sábado, 23 de diciembre de 2017

355. No es cuestión de “solamente” tener fe…

Hechos 13:28-32 RVC
28 Y aunque no encontraron en él nada que mereciera su muerte, le pidieron a Pilato que lo matara.
29 Cuando se cumplió todo lo que estaba escrito acerca de él, lo bajaron del madero y lo sepultaron.
30 Pero Dios lo resucitó de los muertos,
31 y durante muchos días Jesús se apareció a los que lo habían acompañado desde Galilea hasta Jerusalén. Y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.
32 Nosotros también les anunciamos a ustedes las buenas noticias de la promesa que Dios hizo a nuestros padres:

1 Corintios 15:1-11 RVC
1 Además, hermanos, les anuncio el evangelio que les prediqué, que es el mismo que ustedes recibieron y en el cual siguen firmes.
2 Por medio de este evangelio serán salvados, siempre y cuando retengan la palabra que les he predicado. De no ser así, habrán creído en vano.
3 En primer lugar, les he enseñado lo mismo que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados;
4 que también, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día;
5 y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.
6 Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos aún viven, y otros ya han muerto.
7 Luego se apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles;
8 y por último se me apareció a mí, que soy como un niño nacido fuera de tiempo.
9 A decir verdad, yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol porque perseguí a la iglesia de Dios.
10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano, pues he trabajado más que todos ellos, aunque no lo he hecho yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pero ya sea que lo haga yo, o que lo hagan ellos, esto es lo que predicamos y esto es lo que ustedes han creído.


Uno de los grandes éxitos que ha tenido el Enemigo es hacernos creer que creer es cuestión de fe… ¿parece un trabalenguas, no? Y al fin y al cabo, ¿no es cuestión de “fe”? Sí, claro, pero ¿qué fe?

El testimonio de los primeros cristianos no estaba basado en una linda filosofía, ni mucho menos en la tradición; ellos no podían decir: “creemos porque las generaciones anteriores a nosotros creyeron y fueron bendecidas”. Era todo nuevo, no había “historia” más que las promesas del Antiguo Pacto.

Ellos no creyeron porque el Evangelio resultaba un sistema de doctrinas y creencias moral y ético que podía superar la “barbarie” de ese entonces (que tampoco era tal). No creyeron porque predicaran bonito o fueran lo suficientemente convincentes, de hecho, más bien lo contrario:

2 Corintios 10:10 RVC
10 Hay quienes dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que mi presencia física es débil y que mis palabras no valen nada.

Bueno, Pablo no era un elocuente y carismático predicador, no sé por qué hoy precisamente buscamos esos predicadores “elocuentes y carismáticos”…

Por supuesto que no todo el cristianismo primitivo era como lo describí más arriba, pero el ejemplo que nos dejó el Espíritu Santo en Su Palabra es ese y ese es el que aprueba.

¿Por qué creyeron ellos? Porque había testigos de los hechos y palabras de Jesús, pero más que nada, de Su resurrección. Precisamente fue la resurrección la “piedra angular” del testimonio cristiano primitivo, todo lo que Jesús dijo e hizo quedó “supeditado” a la prueba máxima de Su autoridad y Su santidad inmaculada: la resurrección. Si no resucitaba, era solo un buen maestro. Si no resucitaba había dicho lindas palabras, quizás las mejores que se hubieran escuchado sobre la Tierra, pero nada más.

Lo mismo vale hoy. Dios es el Dios de la historia, y las palabras de Jesucristo, que son nuestra guía máxima y a partir de las cuales leemos luego el resto de la Biblia, fueron selladas con el máximo testimonio, no el de los milagros y señales, sino el de la resurrección del Justo, del que no podía ser retenido por la muerte, del Único sobre quien el Hades no tenía autoridad. Eso no había pasado antes, y no pasó luego.

Los milagros no eran algo absolutamente extraño, los profetas los hicieron, y entre los paganos podían ocurrir a veces; incluso algún hombre santo podía resucitar a un muerto reciente. Pero nadie había vuelto de la muerte por sí mismo.

La victoria sobre la muerte era la señal definitiva de la propia justicia y el propio poder, así como de la magnitud de ese poder que alcanzaba a vencer la muerte. En una época donde los emperadores se proclamaban “dioses” a sí mismos, estaba claro para todos que eran “dioses” con pies de barro, porque morían como cualquier mortal y terminaban como festín de gusanos.

Pero el testimonio de Su resurrección quedó depositado en vasos de barro, en testigos humanos, gente que vivió en ese entonces, que iba a morir, gente como cualquiera de los que luego oirían el testimonio. En base a ese testimonio es que se construyó el cristianismo, y es en base al mismo testimonio en que se debe construir hoy.

No queda siempre claro por qué la gente cree hoy día o en base a qué se los convoca a la iglesia. ¿Bendiciones, promesas, moral, vida sin problemas, escapar del infierno, solucionar la culpa, el temor o la vergüenza? Estamos de acuerdo en que puede haber diferentes caminos que acerquen a las personas al Mensaje del Evangelio, pero hay una sola puerta y el umbral de ella lo constituye el testimonio de los testigos de la resurrección. Cualquier juez o abogado entendería esto a la perfección.

A nosotros llegó el testimonio escrito de los que primero caminaron con Él y luego lo vieron resucitado. Fueron los doce apóstoles, las mujeres del grupo (en realidad primero ellas), quinientos hermanos, el hermano de Jesús, Jacobo, y Pablo. No son los únicos, tenemos el relato por ejemplo de Ananías en Hechos 9; y tenemos hoy y ahora el testimonio de cientos o miles de personas, normalmente musulmanes, a los que el mismo Señor se les aparece para llamarlos hacia sí, y también de muchos otros hermanos o profetas que ven al Señor en visiones y reciben mensajes de Él… y todos los cristianos fieles que podemos escuchar Su voz en nuestro corazón.

Pero el primer testimonio es el de esos hermanos, y sobre él es que se edificó la fe. Pablo termina esa sección de 1 Corintios diciendo: “esto es lo que predicamos y esto es lo que ustedes han creído.” Y ahora volvemos al tema de la “fe”.

¿En qué creemos y por qué creemos? No está claro para muchos cristianos al día de hoy, a veces parece que la fe está basada en una gran iglesia, un impresionante show dominical y un súper poderoso apóstol que viaja por todo el mundo (vaya uno a saber haciendo qué, se supone que predicando). Otros creen por “emoción” o por tradición.

Ahora bien, creer es en el fondo un hecho espiritual, es decir, del espíritu del hombre y para muchas personas que no tienen su mente “trabajando desaforadamente”, es decir, que son más sensibles a la voz del Espíritu, creer puede ser un hecho natural simplemente por el testimonio que da el Espíritu a nuestro espíritu. Bueno, se supone que todos los que hemos creído recibimos ese testimonio y por eso creímos, creer “mentalmente” no nos lleva a ningún lado… Pero creer “sin” la mente que Dios mismo creó y puso dentro nuestro para que la usemos también es un problema.

Y esa mente no necesita ser una experta en historia antigua, gramática griega, filosofía, lógica, religiones comparadas o algo por el estilo para poder creer. Es tan simple como leer y discernir el testimonio de los testigos.

Por supuesto, no es la única evidencia que tenemos para nuestra fe, pero creo que es la fundamental, como dije antes, el “umbral de bienvenida” de la puerta que es Cristo mismo. Y no está mal que de vez en cuando repasemos esos cimientos, ¿seguimos basándonos en los hechos que el Dios de la historia nos dejó o bien creemos “porque sí”?

El Adversario ha tenido mucho éxito al hacernos creer que “creemos porque tenemos fe”, una forma elegante de decir que creemos porque “se nos da la gana creer”. De esa forma logró que nosotros nos quedemos “refugiados” con nuestra fe porque, al fin y al cabo, si creo porque quiero creer (lo cual no deja de ser cierto, solo que a medias), ¿por qué habría de querer cambiar la creencia del otro? Y el otro, ateo o agnóstico o simplemente indiferente, también acepta que “uno cree porque quiere creer en algo” y está convencido de lo que cree y con las “evidencias” que en algún momento buscó (si es que las buscó) ya está y listo.

No, no es simplemente creer porque sí, sino basarse en hechos históricos. Y si esos hechos existieron, todos deben saberlos y tomar una posición ante ellos. ¡Debemos derribar ese argumento satánico de “creer porque sí, porque lo siento, porque me hace bien”! ¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti


354. La esperanza no depende de lo bueno que nos pase sino de saber Quién está en control

Proverbios 13:12 RV1995
12 La esperanza que se demora es tormento del corazón;
árbol de vida es el deseo cumplido.

La esperanza es aquello que nos viene del Padre, de Dios Creador, quien ha determinado las leyes que rigen todas las cosas y según las cuales, si hacemos esto o aquello, si sucede tal o cual cosa, podemos esperar que haya determinada consecuencia.

Es según esas leyes que trabajamos para luego recibir el fruto esperado, sea una cosecha, un ingreso por la venta de algo o un salario. Esperamos que “las cosas” funciones de determinada forma, y que por eso obtengamos aquello que esperamos. Claro, puede ser un resultado malo, pero normalmente la gente no trabaja voluntariamente para obtener algo “malo”, aunque debido al engaño del pecado eso ocurre.

Cuando la esperanza se frustra es cuando surge el sentimiento de injusticia, más específicamente, de que la vida es injusta, el sistema es injusto, la “gente” es injusta; en definitiva, de que Dios es injusto porque no permite que cosechemos lo que esperanzadamente habíamos sembrado.

Pero esto ya había sido establecido:

Génesis 3:17-19 RVC
17 Al hombre le dijo: «Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del árbol de que te ordené que no comieras, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
18 Te producirá espinos y cardos, y comerás hierbas del campo.
19 Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás.»

La esperanza, que es la confianza en que Dios cumplirá las leyes naturales que ha establecido, quedo cercenada luego del pecado. No fue anulada, pero sí “recortada”, esto es, ya no podríamos esperar que las cosas ocurrieran “tal como se suponía que debían ocurrir”. Habría siembras que no darían la cosecha esperada.

