y lo sigue siendo) un yugo
en el cuello de muchas naciones, y, por ende, en el de sus ciudadanos. Todo el
mundo le debe a alguien… y sería interesante saber quién es ese alguien! La
crisis económica mundial que comenzó más o menos al tiempo de publicar por
primera vez este artículo tiene que ver, fundamentalmente, con este sistema de
deuda y la tremenda deuda de las naciones desarrolladas.
La deuda impregna todos los niveles de la sociedad, con todo, puede haber
un nivel de deuda lógico y posible, que sea de utilidad para el crecimiento.
Pero muy fácilmente el nivel “lógico” se transforma en “ilógico” y vienen los
problemas. Las grandes crisis del capitalismo mundial, que se suceden
aproximadamente cada 40 años, y otras crisis nacionales, más frecuentes e igual
de problemáticas, tienen su origen en buena medida en una masa incontrolable de
deuda que no puede ser cubierta por el sistema económico, una economía inflada
artificialmente que termina por estallar. ¿No es profundamente espiritual todo
esto?
Dios es quien permite que ahorremos y tengamos suficientes recursos como
para prestar incluso a otros (tanto como individuos como naciones). Deberíamos
estar profundamente agradecidos por eso e invertir ese dinero sobrante para el
reino, que no quiere decir necesariamente dar más ofrenda sino también hacer
negocios del reino.
Dios también es el que puede impedir que ahorremos y que incluso debamos
pedir prestado. Lo hace para llamarnos la atención. La “esclavitud” hacia un
acreedor no es más que una representación material de una esclavitud
espiritual, mayor, que podemos estar viviendo.
Notemos que tanto el ahorro como el empobrecimiento (que lleva a la deuda y
que se retroalimenta de ella) son procesos largos, no ocurren en un día, ni incluso
en una generación. Cuando es así, estamos tratando con pecados (o bendiciones)
que se han arraigado fuertemente y no son fáciles de identificar.
Es cierto también que Dios puede hacer las cosas más rápido, y en término
de pocos años estemos en una u otra situación. Sea bendición o maldición,
debemos estar agradecidos cuando así ocurre, porque el Señor nos está dando la
oportunidad de modificar rápidamente el curso de vida.
Nuestros estados financieros pueden reflejar nuestro estado espiritual y
las iniquidades que arrastremos, especialmente esto último, aunque no
inmediatamente.
La obediencia al Señor traerá, tarde o temprano, estabilidad económica.
¿Cómo estamos en este aspecto? ¿Nuestra economía? ¿La de nuestra familia?
¿La de nuestra nación?
POSICIÓN
13 El Señor te pondrá en el
primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y
nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del Señor tu Dios,
que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica, 14 sin apartarte de
ellos por seguir a otros dioses y rendirles culto.
44 … los primeros lugares serán para ellos, y
para ti los últimos.
Ya hablamos sobre la “fama” y el reconocimiento; ello viene por un sustento
“material”. No se trata de la “fama” de la televisión, en un 99% artificial; se
trata del sustento real del reconocimiento: lo que se hace, lo que ocurre, la
bendición que se recibe.
El primer lugar viene porque hay realidades que lo avalan; se trata de
muchas cosas unidas, es complicado pensarlas en conjunto, y presentan muchas
interrelaciones complejas, pero que en esencia se resumen muy simplemente en la
bendición del Señor.
“Por encima de los demás” implica que en muchas áreas de la vida las cosas
van mejor que a los otros; al ser reconocida esta realidad los que nos rodean
nos llamarán a los lugares de autoridad, o bien ganaremos la autoridad por las
bendiciones recibidas. Implica tener más recursos, más conocimiento, una vida
más feliz, más protección, más oportunidades, etc.
Es siempre un riesgo para Papá darnos una posición importante, porque es
muy fácil que nos ensoberbezcamos (tanto como individuos, familias, iglesias,
comunidades o naciones), por eso esta bendición suele llegar luego de un largo
tiempo de pruebas y preparación, y luego de que muchas iniquidades hayan sido
quitadas. Más arriba dijimos que esto tiene un propósito que es el de dar
gloria al Señor; también constituye una prueba en sí mismo: si obedeceremos a
Dios y nos humillaremos delante de él en la prosperidad. Muchos que pasan la
adversidad no resisten la prosperidad, y por ello, terminan perdiéndola.
