viernes, 30 de marzo de 2018

446. ¿Quién es el que está prometiendo algo?


2 Samuel 15:1-7a RVC
1 Algún tiempo después, Absalón se hizo de carros de combate y de caballos, y de cincuenta hombres que marchaban al frente de él.
2 Todas las mañanas se levantaba y se ponía a un lado del camino, junto a la puerta de la ciudad, y a quien acudía al rey para resolver un pleito o para pedir justicia, lo llamaba y le preguntaba: «¿Tú, de qué ciudad vienes?» Si el interrogado respondía: «Tu siervo es de una de las tribus de Israel»,
3 Absalón le decía: «Tus razones son buenas y justas, pero de parte del rey no tienes quién te oiga.»
4 Incluso añadía: «¡Cómo quisiera ser el juez de este país! ¡Así, los que tuvieran algún pleito o negocio vendrían a verme, y yo les haría justicia!»
5 Y si alguien se acercaba y se inclinaba ante él, Absalón le tendía los brazos y lo besaba.
6 Esto lo hacía con todos los israelitas que acudían al rey para que les hiciera justicia, y así se iba ganando la buena voluntad del pueblo de Israel.
7 Así pasaron cuatro años …

No sabemos si el pueblo de Israel estaba completamente al tanto de la historia de Absalón; es probable, porque la “proto Internet” viene funcionando muy bien desde hace milenios, especialmente en comunidades relativamente pequeñas… Me estoy refiriendo a la cadena de chismes y rumores, claro.

Leyendo la historia es perspectiva resultaban claras las intenciones de Absalón, aunque por lo visto no fue así para el pueblo. ¡Precisamente por eso el Espíritu nos dejó tanta historia escrita! Se supone que debemos entender lo que pasó como un “patrón”, un modelo que nos debería llamar la atención sobre situaciones similares que están pasando hoy.

Eclesiastés 1:9-10 RVC
9 ¿Qué es lo que antes fue? ¡Lo mismo que habrá de ser! ¿Qué es lo que ha sido hecho? ¡Lo mismo que habrá de hacerse! ¡Y no hay nada nuevo bajo el sol!
10 No hay nada de lo que pueda decirse: «¡Miren, aquí hay algo nuevo!», porque eso ya existía mucho antes que nosotros.

Por supuesto que, en sentido absoluto, cada momento histórico es único e irrepetible en todos sus detalles, pero en un sentido general, los procesos humanos fundamentales que le dan sentido se han repetido ya muchas veces y resultan bastante predecibles. Las corrientes historiográficas actuales seculares difícilmente aceptan eso; además, la enseñanza de la historia se ha reducido significativamente en la escuela media: alumnos que no “saben” leer historia son adultos “sin pasado” a los que fácilmente se les puede hacer creer que acabamos de inventar la pólvora… Los relatos bíblicos a veces pueden parecer muy sencillos, pero han sido escritos para todo tipo de personas, por lo que no debemos esperar que sean artículos científicos.

Bueno, pero ellos también tenían historias de engaños y sediciones en su acervo cultural, si querían, también podían hurgar en ellas.

David era un héroe nacional para Judá pero las relaciones con las otras tribus de Israel nunca habían sido muy buenas, así que ya había una enemistad de base para aprovechar y Absalón lo hizo astutamente.

Ninguna sociedad es homogénea, inevitablemente hay, por lo menos enemistadas, cuando no profundas divisiones y odios enconados. La sociedad argentina, a pesar de su historia tan escasa que hasta resulta “irrisoria” para pueblos milenarios, es un clarísimo ejemplo de profunda división que, curiosamente, no tiene raíces en divisiones étnicas sino ideológicas, filosóficas. Sea como sea, siempre hay divisiones para “aprovechar”, siempre hay odios o resentimientos generacionales o actuales; es propio del ser humano.

“Absalón se hizo de carros de combate y de caballos, y de cincuenta hombres que marchaban al frente de él.” El número es ínfimo si lo comparamos con el ejército israelita, probablemente de más de un millón de hombres, o al menos de 800.000; pero suficiente como para impresionar “de uno en uno” a los que se acercaban a él. Los que “rodean” a una persona son muy importantes para generar su prestigio, basta con tener algunos “bien pagos” para empezar a generar una imagen positiva, y una vez que esto inicia, se forma una “bola de nieve”.

“Todas las mañanas”, indica que el tipo tenía un solo objetivo en mente y se iba a concentrar en cumplirlo. “… se ponía a un lado del camino, junto a la puerta de la ciudad”, este es un lugar estratégico, por donde pasaría la gente objetivo de su engaño y lo suficientemente lejos de la parte más concurrida de la ciudad donde hubiera sido fácilmente descubierto y reprendido.

“…a quien acudía al rey para resolver un pleito o para pedir justicia, lo llamaba…” Aquí tenemos gente angustiada, que probablemente había recorrido un largo camino y estaba frustrada porque los tribunales locales no le habían hecho justicia (por eso tenía que acudir al rey) o tenía un pleito con alguien muy poderoso. A esos, particularmente cansados y angustiados, Absalón se dirigía.

“Si el interrogado respondía: «Tu siervo es de una de las tribus de Israel», Absalón le decía:…” Antes de desarrollar su plan obtenía la información que necesitaba y se cuidaba muy bien de no hablar con la persona incorrecta, para no ser descubierto.

