Las
citas están tomadas de la versión Dios Habla Hoy.
El
problema
En las iglesias actuales,
especialmente de orientación pentecostal o "apostólica",
el asunto del diezmo se ha transformado, en la práctica, en una de
las doctrinas capitales de la fe cristiana. Por supuesto, no me estoy
refiriendo a lo que se dice que se cree, sino a lo que ocurre en la
vida de iglesia, especialmente durante la reunión de los domingos,
que constituye el modelo principal de fe y enseñanza.
Realmente creo que no es
necesario abundar mucho en el tema porque cualquiera que esté en una
iglesia con ese formato sabe perfectamente lo que digo.
No hace falta mucho
discernimiento espiritual para darse cuenta de que por detrás se
esconde el amor al dinero y / o la necesidad de mantener una gran
estructura de iglesia y los estilos de vida del líder principal, su
familia y allegados. Quiero ser claro; toda generalización es
injusta; no en todas las iglesias existe la misma "desesperación"
porque los hermanos den sus diezmos, ni por los mismos motivos, pero
sí en muchas se convierte, por alguna razón, en un tema central; y
no es raro que por imitación de "las grandes".
Se predica sobre él, o, mejor
dicho, el momento de recogerlo tiene un mini mensaje sobre él, y
hasta se llega a hacer una "ceremonia" especial de su
entrega. Se lo rodea de maravillosas promesas de bendiciones para el
que lo da y de horribles maldiciones para el que no (una u otra,
según la congregación). ¡Y nadie discute que debe ser entregado
íntegro en la iglesia a la cual se concurre!
Esto es lo importante, porque
aquello que se graba en la mente de los hermanos es lo que ocupa
tiempo y sobre lo cual se pone especial interés, es decir, sobre lo
que se hace mucho énfasis. Repito, de poco sirve una declaración
formal de la iglesia sobre qué es importante y que no, sino los
énfasis que realmente ocurren.
Muchos cristianos, y
especialmente, muchos NO cristianos, sienten que hay abuso y
manipulación en todo el proceso, aunque no pueden afirmar que sea
"anti bíblico", porque hay muchos versículos que se usan
para respaldarlo, por lo que se genera una confusión. Los que la
rechazan, suelen rechazar junto con ella al evangelio o, por lo
menos, la vida de iglesia. Eso es terrible. Los que la aceptan, se
someten a una manipulación empobrecedora. Eso es igualmente
terrible, y aun peor, porque espanta a los que ven el ejemplo. No
muchos, hasta ahora, pueden aceptar el evangelio sin hacer caso de
esa manipulación.
¿Cuál es el verdadero enfoque
que debe tener el diezmo? ¿Es una ley divina, celosamente cuidada
bajo maldiciones y bendiciones, para beneficio del liderazgo de las
congregaciones? ¿Qué tiene el Nuevo Testamento que decir al
respecto, y qué deberíamos aceptar nosotros hoy?
La
raíz: qué es doctrina para los cristianos
La visión bíblica del diezmo,
que es la única autorizada, se resolvería muy fácil (así como la
de muchas otras prácticas de iglesia) si entendiéramos el marco
adecuado para definir qué es una doctrina, o bien, cuán prioritaria
es o cuánta autoridad tiene una enseñanza dada.
Si un par de versículos bastan
para definir una doctrina, estamos en un verdadero problema; mucho
más aún si los sacamos de contexto; en la Biblia encontramos las
palabras de Satanás, de los enemigos de Dios, de creyentes fieles en
momentos de angustia, cuando dudaban de la ayuda divina ... ¿por qué
no deberíamos, entonces, hacer doctrina de eso? Deberíamos también
aceptar la poligamia porque hay muchos versículos que la mencionan,
y hasta el mismo Dios la reglamenta en el Deuteronomio, deberíamos
ofrecer toda una serie de sacrificios, por supuesto, también
circuncidarnos; tampoco podríamos permitir que las hermanas
ministren en las reuniones (Pablo dice en tres ocasiones que no deben
hablar en público), y estaríamos en un verdadero problema con la
esclavitud, porque hoy no la tenemos (legalmente, claro) pero la
Biblia la menciona, y me estaba olvidando del bautismo por los
muertos...
¿Es absurdo, no? Bien, podemos
entender sin problemas que muchas enseñanzas tenían sentido en el
contexto en el que fueron dichas, pero que hoy debemos mantener el
principio que encierran y no la aplicación para ese tiempo. Si esto
es tan claro en muchos temas, ¿por qué no lo es para el diezmo?
La primer consideración es
sobre quién es nuestra fuente autorizada de enseñanza como
cristianos. Me temo que para muchos lo sea el pastor o apóstol de su
congregación, pero para los verdaderos seguidores de Cristo, sólo
puede serlo la voz de, precisamente, Cristo, expresada a través del
Espíritu y de la Biblia:
Juan 1.1
1
En el principio ya
existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era
Dios.
Y muchos versículos más que
nos hablan acerca de Cristo como nuestra referencia autorizada. Si lo
seguimos a él, es Su palabra la que determina lo que debemos creer.
Entonces lo primero que deberíamos hacer es encontrar el tema en
cuestión en los evangelios.
Pero no es tan sencillo:
Mateo
5.17-18
17
“No crean ustedes
que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a
ponerles fin, sino a darles su pleno valor. 18
Pues les aseguro que
mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni
un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento.
Lucas
16.16-17
16“La
ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia la
buena noticia acerca del reino de Dios, y a todos se les hace fuerza
para que entren.
17“Es
más fácil que el cielo y la tierra dejen de existir, que deje de
cumplirse una sola letra de la ley.
Jesús
avaló lo que hoy conocemos por Antiguo Testamento, pero no
irrestrictamente, sino en un contexto de cumplimiento profético, es
decir, que había cosas que debían ser realizadas (cumplidas), y una
vez hecho:
Hebreos
7.18-19
18
Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil
e inútil, 19 pues la ley de Moisés no perfeccionó nada,
y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos
a Dios.
Entonces,
no todo lo que leemos en el Antiguo Testamento tiene validez hoy.
Para empezar, sabemos que todo lo que tiene que ver con los
sacrificios, el culto y el sistema sacerdotal, no. Sirven los
principios que sacamos de allí, pero no las enseñanzas literales.
Además:
Juan
16.12-13
12
“Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería
demasiado para ustedes. 13 Cuando venga el Espíritu de la
verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las
cosas que van a suceder.
No
podemos quedarnos solamente con los Evangelios, el resto de la
literatura del Nuevo Testamento, inspirada por el Espíritu, también
debe ser considerada.
Hasta
aquí sabemos que el Antiguo Testamento debe ser visto, para
nosotros, a la luz del Nuevo, y de este debemos analizar tanto los
evangelios como los otros libros.
Por
supuesto que hay muchísimo más para hablar sobre el tema, no quiero
hacerlo aquí por una cuestión de espacio, aunque sí una
consideración más:
Mateo
19.8
8
Jesús les dijo: —Precisamente por lo tercos que son ustedes,
Moisés les permitió divorciarse de su esposa; pero al principio no
fue de esa manera.
La
clave está en la palabra "tercos" (dureza de corazón,
como es traducido literalmente): Dios ha permitido y sigue
permitiendo determinadas cosas porque sabe que los creyentes no
podrían hacerlo de otro modo, pero no es su perfecta voluntad (es lo
que llamamos, su "voluntad permisiva"). No todo lo que esté
"permitido" en la Biblia es lo que deberíamos hacer hoy,
no al menos si procuramos hacer el perfecto propósito de Dios. ¡Por
eso no deberías continuar leyendo este artículo si no es tu caso!
El
método de interpretación bíblica aceptado como más seguro es el
histórico gramatical, que tiene en cuenta el contexto, tanto del
texto que rodea al versículo (y del libro y de toda la Biblia) como
a la situación histórica que le dio origen. Los otros métodos,
especialmente el simbólico, no pueden tener la misma autoridad, y en
la práctica han servido para justificar enormes disparates.
No
quiero decir que el método simbólico no sea bíblico, porque de
hecho podemos leer interpretaciones en la misma Biblia en donde se
aplica ese método, pero si somos sinceros, más son las que no lo
aplican. Además, utilizar adecuadamente el método simbólico
requiere un profundo conocimiento de las Escrituras y del sentido de
los símbolos tal como allí se expresan (que es una de las
principales dificultades para entender, por ejemplo, al Apocalipsis).
Todas las doctrinas fundamentales (por lo menos) pueden entenderse
perfectamente con una interpretación histórico gramatical.
Christian
Schwarz, en su enfoque trinitario de Dios, nos muestra desde un punto
de vista más amplio las tres fuentes de revelación, que se
corresponden con cada una de las personas de la deidad: la creación
(Dios Padre), la Biblia (Dios Hijo) y el discernimiento espiritual
(Dios Espíritu Santo). Personalmente creo que es un enfoque muy
importante y sumamente necesario para todos los cristianos, y ninguno
debería dejar de leerlo; pero para lo que nos interesa aquí, el
foco es la Palabra Escrita, porque es ella la autoridad máxima en la
vida de iglesia.
Retomemos
el hilo de lo que decimos. Hasta aquí tenemos las herramientas
básicas para determinar la autoridad de cualquier enseñanza.
Repito, hay mucho más que esto, pero creo que resumimos la esencia:
primero, la interpretación correcta debe hacerse dentro del contexto
histórico gramatical de cada pasaje, y segundo, una doctrina o
enseñanza bíblica, para ser considerada válida, debe tener su
referencia en el Antiguo Testamento, en los Evangelios y en el resto
del Nuevo Testamento; y siendo más exigentes, debe estar en
concordancia con el resto de las doctrinas principales de la Biblia
(el Espíritu Santo no puede contradecirse a sí mismo en distintas
enseñanzas).
La
primera condición debería ser excluyente, cualquier interpretación
simbólica o por otro método no puede ser colocada al mismo nivel
que la histórica gramatical. Lo segundo y lo tercero nos determinan
el grado de validez: cualquier enseñanza que no pueda rastrearse en
su continuidad a través de esas tres secciones no puede tener el
máximo grado de prioridad, o dicho de otra manera, debe quedar
subordinada a otra que sí manifieste dicha continuidad. Recordemos;
si somos cristianos la autoridad máxima en doctrina reside en el
Nuevo Testamento.
Una
nota para los cristianos de la Segunda Era Apostólica. No pretendo
discutir el tema de la autoridad apostólica actual aquí porque
excede el propósito del artículo, solamente aclarar que considero
perfectamente válido y necesario al ministerio apostólico hoy
(aunque no en la forma en que más comúnmente vemos) pero de ninguna
manera acepto que un apóstol actual tenga autoridad para acomodar la
Biblia y doctrina a su propio criterio. Ninguno de ellos puede crear
nueva doctrina o hacer acomodamientos “creativos” de versículos
y enseñanzas; pueden traer nueva luz y mostrarnos lo que hasta ahora
no veíamos, pero no pueden salir fuera de la Biblia.