Estar en el último lugar significa que hay muchas cosas concretas que van
mal, generalmente demasiadas como para que sepamos por donde empezar… Pero el
punto central sigue siendo el mismo: el amor y la obediencia a Dios. Cuando
avanzamos en ese camino las cosas comenzarán a acomodarse, y el reconocimiento
llegará por sí mismo… ¡pero no es para nada sencillo!
Por supuesto, siempre es posible que exista “reconocimiento” sin sustento
actual:
"Escribe al ángel de la iglesia de
Sardis: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete
estrellas: Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás
muerto."
Apocalipsis 3:1 NVI
Pero no dura mucho, porque:
"Así que
recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete. Si no te
mantienes despierto, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un
ladrón."
Apocalipsis
3.3, NVI
SALUD - ENFERMEDAD
21 El Señor te enviará una
peste que acabará contigo en el país que vas a ocupar. 22 También te
enviará epidemias mortales, fiebres malignas, inflamaciones, calor sofocante,
sequía y plagas sobre tus trigales, epidemias que te perseguirán hasta
destruirte.
27 “El Señor te hará sufrir
con llagas, como a los egipcios, y con tumores, sarna y tiña, y no podrás
curarte de estas enfermedades. 28 También te hará padecer locura,
ceguera y confusión,
34 Cuando veas todas estas
cosas, te volverás loco. 35 El Señor te hará sufrir con llagas
malignas en las rodillas y en los muslos y en todo el cuerpo, sin que puedas
ser curado.
58 “Si no pones en práctica
todas las instrucciones escritas en este libro, ni respetas este glorioso e
imponente nombre del Señor tu Dios, 59 él enviará grandes y
terribles plagas sobre ti y sobre tus descendientes, y enfermedades malignas e
incurables. 60 Hará que se repitan sobre ti todas las plagas de
Egipto, que tanto espanto te causaron, y tendrás que sufrirlas constantemente. 61
Además, te enviará otras enfermedades y plagas que no se mencionan en este libro
de la enseñanza, hasta acabar contigo. 62 Y tú, Israel, que eras tan
numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño número,
por no haber obedecido al Señor tu Dios.
Específicamente lo que tiene que ver con la salud no se menciona en la
primera sección, pero sí se lo hace en la correspondiente a las maldiciones, y
con detalles abundantes y aterradores.
Algo ya se habló de este tema en relación con el medio ambiente y la
productividad primaria. Creo que no es muy necesario redundar en el detalle;
este siglo, a la par que nos ha traído enormes avances en medicina (por la
misericordia del Señor) también nos ha seguido demostrando que Dios sigue al
control y que la ciencia humana no podrá vencer los juicios que vienen a través
de la enfermedad (en aquellos casos en que los avances científicos puede llegar
a los sufrientes, que no suele ocurrir en todo el mundo).
Las iniquidades atraen también enfermedades, muchas veces sin explicaciones
muy lógicas. En el v. 59 queda en claro el concepto.
Llevar una vida cristiana aparentemente exitosa, pero estar cargado de
enfermedades no suele ser una muestra de verdadero “éxito”. Creo que
frecuentemente Dios permite alguna enfermedad en nosotros para mantenernos
humildes, y no se va a quitar por más que oremos, o al menos no por alguna “oración
milagrosa”, sino por una larga búsqueda. Pero hay una diferencia entre “una
espina clavada en el cuerpo” ¡y todo un rosedal enganchado en el cuero!
Hay que reconocer que Satanás tenía mucho de razón cuando dijo:
"Pero el
acusador contestó al Señor: —Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo,
todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su
vida."
Job 2:4
Y no suele ser
sino hasta que estamos postrados en enfermedad que nos volvemos profundamente
al Creador. Este juicio es, también, una muestra de misericordia.
En una nación,
todo lo que tiene que ver con la salud (pública y privada) se relaciona con
esto: sistemas deficientes de salud, o muy costosos, falta de prevención,
capacitación deficiente del personal, pocos recursos destinados. Todo influye
en un estado deteriorado de salud general, que es muestra de maldición.
