martes, 9 de enero de 2018

385. Dios trata con Leviatán: luego del orgullo, la caída

Salmos 74:13-14 RVC
13 Con tu poder; partiste el mar en dos y en las aguas rompiste las cabezas de los monstruos.
14 Aplastaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los habitantes del desierto.

Leviatán tiene un significado bastante extenso en el pensamiento de los antiguos y las Escrituras, pero vimos que una de sus dimensiones más claras, quizás la principal, es el orgullo: en Job se describe como “el rey de los soberbios”.

Dios se presente como el vencedor sobre Leviatán, pero si lo vemos en su faceta de orgullo, como el principado espiritual del orgullo y / o el mismo orgullo del hombre, nos encontramos con lo mismo que dijo el salmista escrito de una forma mucho menos poética y mucho más práctica en varios pasajes:

Salmos 107:12 RVC
12 Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados; caían, y no había quien los levantara.

Proverbios 18:12 DHH
12 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la humildad, la prosperidad.

Proverbios 11:2 DHH
2 El orgullo acarrea deshonra;
la sabiduría está con los humildes.

Proverbios 16:18 DHH
18 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la altanería, la caída.

Proverbios 29:23 DHH
23 Al que es orgulloso se le humilla,
pero al que es humilde se le honra.

Isaías 2:17 DHH
17 Los orgullosos y altaneros
serán humillados por completo.
Solamente el Señor mostrará su grandeza en aquel día,

Podemos seguir el tema del orgullo a lo largo de toda la Biblia y ver claramente como Dios aborrece eso, pero en estos pasajes nos queda en claro que el Señor castiga a la soberbia / orgullo dándole precisamente lo contrario a lo que espera: fracaso, deshonra, pérdida, pobreza. Un ejemplo gráfico en el Nuevo Testamento lo encontramos en Hechos:

Hechos 12:21-23 RVC
21 El día convenido, Herodes llegó vestido con sus ropas reales y se sentó en el trono para dirigirles un discurso formal.
22 El pueblo estaba muy emocionado y lo aclamaba a grandes gritos: «¡Queremos voz de Dios, y no voz de un hombre!»
23 En ese momento, un ángel del Señor lo hirió porque no le dio la gloria a Dios, y Herodes murió agusanado.

Cuando a esto le sumamos el conocido y siempre problemático pasaje de Hebreos:

Hebreos 12:5-6 RVC
5 y ya han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige: «Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda;
6 porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.»

No nos queda más remedio que reconocer que NUESTRO ORGULLO inevitablemente será tratado por el Señor. Sin llegar al punto de morir comidos por gusanos o algo parecido, todos hemos sido participantes de la “disciplina contra el orgullo”. Todos tenemos orgullo y Dios trata con eso, esto es una verdad INELUDIBLE Y COMÚN a todos los cristianos, ¡no hay mucho para solucionar allí!

EL ASUNTO con el que sí podemos trabajar, ¡y más vale que lo hagamos!, es el de aprender de la disciplina, esto es, reconocer cuando hemos sido humillados en algo y aprender la lección. La realidad es que la mayoría de las veces actuamos como los borrachos:

Proverbios 23:33-35 RVC
33 Hará que tus ojos vean cosas extrañas, y que tu corazón diga cosas perversas.
34 Creerás estar dormido en medio del mar, o acostado en la punta del palo mayor,
35 y dirás: «Estoy herido, pero no me duele; estoy molido, pero no lo siento. ¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?»

Si permitimos que nuestro corazón sea lo suficientemente sensible como para reconocer las “pequeñas humillaciones” que recibimos a diario, y aprendemos de ellas, probablemente nos evitaríamos algunas de las más grandes y dolorosas. Es más, hasta podemos aprender de la humillación de otros:

Proverbios 21:11 DHH
11 Del castigo al insolente, el imprudente aprende;
el sabio aprende con la sola explicación.

En todo caso la “herramienta mental” que nos abre la puerta a muchos aprendizajes es asumir el concepto de que: “la soberbia / orgullo es castigada con la humillación”, y si luego la aplicamos a nuestra vida y la de los otros (mejor hacer lo segundo antes que tengamos que hacer lo primero…) podremos adquirir mucha prudencia o sabiduría para la vida diaria.

La verdad es que cuando somos humillados reaccionamos con mayor orgullo, tratando de “redoblar” la apuesta, o bien buscamos un “camino alternativo” pero sin reconocer nuestro propio orgullo. Yo no estoy diciendo que uno vaya por el mundo autoflagelándose y diciendo “¡soy un miserable orgulloso!”, porque, al fin y al cabo, eso suele ser lo suficientemente evidente… Pero sí que hagamos el ejercicio interno, delante de Dios, de reconocer nuestro orgullo, más bien, de pedir revelación al Espíritu para que sean identificadas las raíces de orgullo.

Cuando vemos la humillación en otro podemos reaccionar proyectando nuestro propio orgullo sobre ellos, indignándonos, y procurando una respuesta “como si” fuéramos nosotros mismos. Podemos atacar a los que los humillan o criticarlos. Ahora bien, yo no estoy diciendo de ninguna manera que no hagamos algo por las injusticias, ni que justifiquemos todo acto de humillación o discriminación, ¡para nada! Lo que estoy diciendo es que, con la guía del Espíritu Santo, podemos reconocer actos de humillación sobre otros que son permitidos por Dios para tratar con el orgullo, ya sea de una persona o de un grupo, y de ellos podemos aprender. De nuevo, no estoy justificando al agresor, y Dios tampoco lo hace, solo lo permite por un tiempo.

Está bien que llevemos las injusticias a Dios, está bien que oremos para que Su justicia sea establecida en la Tierra, pero mientras tanto, sabiendo que hasta que Su Reino sea materialmente establecido en el Mundo viviremos bajo un sistema injusto, aprovechemos las enseñanzas que vienen con la humillación, y más vale humillémonos a nosotros mismos en el verdadero sentido de la palabra y no con la “falsa humildad” que es soberbia disfrazada, porque entonces:

Santiago 4:10 DHH
10 Humíllense delante del Señor, y él los enaltecerá.

1 Pedro 5:6 DHH
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo.

Uno de los actos más sencillos, y difíciles, de humillación es aprender. Estamos preparados para hacerlo cuando somos jóvenes, pero luego llega un tiempo en que nos cerramos y sólo aceptamos enseñanza de determinadas personas o instituciones, en determinados ámbitos, siendo que Dios tiene una multitud de aprendizajes para nosotros en todos los lugares que se nos ocurran (o no). Cuando rechazamos esos aprendizajes es cuando nos colocamos a las puertas del quebrantamiento.

Así son las paradojas del Reino: el que se enaltece es humillado, el que se humilla es enaltecido.

Una última nota. Esto no siempre pasa tan claramente en la Tierra, no es una relación matemática y a veces vemos personas que se ensoberbecen y así terminan sus días. ¡Pobres de ellos! Porque lo que no recibieron de quebranto en esta vida lo recibirán por la eternidad. Y también vemos personas que se humillan y jamás son reconocidas en esta vida. ¡Dichosos de ellos! Porque habrá una eternidad de recompensas.

Mientras tanto, el Señor nos permite unas cuantas lecciones gráficas para que entendamos, ¡aprovechémoslas!



Danilo Sorti


384. Mi valor y mi dignidad

Isaías 42:5-7 RVC
5 Así dice Dios el Señor, el que ha creado los cielos y los despliega, el que extiende la tierra y lo que ella produce; el que infunde su aliento en el pueblo que la habita y da de su espíritu a quienes la recorren:
6 «Yo soy el Señor. Yo te he llamado en el momento justo, y te sostendré por la mano; yo te protegeré, y tú serás mi pacto con el pueblo y una luz para las naciones.
7 Quiero que abras los ojos de los ciegos, que saques de la cárcel a los presos, y de sus calabozos a los que viven en tinieblas.

Este es un pasaje profético que se refiere al Mesías y no tenemos dificultad en identificarlo así. Sin embargo, sus primeros oyentes tenían razones para pensar que les estaba hablando a ellos, y siglos después, Pablo reconoció que era una palabra profética para él:

Hechos 13:46-47 RVC
46 Entonces Pablo y Bernabé les dijeron con toda franqueza: «Estamos seguros de que era necesario que ustedes fueran los primeros en escuchar la palabra de Dios. Pero como ustedes la rechazan y no se consideran dignos de recibir la vida eterna, ahora vamos a predicarles a los que no son judíos.
47 Ésa es la orden que el Señor nos dio, cuando dijo: »“Te he puesto como luz para las naciones, para que lleves salvación hasta los confines de la tierra.”»

Pablo también había recibido esta palabra profética. Por supuesto, no era en el sentido absoluto, que solo se cumplía en Cristo, pero sí en un sentido parcial pero totalmente válido, Pablo era luz a las naciones con todas las letras porque irradiaba la Luz del Mundo, Cristo.

Hermanos, debemos entender que muchos pasajes de ánimo y propósito que se han escrito TAMBIÉN SON APLICABLES a nosotros. “Cristiano” era un diminutivo, probablemente burlesco en un principio, de Cristo, pero esos jocosos antioqueños sin quererlo acertaron con el nombre. Si somos “pequeños cristos” entonces las palabras que se aplicaron a Él se aplican hasta determinado punto a nosotros, y si eso es así, Isaías 42 ¡también nos corresponde!

