sábado, 24 de enero de 2015

El diezmo en el Nuevo Testamento y en la iglesia: equilibrio en la enseñanza y la práctica



Las citas están tomadas de la versión Dios Habla Hoy.

El problema

En las iglesias actuales, especialmente de orientación pentecostal o "apostólica", el asunto del diezmo se ha transformado, en la práctica, en una de las doctrinas capitales de la fe cristiana. Por supuesto, no me estoy refiriendo a lo que se dice que se cree, sino a lo que ocurre en la vida de iglesia, especialmente durante la reunión de los domingos, que constituye el modelo principal de fe y enseñanza.

Realmente creo que no es necesario abundar mucho en el tema porque cualquiera que esté en una iglesia con ese formato sabe perfectamente lo que digo.

No hace falta mucho discernimiento espiritual para darse cuenta de que por detrás se esconde el amor al dinero y / o la necesidad de mantener una gran estructura de iglesia y los estilos de vida del líder principal, su familia y allegados. Quiero ser claro; toda generalización es injusta; no en todas las iglesias existe la misma "desesperación" porque los hermanos den sus diezmos, ni por los mismos motivos, pero sí en muchas se convierte, por alguna razón, en un tema central; y no es raro que por imitación de "las grandes".

Se predica sobre él, o, mejor dicho, el momento de recogerlo tiene un mini mensaje sobre él, y hasta se llega a hacer una "ceremonia" especial de su entrega. Se lo rodea de maravillosas promesas de bendiciones para el que lo da y de horribles maldiciones para el que no (una u otra, según la congregación). ¡Y nadie discute que debe ser entregado íntegro en la iglesia a la cual se concurre!

Esto es lo importante, porque aquello que se graba en la mente de los hermanos es lo que ocupa tiempo y sobre lo cual se pone especial interés, es decir, sobre lo que se hace mucho énfasis. Repito, de poco sirve una declaración formal de la iglesia sobre qué es importante y que no, sino los énfasis que realmente ocurren.

Muchos cristianos, y especialmente, muchos NO cristianos, sienten que hay abuso y manipulación en todo el proceso, aunque no pueden afirmar que sea "anti bíblico", porque hay muchos versículos que se usan para respaldarlo, por lo que se genera una confusión. Los que la rechazan, suelen rechazar junto con ella al evangelio o, por lo menos, la vida de iglesia. Eso es terrible. Los que la aceptan, se someten a una manipulación empobrecedora. Eso es igualmente terrible, y aun peor, porque espanta a los que ven el ejemplo. No muchos, hasta ahora, pueden aceptar el evangelio sin hacer caso de esa manipulación.

¿Cuál es el verdadero enfoque que debe tener el diezmo? ¿Es una ley divina, celosamente cuidada bajo maldiciones y bendiciones, para beneficio del liderazgo de las congregaciones? ¿Qué tiene el Nuevo Testamento que decir al respecto, y qué deberíamos aceptar nosotros hoy?


La raíz: qué es doctrina para los cristianos

La visión bíblica del diezmo, que es la única autorizada, se resolvería muy fácil (así como la de muchas otras prácticas de iglesia) si entendiéramos el marco adecuado para definir qué es una doctrina, o bien, cuán prioritaria es o cuánta autoridad tiene una enseñanza dada.

Si un par de versículos bastan para definir una doctrina, estamos en un verdadero problema; mucho más aún si los sacamos de contexto; en la Biblia encontramos las palabras de Satanás, de los enemigos de Dios, de creyentes fieles en momentos de angustia, cuando dudaban de la ayuda divina ... ¿por qué no deberíamos, entonces, hacer doctrina de eso? Deberíamos también aceptar la poligamia porque hay muchos versículos que la mencionan, y hasta el mismo Dios la reglamenta en el Deuteronomio, deberíamos ofrecer toda una serie de sacrificios, por supuesto, también circuncidarnos; tampoco podríamos permitir que las hermanas ministren en las reuniones (Pablo dice en tres ocasiones que no deben hablar en público), y estaríamos en un verdadero problema con la esclavitud, porque hoy no la tenemos (legalmente, claro) pero la Biblia la menciona, y me estaba olvidando del bautismo por los muertos...

¿Es absurdo, no? Bien, podemos entender sin problemas que muchas enseñanzas tenían sentido en el contexto en el que fueron dichas, pero que hoy debemos mantener el principio que encierran y no la aplicación para ese tiempo. Si esto es tan claro en muchos temas, ¿por qué no lo es para el diezmo?

La primer consideración es sobre quién es nuestra fuente autorizada de enseñanza como cristianos. Me temo que para muchos lo sea el pastor o apóstol de su congregación, pero para los verdaderos seguidores de Cristo, sólo puede serlo la voz de, precisamente, Cristo, expresada a través del Espíritu y de la Biblia:

Juan 1.1
1 En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.

Y muchos versículos más que nos hablan acerca de Cristo como nuestra referencia autorizada. Si lo seguimos a él, es Su palabra la que determina lo que debemos creer. Entonces lo primero que deberíamos hacer es encontrar el tema en cuestión en los evangelios.

Pero no es tan sencillo:

Mateo 5.17-18
17 “No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor. 18 Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento.

Lucas 16.16-17
16“La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia acerca del reino de Dios, y a todos se les hace fuerza para que entren.
17“Es más fácil que el cielo y la tierra dejen de existir, que deje de cumplirse una sola letra de la ley.

Jesús avaló lo que hoy conocemos por Antiguo Testamento, pero no irrestrictamente, sino en un contexto de cumplimiento profético, es decir, que había cosas que debían ser realizadas (cumplidas), y una vez hecho:

Hebreos 7.18-19
18 Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil, 19 pues la ley de Moisés no perfeccionó nada, y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.

Entonces, no todo lo que leemos en el Antiguo Testamento tiene validez hoy. Para empezar, sabemos que todo lo que tiene que ver con los sacrificios, el culto y el sistema sacerdotal, no. Sirven los principios que sacamos de allí, pero no las enseñanzas literales.

Además:

Juan 16.12-13
12 “Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. 13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder.

No podemos quedarnos solamente con los Evangelios, el resto de la literatura del Nuevo Testamento, inspirada por el Espíritu, también debe ser considerada.

Hasta aquí sabemos que el Antiguo Testamento debe ser visto, para nosotros, a la luz del Nuevo, y de este debemos analizar tanto los evangelios como los otros libros.

Por supuesto que hay muchísimo más para hablar sobre el tema, no quiero hacerlo aquí por una cuestión de espacio, aunque sí una consideración más:

Mateo 19.8
8 Jesús les dijo: —Precisamente por lo tercos que son ustedes, Moisés les permitió divorciarse de su esposa; pero al principio no fue de esa manera.

La clave está en la palabra "tercos" (dureza de corazón, como es traducido literalmente): Dios ha permitido y sigue permitiendo determinadas cosas porque sabe que los creyentes no podrían hacerlo de otro modo, pero no es su perfecta voluntad (es lo que llamamos, su "voluntad permisiva"). No todo lo que esté "permitido" en la Biblia es lo que deberíamos hacer hoy, no al menos si procuramos hacer el perfecto propósito de Dios. ¡Por eso no deberías continuar leyendo este artículo si no es tu caso!

El método de interpretación bíblica aceptado como más seguro es el histórico gramatical, que tiene en cuenta el contexto, tanto del texto que rodea al versículo (y del libro y de toda la Biblia) como a la situación histórica que le dio origen. Los otros métodos, especialmente el simbólico, no pueden tener la misma autoridad, y en la práctica han servido para justificar enormes disparates.

No quiero decir que el método simbólico no sea bíblico, porque de hecho podemos leer interpretaciones en la misma Biblia en donde se aplica ese método, pero si somos sinceros, más son las que no lo aplican. Además, utilizar adecuadamente el método simbólico requiere un profundo conocimiento de las Escrituras y del sentido de los símbolos tal como allí se expresan (que es una de las principales dificultades para entender, por ejemplo, al Apocalipsis). Todas las doctrinas fundamentales (por lo menos) pueden entenderse perfectamente con una interpretación histórico gramatical.

Christian Schwarz, en su enfoque trinitario de Dios, nos muestra desde un punto de vista más amplio las tres fuentes de revelación, que se corresponden con cada una de las personas de la deidad: la creación (Dios Padre), la Biblia (Dios Hijo) y el discernimiento espiritual (Dios Espíritu Santo). Personalmente creo que es un enfoque muy importante y sumamente necesario para todos los cristianos, y ninguno debería dejar de leerlo; pero para lo que nos interesa aquí, el foco es la Palabra Escrita, porque es ella la autoridad máxima en la vida de iglesia.

Retomemos el hilo de lo que decimos. Hasta aquí tenemos las herramientas básicas para determinar la autoridad de cualquier enseñanza. Repito, hay mucho más que esto, pero creo que resumimos la esencia: primero, la interpretación correcta debe hacerse dentro del contexto histórico gramatical de cada pasaje, y segundo, una doctrina o enseñanza bíblica, para ser considerada válida, debe tener su referencia en el Antiguo Testamento, en los Evangelios y en el resto del Nuevo Testamento; y siendo más exigentes, debe estar en concordancia con el resto de las doctrinas principales de la Biblia (el Espíritu Santo no puede contradecirse a sí mismo en distintas enseñanzas).

La primera condición debería ser excluyente, cualquier interpretación simbólica o por otro método no puede ser colocada al mismo nivel que la histórica gramatical. Lo segundo y lo tercero nos determinan el grado de validez: cualquier enseñanza que no pueda rastrearse en su continuidad a través de esas tres secciones no puede tener el máximo grado de prioridad, o dicho de otra manera, debe quedar subordinada a otra que sí manifieste dicha continuidad. Recordemos; si somos cristianos la autoridad máxima en doctrina reside en el Nuevo Testamento.