Entonces,
¿podemos rastrear la práctica del diezmo hasta la historia de la
naciente iglesia?
El
diezmo en el Nuevo Testamento
Es importante aclarar que lo
que nos interesa no es si la iglesia del primer siglo daba el diezmo
o no, o lo que pensaba al respecto (que no deja de ser importante,
aunque secundario), sino lo que el Espíritu dejó escrito en las
páginas del Nuevo Testamento al respecto. Y cuando buscamos la
palabra "diezmo" encontramos una primera referencia en
Mateo 23.23 y su paralelo, Lucas 11.42;
Mateo
23.23
23“¡Ay
de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan
para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero
no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son
la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben
hacer, sin dejar de hacer lo otro.
Digamos que la referencia al
diezmo no es muy positiva aquí, ni por lo que dice el versículo ni
mucho menos por todo el contexto del capítulo. Más bien es mostrado
como una práctica favorita de los religiosos de su época, y eso no
es un buen comienzo. Ellos debían hacer eso, pero no podemos olvidar
que al momento de decir estas palabras todavía Jesús no había
muerto y no estaba en vigor el Nuevo Pacto. Además, no es a sus
discípulos que Jesús está hablando, por lo que difícilmente
podríamos tomar esta enseñanza tal cual para nosotros (a menos,
claro, que queramos ser como los maestros de la ley y fariseos de la
época...). Si tomáramos este pasaje para justificar el diezmo en la
iglesia sería bastante "tirado de los pelos".
La otra referencia de Jesús no
es mucho mejor:
Lucas
18.11-14
11El
fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy
como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese
cobrador de impuestos. 12Yo ayuno dos veces a la semana y
te doy la décima parte de todo lo que gano.’ 13Pero el
cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se
atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho
y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!’
14Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya
justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece,
será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.”
De nuevo, la referencia al
diezmo aparece asociada a la religiosidad exterior carente de
verdadera vida espiritual. Tampoco me parece muy buena la referencia
si queremos justificar la práctica hoy.
Hay un texto más, en Hebreos:
Hebreos
7.1-10
1Este
Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Cuando
Abraham regresaba de la batalla en la que había derrotado a los
reyes, Melquisedec salió a su encuentro y lo bendijo; 2entonces
Abraham le dio la décima parte de todo lo que había ganado en la
batalla. Ante todo, hay que notar que el nombre Melquisedec significa
“rey de justicia”, pero aparece también como rey de Salem, que
quiere decir “rey de paz”. 3Nada se sabe de su padre
ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco se habla de su
nacimiento ni de su muerte; y así, a semejanza del Hijo de Dios, es
sacerdote para siempre.
4Ahora
bien, fíjense qué importante era Melquisedec, que nuestro propio
antepasado Abraham le dio la décima parte de lo que les había
ganado a los reyes en la batalla. 5Según la ley de
Moisés, los sacerdotes que son descendientes de Leví tienen el
derecho de cobrarle al pueblo la décima parte de todo, a pesar de
que son sus parientes y descienden de Abraham lo mismo que ellos.
6Pero Melquisedec, aunque no era descendiente de Leví, le
cobró la décima parte a Abraham, que había recibido las promesas
de Dios. Así Melquisedec bendijo a Abraham; 7y nadie
puede negar que el que bendice es superior al bendecido. 8Aquí,
en esta vida, los que cobran la décima parte son hombres mortales;
pero la Escritura habla de Melquisedec como de uno que todavía vive.
9Y se puede decir que los sacerdotes que descienden de Leví, y
que ahora cobran la décima parte, pagaron también la décima parte
a Melquisedec al pagársela a él Abraham; 10porque, en
cierto sentido, cuando Melquisedec salió al encuentro de Abraham,
este llevaba ya en su cuerpo a sus descendientes que aún no habían
nacido.
De nuevo, nada que tenga que
ver con nosotros. Más aún, si seguimos leyendo:
Hebreos
7.11-19
11El
pueblo de Israel recibió la ley basada en el sacerdocio levítico.
Ahora bien, si estos sacerdotes hubieran podido hacer perfectos a los
hombres, no habría sido necesario que apareciera otro sacerdote, ya
no de la clase de Aarón sino de la clase de Melquisedec.
12Porque al cambiar el sacerdocio, también se tiene que
cambiar la ley; 13y nuestro Señor, de quien la Escritura
dice esto, pertenece a otra tribu de Israel, de la cual no ha salido
ningún sacerdote. 14Porque es bien sabido que nuestro
Señor vino de la tribu de Judá, y Moisés no dijo nada de esa tribu
cuando habló del sacerdocio.
15Y
esto es aún más claro si el nuevo sacerdote que aparece es uno como
Melquisedec, 16que no fue sacerdote según una ley que
toma en cuenta elementos puramente humanos, sino según el poder de
una vida indestructible. 17Porque esto es lo que Dios dice
de él:
“Tú
eres sacerdote para siempre,
de la
misma clase que Melquisedec.”
18Así
que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil,
19pues la ley de Moisés no perfeccionó nada, y en su lugar
tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.
El sacerdocio levítico, a
quien por ley le correspondía el diezmo, dejó de existir, y con él
todas sus ordenanzas específicas. De nuevo, la tercer referencia que
tenemos sobre el diezmo tampoco es "positiva", más bien lo
presenta como parte de un sistema que ya pasó, y no se nos deja
ningún mandato expreso de continuidad para la iglesia.
Y no hay más.
Si una doctrina es válida para
los cristianos en la medida que es presentada en el Antiguo
Testamento y validada en los Evangelios y el resto del Nuevo
Testamento, claramente la enseñanza sobre el diezmo no cumple esta
condición.
Algunos argumentan que el
principio del diezmo es anterior a la ley mosaica, y es verdad. Pero
también hay muchas cosas que vemos en los patriarcas que no
practicamos hoy: no nos casamos con medio hermanos, como Abraham, ni
tenemos varias esposas, ni somos nómades viviendo en tiendas, ni
ponemos la mano bajo el muslo de alguien para hacer una promesa....
¿Por qué habríamos de tomar determinadas prácticas y no otras, si
fuera el caso?
Si el diezmo ocupa un lugar tan
prioritario en la vida de muchas iglesias, entonces debería tener un
muy buen sustento bíblico y neotestamentario; pero no lo tiene. Por
otro lado, existe muchas doctrinas claramente expresadas y
priorizadas en toda la Palabra que apenas se mencionan y que no
influyen significativamente en la vida de los cristianos.
No importa cuantas palabras,
predicaciones, maravillosas bendiciones y horrorosas maldiciones se
"acumulen" alrededor del tema; se está priorizando lo que
la Biblia no prioriza, y eso es herejía; de hecho, es la raíz de
los errores doctrinales que más daño hacen a la iglesia debido a su
extensión y aceptación. Herejía no es sólo dar una enseñanza
falsa, sino también poner énfasis incorrectos.
A la luz de la revelación
cristiana, ¿cómo debemos entender el tema del diezmo? ¿En qué
contexto más amplio debemos ubicarlo? Además, es cierto que se
menciona mucho en el Antiguo Testamento y que hay principios que se
aplicaban a su práctica que siguen siendo válidos, ¿puede
justificar eso la práctica actual del diezmo? Y además, si no está
expresamente prohibido, ¿será que fue aceptado sin darle mayor
trascendencia al tema? Antes de responder a las últimas preguntas,
veamos unos cuantos pasajes del Nuevo Testamento sobre el tema del
dinero y las ofrendas.
Las
enseñanzas sobre la ofrenda en el Nuevo Testamento y para qué
servía el diezmo
Si nos despojamos de toda la
"emoción" y manipulación que hay alrededor del tema, lo
más sensato es verlo a la luz del tema mayor que lo engloba: la
ofrenda y el sustento de la obra de Dios, y aún más que eso, el
tema del dinero. Veamos algunos pasajes:
Mateo 6
1“No
hagan sus buenas obras delante de la gente solo para que los demás
los vean. Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les
dará ningún premio.
2“Por
eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro
vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles
para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya
tienen su premio. 3Cuando tú ayudes a los necesitados, no
se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; 4hazlo
en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu
premio.
5“Cuando
ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar
de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la
gente los vea. Les aseguro que con eso ya tienen su premio.
6Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y
ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en
secreto, te dará tu premio.
7“Y
al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los
paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará
Dios. 8No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que
ustedes necesitan, antes que se lo pidan. 9Ustedes deben
orar así:
‘Padre
nuestro que estás en el cielo,
santificado
sea tu nombre.
10 Venga
tu reino.
Hágase
tu voluntad en la tierra,
así como
se hace en el cielo.
11 Danos
hoy el pan que necesitamos.
12 Perdónanos
el mal que hemos hecho,
así como
nosotros hemos perdonado
a los que
nos han hecho mal.
13 No
nos expongas a la tentación,
sino
líbranos del maligno.’
14“Porque
si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que
está en el cielo los perdonará también a ustedes; 15pero
si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus
pecados.
16“Cuando
ustedes ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas, que
aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Les
aseguro que con eso ya tienen su premio. 17Tú, cuando
ayunes, lávate la cara y arréglate bien, 18para que la
gente no note que estás ayunando. Solamente lo notará tu Padre, que
está en lo oculto, y tu Padre que ve en lo oculto te dará tu
recompensa.
19“No
amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y
las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar.
20Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no
destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a
robar. 21Pues donde esté tu riqueza, allí estará
también tu corazón.
22“Los
ojos son la lámpara del cuerpo; así que, si tus ojos son buenos,
todo tu cuerpo tendrá luz; 23pero si tus ojos son malos,
todo tu cuerpo estará en oscuridad. Y si la luz que hay en ti
resulta ser oscuridad, ¡qué negra será la oscuridad misma!
24“Nadie
puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o
será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y
a las riquezas.
25“Por
lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o
beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No
vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?
26Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni
cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de
ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más
que las aves! 27En todo caso, por mucho que uno se
preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
28“¿Y
por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los
lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29Sin embargo, les
digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía
como uno de ellos. 30Pues si Dios viste así a la hierba,
que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor
razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! 31Así
que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o
‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’
32Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero
ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan.
33Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los
cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también
todas estas cosas. 34No se preocupen por el día de
mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día
tiene bastante con sus propios problemas.
Por empezar, el contexto de
todo el pasaje nos habla en contra de mantener una espiritualidad
"externa", de apariencias. Esto nos lleva a enfocarnos en
el interior, no en lo que piensen los hombres o en cuánto aprueben o
no nuestras "prácticas religiosas" sino en lo que Dios
opina.