La desesperanza ha llegado a ser una fortaleza mundial, mucha gente nace, vive y muere bajo mantos de desesperanza, recreando a través de los problemas que pasan ese mismo principio. Y es difícil incluso que, luego de convertidos, abandonen ese patrón, de tan arraigado que llega a estar.

Es un principio básico que separa a las clases pobres o de sectores medios bajos de las clases más altas. Mientras los ricos tienen “naturalmente” esperanza, porque han visto prosperar sus proyectos y cumplir sus sueños, los pobres se han acostumbrado a no soñar y no desear más que lo mínimo necesario para la vida, porque no han sido entrenados en la esperanza ni han podido razonablemente ver cumplidos sueños significativos. Por supuesto, siempre son erróneas las generalizaciones, pero valen precisamente como eso, generalizaciones y no descripciones individuales. Con todo, creo que es algo muy útil para diferenciar sectores sociales.

Los sectores más acomodados pueden soñar con el futuro, proyectarse, esperar alcanzar determinados logros, en definitiva, pueden permitirse “tener sueños” y trabajar por ellos. Los pobres no, por eso se les vuelve más imperioso aprovechar el presente, difícilmente pueden tener una cultura de ahorro, y hasta les resulta ofensivo hablar de sueños y proyectos. Esto se traduce en las iglesias y en las predicaciones, y explica en parte por qué hay iglesias para “sectores más acomodados” e iglesias “para pobres”.

Claro, suena feo decirlo así, pero bueno, es la realidad. ¿Por qué en vez de negar los hechos no los enfrentamos para trabajar con ellos?

Volvamos al tema de la esperanza, que es necesario para “pobres y ricos”. Resulta difícil asumir la esperanza y decidir hacer el esfuerzo de soñar, planificar y trabajar “esperando” algo del futuro para los que se han criado “sin esperanza”. Es una obra del Espíritu. Pero también es una necedad, especialmente en este tiempo, asumir la esperanza sin más y trabajar y proyectarse para un futuro que cada vez se volverá más volátil e incierto. Hace falta la guía clara del Espíritu.

¿En qué se basa la esperanza? Los “ricos” tienen esperanza por sus logros pasados, los “pobres” no tienen esperanza por sus fracasos pasados, sin embargo la esperanza en su definición básica tiene que ver con que Dios Padre cumplirá las leyes que Él mismo ha establecido:

Jeremías 31:35-36 RV1995
35 »Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día,
las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche,
que agita el mar y braman sus olas;
Jehová de los ejércitos es su nombre:
36 Si llegaran a faltar estas leyes delante de mí,
dice Jehová,
también faltaría la descendencia de Israel,
y dejaría de ser para siempre una nación delante de mí.

Génesis 9:16 RV1995
16 Estará el arco en las nubes; lo veré y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con todo lo que tiene vida sobre la tierra».

Las leyes del universo son un “pacto perpetuo”, pero Dios está por encima de esas leyes y a través de ellas mismas también trae y traerá juicio, por lo que algunas de ellas “no funcionarán” para nosotros. Eso ya estaba dicho en Génesis 3.

Aquellos que no conocen lo que es la esperanza, que solo han podido aspirar a vivir “día a día” y desarrollar la fe para el día siguiente, pueden crecer en la esperanza que viene de Dios. Aquellos que se han acostumbrado a tener esperanza y trabajar con ellas, deben ponerla no en las “leyes del mundo” sino en Dios, y escuchar Su voz para cada nuevo paso.

¡No podemos “permitirnos” no tener esperanza o ponerla en el lugar equivocado!

Romanos 15:13 RVC
13 ¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo!



Danilo Sorti


353. Un profundo cambio de vocación

Nehemías 2:1-6 RVC
1 »En el mes de Nisán, del año veinte del reinado de Artajerjes, mientras yo me disponía a servirle vino al rey, éste me miró, y como nunca antes me había visto triste en su presencia,
2 me preguntó: “¿Por qué estás triste, Nehemías? Enfermo no estás. Lo que reflejas es un profundo pesar.” »Yo sentí mucho miedo,
3 y le respondí: “¡Larga vida a Su Majestad! ¿Cómo no estar triste, si la ciudad donde mis padres están sepultados se encuentra en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?”
4 »El rey me preguntó entonces: “¿Y qué es lo que pides?” Yo oré al Dios de los cielos,
5 y le respondí al rey: “Si es la voluntad de Su Majestad, y este siervo suyo es digno de su bondad, permítame Su Majestad ir a Judá, a la ciudad donde están sepultados mis padres, para reedificarla.”
6 »El rey, que tenía a su lado a la reina, me preguntó: “¿Cuánto tiempo necesitas? ¿Cuándo piensas regresar?” Y yo le dije el tiempo que necesitaba, y el rey consintió en dejarme partir.


Hay muchas y preciosas enseñanzas que podemos sacar de este libro; relativamente corto pero “concentrado”. Una de ellas es referida al tema vocacional.

Nehemías era copero del rey, y esto no es poca cosa. Veamos una caracterización tal como la presenta Wikipedia:

“Copero era un oficial o encargado de alto rango en las cortes reales, cuya tarea era servir las bebidas en la mesa. A causa del temor constante a las conspiraciones e intrigas, esta persona debía ser considerada totalmente digna de confianza para poder mantener su posición. Debía proteger la copa del rey ante el riesgo de envenenamientos, por lo que se requería, a veces, probar un poco de vino antes de servirlo.

“Sus relaciones de confianza con el rey, a menudo les granjeaba una posición de gran influencia y era muy valorada, por lo que fueron pocos los elegidos a lo largo de la historia. Los requisitos para obtener el trabajo no se llevaban a cabo a la ligera, valorándose y apreciando además de su porte, su modestia, laboriosidad y coraje.”

Aún sin conocer mucho de historia no es difícil darse cuenta de que debía ser así. Por lo tanto, ser “copero” no era simplemente cumplir una función de “fusible”, que se moría para que no se muriera el rey (lo que, de hecho, podía pasar); era mucho más. Implicaba una selección muy cuidadosa y era un puesto de gran privilegio e influencia. Conllevaba su riesgo, por supuesto, pero no demasiado más que el riesgo de cualquier trabajo en el palacio del rey.

Podemos hacernos una idea de sus funciones, el ambiente lujoso en el que vivía, su capacidad para influir en las decisiones del reino (y no era “cualquier” reino), las perspectivas a futuro que podía tener… Pero fallamos mucho si lo pensamos solo en términos de “privilegios”, como sería nuestra tendencia como latinoamericanos. Había una gran responsabilidad y una verdadera vocación; no podía estar al lado del rey un simple esclavo que solo probara el vino, era uno de sus consejeros más cercanos y debía ser capaz de hablar e intervenir en asuntos diversos y delicados (políticos, económicos, sociales, culturales), además de ser experto en relaciones interpersonales y etiqueta. Y podemos entender por el relato que no era un “recién llegado” al cargo, ni mucho menos a la corte del rey.

Pero algo pasó:

Nehemías 1:1-4 RVC
1 Palabras de Nehemías hijo de Jacalías: «En el mes de Quisleu del año veinte, mientras yo me encontraba en Susa, que era la ciudad capital del reino,
2 recibí la visita de Jananí, uno de mis hermanos, y de algunos varones de Judá. Al preguntarles por los judíos que habían escapado con vida del cautiverio, y por Jerusalén,
3 me dijeron: “Los cautivos que quedaron con vida están muy mal y pasando por muchas vergüenzas; la muralla de Jerusalén está en ruinas, y las puertas de la ciudad fueron quemadas.”
4 »Cuando escuché esto, me senté a llorar y durante varios días me puse en duelo; y ayuné y oré al Dios de los cielos.

Nehemías era “exitoso” en su “carrera profesional” y razonablemente tenía una vocación para lo que hacía, porque sino no lo hubiera podido hacer lo suficientemente bien como para estar delante del rey. Pero los sucesos que le relata su hermano despertaron en él una vocación mayor.

Sabemos lo que pasó después y como Nehemías se convirtió en gobernador y reconstructor de la muralla; a partir del mismo versículo 7 del capítulo 2 lo vemos asumiendo su nuevo rol: ahora el planificador, líder, constructor, estratega militar, economista. ¿Y el copero que vivía cómodo y seguro en el palacio del rey? Ya no estaba más, ahora tenía una nueva vocación, un nuevo rol, un nuevo lugar, nuevos desafíos… y menos privilegios, menos comodidades, mucha menos seguridad, y mucha más responsabilidad porque estaba al frente del pueblo escogido.

No leemos en ninguna parte que Nehemías haya “protestado” por su nueva vocación, que significó un cambio radical en todo su sistema de vida.

Así, debido a un llamado mayor Nehemías cambió su vocación. Pero eso no es raro en las páginas bíblicas.

No sabemos qué podía haber sido Noé, pero por cierto constructor de arcas no era. Tampoco Abraham era pastor nómade. Ni se hubiera imaginado José que sería primer ministro. Moisés era algo parecido a eso para cambiar abruptamente a pastor de ovejas… para luego pasar a ser libertador y constructor de una nación, ¡eso sí que son cambios drásticos! David, Eliseo, Jeremías, Amós, Pedro, Juan, Pablo… Todos ellos, y muchos más, tuvieron un “cambio vocacional” en sus vidas, algunos antes, otros después. Claro, no es que de repente les sobrevino la “crisis de los 40” y se replantearon toda su vida anterior, simplemente fueron llamados a una nueva función.

No podemos generalizar diciendo que Dios haga esto con todos. En cierto sentido, todos los hijos de Dios sufrimos un cambio de ese estilo cuando nos convertimos, y algo parecido cuando, cada tanto, somos confrontados de manera especial por el Señor y se producen cambios profundos en nosotros. Pero es probable que tengamos una vocación, un trabajo, un rol y lo mantengamos razonablemente a lo largo del tiempo.