Una nota para los cristianos de la Segunda Era Apostólica. No pretendo discutir el tema de la autoridad apostólica actual aquí porque excede el propósito del artículo, solamente aclarar que considero perfectamente válido y necesario al ministerio apostólico hoy (aunque no en la forma en que más comúnmente vemos) pero de ninguna manera acepto que un apóstol actual tenga autoridad para acomodar la Biblia y doctrina a su propio criterio. Ninguno de ellos puede crear nueva doctrina o hacer acomodamientos “creativos” de versículos y enseñanzas; pueden traer nueva luz y mostrarnos lo que hasta ahora no veíamos, pero no pueden salir fuera de la Biblia.

Entonces, ¿podemos rastrear la práctica del diezmo hasta la historia de la naciente iglesia?


El diezmo en el Nuevo Testamento

Es importante aclarar que lo que nos interesa no es si la iglesia del primer siglo daba el diezmo o no, o lo que pensaba al respecto (que no deja de ser importante, aunque secundario), sino lo que el Espíritu dejó escrito en las páginas del Nuevo Testamento al respecto. Y cuando buscamos la palabra "diezmo" encontramos una primera referencia en Mateo 23.23 y su paralelo, Lucas 11.42;

Mateo 23.23
23“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro.

Digamos que la referencia al diezmo no es muy positiva aquí, ni por lo que dice el versículo ni mucho menos por todo el contexto del capítulo. Más bien es mostrado como una práctica favorita de los religiosos de su época, y eso no es un buen comienzo. Ellos debían hacer eso, pero no podemos olvidar que al momento de decir estas palabras todavía Jesús no había muerto y no estaba en vigor el Nuevo Pacto. Además, no es a sus discípulos que Jesús está hablando, por lo que difícilmente podríamos tomar esta enseñanza tal cual para nosotros (a menos, claro, que queramos ser como los maestros de la ley y fariseos de la época...). Si tomáramos este pasaje para justificar el diezmo en la iglesia sería bastante "tirado de los pelos".

La otra referencia de Jesús no es mucho mejor:

Lucas 18.11-14
11El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. 12Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ 13Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!’ 14Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.”

De nuevo, la referencia al diezmo aparece asociada a la religiosidad exterior carente de verdadera vida espiritual. Tampoco me parece muy buena la referencia si queremos justificar la práctica hoy.

Hay un texto más, en Hebreos:

Hebreos 7.1-10
1Este Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Cuando Abraham regresaba de la batalla en la que había derrotado a los reyes, Melquisedec salió a su encuentro y lo bendijo; 2entonces Abraham le dio la décima parte de todo lo que había ganado en la batalla. Ante todo, hay que notar que el nombre Melquisedec significa “rey de justicia”, pero aparece también como rey de Salem, que quiere decir “rey de paz”. 3Nada se sabe de su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco se habla de su nacimiento ni de su muerte; y así, a semejanza del Hijo de Dios, es sacerdote para siempre.
4Ahora bien, fíjense qué importante era Melquisedec, que nuestro propio antepasado Abraham le dio la décima parte de lo que les había ganado a los reyes en la batalla. 5Según la ley de Moisés, los sacerdotes que son descendientes de Leví tienen el derecho de cobrarle al pueblo la décima parte de todo, a pesar de que son sus parientes y descienden de Abraham lo mismo que ellos. 6Pero Melquisedec, aunque no era descendiente de Leví, le cobró la décima parte a Abraham, que había recibido las promesas de Dios. Así Melquisedec bendijo a Abraham; 7y nadie puede negar que el que bendice es superior al bendecido. 8Aquí, en esta vida, los que cobran la décima parte son hombres mortales; pero la Escritura habla de Melquisedec como de uno que todavía vive. 9Y se puede decir que los sacerdotes que descienden de Leví, y que ahora cobran la décima parte, pagaron también la décima parte a Melquisedec al pagársela a él Abraham; 10porque, en cierto sentido, cuando Melquisedec salió al encuentro de Abraham, este llevaba ya en su cuerpo a sus descendientes que aún no habían nacido.

De nuevo, nada que tenga que ver con nosotros. Más aún, si seguimos leyendo:

Hebreos 7.11-19
11El pueblo de Israel recibió la ley basada en el sacerdocio levítico. Ahora bien, si estos sacerdotes hubieran podido hacer perfectos a los hombres, no habría sido necesario que apareciera otro sacerdote, ya no de la clase de Aarón sino de la clase de Melquisedec. 12Porque al cambiar el sacerdocio, también se tiene que cambiar la ley; 13y nuestro Señor, de quien la Escritura dice esto, pertenece a otra tribu de Israel, de la cual no ha salido ningún sacerdote. 14Porque es bien sabido que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, y Moisés no dijo nada de esa tribu cuando habló del sacerdocio.
15Y esto es aún más claro si el nuevo sacerdote que aparece es uno como Melquisedec, 16que no fue sacerdote según una ley que toma en cuenta elementos puramente humanos, sino según el poder de una vida indestructible. 17Porque esto es lo que Dios dice de él:
“Tú eres sacerdote para siempre,
de la misma clase que Melquisedec.”
18Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil, 19pues la ley de Moisés no perfeccionó nada, y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.

El sacerdocio levítico, a quien por ley le correspondía el diezmo, dejó de existir, y con él todas sus ordenanzas específicas. De nuevo, la tercer referencia que tenemos sobre el diezmo tampoco es "positiva", más bien lo presenta como parte de un sistema que ya pasó, y no se nos deja ningún mandato expreso de continuidad para la iglesia.

Y no hay más.

Si una doctrina es válida para los cristianos en la medida que es presentada en el Antiguo Testamento y validada en los Evangelios y el resto del Nuevo Testamento, claramente la enseñanza sobre el diezmo no cumple esta condición.

Algunos argumentan que el principio del diezmo es anterior a la ley mosaica, y es verdad. Pero también hay muchas cosas que vemos en los patriarcas que no practicamos hoy: no nos casamos con medio hermanos, como Abraham, ni tenemos varias esposas, ni somos nómades viviendo en tiendas, ni ponemos la mano bajo el muslo de alguien para hacer una promesa.... ¿Por qué habríamos de tomar determinadas prácticas y no otras, si fuera el caso?

Si el diezmo ocupa un lugar tan prioritario en la vida de muchas iglesias, entonces debería tener un muy buen sustento bíblico y neotestamentario; pero no lo tiene. Por otro lado, existe muchas doctrinas claramente expresadas y priorizadas en toda la Palabra que apenas se mencionan y que no influyen significativamente en la vida de los cristianos.

No importa cuantas palabras, predicaciones, maravillosas bendiciones y horrorosas maldiciones se "acumulen" alrededor del tema; se está priorizando lo que la Biblia no prioriza, y eso es herejía; de hecho, es la raíz de los errores doctrinales que más daño hacen a la iglesia debido a su extensión y aceptación. Herejía no es sólo dar una enseñanza falsa, sino también poner énfasis incorrectos.

A la luz de la revelación cristiana, ¿cómo debemos entender el tema del diezmo? ¿En qué contexto más amplio debemos ubicarlo? Además, es cierto que se menciona mucho en el Antiguo Testamento y que hay principios que se aplicaban a su práctica que siguen siendo válidos, ¿puede justificar eso la práctica actual del diezmo? Y además, si no está expresamente prohibido, ¿será que fue aceptado sin darle mayor trascendencia al tema? Antes de responder a las últimas preguntas, veamos unos cuantos pasajes del Nuevo Testamento sobre el tema del dinero y las ofrendas.


Las enseñanzas sobre la ofrenda en el Nuevo Testamento y para qué servía el diezmo

Si nos despojamos de toda la "emoción" y manipulación que hay alrededor del tema, lo más sensato es verlo a la luz del tema mayor que lo engloba: la ofrenda y el sustento de la obra de Dios, y aún más que eso, el tema del dinero. Veamos algunos pasajes:

Mateo 6
1“No hagan sus buenas obras delante de la gente solo para que los demás los vean. Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les dará ningún premio.
2“Por eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. 3Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; 4hazlo en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.
5“Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. 6Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.
7“Y al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará Dios. 8No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan, antes que se lo pidan. 9Ustedes deben orar así:
‘Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
     10     Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra,
así como se hace en el cielo.
     11     Danos hoy el pan que necesitamos.
     12     Perdónanos el mal que hemos hecho,
así como nosotros hemos perdonado
a los que nos han hecho mal.
     13     No nos expongas a la tentación,
sino líbranos del maligno.’
14“Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes; 15pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados.
16“Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. 17Tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, 18para que la gente no note que estás ayunando. Solamente lo notará tu Padre, que está en lo oculto, y tu Padre que ve en lo oculto te dará tu recompensa.
19“No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. 20Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. 21Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
22“Los ojos son la lámpara del cuerpo; así que, si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá luz; 23pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡qué negra será la oscuridad misma!
24“Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.
25“Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! 27En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
28“¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. 30Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! 31Así que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’ 32Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. 33Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. 34No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas.

Por empezar, el contexto de todo el pasaje nos habla en contra de mantener una espiritualidad "externa", de apariencias. Esto nos lleva a enfocarnos en el interior, no en lo que piensen los hombres o en cuánto aprueben o no nuestras "prácticas religiosas" sino en lo que Dios opina.

El tema del dinero aparece desde varios enfoques. Primero, cuando se ayuda económicamente a los necesitados debe ser hecho en "secreto", sin buscar aprobación pública con ello; y creo que también vale para las iglesias, no solo para individuos. Segundo, al orar debemos pedir también por los recursos económicos que necesitamos. Tercero, no tiene sentido gastar la vida en hacer riquezas terrenales, sino más bien invertir en los "negocios del Padre". Cuarto, el afán por el dinero no puede estar por encima del amor a Dios. Y para concluir con todo lo anterior, los últimos párrafos nos muestran que el enfoque correcto es primero preocuparse por el reino de Dios, por conocerlo, escuchar su voz, amarlo y obedecer su palabra, y los recursos materiales serán enviados como consecuencia de ello, sin tener que afanarnos sobremanera en conseguirlos. Claro, esto de ninguna manera significa que no debemos trabajar.