El tema del dinero aparece
desde varios enfoques. Primero, cuando se ayuda económicamente a los
necesitados debe ser hecho en "secreto", sin buscar
aprobación pública con ello; y creo que también vale para las
iglesias, no solo para individuos. Segundo, al orar debemos pedir
también por los recursos económicos que necesitamos. Tercero, no
tiene sentido gastar la vida en hacer riquezas terrenales, sino más
bien invertir en los "negocios del Padre". Cuarto, el afán
por el dinero no puede estar por encima del amor a Dios. Y para
concluir con todo lo anterior, los últimos párrafos nos muestran
que el enfoque correcto es primero preocuparse por el reino de Dios,
por conocerlo, escuchar su voz, amarlo y obedecer su palabra, y los
recursos materiales serán enviados como consecuencia de ello, sin
tener que afanarnos sobremanera en conseguirlos. Claro, esto de
ninguna manera significa que no debemos trabajar.
Este pasaje es clave hoy en
día, y especialmente en todo el tema que se arma alrededor del
diezmo. La raíz está en el amor al dinero, que en nuestras iglesias
se esconde (aunque no mucho) detrás de una serie de versículos y la
fuerte conexión que se enseña entre el ofrendar como forma de
servir a Dios. Unido a eso se desarrolla una especie de ostentación
de "las bendiciones de Dios", disfrazada como "dar
testimonio de Dios a través de sus bendiciones". No es
incorrecto, pero hay un límite delicado. Cuando se da mucha
publicidad, o se pone en un lugar de prioridad al tema del dinero, y
lo que se hace con él, o lo que se obtuvo; se está muy cerca del
peligro de la ostentación que mencionó Jesús en este pasaje.
La bendición económica no
consiste solo en un "ritual mágico": dar para recibir, que
es de la misma naturaleza que una transacción comercial. Claramente
Jesús nos enseña a orar por ello, y en otro pasaje nos dirá que
debemos hacerlo perseverantemente, sin desanimarnos. Y orar implica
pasar tiempo con Dios, escuchar más que hablar, y cuando lo hacemos,
que sea según la guía del Espíritu. A veces habrá que llorar y a
veces habrá que clamar, y otras tantas, hacer guerra espiritual. El
contenido de dicha oración corresponde mostrárnoslo al Espíritu, y
no será el mismo a lo largo del tiempo.
El afán por dinero y
posesiones materiales que podemos ver, de manera ostentosa o de
manera más sutil, como prioridad o como resignación por creer que
no se conseguirá, es corregido por Jesús: más vale preocúpense
primero por hacer "negocios" para el Padre, por conseguir
"beneficios" espirituales, es decir, extender el reino.
Claro que esto no excluye el hacer dinero, para nada, ni el prosperar
económicamente o incluso llegar a ser rico; solo pone las
prioridades en orden, en donde debe estar puesto nuestro amor.
Puedo testificar que fue cuando
tomé decisiones espirituales o ministeriales correctas que Dios
abrió nuevas puertas de bendición, y viceversa, éstas se cerraron
cuando las decisiones fueron incorrectas.
Lo económico queda subordinado
(¡no anulado!) a lo espiritual, no debe ocupar el lugar de Dios y no
debe usarse para autopromoción pública en la iglesia.
Mateo
15.4-6
4Porque
Dios dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y ‘El que maldiga a
su padre o a su madre será condenado a muerte.’ 5Pero
ustedes afirman que un hombre puede decirle a su padre o a su madre:
‘No puedo ayudarte, porque todo lo que tengo lo he ofrecido a
Dios’; 6y que cualquiera que diga esto, ya no está
obligado a ayudar a su padre o a su madre. Así pues, ustedes han
anulado la palabra de Dios para seguir sus propias tradiciones.
Este pasaje suele enseñarse
bastante, por lo que solo quiero resaltar uno de sus aspectos: la
cuestión de las prioridades. Ha sido una práctica bastante común
en muchas iglesias (y lo sigue siendo en parte) y para muchos
cristianos el destinar mucho dinero (además de recursos,
especialmente tiempo) a la “obra del Señor” (es decir, la
congregación local) y descuidar su propia familia y a ellos mismos.
Todo ello bajo un manto de piedad y supuesto sacrificio para la obra.
Es cierto que Dios puede llamar
a veces a alguno de sus hijos a realizar tales sacrificios, pero si
es así se verá en todo momento la provisión del Señor y reinará
un clima de presencia divina y bendición. Cuando hay necesidad,
enfermedad, pobreza, problemas y miseria, evidentemente, no hay
bendición y lo que se está dando (por encima de lo lógico) no se
da realmente al Señor; en todo caso será para una congregación o
para el pastor, o para hacer crecer el ego del que lo da.
La raíz del problema radica
aquí en confundir la “obra de Dios” como únicamente lo que se
hace en la congregación local (o en algún ministerio); y dejar todo
el resto “fuera” del reino de Dios o, sino, como “de segunda”.
Desde el punto de vista del liderazgo de las iglesias que funcionan
así, es obvia la razón: conseguir cada vez más dinero y recursos
para sostener su creciente estructura. Desde el punto de vista de los
cristianos que han sido engañados, realizar una “transacción”
que les garantice bendición (o les evite un castigo divino), o bien,
no tener que preocuparse por ser generoso con parientes y amigos, que
pueden ser bastante problemáticos.
Bien, sea por lo que sea, lo
cierto es que la obra de la congregación y el ministerio de la
iglesia no está antes que la familia (y por supuesto, la salud y el
decoro personal). No importa cuantas ofrendas especiales, promesas,
primicias, pactos, siembras y novilunios haya en la congregación, el
monto total de dinero a dar tiene, obviamente, un límite; Dios lo
sabe, y si no lo sabe el que está pidiéndolo desde el frente, será
su problema...
Relacionado con lo anterior,
encontramos otros pasajes:
Santiago
2.15-16
15Supongamos
que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida
necesarias para el día; 16si uno de ustedes les dice:
“Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran”,
pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve?
1 Timoteo
5.3-4
3Ayuda
a las viudas que no tengan a quien recurrir. 4Pero si una
viuda tiene hijos o nietos, ellos son quienes primero deben aprender
a cumplir sus obligaciones con los de su propia familia y a
corresponder al amor de sus padres, porque esto agrada a Dios.
No se refiere en estos pasajes
específicamente al tema de la ofrenda o del diezmo, pero tienen que
ver en general con el tema del dinero y de los recursos que tiene un
cristiano (de donde sale el diezmo y las ofrendas); si las exigencias
de la congregación llegan a ser superiores a la posibilidad de los
creyentes, ¿cómo se dará cumplimiento a estos mandatos (y a muchos
otros relacionados)?
Aquí también puedo testificar
que durante un largo tiempo estuve bajo este engaño, lo cual generó
innumerables conflictos en mi familia y a la larga obstaculizó la
obra que Dios pretendía hacer con nosotros.
Y valga una aclaración
respecto de la “súper fe” que tienen que tener los cristianos
para “dar y esperar la provisión de Dios”:
Romanos
14.4
4¿Quién
eres tú para criticar al servidor de otro? Si queda bien o queda
mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor
tiene poder para hacerlo quedar bien.
No corresponde desde el púlpito
criticar (velada e indirectamente) la “poca fe” de los hermanos,
ni exigírsela. Simplemente, corresponde dar el ejemplo. Cuando Dios
respalda un sacrificio de fe (económico), entonces probablemente
haya un propósito con tal persona en ese tema; pero si Dios no lo
respalda, no nos preocupemos por el asunto.
¿Y qué decir en cuanto a la
cantidad a dar?
Marcos
12.41-44
41Jesús
estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando
cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho
dinero. 42En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno
de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor.
43Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
—Les
aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que
echan dinero en los cofres; 44pues todos dan de lo que les
sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para
vivir.
Una de las prácticas
“folklóricas” de las iglesias latinoamericanas ocurre cuando
algún predicador, en el momento de mayor emoción del mensaje, dice
“¿Quién es el valiente que se atreve a ofrendar $ 1.000?” (digo
$ 1.000 para referirme a una cantidad importante, según el valor
nominal del dinero del país que se trate será más o menos que
eso), para continuar luego bajando la cantidad; $ 500, $ 200, $ 100,
hasta llegar a una cantidad “mínima”, digamos, $ 50. Este
espectáculo establece una gradación entre los más “valientes y
consagrados” y los menos, y deja a los pobres fuera del escenario.
Pues bien, la viuda del relato de Jesús no entraba ni en la última
fila. Sin embargo, recibió una alabanza de parte del Maestro que no
volvemos a encontrar en otra parte.
Mientras hoy se alabaría a los
ricos que “tanto colaboran para la obra”, el cielo aplaudió a
una viuda cuya ofrenda alcanzaba para un puñado de harina, o menos.
“Dios mira el corazón”, ¡pero de verdad! Hoy se puede repetir
esa frase desde los púlpitos, para luego “decir” exactamente lo
contrario con los hechos.
Ante los ojos de Dios, el valor
de una ofrenda y la recompensa que merece (de parte de Dios, no de
los hombres) no depende de los criterios de evaluación humanos. Por
eso ha de discernirse espiritualmente cuál sea la verdadera
“grandeza” en el ofrendar de cada uno. Y con respecto a eso:
Mateo
6.1-4
1“No
hagan sus buenas obras delante de la gente solo para que los demás
los vean. Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les
dará ningún premio.
2“Por
eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro
vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles
para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya
tienen su premio. 3Cuando tú ayudes a los necesitados, no
se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; 4hazlo
en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu
premio.
Se
podrá argüir que "dar limosna" no es lo mismo que dar el
diezmo, es verdad, pero en el fondo se trata en ambos casos de dar
dinero (o bienes) para el reino de Dios (ayudar a los necesitados
también está "dentro del reino de Dios"), y de una
acciones "meritorias" dentro de la comunidad de fe, y por
otro lado, también había un diezmo en la antigüedad que
correspondía para los necesitados.
En
definitiva, no debemos hacernos propaganda con nuestra buenas obras,
si es que queremos que el Padre nos recompense. Por ello, hacer
público quién da su diezmo y quién no, o bien, hacer un
expectáculo público el momento de dar el diezmo o la ofrenda, no
está en el espíritu del evangelio. Y lo mismo vale en relación con
el liderazgo de la congregación; ¿por qué querrían saber quién
está dando su diezmo y quién no, sino para llevar un "control"
que nada tiene de espiritual y sí de manipulación?
Romanos
12.4-8
4Porque
así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los
miembros sirven para lo mismo, 5así también nosotros,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos
unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo.
6Dios
nos ha dado diferentes dones, según lo que él quiso dar a cada uno.