“«Tus razones son buenas y justas, pero de parte del rey no tienes quién te oiga.» … Absalón le tendía los brazos y lo besaba … y así se iba ganando la buena voluntad del pueblo de Israel.” A través de palabras y gestos, dándole la razón a la persona, se ganó el corazón de la gente angustiada que llegaba; pero necesariamente tuvo que hacerlo “a costa” de la imagen del rey, es decir, para armar su propia plataforma política tuvo que ensuciar a su padre. No podemos saber si lo que dijo fue totalmente equivocado, pero sirvió para su objetivo. Ahora bien, notemos que la gente, frustrada y cansada, que se acercaba a Jerusalén para obtener justicia se volvió para su casa SIN haberlo logrado, sin haber visto al rey, más frustrados, cansados y enojados, pero contentos porque tenían la promesa de un futuro mejor de mano de un rey que sí se preocuparía por ellos.

“Así pasaron cuatro años”; fue una estrategia larga, ¿por qué su padre no lo confrontó? Es casi imposible que durante ese tiempo no se hubiera enterado de lo que hacía, pero sabemos que David tenía debilidad por sus hijos, nunca fue un buen padre, al menos no confrontándolos cuando hacía falta, y este descuido resultó fatal.

Por la misericordia divina no hubo muchas muertes en la rebelión, pero el trauma que generó en la nación mantuvo demasiado viva la división entre Judá y las otras tribus, y estallaría en tiempos del nieto de David, Roboam.

Por otro lado, es evidente la inteligencia y astucia de Absalón, tenía un gran talento que hubiera sido de gran bendición puesto al servicio del Pueblo de Dios.

Como sabemos del relato bíblico, esto pasó como parte del juicio de Dios por el asesinato de Urías el heteo, así que, aunque todas las condiciones estuvieran dadas y todo el proceso fuera “lógico” y perfectamente posible, sin el permiso divino no habría sucedido. Así que tenemos aquí dos enseñanzas importantes, por un lado, la dinámica del engaño “político”, que podemos ver repetida hoy en diversos ámbitos, y por otro el entendimiento de que tal cosa sólo puede ocurrir cuando hay un juicio divino pendiente sobre la nación.

La historia fue escrita para nuestra advertencia; “sencilla” para que cualquiera con un poco de esfuerzo pueda entenderla y aplicarla al presente, necesaria a medida que el tiempo de la manifestación del Hombre de Engaño se acerca y, por lo tanto, muchos “hombres” de engaño han aparecido. ¡Gracias Señor por abrir nuestros ojos!


Danilo Sorti



445. “¿A ti qué? Tú sígueme.”


Juan 21:20-23 RVC
20 Al volverse Pedro, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y que le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te entregará?»
21 Cuando Pedro lo vio, le dijo a Jesús: «Señor, ¿y éste, qué?»
22 Jesús le dijo: «Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
23 De allí surgió la idea entre los hermanos de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría. Sólo le dijo: «Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»


Generalmente hemos interpretado estas palabras del Señor como una exhortación a ocuparnos de nuestros propios asuntos y no entrometernos en los planes divinos para nuestros hermanos, y creo que es una interpretación muy adecuada. Pero también creo que podemos sacar algo más de este pasaje, porque aquí tenemos un interrogante respecto del futuro y una respuesta que también tiene que ver con el porvenir.

Pedro acababa de ser restaurado por el Señor luego de su triple negación, y es maravilloso como Jesucristo buscó el momento adecuado y se tomó el tiempo necesario para hacerlo; no tenemos muchos registros de lo que pasó en el tiempo entre Su resurrección y ascensión, en realidad, hay demasiado poco para un hecho tan sorprendente como hablar con el Vencedor Resucitado, y por eso los breves relatos que sí están registrados se vuelven tan importantes.

Entre ellos figura la restauración de Pedro, enmarcada en un fuerte contexto “temporal”, ¿por qué? Primero, sabemos que Pedro había sido comisionado como líder del grupo y pionero en abrir las puertas del Evangelio a judíos, samaritanos y gentiles, aunque él todavía no lo sabía con claridad. El desarrollo más temprano de la Iglesia dependía, por así decirlo, de Pedro, y junto con él, ¡el resto de la historia! Sin Pedro no tendríamos Iglesia, y aunque la iglesia católica exagere su rol a un lugar de autoridad que nunca leemos en las Escrituras, no debemos dejar de reconocerlo.

Pero ese Pedro frustrado y arrepentido ya había “dictado sentencia” sobre sí mismo, se había declarado culpable e indigno, y había “vuelto” al pasado: su viejo oficio de pescador. Pedro había cambiado su futuro.

Pero Jesucristo apareció, y con mucho tacto y a la vez claridad le permitió retractarse públicamente: ¡le devolvió el futuro que una vez le había prometido, cuando por primera vez lo encontró en la barca! Y claro, Dios es Dios, ¡no hay nada imposible para Él!

Pero en ese futuro que le devuelve el Señor también le aclara la forma en que habría de morir; finalmente Pedro tendría la oportunidad de demostrar su amor y fidelidad al Señor siguiéndolo por el mismo camino: el sentimiento de su corazón era genuino, sólo que no tenía todavía el poder para cumplirlo, pero más adelante sí, aunque, según cuenta la historia, cuando al final llegó el momento, había logrado tal nivel de humildad que hasta se consideró indigno de morir de la misma forma que su Señor y pidió ser crucificado cabeza para abajo.

Pero volvamos a esa escena tan pacífica en la playa; habiendo recibido y entendido la noticia de su futura muerte, tiene curiosidad por saber lo que pasaría con otro de sus compañeros más cercanos, Juan: «Señor, ¿y éste, qué?». Esa era una pregunta respecto del futuro, en realidad del “último” futuro de su amigo, del momento de su muerte. Lo cierto es que Juan tendría el ministerio más largo de todos los doce y partiría de muerte natural, pero no era la oportunidad de revelar eso, ¿podría entender y aceptar Pedro que Juan no siguiera el mismo camino? ¿Por qué él tendría que sufrir y el otro no? Sin dudas que Dios es quien tiene el derecho pleno de decidir sobre nuestro destino, pero en la práctica resulta difícil aceptar destinos muy diferentes para nuestros hermanos.