Pero no es raro que podamos ser llamados a un nuevo rol, un nuevo trabajo o función; dentro de la iglesia o “afuera”, sirviendo al Señor en el mercado. No es raro hoy en el ámbito secular, y resulta traumático para las personas cuando obligatoriamente deben dejar trabajos o actividades y dedicarse a cosas nuevas, a veces pasando períodos de inactividad. A veces hay un claro llamado del Señor, a veces es Su voluntad permisiva, pero si estamos en Sus caminos podemos estar seguros de que nada escapa a Sus propósitos. ¿Estamos aprovechando cada tiempo, cada situación, cada función particular para aprender lo que debamos aprender y servir en lo que se nos presente? ¿O nos quedamos llorando en un rincón por lo que perdimos, sin saber que hacer o protestando contra el gobierno o la empresa en cuestión?

Y si el Señor nos llama a una “nueva vocación”, ¿podemos aceptarlo o estamos luchando en nuestro interior contra esas “voces espurias”?

Vemos en la Biblia como Dios llevó a muchos de sus hombres y mujeres a profundos cambios. El mundo está en cambio pero mucho más profundo será lo que vendrá. En breve seremos llamados a cumplir funciones y asumir roles que nunca nos hubiéramos imaginado. Como preparación, muchos de Sus hijos están pasando hoy por cambios en sus trabajos, contextos, iglesias. No todos esos cambios son vistos como “positivos”, no todos son agradables, muchas veces tenemos más responsabilidad y peligro por menos dinero, y no se supone que las personas que decidieron o permitieron esos cambios hayan actuado siempre de manera justa, pero todos ellos fueron permitidos por el Señor y en todos hay algo que el Señor nos quiere dar. Y en medio de esos cambios también puede haber un llamado a cumplir otro rol, a otra vocación, a un cambio más radical que simplemente cambiar de una sección a otra de una empresa o conseguir otro empleo similar en la competencia.

Mantengámonos abiertos a lo que Dios quiera hacer y a Su voz que nos puede guiar hacia cambios profundos.


Danilo Sorti


352. La verdadera profecía actualiza a La Profecía

Hechos 11:27-30 RVC
27 Por aquellos días, unos profetas salieron de Jerusalén para visitar Antioquía.
28 Uno de ellos, llamado Agabo, se levantó para anunciar la hambruna que estaba por llegar a toda la tierra, y que el Espíritu le había dado a saber. Esto sucedió en los días del emperador Claudio.
29 Entonces los discípulos acordaron socorrer a los hermanos que vivían en Judea, según lo que cada uno tuviera,
30 y por medio de Bernabé y de Saulo enviaron ayuda a los ancianos.


A pesar de que el movimiento profético fue restaurado completamente hace ya varias décadas, todavía persiste entre muchos hermanos actitudes incorrectas. Algunos siguen sin aceptarlo, o bien lo hacen a duras penas, tomando sólo algunas palabras de las que se dicen, aquellas que están más de acuerdo a sus propios esquemas de pensamiento. Otros aceptan cualquier cosa que venga en el “envoltorio profético”…

Pero la función del ministerio profético hoy está perfectamente explicada en las Escrituras, y uno de los ejemplos más claros que podemos encontrar en el contexto de la Iglesia es el de Agabo. En el pasaje de más arriba lo vemos profetizando un evento de implicancias “mundiales” si consideramos todo lo que ellos conocían como “mundo” o bien territoriales desde nuestro punto de vista moderno. Como sea, se trataba de un hecho particular     QUE NO ESTABA en las Escrituras (para ellos, el Antiguo Testamento), pero que sin embargo era la voz de Dios advirtiendo de un peligro.

La Iglesia hizo caso, y vemos un amplio movimiento para superar esa situación. Los predicadores del éxito hoy anularían, cancelarían, aplastarían, destrozarían y otras tantas cosas por el estilo la palabra de Agabo para decretar, declarar, anunciar, establecer, levantar, clavar, atravesar y enchastrar bendición y prosperidad…

Pero no, venía un juicio para todo el mundo de ese momento, la Iglesia iba a estar en medio de ese juicio, y debían prepararse. La fe para ellos no consistía en creer que atravesarían el juicio como si no pasara nada sino en prepararse de antemano. Y lo hicieron, movidos primeramente por la fe en una palabra profética contextual, que “no estaba” en las Escrituras. De paso digamos que varios historiadores antiguos relatan ese episodio.

Ahora bien, ¿de verdad “no estaba” en las Escrituras? Bueno, por supuesto que no estaba escrito en ninguna parte literalmente que “entre los años 46 y 47 después de Cristo vendría una gran hambre sobre la región de Siria e Israel debido a varios años de malas cosechas”, pero Jesús había dicho más de quince años atrás:

Marcos 13:8 RVC
8 Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá también hambre. Esto será el principio de los dolores.

Ahora bien, esta palabra muestra una situación general, de la cual ese episodio en particular fue solo una parte, pequeña si la ponemos en 2.000 años de perspectiva pero crítica para ellos y fundamentalmente para la naciente Iglesia. ¿Esa palabra profética particular estaba escrita en La Palabra Profética? Sí, en un sentido general. Y por eso pudieron aceptarla como válida.

Hermanos, cualquier palabra profética hoy para ser genuina debe cumplir varios requisitos, pero uno de ellos, quizás el “primero”, sea que esté en consonancia con La Palabra Profética, esto es, la Revelación Bíblica. El sentido, tenor o “espíritu” de cualquier profecía hoy no puede estar fuera de lo que ya ha sido revelado en la Biblia.

Así que, por un lado tenemos un ejemplo (y hay muchos más) de profecías contextuales, que tenían que ver con hechos o personas de ese tiempo y que nos dan el perfecto argumento para sostener que sigue habiendo palabra profética hoy sobre personas y países. Pero por otro lado nos pone el límite que tal palabra debe estar de acuerdo a la revelación más general de las Escrituras. Dentro de esos límites todavía hay bastante para analizar y no todo lo que “quepa” allí necesariamente es de Dios; pero sin duda lo que salga de allí no lo es.

Veamos otros ejemplos:

Hechos 21:10-11 RVC
10 Durante los días que allí permanecimos, un profeta llamado Agabo llegó de Judea,
11 pues venía a vernos. Agabo tomó el cinto de Pablo, se ató con él las manos y los pies, y dijo: «El Espíritu Santo ha dicho: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán a los no judíos.”»

Otra palabra puntual que se cumplió “sobradamente”. ¿Tenía antecedentes? Por supuesto:

Mateo 10:17-18 RVC
17 Cuídense de la gente, porque los entregarán a los tribunales, y los azotarán en las sinagogas;
18 y por causa de mí, incluso los harán comparecer ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante las naciones.

Pero también podemos encontrar ejemplos en los Evangelios:

Marcos 14:30 RVC
30 Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces.»

Y eso ocurrió. Bueno, de hecho algunos dicen que a esta altura el gallo se volvió un cantante eximio debido a tantas y tantas veces que hemos negado al Señor… Pero aún esta palabra profética puntual tiene antecedentes en el Antiguo Testamento, por ejemplo:

Proverbios 29:25 RVC
25 El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor es exaltado.

Pedro temió, y por eso lo negó.

Proverbios 16:18 DHH
18 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la altanería, la caída.

Pedro afirmó osadamente que seguiría a Jesús donde fuera… pero no…

¿Quién hubiera dicho que estos dos pasajes de Proverbios hubieran resultado “proféticos”? Es que de hecho toda la Biblia lo es, en una dimensión que no alcanzamos a comprender plenamente.

Así que, cuando escuchemos o leamos las palabras proféticas que Dios está trayendo hoy, antes de juzgar según “lo que me parece” o “lo que ya sé”, veamos primero si está de acuerdo con la revelación más general de toda la Biblia, y luego pidamos discernimiento más específico.


Danilo Sorti


351. Toda la noche estuvimos pescando…

Lucas 5:5 RVC
5 Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.»

Probablemente este sea un pasaje de los que más frecuentemente se predica en las iglesias, y por la costumbre lo terminamos pasando por alto. Pero la Palabra de Dios es eterna, y no pasa de moda. Puede ser que un texto haya sido de ánimo durante cientos o miles de años, ¡pero eso no lo “agota” hoy!

Simón, Jacobo y Juan estaban trabajando en su empresa familiar, probablemente como también sus padres y sus abuelos lo habían hecho. Había días buenos y días malos; salir a pescar era siempre una “aventura”, uno no sabía con qué se iba a encontrar… ni si iba a volver. Pero ellos ya eran experimentados; seguramente tenían el conocimiento de varias generaciones, además de su propia experiencia.

Y ese era uno de esos días en que estaban volviendo a casa firmemente convencidos de que hubiera sido mejor dedicarse a cultivar hortalizas o vender en el mercado… pero bueno, allí estaban y había que prepararse para el próximo día en el que quizás habría mejor suerte. Ese problema del cambio climático estaba afectando a la pesca…

Pero allí aparece Jesús, de quién habían oído hablar, testimonios asombrosos e inquietantes. Ahora tenían la oportunidad de hacer por lo menos algo útil, ya que no iban a poder llevar nada a casa hoy, al menos podrían prestar la barca para que Jesús enseñara.

Y aquí tenemos la primera cuestión: si ellos hubieran pescado esa noche, mucho o poco no importa, si hubieran tenido pescado en la barca, probablemente ya estarían yendo para el mercado, o se encontrarían demasiado ocupados seleccionando y limpiando pescado, o las barcas estarían llenas y sucias como para que Jesús pudiera utilizarlas. En ese momento ellos debían estar “vacíos” y disponibles.

Y como todos nosotros nos encontramos más de una vez frustrados y desanimados luego de haber estado trabajando “toda la noche” y no haber logrado nada, este mensaje nos sigue hablando. No podemos encontrar ningún pasaje en el Nuevo Testamento que nos diga que el trabajo que estaban realizando Simón, Jacobo y Juan fuera “contrario” a la voluntad de Dios, o que fuera injusto o que no hubieran debido hacerlo. Lo más lógico es pensar que estaban haciendo lo que legítimamente sabían y podían hacer para ganar su sustento. Ellos no estaban “fuera de la voluntad divina” en un sentido general.