Esta palabra es para todos los hijos fieles, por supuesto, pero quiero hablarla especialmente a los hombres porque en este tiempo hemos sido muy menospreciados por el sistema, y muchos se lo han creído así.

Nosotros hemos sido constituidos líderes, en el sentido bíblico del término. No hay que excusarse de eso, los que hayan hecho abuso de su autoridad que den cuentas de ello y por lo demás, ninguno tiene derecho a recriminarme lo que yo no hice.

Como líderes cristianos tenemos un privilegio y una responsabilidad muy grandes, porque Dios mismo nos ha llamado en este momento decisivo para levantar la bandera del Reino y resistir los embates del Enemigo, embates para los que nosotros estamos preparados. No significa que seamos “solo nosotros”, significa que hay determinadas luchas que son nuestras, y que por lo tanto debemos enfrentar; hay luchas que corresponden a las mujeres y que no podemos enfrentar nosotros, pero no debemos rehuir de las que sí.

Tal como Pablo, tenemos la promesa de ser sostenidos por la Mano del Todopoderoso. Como hombres nos da vergüenza no poder hacer frente a determinadas situaciones, y por eso les escapamos. Debemos reconocer que nuestra fuerza viene de lo Alto y que somos hechos fuertes y vencedores por Su fuerza y Su victoria… pero que Él no las va a manifestar si no hay hombres dispuestos a mostrarlas.

Dios es espíritu, y no tiene sexo aunque lo llamemos Padre. Él es también “Madre” y la Biblia nos muestra Su ternura y Su cuidado, y así se manifiesta preferentemente en las mujeres. Pero es también Jehová de los Ejércitos, y necesita preferentemente (aunque no únicamente) hombres para manifestarse así.

No debemos temer a avanzar porque Él nos ha prometido Su protección. En esta época donde los hombres de verdad escasean (¡en todo sentido!), Dios está muy deseoso de revelar la verdadera masculinidad en Sus hijos varones que así se lo permitan. Pero me temo que muchos no lo están haciendo.

La mayoría de los hombres no aprendimos como ser verdaderos hombres (ni machistas abusadores ni pusilánimes afeminados, sino hombres), y por eso nos retraemos de asumir nuestro rol… ¡porque no lo conocemos! No queremos ser como los padres, tíos o amigos prepotentes que conocimos, pero no sabemos cómo ejercer verdadera autoridad. Ahí viene la promesa del Señor: el que nos llamó, también nos capacitó, también nos sostiene, también nos protege y entonces podemos llevar Su luz a las naciones.

Y ahora es donde se manifiesta toda la plenitud de la verdadera masculinidad, lo que significa ser hombre, ser líder según Dios, en qué se debe usar la fuerza y la temeridad, en donde somos genuinamente “violentos”:

“Quiero que abras los ojos de los ciegos, que saques de la cárcel a los presos, y de sus calabozos a los que viven en tinieblas.”

¿Somos hombres? ¡Sí! ¿Somos guerreros? ¡Sí! ¿Llevamos la lucha en el alma? ¡Sí! Pues entonces a libertar cautivos, a romper ataduras de pecados, a avanzar decididamente sobre el territorio enemigo, a no dar ninguna tregua a los espíritus que acosan a nuestras familias, nuestras iglesias y nuestras naciones.

No todos son “guerreros” en el sentido físico del término, pero hay una guerra en la oración que no es menos intensa, hay una guerra en los argumentos que tampoco lo es. El Enemigo ha hecho estragos, nada mejor que tener una vislumbre del daño producido a “nuestra” familia, la Casa de Dios, para hacer hervir la sangre de un guerrero. ¡Oh Dios, que cada hombre pueda ver eso!

¿Con qué derecho fueron encarcelados nuestros hijos en prisiones de maldad? Vive Dios que aunque Apolión esté allí cualquier hombre santo que con fe inquebrantable y valor se anime a entrar podrá rescatarlos.

¿En dónde está el engaño que ciega a nuestros hijos, que cubre a nuestras esposas, que arrastra a nuestras familias? Allí iremos a luchar espiritualmente, con amor y verdad, con paciencia inquebrantable, como verdaderos hombres.

Y como verdaderos hombres somos capaces de dejar todo lo nuestro, aún nuestro propio bienestar, para proteger el territorio que el Señor nos dio… por eso es que necesitamos que cada tanto alguien nos cure las heridas, normalmente una mujer, porque el Señor les otorgó ese don. En la lucha espiritual hay heridas, y no es ninguna vergüenza tenerlas, al contrario. Las cicatrices del combate son la mejor medalla del guerrero.

Números 32:25-27 DHH
25 Los descendientes de Gad y de Rubén le contestaron:
—Estos servidores tuyos harán lo que les has mandado.
26 Nuestras mujeres y nuestros hijos pequeños, con el ganado y todos nuestros animales, se quedarán aquí, en las ciudades de Galaad,
27 y nosotros, tus servidores, nos armaremos e iremos a la guerra bajo las órdenes del Señor, tal como tú nos lo has mandado.

Los verdaderos hombres son capaces de reconocer la verdadera autoridad y de seguirla, de proteger a sus familias y de sacrificarse por ellas. Y allí encuentran verdadero sentido.

En la guerra física hay bajas, muchos no vuelven. En la guerra espiritual puede haber bajas, pero todos tienen la promesa de volver con honores. Una guerra física no sabemos quién la ganará, esta guerra a la que hemos sido llamados YA TIENE UN GANADOR: el León de Judá. Las armas que nos son dadas son invencibles, el Estratega que nos comanda tiene la estrategia perfecta, y multitudes de ángeles están a nuestro favor. ¿No podremos ser, de verdad, hombres?

¡Sí podremos! Porque no importa lo que hayamos sido, en Cristo somos hechos nuevas criaturas, y si somos hombres, ¡pues somos nuevos hombres!


Danilo Sorti


383. Los días de Ananías y Safira

Hechos 5:9-11 RVC
9 Pedro le dijo entonces: «¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? ¡Mira!, aquí vienen los que fueron a sepultar a tu marido, y ellos te sacarán también a ti.»
10 Al instante, ella cayó muerta a los pies de Pedro, y cuando entraron los jóvenes y la hallaron muerta, la sacaron y la sepultaron junto a su marido.
11 Esto hizo que toda la iglesia y todos los que supieron esto se llenaran de mucho miedo.


Hace un tiempo ya que el Señor viene hablando a través de varios de Sus mensajeros sobre este tema. Todos hemos tenido malas experiencias en alguna iglesia de abuso espiritual, de engaño, con falsos hermanos. De hecho, muchos cristianos están hoy alejados de las congregaciones y hasta a veces del Señor a causa de tantos malos testimonios. Por otro lado, las iglesias y los pastores que se han esforzado en mantenerse fieles han tenido que enfrentar muchas luchas espirituales.

Parece que el Señor ha descuidado a Su Novia, dejándola en manos de lobos rapaces, porque Su Pueblo está infestado de ellos. La oración no dicha de muchos cristianos fieles es: “¿por qué Señor?”

Y la respuesta es “Porque así fue necesario”. Lo cierto es que buena parte de la Iglesia de Cristo se ha enfriado y descuidado, y por eso el Señor permitió todo esto. Pero ese tiempo ya está llegando a su fin, y los días de Ananías y Safira han comenzado. Sin embargo, Satanás va a intentar un último engaño con los emisarios que todavía tiene dentro de la Iglesia.

No debemos temer a los días de Ananías y Safira, excepto que estemos pensando en hacer alguna tramoya como ellos, claro. En realidad, son días de retribución en los que los hermanos santos y fieles van a ser honrados como tales: había mucha gente en la iglesia de Jerusalén esos días, pero solo dos murieron; no se trata de un juicio “a lo loco”, sino de algo muy preciso y focalizado de parte del Señor.

En esos días, los fieles serán honrados porque ellos permanecerán firmes, mientras alrededor caigan grandes figuras de renombre internacional. Los hermanos engañados se van a dar cuenta dramáticamente de su error y van a correr a los predicadores verdaderos.

El Señor está anunciando que muchos caerán muertos en los púlpitos, o mientras ministran desvergonzadamente. Y ahí es donde vendrá un intento de engaño, que ya empezó de hecho.

Pocas semanas antes de escribir este artículo leímos sobre un par de pastores conocidos que se suicidaron, y en seguida la frase “no juzguemos hermanos”, que quiere decir: “no digamos que el suicidio es pecado y que se van al infierno, por más que hayan sido pastores”. Precisamente esa frase: “no juzguemos hermanos, sino oremos” será el engaño de Satanás a medida que los hipócritas caigan muertos.

Hay siervos de Dios a quienes el Señor se los lleva a Su hogar con honores, ¡gloria a Dios por eso! Pero hay otros que se hacen llamar siervos de Dios que van a caer muertos claramente por el juicio divino, para que la gente vea y tema. Hermanos, “no juzgar” se refiere a otra cosa muy distinta, llamar a lo falso por su nombre no es ese “juzgar” al que se refiere en algunas ocasiones la Palabra. Muchos van a tratar de protegerse entre sí impidiendo el “juicio” sobre los hipócritas para que no quede al descubierto su propio pecado, y al hacer esto, van a dejar caer un manto de temor e incertidumbre sobre quienes los escuchen, haciéndoles pensar que Dios es arbitrario en Sus decisiones. ¡Eso será una herejía!