Pedro fue comisionado en los versículos anteriores a cuidar de sus hermanos, y resultó el primer pastor de la naciente iglesia. Se le reveló algo de su futuro, no todo, y no se le reveló nada de lo que ocurriría con otro de los líderes más importantes del grupo, Juan. Sencillamente, debía cumplir su trabajo “sin preocuparse” por qué pasaría al final.

Un poco después, en una circunstancia muy distinta, nos encontramos con algo parecido:

Hechos 1:6-8 RVC
6 Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: «Señor, ¿vas a devolverle a Israel el reino en este tiempo?»
7 Y él les respondió: «No les toca a ustedes saber el tiempo ni el momento, que son del dominio del Padre.
8 Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»

¿Qué hubieran pensado ellos si Jesús les hubiera anunciados las vicisitudes, sufrimientos y angustias que habría de pasar su pueblo durante los dos mil años siguientes? ¿Cómo habrían podido recibir esas noticias? Pero, ¿no habrían alterado su ministerio y fundamentalmente su enfoque durante los próximos y decisivos años? Yo creo que sí. Ellos no podían recibir, ni siquiera entender, la historia que hasta resulta difícil para nosotros, que la tenemos escrita en los libros.

¿Jesús los engañó por ocultarles esa verdad? No, Él tiene el derecho de decirnos lo que necesitamos y podemos saber, y tiene el derecho de ocultarnos lo que no necesitamos saber, no podríamos entender o tolerar. Y Él tiene también el derecho de decirlos lo que tenemos que hacer, POR MÁS QUE, al no saber todo el panorama completo ni todo lo que vendrá, estemos haciéndolo con algunas ideas o motivaciones erradas. Yo creo que muchas cosas no se hubieran hecho si los cristianos hubieran conocido “toda” la verdad.

Los cristianos del primer siglo esperaban que Jesucristo regresara durante ese tiempo, y aunque el Señor nunca dijo que vendría en, por ejemplo, diez o veinte años, tampoco lo negó. Esa esperanza probablemente fue uno de los motores de la expansión del cristianismo durante ese tiempo y debió tener una connotación política: Jesucristo no solo los había liberado del poder espiritual del pecado, transformado sus vidas y dado una esperanza para la vida eterna, sino que también les prometía un reino terrenal de justicia y paz. Este “nuevo” kyrios fue visto como un competidor por el emperador, que entendió la dimensión política del cristianismo.

Pero esa esperanza no fue cumplida para ellos, aunque el cristianismo siguió expandiéndose y llegó a conquistar el mismo corazón del imperio. Mientras tanto, sirvió en parte de “motor” de la evangelización. ¿Los engañó Dios? Más bien, Sus planes están por encima de lo que podemos ver y entender, a veces, por más que nos esforcemos en esta vida.

¿Y qué si Dios nos manda a construir algo que sólo durará un breve tiempo? ¿O a trabajar con objetivos últimos que solo Él conoce? “Tú sígueme” le dijo a Pedro, y nada más. Lo cierto es que, con el correr del tiempo, más le fue revelado, en la medida que caminó con Cristo, pero llegó al fin de sus días sin tener todas las respuestas ni mucho menos haber visto el resultado completo de su trabajo. Con todo, cumplió su labor fielmente.

¿Qué va a pasar en el futuro? Dios nos muestra, y mucho más en estos tiempos, pero no necesariamente todo lo que quisiéramos saber, nos basta con lo que nos es dado, no menos que eso ni tampoco más.


Danilo Sorti


444. ¡¡Señor escúchame!!


Salmos 86:1-3 RVC
1 Señor, inclina tu oído y escúchame, pues me encuentro afligido y necesitado.
2 Sálvame la vida, pues te soy fiel. Dios mío, salva a tu siervo, que en ti confía.
3 Señor, ten misericordia de mí, porque a ti clamo todo el día.

Podemos relacionarnos con Dios de distintas formas, ya que Él es “muchas cosas” para nosotros. Según cómo sea “nuestro Dios” así nos comportaremos con Él y nos relacionaremos.

Para algunos Dios es el Jefe exigente de la Empresa, y se esfuerzan en cumplir con su trabajo y hasta hacen horas extra para tener alguna bendición más. Para otros Dios es el Padre Amoroso y simplemente disfrutan de Su presencia y sus regalos. Para otros, Dios es el Formador, y aceptan las dificultades y problemas como parte del proceso. Algunos tienen un Dios misionero y se dedican a propagar el Evangelio en las naciones, otros tienen un Dios Ganador de almas, y se esfuerzan por la evangelización, y así mucho más…

Eso no está mal, aunque Dios no está circunscripto a nada de eso, nosotros no podemos entender TODO lo que Dios es, y tampoco se nos exige que lo hagamos. Pero podemos avanzar hacia una comprensión más integral, o al menos, que no le falten algunos aspectos fundamentales.

Según nuestros dones y llamados particulares comprendemos mejor alguna faceta de Dios, y así obramos y enseñamos, pero hay algunas experiencias comunes, que todos los seres humanos tenemos, y que nos “obligan” por eso mismo a que todos debamos entender esas facetas fundamentales.