¿Cómo estamos
en este aspecto?
DESTRUCCIÓN - CONSTRUCCIÓN
20 “El Señor te enviará
maldición, confusión y angustia en todo lo que hagas, y en muy poco tiempo te
destruirán por completo, por haberlo abandonado con tus malas acciones.
22 También te enviará
epidemias mortales, fiebres malignas, inflamaciones, calor sofocante, sequía y
plagas sobre tus trigales, epidemias que te perseguirán hasta destruirte.
24 El Señor hará caer sobre
ti polvo y arena en vez de lluvia, hasta que seas destruido
42 Todos los árboles y los
frutos de tu tierra serán destruidos por la langosta.
48 Tendrás que servir a los
enemigos que el Señor enviará contra ti; sufrirás hambre, sed, falta de ropa y
toda clase de miserias. El Señor te hará sufrir una dura esclavitud, hasta que
seas destruido.
62 Y tú, Israel, que eras
tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño
número, por no haber obedecido al Señor tu Dios. 63 Y así como el
Señor se complacía en hacerte bien y multiplicarte, ahora se complacerá en tu
ruina y tu destrucción, pues serás arrancado violentamente del país que vas a
ocupar.
No hace falta
aclarar mucho que todas las maldiciones, si no son revocadas, llevarán a la
destrucción de las personas, familias, comunidades, iglesias y naciones. Quizás
“destrucción” pueda ser un buen sinónimo de maldición. La sumatoria de todo lo
que ocurre lleva a la destrucción, es decir, a que sea eliminado, quitado, lo
que antes existía: negocios, proyectos, familias, vidas, naciones. Si
decididamente no queremos traer la bendición de Dios a la tierra, no va a
tolerar Él que traigamos maldición por mucho tiempo.
Si no somos
capaces de reconocer otra cosa, probablemente sí seamos capaces de reconocer
cuando hay destrucción en vez de construcción, y por lo tanto entender que hay
algo que está mal. ¡Qué fácil es traer destrucción y qué difícil construcción!
No se menciona
expresamente la “construcción” pero está implícita. Construcción significa,
entre otras cosas, que hay algo que permanece en el tiempo, que sirve de base
para lo que sigue, que se puede avanzar por un camino, aun el que establecieron
generaciones pasadas. Entonces, ¿qué pasa en nuestra vidas, familias, naciones?
¿Las “cosas” se construyen, crecen, se arman, o más son las que se destruyen,
desarman, desarticulan?
´
EL DEVORADOR - LA PROTECCIÓN DEL SEÑOR
30 Te comprometerás para
casarte, pero otro se acostará con tu prometida; te construirás una casa, pero
no llegarás a habitarla; plantarás un viñedo, pero no disfrutarás de sus
frutos; 31 degollarán a tu toro delante de ti, pero no comerás de su
carne; te quitarán tu asno en tu propia cara, y no te lo devolverán; tus ovejas
caerán en manos de tus enemigos, y no habrá quien te ayude a rescatarlas. 32
Ante tus propios ojos, tus hijos y tus hijas serán entregados a gente
extranjera, y a todas horas querrás volver a verlos, pero nada podrás hacer. 33
Las cosechas de tu tierra y el fruto de todo tu trabajo se lo comerá gente que
nunca antes conociste, y sufrirás continuamente opresión y malos tratos.
38 Sembrarás mucha semilla,
pero recogerás poco fruto porque la langosta lo devorará. 39
Plantarás viñedos y los cuidarás, pero no beberás su vino ni recogerás sus uvas
porque los gusanos acabarán con todo. 40 Tendrás olivos en toda tu
tierra, pero no te perfumarás con su aceite porque las aceitunas se caerán
solas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no estarán contigo porque
serán llevados cautivos a otros países. 42 Todos los árboles y los
frutos de tu tierra serán destruidos por la langosta.
51 Se comerá las crías de
tu ganado y los frutos de tu tierra, hasta arruinarte; no te dejará trigo, ni
vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas ni de tus ovejas, y morirás de hambre.