Pero esa misma voluntad los había llevado en esa oportunidad a pasar por un período de frustración y “fracaso”, necesario para que ellos estuvieran materialmente preparados para el requerimiento particular de ese día del ministerio de Jesús, y también para algo más. No hubieran podido escuchar tranquilamente el mensaje si tenían que estar preocupados en seleccionar el pescado, pensar en cuánto lo venderían, a quién, dónde, etcétera; probablemente hubieran estado ya bastante cansados por el trabajo, y no hubieran podido tener su atención bien enfocada. Además, estarían muy contentos con el resultado de su trabajo, por lo que su ser interior no iba a estar tan abierto a escuchar un mensaje que supliera sus necesidades más profundas. Era necesario que esa noche en particular no hubieran pescado nada.

Y algo más, debían estar preparados para el milagro que ocurriría después. Pero veamos toda la historia:

Lucas 5:1-11 RVC

1 En cierta ocasión, Jesús estaba junto al lago de Genesaret y el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.
2 Jesús vio que cerca de la orilla del lago estaban dos barcas, y que los pescadores habían bajado de ellas para lavar sus redes.
3 Jesús entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla; luego se sentó en la barca, y desde allí enseñaba a la multitud.
4 Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar.»
5 Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.»
6 Así lo hicieron, y fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía.
7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Cuando aquellos llegaron, llenaron ambas barcas de tal manera, que poco faltaba para que se hundieran.
8 Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!»
9 Y es que tanto él como todos sus compañeros estaban pasmados por la pesca que habían hecho.
10 También estaban sorprendidos Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres.»
11 Llevaron entonces las barcas a tierra, y lo dejaron todo para seguir a Jesús.


El mar, o en este caso, un gran lago, no era el “lugar” que nosotros conocemos hoy. Por cierto que no es poco el respeto que tienen hoy los marineros hacia el mar: es tanto un lugar de vida como un lugar de muerte para los seres de tierra firme. Pero en ese entonces era peor aún: los barcos tenían mucha menos seguridad, en lago de Genesaret (o mar de Galilea) era y es conocido por sus bravas y repentinas tormentas, y además, en el pensamiento de todos los pueblos antiguos, el mar escondía en sus profundidades a los principados espirituales del caos primigenio. Bueno, hoy sabemos que de hecho existe todo un vasto dominio de Satanás y sus demonios bajo las aguas; así como en otros lugares del planeta también y más allá.

El trabajo de aventurarse al mar para recoger sus frutos no solo era riesgoso sino que también implicaba valor espiritual: era propiamente el territorio de los seres malignos. Estos pescadores frustrados no eran gente común. Claro, no tenían otros recursos ni otra capacitación como para dedicarse a un trabajo más seguro, pero debían ser lo suficientemente valientes y tener la suficiente fortaleza espiritual como para hacerlo.

Así eran estos tres, precisamente las cualidades que debían ponerse en juego para establecer los cimientos de la Iglesia en medio de la fuerte oposición que recibiría en sus primeros años… y en los que siguieran también…

Estos eran emprendedores, gente con iniciativa propia, acostumbrada a depender de su trabajo, a ganar y perder, y no desanimarse; y en un contexto complicado, con una economía intervenida por el imperio, compitiendo desfavorablemente contra los colonos romanos que venían con un aparato judicial y económico que les resultaba favorable… no hemos cambiado mucho en 2.000 años…

Ellos no eran gente “común”, como pensaban los religiosos de su época, eran gente de verdad muy especial, y más especial aún porque no querían saber nada con ese sistema religioso, pero estuvieron perfectamente abiertos para escuchar el mensaje de Jesús. Claro, las circunstancias ayudaron a eso.

Ellos tendrían una misión especial, y la señal que les da Jesús luego sería más que suficiente: “fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía”. Pero antes de eso Simón creyó en las palabras de este, probablemente extraño o al menos poco conocido, Jesús. Y hay más, luego de una pesca fuera de toda lógica, Simón no dijo: “¡Maestro, qué bueno que estés con nosotros! Hagamos una sociedad, tú vienes por aquí en la temporada de pesca, y nosotros te damos un buen porcentaje de la ganancia, así puedes continuar tu ministerio sin preocuparte en lo más mínimo por el dinero.”

No quiero ser mal pensado, pero no puedo evitar pensar en que muchos de nuestros pastores y predicadores hoy habrían dicho exactamente eso… perdón, no lo dicen, es lo que hacen en realidad, “usando” los dones y la gracia que recibieron para hacer crecer su propia fortuna. Pero muy pronto eso acabará, si no es que está acabando ya al momento de leer este artículo.

De paso digamos que esa pesca milagrosa no solamente estaba mostrando el poder de Jesús sobre la naturaleza, como también vez tras vez se ha predicado; en el pensamiento de ellos estaba demostrando el poder de Jesús sobre los espíritus del caos y el mal que yacían en el fondo del agua. «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres.» Fue el llamado que ellos obedecieron sin vacilar (¿quién de nosotros estaría tan dispuesto como ellos?), y estaba perfectamente claro que “pescadores” no quería decir solamente “meter en las redes”, sino también “rescatar de las garras del mal”, de los espíritus malignos.

¡Ellos eran pescadores! ¿Por qué habrían de dejar un negocio que había prosperado repentinamente y dedicarse a algo completamente nuevo? Porque recibieron un llamado superior.

Empezamos diciendo que estos tres estaban trabajando en lo que sabían y habían llegado a querer. Pero no eran para nada “gente común”, por más que todos los pudieran ver de esa forma, y por más que muchas veces se predique erróneamente así. A través de un par de sucesos y de un llamado fueron reenfocados y cambiaron completamente su vocación… ¿pero será verdad que “cambiaron” de vocación? En realidad, su vocación fue siempre enfrentar los peligros para obtener una cosecha creyendo en el Dios de sus padres, que ahora se les había presentado en persona.

Claro, eran humanos. El principal problema de Pedro fue siempre su sentido de autosuficiencia, era el primero en “ir al frente”, el primero en hablar… y el primero en “meter la pata”. La noche infructuosa y la pesca milagrosa que siguió no fueron solamente la serie de sucesos necesarios para que respondieran al llamado del Mesías, fueron también el primero de los muchos tratos que recibiría para ceder su autosuficiencia y asumir sus debilidades y aún su propia muerte sin ofrecer resistencia.

De este episodio que hubiera podido quedar casi como una anécdota en la historia salió el apóstol Pedro, el que recibió las llaves de la Iglesia, esto es, el que abrió primeramente sus puertas a los judíos en Pentecostés, el que luego avaló la conversión de los samaritanos y el que fue usado (a pesar suyo, digamos) para que Cornelio y su casa se convirtieran y los gentiles fueran aceptados; de allí venimos todos nosotros y de allí vienen también los actuales creyentes de trasfondo judío (ellos no hubieran podido creer hoy si algunos gentiles no les hubieran predicado en décadas pasadas).

De allí vino Jacobo, piedra fundamental de la primera iglesia y el primero de los apóstoles que ofreció su sangre en martirio. Y también vino el amado Juan, el que completó la revelación del Nuevo Testamento y nos dio el panorama profético del futuro. Pablo sería luego el arquitecto de la Iglesia, pero el “inicio” y el “fin” de la revelación neotestamentaria y de la Iglesia toda estaban, en semilla, ese día en un grupo de frustrados pescadores.


Danilo Sorti



350. El justo juicio

Juan 7:45-52 RVC
45 Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?»
46 Los guardias respondieron: «¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!»
47 Pero los fariseos les respondieron: «¿También ustedes han sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
49 Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición.»
50 Nicodemo, que había ido a hablar con Jesús de noche y era uno de ellos, les dijo:
51 «¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oírlo y sin saber lo que ha hecho?»
52 Los fariseos le respondieron: «¿Qué, también tú eres galileo? Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.»


Cuando analizamos un asunto o juzgamos algo, ¿cómo lo hacemos? ¿Cuáles son los criterios que utilizamos?

El hecho de “juzgar” la veracidad de algo que se dice es por demás de común en todos los ámbitos humanos.

En ciencia existe un conjunto de métodos científicos (aplicables según el tipo de ciencia de que se trate) en donde se incluyen los criterios de “juicio” para determinar la veracidad o no de una hipótesis. También hay otros criterios (a veces no tan claramente expresados) para juzgar las publicaciones científicas de otros.

Los sistemas judiciales tienen un enorme sistema para determinar la veracidad o no de los hechos, y conocemos largos procesos de investigación que se llevan a cabo.

En el ámbito cotidiano estamos continuamente juzgando la veracidad o no de lo que se nos dice, de las noticias que podamos leer, incluso de lo que vemos. También en el ámbito de iglesia. Normalmente no tenemos criterios explícitos y bien definidos para hacerlo, pero de ese “juicio” que emitamos depende mucho: dependen las relaciones, depende a quién votemos o no, depende a qué iglesia asistamos… y depende nuestra salvación.

En la Biblia tenemos MUCHÍSIMOS ejemplos de “juicios” incorrectos, y en el Evangelio de Juan se concentran algunos de los más paradigmáticos, porque han sido emitidos por aquellos que en la nación debían ser los más justos y los más conocedores de la forma correcta de juzgar.

Sin embargo, cuando los criterios incorrectos se difunden y se aceptan en el pueblo, inevitablemente también ocurre lo mismo entre los dirigentes. ¿Cómo podría un pueblo reclamar juicios justos a sus dirigentes si él mismo no sabe qué es tal cosa?

El relato de Juan 7 es uno de esos tantos casos.