Y sin dudas una de ellas es la de estar “afligido y necesitado”, como dice el salmistas. ¡Cuánto hay escrito en la Biblia al respecto, y cuán común resulta esa experiencia! Todos pasamos por esa experiencia pero hay muchas “distracciones” que nos hacen “olvidarla”, me refiero a diversas formas de pensar o doctrinas según las cuales debemos esforzarnos por conseguir algo, o no estamos orando lo suficiente, o no tenemos suficiente fe, o es un momento de lucha espiritual, o es el problema de la falta de comunión, o tenemos que cambiar nuestra mentalidad de esclavo, o dejar algún pecado, o algo por el estilo. Y lo cierto es que cada uno de esos pensamientos tiene algo de verdad, o mejor dicho, cada uno de ellos puede ser verdadero en alguna circunstancia.

Pero si solamente nos concentramos en esas cosas “para hacer” cuando estamos pasando una necesidad nos quedamos con la mitad de la verdad y, al final, frustrados. Cuando leo la Biblia me encuentro muchas veces con estos clamores, y aunque también a veces nos encontramos con la razón el sufrimiento, ¡el clamor sigue estando!

Hermanos, “no nos olvidemos” de clamar a Dios en nuestra necesidad, no dejemos que nuestro conocimiento o las revelaciones que hayamos tenido a lo largo de la vida nos “quiten” esta acción tan sencilla, tan básica y por ello, frecuentemente menospreciada, de clamar a Dios en medio de las aflicciones y necesidades, sean cuales sean: desde las mayores y más desesperantes, hasta las menores y casi desapercibidas.

Leemos algunas condiciones en el Salmo 86: fidelidad, confianza, clamor continuo. Si Satanás trae recuerdo de los pecados, el salmista dice:

Salmos 86:5 RVC
5 Tú, Señor, eres bondadoso y sabes perdonar; ¡grande es tu misericordia para los que te invocan!

En realidad, Satanás “trae” el recuerdo del pecado cuando ya el Espíritu Santo ha estado obrando y trayendo convicción, lo cual nos genera culpa y arrepentimiento, pero el Adversario exacerba esa culpa y “oculta” la posibilidad de arrepentimiento, de tal manera que se genera un sentimiento muy negativo que no conduce a nada, y fundamentalmente, no produce clamor confiado.

Si hemos tratado de buscar ayuda en los hermanos, amigos o familia infructuosamente, el salmista dice:

Salmos 86:6 RVC
6 Señor, escucha mi oración y atiende a la voz de mis súplicas.

Puede ser que ellos fallen, y lo suelen hacer, pero no Dios.

Si las circunstancias nos cerraron como un cerco y terminamos presos en la angustia de nuestros errores o ignorancia:

Salmos 86:7 RVC
7 Cuando me encuentro angustiado, te llamo porque tú me respondes.

Cuando “buscamos ayuda” en algunos “dioses” de este siglo, como el estudio o la capacidad intelectual propia, la buena planificación y estrategia, los contactos comerciales, los procedimientos burocráticos, el dinero o lo que fuera, y esos “dioses” nos fallaron, entonces:

Salmos 86:8 RVC
8 Señor, no hay entre los dioses otro como tú, ni hay obras que se comparen con tus obras.

Cuando nos damos cuenta de que en realidad hay poderes por encima de nuestra nación que manejan los destinos de las personas, que pueden aplastar naciones y someterlas como quieran, entonces:

Salmos 86:9-10 RVC
9 Todas las naciones que tú, Señor, has creado vendrán y se postrarán delante de ti y glorificarán tu nombre,
10 porque sólo tú eres Dios; tú eres grande, y haces maravillas.

Si entendimos que nuestra ignorancia y consecuente inconstancia nos hizo fallar:

Salmos 86:11 RVC
11 Enséñame, Señor, tu camino, para que camine yo en tu verdad. Dale firmeza a mi corazón, para que siempre tema tu nombre.

Cuando nuestra adoración fue parcial, imperfecta, incompleta:

Salmos 86:12 RVC
12 Señor y Dios mío, yo te alabaré con todo el corazón, y por siempre glorificaré tu nombre.

En realidad, hubiéramos caído ya hace rato en la desgracia total, pero:

Salmos 86:13 RVC
13 Grande es tu misericordia para conmigo, pues me has librado de caer en el sepulcro.

Cuando entendemos que verdaderamente hay enemigos que acechan contra nosotros, muchas veces escondidos, podemos clamar:

Salmos 86:14 RVC
14 Dios mío, gente soberbia se levanta contra mí; gente violenta hace planes para quitarme la vida. Son gente que no te toma en cuenta.

Y, cuando nos damos cuenta de que lo que pasamos tiene directamente que ver con nuestros pecados, que no habíamos reconocido hasta ahora, podemos decir:

Salmos 86:15 RVC
15 Pero tú, Señor, eres un Dios compasivo y clemente, lento para la ira, pero grande en misericordia y verdad.

Sea lo que sea que estemos atravesando, sin importar cuánto podamos “racionalizar” nuestra situación y encontrar explicaciones y caminos de solución, nunca debemos dejar de humillarnos delante de Dios y clamar por Su ayuda:

Salmos 86:16-17 RVC
16 ¡Dígnate mirarme, y ten misericordia de mí! ¡Lléname de tu poder, pues soy tu siervo! ¡Protégeme, pues soy el hijo de tu sierva!
17 ¡Dame una prueba de tu bondad! ¡Que sean avergonzados los que me odian al ver que tú, Señor, me ayudas y me consuelas!