Dios nunca es arbitrario y nunca nos deja sin explicaciones, el problema es cuando esas explicaciones no son agradables. Hermanos, cuando escuchemos de Fulano o Mengano que fueron cortados con alguna enfermedad fulminante, no juzguemos, sino oremos y pidamos confirmación al Señor, y si fueron sus juicios, temamos, advirtámonos y advirtamos a otros también. Y dejemos a los que quieren protegerse unos a otros en su pecados, o mejor aún, oremos para que se arrepientan.


Danilo Sorti


382. “Les conviene que yo me vaya”

Juan 16:7 RVC
7 Pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré.

El tiempo en que Jesús estuvo con Sus discípulos fue sin duda glorioso, tanto así que en una oportunidad el Señor dijo:

Lucas 17:22 RVC
22 A sus discípulos les dijo: «Llegará el tiempo cuando ustedes querrán ver siquiera uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo verán.

Él mismo los protegía:

Juan 17:12 RVC
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los cuidaba en tu nombre; a los que me diste, yo los cuidé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.

Él era su fuente del agua de vida espiritual:

Juan 7:37 RVC
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Y mucho más. Ellos tenían a Jesús en persona, hablaban con Él, eran ministrados por Él, sus necesidades estaban perfectamente suplidas por Él. ¿Cómo podían querer que Jesús se fuera? ¿Cómo era eso de “les conviene que yo me vaya”? ¿Jesús estaba hablando en serio o era una broma?

Cuando vemos en detalle todo lo que Jesús hacía por sus discípulos parece realmente una broma. Estoy seguro de que a la mayoría de los cristianos nos cuesta creer en esto, por más que sabemos que tenemos al Espíritu Santo con nosotros. Digamos que, aunque parezca una blasfemia, solemos pensar que el Espíritu es algo así como un “premio consuelo” en vez de algo mejor.

Ahora bien, o Jesús estaba mintiendo aquí solo para dejar tranquilos a Sus discípulos, o realmente estaba diciendo la verdad. Pero si decía la verdad probablemente algo está fallando en nuestra relación con el Defensor para que no sea todo lo mejor que se supone debía ser. Y si algo falla en la relación entre Dios y yo el problema precisamente no está en Dios…

Ahora bien, no estamos viviendo en la plenitud de lo que Dios ha dispuesto para nosotros porque Su Reino aún no ha llegado plenamente a esta Tierra, sin embargo, eso tampoco ocurría en la época de Jesús: aún había injusticias, los romanos seguían oprimiendo a la nación, los mismo líderes nacionales eran corruptos, seguía habiendo enfermedad y escasez. Jesús demostró su poder sobre todo ello pero no lo erradicó de la Tierra, tampoco lo haremos nosotros por lo que si estamos esperando ESE Reino hacemos bien pero no es todavía el tiempo.

Cuando Jesús estuvo entre ellos, podían vivir “por vista”, pero ahora:

2 Corintios 5:7 RVC
7 (porque vivimos por la fe, no por la vista).

Esto es una dificultad “adicional”, no es insuperable y nos da la “pista” de por qué nos cuesta creer y vivir las palabras de Jesús que leímos antes: no estamos viviendo todo lo que deberíamos por fe; queremos vivir por vista y entonces “les conviene que yo me vaya” no se nos presenta “tan conveniente”.

Pero veamos algunas cosas básicas:

Juan 12:20-21 RVC
20 Entre los que habían ido a la fiesta para adorar había algunos griegos.
21 Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y entre ruegos le dijeron: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»

Si venían de Grecia e hicieron el viaje por mar fueron más de 1.300 km en las condiciones de navegación de ese entonces. Si hicieron parte del viaje por tierra, fue una distancia mayor y un tiempo mucho mayor. ¡Jesús no estaba en Grecia!

Mateo 15:22-23 RVC
22 De pronto salió una mujer cananea de aquella región, y a gritos le decía: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¡A mi hija la atormenta un demonio!»
23 Pero Jesús no le dijo una sola palabra. Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: «Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.»

Esta mujer tuvo que vencer los prejuicios que impedían a una mujer, y encima no judía, acercarse a un maestro judío, y además de ello, sortear a Sus discípulos…

Lucas 19:3-4 RVC
3 trataba de ver quién era Jesús, pero por causa de la multitud no podía hacerlo, pues era de baja estatura.
4 Pero rápidamente se adelantó y, para verlo, se trepó a un árbol, pues Jesús iba a pasar por allí.

Además de hacer el ridículo y arriesgarse a un buen porrazo, corría el peligro de ser expuesto y rechazado por Jesús, al fin y al cabo, él era un cobrador de impuestos, y los otros maestros religiosos no podían soportarlo.

Bueno, podemos seguir con muchísimos ejemplos más, pero es claro que el Cristo que aquel entonces sólo estaba accesible en un lugar geográfico determinado, lejos de la mayoría de los países aunque estratégicamente ubicado en el “cruce de rutas” de las civilizaciones, hoy está disponible para cada persona de esta Tierra, todos al mismo tiempo, en cualquier lugar donde se encuentren, en todo momento, cualquiera sea su condición y su idioma.

Esta verdad ha llegado a ser tan común para nosotros que ni siquiera reparamos en ella, pero eso no hubiera sido posible si Cristo hubiera seguido estando en esta tierra en su condición de hombre. Ni siquiera sus discípulos más íntimos podían contar con Jesús a cada paso, sencillamente si se separaban de Él para hacer algo, ¡no estaba con ellos!

Dios Espíritu habitando en nosotros, presente a cada momento, guiándonos a cada paso, Dios Hijo viviendo en nosotros y el mismo Padre, SIEMPRE, ¡eso es mucho más conveniente! ¡Mucho más que tenerlo físicamente a Jesús en algún lugar de nuestra ciudad!

El asunto es si estamos aprovechando esa presencia al máximo o la tenemos descuidada. De hecho, no hay un “máximo” al que podamos llegar, siempre es posible tener más de Dios, más de Su presencia.

Juan 14:12-14 RVC
12 »De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará, porque yo voy al Padre.
13 Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo piden en mi nombre, yo lo haré.

Hay un error teológico muy común entre los cristianos cuando decimos: “eso lo hizo Jesús porque era Dios en la Tierra”. El error está en considerar que Sus milagros fueron por Su naturaleza divina, cuando claramente la Biblia nos dice que Él se “despojó a sí mismo” y que nada de lo que hizo en la Tierra lo hizo “como Dios” sino como perfecto hombre siendo revestido de poder por el Espíritu, el mismo Espíritu que nos prometió.

El problema esté en pensar que Jesús “hacía lo que quería” cuando en realidad todas Sus obras eran exactamente las que el Padre le daba a hacer, esto es, no sanaba “al que venía” sino a los que el Padre le indicaba. La perfecta comunión que tenía con Su Padre nos hace confundir pensando que “hacía lo que quería” cuando en realidad Su voluntad estaba perfectamente rendida al Padre a cada momento y a cada momento también podía escuchar Su voz y verlo actuar. Como no hemos llegado a ese nivel, muchos milagros que quisiéramos no ocurren, y nos desanimamos. Pero los milagros de Jesús tuvieron, primero un tiempo porque no sucedieron antes de comenzar Su ministerio, y luego una oportunidad, y no siempre “ocurrieron”.

Cuando entendemos eso y empezamos a caminar en la perfecta voluntad del Padre ENTONCES ES QUE las obras de Jesús se manifestarán en nosotros y aún mayores. Esto es, no necesitamos ir a despertar a Jesús en la barca ni esperarlo en un cruce de caminos para pedirle algo, simplemente lo declaramos en Su autoridad, y conforme a Su propósito.

Y la verdad es que Jesús solo pudo “poner los cimientos” en la vida de Sus discípulos:

Juan 16:12-13 RVC
12 »Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar.
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

Con todo lo maravilloso que fueron esos tres años, apenas fueron el comienzo. Muchísimo más vendría, no siempre agradable. Ellos fueron transformados en los apóstoles que recordamos, el fundamento precioso que más tarde el Señor le mostraría a Juan en la visión del Apocalipsis, pero para eso fue necesario que Él se fuera y que el Espíritu viniera, y que ellos establecieran otra relación con Cristo, mucho más íntima porque ahora ya no se trataba de “otra persona” al lado de ellos, sino de “uno con ellos”.

Realmente mucho de lo que significa el versículo que leímos al principio lo vivimos a diario y no lo valoramos ni lo aprovechamos como podríamos, ¿por qué estamos distraídos buscando quién sabe qué? Por supuesto, por los engaños del Enemigo, que entre otras cosas, nos hace menospreciar aquello que tenemos: la posibilidad de tener al Señor las 24 horas, los 365 días, Su ministración a cada momento (que queramos escuchar), Sus obras disponibles en Su perfecta voluntad. Si nos parece poco es porque hemos ejercitado muy poca fe todavía, ¡pero solo una “semilla de mostaza” de fe basta para que veamos maravillas!


Danilo Sorti


381. La novia, los protegidos y los hijos

Juan 3:29 RVC
29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido.

Juan 16:7 DHH
7 Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré.

Juan 20:17 RVC
17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.»

Dios es “muchas cosas” para nosotros, y fallamos siempre si tratamos de circunscribirlo a una sola de sus funciones o roles, por más maravilloso que este sea.