Los guardias habían quedado sorprendidos. Escucharon las palabras de Jesús y no pudieron menos que reconocer que no eran palabras comunes. No eran del vulgo, no eran unos ignorantes; aunque no fueran de “lo más selecto” de la sociedad, por ocupar el cargo que tenían era imposible que no hubieran aprendido muchas cosas. No sabemos si realmente creyeron en Jesús, pero sí podemos decir que reconocieron algo especial. ¿Cómo juzgaron? Compararon lo que decía Jesús con lo que habían escuchado infinidad de veces, con lo que sabían, con lo que habían leído. Y lo compararon “sin filtros”, sin un “pre juicio” sobre Jesús, simplemente, compararon “las palabras”, más allá de quién las decía.

Los religiosos de la época de Jesús, que supuestamente sabían mucho, rechazaron su testimonio. Y recordemos, los guardias no eran “cualquier persona”, más aún, eran los más cercanos a ellos y los más confiables, si no podían creer en ellos, ¿en quién entonces? Los líderes tenían motivos justificados para por lo menos escuchar y tener en cuenta el testimonio de esa gente que había mostrado más que de sobra su celo y su fidelidad a ellos (otra cosa es que fueran verdaderamente justos). Sin embargo, en su esquema de pensamiento “no podía haber otra cosa”; si algo no encajaba dentro de los hechos tal como ellos los pensaban, era porque habían sido engañados. ¿No se parece a ciertos sectores sociales y políticos (¡y cristianos!) de nuestros países latinoamericanos hoy…?

De más está decir que esta forma de pensamiento demostró, por los sucesos narrados en Juan, que era completamente incorrecta. Pero hay más.

“¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?” ¡Ajá!, ¿y? Que otro crea o no en algo, o incluso que gente con renombre y estudios crea o no en ese algo, ni lo transforma en verdadero ni lo transforma en falso. En todo caso, si “nadie” cree en un asunto deberíamos prestar especial atención, pero eso no determina absolutamente nada sobre la veracidad de tal asunto. De hecho, antes de que se haga un descubrimiento científico, “nadie” cree en eso…

Pero en realidad esa afirmación es falsa porque Nicodemo sí creía, y otros tanto también, aunque en secreto. Ellos estaban generalizando a partir de un conocimiento reducido: sus cercanos “no” creían en Jesús (mentira, simplemente el que creía no se los decía a ellos). Otro de los errores por demás de comunes en la política de este siglo y también entre muchos cristianos. “Nadie” y “todos” son palabras que hay que usar con mucho cuidado. ¿Estamos seguros de que “nadie” o “todos”…?

“Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición” Otro argumento falso: el que es “ignorante” de determinado sistema de conocimientos está bajo engaño, por lo tanto nada de lo que diga o crea puede ser cierto. Aquí tenemos el problema de “todo”: la gente del vulgo, era “toda” ignorante de lo que ellos sabían, es decir, de la Ley, lo que ellos llamaban Ley, por supuesto. Entonces, ellos determinaron primero que el pueblo no sabía nada porque no había estudiado donde ellos, no hablaba como ellos ni otras cosas por el estilo. Luego, al no haber hecho exactamente el mismo “recorrido” intelectual que ellos, era ignorante, y por no saber nada, estaba bajo el poder del engaño de Ha Satan (como lo llamaban ellos).

El mismo patrón lo tenemos en determinados grupos políticos de Latinoamérica: ellos consideran que los que no leyeron los mismos libros que ellos, ni tuvieron los mismos conocimientos e interpretaciones de la realidad (según lo que ellos creen) están bajo el engaño de “la corporación de los medios”, y así, le atribuyen un poder místico y sobrenatural a “los medios” para engañar a “la gente que está maldita” porque no conoce “su ley”. Bueno, lo mismo pasa dentro de algunos grupos de cristianos.

Resumiendo: “todos” los que no participaron de tal o cual formación académica o intelectual son ignorantes, y todos ellos están bajo un hechizo de engaño por lo tanto “nada” de lo que digan es creíble, porque “todo” lo que dicen puede entenderse como las directivas que les da ese poder engañoso.

Nicodemo, uno de ellos y creyente en secreto, el menos sospechoso de los que estaban allí, trata de poner un poco de cordura, lógica y básica en función de la misma Ley que dos versículos más arriba ellos habían invocado: «¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oírlo y sin saber lo que ha hecho?» Hoy consideraríamos este principio como de la más básica lógica, ellos tenían el Pentateuco en el cual estaba expresamente enunciado. NO podían NO saberlo.

Ellos rechazaron lo que supuestamente leían todos los días y lo que la lógica más simple dictaminaría. Esto nos muestra realmente en donde estaba EL VERDADERO poder engañoso, ellos, creyendo ser sabios, estaban bajo el dominio del espíritu de error, literalmente un poder espiritual, ya no un problema de razonamiento.

“¿Qué, también tú eres galileo?” Desautorización del que dice algo contrario. De nuevo, por demás de común en muchos de nuestros sectores políticos, y también cristianos. Cuando no hay argumentos, necesitamos desautorizar al contrincante con alguna expresión particularmente insidiosa. Hoy le dirían “facho” o “gorila” en nuestros pagos, o del otro lado, “zurdo” o “trosco”; y una amplia y creativa paleta de descalificativos, siempre en aumento, y lo suficientemente prolífica como para tener alguno a mano que encaja perfectamente en la ocasión, sea de discusión política o de otra cosa.

¿Lo que el otro sea descalifica la verdad? Satanás se presentó delante del Señor y pudo decirle

Mateo 4:9 RVC
9 y le dijo: «Todo esto te daré, si te arrodillas delante de mí y me adoras.»

¿Acaso Jesús negó lo que dijo por el hecho de ser, nada menos que, el mismo SATANÁS? No, simplemente lo rechazó como engañador, pero no negó el argumento, que por cierto es verdadero en parte. ¿Qué situación podrá existir jamás en la que mejor pudiera aplicarse este principio de “rechazar el argumento por quién lo dice”?

Ellos no dicen una palabra del planteo de Nicodemo sobre analizar de la fuente los dichos y los hechos de ese tal Jesús. Ni se detienen a debatir ese argumento, sencillamente lo ignoran, como si no lo hubieran escuchado. Tal es el desprecio al que llegan de la fuente primera de una información; no importa el hecho concreto, importa más el retorcido análisis y el marco paradigmático que encuadra su realidad, y a partir de allí se interpreta el resto. Dichos y hechos son cosas accesorias en ese esquema de pensamiento.

Cuidado, porque a esta situación se llega al buscar y rebuscar las “intenciones ocultas de los conspiracionistas”, ¡y por supuesto que las ahí! ¡Claro que hay una conspiración global… liderada por Satanás, la verdadera cabeza e ideólogo de toda conspiración! Pero aún allí, debe haber hechos para poder afirmar que tal o cual cosa viene “de la conspiración”; debe haber una información concreta o un discernimiento profético corroborado por varios mensajeros. Quizás el problema de los religiosos de esa época era que estaban convencidos de que ellos tenían tal discernimiento…

Y lo último: “Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.” Lo cual también es falso porque Jonás venía de ahí, y de hecho fue constituido en “prototipo” de Jesús en Su sepultura y resurrección. Entonces, no solo mostraron realmente su ignorancia unos pocos versículos más abajo después de decir que la gente del pueblo era la ignorante, sino que además utilizaron otro falso argumento: desautorizar a alguien (para luego desautorizar a sus palabras) por provenir de determinado lugar geográfico o condición social (porque el lugar geográfico determinaba en mucho la condición social y cultural de la persona).

En este breve y muy útil compendio de errores de razonamiento tenemos casi el núcleo “lógico” que los llevó a rechazar al Mesías (por supuesto que la verdadera causa era espiritual), y es el mismo núcleo de pensamiento que muchos cristianos utilizan hoy para negar lo que Dios está haciendo o anunciando que va a hacer. Es fuertemente un espíritu de error que ha metido estos pensamientos, y que ha nublado de tal forma la vista y la mente. Ensayó y perfeccionó muy bien su estrategia en el ámbito político y social, y luego la lanzó, ya bien ajustada, hacia los cristianos.

Ahora que lo sabemos, ¿seguiremos bajo ese engaño? O bien, ¿seguiremos “deslumbrándonos” por los que supuestamente saben mucho pero en realidad solo tienen un amontonamiento de muchos errores entremezclados que dan la impresión de sabiduría? No, claro que no.


Danilo Sorti


349. El amor del Señor

Cantares 8:5-7 RVC
5 ¿Quién es ésta, que por el desierto viene recostada en el hombro de su amado? Bajo un manzano te desperté; Fue allí donde tu madre tuvo dolores y te dio a luz.
6 Ponme como un sello sobre tu corazón; ponme como una marca sobre tu brazo. Inquebrantable como la muerte es el amor; inflexibles como el sepulcro son los celos. ¡Candentes brasas son, candente fuego!
7 Las muchas aguas no pueden apagar el amor, ni pueden tampoco sofocarlo los ríos. Si por el amor diera el hombre todos los bienes de su casa, ciertamente sería despreciado.


¡Cómo necesitamos siempre recordar el amor del Señor! Todo el libro de Cantares, aunque breve, nos da una muestra de Su amor a través de su paralelo más cercano en la tierra: el amor entre los esposos. No hay otro modelo de amor, compromiso y responsabilidad, que es en realidad lo mismo, más cercano que un matrimonio conforme al propósito del Señor.

Dios es muchas cosas, no podemos abarcarlo, no podemos entenderlo en su plenitud; y aunque esta sea una verdad de escuelita dominical, el ABC del cristianismo, con todo, nunca se agota. Así es la sabiduría divina: sus principios son muy simples, pero la profundidad que abarcan es insondable para nosotros. Aprendemos algunas cosas básicas y creemos que “ya las sabemos”, pero esas mismas “cosas básicas” nos siguen hablando y enseñando siempre.

Y entonces, Dios puede mostrar alguna de Sus facetas en un momento, o mejor dicho, puede mostrar preferentemente algo de lo que es, y nosotros terminamos pensando que es solo eso. Y ahí surgen prácticamente todas las herejías de la historia, al “ver” solamente alguna parte de Dios y “borrar” o distorsionar las otras.