Danilo Sorti


443. Ha llegado el rumor, y Guesén lo confirma…


Nehemías 6:1-9 RVC
1 »Cuando Sambalat, Tobías, Guesén el árabe, y nuestros otros enemigos supieron que habíamos terminado de reconstruir las murallas, y que se habían tapiado todas sus brechas (aunque aún no habíamos colocado las puertas de madera),
2 me mandaron un mensaje que decía: “Queremos reunirnos contigo en alguna de las aldeas del campo de Onó.” »En realidad, lo que ellos querían era hacerme daño,
3 así que mandé a decirles: “No me es posible ir, porque estoy en medio de una gran obra. Si fuera yo a reunirme con ustedes, el trabajo se detendría.”
4 Y aunque ellos insistieron hasta cuatro veces, mi respuesta fue siempre la misma.
5 »Pero Sambalat insistió una quinta vez, y me envió a un criado suyo con una carta abierta,
6 la cual decía: “Ha llegado a nuestras ciudades el rumor, y Guesén lo confirma, de que los judíos y tú piensan rebelarse, y que por eso estás reconstruyendo las murallas de Jerusalén. Según este rumor, tienes la intención de proclamarte rey,
7 y hasta te has rodeado de profetas para que proclamen en Jerusalén que Judá ya tiene rey. Ten cuidado, porque esto puede llegar a oídos del rey. Así que ven a hablar con nosotros, para aclarar este asunto.”
8 »Yo le respondí: “Esto que dices no es verdad. Tú mismo lo has inventado.”
9 »Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración. »Dios mío, ¡fortalece mis manos!


Nehemías tuvo que enfrentar varios ardides “políticos” en su ministerio de restauración, pero ya había sido preparado para eso durante su tiempo en la corte del rey.

Notemos que en todo el libro de Nehemías no vemos guerras, a diferencia de lo que encontramos en los libros históricos anteriores. A pesar de las tensiones internas y de que casi hubo un conflicto armado, nada sucedió. Y es inevitable pensar que la autoridad superior del imperio ponía un freno a muchos de los problemas que podían aparecer entre los pueblos.

Un tiempo atrás hablamos en una serie de artículos sobre el “Espíritu del Imperio”, o “Nimrod”, y cómo casi toda la Biblia se desarrolla con algún imperio de trasfondo. No se trata de una estructura que refleje la voluntad divina y en el final de los tiempos concluirá con su máximo exponente que es el Anticristo, pero Dios la ha permitido y la ha usado a lo largo de la historia, tanto para traer juicio sobre naciones rebeldes como para permitir condiciones de relativa paz. Claramente vemos esto con la “pax romana”, claro está, la paz generada por tener una espada a las espaldas, pero “paz” al fin, que permitió al Evangelio extenderse rápidamente por todo el imperio. Volviendo a la realidad de Nehemías, si el imperio persa no hubiera dominado esa región, hubiera sido imposible que un pequeño grupo de judíos reconstruyera la muralla y el Templo.

El Imperio no es la voluntad de Dios y al final de los tiempos será definitivamente juzgado, pero en estos tiempos, dada la condición actual del hombre, parece ser la “única” forma en que las personas puedan vivir en relativa paz. Yo sé que muchos protestarán en contra de lo que digo y yo mismo me uniría a esa protesta, pero leyendo la historia debo concluir, lamentablemente, que esa afirmación tiene mucho de razón, ¡y no porque sea el propósito perfecto de Dios!

“Queremos reunirnos contigo” es la primera estrategia, es decir, “no estamos totalmente de acuerdo con lo que haces y si quisiéramos podríamos hacerte daño, pero podemos charlar y llega a entendernos, y quizás lograr una solución intermedia en la que todos podamos concordar”. ¿No es tentadora la oferta? ¡Claro que sí! ¿Cuántos siervos de Dios inexpertos sucumbirían ante ella? Pero, recordemos, Nehemías había estado mucho tiempo en la corte, tanto como para llegar a ser un hombre de plena confianza del rey (sino, no hubiera sido copero). Y, con la guía del Espíritu, pudo discernir el engaño.

¿Qué aprendemos? A ser prudentes cuando en enemigo / amigo nos llama para “charlar”. Principalmente me estoy refiriendo a los “de adentro” y no tanto a los “de afuera”, aunque también a ellos.

“En realidad, lo que ellos querían era hacerme daño”, pero hoy este “daño” no necesariamente es físico sino muchas veces espiritual: ataque espirituales directos que ocurren por ir a donde no debemos o ponernos bajo un “pacto” incorrecto, o engaños sutiles que ocurren en ese ambiente “agradable” de diálogo (que al fin y al cabo, es casi lo mismo). El tiempo que nos resta es breve, tal como le pasaba a Nehemías, y no podía desperdiciarlo, ni mucho menos exponerse a sufrir daños que no solo le afectarían a él sino a toda la obra. ¿Esa invitación tan amable, qué esconde por detrás? No se trata de ser “sospechantes crónicos”, sino de tener prudencia y discernimiento.

“Y aunque ellos insistieron hasta cuatro veces, mi respuesta fue siempre la misma.” ¿Acaso no entienden? Probablemente necesiten que se lo explique en persona… Pero no, ellos sí entienden, perfectamente, es parte de la estrategia. A veces nos resulta bochornoso tener que repetir lo mismo, o bien nos callamos, o bien accedemos, o bien nos enojamos. De nuevo, Nehemías no hizo nada de eso, ya que ellos les decían por cuarte vez “lo mismo”, ¡él respondió también con lo mismo!

Aclaremos, no se trataba aquí de que hubiera un “entendimiento” porque eso no era posible, había intenciones ocultas. Era una estrategia que pretendía lograr su objetivo o generar ira que le llevara a cometer un error. Cuando se nos repite muchas veces lo mismo, no dudemos que hay una estrategia perversa por detrás.