A lo largo de estas últimas décadas o más bien siglo, a partir del avivamiento de principios del siglo XX, el conocimiento de Dios ha tenido un avance increíble, así como la restauración de Su manifestación sobre la Tierra. Algunos objetarían diciendo que la mentira y las herejías se multiplicaron como nunca en la historia del cristianismo, y es cierto, pero eso no niega el hecho de que la gracia y la revelación, disponibles para quien quiera sinceramente conocer la verdad, han sido mayores que en los diecinueve siglos anteriores. Y estos distintos movimientos o etapas han traído luz, entre otras cosas, sobre nuestra relación con el Trino Dios.

Estos tiempos que han comenzado traerán dramáticamente sobre la humanidad la revelación del Dios justo, que no tolera el pecado y que está dispuesto a limpiar Su Iglesia primero y Su Tierra inmediatamente después. En medio de los juicios que ya han comenzado, sin embargo, no debemos olvidar tres facetas de lo que Dios es, sobre las cuales se han hecho énfasis a lo largo del último siglo: el Novio y la Iglesia como Novia / Esposa, Dios Padre y nosotros Sus hijos, el Espíritu Consolador y nosotros Sus defendidos. En los tiempos que se avecinan necesitamos que estas tres visiones de lo que somos estén claramente afirmadas en nuestros corazones.

La Iglesia como Novia del Cordero es quizás la primera imagen del cristianismo primitivo, cuando Eclesiastés era un libro muy popular en las predicaciones de la Iglesia. Es la relación más íntima y cercana del hombre con Dios, más incluso que la de un hijo, porque un hijo es enviado, pero al cónyuge se lo elige: Él nos eligió a nosotros y nosotros los elegimos a Él, Él nos rescató y Él se desposó, con lo que llegamos a ser uno.

Apocalipsis 17:14 RVC
14 Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y a los que están con él se les llama “elegidos” y “fieles”.»

Él nos eligió porque vio nuestro corazón, y nos conoció de antemano. Muchos han tropezado con este concepto de la “elección”, pensando que se trata de una arbitrariedad divina o un permiso para pecar. Pero es muy fácil entender la elección si lo pensamos en términos de un matrimonio: ambos se han elegido porque ambos se han amado; esa elección puede romperse si dejan de amarse, eso nos puede pasar a nosotros, pero no a Dios.

En las sociedades antiguas, donde el estatus de la mujer era muy precario, especialmente si era soltera o viuda, peor aún divorciada, ser desposada por un marido rico y poderoso, y más aún, si la amaba de verdad, era la mayor gloria que una mujer podía tener. En algunos lugares eso no ha cambiado mucho. Lo cierto es que los matrimonios por amor no eran tan comunes entonces… ni ahora. La imagen de un esposo amante, que además se sacrificó a sí mismo por Su Amada, es un poderosísimo argumento de películas o novelas, pero era mucho más poderos en la mente de ese entonces.

La intimidad y comunión que hay en un matrimonio no existe en otra relación humana, pero es difícil hablar de esto hoy porque son pocos los que tienen esa experiencia, ya sea propia o de su padres. Cómo satisface uno al otro, en su presencia, su compañía, sus expresiones de afecto, su interés, su cuidado, aún en los retos o enojos, es único en las relaciones humanas, aunque es sólo una pálida imagen de lo que será nuestra relación plena con Dios. El mundo lo ha corrompido llevando todo a una hipersexualización de las relaciones, que es obviamente falso e incluso “vaciante” de sentido cuando no hay verdadero amor.

La buena noticia es que esa relación está disponible aquí y ahora. La “mala” noticia es que necesitamos construirla por fe porque la mayoría de las personas no tienen ejemplos claros, y por lo tanto no pueden recibir ni las demostraciones de amor ni las palabras de afecto del Novio.

En estos últimos tiempos, cuando ya falta muy poco para la venida del Novio pero ya como Esposo, la imagen de la Novia será completamente restaurada en Su Iglesia.

En espera de la futura boda, el Novio nos dejó a Su Amigo, el Defensor, o mejor dicho, el Abogado Defensor, el que viven en medio de Su Pueblo, quien cuida a la Novia, quien la capacita y la instruye para que no dude de Su amor, quien le enseña a aferrarse a él, quien la edifica.

El Bendito Espíritu es nuestra compañía, la Voz de Dios continuamente dentro nuestro, pero también Su poder y Su autoridad. La Novia no ha sido dejada sola, ni tampoco ha sido dejada sólo con la guía interior para que aprenda lo que tiene que aprender, le ha sido dado el Sello de autoridad, la marca que dice que, aunque no es Esposa todavía, tiene todos los derechos legales que el Novio ganó sobre la creación y sobre las tinieblas.

La muestra de amor del Novio no consistió en dar una dote costosa, como siguen haciendo ahora algunas culturas, sino en darse primero a Sí mismo, totalmente despojado, sin nada, ni siquiera ropa, sobre esa cruz. ¡Caramba! No parecía ser un buen prospecto… Sin embargo fue elevado a Rey del Universo por el Padre. Él ganó la máxima autoridad, y a Su Prometida se la delegó mientras espera el desposorio.

No podemos ser la Novia y dejar de lado la autoridad que nos fue dada, menos en este tiempo.

Pero hay Uno que está por sobre todo, Dios también, el Padre, quién antes de buscar Novia para Su Hijo nos hizo hijos. ¿Cómo podría Su Hijo casarse con gente extraña? En aquel entonces era muy común que las personas se casaran dentro de su misma nacionalidad o tribu o incluso clan… hoy también. Pero nosotros pertenecíamos a otra raza: pecadora, caída, inmunda, ¿cómo podríamos estar con el Santo?

Por eso debimos ser hecho primero hijos, es decir, hijos adoptivos, con lo que ganamos todos los derechos de la nueva nacionalidad y además fuimos hechos herederos de las riquezas y territorios del Padre.

Durante mucho tiempo en la historia del cristianismo el concepto de “siervo” fue el predominante, y era lógico, las personas eran “siervos” de un rey, por lo que naturalmente podían verse como siervos de Dios, y Él mismo se reveló en esa relación muchas veces, pero eso no era más que “la puerta de entrada”.

Tristemente, muchos cristianos hoy se ven de la misma manera, y la parábola del hijo pródigo es la que mejor expresa este agudo contraste siervo – hijo. Esta relación de hijos, con todo su significado, se refuerza más cerca de este tiempo: aprendimos a ser hijos y disfrutar del cuidado y del amor del Padre, y eso trajo una enorme sanidad sobre muchos cristianos.

Pero también el Defensor fue manifestado, y nos dimos cuenta que no estábamos “solos”, que no habíamos sido dejados “solamente” con un “manual de conducta y mapa del futuro”; la Biblia cobró “vida” y pudimos vivir en el poder que durante siglos leímos en Hechos, pero solo leímos. Y ya no tuvimos que andar “adivinando” qué versículo bíblico o qué principio se aplicaba a tal o cual situación porque el Espíritu nos guiaba en cada pensamiento. Esto fue otro nivel profundo de sanidad, ya no el de sabernos hijos, sino el de escuchar la voz de Dios en cada una de nuestras necesidades.

Todavía muchos desprecian o descuida esto, pretender aferrarse a la Biblia pero no disfrutan plenamente de la Biblia vivificada por el Espíritu. ¡Es una contradicción! Aceptan el libro pero no se preocupan por escuchar al Autor.

La “última” revelación, que fue la primera en la naciente iglesia, es la revelación de la Novia, próximamente Esposa, del Cordero. Y esta es la relación más íntima, aquello que suple toda necesidad, la sanidad perfecta del alma herida, la saciedad completa de un corazón agitado.

El Trino Dios es “muchas cosas” para nosotros, son muchas facetas y no es simple que todas estén presentes en nuestra mente al mismo tiempo. Sin embargo, hay tres de ellas que NO PUEDEN NO ESTAR: el Padre, el Defensor y el Esposo. Cada día debemos meditar en ellas y es necesario que estemos firmemente cimentados en estas tres relaciones, no digo “verdades” porque “verdad” puede ser algo sólo intelectual, digo “relación” porque implica un “ida y vuelta” con Dios.

El espíritu de orgullo, Leviatán, el poderoso principado que domina a los hombres, no puede mantener ninguna de estas tres relaciones, porque implican una dosis de humildad en todos los casos, es decir, “ceder” algo nuestro, reconocer determinadas áreas de debilidad o carencia (bueno, en realidad, ¡todas!) y recibir gratuitamente, sin nada a cambio, aquello que las suple.

Por eso el concepto de “siervo” es más cercano a los cristianos que todavía están dominados por Leviatán: un siervo está en cierto sentido sometido, por lo que no le queda “más remedio” que hacer lo que se le manda. Un siervo también recibe una paga, por lo que hay una cierta “transacción” por el servicio y las bendiciones que se reciben son, en cierto punto, “merecidas”.

Hay muchos que exaltan el concepto de “siervo” y usan profusamente la palabra en los ámbitos cristianos. No voy a decir que sea pecado, pero es una dimensión de nuestra relación con Dios que ha sido ampliamente superada en la revelación del Nuevo Pacto y en la manifestación del Espíritu en estos tiempos. Y cuidado: “siervo” esconde todavía mucho de religión, mucho de “Leviatán” (orgullo), mucho de autojusticia.

Hermano, si en tu lenguaje, oración y pensamiento todavía hay mucho de “siervo”, te estás perdiendo lo mejor de la Nueva Vida, hay mucho pecado escondido dando vueltas por ahí, persisten muchas heridas en tu corazón, estás usando mucho esfuerzo humano para servir a Dios con pocos frutos y difícilmente puedas soportar los tiempos que se avecinan. Es tan sencillo como que te abras a la relación hijo – defendido – novia que el Trino Dios quiere establecer contigo para que pases a un nuevo nivel, MUY NUEVO por cierto.

¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti


380. Dios también llora, a Dios también le duele el corazón, Dios también ríe

Jeremías 2:5 DHH
5 El Señor les dice:
de malo encontraron en mí sus antepasados,
que se alejaron de mí?
Se fueron tras dioses que no son nada,
y en nada se convirtieron ellos mismos.

Jeremías 2:5 RV1995
5 Así dice Jehová:
«¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres,
que se alejaron de mí,
y se fueron tras la vanidad
y se volvieron vanos?

Es un hecho que el “dios” que tenemos finalmente determinará lo que seamos. Jeremías lo describe dramáticamente en este pasaje al comienzo de su profecía, y lo ilustra sobradamente en el resto del libro. Pero si esto es cierto para los dioses falsos, también lo es para cualquier imagen distorsionada del Dios verdadero.

Cualquier concepto errado que tengamos de Dios nos va a conformar de la misma manera, y estas desviaciones pueden ser muy sutiles. Podemos hacer el mismo recorrido “hacia atrás”: si hay algo claramente desviado en nuestra espiritualidad también lo está en nuestra imagen de Dios. Y uno de estos puntos comunes suelen ser los sentimientos del Creador.

Quizás algo de lo que más nos cueste dimensionar adecuadamente sea precisamente eso; como solemos asociar directa o indirectamente a los sentimientos, y más aún, la expresión de esos sentimientos, a los conceptos de debilidad o vulnerabilidad, es difícil que Dios pueda “encajar” allí. Por eso, “acercarse a Dios”, “ser santo como Dios es santo”, implica inconscientemente para muchos cristianos transformarse en una criatura tan racional y tan “en las nubes” que no resulta afectada por ninguno de los pesares de los mortales, al tiempo que se vuelve emocionalmente inexpresivo. Esta imagen, sin embargo, corresponde más bien al ideal griego (y al espíritu de Grecia) que al modelo bíblico; es decir, a la infiltración del espíritu griego en el Evangelio.

¿Podemos ver los sentimientos profundos de Dios en la Biblia?

Juan 11:35 RVC
35 Y Jesús lloró.

Lucas 22:44 RVC
44 Lleno de angustia, oraba con más intensidad. Y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Juan 2:16-17 DHH
16 A los vendedores de palomas les dijo:
—¡Saquen esto de aquí! ¡No hagan un mercado de la casa de mi Padre!
17 Entonces sus discípulos se acordaron de la Escritura que dice: consumirá el celo por tu casa.

Lucas 10:21 DHH
21 En aquel momento, Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Jesucristo es la imagen más clara del Padre que tenemos en esta tierra:

Juan 14:9 RVC
9 Jesús le dijo: «Hace ya tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y tú, Felipe, no me has conocido? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo entonces dices: “Muéstranos al Padre”?

Las palabras de Jesucristo son tan claras que llega a ser una herejía “desvincular” el ejemplo de Jesucristo de la naturaleza de Dios. Lo que vemos en Cristo, toda la gama de emociones que aparecen registradas en los Evangelios, es lo mismo que expresa Dios Padre, a quién no podemos ver. Vuelvo a decir que considerar al Padre como un Dios lejano, inexpresivo, o peor aún, siempre enojado y vengativo, es una herejía y una blasfemia. Por supuesto, ignorar esas facetas es otro error no menor.

¿Es el “Dios del Nuevo Testamento” distinto del “Dios del Antiguo Testamento”? Algunos consideran que Dios se volvió “más bueno” en el Nuevo Pacto, y que en los tiempos del Antiguo era mucho más distante. Es cierto que Jesucristo acercó al Padre de una forma que los antiguos solo podían soñar, pero el corazón de Dios nunca cambió:

Jeremías 9:1-3 RVC
1 ¡Cómo quisiera yo que mi cabeza fuera un mar, y mis ojos un manantial de lágrimas! ¡Así podría llorar día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!
2 ¡Cómo quisiera que alguien me diera en el desierto un albergue de caminantes! ¡Así podría dejar a mi pueblo y apartarme de ellos! Porque todos ellos son adúlteros, ¡son una banda de pecadores!
3 «Han hecho de su lengua un arco, y con ella lanzan mentiras. La verdad en la tierra no es su fortaleza. Cometen maldad tras maldad, y a mí no me reconocen. —Palabra del Señor.

Jeremías 9:10 RVC
10 Haré oír por los montes mi llanto y mis lamentos; por los pastos del desierto derramaré mis lágrimas, porque todo ha sido destruido y nadie pasa ya por aquí. Ya no se oye bramar al ganado, y hasta las aves del cielo y las bestias del campo huyeron por igual.

Oseas 11:8-9 RVC
8 »¿Cómo podría yo abandonarte, Efraín? ¿Podría yo entregarte, Israel? ¿Podría yo hacerte lo mismo que hice con Adma y con Zeboyin? Dentro de mí, el corazón se me estremece, toda mi compasión se inflama.
9 Pero no daré paso al ardor de mi ira, ni volveré a destruir a Efraín. Dentro de esta ciudad estoy yo, el Dios Santo, y no un simple hombre. Así que no entraré en la ciudad.


Muchos de los relatos bíblicos no los leemos ni entendemos en función de los sentimientos de Dios. Sin embargo, un simple razonamiento nos permitirá concluir que Sus sentimientos son mucho más profundos que los humanos. Nosotros nos condolemos con el dolor de un semejante, y nos alegramos con sus alegrías, excepto cuando el pecado ha llegado tan hondo como para que ocurra exactamente lo contrario; ese es un estado de corrupción terminal en el ser humano, que ya no se resuelve prácticamente con nada sino con el terrible juicio de Dios. Algo así tenemos en el escenario político y social en algunos sectores de nuestros países.

Nosotros, como seres humanos caídos, insensibilizados por el pecado, podemos sentir y expresar una amplia gama de esos sentimientos. ¿Qué más podrá hacer Dios, perfecto, puro, sin ninguna contaminación ni insensibilización pecaminosa, quien además tiene un perfecto conocimiento de las causas y consecuencias?

Jesús pudo expresar toda la gama de sentimientos, pero no lo vemos dominado por el sentimentalismo sino todo lo contrario. En realidad, hubo UN SENTIMIENTO que dominó toda la obra de Cristo y, en general, todo lo que Dios es y hace: EL AMOR, un amor perfecto cuya comprensión está más lejos de lo que podemos alcanzar.

No siendo dominado por el sentimentalismo, pudo sentir y expresar los sentimientos. Así se supone que seamos nosotros, no podemos captar verdaderamente la obra de Dios si no lo hacemos. Es más, si reprimimos nuestros sentimientos genuinos del Espíritu en función de un “interés mayor” terminaremos cayendo en las más horribles aberraciones en nombre del Señor, y la historia lo demuestra.

Dios se manifestó como hombre, aunque sabemos que por ser espíritu no tiene sexo. Pero se dio a conocer con el género masculino por algunas buenas razones. Una de ellas es para que los hombres aprendamos a serlo de verdad mirando Su ejemplo, y aquí tenemos uno muy oportuno, ya que somos los que más difícilmente expresamos las emociones y pero aún, nos permitimos sentirlas. Es necesario volver a Su ejemplo y con-formarnos a él, antes que a una imagen mental, bastante errónea, sobre Él. De paso, llorar de vez en cuando o expresar nuestros sentimientos, es un golpe fuerte al “leviatán” que llevamos dentro…


Danilo Sorti


379. Parece Leviatán pero no lo es: la autoridad y dignidad

Mateo 11:27-30 RVC
27 El Padre me ha entregado todas las cosas, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
28 Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar.
29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma;
30 porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.»

El éxito de Leviatán no solo consiste en hacernos caer en sus garras sino también en hacernos creer que está presente donde no lo está. No en vano Dios mismo dijo de él: “Nada en la tierra se le puede comparar.”

Y un caso como ese aparece precisamente en el pasaje en que Jesús se describe a sí mismo como “manso y humilde”. A ver, ¿es posible que una persona verdaderamente humilde diga que lo es? Nosotros estamos acostumbrados a que eso no ocurra, a ningún ser humano se le ocurriría sinceramente decir eso de sí mismo… porque ninguno es totalmente humilde!!

Ahora bien, si alguien fuera verdaderamente humilde no sería incorrecto decirlo. Es más, solo quien lo fuera podría decirlo. Sin embargo Leviatán nos ha hecho creer que nadie podría hacerlo, y entonces caemos en la falsa humildad.

“Manso” es el que acepta los sufrimientos y circunstancias que Dios dispone para él. “Humilde” es el que acepta su condición también dada. Pero nosotros asociamos el concepto de “humilde” con una serie de características que no necesariamente le corresponden, veamos.

Jesús reconoció que Dios le entregó TODAS LAS COSAS, que es lo mismo que reconocerse Rey del Universo. Jesús reconoció su conocimiento íntimo de Dios, en un tiempo en el que atreverse a llamarlo “Padre” le costó la ira asesina de los judíos. Jesús se reconoció con autoridad para dar a conocer al Padre a quién Él quisiera. Jesús se reconoció como el líder capaz de dar verdadero descanso y no tuvo ningún inconveniente en llamar a la gente hacia sí mismo. Jesús pidió que llevaran Su yugo, es decir, la carga que Él les pondría. Jesús prometió verdadero descanso para los que así lo hicieran. ¿¿Esto encaja dentro de nuestra definición de humildad??