Este pasaje es clave hoy en día, y especialmente en todo el tema que se arma alrededor del diezmo. La raíz está en el amor al dinero, que en nuestras iglesias se esconde (aunque no mucho) detrás de una serie de versículos y la fuerte conexión que se enseña entre el ofrendar como forma de servir a Dios. Unido a eso se desarrolla una especie de ostentación de "las bendiciones de Dios", disfrazada como "dar testimonio de Dios a través de sus bendiciones". No es incorrecto, pero hay un límite delicado. Cuando se da mucha publicidad, o se pone en un lugar de prioridad al tema del dinero, y lo que se hace con él, o lo que se obtuvo; se está muy cerca del peligro de la ostentación que mencionó Jesús en este pasaje.

La bendición económica no consiste solo en un "ritual mágico": dar para recibir, que es de la misma naturaleza que una transacción comercial. Claramente Jesús nos enseña a orar por ello, y en otro pasaje nos dirá que debemos hacerlo perseverantemente, sin desanimarnos. Y orar implica pasar tiempo con Dios, escuchar más que hablar, y cuando lo hacemos, que sea según la guía del Espíritu. A veces habrá que llorar y a veces habrá que clamar, y otras tantas, hacer guerra espiritual. El contenido de dicha oración corresponde mostrárnoslo al Espíritu, y no será el mismo a lo largo del tiempo.

El afán por dinero y posesiones materiales que podemos ver, de manera ostentosa o de manera más sutil, como prioridad o como resignación por creer que no se conseguirá, es corregido por Jesús: más vale preocúpense primero por hacer "negocios" para el Padre, por conseguir "beneficios" espirituales, es decir, extender el reino. Claro que esto no excluye el hacer dinero, para nada, ni el prosperar económicamente o incluso llegar a ser rico; solo pone las prioridades en orden, en donde debe estar puesto nuestro amor.

Puedo testificar que fue cuando tomé decisiones espirituales o ministeriales correctas que Dios abrió nuevas puertas de bendición, y viceversa, éstas se cerraron cuando las decisiones fueron incorrectas.

Lo económico queda subordinado (¡no anulado!) a lo espiritual, no debe ocupar el lugar de Dios y no debe usarse para autopromoción pública en la iglesia.

Mateo 15.4-6
4Porque Dios dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y ‘El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte.’ 5Pero ustedes afirman que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: ‘No puedo ayudarte, porque todo lo que tengo lo he ofrecido a Dios’; 6y que cualquiera que diga esto, ya no está obligado a ayudar a su padre o a su madre. Así pues, ustedes han anulado la palabra de Dios para seguir sus propias tradiciones.

Este pasaje suele enseñarse bastante, por lo que solo quiero resaltar uno de sus aspectos: la cuestión de las prioridades. Ha sido una práctica bastante común en muchas iglesias (y lo sigue siendo en parte) y para muchos cristianos el destinar mucho dinero (además de recursos, especialmente tiempo) a la “obra del Señor” (es decir, la congregación local) y descuidar su propia familia y a ellos mismos. Todo ello bajo un manto de piedad y supuesto sacrificio para la obra.

Es cierto que Dios puede llamar a veces a alguno de sus hijos a realizar tales sacrificios, pero si es así se verá en todo momento la provisión del Señor y reinará un clima de presencia divina y bendición. Cuando hay necesidad, enfermedad, pobreza, problemas y miseria, evidentemente, no hay bendición y lo que se está dando (por encima de lo lógico) no se da realmente al Señor; en todo caso será para una congregación o para el pastor, o para hacer crecer el ego del que lo da.

La raíz del problema radica aquí en confundir la “obra de Dios” como únicamente lo que se hace en la congregación local (o en algún ministerio); y dejar todo el resto “fuera” del reino de Dios o, sino, como “de segunda”. Desde el punto de vista del liderazgo de las iglesias que funcionan así, es obvia la razón: conseguir cada vez más dinero y recursos para sostener su creciente estructura. Desde el punto de vista de los cristianos que han sido engañados, realizar una “transacción” que les garantice bendición (o les evite un castigo divino), o bien, no tener que preocuparse por ser generoso con parientes y amigos, que pueden ser bastante problemáticos.

Bien, sea por lo que sea, lo cierto es que la obra de la congregación y el ministerio de la iglesia no está antes que la familia (y por supuesto, la salud y el decoro personal). No importa cuantas ofrendas especiales, promesas, primicias, pactos, siembras y novilunios haya en la congregación, el monto total de dinero a dar tiene, obviamente, un límite; Dios lo sabe, y si no lo sabe el que está pidiéndolo desde el frente, será su problema...

Relacionado con lo anterior, encontramos otros pasajes:

Santiago 2.15-16
15Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; 16si uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran”, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve?

1 Timoteo 5.3-4
3Ayuda a las viudas que no tengan a quien recurrir. 4Pero si una viuda tiene hijos o nietos, ellos son quienes primero deben aprender a cumplir sus obligaciones con los de su propia familia y a corresponder al amor de sus padres, porque esto agrada a Dios.

No se refiere en estos pasajes específicamente al tema de la ofrenda o del diezmo, pero tienen que ver en general con el tema del dinero y de los recursos que tiene un cristiano (de donde sale el diezmo y las ofrendas); si las exigencias de la congregación llegan a ser superiores a la posibilidad de los creyentes, ¿cómo se dará cumplimiento a estos mandatos (y a muchos otros relacionados)?

Aquí también puedo testificar que durante un largo tiempo estuve bajo este engaño, lo cual generó innumerables conflictos en mi familia y a la larga obstaculizó la obra que Dios pretendía hacer con nosotros.

Y valga una aclaración respecto de la “súper fe” que tienen que tener los cristianos para “dar y esperar la provisión de Dios”:

Romanos 14.4
4¿Quién eres tú para criticar al servidor de otro? Si queda bien o queda mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor tiene poder para hacerlo quedar bien.

No corresponde desde el púlpito criticar (velada e indirectamente) la “poca fe” de los hermanos, ni exigírsela. Simplemente, corresponde dar el ejemplo. Cuando Dios respalda un sacrificio de fe (económico), entonces probablemente haya un propósito con tal persona en ese tema; pero si Dios no lo respalda, no nos preocupemos por el asunto.

¿Y qué decir en cuanto a la cantidad a dar?

Marcos 12.41-44
41Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. 42En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. 43Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
—Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; 44pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.

Una de las prácticas “folklóricas” de las iglesias latinoamericanas ocurre cuando algún predicador, en el momento de mayor emoción del mensaje, dice “¿Quién es el valiente que se atreve a ofrendar $ 1.000?” (digo $ 1.000 para referirme a una cantidad importante, según el valor nominal del dinero del país que se trate será más o menos que eso), para continuar luego bajando la cantidad; $ 500, $ 200, $ 100, hasta llegar a una cantidad “mínima”, digamos, $ 50. Este espectáculo establece una gradación entre los más “valientes y consagrados” y los menos, y deja a los pobres fuera del escenario. Pues bien, la viuda del relato de Jesús no entraba ni en la última fila. Sin embargo, recibió una alabanza de parte del Maestro que no volvemos a encontrar en otra parte.

Mientras hoy se alabaría a los ricos que “tanto colaboran para la obra”, el cielo aplaudió a una viuda cuya ofrenda alcanzaba para un puñado de harina, o menos. “Dios mira el corazón”, ¡pero de verdad! Hoy se puede repetir esa frase desde los púlpitos, para luego “decir” exactamente lo contrario con los hechos.

Ante los ojos de Dios, el valor de una ofrenda y la recompensa que merece (de parte de Dios, no de los hombres) no depende de los criterios de evaluación humanos. Por eso ha de discernirse espiritualmente cuál sea la verdadera “grandeza” en el ofrendar de cada uno. Y con respecto a eso:

Mateo 6.1-4
1“No hagan sus buenas obras delante de la gente solo para que los demás los vean. Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les dará ningún premio.
2“Por eso, cuando ayudes a los necesitados, no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente hable bien de ellos. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. 3Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo; 4hazlo en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.

Se podrá argüir que "dar limosna" no es lo mismo que dar el diezmo, es verdad, pero en el fondo se trata en ambos casos de dar dinero (o bienes) para el reino de Dios (ayudar a los necesitados también está "dentro del reino de Dios"), y de una acciones "meritorias" dentro de la comunidad de fe, y por otro lado, también había un diezmo en la antigüedad que correspondía para los necesitados.

En definitiva, no debemos hacernos propaganda con nuestra buenas obras, si es que queremos que el Padre nos recompense. Por ello, hacer público quién da su diezmo y quién no, o bien, hacer un expectáculo público el momento de dar el diezmo o la ofrenda, no está en el espíritu del evangelio. Y lo mismo vale en relación con el liderazgo de la congregación; ¿por qué querrían saber quién está dando su diezmo y quién no, sino para llevar un "control" que nada tiene de espiritual y sí de manipulación?

Romanos 12.4-8
4Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros sirven para lo mismo, 5así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros como miembros de un mismo cuerpo.
6Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que él quiso dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de profecía, hablemos según la fe que tenemos; 7si nos ha dado el don de servir a otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de enseñar, que se dedique a la enseñanza; 8el que haya recibido el don de animar a otros, que se dedique a animarlos. El que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo cuidado; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría.

1 Corintios 13.1-3
1Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. 2Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. 3Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.

Ambos pasajes se refieren a los dones espirituales y en ambos aparece el don de “dar”; en I Corintios de una manera más superlativa, llegando a empobrecerse a uno mismo o incluso entregando su propia vida. Lo importante aquí es reconocer, antes que nada, el “dar” de manera extraordinaria como un don, y esto implica que no todos lo tienen o lo manifiestan en el mismo grado (según el concepto teológico de “don espiritual” que se tenga) y la Biblia no nos autoriza a exigirlo. Simplemente, el que tiene dicho llamado, que lo ejerza; “con sencillez” como dice Romanos, es decir, sin hacer ostentación y sin poner culpa en el resto. Y tampoco el liderazgo debería “hacer ostentación” de los hermanos que tienen el don de dar, generando culpa en el resto. Ni los que no lo tienen deberían sentirse culpables por ello.