Estos pasajes, que ya vimos, pueden ser enfocados de otra forma y podemos
reconocer en ellos a la acción del Devorador, principado demoníaco de alto
rango que roba lo que se nos da.
Es muy frecuente ver a creyentes que reciben genuinas bendiciones del Señor
pero que les son quitadas de diversas formas. Hay bendición, pero falta
protección, y los “ladrones” tienen vía libre para actuar. Muchos se confunden
en esta situación porque, efectivamente, suele haber bendición divina, señal de
su favor, y creen que está “todo bien” por eso, pero no reconocen que la acción
del Devorador es señal de que no lo está tanto.
Llegar a reconocer esto requiere discernimiento espiritual, si no lo hay,
le echamos la culpa al Diablo, al estado, al jefe, al sistema económico, a los
padres, etc., etc., pero no atinamos a ver el poder espiritual que se mueve por
detrás. Repito, entender la influencia de este principado demoníaco requiere
sensibilidad espiritual y muchos de los que están oprimidos por él no la
tienen.
Aunque no hay mucho más para agregar en este punto que no se haya dicho ya
más arriba, creo que merece especial atención porque es difícil de discernir.
Debemos pedirle al Padre, con humildad, que abra nuestros ojos y nos de
entendimiento.
Por supuesto,
la cuestión generacional está también muy presente aquí. Hay derechos legales
que se le otorgaron en el pasado que hay que revocar.
GUERRA - PAZ
52 “Rodeará todas tus
ciudades y las atacará, hasta que se derrumben las murallas más altas y
fortificadas en que habías puesto tu confianza; sí, rodeará y atacará todas las
ciudades del país que te ha dado el Señor tu Dios. 53 Durante el
ataque enemigo a tus ciudades, será tanta tu hambre que te comerás a tus
propios hijos, los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te dio.
Mucho de lo que se dijo más arriba está relacionado con el estado de guerra
o paz que tenga una nación. El estado de guerra acarrea todo tipo de angustias
y maldiciones, las que hemos comentado; en el estado de paz se pueden edificar
todo tipo de bendiciones. Aunque Dios utilice la guerra como un recurso extremo
para atraer a los hombres a sí, es en la paz donde se puede edificar mejor el
reino. La recomendación de Pablo es muy importante:
"Ante
todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de
gracias a Dios por toda la humanidad. Se debe orar por los que gobiernan y por
todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica,
con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador,
pues él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad."
1 Timoteo
2.1-4
Guerra no implica únicamente que un estado ataque a otro con armas en una
confrontación directa; hay muchas “variantes menores” que tienen efectos
igualmente destructivos: terrorismo, guerrilla, conflictos entre grupos dentro
de una sociedad.
Normalmente “guerra” implica a una nación o a un grupo más o menos grande
dentro de una nación. Por eso, hay factores que superan a las realidades
individuales involucrados, muchos de ellos gestados a lo largo de décadas y
generaciones. Por otro lado, la guerra suele ser un buen negocio para los
poderes internacionales, por lo que avivan los conflictos existentes en los
países pobres para su propio provecho. De hecho, cierta potencia mundial muy
bien conocida motoriza su economía hoy gracias a las guerras que desata
especialmente en el Medio Oriente, aunque esta estrategia a la larga le costará
muy caro.
La guerra, con sus distintas manifestaciones, sigue estando muy presente en
el mundo actual y no es una realidad de la cual alguien pueda pensar que está
exento.
Un estado de guerra “doméstico” es cuando mantenemos conflictos (u otros
los mantienen contra nosotros) por largo tiempo. Esas situaciones consumen
recursos, tiempo y energía, y traen consecuencias de destrucción y pérdida.
Los hijos de Dios no podemos “generar” pequeñas guerras (de esas que muchas
veces ocasionamos dentro de las iglesias), Dios nos llamó a ser pacificadores.
¿Guerra o paz? ¿Cuál es el estado en el que nos encontramos?
EXILIO - PERMANENCIA
36 “El Señor hará que a ti
y a tu rey se los lleven a una nación que ni tú ni tus padres conocieron. Allí
tendrás que servir a otros dioses, hechos de madera y de piedra,
63 Y así como el Señor se
complacía en hacerte bien y multiplicarte, ahora se complacerá en tu ruina y tu
destrucción, pues serás arrancado violentamente del país que vas a ocupar.