Muchos suelen confundir humildad con la actitud del “trapo de piso humano”. Los más inteligentes saben que eso no es así, pero incluso a ellos les cuesta a veces identificar qué es humildad y qué no, y cuándo la humildad no se contrapone con la verdadera dignidad y autoridad. Por otro lado, aquellos que tienen algún rol de autoridad o que implica reconocimiento, a veces creen que no pueden ser adecuadamente humildes. En definitiva, suele haber bastante confusión con el tema y terminamos NO SIENDO humildes en el verdadero sentido de la palabra, o NO RECONOCIENDO la humildad en las personas que ocupan cargos de autoridad.

Humildad tiene que ver con aceptar la posición que le es dada y reconocer autoridad por encima de uno, pero no implica DESCONOCER la dignidad y autoridad que uno posee, ¡porque le fueron dadas!

Hechos 7:35 RVC
35 »A este Moisés, a quien los israelitas rechazaron al preguntarle: “¿Quién te ha nombrado nuestro gobernador juez?”, fue a quien Dios mismo envió como gobernador y libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza.

Es cierto que Moisés no estaba perfeccionado todavía en ese tiempo, pero él ya tenía un nivel de autoridad y dignidad dados por Dios para la función que desarrollaría 40 años más tarde. Israel no lo reconoció, pensaron simplemente que era un soberbio más.

Mateo 21:23 RVC
23 Cuando Jesús llegó al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?»

Jesucristo ejercía demasiada autoridad para lo que ellos estaban acostumbrado, y de ningún modo podían ver la fuente genuina de ella, por lo que “soberbio” era lo mínimo que podían decirle al Señor.

Mateo 21:24 RVC
24 Jesús les respondió: «Yo también les haré una pregunta. Si me la contestan, también yo les diré con qué autoridad hago esto.

Pero Jesucristo no tenía ninguna necesidad de “demostrar humildad” ante ellos, así que les da una respuesta más confrontadora todavía. En situaciones semejantes, o somos impelidos a actuar con orgullo o somos empujados a actuar con falsa humildad; Jesucristo simplemente se concentró en los hechos y no se preocupó por dar ninguna imagen. Eso es humildad. En el momento que empezamos a concentrarnos sobre nosotros y cómo somos considerados por los otros, aparece el orgullo.

Lucas 5:21-24 RVC
21 Los escribas y los fariseos comenzaron a murmurar, y decían: «¿Quién es éste, que profiere blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados? ¡Nadie sino Dios!»
22 Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué cavilan en su corazón?
23 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o que le diga: “Levántate y anda”?
24 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, éste le dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”»

Esta es otra situación en la que Jesucristo muy bien podía pasar por pedante y soberbio, pero de nuevo, no se concentró en sí mismo sino en el tipo de razonamiento de los religiosos y demostró con hechos Su autoridad, sabiendo que ellos no podían todavía entender quién era realmente.

Juan 8:25-27 RVC
25 Ellos le dijeron: «¿Y quién eres tú?» Jesús les respondió: «Lo que desde el principio les he dicho.
26 Mucho es lo que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo le digo al mundo lo que de él sé.»
27 Pero ellos no entendieron que les hablaba del Padre.

En medio de una dura confrontación, cuando la persona misma de Jesús es cuestionada, Él sigue enfocándose en el Padre, aunque ellos no lo entendían.

Hechos 4:7-12 RVC
7 Pusieron en medio de ellos a Pedro y Juan, y les preguntaron: «¿Con qué autoridad, o en nombre de quién hacen ustedes esto?»
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Gobernantes y ancianos del pueblo:
9 Ya que hoy se nos interroga acerca del beneficio otorgado a un hombre enfermo, y de cómo fue sanado,
10 sepan todos ustedes, y todo el pueblo de Israel, que este hombre está sano en presencia de ustedes gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de los muertos.
11 Este Jesús es la piedra que ustedes, los edificadores, rechazaron, y que no obstante ha llegado a ser la piedra angular.
12 En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación.»

El mismo patrón, ahora con los discípulos. La misma respuesta: ellos ni siquiera responden a la ofensa y pasan por alto las palabras hirientes contra ellos, en cambio, se concentran en los hechos y la Fuente de donde venía su autoridad para hacer milagros. Eso es humildad.

Podemos encontrar muchos más ejemplos en los que la verdadera autoridad y dignidad de una persona no es reconocida y, por el contrario, es cuestionada como un acto de orgullo o soberbia, o rebeldía hacia las autoridades (humanas, claro), que es lo mismo y que es uno de los latiguillos favoritos de unos cuantos líderes cristianos.

Una posición firme que nace de la plena consciencia de la autoridad que se tiene y del rol que se cumple puede ser confundida con una actitud de soberbia, pero es muy diferente. Leviatán será el primero en cuestionar duramente cualquier acción enérgica de la verdadera autoridad, y será también el primero en acusarla de soberbia y orgullo.

Es por demás de obvio: eso es lo que él es y por lo tanto necesita desviar la atención de encima de él hacia lo contrario, para que la gente considere soberbia y orgullo a otra cosa. Además, la forma de descubrir verdaderamente a Leviatán es con la genuina y firme autoridad de lo Alto, así que cualquiera que tenga y ejerza ESA autoridad es muy peligroso para Leviatán.

Inevitablemente un cristiano en crecimiento llegará al punto de empezar a ejercer tal autoridad, y recibir consecuentemente las duras flechas de acusación de Leviatán, tratando de adherir a la persona la imagen contraria a lo que es. Y aquí es donde se necesita firmeza, para no ceder en la autoridad y caer en la falsa humildad, y también para no ser presa de Leviatán al intentar reafirmar nuestra autoridad de la manera incorrecta. Es como un camino estrecho, con peligrosos barrancos tanto a derecha como a izquierda, pero el ejercicio de la autoridad requiere aprender a transitarlo, y sin autoridad genuina no puede establecerse el Reino.



Danilo Sorti


378. No parece Leviatán pero lo es: la falsa humildad

1 Samuel 15:17-21 DHH
17 Y Samuel le dijo:
—¿No te considerabas tú de poca importancia? Sin embargo, has llegado a ser el jefe de las tribus israelitas, y el Señor te ha consagrado como rey de Israel.
18 Ahora bien, si el Señor te envió con la orden estricta de destruir a esos pecadores amalecitas, y de atacarlos hasta acabar con ellos,
19 ¿por qué desobedeciste sus órdenes y te lanzaste sobre lo que se le quitó al enemigo, actuando mal a los ojos del Señor?
20 Saúl contestó:
—Yo obedecí las órdenes del Señor, y cumplí la misión que él me encomendó: he traído prisionero a Agag, rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.
21 Pero la tropa se quedó con ovejas y toros, lo mejor de lo que estaba destinado a la destrucción, para sacrificarlos en honor del Señor tu Dios en Guilgal.

Colosenses 2:18 RVC
18 No permitan que los condenen esos que se ufanan de humildad pero rinden culto a los ángeles. Los tales se meten en cosas que no han visto y están envanecidos por su razonamiento humano;

Mateo 6:16 RVC
16 »Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando; de cierto les digo que ya se han ganado su recompensa.

Mateo 23:28 RVC
28 Así también ustedes, por fuera se presentan ante todos como hombres justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.


Es muy fácil para Leviatán – orgullo disfrazarse de falsa humildad, es más, uno puede con un poco de esfuerzo aprender las “formas correctas” de comportarse y hablar en sociedad y con el tiempo entrenarse muy bien en no usar expresiones o actitudes que parezcan pedantes, hasta el punto de representar muy bien el papel de humilde. En este siglo de sobreactuación exacerbada es muy fácil hacerlo, tanto que uno se termina creyendo su propia actuación.

Es casi “natural” que la religión esté repleta de falsa humildad: la gente espera que los “religiosos” sean humildes, y aunque saben perfectamente que no lo son, muchos tratan de aferrarse a algo para creer.

Saúl es un ejemplo de falsa humildad:

1 Samuel 9:21 DHH
21 Saúl respondió:
—¡Pero si yo soy de la tribu de Benjamín, la más pequeña de las tribus de Israel! Además, mi familia es la más insignificante de todas las familias de la tribu de Benjamín. ¿Por qué me dices todo eso?

Aparentemente empezó bien, pero los hechos posteriores mostraron rápidamente que su “humildad” no era tal, sino un complejo de inferioridad, que es otra forma del orgullo. “Yo obedecí las órdenes del Señor, y cumplí la misión que él me encomendó” juró Saúl cuando claramente no era así, y esta es la forma del orgullo: no retrocede en arrepentimiento, sino que “redobla” la apuesta.

Colosenses 2 es muy explicativo respecto del tema:

Colosenses 2:16-19 DHH
16 Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o sábados.
17 Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la verdadera realidad es Cristo.
18 No dejen que los condenen esos que se hacen pasar por muy humildes y que dan culto a los ángeles, que pretenden tener visiones y que se hinchan de orgullo a causa de sus pensamientos humanos.
19 Ellos no están unidos a la cabeza, la cual hace crecer todo el cuerpo al alimentarlo y unir cada una de sus partes conforme al plan de Dios.

Pablo nos da aquí algunas pautas para reconocer la falsa humildad: la crítica y condena hacia los que no actúan como ellos, el orgullo en sus propios razonamientos y experiencias espirituales, en definitiva, la separación de Cristo. Es decir, que mientras el aparentemente humilde lo es para con Dios, no tiene nada de humilde para con sus “hermanos”. ¡Cuidado con eso! Es imposible ser verdaderamente humilde y no manifestarlo hacia los hombres.