I Corintios refuerza lo anterior y agrega nuevas dimensiones; si el hecho de dar (aún la propia vida) no va acompañado de la motivación correcta (el amor) que surge del Espíritu (es decir, que tal acción fue hecha conforme a la indicación específica del Espíritu), no tiene mérito delante de Dios. Y volvemos al pasaje de la viuda pobre echando unos pocos centavos en el templo: Dios conoce los corazones, no puedo engañarlo ni debo engañarme a mí mismo.

Ahora bien, es cierto que uno de los objetivos principales de este artículo es cuestionar la manipulación que existe en torno al diezmo y el exceso de protagonismo que se da al tema del dinero en general en muchas iglesias, pero no olvidemos que la viuda pobre dio “todo” lo que tenía, y que entre los dones espirituales también está el de dar más allá de lo “razonable” y llegar a vivir voluntariamente en la pobreza, además del martirio, que implica “darse” a uno mismo. Procurando establecer una visión equilibrada del tema económico en las iglesias, no debemos tampoco impedir ni menospreciar a los que son llamados genuinamente a un gran sacrificio (¡ni rechazar el llamado nosotros, si fuera el caso!). Así como no podemos “encajonar” el obrar del Espíritu solo en relación al dinero, tampoco podemos ignorarla. Él es Dios, y hace como quiere con quien quiere.

Jamás debemos olvidar cuánto bien han hecho (y siguen haciendo) los hermanos que son llamados a ofrendar abundantemente para la obra, muchas veces no para un templo o una congregación, sino para obras de ayuda o misericordia, para necesitados o familias pobres, sin pasar necesariamente por los “canales eclesiásticos”.

La manipulación que se hace en torno al dinero no enriquece a nadie (excepto al líder y su grupo cercano, claro), sino que tarde o temprano empobrece a la iglesia. Cuando realmente se la deje libre para dar conforme la guía individual del Espíritu, y se enseñen los verdaderos principios, se desatará una enorme bendición económica, y no será necesario pedir nada porque habrá abundancia de todo y sobrará.

Hechos de los Apóstoles 11.28-30
28Y uno de ellos, llamado Agabo, puesto de pie y por inspiración del Espíritu, anunció que iba a haber una gran hambre en todo el mundo, lo cual sucedió, en efecto, en tiempos del emperador Claudio. 29Entonces los creyentes de Antioquía decidieron enviar ayuda a los hermanos que vivían en Judea, según lo que cada uno pudiera dar. 30Así lo hicieron, y por medio de Bernabé y Saulo mandaron una ofrenda a los ancianos de Judea.

Un ejemplo de lo anterior es lo que vemos aquí. Hay otros pasajes que se refieren al hecho o a otro similar. Bastó la voz del Espíritu hablando a través de un profeta para que se pusiera en marcha una gran colecta. No hizo falta ninguna campaña, ni hacer folletos especiales, ni promocionarlo domingo tras domingo desde el púlpito, ni predicar sobre el asunto; simplemente Dios habló a una iglesia que podía escucharlo y ellos obedecieron; y encontraron el dinero para hacerlo. Así de simple. En tres versículos Lucas resume el asunto. Así debe ser hoy; el Espíritu habla, una sola vez, la iglesia puede escuchar, encuentra el dinero necesario y listo.

Hechos de los Apóstoles 2.44-45
44Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí; 45vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades de cada uno.

Hechos de los Apóstoles 4.32-35
32Todos los creyentes, que eran muchos, pensaban y sentían de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solamente suyas, sino que eran de todos. 33Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos. 34No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero 35lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno.

Lo que leemos en Hechos 11, que pasó en una iglesia gentil (Antioquía) fue la continuación de lo que vivió la iglesia de Jerusalén en sus primeros tiempos (aparentemente, hacia el final del relato de Hechos eso se enfrió); el amor entre ellos era tal que aún su dinero lo daban libremente unos a otros. Lo importante aquí es el espíritu; no vemos un patrón de flujo de dinero unidireccional (de los hermanos hacia el liderazgo) sino multidireccional, de los hermanos entre sí. La enseñanza es que los recursos se usaban para ayudarse entre sí, no para edificar el sueño de un líder.

Las autoridades tenían un rol muy importante en el manejo del dinero, pero no para quedárselo sino para repartirlo.

Hechos de los Apóstoles 6.1-4
1En aquel tiempo, como el número de los creyentes iba aumentando, los de habla griega comenzaron a quejarse de los de habla hebrea, diciendo que las viudas griegas no eran bien atendidas en la distribución diaria de ayuda. 2Los doce apóstoles reunieron a todos los creyentes, y les dijeron:
—No está bien que nosotros dejemos de anunciar el mensaje de Dios para dedicarnos a la administración. 3Así que, hermanos, busquen entre ustedes siete hombres de confianza, entendidos y llenos del Espíritu Santo, para que les encarguemos estos trabajos. 4Nosotros seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios.

Cuando hubo un conflicto que involucraba dinero, y a juzgar por el tamaño de la iglesia de Jerusalén, mucho dinero, la decisión unánime de los apóstoles fue delegar el asunto y desentenderse completamente de la administración económica. No quisieron descuidar su labor espiritual enredándose en cuestiones económicas. Y tengamos presente que ni siquiera se trataba de sus propios negocios, sino de los del reino. Continuar con ese trabajo hubiera significado que, o bien le dedicaban más tiempo, o bien seguirían recibiendo críticas. Reconocieron que no les correspondía y lo delegaron, completamente.

El manejo del dinero no debe quedar centralizado en una sola persona, ni esa persona debe ser el único responsable de todas las decisiones económicas, ni mucho menos debe ser un obstáculo para la extensión de la obra.

Un ejemplo de prudencia y cuidado lo encontramos en lo que sigue.

2 Corintios 8-9
8
1Ahora, hermanos, queremos contarles cómo se ha mostrado la bondad de Dios en las iglesias de Macedonia. 2A pesar de las pruebas por las que han tenido que pasar, son muy felices; y a pesar de ser muy pobres, sus ofrendas han sido tan generosas como si fueran ricos. 3Yo soy testigo de que han ofrendado espontáneamente según sus posibilidades, y aun más allá de ellas. Por su propia iniciativa 4nos rogaron mucho que les permitiéramos tomar parte en esta ayuda para el pueblo de Dios. 5Y hasta hicieron más de lo que esperábamos, pues se ofrendaron a sí mismos, primero al Señor y luego a nosotros, conforme a la voluntad de Dios. 6Por eso hemos rogado a Tito que recoja entre ustedes esta bondadosa colecta que él comenzó antes a recoger. 7Pues ustedes, que sobresalen en todo: en fe, en facilidad de palabra, en conocimientos, en buena disposición para servir y en amor que aprendieron de nosotros, igualmente deben sobresalir en esta obra de caridad.
8No les digo esto como un mandato; solamente quiero que conozcan la buena disposición de otros, para darles a ustedes la oportunidad de demostrar que su amor es verdadero. 9Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos.
10Por el bien de ustedes les doy mi opinión sobre este asunto. Desde el año pasado, no solo comenzaron ustedes a hacer algo al respecto, sino a hacerlo con entusiasmo. 11Ahora pues, dentro de sus posibilidades, terminen lo que han comenzado con la misma buena disposición que mostraron al principio, cuando decidieron hacerlo. 12Porque si alguien de veras quiere dar, Dios le acepta la ofrenda que él dé conforme a sus posibilidades. Dios no pide lo que uno no tiene.
13No se trata de que por ayudar a otros ustedes pasen necesidad; se trata más bien de que haya igualdad. 14Ahora ustedes tienen lo que a ellos les falta; en otra ocasión ellos tendrán lo que les falte a ustedes, y de esta manera habrá igualdad. 15Como dice la Escritura: “Ni le sobró al que había recogido mucho, ni le faltó al que había recogido poco.”
16Gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma preocupación que yo tengo por ustedes. 17Pues aceptó mi encargo y, como él mismo está muy interesado en ustedes, ahora va a verlos por su propia voluntad.
18Junto con Tito, les envío un hermano de quien se habla muy bien en todas las iglesias, por lo bien que ha trabajado en favor del evangelio. 19Además, las iglesias lo escogieron para que viajara con nosotros y ayudara en esta obra de caridad que estamos haciendo para honrar al Señor y para demostrar nuestros deseos de ayudar. 20Queremos evitar así que se nos critique a causa de esta gran colecta que estamos recogiendo, 21y por eso procuramos hacer lo bueno, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres.
22Juntamente con aquellos, les envío otro de nuestros hermanos, que nos ha demostrado de muchas maneras su buena disposición, y mucho más ahora, por la gran confianza que tiene en ustedes. 23De Tito puedo decir que es mi compañero y que trabaja conmigo para bien de ustedes. Y acerca de los otros dos hermanos, que son enviados de las iglesias y que honran a Cristo. 24Y para que las iglesias lo sepan, muéstrenles ustedes que verdaderamente los aman y que tenemos razón al estar orgullosos de ustedes.
9
1En cuanto a la colecta para los hermanos en la fe, realmente no es necesario que siga escribiéndoles a ustedes, 2porque ya conozco su buena voluntad. Siempre digo con orgullo a los de Macedonia, que desde el año pasado ustedes los de Acaya han estado dispuestos a ayudar, y la mayoría de los de Macedonia se han animado por la buena disposición de ustedes. 3Sin embargo, les envío a estos hermanos para no quedar mal al sentirme tan orgulloso de ustedes cuando hablo de este asunto. Es decir, para que de veras estén preparados, 4no sea que algunos de Macedonia vayan conmigo y encuentren que ustedes no lo están. Eso sería una vergüenza para nosotros, que hemos tenido tanta confianza en ustedes; por no hablar de la vergüenza que sería para ustedes mismos. 5Precisamente por ello me ha parecido necesario pedir a estos hermanos que vayan a visitarlos primero, y que los ayuden a completar la colecta que ustedes habían prometido. Así, la colecta de ustedes estará dispuesta como una muestra de generosidad, y no como una muestra de tacañería.
6Acuérdense de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha. 7Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría. 8Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras. 9La Escritura dice:
“Ha dado abundantemente a los pobres,
y su generosidad permanece para siempre.”
10Dios, que da la semilla que se siembra y el alimento que se come, les dará a ustedes todo lo necesario para su siembra, y la hará crecer, y hará que la generosidad de ustedes produzca una gran cosecha. 11Así tendrán ustedes toda clase de riquezas y podrán dar generosamente. Y la colecta que ustedes envíen por medio de nosotros, será motivo de que los hermanos den gracias a Dios. 12Porque al llevar esta ayuda a los hermanos, no solamente les llevamos lo que les haga falta, sino que también los movemos a dar muchas gracias a Dios. 13Y ellos alabarán a Dios, pues esta ayuda les demostrará que ustedes obedecen al evangelio que profesan, al evangelio de Cristo. También ellos honrarán a Dios por la generosa contribución de ustedes para ellos y para todos. 14Y además orarán por ustedes con mucho cariño, por la gran bondad que Dios les ha mostrado a ustedes. 15¡Gracias a Dios, porque nos ha hecho un regalo tan grande que no tenemos palabras para expresarlo!