Por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de profecía, hablemos según
la fe que tenemos; 7si nos ha dado el don de servir a
otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de enseñar,
que se dedique a la enseñanza; 8el que haya recibido el
don de animar a otros, que se dedique a animarlos. El que da, hágalo
con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe
su cargo con todo cuidado; el que ayuda a los necesitados, hágalo
con alegría.
1
Corintios 13.1-3
1Si
hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo
amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace
ruido. 2Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos
los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la
fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada.
3Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si
entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no
tengo amor, de nada me sirve.
Ambos pasajes se refieren a los
dones espirituales y en ambos aparece el don de “dar”; en I
Corintios de una manera más superlativa, llegando a empobrecerse a
uno mismo o incluso entregando su propia vida. Lo importante aquí es
reconocer, antes que nada, el “dar” de manera extraordinaria como
un don, y esto implica que no todos lo tienen o lo manifiestan en el
mismo grado (según el concepto teológico de “don espiritual”
que se tenga) y la Biblia no nos autoriza a exigirlo. Simplemente, el
que tiene dicho llamado, que lo ejerza; “con sencillez” como dice
Romanos, es decir, sin hacer ostentación y sin poner culpa en el
resto. Y tampoco el liderazgo debería “hacer ostentación” de
los hermanos que tienen el don de dar, generando culpa en el resto.
Ni los que no lo tienen deberían sentirse culpables por ello.
I Corintios refuerza lo
anterior y agrega nuevas dimensiones; si el hecho de dar (aún la
propia vida) no va acompañado de la motivación correcta (el amor)
que surge del Espíritu (es decir, que tal acción fue hecha conforme
a la indicación específica del Espíritu), no tiene mérito delante
de Dios. Y volvemos al pasaje de la viuda pobre echando unos pocos
centavos en el templo: Dios conoce los corazones, no puedo engañarlo
ni debo engañarme a mí mismo.
Ahora bien, es cierto que uno
de los objetivos principales de este artículo es cuestionar la
manipulación que existe en torno al diezmo y el exceso de
protagonismo que se da al tema del dinero en general en muchas
iglesias, pero no olvidemos que la viuda pobre dio “todo” lo que
tenía, y que entre los dones espirituales también está el de dar
más allá de lo “razonable” y llegar a vivir voluntariamente en
la pobreza, además del martirio, que implica “darse” a uno
mismo. Procurando establecer una visión equilibrada del tema
económico en las iglesias, no debemos tampoco impedir ni
menospreciar a los que son llamados genuinamente a un gran sacrificio
(¡ni rechazar el llamado nosotros, si fuera el caso!). Así como no
podemos “encajonar” el obrar del Espíritu solo en relación al
dinero, tampoco podemos ignorarla. Él es Dios, y hace como quiere
con quien quiere.
Jamás debemos olvidar cuánto
bien han hecho (y siguen haciendo) los hermanos que son llamados a
ofrendar abundantemente para la obra, muchas veces no para un templo
o una congregación, sino para obras de ayuda o misericordia, para
necesitados o familias pobres, sin pasar necesariamente por los
“canales eclesiásticos”.
La manipulación que se hace en
torno al dinero no enriquece a nadie (excepto al líder y su grupo
cercano, claro), sino que tarde o temprano empobrece a la iglesia.
Cuando realmente se la deje libre para dar conforme la guía
individual del Espíritu, y se enseñen los verdaderos principios,
se desatará una enorme bendición económica, y no será necesario
pedir nada porque habrá abundancia de todo y sobrará.
Hechos de
los Apóstoles 11.28-30
28Y
uno de ellos, llamado Agabo, puesto de pie y por inspiración del
Espíritu, anunció que iba a haber una gran hambre en todo el mundo,
lo cual sucedió, en efecto, en tiempos del emperador Claudio.
29Entonces los creyentes de Antioquía decidieron enviar ayuda
a los hermanos que vivían en Judea, según lo que cada uno pudiera
dar. 30Así lo hicieron, y por medio de Bernabé y Saulo
mandaron una ofrenda a los ancianos de Judea.
Un ejemplo de lo anterior es lo
que vemos aquí. Hay otros pasajes que se refieren al hecho o a otro
similar. Bastó la voz del Espíritu hablando a través de un profeta
para que se pusiera en marcha una gran colecta. No hizo falta ninguna
campaña, ni hacer folletos especiales, ni promocionarlo domingo tras
domingo desde el púlpito, ni predicar sobre el asunto; simplemente
Dios habló a una iglesia que podía escucharlo y ellos obedecieron;
y encontraron el dinero para hacerlo. Así de simple. En tres
versículos Lucas resume el asunto. Así debe ser hoy; el Espíritu
habla, una sola vez, la iglesia puede escuchar, encuentra el dinero
necesario y listo.
Hechos de
los Apóstoles 2.44-45
44Todos
los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí;
45vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían
el dinero según las necesidades de cada uno.
Hechos de
los Apóstoles 4.32-35
32Todos
los creyentes, que eran muchos, pensaban y sentían de la misma
manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solamente suyas, sino que
eran de todos. 33Los apóstoles seguían dando un poderoso
testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía
mucho a todos. 34No había entre ellos ningún necesitado,
porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero
35lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo
entre todos según las necesidades de cada uno.
Lo que leemos en Hechos 11, que
pasó en una iglesia gentil (Antioquía) fue la continuación de lo
que vivió la iglesia de Jerusalén en sus primeros tiempos
(aparentemente, hacia el final del relato de Hechos eso se enfrió);
el amor entre ellos era tal que aún su dinero lo daban libremente
unos a otros. Lo importante aquí es el espíritu; no vemos un patrón
de flujo de dinero unidireccional (de los hermanos hacia el
liderazgo) sino multidireccional, de los hermanos entre sí. La
enseñanza es que los recursos se usaban para ayudarse entre sí, no
para edificar el sueño de un líder.
Las autoridades tenían un rol
muy importante en el manejo del dinero, pero no para quedárselo sino
para repartirlo.
Hechos de
los Apóstoles 6.1-4
1En
aquel tiempo, como el número de los creyentes iba aumentando, los de
habla griega comenzaron a quejarse de los de habla hebrea, diciendo
que las viudas griegas no eran bien atendidas en la distribución
diaria de ayuda. 2Los doce apóstoles reunieron a todos
los creyentes, y les dijeron:
—No
está bien que nosotros dejemos de anunciar el mensaje de Dios para
dedicarnos a la administración. 3Así que, hermanos,
busquen entre ustedes siete hombres de confianza, entendidos y llenos
del Espíritu Santo, para que les encarguemos estos trabajos.
4Nosotros seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios.
Cuando hubo un conflicto que
involucraba dinero, y a juzgar por el tamaño de la iglesia de
Jerusalén, mucho dinero, la decisión unánime de los apóstoles fue
delegar el asunto y desentenderse completamente de la administración
económica. No quisieron descuidar su labor espiritual enredándose
en cuestiones económicas. Y tengamos presente que ni siquiera se
trataba de sus propios negocios, sino de los del reino. Continuar con
ese trabajo hubiera significado que, o bien le dedicaban más tiempo,
o bien seguirían recibiendo críticas. Reconocieron que no les
correspondía y lo delegaron, completamente.
El manejo del dinero no debe
quedar centralizado en una sola persona, ni esa persona debe ser el
único responsable de todas las decisiones económicas, ni mucho
menos debe ser un obstáculo para la extensión de la obra.
Un ejemplo de prudencia y
cuidado lo encontramos en lo que sigue.
2
Corintios 8-9
8
1Ahora,
hermanos, queremos contarles cómo se ha mostrado la bondad de Dios
en las iglesias de Macedonia. 2A pesar de las pruebas por
las que han tenido que pasar, son muy felices; y a pesar de ser muy
pobres, sus ofrendas han sido tan generosas como si fueran ricos.
3Yo soy testigo de que han ofrendado espontáneamente según
sus posibilidades, y aun más allá de ellas. Por su propia
iniciativa 4nos rogaron mucho que les permitiéramos tomar
parte en esta ayuda para el pueblo de Dios. 5Y hasta
hicieron más de lo que esperábamos, pues se ofrendaron a sí
mismos, primero al Señor y luego a nosotros, conforme a la voluntad
de Dios. 6Por eso hemos rogado a Tito que recoja entre
ustedes esta bondadosa colecta que él comenzó antes a recoger.
7Pues ustedes, que sobresalen en todo: en fe, en facilidad de
palabra, en conocimientos, en buena disposición para servir y en
amor que aprendieron de nosotros, igualmente deben sobresalir en esta
obra de caridad.
8No
les digo esto como un mandato; solamente quiero que conozcan la buena
disposición de otros, para darles a ustedes la oportunidad de
demostrar que su amor es verdadero. 9Porque ya saben
ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se
hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se
hicieran ricos.
10Por
el bien de ustedes les doy mi opinión sobre este asunto. Desde el
año pasado, no solo comenzaron ustedes a hacer algo al respecto,
sino a hacerlo con entusiasmo. 11Ahora pues, dentro de sus
posibilidades, terminen lo que han comenzado con la misma buena
disposición que mostraron al principio, cuando decidieron hacerlo.
12Porque si alguien de veras quiere dar, Dios le acepta la
ofrenda que él dé conforme a sus posibilidades. Dios no pide lo que
uno no tiene.
13No
se trata de que por ayudar a otros ustedes pasen necesidad; se trata
más bien de que haya igualdad. 14Ahora ustedes tienen lo
que a ellos les falta; en otra ocasión ellos tendrán lo que les
falte a ustedes, y de esta manera habrá igualdad. 15Como
dice la Escritura: “Ni le sobró al que había recogido mucho, ni
le faltó al que había recogido poco.”
16Gracias
a Dios que puso en el corazón de Tito la misma preocupación que yo
tengo por ustedes. 17Pues aceptó mi encargo y, como él
mismo está muy interesado en ustedes, ahora va a verlos por su
propia voluntad.
18Junto
con Tito, les envío un hermano de quien se habla muy bien en todas
las iglesias, por lo bien que ha trabajado en favor del evangelio.
19Además, las iglesias lo escogieron para que viajara con
nosotros y ayudara en esta obra de caridad que estamos haciendo para
honrar al Señor y para demostrar nuestros deseos de ayudar.
20Queremos evitar así que se nos critique a causa de esta gran
colecta que estamos recogiendo, 21y por eso procuramos
hacer lo bueno, no solo delante del Señor sino también delante de
los hombres.
22Juntamente
con aquellos, les envío otro de nuestros hermanos, que nos ha
demostrado de muchas maneras su buena disposición, y mucho más
ahora, por la gran confianza que tiene en ustedes. 23De
Tito puedo decir que es mi compañero y que trabaja conmigo para bien
de ustedes. Y acerca de los otros dos hermanos, que son enviados de
las iglesias y que honran a Cristo. 24Y para que las
iglesias lo sepan, muéstrenles ustedes que verdaderamente los aman y
que tenemos razón al estar orgullosos de ustedes.