Citamos también un texto de Mateo 6, pero en realidad todos los capítulos 5, 6 y 7 tienen que ver con el problema de la verdadera religión versus la apariencia de piedad o la religión externa, o lo que es lo mismo, la falsa humildad que conlleva.

“Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando” Es una muestra de apariencia de humildad en la forma de aparente sufrimiento, de “duro trato de uno mismo”, lo cual aparenta piedad y humildad pero es todo lo contrario. ¡Cuán llenas están todas las religiones de eso! Desde lamer literalmente el piso con la lengua, acostarse para ser pisoteado como felpudo, autoflagelarse, y otras tantas aberraciones por el estilo, que nada tienen que ver con una vida verdaderamente agradable a Dios y al prójimo, hasta otras formas más modernas, como “dar sacrificialmente” (que significa dejar que le metan la mano en el bolsillo), aguantarse reuniones kilométricas y aburridas, o mantener una postura de “amabilidad y apacibilidad”, cuando algunas circunstancias exigen que seamos firmes y cortantes.

“Así también ustedes, por fuera se presentan ante todos como hombres justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.” Como dije, una de las cosas más buscadas en un (supuesto) líder espiritual es la humildad, pero como la mayoría de la gente que busca a tales líderes en realidad no conoce un rábano de las verdades espirituales, terminan engañadas por la falsa humildad, que se adecua a lo que ellos están, equivocadamente, buscando.

¿Cómo reconocer la verdadera humildad cuando estamos en una etapa en que no la conocemos y necesitamos que alguien nos la enseñe?

Mateo 7:16 DHH
16 Ustedes los pueden reconocer por sus acciones, pues no se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos.

Mateo 7:16 RVC
16 Ustedes los conocerán por sus frutos, pues no se recogen uvas de los espinos, ni higos de los abrojos.

Aquí está el problema para los buscadores: precisamente porque están buscando un patrón de conducta conforme a lo que ellos saben o entienden, que está errado, y no se fijan en hechos objetivos como son las acciones y los resultados. “¡Qué hermosa palabra dio el pastor!” repiten domingo tras domingo, pero no se fijan en sus detestables acciones; y así siguen engañados. “¡Qué amable que es, cuánto amor demuestra en las reuniones!” pero no miran más allá, el resto de los días de la semana.

No es imposible desenmascarar a Leviatán, tenemos las instrucciones para hacerlo, el asunto es aceptarlas y ponerlas por obra.

¡Señor, líbranos de la falsa humildad!


Danilo Sorti


377. Leviatán y el aprendizaje: ya sé qué definitivamente no voy lo voy a aprender

Isaías 35:8 RVC
8 Allí habrá un camino empedrado, que será llamado «Camino de Santidad». No pasará por allí nada impuro, porque Dios mismo estará con ellos. Si alguien pasa por este camino, no se extraviará, por más torpe que sea.

1 Juan 2:27 RVC
27 La unción que ustedes recibieron de él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Así como la unción misma les enseña todas las cosas, y es verdadera y no falsa, permanezcan en él, tal y como él les ha enseñado.

Juan 6:45 RVC
45 En los profetas está escrito: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha aprendido de él, viene a mí.


Aunque esta no sea la “fortaleza favorita” de Leviatán, sigue siendo muy efectiva en amplios sectores de la población, principalmente entre aquellos que no han tenido la oportunidad de tener una educación formal o no han vivido en familias de determinado nivel cultural. Sin embargo, puede ocurrir en cualquier persona en determinadas áreas de su intelecto.

“Ya sé que definitivamente no lo voy a aprender” significa una derrota, precisamente Leviatán derrotándonos, es decir: “antes de ser humillado al tener que sentarme como aprendiz y que haya otro que me enseñe mientras yo me esfuerzo y aprendo más lentamente que los otros, prefiero refugiarme detrás de una respuesta más digna reconociendo mi incapacidad”.

Seamos prudentes: no todas las personas tienen la misma capacidad cognitiva, no todos han tenido una adecuada alimentación y buenos estímulos de niños y jóvenes, existen una serie de enfermedades que afectan directamente el funcionamiento del cerebro, o estados de salud deteriorados que repercuten en él. Y finalmente, no todos tienen ni el tiempo ni la formación académica para aprender CUALQUIER OTRO tipo de conocimiento. Todas esas son limitaciones intelectuales que tenemos en esta Tierra, por lo que es injusto ignorarlas.

Precisamente por eso de que existen y que en alguna medida siempre hay alguna de ellas que nos afecta, es que le resulta por demás de fácil a Leviatán usar esa excusa para EXTENDERLA hacia un área cognitiva en la cual no se aplica.

Inevitablemente tenemos límites intelectuales, pero Dios no ha perdido poder para obrar y no tiene dificultad en expandir esos límites. ¿O acaso cómo entendemos el pasaje de Santiago?

Santiago 1:5 DHH
5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno.

Hermanos, el cerebro humano no funciona como una computadora. Ésta ya viene con una capacidad instalada, puede tener un procesador de última generación y un disco enorme, pero ese es el límite. Puede ser que nunca lo llenemos ni usemos el procesador a su máxima potencia, pero más allá de esos límites seguro que nunca podremos hacerla funcionar.

El cerebro humano es plástico, hay conexiones que se están formando y desarmando a cada momento, hay neuronas que mueren y otras nacen, y muchos procesos más. Cada nuevo conocimiento no es SOLAMENTE meter más información en un disco rígido, sino que necesariamente implica cambios y “expansión” en el sistema cognitivo físico e intelectual de nuestro cerebro. Es decir, nuestra mente “se expande”. Si Dios puede darnos sabiduría “sin limitación” significa que tenemos una promesa de “continua expansión” mental. Es decir, todo lo que necesitemos aprender, todo lo que Él quiera que sepamos, lo podremos saber. Probablemente no seamos sabios con el conocimiento de este siglo para que no nos envanezcamos, pero por cierto que todo lo que sea necesario que sepamos, lo sabremos.

Pero el cerebro humano también “se contrae”. Puedo vaciar el disco rígido de una computadora y queda tal cual es, no se “achica” por eso. Pero no puedo “vaciar” el contenido de un cerebro y suponer que se mantendrá igual. Bueno, de hecho no se “vacía”, pero por el desuso muchas cosas se olvidan, lo cual físicamente significa que hay conexiones que se están perdiendo y neuronas que quedan “dormidas”. Recuperar eso cuesta trabajo luego.

“Definitivamente no lo voy a aprender” es la máscara de “no quiero ser humillado ubicándome de nuevo en la posición de alumno cabezadura”, “no quiero que los otros se den cuenta de mis dificultades para aprender”… o “me da pereza hacer el esfuerzo”. En definitiva, buenos argumentos de Leviatán para obstaculizar el aprendizaje, que suele ser el primer paso para el cambio.

Aprender a veces implica soportar cierta humillación; hay maestros que son bastante eficaces en eso, pero también hay una parte de dicha humillación que es solo “psicológica”, es decir, Leviatán nos la hace sentir sin que sea real (o totalmente real al menos).

Pero aprender implica luego ser confrontado al cambio, reconocer que algo de lo que pensaba, hacía o decía estaba mal y tengo que dejarlo y reconocer mi error, ¡eso tampoco le gusta a Leviatán!... ni a nosotros. Implica ubicarme en un nuevo ámbito en el que voy a ser durante un tiempo un “aprendiz”, sin privilegios ni reconocimiento de los otros. Repito, esto no necesariamente es real, puede estar “simplemente” en nuestra mente, pero es todo lo que a Leviatán no le gusta.

“Sé que definitivamente no lo voy a aprender” puede ser reemplazado por “sé que en la gracia de Dios puedo hacer el esfuerzo y lograrlo, aunque eso me ponga en una posición que a mí me parece inferior durante un tiempo” o también por “sé que esto no lo voy a aprender ahora pero más adelante sí”. Habrá un tiempo, eterno, en Su presencia, en el que podremos estudiar y aprender todo lo que nos quedó pendiente aquí y muchas cosas más que ni siquiera nos imaginamos ahora.

¡Señor, reconocemos que vos también podés expandir nuestra mente!


Danilo Sorti


376. Leviatán y el aprendizaje: ya sé que no hay nada bueno allí

Juan 1:46 RVC
46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.»

Estamos hablando de las diversas estrategias que tiene Leviatán para obstaculizar o impedir el aprendizaje, más específicamente, que podamos escuchar y aceptar las Buenas Nuevas y crecer luego en la vida cristiana. Una de esas fortalezas es: “ya sé que no hay nada bueno allí”, es decir, creer que sabemos que en tal lugar o de tal persona no aprenderemos nada bueno.

También aquí hay que tener cuidado porque en la Biblia encontramos varios mandatos de “huir”:

1 Timoteo 6:10-11 RVC
10 porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores.
11 Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre.

2 Timoteo 2:22 RVC
22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con aquellos que con un corazón limpio invocan al Señor.

Proverbios 22:24-25 RVC
24 No tengas nada que ver con gente violenta, ni te hagas amigo de gente agresiva,
25 para que no imites su conducta y tú mismo te tiendas una trampa.

Y otros pasajes por el estilo.

Es decir; definitivamente debemos “huir” de determinadas personas, situaciones y actitudes. ¡Allí no hay nada que podamos aprender!