En este extenso pasaje vemos muchas cosas. Para empezar, debería llamarnos la atención su extensión; no hay muchos temas en el Nuevo Testamento que ocupen dos capítulos en un desarrollo continuo. Desde un punto de vista, es una exhortación a la generosidad, hecha con tanto cuidado y prudencia, y con tantos reaseguros sobre cómo sería manejado el dinero, que resulta sorprendente. Creo que es un modelo a seguir y a comparar hoy con las prácticas comunes. También es una continuación, grosso modo, de lo que ocurrió en Hechos 6 en relación con el cuidado que tuvieron los apóstoles en el manejo del dinero. Dicho sea de paso, en ningún momento se habla del diezmo aquí.

La situación que motivó este pedido fue más bien excepcional y no algo normal de cualquier domingo; los lectores se habían comprometido con esa contribución y no estaban cumpliendo como prometieron. Con mucha prudencia y verdad bíblica Pablo los llama a la generosidad; sin manipularlos, sin criticarlos y sin acusarlos. Pablo no les impone la necesidad de contribuir como una orden, sino como una sugerencia y mostrándoles los beneficios que ello les reportaría. Creo que ese debe ser el patrón a utilizar en la iglesia. Recordemos que en el capítulo siguiente el mismo apóstol los exhorta duramente en temas espirituales, por lo que no deberíamos tomar esta muestra de cuidado y prudencia como “debilidad”.

Pero tengamos presentes esto: Pablo no deja de animarlos a dar y de enseñarles las verdades bíblicas sobre la siembra y la cosecha. Es muy común que cuando una verdad es abusada nos pasemos al otro extremo, pero eso no es correcto. Repito, el apóstol no tuvo ningún problema en animar a los lectores a ofrendar, siempre dentro del marco de lo posible y lo voluntario, pero sin dejar de mostrarles las bendiciones que ello traería. Así como hacemos un gran mal a la iglesia si pretendemos “exprimirla”, también lo hacemos si no le enseñamos a ser generosos.

De nuevo, no nos olvidemos que esta generosidad no era hacia Pablo ni iba él a recibir ninguna parte de lo que se ofrendara ni mucho menos hacer negocios con el dinero recibido antes de entregarlo (como ocurre a veces hoy). La generosidad era hacia otros, que, además, no estaban tampoco bajo el área directa de ministerio suya, porque se trataba de los cristianos judíos, de Judea. Esto también es un ejemplo importante: es más ético pedir dinero para otros que para uno o para la obra de uno.

El ejemplo de ofrenda son los cristianos de Macedonia, que fueron generosos a pesar de las dificultades económicas y luchas por las que estaban pasando. Pero su generosidad no fue por exigencia de nadie, sino que primero “se ofrendaron” ellos al Señor, y como consecuencia la generosidad nació espontáneamente, o mejor dicho, motivada por el Espíritu.

La raíz del dar generosamente está en la obra de Cristo, quien dio todo por nosotros y se colocó voluntariamente en una situación de pobreza absoluta si lo comparamos con su gloria en el cielo (bueno, de hecho, si no hemos podido ver la realidad del cielo, no podemos hacer una comparación ni siquiera lejana).

Dar es también una gracia de Dios, y una responsabilidad, eso lo vemos en que Pablo utiliza como argumento que ellos habían recibido muchos dones y de manera abundante. Por ello es que no tiene problemas en pedirles que sean generosos.

Otra verdad que vemos en el pasaje, en el versículo 12, es la relación entre la voluntad de dar y la aceptación de la ofrenda por parte de Dios. Recordemos, lo importante no es dejar contento a ningún hombre ni estructura humana, ni tampoco cumplir con ninguna meta cuantitativa de dinero, sino que Dios esté conforme con mi ofrenda y que la reciba con agrado. Dios no pide lo que uno no tiene, ¡de ninguna manera deben hacerlo los hombres!

En el versículo siguiente hay otro principio más olvidado que el anterior: la igualdad. Eso fue lo que puso en práctica la iglesia primitiva de Jerusalén durante sus primeros años. Aquí está muy pero muy lejos la imagen de un grupo de líderes cristianos dándose una vida opulenta y cenando en los restaurantes de lujo mientras el grueso de la congregación está sufriendo para llegar a fin de mes. El principio es igualdad, que no es igualitarismo, es decir, sacarle a algunos para darle a los vagos, que no quieren esforzarse ni trabajar. La igualdad económica sólo se puede buscar en una congregación cuando todos están en un mismo nivel espiritual de búsqueda, santidad, amor y obediencia al Señor, y disposición a trabajar y esforzarse. Y tampoco significa empobrecimiento para algunos (los que más tienen), porque todo lo que se da en el genuino propósito de Dios necesariamente trae bendición y más recursos.

Desde 8:16 hasta 9:5 Pablo expone su forma para manejar este dinero y el conjunto de personas responsables. Esto es también muy importante: en ningún momento lo vemos a él solo con el dinero que tenía otro destino; tampoco hay un “tesorero de confianza”; lo que hay es un equipo de gente, y no toda puesta por Pablo. Esto significa, en otras palabras, rendir cuentas y permitir que otros revisen las cuentas; no hay ningún “círculo cerrado” aquí, pero tampoco vemos a cualquiera, todos los que estaban participando de esta colecta y administración tenían buen testimonio, sea los que puso Pablo como los que pusieron las iglesias. De nuevo tenemos el paralelo con la elección de los diáconos en Hechos 6. Estos mismos principios deberían manejarse dentro de la iglesia: buen testimonio a la vista de toda la iglesia, gente que no sea únicamente conocidos o amigos del líder, rendir cuentas y explicar cómo se usa el dinero.

Algo más para agregar a lo anterior, Pablo dice “queremos evitar así que se nos critique”. Él no sólo está haciendo las cosas bien, sino que hasta toma precauciones “de más”, para evitar que haya sospechas o malos entendidos. De nuevo, hay un principio valioso: toda precaución que se tome en cuanto al manejo del dinero “es poca”, y más vale “exagerar” que quedarse corto.

A partir de 9:6 menciona las verdades bíblicas sobre el dar con generosidad. Repito, es necesario enseñarlo, no es pecado y no debe obviarse porque algunos lo exageren. Pero el dar siempre es “según lo que haya decidido en su corazón”, es decir, según lo que el Espíritu haya hablado al espíritu humano que debe dar. Acá nos referimos a personas espirituales, que pueden oir genuinamente la voz del Señor; si no fuera el caso, no tiene sentido hablar de ofrenda porque no tiene sustancia espiritual lo que se está dando.

Hay aquí un verdadero principio para prosperar: dar generosamente a la obra del Señor, pero cuidado, a la verdadera obra del Señor, cuando las cosas se hacen bien, se da cuentas y hay un propósito espiritual (es probable que esta colecta haya sido motivada por una palabra profética), y trae fruto para la gloria de Dios en quienes la reciben.

Pablo recurre, es cierto, a las promesas bíblicas para avivar la generosidad de los lectores, y no está mal. Hoy se hace algo parecido en la forma pero diferente en la esencia, repitiendo promesas hasta el hartazgo, sin que las haya motivado el Espíritu y además se rodea con un “cerco de maldiciones” al que no da, o no da para lo que se pide o se atreve a cuestionar algo; cosa que no vemos a Pablo hacer en ningún momento (aunque de manera muy prudente menciona algo de eso). Pues bien, vale la pena recordar lo que dijo Jeremías:

Jeremías 28.8-9
8Los profetas que hubo en tiempos pasados, antes que naciéramos tú y yo, anunciaron guerra, calamidad y peste contra numerosas naciones y reinos poderosos. 9Pero cuando un profeta anuncia prosperidad, solamente si se cumplen sus palabras se comprueba que realmente el Señor lo envió.

Es interesante notar que si una profecía de maldición no se cumple, eso no invalida al profeta. Es lógico, ¡Dios no quiere ni la maldición ni la muerte de nadie! Todas sus advertencias de castigo y problemas son en realidad un llamado al arrepentimiento; pero como eso pocas veces ocurre, generalmente se cumplen, pero el Padre no quiere que así sea.