9
1En
cuanto a la colecta para los hermanos en la fe, realmente no es
necesario que siga escribiéndoles a ustedes, 2porque ya
conozco su buena voluntad. Siempre digo con orgullo a los de
Macedonia, que desde el año pasado ustedes los de Acaya han estado
dispuestos a ayudar, y la mayoría de los de Macedonia se han animado
por la buena disposición de ustedes. 3Sin embargo, les
envío a estos hermanos para no quedar mal al sentirme tan orgulloso
de ustedes cuando hablo de este asunto. Es decir, para que de veras
estén preparados, 4no sea que algunos de Macedonia vayan
conmigo y encuentren que ustedes no lo están. Eso sería una
vergüenza para nosotros, que hemos tenido tanta confianza en
ustedes; por no hablar de la vergüenza que sería para ustedes
mismos. 5Precisamente por ello me ha parecido necesario
pedir a estos hermanos que vayan a visitarlos primero, y que los
ayuden a completar la colecta que ustedes habían prometido. Así, la
colecta de ustedes estará dispuesta como una muestra de generosidad,
y no como una muestra de tacañería.
6Acuérdense
de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho,
mucho cosecha. 7Cada uno debe dar según lo que haya
decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios
ama al que da con alegría. 8Dios puede darles a ustedes
con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre
todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de
buenas obras. 9La Escritura dice:
“Ha
dado abundantemente a los pobres,
y su
generosidad permanece para siempre.”
10Dios,
que da la semilla que se siembra y el alimento que se come, les dará
a ustedes todo lo necesario para su siembra, y la hará crecer, y
hará que la generosidad de ustedes produzca una gran cosecha.
11Así tendrán ustedes toda clase de riquezas y podrán dar
generosamente. Y la colecta que ustedes envíen por medio de
nosotros, será motivo de que los hermanos den gracias a Dios.
12Porque al llevar esta ayuda a los hermanos, no solamente les
llevamos lo que les haga falta, sino que también los movemos a dar
muchas gracias a Dios. 13Y ellos alabarán a Dios, pues
esta ayuda les demostrará que ustedes obedecen al evangelio que
profesan, al evangelio de Cristo. También ellos honrarán a Dios por
la generosa contribución de ustedes para ellos y para todos.
14Y además orarán por ustedes con mucho cariño, por la gran
bondad que Dios les ha mostrado a ustedes. 15¡Gracias a
Dios, porque nos ha hecho un regalo tan grande que no tenemos
palabras para expresarlo!
En este extenso pasaje vemos
muchas cosas. Para empezar, debería llamarnos la atención su
extensión; no hay muchos temas en el Nuevo Testamento que ocupen dos
capítulos en un desarrollo continuo. Desde un punto de vista, es una
exhortación a la generosidad, hecha con tanto cuidado y prudencia, y
con tantos reaseguros sobre cómo sería manejado el dinero, que
resulta sorprendente. Creo que es un modelo a seguir y a comparar hoy
con las prácticas comunes. También es una continuación, grosso
modo, de lo que ocurrió en Hechos 6 en relación con el cuidado que
tuvieron los apóstoles en el manejo del dinero. Dicho sea de paso,
en ningún momento se habla del diezmo aquí.
La situación que motivó este
pedido fue más bien excepcional y no algo normal de cualquier
domingo; los lectores se habían comprometido con esa contribución y
no estaban cumpliendo como prometieron. Con mucha prudencia y verdad
bíblica Pablo los llama a la generosidad; sin manipularlos, sin
criticarlos y sin acusarlos. Pablo no les impone la necesidad de
contribuir como una orden, sino como una sugerencia y mostrándoles
los beneficios que ello les reportaría. Creo que ese debe ser el
patrón a utilizar en la iglesia. Recordemos que en el capítulo
siguiente el mismo apóstol los exhorta duramente en temas
espirituales, por lo que no deberíamos tomar esta muestra de cuidado
y prudencia como “debilidad”.
Pero tengamos presentes esto:
Pablo no deja de animarlos a dar y de enseñarles las verdades
bíblicas sobre la siembra y la cosecha. Es muy común que cuando una
verdad es abusada nos pasemos al otro extremo, pero eso no es
correcto. Repito, el apóstol no tuvo ningún problema en animar a
los lectores a ofrendar, siempre dentro del marco de lo posible y lo
voluntario, pero sin dejar de mostrarles las bendiciones que ello
traería. Así como hacemos un gran mal a la iglesia si pretendemos
“exprimirla”, también lo hacemos si no le enseñamos a ser
generosos.
De nuevo, no nos olvidemos que
esta generosidad no era hacia Pablo ni iba él a recibir ninguna
parte de lo que se ofrendara ni mucho menos hacer negocios con el
dinero recibido antes de entregarlo (como ocurre a veces hoy). La
generosidad era hacia otros, que, además, no estaban tampoco bajo el
área directa de ministerio suya, porque se trataba de los cristianos
judíos, de Judea. Esto también es un ejemplo importante: es más
ético pedir dinero para otros que para uno o para la obra de uno.
El ejemplo de ofrenda son los
cristianos de Macedonia, que fueron generosos a pesar de las
dificultades económicas y luchas por las que estaban pasando. Pero
su generosidad no fue por exigencia de nadie, sino que primero “se
ofrendaron” ellos al Señor, y como consecuencia la generosidad
nació espontáneamente, o mejor dicho, motivada por el Espíritu.
La raíz del dar generosamente
está en la obra de Cristo, quien dio todo por nosotros y se colocó
voluntariamente en una situación de pobreza absoluta si lo
comparamos con su gloria en el cielo (bueno, de hecho, si no hemos
podido ver la realidad del cielo, no podemos hacer una comparación
ni siquiera lejana).
Dar es también una gracia de
Dios, y una responsabilidad, eso lo vemos en que Pablo utiliza como
argumento que ellos habían recibido muchos dones y de manera
abundante. Por ello es que no tiene problemas en pedirles que sean
generosos.
Otra verdad que vemos en el
pasaje, en el versículo 12, es la relación entre la voluntad de dar
y la aceptación de la ofrenda por parte de Dios. Recordemos, lo
importante no es dejar contento a ningún hombre ni estructura
humana, ni tampoco cumplir con ninguna meta cuantitativa de dinero,
sino que Dios esté conforme con mi ofrenda y que la reciba con
agrado. Dios no pide lo que uno no tiene, ¡de ninguna manera deben
hacerlo los hombres!
En el versículo siguiente hay
otro principio más olvidado que el anterior: la igualdad. Eso fue lo
que puso en práctica la iglesia primitiva de Jerusalén durante sus
primeros años. Aquí está muy pero muy lejos la imagen de un grupo
de líderes cristianos dándose una vida opulenta y cenando en los
restaurantes de lujo mientras el grueso de la congregación está
sufriendo para llegar a fin de mes. El principio es igualdad, que no
es igualitarismo, es decir, sacarle a algunos para darle a los vagos,
que no quieren esforzarse ni trabajar. La igualdad económica sólo
se puede buscar en una congregación cuando todos están en un mismo
nivel espiritual de búsqueda, santidad, amor y obediencia al Señor,
y disposición a trabajar y esforzarse. Y tampoco significa
empobrecimiento para algunos (los que más tienen), porque todo lo
que se da en el genuino propósito de Dios necesariamente trae
bendición y más recursos.
Desde 8:16 hasta 9:5 Pablo
expone su forma para manejar este dinero y el conjunto de personas
responsables. Esto es también muy importante: en ningún momento lo
vemos a él solo con el dinero que tenía otro destino; tampoco hay
un “tesorero de confianza”; lo que hay es un equipo de gente, y
no toda puesta por Pablo. Esto significa, en otras palabras, rendir
cuentas y permitir que otros revisen las cuentas; no hay ningún
“círculo cerrado” aquí, pero tampoco vemos a cualquiera, todos
los que estaban participando de esta colecta y administración tenían
buen testimonio, sea los que puso Pablo como los que pusieron las
iglesias. De nuevo tenemos el paralelo con la elección de los
diáconos en Hechos 6. Estos mismos principios deberían manejarse
dentro de la iglesia: buen testimonio a la vista de toda la iglesia,
gente que no sea únicamente conocidos o amigos del líder, rendir
cuentas y explicar cómo se usa el dinero.
Algo más para agregar a lo
anterior, Pablo dice “queremos evitar así que se nos critique”.
Él no sólo está haciendo las cosas bien, sino que hasta toma
precauciones “de más”, para evitar que haya sospechas o malos
entendidos. De nuevo, hay un principio valioso: toda precaución que
se tome en cuanto al manejo del dinero “es poca”, y más vale
“exagerar” que quedarse corto.
A partir de 9:6 menciona las
verdades bíblicas sobre el dar con generosidad. Repito, es necesario
enseñarlo, no es pecado y no debe obviarse porque algunos lo
exageren. Pero el dar siempre es “según lo que haya decidido en su
corazón”, es decir, según lo que el Espíritu haya hablado al
espíritu humano que debe dar. Acá nos referimos a personas
espirituales, que pueden oir genuinamente la voz del Señor; si no
fuera el caso, no tiene sentido hablar de ofrenda porque no tiene
sustancia espiritual lo que se está dando.
Hay aquí un verdadero
principio para prosperar: dar generosamente a la obra del Señor,
pero cuidado, a la verdadera obra del Señor, cuando las cosas se
hacen bien, se da cuentas y hay un propósito espiritual (es probable
que esta colecta haya sido motivada por una palabra profética), y
trae fruto para la gloria de Dios en quienes la reciben.
Pablo recurre, es cierto, a las
promesas bíblicas para avivar la generosidad de los lectores, y no
está mal. Hoy se hace algo parecido en la forma pero diferente en la
esencia, repitiendo promesas hasta el hartazgo, sin que las haya
motivado el Espíritu y además se rodea con un “cerco de
maldiciones” al que no da, o no da para lo que se pide o se atreve
a cuestionar algo; cosa que no vemos a Pablo hacer en ningún momento
(aunque de manera muy prudente menciona algo de eso). Pues bien, vale
la pena recordar lo que dijo Jeremías:
Jeremías
28.8-9
8Los
profetas que hubo en tiempos pasados, antes que naciéramos tú y yo,
anunciaron guerra, calamidad y peste contra numerosas naciones y
reinos poderosos. 9Pero cuando un profeta anuncia
prosperidad, solamente si se cumplen sus palabras se comprueba que
realmente el Señor lo envió.
Es interesante notar que si una
profecía de maldición no se cumple, eso no invalida al profeta. Es
lógico, ¡Dios no quiere ni la maldición ni la muerte de nadie!