64 El Señor te esparcirá por todas las naciones, de un extremo a otro de
la tierra, y allí adorarás a dioses ajenos, dioses de madera y de piedra, que
ni tú ni tus antepasados conocieron. 65 Y mientras vivas en esas
naciones no tendrás tranquilidad ni reposo, porque el Señor te hará vivir
asustado, con los ojos tristes y lleno de ansiedad.
68 Y aunque el Señor te
dijo que no volverías otra vez por el camino de Egipto, sin embargo te hará
volver allí en barcos, y te venderá como esclavo a tus enemigos; pero no habrá
nadie que te quiera comprar.”
La propia tierra era, y sigue siendo, algo muy valorado por la mayoría de
las personas. En una tierra extranjera normalmente se era (y se sigue siendo)
un “ciudadano de segunda”, con todo lo que ello implica.
El exilio suele ser consecuencia directa de la guerra, o de situaciones
internas tan difíciles que se le parecen mucho. Implica normalmente tener que
dejar toda una historia y una posición para empezar algo de cero, y en un
contexto que suele ser hostil, por lo que Dios habló varias veces al respecto:
21 “No maltrates ni oprimas al
extranjero, porque ustedes también fueron extranjeros en Egipto.
Éxodo 22:21
9 “No oprimas al extranjero, pues ustedes fueron extranjeros en
Egipto y ya saben lo que es vivir en otro país.
Éxodo 23:9
Dentro de
todo, nuestros países latinoamericanos suelen ser bastante hospitalarios a los
inmigrantes porque se han fundado en base a ellos; pero no ocurre lo mismo en
otras partes del mundo.
Es difícil que
los que no hemos vivido esa experiencia podamos entenderla o explicarla
adecuadamente, pero lo cierto es que las migraciones siguen estando presentes
en nuestro mundo, y lo seguirán hasta que Cristo venga.
Cuando en un
determinado ámbito socio geográfico las relaciones humanas, la historia, y los
principados espirituales, forman una trama tan cerrada que difícilmente pueda
penetrar la luz de la verdad, no le queda más remedio al Señor que desarmar
todo eso y mandar a las personas (aun a sus hijos) a otro lugar, normalmente
para que en sus dificultades lo busquen.
27 El Señor los dispersará por todas las naciones, y solo un pequeño
número de ustedes sobrevivirá en ellas. 28 Allí servirán a dioses
hechos por el hombre, ídolos de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni
comen, ni respiran. 29 Pero si allí buscan al Señor su Dios con todo
su corazón y con toda su alma, lo encontrarán. 30 Cuando finalmente
pasen ustedes por todos estos sufrimientos y angustias, si se vuelven al Señor
y le obedecen, 31 él, que es bondadoso, no los abandonará ni los
destruirá, ni se olvidará de la alianza que hizo con los antepasados de ustedes
y que juró cumplir.
Deuteronomio
4.27-31
Ser echado de
la propia tierra es señal de maldición, por nuestros propios pecados o por los
de nuestros antepasados. Si es por la iniquidad de ellos, más nos vale
reconocer sus caminos torcidos y no seguirlos.
¿Tenemos
arraigo en la “tierra del Señor”, es decir, el lugar en donde somos bendecidos
y de bendición? ¿O tenemos que sufrir el exilio? ¿Tienen que irse nuestros
hijos del país por falta de oportunidades?
Pero hay otra
razón. Cuando la iglesia de un país, habiendo sido bendecida y crecido
espiritualmente, no quiere hacer misiones, Dios se encarga de llamar a las
dificultades para que de todas formas salgan. ¿Por qué no, más vale, salir por
propia voluntad?
Aún hoy, con
la herramienta de Internet, ocurre algo mucho más sutil. Dios “cierra” puertas
de relaciones sociales y permite que seamos “echados” de ciertos grupos para
obligarnos a buscar amigos a través de la web, ¡y esto termina siendo una forma
de evangelizar a las naciones, por lo menos, a las que hablan el mismo idioma!
¿Por qué no, más vale, hacerlo por propia voluntad?