Sin embargo, una promesa de bendición no cumplida es una señal de alerta muy grande: si por ofrendar o diezmar o pactar o cumplir con cualquier otro pedido de dinero no ocurre la bendición prometida, si diezmando mes tras mes no hay progreso sino más bien lo contrario, entonces las promesas que se escuchan al momento de recoger el dinero no son verdaderas, no las inspiró el Señor y no es un buen lugar para ofrendar la tal iglesia. Así de simple. Las cosas de Dios funcionan, pero si eso no ocurre, ¡pues no lo son!; al menos no para la persona en cuestión en ese momento. Repito, las promesas que Dios da se cumplen, y eso se ve, pero si demoran un tiempo interminable, si no hay paz, si por cada paso que se avanza se retroceden tres, entonces es muy probable que no sean promesas de Dios.

Por supuesto, hay otros temas a considerar; el espíritu con el que se da la ofrenda, pecado oculto, etc., pero cuando uno es sincero y abierto ante Dios, ofrendar conforme a su propósito debe dar resultados.

Si la economía de la mayoría de los hermanos en la iglesia está en problemas, el verdadero gran problema es cómo se maneja el dinero y, mucho peor aún, cómo se maneja la vida espiritual de las personas: si no pueden administrar el dinero conforme el propósito del Padre, ¿cómo podrán administrar las almas que les fueron confiadas? Por favor, ¡no pierdas tiempo en esa iglesia!

Cuando tomamos este sencillo principio, nos damos cuentas de que muchas congregaciones deberían hacerse replanteos muy profundos; mientras eso no ocurra, ningún hermano tiene la obligación de sostener vagos que utilizan las palabras y La Palabra para manipular. Y si esto suena muy fuerte, veamos que sigue diciendo Pablo en la misma carta a los corintios.

2 Corintios 11.1-20
1¡Ojalá me soportaran ustedes un poco de locura! Como quiera que sea, sopórtenme. 2Porque el celo que siento por ustedes es un celo que viene de Dios. Yo los he comprometido en casamiento con un solo esposo, Cristo, y quiero presentarlos ante él puros como una virgen. 3Pero temo que, así como la serpiente engañó con su astucia a Eva, también ustedes se dejen engañar, y que sus pensamientos se aparten de la actitud sincera y pura hacia Cristo. 4Ustedes soportan con gusto a cualquiera que llega hablándoles de un Jesús diferente del que nosotros les hemos predicado; y aceptan de buena gana un espíritu diferente del Espíritu que ya recibieron y un evangelio diferente del que ya han aceptado. 5Pues bien, yo no me siento inferior en nada a esos superapóstoles que vinieron después. 6Aunque yo sea torpe en mi modo de hablar, no lo soy en cuanto a conocimientos; y esto se lo hemos demostrado a ustedes siempre y en todos nuestros hechos.
7¿Será que hice mal en anunciarles el evangelio de Dios sin cobrarles nada, humillándome yo para enaltecerlos a ustedes? 8Les he quitado su dinero a otras iglesias, al aceptar que ellos me pagaran para poder servirles a ustedes. 9Y cuando estando entre ustedes necesité algo, nunca fui una carga para ninguno; pues los hermanos que llegaron de Macedonia me dieron lo que necesitaba. Procuré no ser una carga para ustedes, y así seguiré haciéndolo. 10Tan seguro estoy de que conozco la verdad de Cristo, como de que nadie me va a quitar este motivo de orgullo en toda la región de Acaya. 11¿Por qué hablo así? ¿Será porque no los quiero a ustedes? ¡Dios sabe que sí los quiero!
12Pero voy a seguir haciendo lo que hago, para no dar oportunidad a esos que andan buscando pretexto para tener un orgullo como el nuestro; 13pues no son más que falsos apóstoles y engañadores que se disfrazan de apóstoles de Cristo. 14Y esto no es nada raro, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz; 15por eso resulta muy natural que sus servidores pretendan aparecer como defensores de la justicia. ¡Pero habrán de terminar como sus hechos merecen!
16Vuelvo a decirles que nadie piense que estoy loco; pero si así lo piensan, déjenme que les hable como un loco, para que también yo pueda gloriarme un poco, 17aunque esta manera de gloriarme sea más bien una locura y no palabras que el Señor apruebe. 18¡Ya que hay tantos que se glorían de sus propios méritos, también yo me gloriaré! 19Ustedes son muy sabios, pero soportan de buena gana a los locos, 20y soportan también a aquellos que los obligan a servir, que los explotan, que los engañan, que los tratan con desprecio o que los golpean en la cara.


Para entender adecuadamente el tenor del pasaje es necesario leer los capítulos 10 al 13 enteros. Vemos una dura controversia contra cierto grupo de falsos ministros que Pablo llama “superapóstoles” (12:11); evidentemente se hacían llamar a sí mismos “apóstoles” y también evidentemente hablaban de grandezas y cosas extraordinarias.

Del pasaje anterior concentrémonos en los versículos 7 al 11; primero, Pablo no pidió dinero a la iglesia naciente, y vemos más adelante que tampoco en esta oportunidad (siendo ya una iglesia más madura) lo hizo. Según leemos aquí, para su ministerio recibió las ofrendas de otra iglesia que estaba en unidad espiritual con él.

Este es un punto importante, porque a nivel del liderazgo es bastante común que se considere que las necesidades económicas del líder (y del equipo de ministerio) las van a suplir los hermanos con sus ofrendas y diezmos. En cierto sentido, “es un negocio”, mientras más gente tenga, mejor va a poder vivir. Y normalmente los hermanos también lo asumen así.

Por supuesto, es bíblico que la iglesia sostenga a sus líderes, y que sea generosa con ellos; hubo épocas en que a los pastores se les daban sostenimientos paupérrimos, indignos de su ministerio. La raíz del problema está en dónde se pone la confianza; si es la gente la que va a sostener a sus pastores, estamos en serios problemas. Pero si la confianza está firmemente puesta en Dios, de tal manera que los pastores estén libres para aceptar o no el sostenimiento de las iglesias, sin tener que meterles presión (directa o indirecta) para que ofrenden, entonces son libres de esa atadura humana. Y eso funciona... claro, siempre y cuando tengan un verdadero llamado de Dios. Pero volvamos al texto.

Vemos el último versículo: “... los obligan a servir … los explotan”; esto se refiere al dinero, aunque no únicamente. Estos “superapóstoles” abusaban económicamente de lo corintios, con un comportamiento muy distinto al mencionado por Pablo. Y lo peor de todo es que la iglesia tenía los ojos completamente velados, aceptaba esa situación como normal y espiritual.

No voy a seguir con este pasaje, pero repito que es muy importante leerlo todo. Vemos una situación que no es demasiado diferente a lo que ocurre hoy. El ministerio apostólico ha sido puesto en acción nuevamente por el Espíritu. Pero a la par, Satanás trajo su perversión, y una de sus favoritas es el “superapostolado”. Por su propia naturaleza, a los apóstoles les gusta lo grande, y la gente espera (en su naturaleza humana) que les cuenten “grandes cosas”; además, si habla grandezas, seguramente Dios lo usa y lo aprueba (o por lo menos, se le pueden caer algunas migajas para mí...). Con habilidad para inventar o modificar historias (y quizás una unción genuina en el pasado) pueden capturar el corazón de una congregación carnal. ¡Qué diferentes son las super historias que escuchamos a veces con la historia de prisiones y dificultades del apóstol más destacado del Nuevo Testamento! Algunos de los que tanto hablan de su propio apostolado, ¿conocerán de verdad el ejemplo Pablo?

Lo que quiero decir es que, si bien el ministerio apostólico es genuino, no debemos dejarnos impresionar por las grandes historias y los “poderosos relatos”. Ni mucho menos debemos contribuir con nuestro dinero a seguir sosteniendo fabuladores, que no traen bendición a los hermanos sino que los explotan. Pablo fue muy claro al respecto, ¿vamos a disimularlo nosotros?

No es el único pasaje en el que se relaciona la corrupción espiritual del liderazgo con el abuso económico:

2 Pedro 2.1-3
1Hubo también falsos profetas entre el pueblo de Israel; y así habrá falsos maestros entre ustedes. Ellos enseñarán con disimulo sus dañinas ideas, negando de ese modo al propio Señor que los redimió; esto les atraerá una rápida condenación. 2Muchos los seguirán en su vida viciosa, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad. 3En su ambición de dinero, los explotarán a ustedes con falsas enseñanzas; pero la condenación los espera a ellos sin remedio, pues desde hace mucho tiempo están sentenciados.

Judas 11
11¡Ay de ellos!, porque han seguido el ejemplo de Caín. Por ganar dinero se han desviado, como Balaam, y como Coré, mueren por su rebeldía.

1 Timoteo 6.3-5
3Si alguien enseña ideas extrañas y no está de acuerdo con la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo ni con lo que enseña nuestra religión, 4es un orgulloso que no sabe nada. Discutir es en él como una enfermedad; y de ahí vienen envidias, discordias, insultos, desconfianzas 5y peleas sin fin entre gente que tiene la mente pervertida y no conoce la verdad, y que toma la religión por una fuente de riqueza.

Juan 10.12
12pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones.

Marcos 12.40
40y despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.”

Lucas 16.13-15
13“Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.”
14Los fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron todo esto y se burlaron de Jesús. 15Jesús les dijo: “Ustedes son los que se hacen pasar por justos delante de la gente, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece.

Y podríamos buscar otras referencias en el Antiguo Testamento, pero el objetivo es concentrarse en lo que se dijo bajo el Nuevo Pacto.

Por supuesto, si bien no estuvimos hablando directamente del diezmo en estos últimos versículos, cuando se habla de algún tipo de abuso económico el énfasis exagerado en el diezmo es quizás la manifestación más común.

Para evitar este engaño (y que los líderes genuinos caigan presa de él), Pablo da las indicaciones en cuanto a los dirigentes:

1 Timoteo 3.3
3no debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado en cuanto al dinero.

1 Timoteo 3.8
8Asimismo, los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias mal habidas.

Pero Pablo también habló acerca de la necesidad de sostener a los obreros:

1 Timoteo 5.17-18
17Los ancianos que gobiernan bien la iglesia deben ser doblemente apreciados, especialmente los que se dedican a predicar y enseñar. 18Pues la Escritura dice: “No le pongas bozal al buey que trilla.” Y también: “El trabajador tiene derecho a su paga.”