“Pero Sambalat insistió una quinta vez, y me envió a un criado suyo con una carta abierta, la cual decía: ‘Ha llegado a nuestras ciudades el rumor, y Guesén lo confirma…’” Ahora cambia la estrategia, es cuestión de tener un poco de paciencia y el enemigo tomará otro curso de acción. Y vuelvo a decir que este “enemigo” del que estoy hablando muchas veces está “entre nosotros”…

La apuesta es más fuerte, pero mentirosa: está “creando” una realidad en la cual Nehemías aparece como un sedicioso dispuesto a rebelarse, una de las peores imágenes políticas que podía tener alguien en aquel entonces. Hoy tenemos un amplio conocimiento en “crear realidades” con la palabra, los diversos grupos políticos lo hacen a diario, y resultan modelos muy creíbles y consistentes… Pero no es diferente a lo que ocurre dentro de unas cuantas iglesias, con mensajes exitistas y de “mundo feliz” que ocultan la terrible realidad que se vive. Como sea, esta artimaña fue lanzada contra Nehemías. El asunto es, ¿qué consistencia tienen esas palabras?

“Ha llegado a nuestras ciudades el rumor”, eso es algo comprobable, alguien lo puede decir, pero si es verdad tiene que haber muchas fuentes que lo testifiquen, aunque eso no convierte al rumor en cierto. “… y Guesén lo confirma…”, claro, uno de ellos, ¿qué fiabilidad tiene? Entonces, ¿quién está avalando qué?

“Yo le respondí: ‘Esto que dices no es verdad. Tú mismo lo has inventado.’” Bien, un rumor puede ser cierto, una amenaza puede ser creíble y temible, pero no era este el caso y Nehemías conocía lo suficientemente bien los hechos como para no ceder. Pero, recordemos, ya había sido entrenado durante mucho tiempo en un ambiente “secular”, al igual que los apóstoles, siglos después, hombres que venían del ámbito “secular”, pequeños empresarios o profesionales, que sabían cómo moverse en el mundo y realizar proyectos; el único que venía el ámbito religioso y fracasó en su misión fue, precisamente, Judas. Por eso los seminarios, si bien pueden ser importantes, no son una garantía “absoluta”.

“Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración.” El principal objetivo de nuestros enemigos (repito, muchos de ellos internos) es desanimarnos, lograr que tengamos miedo, que veamos la obra demasiado grande, que sobreestimemos los peligros y subestimemos el poder de Dios; una confrontación siempre es costosa y de resultado incierto, y los enemigos más sabios van a tratar de evitarla, pero van a perfeccionar el poder de seducción.

Ya fue escrito para nosotros, no es necesario que volvamos a aprender lo que el Espíritu nos dijo, pidamos al Señor discernimiento para entender y aplicar sabiamente.


Danilo Sorti


440. El problema de Dios con la misericordia


Eclesiastés 8:11 RVC
11 Y es que cuando la sentencia para castigar una mala acción no se ejecuta de inmediato, el corazón de los mortales se dispone a seguir actuando mal.

Como sabemos, el punto de vista de Eclesiastés es lo que ocurre “debajo del sol”, es decir, una perspectiva honesta de la vida humana sin tener en cuenta (casi) a Dios. Y bajo este panorama el predicador encuentra un hecho frecuente: cuando se deja sin castigo inmediato una mala acción, las personas rápidamente son tentadas a hacer lo malo, porque “no tiene consecuencias”. Por supuesto, esto no pasaría si el corazón de los seres humanos amara más el bien que la maldad, pero dado que sigue estando en nuestro interior esa raíz de maldad, ocurre.

El pasaje aquí se está refiriendo a una “sentencia” humana, porque es la perspectiva del libro, pero el mismo principio se aplica desde la perspectiva divina: cuando Dios no ejecuta un “castigo ejemplificador”, como tanto les gusta pedir a los colectivos enojados, los hombres, y los hijos de Dios entre ellos, se desvían muy fácilmente.

Vamos al ámbito del Pueblo de Dios. Si el Señor tuviera que ejecutar públicamente un “castigo ejemplificador” por todos y cada uno de nuestros errores, hace rato que ya ninguno de nosotros estaría sobre la faz de la Tierra. Nunca, desde sus inicios, la Iglesia ha sido perfecta; proféticamente esperamos su momento de mayor perfección justamente antes del arrebatamiento. Si el Espíritu hubiera podido manifestarse solamente en una Iglesia sin errores, nunca se habría dado a conocer.

El problema es que muchos cristianos y muchos líderes caen en el error porque Dios los bendice, prospera sus ministerios y se manifiesta, A PESAR DE sus errores, sin embargo ellos terminan pensando que en realidad no están haciendo mal, o que así como están “ya está” bien, o que realmente a Dios no le importan mucho sus defectos porque, al fin y al cabo, los sigue bendiciendo. Entonces, como no ven un rayo que cae del cielo cuando se mandan una macana, terminan comportándose de la forma que dice Eclesiastés.

Pero en realidad tenemos ahí algo que ya había pasado antes:

Isaías 48:9-11 RVC
9 »Por causa de mi nombre, y porque está en juego mi alabanza, refrenaré mi enojo; me contendré para no destruirte.
10 Bien puedes ver que te he purificado, y no como a la plata; yo te elegí en el horno de la aflicción.
11 Lo hice por mí, por causa de mí mismo, para que mi nombre no sea profanado, pues no daré a ningún otro mi honra.

Ezequiel 36:22 RVC
22 »Por eso, dile al pueblo de Israel que yo, su Señor y Dios he dicho: “Pueblo de Israel, no lo hago por ustedes, sino por causa de mi santo nombre, el cual ustedes profanaron entre las naciones a las que fueron llevados.

Muchas veces Dios tuvo misericordia de Israel solo para que Su nombre no fuera blasfemado entre los gentiles (y, en realidad, para que esos pueblos también tuvieran el testimonio).