Todas sus advertencias de castigo y problemas son en realidad un
llamado al arrepentimiento; pero como eso pocas veces ocurre,
generalmente se cumplen, pero el Padre no quiere que así sea.
Sin embargo, una promesa de
bendición no cumplida es una señal de alerta muy grande: si por
ofrendar o diezmar o pactar o cumplir con cualquier otro pedido de
dinero no ocurre la bendición prometida, si diezmando mes tras mes
no hay progreso sino más bien lo contrario, entonces las promesas
que se escuchan al momento de recoger el dinero no son verdaderas, no
las inspiró el Señor y no es un buen lugar para ofrendar la tal
iglesia. Así de simple. Las cosas de Dios funcionan, pero si eso no
ocurre, ¡pues no lo son!; al menos no para la persona en cuestión
en ese momento. Repito, las promesas que Dios da se cumplen, y eso se
ve, pero si demoran un tiempo interminable, si no hay paz, si por
cada paso que se avanza se retroceden tres, entonces es muy probable
que no sean promesas de Dios.
Por supuesto, hay otros temas a
considerar; el espíritu con el que se da la ofrenda, pecado oculto,
etc., pero cuando uno es sincero y abierto ante Dios, ofrendar
conforme a su propósito debe dar resultados.
Si la economía de la mayoría
de los hermanos en la iglesia está en problemas, el verdadero gran
problema es cómo se maneja el dinero y, mucho peor aún, cómo se
maneja la vida espiritual de las personas: si no pueden administrar
el dinero conforme el propósito del Padre, ¿cómo podrán
administrar las almas que les fueron confiadas? Por favor, ¡no
pierdas tiempo en esa iglesia!
Cuando tomamos este sencillo
principio, nos damos cuentas de que muchas congregaciones deberían
hacerse replanteos muy profundos; mientras eso no ocurra, ningún
hermano tiene la obligación de sostener vagos que utilizan las
palabras y La Palabra para manipular. Y si esto suena muy fuerte,
veamos que sigue diciendo Pablo en la misma carta a los corintios.
2
Corintios 11.1-20
1¡Ojalá
me soportaran ustedes un poco de locura! Como quiera que sea,
sopórtenme. 2Porque el celo que siento por ustedes es un
celo que viene de Dios. Yo los he comprometido en casamiento con un
solo esposo, Cristo, y quiero presentarlos ante él puros como una
virgen. 3Pero temo que, así como la serpiente engañó
con su astucia a Eva, también ustedes se dejen engañar, y que sus
pensamientos se aparten de la actitud sincera y pura hacia Cristo.
4Ustedes soportan con gusto a cualquiera que llega hablándoles
de un Jesús diferente del que nosotros les hemos predicado; y
aceptan de buena gana un espíritu diferente del Espíritu que ya
recibieron y un evangelio diferente del que ya han aceptado.
5Pues bien, yo no me siento inferior en nada a esos
superapóstoles que vinieron después. 6Aunque yo sea
torpe en mi modo de hablar, no lo soy en cuanto a conocimientos; y
esto se lo hemos demostrado a ustedes siempre y en todos nuestros
hechos.
7¿Será
que hice mal en anunciarles el evangelio de Dios sin cobrarles nada,
humillándome yo para enaltecerlos a ustedes? 8Les he
quitado su dinero a otras iglesias, al aceptar que ellos me pagaran
para poder servirles a ustedes. 9Y cuando estando entre
ustedes necesité algo, nunca fui una carga para ninguno; pues los
hermanos que llegaron de Macedonia me dieron lo que necesitaba.
Procuré no ser una carga para ustedes, y así seguiré haciéndolo.
10Tan seguro estoy de que conozco la verdad de Cristo, como de
que nadie me va a quitar este motivo de orgullo en toda la región de
Acaya. 11¿Por qué hablo así? ¿Será porque no los
quiero a ustedes? ¡Dios sabe que sí los quiero!
12Pero
voy a seguir haciendo lo que hago, para no dar oportunidad a esos que
andan buscando pretexto para tener un orgullo como el nuestro;
13pues no son más que falsos apóstoles y engañadores que se
disfrazan de apóstoles de Cristo. 14Y esto no es nada
raro, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz; 15por
eso resulta muy natural que sus servidores pretendan aparecer como
defensores de la justicia. ¡Pero habrán de terminar como sus hechos
merecen!
16Vuelvo
a decirles que nadie piense que estoy loco; pero si así lo piensan,
déjenme que les hable como un loco, para que también yo pueda
gloriarme un poco, 17aunque esta manera de gloriarme sea
más bien una locura y no palabras que el Señor apruebe. 18¡Ya
que hay tantos que se glorían de sus propios méritos, también yo
me gloriaré! 19Ustedes son muy sabios, pero soportan de
buena gana a los locos, 20y soportan también a aquellos
que los obligan a servir, que los explotan, que los engañan, que los
tratan con desprecio o que los golpean en la cara.
Para entender adecuadamente el
tenor del pasaje es necesario leer los capítulos 10 al 13 enteros.
Vemos una dura controversia contra cierto grupo de falsos ministros
que Pablo llama “superapóstoles” (12:11); evidentemente se
hacían llamar a sí mismos “apóstoles” y también evidentemente
hablaban de grandezas y cosas extraordinarias.
Del pasaje anterior
concentrémonos en los versículos 7 al 11; primero, Pablo no pidió
dinero a la iglesia naciente, y vemos más adelante que tampoco en
esta oportunidad (siendo ya una iglesia más madura) lo hizo. Según
leemos aquí, para su ministerio recibió las ofrendas de otra
iglesia que estaba en unidad espiritual con él.
Este es un punto importante,
porque a nivel del liderazgo es bastante común que se considere que
las necesidades económicas del líder (y del equipo de ministerio)
las van a suplir los hermanos con sus ofrendas y diezmos. En cierto
sentido, “es un negocio”, mientras más gente tenga, mejor va a
poder vivir. Y normalmente los hermanos también lo asumen así.
Por supuesto, es bíblico que
la iglesia sostenga a sus líderes, y que sea generosa con ellos;
hubo épocas en que a los pastores se les daban sostenimientos
paupérrimos, indignos de su ministerio. La raíz del problema está
en dónde se pone la confianza; si es la gente la que va a sostener a
sus pastores, estamos en serios problemas. Pero si la confianza está
firmemente puesta en Dios, de tal manera que los pastores estén
libres para aceptar o no el sostenimiento de las iglesias, sin tener
que meterles presión (directa o indirecta) para que ofrenden,
entonces son libres de esa atadura humana. Y eso funciona... claro,
siempre y cuando tengan un verdadero llamado de Dios. Pero volvamos
al texto.
Vemos el último versículo:
“... los obligan a servir … los explotan”; esto se refiere al
dinero, aunque no únicamente. Estos “superapóstoles” abusaban
económicamente de lo corintios, con un comportamiento muy distinto
al mencionado por Pablo. Y lo peor de todo es que la iglesia tenía
los ojos completamente velados, aceptaba esa situación como normal y
espiritual.
No voy a seguir con este
pasaje, pero repito que es muy importante leerlo todo. Vemos una
situación que no es demasiado diferente a lo que ocurre hoy. El
ministerio apostólico ha sido puesto en acción nuevamente por el
Espíritu. Pero a la par, Satanás trajo su perversión, y una de sus
favoritas es el “superapostolado”. Por su propia naturaleza, a
los apóstoles les gusta lo grande, y la gente espera (en su
naturaleza humana) que les cuenten “grandes cosas”; además, si
habla grandezas, seguramente Dios lo usa y lo aprueba (o por lo
menos, se le pueden caer algunas migajas para mí...). Con habilidad
para inventar o modificar historias (y quizás una unción genuina en
el pasado) pueden capturar el corazón de una congregación carnal.
¡Qué diferentes son las super historias que escuchamos a veces con
la historia de prisiones y dificultades del apóstol más destacado
del Nuevo Testamento! Algunos de los que tanto hablan de su propio
apostolado, ¿conocerán de verdad el ejemplo Pablo?
Lo que quiero decir es que, si
bien el ministerio apostólico es genuino, no debemos dejarnos
impresionar por las grandes historias y los “poderosos relatos”.
Ni mucho menos debemos contribuir con nuestro dinero a seguir
sosteniendo fabuladores, que no traen bendición a los hermanos sino
que los explotan. Pablo fue muy claro al respecto, ¿vamos a
disimularlo nosotros?
No es el único pasaje en el
que se relaciona la corrupción espiritual del liderazgo con el abuso
económico:
2 Pedro
2.1-3
1Hubo
también falsos profetas entre el pueblo de Israel; y así habrá
falsos maestros entre ustedes. Ellos enseñarán con disimulo sus
dañinas ideas, negando de ese modo al propio Señor que los redimió;
esto les atraerá una rápida condenación. 2Muchos los
seguirán en su vida viciosa, y por causa de ellos se hablará mal
del camino de la verdad. 3En su ambición de dinero, los
explotarán a ustedes con falsas enseñanzas; pero la condenación
los espera a ellos sin remedio, pues desde hace mucho tiempo están
sentenciados.
Judas 11
11¡Ay
de ellos!, porque han seguido el ejemplo de Caín. Por ganar dinero
se han desviado, como Balaam, y como Coré, mueren por su rebeldía.
1 Timoteo
6.3-5
3Si
alguien enseña ideas extrañas y no está de acuerdo con la sana
enseñanza de nuestro Señor Jesucristo ni con lo que enseña nuestra
religión, 4es un orgulloso que no sabe nada. Discutir es
en él como una enfermedad; y de ahí vienen envidias, discordias,
insultos, desconfianzas 5y peleas sin fin entre gente que
tiene la mente pervertida y no conoce la verdad, y que toma la
religión por una fuente de riqueza.
Juan
10.12
12pero
el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja
las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son
suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas
direcciones.
Marcos
12.40
40y
despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas
oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.”
Lucas
16.13-15
13“Ningún
sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al
otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a
Dios y a las riquezas.”
14Los
fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron todo esto y se burlaron
de Jesús. 15Jesús les dijo: “Ustedes son los que se
hacen pasar por justos delante de la gente, pero Dios conoce sus
corazones; pues lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo
aborrece.
Y podríamos buscar otras
referencias en el Antiguo Testamento, pero el objetivo es
concentrarse en lo que se dijo bajo el Nuevo Pacto.
Por supuesto, si bien no
estuvimos hablando directamente del diezmo en estos últimos
versículos, cuando se habla de algún tipo de abuso económico el
énfasis exagerado en el diezmo es quizás la manifestación más
común.