Dios es nuestro Padre que nos ama, y es también nuestro Esposo, y la Iglesia es Su Novia. Su amor es el de un Padre y también es el de un Esposo. Es ardiente en Su celo; el Padre sabe que nutre y educa a sus hijos para luego “lanzarlos” a la vida, y aunque siempre permanezca cerca, sabe finalmente que los hijos no son “suyos”. El esposo, en cambio, es el que está tan unido a la esposa que la “tiene”, en el mejor sentido de la palabra. Es “suya” porque es una parte de él, literalmente.

Proverbios 18:22 DHH
22 Encontrar esposa es encontrar lo mejor:
es recibir una muestra del favor de Dios.

Proverbios 18:22 TLA
22 Si ya tienes esposa,
ya tienes lo mejor:
¡Dios te ha demostrado su amor!

Y aunque algunos no tienen esta vocación, porque Dios ha repartido en ellos el don de celibato, para el resto de los hombres, y lo mismo para las mujeres, encontrar a su cónyuge dado por el Señor es lo mejor que le puede pasar en la vida. Así piensa Dios de nosotros. Eso somos para el Amado.

No somos obreros que deben completar esforzadamente su trabajo, aunque es una parte de nuestra identidad. No somos servidores siempre dispuestos a sacrificarse por su Señor, aunque también es una parte. Tampoco somos colaboradores en la obra de Dios, aunque en algún lugar se nos llama así. ¡Ni muchísimo menos somos lo proveedores materiales en este mundo para construir cosas en Su nombre, aunque hay algo de eso cierto! Somos primero y antes que nada, Su Esposa amada, literalmente una parte de Sí Mismo, Su deleite, Su alegría, Su gozo, y, aunque suene a herejía, aquello que lo “completa”, no porque Dios necesite ser completado o necesite algo de alguna de Sus creaturas, sino porque así Él lo ha querido porque “abrió” en Su corazón un espacio para que lo completemos nosotros.

No había necesidad de ello, es eterno, viene desde la eternidad y permanecerá por la eternidad, no hay límites a lo que pueda crear, no tiene que estar “renegando” con ninguna criatura díscola y rebelde. No necesita que nadie le dé nada ni tampoco “debe” dar nada a nadie, no fue creado y no es “incompleto” como los seres humanos, creados a propósito así para que necesitemos uno del otro. Pero nos hizo un espacio en Él, en lo más profundo de Su Santo Ser, para que allí recibamos todo el amor que ya había destinado para Su Esposa.

Podemos acercarnos a Él como siervos, como obreros, como colaboradores, incluso como hijos o hermanos, porque el Señor mismo nos ha llamado “hermanos”, y está bien, pero nada de eso da de lleno en el blanco. Son partes, se aproxima al centro, pero no es el centro. En el centro, propiamente en el punto central, somos Su Esposa, y no podremos entender lo que Él quiere de nosotros si no lo sabemos.

“Inquebrantable como la muerte es el amor; inflexibles como el sepulcro son los celos. ¡Candentes brasas son, candente fuego!”

Esto explica la magnitud de los juicios que están por manifestarse primeramente sobre la Iglesia, y que ya están aquí. ¿Cómo el Esposo podría soportar que Su Amada se fuera tras otros amores? Si los hombres pueden aceptarlo y resignarse (a veces) por cierto que Dios no; no lo ha hecho y nunca lo hará. En Él se cumple perfectamente esta palabra profética: “inflexibles como el sepulcro son los celos”. NUNCA permitirá que Su Novia sea profanada; es solo Su paciencia que ha dado un tiempo a la multitud de apóstatas y burladores que se han introducido entre los santos, pero ese tiempo ya llegó a su fin.

Pablo alcanzó a sentir algo de eso cuando dijo:

2 Corintios 11:2 RVC
2 El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo.

Hoy está de moda que muchos que a sí mismos se llaman apóstoles, usen el título de “padres”. Supongo que no han leído realmente la Biblia porque sino temblarían de solo pensar en usar esa palabra como la usan. Con todo, asumamos que el verdadero sentido de la “paternidad” (palabra que también se puso de moda y se vació de verdadero significado), que viene de Dios, puede llegar a manifestarse en los santos hombres y mujeres de Dios. ¡SÍ, TAMBIÉN MUJERES, EN SU ROL MATERNAL, QUE ES PARTE DE LA NATURALEZA DE DIOS! Y malditos serán en este tiempo los líderes que no acepten el rol que Dios les ha dado a las mujeres dentro de Su obra y entorpezcan el ministerio femenino excusándose con la Biblia. Ya Dios no permitirán que sigan teniendo éxito en construir Su obra.

Pero aunque la paternidad y la maternidad puedan manifestarse, el rol del “amigo del novio” es más difícil aún. Juan el bautista también lo entendió:

Juan 3:29 RVC
29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido.

El Espíritu Santo nos llama a:

1) Aceptar y entender (luego de aceptar) el amor de Dios como Esposo, ya no como Creador, como Salvador o como Padre, sino como ESPOSO.

2) Vivir en ese amor para que inunde nuestro ser y nos con-forme a esa imagen.

3) Mantenernos dentro de ese amor conociendo Su celo por nosotros.

4) Asumir, como siervos de nuestros hermanos, el rol del “amigo del esposo” y ministrar con ese espíritu en la comunidad de los santos.

Ese amor por Su pueblo no será apagado. No todos los llamados “pueblo” lo son, y al final del tiempo habrá una clara separación. Por eso, emergiendo de los terribles juicios que vendrán, aún habrá una Novia en esta Tierra para alegría y gozo del Amado. Y eso también es una profecía.

Danilo Sorti


348. Somos hechos una nueva creación

2 Corintios 5:17 RVC
17 De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!

2 Corintios 5:17 PDT
17 Si alguien está unido a Cristo, hay una nueva creación. Lo viejo ha desaparecido y todo queda renovado.

Gálatas 6:15 PDT
15 En realidad tener la circuncisión o no tenerla, no significa nada. Lo que de verdad importa es la nueva creación que Dios está haciendo.

1 Pedro 1:3 RVC
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia y mediante la resurrección de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva,

Apocalipsis 21:5 DHH
5 El que estaba sentado en el trono dijo: hago nuevas todas las cosas. Y también dijo: porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.


En el pasaje de 2 Corintios, la expresión literal “todas las cosas son hechas nuevas” utiliza un verbo griego, γίνομαι, gínomai, que es muy usado en todo el Nuevo Testamento. Su significado primario (según el diccionario Strong) es: hacer que sea, llegar a ser, pero debido a su uso tan amplio admite muchos sinónimos: acabar, acercar, acontecer, alcanzar, caer, cesar, comportarse, constituir, continuar, convertir, cumplir, Dios (nos libre), dividir, divulgar, efectuar, espantar, expulsar, gobernar, hacer, intervenir, levantar, librar, llegar, llenar, (de ninguna) manera, nacer, participante, pasar, poner, producir, quedar, quitar, reducir, resultar, sobrevenir, suceder, temblar, venir, volver. Con cada uno de estos verbos podríamos pintar una faceta de lo que implica “hacer nuevo”.

Creo que no es por casualidad que el Espíritu Santo utiliza precisamente esta palabra; hay palabras que en todo el Nuevo Testamento se usan sólo una vez o a lo sumo unas pocas veces, hay otras que aparecen muchas veces. Claro, eso tiene que ver con la dinámica propia del idioma en el que fue escrito, pero también tiene que ver con algo que el Espíritu nos quiere transmitir. Y a mí me parece que ese algo es precisamente la amplitud, profundidad y extensión de lo que significa “ser hecho nuevo”, y fundamentalmente que no es un “instante”, idea que está contenida también en su significado y en el contexto del versículo.

Hemos sido hechos nuevos delante de Dios y estamos siendo hechos nuevos en nuestro ser conforme a esa imagen, para que nuestra realidad alcance ese diseño. Veamos el conjunto de significados de esta palabra tan amplia.

Ser hechos nuevos implica que “se van acabando” las obras de la carne, de la vieja naturaleza; hay algo que tiene que ir muriendo, continuamente. Implica que nos “vamos acercando” a Dios; sí, ya estamos en Su Reino, pero no en la plenitud de Su presencia; él puede venir hasta nosotros y lo hace, pero eso es solo una pequeñísima muestra de la gloria que hay en Su Santo Lugar. Implica que “están aconteciendo” cosas que antes no pasaban, que hay sucesos que vienen a nuestro encuentro, bueno o “malo”, pero todos necesarios.

Significa que “estamos alcanzando” la esperanza que se nos dio en un principio, pero que no tenemos todavía y no tendremos completamente en esta tierra (ahí está uno de los errores del evangelio de la prosperidad). Significa que “caemos humillados” en su presencia, nos caemos de lo alto de nuestro ego y somos humillados para luego ser exaltados con Su vida y Su poder. Quiere decir que “cesamos” de pensar, sentir y hacer conforme el viejo hombre; esto es una acción decidida de nuestra voluntad.

Quiere decir que ahora nos “comportamos” como hijos de Dios, nuestra vida no es solo “interior”, también se manifiesta necesariamente en obras. Somos “constituidos” como reyes y sacerdotes, comenzamos a ocupar un lugar de autoridad (¡no nos rebajemos!). A través de nosotros “continúa” la extensión del Reino y la salvación de las almas. Nos hemos “convertido” de las tinieblas a la luz y llevamos esa conversión a otros.

En la nueva creación Dios “ha cumplido” las promesas que les hizo a los santos de la antigüedad y que ellos alcanzaron a ver de lejos; y a nosotros nos transforma también en cumplidores de palabras. Esa nueva creación no es posible sin la “liberación que hace Dios” a través de Cristo, no podíamos ni podemos ahora escapar de la esclavitud del pecado si el Libertador no nos hubiera redimido. Y ese proceso “ha dividido” a la humanidad entre aquellos que le siguen y los que no, pero también ha dividido a nuestro propio ser, y ahora hay guerra entre nuestra naturaleza pecadora y el nuevo hombre que está surgiendo.