Pero los apóstoles entendieron bien esta verdad:

Hechos 3:11-16 RVC
11 Mientras el cojo que había sido sanado no soltaba a Pedro ni a Juan, todo el pueblo fue al pórtico llamado «de Salomón», y sin salir de su asombro se acercó a ellos.
12 Cuando Pedro los vio, les dijo: «Varones israelitas, ¿qué es lo que les asombra? ¿Por qué nos ven como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho que este hombre camine?
13 El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, que es el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien ustedes entregaron y negaron delante de Pilato, cuando éste ya había resuelto ponerlo en libertad.
14 Pero ustedes negaron al Santo y Justo, y pidieron que se les entregara un homicida.
15 Fue así como mataron al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos. De eso nosotros somos testigos,
16 y por la fe en su nombre, a este hombre que ustedes ven y conocen, Dios lo ha restablecido; por la fe en Jesús, Dios lo ha sanado completamente en presencia de ustedes.

Cuando Jesucristo dice “En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas…” no nos está dando una fórmula mágica, una serie de palabras que tienen poder por sí mismas, en realidad nos está diciendo que cualquier cosa que hagamos, y más aún si se trata de una confrontación de poder contra el mundo de las tinieblas, la haremos por SUS MÉRITOS, por el poder que Él ganó y no por alguna virtud, santidad o fuerza propia.

Cuando entendemos y vivimos esto pasan dos cosas; por un lado quedamos libres para reconocer nuestros pecados tal como son y llevarlos a los pies de Cristo, no tenemos que considerar que Dios “los pasa por alto”, podemos tratar con ellos. Y por otro lado, reconocemos que todo lo que hacemos o tenemos en por gracia, por misericordia divina, que no somos dueños de nada; y entonces damos lugar a la humildad.

Resumiendo: “debajo del sol”, es decir, bajo una perspectiva que no tome en cuenta a Dios, es fácil que confundamos la misericordia de Dios cuando estamos en el ministerio y dejemos de preocuparnos ya por crecer en santidad y corregir nuestros errores. Cuando entendemos que, como cristianos, nada de lo que hacemos es por algún mérito sino que todo es en “nombre de Cristo”, podemos crecer en el ministerio sabiendo que Dios nos lo da por gracia, para que Su nombre sea conocido y respetado entre las personas, y podemos aceptar y tratar con nuestros pecados, para que no aniden durante años actitudes pecaminosas.

Qué triste es ver a los siervos de Dios, a quienes el Señor ha bendecido por Su misericordia, mantener los mismos pecados, o aún profundizar en ellos, hasta que llega el momento en que Dios no puede soportarlo más y envía Sus juicios para que se den cuenta del error. He visto que es un “gran problema” cuando el Señor bendice un ministerio, especialmente si es joven, porque difícilmente se preocupen luego por crecer en santidad, sólo por hacer “crecer el ministerio”.

Señor, libranos de ese error.


Danilo Sorti


442. ¿Por qué no lo comparten?


1 Corintios 9:16 RVC
16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué jactarme, porque ésa es mi misión insoslayable. ¡Ay de mí si no predico el evangelio!

“¡Ay de mí!” es una expresión poco frecuente en la Biblia, es decir, no la encontramos muchas veces. En la traducción Reina Valera 60 aparece en 10 versículos y solamente una vez en el Nuevo Testamento, precisamente en ese pasaje. Se encuentra como el anuncio de un desastre inminente, muy probablemente la muerte o una gran calamidad.

La palabra que traducimos por “Ay” en hebreo es אויי “oi” y aparece 24 veces, principalmente en los profetas y dentro de ellos, más en Jeremías. En griego es la palabra οὐαί “ouaí” y la encontramos 47 veces, la mayoría en los Evangelios, un par de referencias en las Epístolas y el resto en Apocalipsis.  “Ay” es el anuncio de un gran juicio por venir y para los que piensan que la revelación del Nuevo Pacto es de amor y misericordia casi infinita, debemos recordar que, proporcionalmente a su extensión, el Nuevo Testamento utiliza esa expresión de gran juicio y tribulación, casi 5 veces más que el Antiguo Testamento.

Sorprende que Pablo use una frase que él, como fariseo versado en las Escrituras, conocía bien aplicándosela en la predicación del Evangelio. ¿Tan serio es no compartir los dones que el Señor nos ha dado para Su Reino? Veamos donde aparece “¡Ay de mí!”:

Job 10:15-16 RVC
15 ¡Ay de mí, si hubiera pecado! ¡Pero soy inocente, y no puedo dar la cara! ¡Estoy cansado de verme deshonrado y afligido!
16 Recurres a tus maravillas y me acechas como león; ¡apenas levanto la cabeza, y tú me destruyes!

Salmos 120:5-7 RVC
5 ¡Ay de mí! ¡Soy un extranjero en Mesec! ¡Habito entre las tiendas de Cedar!
6 ¡Ya he convivido mucho tiempo con los que no pueden vivir en paz!
7 Aunque soy un hombre de paz, cuando les hablo, me declaran la guerra.

Isaías 6:5 RVC
5 Entonces dije yo: «¡Ay de mí! ¡Soy hombre muerto! ¡Mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos, aun cuando soy un hombre de labios impuros y habito en medio de un pueblo de labios también impuros!»

Isaías 24:16-17 RVC
16 Desde lo último de la tierra oímos que se canta: «¡Gloria al Justo!» Y yo digo: «¡Ay de mí! ¡Qué desdicha, qué desdicha! ¡Los traidores traicionan! ¡Y sólo saben traicionar!»
17 Contra ti, habitante del país, hay terror, foso y trampa.