Para evitar este engaño (y que
los líderes genuinos caigan presa de él), Pablo da las indicaciones
en cuanto a los dirigentes:
1 Timoteo
3.3
3no
debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y
desinteresado en cuanto al dinero.
1 Timoteo
3.8
8Asimismo,
los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su
palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias mal
habidas.
Pero Pablo también habló
acerca de la necesidad de sostener a los obreros:
1 Timoteo
5.17-18
17Los
ancianos que gobiernan bien la iglesia deben ser doblemente
apreciados, especialmente los que se dedican a predicar y enseñar.
18Pues la Escritura dice: “No le pongas bozal al buey que
trilla.” Y también: “El trabajador tiene derecho a su paga.”
Notemos aquí que el verdadero
sentido de lo que está diciendo es que debían recibir doble
salario.
Pablo habla sobre el sostén a
los obreros, y a él mismo, en varias ocasiones, pero creo que no es
necesario abundar más en el tema porque en lo que venimos diciendo
nadie está cuestionando el derecho y la importancia de sostener a
los ministros; solo nos estamos enfocando en determinados abusos que
se cometen.
La relación del futuro líder
con el dinero es algo que la iglesia debe evaluar detenidamente antes
de nombrarlo, o de que un cristiano se mueva hacia otro liderazgo.
Puede no ser evidente en un primer momento, pero el don de
discernimiento (y la oración perseverante, por supuesto) terminarán
por sacarlo a luz.
Hechos de
los Apóstoles 8.18-23
18Simón,
al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían
las manos a la gente, les ofreció dinero, 19y les dijo:
—Denme
también a mí ese poder, para que aquel a quien yo le imponga las
manos reciba igualmente el Espíritu Santo.
20Entonces
Pedro le contestó:
—¡Que
tu dinero se condene contigo, porque has pensado comprar con dinero
lo que es un don de Dios! 21Tú no tienes ningún derecho
a recibirlo, porque delante de Dios tu corazón no es recto.
22Abandona esta maldad tuya, y ruega a Dios, para ver si te
perdona el haber pensado así. 23Porque veo que estás
lleno de amargura y que la maldad te tiene preso.
Es interesante el episodio de
Pedro con Simón el mago; si no hubiera sido por el discernimiento
del apóstol podríamos haber pensado que el pedido se debió a la
inmadurez de un nuevo creyente que venía de un trasfondo tan turbio.
Parece de una dureza desproporcionada la respuesta de Pedro, y lo
sería si no hubiera sido un discernimiento espiritual lo que tuvo.
Más adelante, hubo otra
iglesia que también pudo evitar el engaño de los falsos ministros:
Apocalipsis
2.2-3
2Yo
sé todo lo que haces; conozco tu duro trabajo y tu constancia, y sé
que no puedes soportar a los malos. También sé que has puesto a
prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y has descubierto
que son mentirosos. 3Has sido constante, y has sufrido
mucho por mi causa, sin cansarte.
También tuvo su parte mala,
pero lo que nos interesa aquí es que la iglesia no se dejó
deslumbrar por ningún título, sino que puso a prueba a los
ministros.
* * * * *
Cuando fuimos a recorrer las
páginas del Nuevo Testamento para ver qué encontrábamos respecto
del diezmo nos topamos con una serie de recomendaciones y enseñanzas
básicas, relacionadas con el tema del dinero en general y su manejo,
pero no con una extensa respuesta sobre nuestra pregunta. Y así pasa
con otros asuntos: nosotros estamos preocupados por algo, pero el
Señor está interesado en otra cosa para decirnos; ¡y eso es lo
mejor para nosotros!. Es decir, no se trata de nuestros intereses o
nuestras preocupaciones o incluso nuestras preguntas; sino de los
suyos. Por supuesto, no es que Dios nos deja sin saber (en la medida
que podamos entender las respuestas, claro) y no es que no se
preocupa por nuestras necesidades, al contrario; lo que ocurre es que
las respuestas que de verdad necesitamos muchas veces no son a las
preguntas que humanamente nos hacemos.
Si el Espíritu estuvo
preocupado en dejarnos estas enseñanzas con estos enfoques
particulares en las páginas del Nuevo Pacto, no deberíamos cambiar
nosotros el foco. Sino, estaremos “colando el mosquito y
tragándonos el camello”, tal como criticó Jesús a los
religiosos de su tiempo:
Mateo
23.23-24
23“¡Ay
de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan
para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero
no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son
la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben
hacer, sin dejar de hacer lo otro. 24¡Ustedes, guías
ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!
El énfasis actual en el diezmo
es ¡esto mismo!, exactamente la misma historia repetida, con el
agravante de que no nos encontramos más bajo las leyes de
organización del culto del Antiguo Pacto. El tiempo y atención que
se le dedican en la reunión de muchas iglesias quita del centro de
atención a muchas otras verdades bíblicas más importantes.
En definitiva, para cerrar esta
larga sección, podemos concluir con la recomendación de Pablo:
1 Timoteo
6.6-12
6Y
claro está que la religión es una fuente de gran riqueza, pero solo
para el que se contenta con lo que tiene. 7Porque nada
trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; 8si
tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por
satisfechos. 9En cambio, los que quieren hacerse ricos
caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por
muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en
la ruina y la condenación. 10Porque el amor al dinero es
raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han
desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.
11Pero
tú, hombre de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud,
de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de
humildad de corazón. 12Pelea la buena batalla de la fe;
no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por
eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos
testigos.
El amor al dinero es muy común
entre los cristianos, y suele disfrazarse de espiritualidad. A medida
que pase el tiempo y las cosas se pongan cada vez más complicadas en
el mundo, más desesperación por dinero podemos esperar de ciertos
líderes y ministerios. El abuso en la enseñanza sobre el diezmo en
definitiva oculta este problema. ¡No debemos participar en ese
engaño / autoengaño colectivo! Porque:
2 Juan
10-11
10Si
alguno va a visitarlos a ustedes y no lleva esta enseñanza, no lo
reciban en casa ni lo saluden; 11porque quien lo salude se
hará cómplice de sus malas acciones.
Si solo por “saludar” uno
ya se estaba haciendo cómplice de las falsas enseñanzas, ¡cuánto
más por participar!
¿Y
entonces, debemos o no darlo?
Primero, no hay que olvidar el
consejo de Pablo:
Romanos
14.4-8
4¿Quién
eres tú para criticar al servidor de otro? Si queda bien o queda
mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor
tiene poder para hacerlo quedar bien.
5Otro
caso: Hay quienes dan más importancia a un día que a otro, y hay
quienes creen que todos los días son iguales. Cada uno debe estar
convencido de lo que cree. 6El que guarda cierto día,
para honrar al Señor lo guarda. Y el que come de todo, para honrar
al Señor lo come, y da gracias a Dios; y el que no come ciertas
cosas, para honrar al Señor deja de comerlas, y también da gracias
a Dios.
7Ninguno
de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. 8Si
vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor
morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor
somos.
Si no hay un mandato claro e
indubitable, deberíamos aplicar este principio antes que nada: el
tema cae dentro de la libertad individual guiada por el Espíritu
Santo. Avanzar por sobre ella es un grave pecado, demasiado común
hoy día. Permitir que se avance sobre mi libertad, dada por Dios, y
que es mi ámbito de responsabilidad personal, es otro grave pecado,
también demasiado común.
Ahora bien, ¿los principios
que sustentaban la práctica del diezmo dejaron de ser válidos hoy?
¡No, para nada! ¿Podemos tomarlo como un ejemplo, una “cantidad
mínima” a dar? ¡Por supuesto que sí!
El Espíritu comenzó a
mostrarme la importancia del diezmo cuando me congregaba en una
iglesia que expresamente enseñaba que el diezmo no correspondía
para el tiempo neotestamentario. Y así, pude entenderlo como
principio, como algo voluntario, como un “piso” de cuánto
deberíamos ofrendar. Y a partir de entonces comencé a darlo.
Se podría decir que lo más
correcto es escuchar la voz del Espíritu en cada momento que nos
diga cuánto dar, cuándo darlo, cómo darlo y adónde darlo. Pero
esto es un proceso, claro; mientras tanto, el diezmo permanece como
un “piso”.
Decir que el diezmo debe ser
dado íntegramente en la congregación local, que corresponde al
pastor o liderazgo, que debe ser dado mensualmente y sin falta, en
forma de dinero únicamente; corresponde al folklore eclesiástico y
no podemos rastrearlo claramente en la Biblia. Por lo tanto, podemos
tomarlo como práctica o no, pero por cierto, no podemos enseñarlo
como doctrina, ni podemos enseñarlo como “la práctica obligatoria
para esta congregación” porque tampoco existe tal cosa en la
Biblia.
En la antigüedad el diezmo no
consistía principalmente en dinero, sino en bienes materiales. Hoy
en día, en un mundo en crisis, muchas personas pueden no tener
suficiente dinero, pero sí tiempo y capacidad para trabajar. ¿Cuánto
vale tu hora de trabajo? ¿Podrá la congregación necesitarlo? Si
tuviera que contratarlo, debería pagarlo. Yo sé que algún pastor
estará protestando por esto, diciendo que el trabajo que se ofrenda
a la iglesia es otra cosa aparte del diezmo (¿señal de avaricia?);
puede ser, pero ¿cuánto se le puede pedir a las personas que
ofrenden (tiempo, dinero, recursos)? No demasiado, es más, no nos
corresponde a nosotros exigir nada; sólo debe hacerlo el Espíritu y
nosotros ayudar a las personas a escucharlo. Entonces bien puede ser,
según los casos, que el diezmo sea entregado en horas de trabajo o
de otra forma. Pero no quiero “hacer una doctrina” de esto,
pienso que deberíamos tomarlo como una opción más de libertad en
el Espíritu.
Por otro lado, es interesante
rastrear las enseñanzas del diezmo en el Antiguo Pacto, cosa que no
vamos a hacer en este artículo; pero podemos ver que parte de él
debía ser consumido también por la familia oferente, que había que
destinarlo también a las viudas y necesitados, etc. En realidad, el
diezmo (o los varios diezmos, según algunas interpretaciones) y las
ofrendas constituían para Israel el sistema impositivo que debía
cumplir las funciones de mantener el sacerdocio, de asistencia social
a los necesitados, y, más adelante, de sostener al sistema
gubernamental. Obviamente, no es la misma realidad que tenemos hoy.
La
libertad en Cristo y la manipulación religiosa
A riesgo de hacer “psicología
barata” voy a intentar ahondar en algunas razones de la situación
actual de muchas iglesias.
En la sección anterior concluí
hablando sobre el amor al dinero como la raíz de todos los males.
Por supuesto, esto lo digo porque lo dice la Biblia y no porque
quiera ponerme personalmente como ejemplo. ¡No puedo decir que esté
absolutamente libre de él!