Esta nueva creación “se divulga” a los cuatro vientos, es imposible que no impacte en el mundo espiritual y natural, es un olor fragante incontenible (¡no lo contaminemos!). Lo dicho en la Palabra ha sido “efectuado”, se puso por obra y esa obra es la nueva criatura y las nuevas obras que produce. La dimensión de la santidad de esta creación nos “ha espantado” primero a nosotros, pero esa santidad y ese poder obrando en nosotros logra espantar a otros y al Enemigo.

En la nueva creación son “expulsados” los principados que antes gobernaban con sus mañas y pecados, no hay ningún pacto con ellos, son echados. Ahora el Espíritu Santo “gobierna” sobre y dentro de nosotros, y nosotros, por primera vez, gobernamos junto con él porque ahora somos dueños verdaderamente de nuestro ser (antes éramos esclavos de Satanás) y voluntariamente nos sometemos. La nueva creación significa que “se hace” en todo el mejor sentido de esa expresión, en la vieja creación no se hace, aunque aparente haber mucha actividad, aunque pueda haber mucho afán material y humano, no se hace nada nuevo en la persona, normalmente así como llega la persona a la adolescencia, con eso se queda.

Dios “interviene” decididamente a nuestro favor, nos transforma, nos bendice, nos corrige, nos disciplina… muchas cosas, pero de ningún modo está lejano. Dios “nos levanta” de la postración del pecado, y la nueva creación es una creación de honor, autoridad, dignidad, aunque muchos santos transiten esta efímera vida pobres y afligidos. Dios nos “libra” del mal, tal como la oración que nos enseñó Jesús, esta nueva creación es protegida por Dios, especialmente protegida.

La nueva creación “está llegando” al sitio de la promesa, y también está llegando a ser. Es “llena” de todo lo que Dios es y toda la Vida que viene con Él. “De ninguna manera” puede ser corrompida o deshecha, excepto por la propia voluntad de la persona si decide volverse atrás.

La nueva creación es un “nuevo nacimiento”, es algo tan nuevo que sólo puede describirse como nacer de nuevo, tan radical es el cambio. Pero nacimiento implica también una etapa de crecimiento y desarrollo. Somos hechos “participantes” en ese desarrollo, y participamos de las obras y los proyectos de Dios. “Ha pasado” lo viejo, como los nubarrones de una aterradora tormenta, ha pasado la plaga que mataba a los primogénitos, ha pasado el destructor.

Son “puestos” nuevos cimientos, nuevos principios, nuevos fundamentos. La nueva creatura ahora “produce” vida y no muerte; engendra lo nuevo que viene de Dios. Se “ha quedado” en el lugar de la bendición, en el Templo espiritual, y no saldrá más de allí, de la presencia permanente. Se “ha quitado” de sí las manchas del pecado, el traje de suciedad que fuera puesto sobre nuestros primeros padres.

Aunque sigue viviendo en este mundo viejo, “se redujo” el poder del pecado y de la maldad, solo se mantiene la cantidad necesaria para que siga el proceso. Hay un “resultado” de este proceso, no es simplemente una preparación para algo que nunca llega; está llegando y llegará aún. Las bendiciones “sobrevinieron”, nos alcanzaron, vino lo que era enviado por el Señor sin que lo buscáramos.

En la nueva creación “sucedió” lo profetizado, se hizo realidad. La nueva creatura “ha temblado” delante de su Creador pero no temblará cuando el mundo tiemble, y por cierto lo hará antes de que también él sea hecho una nueva creación. Dios “vino” a lo Suyo para hacerlo nuevo, lo creó una vez, ahora “vuelve” a lo que era Suyo y se había perdido, lo encuentra y de nuevo lo lleva a Su lugar.

Somos hechos y estamos siendo hechos una nueva creación, y eso quiere decir de verdad MUCHO. Que el Señor nos dé la gracia para meditar y entender en lo que eso significa.


Danilo Sorti


martes, 19 de diciembre de 2017

347. Principios de legalidad

Romanos 13:1-2 RVC
1 Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios.
2 Por lo tanto, aquel que se opone a la autoridad, en realidad se opone a lo establecido por Dios, y los que se oponen acarrean condenación sobre ellos mismos.


Aunque la Palabra de Dios ha sido dada para traer libertad, tal como pasaba en la época de Jesús sigue pasando hoy: hay muchos que la utilizan para esclavizar a las personas. Esto viene cuando se descontextualiza una verdad o se la aísla del resto de las enseñanzas bíblicas sobre el tema. Así se genera una doctrina extrema que en los hechos niega la gracia divina; en el sistema de creencias donde aparece, la gracia solo alcanza para determinadas cosas pero no para otras. Y tal doctrina se transforma en una enorme piedra de condenación, tan difícil de mover o superar, que solo unos muy pocos “admirables y especialmente santos” elegidos pueden cumplir, los cuales merecen honor y respeto por encima de los otros… y de paso, si yo llegara a ese lugar, también lo merecería, claro, por mi propio esfuerzo y mi propio mérito, no por la obra de Cristo ni por gracia.

Bueno, en fin, digamos más simplemente que el “masoquismo” inherente al ser humano nos hace sentirnos atraídos por esos legalismos que:

Colosenses 2:23 RVC
23 Sin duda, tales cosas pueden parecer sabias en cuanto a la religiosidad sumisa y el duro trato del cuerpo, pero no tienen ningún valor contra los apetitos humanos.

Cuando los ojos de los cristianos son abiertos, la primer y natural respuesta es ir “al otro extremo”, al menos dentro de lo que “bíblicamente” podamos justificar; o al menos, “olvidarnos” de tal enseñanza que tanta angustia y sentido de injusticia nos produjo en el pasado.

Las enseñanzas sobre la autoridad caen dentro de esta categoría. Hubo un tiempo en la cristiandad que se difundió la falsa doctrina de “usted obedezca que luego el Dios le pedirá cuentas al líder”, y se justificó de manera muy “santa y piadosa”, olvidando el “pequeño” hecho que desde el principio hasta el fin de la Biblia Dios está conduciendo una rebelión contra el sistema de gobierno usurpado por Satanás.

El asunto es hasta donde se cumple este principio de obediencia, que rige todo el Reino de Dios  aunque es menos importante que el principio del amor, porque al fin y al cabo, el reino de las tinieblas también tiene un principio de “obediencia”, pero como no es por amor es una obediencia “agarrada con pinzas”, mucho más frágil que la obediencia por amor del Reino de los Cielos.

Lo que leemos en Romanos 13 obviamente tiene sus límites, los primeros cristianos NO OBEDECIERON las órdenes del César que requerían adoración divina para su persona, y pagaron el precio por ello. Una sencilla revisión del contexto inmediato nos dice claramente a qué se refiere ese mandato:

Romanos 13:3-14 RVC
3 Porque los gobernantes no están para infundir temor a los que hacen lo bueno, sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres vivir sin miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación,
4 pues la autoridad está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces sí debes temer, porque no lleva la espada en vano, sino que está al servicio de Dios para darle su merecido al que hace lo malo.
5 Por lo tanto, es necesario que nos sujetemos a la autoridad, no sólo por causa del castigo, sino también por motivos de conciencia.
6 Por eso mismo ustedes pagan los impuestos, porque los gobernantes están al servicio de Dios y se dedican a gobernar.
7 Paguen a todos lo que deban pagar, ya sea que deban pagar tributo, impuesto, respeto u honra.
8 No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
9 Los mandamientos: «No adulterarás», «no matarás», «no hurtarás», «no dirás falso testimonio», «no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, se resume en esta sentencia: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
10 El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley.
11 Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos.
12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
13 Vivamos con honestidad, como a la luz del día, y no andemos en glotonerías ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias.
14 Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de la carne.

Si leemos bien nos damos cuenta de que está hablando de la conducta pública, del orden social, del funcionamiento de las instituciones. La “espada” era para castigar a los que hacían lo malo, los impuestos sostenían el sistema estatal (aunque debemos recordar que también Jesús cuestionó un impuesto que quisieron cobrarle), los mandamientos que cita en el versículo 9 son también mandamientos claramente de la vida social. El problema interpretativo que tenemos con este pasaje es que nos cuesta pensar que los hermanitos de la iglesia de Roma fueran revoltosos, ladrones, no pagaran sus impuestos, robaran algo de vez en cuando, fueran envidiosos y peleadores, se pasaran de copas en la taberna, miraran con demasiado cariño a la esposa del otro hermanito (y viceversa!), mintieran de vez en cuando… En fin, cosas todas que pasan en nuestras iglesias aquí y ahora pero no entonces… ¿o sí?

Sí hermanos, también entonces. Y la interpretación del pasaje es muy clara; Pablo está hablando de un nivel básico de respeto a la autoridad. Hoy tenemos algunos predicadores que muy rápidamente pueden esgrimir este pasaje para mantener algo que ellos llaman “autoridad”, pero que dejan que sus hermanos tengan empresas paralelas (es decir, totalmente “en negro” sin pagar un peso de impuestos), sean “bocasuelta”, demasiado ligeros de camas, y otras tantas cosas. Hermanos, lo que dice este pasaje es por demás de claro y por demás de concreto; y el respeto a la autoridad civil del que está hablando aquí es ESE TIPO DE RESPETO.

Y digo esto por tres razones. Primero, para que este pasaje no sea más una fuente de esclavitud eclesiástica, porque, además, ¡no está hablando de la autoridad dentro de la iglesia! Segundo, para que no sea una herramienta de dominación del sistema programando la mente de los cristianos para que no puedan ser críticos de las decisiones de sus autoridades. Y tercero, para que los cristianos no caigan en los pecados que aquí se mencionan.