Jeremías 4:31 RVC
31 Ya escucho el clamor de una que está en labor de parto. Es como la voz angustiosa de una primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que llora y extiende las manos. Y dice: «¡Ay de mí! ¡Mi ánimo decae por causa de los que quieren matarme!»

Jeremías 10:19 RVC
19 ¡Ay de mí! ¡Estoy hecho pedazos! ¡Mi herida no va a sanar! Aunque tengo que admitir que este mal es mío, y tengo que sufrirlo.

Jeremías 15:10 RVC
10 ¡Ay de mí, madre mía! ¡Me engendraste como un hombre de contienda y de discordia para toda la tierra! ¡Nunca he pedido ningún préstamo, ni tampoco me lo han dado, y sin embargo todos me maldicen!

Miqueas 7:1-4 RVC
1 ¡Ay de mí! Estoy como el que, en su apetito, desea comerse los primeros frutos y se encuentra con que ya se han recogido los frutos del verano, con que ya se han rebuscado las últimas uvas de la vendimia.
2 Ya no hay en el país gente misericordiosa. Ya no hay una sola persona honrada. Todos están a la espera de matar a otros; todos le tienden trampas a su prójimo.
3 Para colmo de su maldad, los gobernantes extorsionan y los jueces dictan sentencia a cambio de sobornos; los poderosos no disimulan sus malos deseos, sino que los confirman.
4 El mejor de ellos es peor que un espino; el más recto es más torcido que una zarza. ¡Pero ya viene el día de su castigo, el día que anunciaron sus vigilantes, y entonces se verán confundidos.

Pues bien, “¡Ay de mí!” significa eso que hemos leído, esa es la profundidad de la angustia y del peligro inminente que se viene y que ya está sobre ella. Eso mismo se aplicaba Pablo a sí mismo si no cumplía su ministerio.

Entonces, ¿por qué enterramos la riqueza que el Señor nos dio? En parte es porque realmente no hemos comprendido el tremendo valor de lo que recibimos, menospreciamos los dones de Dios, pensando que son pequeños, especialmente si no se trata de ministerios visibles o multitudinarios.

Ahora se nos hace más clara la actitud del señor de la parábola:

Mateo 25:24-30 RVC
24 Pero el que había recibido mil monedas llegó y dijo: “Señor, yo sabía que tú eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges lo que no esparciste.
25 Así que tuve miedo y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.”
26 Su señor le respondió: “Siervo malo y negligente, si sabías que yo siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí,
27 debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío más los intereses.
28 Así que, ¡quítenle esas mil monedas y dénselas al que tiene diez mil!”
29 Porque al que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
30 En cuanto al siervo inútil, ¡échenlo en las tinieblas de afuera! Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Mil monedas, aunque menor que cinco mil, era mucho, el sueldo de tres años de trabajo (multipliquemos un sueldo básico por 36). Era el que menos había recibido, pero eso “menos” era mucho más de lo que un obrero podía ahorrar quizás en toda su vida. Esa es una imagen del valor del más pequeño de los dones que hemos recibido, aunque en realidad su verdadero valor eterno es todavía mucho más que eso. ¿Qué castigo merecerá el que voluntariamente no lo comparte? Al siervo inútil solo se le había pedido hacer lo mínimo: llevarlo al banco, algo que prácticamente ningún inversor o persona que maneje fondos de inversión haría por rendir tan poco, la operación financiera más simple y básica de todas, aquello que cualquier persona mayor y en uso de sus facultades podría hacer aunque no conociera absolutamente nada de economía.

El pasaje de Mateo 25 está dicho en el contexto escatológico de la segunda venida de Cristo, y las “tinieblas de afuera” puede ser interpretado no como el infierno sino como la Tierra en el período de la tribulación, es decir, el siervo negligente no se fue con Su Señor a las Bodas del Cordero. Aunque puede haber más significado en este pasaje, ese solo es lo suficientemente aterrador…

El encargo que había recibido Pablo era mucho mayor que el que recibimos la mayoría de nosotros, pero ya hemos visto que aún el menor encargo ministerial es enormemente valioso para la eternidad, ¿por qué, entonces, nos quedamos callados? ¿Por qué no compartimos lo que el Señor nos dio, sea una palabra de salvación, de enseñanza, de ánimo, de corrección? ¿Por qué no ayudamos al necesitado en nombre de Cristo, o damos testimonio con nuestros hechos en el trabajo, o servimos a los hermanos en lo que necesiten, o lo que sea que el Señor nos haya dado como dones espirituales?

¿Porque tenemos pereza? ¿Por miedo o vergüenza? ¿Porque el pastor nos dijo que teníamos que hacer primero los tres niveles de discipulado básico, luego los otros tres del avanzado, después el ministerial, luego el tiempo de prueba y finalmente podíamos subir al púlpito para leer un versículo? ¿Porque nos echaron de una iglesia, y a lo mejor de otra… y de otra…? ¿Porque hemos fracasado un montón de veces en el ministerio? ¿Porque hemos pecado y pudimos arrepentirnos, pero nos persigue la culpa? ¿Porque solamente me van a escuchar tres o cuatro viejitas que en realidad entienden la cuarta parte de lo que digo? Bueno, cada uno puede completar la lista de excusas, todas muy válidas y perfectamente justificables… aunque no sé si delante del Señor…

Hechos 4:20 RVC
20 Porque nosotros no podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oído.»

Esto dijo Pedro delante de un grupo de religiosos furiosos, y probablemente sea lo mismo que algunos deban decir delante de un mismo grupo de pastores igualmente furiosos, pero mientras estemos en la verdad del Evangelio, sin desviarnos por nada, sin agregar ni quitar, ¡ay de nosotros si no predicamos el Evangelio!


Danilo Sorti