El amor al dinero, hasta donde
puedo entender, no es el fin último. Creo que en el fondo se trata
de la búsqueda de seguridad, la raíz de todo ser humano, aquello
que más ansiamos después de la caída. El recién nacido lo tiene
incorporado como instinto y el adulto lo ha escondido en forma de
vocación, estudio, trabajo, ahorro, familia, etc., etc. Y debemos
ser sinceros, cualquiera consideraría antinatural que una persona no
buscara su propia seguridad y supervivencia. Es más, el instinto de
autopreservación, procurar mantener la propia vida e integridad del
ser lo vemos en todo el reino de lo vivo, desde las bacterias en
adelante.
En nuestra sociedad moderna, el
dinero se ha transformado (al menos hasta la próxima gran crisis
económica mundial, hacia mitad de siglo) en la principal forma de
“seguridad” y “libertad”. Así funciona nuestro sistema
occidental que ha “conquistado” todo el mundo.
Es humanamente lógico que las
personas busquen dinero, y que procuren tener la mayor cantidad
posible. Y la Biblia no critica eso; pero sí el amor al dinero, que
traducido significa depositar en él toda nuestra expectativa de
seguridad y libertad. Y es que:
Mateo
6.24
24“Nadie
puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o
será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y
a las riquezas.
El dinero es un principado
espiritual, pero en realidad, es más que el dinero; es nuestra
seguridad en todo aquello que no sea Dios. Éste es el famoso
“Mamón”, el principado que se levanta sobre todo el mundo y casi
toda la iglesia.
Mamón tiene entrada en todas
aquellas áreas en las que no confiamos plenamente en la provisión
del Señor. Es el que inspira resignación, trabajo más allá de lo
razonable, avaricia o trampas.
El énfasis en el diezmo tiene
que ver con esto, con un liderazgo que en no confía en Dios ni en su
provisión, que no cree que el Señor realmente les va a suplir, que
no está dispuesto a contentarse con lo que tiene. No importa cuán
bonitas sean las palabras; no nos olvidemos que estamos en una época
donde los discursos engañosos se han perfeccionado al máximo.
Esa desesperanza los ha llevado
a justificar su conducta, aunque es probable que algunos de verdad se
lo crean.
Además, también es probable
que hayan llegado a pensar que pertenecen a una clase especial, que
por ser los “ungidos del Señor” (todo cristiano verdadero lo es)
pueden tomarse ciertas licencias, o tienen ciertos derechos sobre el
dinero de otros. Eso también es muy común.
Pero el verdadero problema no
es el liderazgo, porque sin seguidores, sencillamente no existiría;
¡el problema son los muchos seguidores! ¿Por qué perseveran en un
sistema que los explota y les ofrece promesas que difícilmente se
cumplen?
Supongo que en realidad ellos
quieren tener y ser lo mismo que ven en el líder (o que les hacen
ver); también hay avaricia y amor al dinero entre sus seguidores, y
creen que cumpliendo con los requisitos económicos que les indican
desde el frente lograrán alcanzar lo mismo.
Si aceptan como válido ese
modelo, potencialmente lo van a replicar, pero más allá de que lo
efectivicen o no, lo tienen en su corazón y por ello acarrean juicio
sobre sí.
Otros no están totalmente de
acuerdo con ese sistema, pero no ven otra alternativa ni conocen otra
iglesia (ni han pagado el precio de buscarla o formarla), así que
terminan sometiéndose al sistema, es decir, terminan vencidos por
él.
Cumplir con una serie de ritos
para agradar a Dios y obtener su bendición es muchísimo más fácil
que abrirse a él, buscarlo de corazón, oir la voz del Espíritu y
estar dispuestos a cambiar en todos los aspectos. Y aquí es donde el
tema del diezmo también se agarra fuertemente. Si con ese sólo acto
ya estoy cumpliendo una parte importante de mis “deberes
religiosos”, está fantástico. El resto de los deberes y
principios puede quedar en un segundo plano, y si no los cumplo
todos, no hay demasiado problema. El diezmo se transforma entonces en
el sustituto de los sacrificios del Antiguo Pacto, y la relación con
Dios sigue siendo a través de cosas externas y no con lo interno del
corazón. Hacer en vez de ser.
¿Es
lícito que un pastor o apóstol prospere económicamente?
Acá
hay un tema muy interesante. Más arriba dijimos que en décadas
pasadas era bastante común que las iglesias sostuvieran a los
pastores con limosnas, o que no los sostuvieran directamente. En
algunas iglesias del presente el péndulo osciló para el otro lado.
En un mundo regido por el dinero, que está entrando en una nueva
etapa del capitalismo en la cual el común denominador va a ser la
escasez (que también lo fue antes, solo que permaneció más
“oculto”), en donde las estructuras y los hombres que vivieron
bien gracias a ellas van a estar desesperados por seguir manteniendo
su estilo de vida, estos próximos años (¿una década?) podemos
esperar que sean especialmente críticos en cuanto a la manipulación
económica.
Finalmente,
los que persistan en ellos serán quitados de sus puestos por el
Espíritu, o la gente se terminará cansando y se irán, o no
resistirán y se dedicarán a otra cosa. Así que podemos esperar que
en no más de una década esa situación ya sea tan evidente que
cualquier cristiano sincero pueda evitarla.
Pero
no respondimos todavía la pregunta: ¿puede un líder prosperar
económicamente? Y si es así, ¿de qué forma?
Más
arriba vimos el ejemplo de Pablo; en ningún momento la Biblia exalta
a la pobreza, pero tampoco a la riqueza. Para los hijos de Dios
(líderes incluidos, ¡por supuesto!) el centro es Dios mismo y de él
fluye toda gracia y don, que necesitemos en el momento que haga falta
y para cumplir la obra que él nos da. Dentro de ese propósito puede
estar ser bendecido con mucho dinero o no. Podemos entender el
sentido de esto para los cristianos: cumplir con los propósitos
específicos de Dios para sus vidas. Y para los líderes hay algo
parecido:
1
Corintios 9.19-23
19Aunque
no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos, a fin de ganar
para Cristo el mayor número posible de personas. 20Cuando
he estado entre los judíos me he vuelto como un judío, para
ganarlos a ellos; es decir, que para ganar a los que viven bajo la
ley de Moisés, yo mismo me he puesto bajo esa ley, aunque en
realidad no estoy sujeto a ella. 21Por otra parte, para
ganar a los que no viven bajo la ley de Moisés, me he vuelto como
uno de ellos, aunque realmente estoy sujeto a la ley de Dios, ya que
estoy bajo la ley de Cristo. 22Cuando he estado con los
que son débiles en la fe, me he vuelto débil como uno de ellos,
para ganarlos también. Es decir, me he hecho igual a todos, para de
alguna manera poder salvar a algunos. 23Todo lo hago por
el evangelio, para tener parte en el mismo.
Tener
mucho dinero implica también los bienes materiales y el estilo de
vida asociado; y viceversa. Eso permite acercarse más fácilmente a
determinado grupo de personas, sean cristianos o no; entenderlos
mejor y ser aceptado por ellos como “un igual”. Es decir, tiene
un sentido cultural, misionológico si se quiere, tal como lo
expresaba Pablo.
Entonces,
la mayor o menor prosperidad económica del líder no es un sentido
absoluto, sino relativo al propósito ministerial de Dios para tal
persona.
Aún
más, Pablo muestra un ejemplo de versatilidad, al estar acostumbrado
a vivir de diversas maneras según las ocasiones y necesidades.
Filipenses
4.12-13
12Sé
lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la
abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo
mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a
no tener nada. 13A todo puedo hacerle frente, gracias a
Cristo que me fortalece.
He
escuchado bastantes predicaciones de pastores que están en una
situación económica mejor que la mía. Han predicado la Palabra de
Dios y han dicho muchas verdades. Pero difícilmente puedo recordar
haber sacado de ellas consejos y prácticas adecuadas para mi
realidad. No digo que no pueda ser así, pero sí digo que si el
líder está en una situación social y económica muy distinta a la
de sus oyentes, es difícil que pueda ministrarles en sus necesidades
actuales (a menos, claro, que él mismo haya pasado por eso y que
mantenga vivo el recuerdo).
¿Puede
prosperar un pastor? Claro, depende del llamado y ministerio de cada
uno, y de que el dinero no se le suba a la cabeza!
¿Puede
prosperar a costa de los diezmos y ofrendas? Bueno, creo que hay un
límite ahí, pero nada impide que desarrolle actividades económicas
legítimas (Pablo lo hacía muchas veces) y prospere gracias a ellas
(sin descuidar la obra). Es más, creo que en muchos casos (no en
todos) sería más útil que tuviéramos líderes que también
estuvieran trabajando en los mismo que el resto de los cristianos,
así podrían darnos mejores aplicaciones de la Palabra para nuestra
realidad. Por supuesto, también son muy útiles y necesarios los que
se dedican tiempo completo a la obra, pero de ningún modo creo que
debería ser ese el único modelo para los pastores.
No toda “prosperidad” es
genuina. Por el hecho de que las iglesias, al tener normalmente
ciertos beneficios legales e impositivos, más aún si tienen
fundaciones, pueden manejar con mucha discrecionalidad el dinero y
sin tener que someterse a controles exhaustivos por parte del fisco.
En alguna ocasión esto puede ser una tentación muy fuerte para
falsos pastores (esta vez, dicho con todas las letras) de utilizar
sus cuentas bancarias para blanquear dinero. ¡Cuidado!, esto no
significa que debamos sospechar de todos y cada uno de ellos; pero a
veces ocurre. Normalmente estos falsos ministros hablarán desde el
púlpito de “grandes bendiciones” recibidas, veremos
construcciones hechas con gran rapidez, y es posible que aparezcan
algunas caras raras (que poco tienen de cristianas) frecuentando la
oficina pastoral... Más allá de algunas “señales” posibles, se
requiere discernimiento espiritual, aunque la calidad espiritual de
tal liderazgo, y la falta de presencia de Dios llegan a ser muy
evidentes.
Para
concluir...
Gálatas
5.1
1Cristo
nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse
ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la
esclavitud.
Hemos visto que la práctica
actual del diezmo puede encerrar muchos problemas tras de sí. Repito
que generalizar es siempre injusto y nadie debe pensar que digo que
“todos son así”, pero sí es cierto que ocurre, en mayor o menor
medida, y a veces de manera muy abusiva. Más que preocuparnos por
“cazar brujas”, preocupémonos por no participar nosotros de
ninguna especie de pecado. Y recordemos que hay muchas obras genuinas
de Dios, sin mucha publicidad, que merecen nuestros recursos. Es hora
de que dejemos de construir “pequeños imperios religiosos” de
algunas personalidades.
Danilo Sorti
Rosario, enero de 2015