Notemos aquí que el verdadero sentido de lo que está diciendo es que debían recibir doble salario.

Pablo habla sobre el sostén a los obreros, y a él mismo, en varias ocasiones, pero creo que no es necesario abundar más en el tema porque en lo que venimos diciendo nadie está cuestionando el derecho y la importancia de sostener a los ministros; solo nos estamos enfocando en determinados abusos que se cometen.

La relación del futuro líder con el dinero es algo que la iglesia debe evaluar detenidamente antes de nombrarlo, o de que un cristiano se mueva hacia otro liderazgo. Puede no ser evidente en un primer momento, pero el don de discernimiento (y la oración perseverante, por supuesto) terminarán por sacarlo a luz.

Hechos de los Apóstoles 8.18-23
18Simón, al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían las manos a la gente, les ofreció dinero, 19y les dijo:
—Denme también a mí ese poder, para que aquel a quien yo le imponga las manos reciba igualmente el Espíritu Santo.
20Entonces Pedro le contestó:
—¡Que tu dinero se condene contigo, porque has pensado comprar con dinero lo que es un don de Dios! 21Tú no tienes ningún derecho a recibirlo, porque delante de Dios tu corazón no es recto. 22Abandona esta maldad tuya, y ruega a Dios, para ver si te perdona el haber pensado así. 23Porque veo que estás lleno de amargura y que la maldad te tiene preso.

Es interesante el episodio de Pedro con Simón el mago; si no hubiera sido por el discernimiento del apóstol podríamos haber pensado que el pedido se debió a la inmadurez de un nuevo creyente que venía de un trasfondo tan turbio. Parece de una dureza desproporcionada la respuesta de Pedro, y lo sería si no hubiera sido un discernimiento espiritual lo que tuvo.

Más adelante, hubo otra iglesia que también pudo evitar el engaño de los falsos ministros:

Apocalipsis 2.2-3
2Yo sé todo lo que haces; conozco tu duro trabajo y tu constancia, y sé que no puedes soportar a los malos. También sé que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y has descubierto que son mentirosos. 3Has sido constante, y has sufrido mucho por mi causa, sin cansarte.

También tuvo su parte mala, pero lo que nos interesa aquí es que la iglesia no se dejó deslumbrar por ningún título, sino que puso a prueba a los ministros.

* * * * *

Cuando fuimos a recorrer las páginas del Nuevo Testamento para ver qué encontrábamos respecto del diezmo nos topamos con una serie de recomendaciones y enseñanzas básicas, relacionadas con el tema del dinero en general y su manejo, pero no con una extensa respuesta sobre nuestra pregunta. Y así pasa con otros asuntos: nosotros estamos preocupados por algo, pero el Señor está interesado en otra cosa para decirnos; ¡y eso es lo mejor para nosotros!. Es decir, no se trata de nuestros intereses o nuestras preocupaciones o incluso nuestras preguntas; sino de los suyos. Por supuesto, no es que Dios nos deja sin saber (en la medida que podamos entender las respuestas, claro) y no es que no se preocupa por nuestras necesidades, al contrario; lo que ocurre es que las respuestas que de verdad necesitamos muchas veces no son a las preguntas que humanamente nos hacemos.

Si el Espíritu estuvo preocupado en dejarnos estas enseñanzas con estos enfoques particulares en las páginas del Nuevo Pacto, no deberíamos cambiar nosotros el foco. Sino, estaremos “colando el mosquito y tragándonos el camello”, tal como criticó Jesús a los religiosos de su tiempo:

Mateo 23.23-24
23“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro. 24¡Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

El énfasis actual en el diezmo es ¡esto mismo!, exactamente la misma historia repetida, con el agravante de que no nos encontramos más bajo las leyes de organización del culto del Antiguo Pacto. El tiempo y atención que se le dedican en la reunión de muchas iglesias quita del centro de atención a muchas otras verdades bíblicas más importantes.

En definitiva, para cerrar esta larga sección, podemos concluir con la recomendación de Pablo:

1 Timoteo 6.6-12
6Y claro está que la religión es una fuente de gran riqueza, pero solo para el que se contenta con lo que tiene. 7Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; 8si tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. 9En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. 10Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.
11Pero tú, hombre de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de humildad de corazón. 12Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos testigos.

El amor al dinero es muy común entre los cristianos, y suele disfrazarse de espiritualidad. A medida que pase el tiempo y las cosas se pongan cada vez más complicadas en el mundo, más desesperación por dinero podemos esperar de ciertos líderes y ministerios. El abuso en la enseñanza sobre el diezmo en definitiva oculta este problema. ¡No debemos participar en ese engaño / autoengaño colectivo! Porque:

2 Juan 10-11
10Si alguno va a visitarlos a ustedes y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni lo saluden; 11porque quien lo salude se hará cómplice de sus malas acciones.

Si solo por “saludar” uno ya se estaba haciendo cómplice de las falsas enseñanzas, ¡cuánto más por participar!


¿Y entonces, debemos o no darlo?

Primero, no hay que olvidar el consejo de Pablo:

Romanos 14.4-8
4¿Quién eres tú para criticar al servidor de otro? Si queda bien o queda mal, es asunto de su propio amo. Pero quedará bien, porque el Señor tiene poder para hacerlo quedar bien.
5Otro caso: Hay quienes dan más importancia a un día que a otro, y hay quienes creen que todos los días son iguales. Cada uno debe estar convencido de lo que cree. 6El que guarda cierto día, para honrar al Señor lo guarda. Y el que come de todo, para honrar al Señor lo come, y da gracias a Dios; y el que no come ciertas cosas, para honrar al Señor deja de comerlas, y también da gracias a Dios.
7Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. 8Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos.

Si no hay un mandato claro e indubitable, deberíamos aplicar este principio antes que nada: el tema cae dentro de la libertad individual guiada por el Espíritu Santo. Avanzar por sobre ella es un grave pecado, demasiado común hoy día. Permitir que se avance sobre mi libertad, dada por Dios, y que es mi ámbito de responsabilidad personal, es otro grave pecado, también demasiado común.

Ahora bien, ¿los principios que sustentaban la práctica del diezmo dejaron de ser válidos hoy? ¡No, para nada! ¿Podemos tomarlo como un ejemplo, una “cantidad mínima” a dar? ¡Por supuesto que sí!

El Espíritu comenzó a mostrarme la importancia del diezmo cuando me congregaba en una iglesia que expresamente enseñaba que el diezmo no correspondía para el tiempo neotestamentario. Y así, pude entenderlo como principio, como algo voluntario, como un “piso” de cuánto deberíamos ofrendar. Y a partir de entonces comencé a darlo.

Se podría decir que lo más correcto es escuchar la voz del Espíritu en cada momento que nos diga cuánto dar, cuándo darlo, cómo darlo y adónde darlo. Pero esto es un proceso, claro; mientras tanto, el diezmo permanece como un “piso”.

Decir que el diezmo debe ser dado íntegramente en la congregación local, que corresponde al pastor o liderazgo, que debe ser dado mensualmente y sin falta, en forma de dinero únicamente; corresponde al folklore eclesiástico y no podemos rastrearlo claramente en la Biblia. Por lo tanto, podemos tomarlo como práctica o no, pero por cierto, no podemos enseñarlo como doctrina, ni podemos enseñarlo como “la práctica obligatoria para esta congregación” porque tampoco existe tal cosa en la Biblia.

En la antigüedad el diezmo no consistía principalmente en dinero, sino en bienes materiales. Hoy en día, en un mundo en crisis, muchas personas pueden no tener suficiente dinero, pero sí tiempo y capacidad para trabajar. ¿Cuánto vale tu hora de trabajo? ¿Podrá la congregación necesitarlo? Si tuviera que contratarlo, debería pagarlo. Yo sé que algún pastor estará protestando por esto, diciendo que el trabajo que se ofrenda a la iglesia es otra cosa aparte del diezmo (¿señal de avaricia?); puede ser, pero ¿cuánto se le puede pedir a las personas que ofrenden (tiempo, dinero, recursos)? No demasiado, es más, no nos corresponde a nosotros exigir nada; sólo debe hacerlo el Espíritu y nosotros ayudar a las personas a escucharlo. Entonces bien puede ser, según los casos, que el diezmo sea entregado en horas de trabajo o de otra forma. Pero no quiero “hacer una doctrina” de esto, pienso que deberíamos tomarlo como una opción más de libertad en el Espíritu.

Por otro lado, es interesante rastrear las enseñanzas del diezmo en el Antiguo Pacto, cosa que no vamos a hacer en este artículo; pero podemos ver que parte de él debía ser consumido también por la familia oferente, que había que destinarlo también a las viudas y necesitados, etc. En realidad, el diezmo (o los varios diezmos, según algunas interpretaciones) y las ofrendas constituían para Israel el sistema impositivo que debía cumplir las funciones de mantener el sacerdocio, de asistencia social a los necesitados, y, más adelante, de sostener al sistema gubernamental. Obviamente, no es la misma realidad que tenemos hoy.


La libertad en Cristo y la manipulación religiosa

A riesgo de hacer “psicología barata” voy a intentar ahondar en algunas razones de la situación actual de muchas iglesias.

En la sección anterior concluí hablando sobre el amor al dinero como la raíz de todos los males. Por supuesto, esto lo digo porque lo dice la Biblia y no porque quiera ponerme personalmente como ejemplo. ¡No puedo decir que esté absolutamente libre de él!