Cuando dice que las autoridades han sido “establecidas” por Dios no está diciendo que esas autoridades sean exactamente de la voluntad divina, la palabra τάσσω, tásso, se puede traducir también como: arreglar de manera ordenada, asignar, disponer, señalar. Sí es alguien que está puesto por Dios en ese lugar, pero no se trata ni mucho menos del “ungido del Señor”. De hecho puede muy bien ser un impío que Dios ha permitido para castigo de la nación. Y de hecho, ese era exactamente el caso en los tiempos de Pablo.

Notemos que nunca Pablo ni los otros escritores bíblicos nos mandan a someternos a las leyes injustas o a la adoración pagana de esos gobernantes, pero sí al orden legal establecido, con la salvedad de que:

1 Timoteo 2:1-2 RVC
1 Ante todo, exhorto a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres;
2 por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que vivamos con tranquilidad y reposo, y en toda piedad y honestidad.

Pero sí debemos ser respetuosos del orden social “secular”, cuyas normas, al menos hasta ahora, podemos decir que en líneas generales están de acuerdo con los principios bíblicos.

Por eso es incorrecto cuando los cristianos de determinada línea política se pliegan en las campañas de ridiculización o difamación de las autoridades actuales, campañas que nacen con un formato muy agresivo desde las usinas de la oposición pero que tienen una variante “light” para los que no concuerdan con formas tan extremas. Pablo nos llama a “pagar honra” a los que debamos, en este caso a las autoridades, y eso no quiere decir que pongamos una foto del presidente y sus ministros y le demos besos cada mañana… pero tampoco que les pinchemos dardos cada tarde.

Hermanos, con la autoridad que me ha dado el Señor para edificar y animar, les digo que siento el hartazgo del corazón del Padre con aquellos cristianos que teniendo un país bendecido, una tierra próspera y gobernantes que Él mismo ha puesto / permitido para que sean de bendición (no porque sean “santos”, todos están hoy apartados de la voluntad de Dios, pero aún con eso hay algunos que pueden ser usados para traer bendición), gobernantes por los cuales se puede orar y puede haber cambios para bien (dentro de lo que el contexto de los últimos tiempo lo permite, claro). El Padre está cansado de aquellos cristianos que replican las palabras mordaces y los recortes noticiosos, porque esos cristianos no saben el tremendo poder que tienen sus palabras y la disensión que están sembrando en los aires. Realmente, el Padre está cansado, porque de hecho no hacen nada para cambiar lo malo (que lo hay y mucho), porque eso se cambia DENTRO DE LOS PRINCIPIOS DE LEGALIDAD QUE EL MISMO PADRE HA ESTABLECIDO, y estos son las instituciones y las dinámicas institucionales del país. Imperfectas claro, pero en realidad no tanto como eran las romanas, a las que Pablo llamó a someterse.

El Padre nos ha dado las verdaderas herramientas para bendecir y cambiar, pero aquellos de Sus hijos que insisten en seguir sembrando disolución social deben saber que estamos en los últimos tiempos, es necesario que nuestras naciones sean bendecidas para bendecir a las demás naciones que están sufriendo juicios mayores que los nuestros, Dios está usando a las autoridad que puso, y las que Él no quiere que sigan pueden ser fácilmente removidas por el poder de la oración porque de eso ya tenemos testimonios de sobra. Entorpecer la obra de Dios en este momento con nuestras naciones, que son de las pocas que todavía mantienen encendida y brillante la llama del Evangelio, es un pecado muy grave, y Dios no va a tener más paciencia. La misma violencia que algunos cristianos han estado desatando desde hace algunos años con sus palabras y “bromas” políticas se volverá contra ellos y contra sus familias, y se van a preguntar por qué les ha ocurrido algo tan grave.

A los que se mantengan bajo los principios de legalidad, y se muevan en oración y dirección divina, Dios les permitirá cambiar leyes, quitar o poner funcionarios, demorar o acelerar acuerdos internacionales.

Para quienes sinceramente deseen orar por sus autoridades, esta es la palabra:

Proverbios 25:5 RVC
5 Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.

Y también:

Proverbios 21:1 DHH
1 La mente del rey, en manos del Señor,
sigue, como los ríos, el curso que el Señor quiere.

Aquellos que insistan en mal-decir a sus gobernantes, entenderán en carne propia qué es oponerse a la autoridad que Dios ha permitido.

El tiempo es breve, compartamos este mensaje porque el Señor está REALMENTE HARTO, y eso es muy serio.


Danilo Sorti


346. Los campos blancos

Juan 4:31-38 RVC
31 Mientras tanto, con ruegos los discípulos le decían: «Rabí, come.»
32 Pero él les dijo: «Para comer, yo tengo una comida que ustedes no conocen.»
33 Los discípulos se decían unos a otros: «¿Alguien le habrá traído algo para comer?»
34 Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió, y llevar a cabo su obra.
35 ¿Acaso no dicen ustedes: “Aún faltan cuatro meses para el tiempo de la siega”? Pues yo les digo: Alcen los ojos, y miren los campos, porque ya están blancos para la siega.
36 Y el que siega recibe su salario y recoge fruto para vida eterna, para que se alegren por igual el que siembra y el que siega.
37 Porque en este caso es verdad lo que dice el dicho: “Uno es el que siembra, y otro es el que siega.”
38 Yo los he enviado a segar lo que ustedes no cultivaron; otros cultivaron, y ustedes se han beneficiado de sus trabajos.»


Los tiempos de Jesús eran política, social y económicamente complicados. Roma vivía un tiempo de esplendor, a costa del sufrimiento de las provincias, y tanto Judea como Samaria eran, precisamente, provincias. Pero aún en Samaria, no solo tenía la misma opresión romana sino que además debía sufrir el desprecio de sus vecinos judíos.

En medio de esa situación difícil, el relato de Juan 4 es un oasis lleno de vida, y no podía ser para menos, ¡estaba Jesús allí! Entre paréntesis, ¿estamos siendo lo suficientemente conscientes del tremendo poder de vida y restauración que sigue teniendo el Señor?

Una mujer equivocada y despreciada se encuentra con un judío, que rompe la barrera que había entre samaritanos y judíos, y entre hombres y mujeres en aquel entonces. Un hombre que no se acerca a ella para tratar de sacarle provecho, como los cinco que había tenido antes y, probablemente, el que también tenía ahora. No solo eso, también puede llegar a las cuestiones más personales y delicadas de un ser humano y de una sociedad trayendo verdad pero no condenación, sino corrección, restauración y una visión superadora de siglos de antinomia. Y más, les devuelve la esperanza de un futuro mejor: estaba frente al Mesías, y eso tenía profundas implicancias políticas. Y todo termina nada menos que con una comisión de vuelta hacia la comunidad que la había rechazado que transforma a esta persona, una de las “últimas”, en portavoz de las Buenas Nuevas e iniciadora de un movimiento en todo su pueblo. Todo eso en una charla de un rato nomás, quizá son más de quince o veinte minutos. Y todo eso en medio de profundos y candentes problemas nacionales.

Pero el verdadero problema no fue la mujer, sino convencer a Sus discípulos que ese era el mejor lugar y el mejor momento para levantar una cosecha. Ahora, entendamos bien los tiempos: “¿Acaso no dicen ustedes: “Aún faltan cuatro meses para el tiempo de la siega”? Pues yo les digo: Alcen los ojos, y miren los campos, porque ya están blancos para la siega.” ¿Qué significan los “cuatro meses”? Puede ser casi el tiempo de un cultivo, es decir, “cuatro meses” podía significar que ellos estaban viendo recién el trigo asomar, que en el campo solo había un “pasto verde”, pero todavía nada parecido a una espiga, ni lo habría por bastante tiempo. Ellos pensaban que la cosecha estaba “muy verde aún”, y que todavía había que hacer un gran trabajo para recogerla. Exactamente lo contrario a lo que estaba viendo Jesús.

El Señor tiene que abrir sus ojos para que pudieran ver que había pasado algo en el ámbito espiritual mucho más rápido de lo que ellos estaban acostumbrados o podían entender hasta ese momento. Y no es que los discípulos recién se habían convertido, ya llevaban un cierto tiempo caminando con Jesús. Con todo, la cuestión política y social seguía ocupando su agenda aún después de haberlo visto resucitado.

Precisamente en este momento es que el Señor nos dice que alcemos los ojos, en el contexto puntual que tenemos en el país a la fecha de escribir este artículo pero también en el contexto general del mundo, en medio del caos, del dolor y, fundamentalmente, de los conflictos reinantes en todas partes.

Al igual que esta mujer, la humanidad ha estado buscando la paz y el bienestar en un “marido”, y en otro, y en otro, y en otro, y sucesivamente TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS la han defraudado. Creo que este último siglo es el ejemplo más paradigmático que ha habido en toda la historia de la humanidad. ¿Ha encontrado la felicidad con el socialismo, el capitalismo, el comunismo, la revolución hippie, la tecnología, la vuelta a la naturaleza, los movimientos populares, el conspiracionismo, etc., etc., etc.? DECIDIDAMENTE NO.

Es cierto, no todos están yendo al mediodía, bajo el rayo del sol, con su cántaro vacío a buscar agua para saciar su sed, es decir, no todos reconocen que están muertos de sed, pero bastó que una sola persona lo hiciera, y se encontrara “por casualidad” con el agua de vida como para que todo un pueblo se diera cuenta de cuánta sed tenía y no lo sabía.

Este es ese tiempo, el Adversario mismo se ha encargado de preparar el terreno, ofreciendo solución falsa tras solución falsa, mintiendo y engañando hasta el hartazgo a una humanidad hambrienta, que no ha hecho más que darse cuenta de que su hambre sigue sin ser satisfecha. Otros han sembrado la semilla del Evangelio, a veces durante siglos, sin ver la cosecha anhelada. Nosotros tenemos el terreno y la cosecha lista, quizás no todavía la última, no la mayor, pero sí una muy importante para levantar. Hermanos, ¡alcemos la vista, aunque parezca todo lo contrario, los campos están blancos!

“Y el que siega recibe su salario y recoge fruto para vida eterna, para que se alegren por igual el que siembra y el que siega.”

Danilo Sorti