El amor al dinero, hasta donde puedo entender, no es el fin último. Creo que en el fondo se trata de la búsqueda de seguridad, la raíz de todo ser humano, aquello que más ansiamos después de la caída. El recién nacido lo tiene incorporado como instinto y el adulto lo ha escondido en forma de vocación, estudio, trabajo, ahorro, familia, etc., etc. Y debemos ser sinceros, cualquiera consideraría antinatural que una persona no buscara su propia seguridad y supervivencia. Es más, el instinto de autopreservación, procurar mantener la propia vida e integridad del ser lo vemos en todo el reino de lo vivo, desde las bacterias en adelante.

En nuestra sociedad moderna, el dinero se ha transformado (al menos hasta la próxima gran crisis económica mundial, hacia mitad de siglo) en la principal forma de “seguridad” y “libertad”. Así funciona nuestro sistema occidental que ha “conquistado” todo el mundo.

Es humanamente lógico que las personas busquen dinero, y que procuren tener la mayor cantidad posible. Y la Biblia no critica eso; pero sí el amor al dinero, que traducido significa depositar en él toda nuestra expectativa de seguridad y libertad. Y es que:

Mateo 6.24
24“Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.

El dinero es un principado espiritual, pero en realidad, es más que el dinero; es nuestra seguridad en todo aquello que no sea Dios. Éste es el famoso “Mamón”, el principado que se levanta sobre todo el mundo y casi toda la iglesia.

Mamón tiene entrada en todas aquellas áreas en las que no confiamos plenamente en la provisión del Señor. Es el que inspira resignación, trabajo más allá de lo razonable, avaricia o trampas.

El énfasis en el diezmo tiene que ver con esto, con un liderazgo que en no confía en Dios ni en su provisión, que no cree que el Señor realmente les va a suplir, que no está dispuesto a contentarse con lo que tiene. No importa cuán bonitas sean las palabras; no nos olvidemos que estamos en una época donde los discursos engañosos se han perfeccionado al máximo.

Esa desesperanza los ha llevado a justificar su conducta, aunque es probable que algunos de verdad se lo crean.

Además, también es probable que hayan llegado a pensar que pertenecen a una clase especial, que por ser los “ungidos del Señor” (todo cristiano verdadero lo es) pueden tomarse ciertas licencias, o tienen ciertos derechos sobre el dinero de otros. Eso también es muy común.

Pero el verdadero problema no es el liderazgo, porque sin seguidores, sencillamente no existiría; ¡el problema son los muchos seguidores! ¿Por qué perseveran en un sistema que los explota y les ofrece promesas que difícilmente se cumplen?

Supongo que en realidad ellos quieren tener y ser lo mismo que ven en el líder (o que les hacen ver); también hay avaricia y amor al dinero entre sus seguidores, y creen que cumpliendo con los requisitos económicos que les indican desde el frente lograrán alcanzar lo mismo.

Si aceptan como válido ese modelo, potencialmente lo van a replicar, pero más allá de que lo efectivicen o no, lo tienen en su corazón y por ello acarrean juicio sobre sí.

Otros no están totalmente de acuerdo con ese sistema, pero no ven otra alternativa ni conocen otra iglesia (ni han pagado el precio de buscarla o formarla), así que terminan sometiéndose al sistema, es decir, terminan vencidos por él.

Cumplir con una serie de ritos para agradar a Dios y obtener su bendición es muchísimo más fácil que abrirse a él, buscarlo de corazón, oir la voz del Espíritu y estar dispuestos a cambiar en todos los aspectos. Y aquí es donde el tema del diezmo también se agarra fuertemente. Si con ese sólo acto ya estoy cumpliendo una parte importante de mis “deberes religiosos”, está fantástico. El resto de los deberes y principios puede quedar en un segundo plano, y si no los cumplo todos, no hay demasiado problema. El diezmo se transforma entonces en el sustituto de los sacrificios del Antiguo Pacto, y la relación con Dios sigue siendo a través de cosas externas y no con lo interno del corazón. Hacer en vez de ser.


¿Es lícito que un pastor o apóstol prospere económicamente?

Acá hay un tema muy interesante. Más arriba dijimos que en décadas pasadas era bastante común que las iglesias sostuvieran a los pastores con limosnas, o que no los sostuvieran directamente. En algunas iglesias del presente el péndulo osciló para el otro lado. En un mundo regido por el dinero, que está entrando en una nueva etapa del capitalismo en la cual el común denominador va a ser la escasez (que también lo fue antes, solo que permaneció más “oculto”), en donde las estructuras y los hombres que vivieron bien gracias a ellas van a estar desesperados por seguir manteniendo su estilo de vida, estos próximos años (¿una década?) podemos esperar que sean especialmente críticos en cuanto a la manipulación económica.

Finalmente, los que persistan en ellos serán quitados de sus puestos por el Espíritu, o la gente se terminará cansando y se irán, o no resistirán y se dedicarán a otra cosa. Así que podemos esperar que en no más de una década esa situación ya sea tan evidente que cualquier cristiano sincero pueda evitarla.

Pero no respondimos todavía la pregunta: ¿puede un líder prosperar económicamente? Y si es así, ¿de qué forma?

Más arriba vimos el ejemplo de Pablo; en ningún momento la Biblia exalta a la pobreza, pero tampoco a la riqueza. Para los hijos de Dios (líderes incluidos, ¡por supuesto!) el centro es Dios mismo y de él fluye toda gracia y don, que necesitemos en el momento que haga falta y para cumplir la obra que él nos da. Dentro de ese propósito puede estar ser bendecido con mucho dinero o no. Podemos entender el sentido de esto para los cristianos: cumplir con los propósitos específicos de Dios para sus vidas. Y para los líderes hay algo parecido:

1 Corintios 9.19-23
19Aunque no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos, a fin de ganar para Cristo el mayor número posible de personas. 20Cuando he estado entre los judíos me he vuelto como un judío, para ganarlos a ellos; es decir, que para ganar a los que viven bajo la ley de Moisés, yo mismo me he puesto bajo esa ley, aunque en realidad no estoy sujeto a ella. 21Por otra parte, para ganar a los que no viven bajo la ley de Moisés, me he vuelto como uno de ellos, aunque realmente estoy sujeto a la ley de Dios, ya que estoy bajo la ley de Cristo. 22Cuando he estado con los que son débiles en la fe, me he vuelto débil como uno de ellos, para ganarlos también. Es decir, me he hecho igual a todos, para de alguna manera poder salvar a algunos. 23Todo lo hago por el evangelio, para tener parte en el mismo.

Tener mucho dinero implica también los bienes materiales y el estilo de vida asociado; y viceversa. Eso permite acercarse más fácilmente a determinado grupo de personas, sean cristianos o no; entenderlos mejor y ser aceptado por ellos como “un igual”. Es decir, tiene un sentido cultural, misionológico si se quiere, tal como lo expresaba Pablo.

Entonces, la mayor o menor prosperidad económica del líder no es un sentido absoluto, sino relativo al propósito ministerial de Dios para tal persona.

Aún más, Pablo muestra un ejemplo de versatilidad, al estar acostumbrado a vivir de diversas maneras según las ocasiones y necesidades.

Filipenses 4.12-13
12Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. 13A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.

He escuchado bastantes predicaciones de pastores que están en una situación económica mejor que la mía. Han predicado la Palabra de Dios y han dicho muchas verdades. Pero difícilmente puedo recordar haber sacado de ellas consejos y prácticas adecuadas para mi realidad. No digo que no pueda ser así, pero sí digo que si el líder está en una situación social y económica muy distinta a la de sus oyentes, es difícil que pueda ministrarles en sus necesidades actuales (a menos, claro, que él mismo haya pasado por eso y que mantenga vivo el recuerdo).

¿Puede prosperar un pastor? Claro, depende del llamado y ministerio de cada uno, y de que el dinero no se le suba a la cabeza!

¿Puede prosperar a costa de los diezmos y ofrendas? Bueno, creo que hay un límite ahí, pero nada impide que desarrolle actividades económicas legítimas (Pablo lo hacía muchas veces) y prospere gracias a ellas (sin descuidar la obra). Es más, creo que en muchos casos (no en todos) sería más útil que tuviéramos líderes que también estuvieran trabajando en los mismo que el resto de los cristianos, así podrían darnos mejores aplicaciones de la Palabra para nuestra realidad. Por supuesto, también son muy útiles y necesarios los que se dedican tiempo completo a la obra, pero de ningún modo creo que debería ser ese el único modelo para los pastores.

No toda “prosperidad” es genuina. Por el hecho de que las iglesias, al tener normalmente ciertos beneficios legales e impositivos, más aún si tienen fundaciones, pueden manejar con mucha discrecionalidad el dinero y sin tener que someterse a controles exhaustivos por parte del fisco. En alguna ocasión esto puede ser una tentación muy fuerte para falsos pastores (esta vez, dicho con todas las letras) de utilizar sus cuentas bancarias para blanquear dinero. ¡Cuidado!, esto no significa que debamos sospechar de todos y cada uno de ellos; pero a veces ocurre. Normalmente estos falsos ministros hablarán desde el púlpito de “grandes bendiciones” recibidas, veremos construcciones hechas con gran rapidez, y es posible que aparezcan algunas caras raras (que poco tienen de cristianas) frecuentando la oficina pastoral... Más allá de algunas “señales” posibles, se requiere discernimiento espiritual, aunque la calidad espiritual de tal liderazgo, y la falta de presencia de Dios llegan a ser muy evidentes.

Para concluir...

Gálatas 5.1
1Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.

Hemos visto que la práctica actual del diezmo puede encerrar muchos problemas tras de sí. Repito que generalizar es siempre injusto y nadie debe pensar que digo que “todos son así”, pero sí es cierto que ocurre, en mayor o menor medida, y a veces de manera muy abusiva. Más que preocuparnos por “cazar brujas”, preocupémonos por no participar nosotros de ninguna especie de pecado. Y recordemos que hay muchas obras genuinas de Dios, sin mucha publicidad, que merecen nuestros recursos. Es hora de que dejemos de construir “pequeños imperios religiosos” de algunas personalidades.

Danilo Sorti
Rosario, enero de 2015