El problema radica cuando Leviatán nos manda a “huir” de lo que él quiere que nos apartemos. Natanael estaba con ese problema:

Juan 1:43-46 RVC
43 Al día siguiente, Jesús quiso ir a Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.»
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
45 Y Felipe halló a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.»
46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.»

Nazaret no era un lugar con buena reputación y no era lógico pensar que un profeta importante pudiera “salir” de allí. La estructura de pensamiento era (y sigue siendo): “la gente con un mensaje (enseñanza, habilidad, talento) importante se forma en tal y cual lugar, no en tal otro”. Por lo tanto, cualquiera que venga de “tal otro” lugar NO PUEDE tener un mensaje importante.

Puede haber buenas razones para suponer eso, nadie dice lo contrario. Pero Dios hace como quiere, y no está obligado a cumplir con nuestros razonamientos.

“Ya sé que no hay nada bueno allí” es casi lo mismo que decir “ya sé qué es lo que tengo que aprender y de donde” pero al revés, en realidad, cuando “definimos” quiénes son nuestros maestros “autorizados” definimos casi automáticamente quienes no lo son. Y ¡oh casualidad!, aquellos que no resultan ser los menos “prestigiosos” en nuestro ámbito. Es decir, “si nos relacionan con ellos van a pensar que somos como ellos, y eso nos va a restar mérito entre nuestros amigos” ¡Leviatán al ataque!

Natanael no estaba del todo exento de esa estructura mental, pero había un espíritu distinto en él:

Juan 1:47-48 RVC
47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.»
48 Natanael le dijo: «¿Y de dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.»

Natanael era un maestro y, de acuerdo al testimonio de Jesús, un “verdadero israelita”, ¡y no encontramos a Jesús diciendo ese tipo de palabras muy frecuentemente! Natanael era de verdad un maestro porque, en un momento en que Jesús no era conocido, pudo recibir el testimonio de Felipe y discernirlo en su espíritu, a pesar de que su mente, bien entrenada para pensar como un judío religioso de su época, le decía algo distinto. Venció la fortaleza mental que le impedía aventurarse hacia lo nuevo y obtuvo el conocimiento de la salvación, además de un reconocimiento de parte del mismo Rey del Universo, ¡pavada de recompensa!

Siglos atrás pasaba algo al revés:

1 Samuel 25:10 RVC
10 Y Nabal les respondió: «¿Y quién es David? ¿Quién es ese hijo de Yesé? Hoy día, hay muchos criados que andan huyendo de sus amos.

¿Acaso algo bueno puede salir de ese joven fugitivo? ¿Acaso el rico y próspero Nabal podía recibir algo del pobre y fugitivo David? Bueno, de hecho casi recibe la muerte, si no fuera por la prudencia de su esposa, pero Nabal tuvo la oportunidad de bendecir al futuro rey de Israel, al dulce cantor de Israel, aquel de quien más habla la Biblia luego de Jesús. No lo recibió y a los pocos días murió vergonzosamente. “Nada se puede aprender de un esclavo fugitivo”.

Filemón 1:10-12 RVC
10 te ruego por mi hijo Onésimo, que es el fruto de mis prisiones.
11 En otro tiempo, él te resultaba inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí.
12 Ahora vuelvo a enviártelo, y te pido recibirlo como si me recibieras a mí mismo.

Ahora sí, un verdadero esclavo fugitivo, ¿algo bueno puede salir de ahí, algo se puede aprender de él? Según parece, Filemón lo recibió y le dio la libertad, y con el tiempo Onésimo llegó a ser predicador y obispo de Éfeso, muriendo como mártir en Roma. ¿Algo se podía aprender de él? Pues por lo visto, sí.

“Ya sé que no hay nada bueno allí” es “Fulano no puede enseñarme nada nuevo a mí” o “no me conviene que me asocien con Fulano” o “por los títulos que tengo, solo puede enseñarme algo nuevo quien tenga más títulos que yo”. En todo caso, ¡festín para Leviatán!

¡Señor, líbranos de aprender de quienes no debemos aprender, y permítenos recibir a los maestros que Tú nos mandas!

Luego de esta oración aparecerán en tu vida algunos personajes medio zaparrastrosos, algunos hablando cruzado, incluso con pasados poco recomendables… pero con tesoros del Señor para compartir; como siempre, en vasos de barro, y a veces, a medio cocer…


Danilo Sorti


375. Leviatán y el aprendizaje: ya sé qué es lo que tengo que aprender y de dónde

Juan 9:27-31 RVC
27 Él les respondió: «Ya se lo he dicho, y ustedes no escuchan. ¿Por qué quieren oírlo otra vez? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»
28 Ellos lo insultaron, y le dijeron: «¡Discípulo suyo lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!
29 Nosotros sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ése, no sabemos ni de dónde es.»
30 El hombre les dijo: «Pues esto es lo asombroso, que ustedes no sepan de dónde es, pero a mí me abrió los ojos.
31 Y sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero que si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése sí lo escucha.


Sin dudas los fariseos eran gente que estudiaba mucho. Seguramente tenían una respuesta para cualquier cosa que en ese tiempo uno pudiera preguntarles, pero fallaron en reconocer al Mesías, aunque no todos, claro. ¿Por qué?

De nuevo nos encontramos con ese viejo conocido de Leviatán, ahora con otra estrategia para frenar el aprendizaje, como vimos, la base de cualquier cambio en la persona. Si no pudo lograr establecer la fortaleza de “ya sé todo lo que tengo que saber” entonces intenta con otra parecida, quizás un poquito menos mala, pero potencialmente más destructiva, y es “ya sé quiénes son mis maestros”.

De nuevo, está perfectamente ilustrado con los religiosos de la época de Jesús: ellos estudiaban mucho pero en base a una línea de pensamiento. Ellos creían que su maestro era Moisés, y no estaban dispuestos a escuchar a nadie más. En realidad no lo era:

Juan 5:45-47 RVC
45 No piensen que yo voy a acusarlos delante del Padre. Hay alguien que sí los acusa, y es Moisés, en quien ustedes tienen puesta su esperanza.
46 Si ustedes le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí.
47 Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo van a creer a mis palabras?»

Y en otra parte se los aclaró:

Mateo 15:9 RVC
9 No tiene sentido que me honren, si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”»

El hecho fundamental era que estaban engañados pensando que interpretaban correctamente a Moisés cuando no era así, pero la fortaleza mental de error era que “había un solo maestro, Moisés, quien debía ser interpretado a la luz de los grandes rabinos del pasado”. Exactamente la misma fortaleza hoy engaña a muchos cristianos fundamentalistas, que reconocen la máxima autoridad de la Biblia, pero que sin embargo no la leen fuera de los marcos de pensamiento de determinados líderes denominacionales pasados o presentes.

“Ya sé lo que tengo que aprender” puede ser una verdad, aunque siempre a medias. Podemos saber que tenemos que aprender el Camino de la Vida, y eso será una verdad eterna, pero cuando vamos hilando más fino aparecen unos cuantos tramos y curvas que no conocíamos ni teníamos idea de que estaban allí. El problema es que normalmente esa frase va unida a “y de dónde”, es decir, de qué maestros, dónde voy a buscar respuestas y, por consiguiente, donde no.

Eso último tampoco es absolutamente falso, sé que en la Biblia tengo el camino de la Vida, pero no puedo estar tan seguro que tal o cual pastor o teólogo tenga TODO el cuadro completo, o que sea cierto.

2 Pedro 3:15 RVC
15 Tengan en cuenta que la paciencia de nuestro Señor es para salvación, tal y como nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, les ha escrito

Pablo, el arquitecto de la Iglesia, el más grande ejemplo luego de Jesucristo que tenemos en el Nuevo Testamento, no tuvo toda la revelación. ¡De ninguna manera hay que desecharlo! Pero también hay otros escritores en el Nuevo Testamento y en el Viejo. Todos son necesarios.

Moisés proféticamente ya había criticado este mal uso que harían en el futuro de su autoridad dada por Dios:

Números 11:25-29 RVC
25 Entonces el Señor descendió en la nube, y habló con él. Tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el espíritu se posó en ellos, comenzaron a profetizar, y no dejaban de hacerlo.
26 En el campamento se habían quedado Eldad y Medad, dos varones sobre los cuales también se posó el espíritu. Aunque estaban entre los escogidos, no se habían presentado en el tabernáculo; sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento.
27 Entonces un joven fue corriendo a decirle a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!»
28 Josué hijo de Nun, que era ayudante cercano de Moisés, le dijo: «Moisés, mi señor, ¡no se lo permitas!»
29 Pero Moisés le respondió: «¿Acaso tienes celos por mí? ¡Cómo quisiera yo que todo el pueblo del Señor fuera profeta! ¡Cómo quisiera yo que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!»

Moisés nunca quiso ser el “único” depositario del Espíritu, que es lo mismo que decir de la autoridad para hablar de parte de Dios, pero los religiosos de la época de Jesús estaban actuando igual que Josué.

“¿Acaso tienes celos por mí?” desnuda el hecho de que al depositar tanta autoridad en un líder humano se está abrigando el oculto secreto de llegar uno mismo a ser una autoridad de ese estilo en un futuro, o a participar de un poco de dicha autoridad y de la dignidad y honra que merece. Es decir, ¡de nuevo Leviatán!

De ese estilo son los obsecuentes que están detrás de su pastor adonde vaya y castigan ferozmente a cualquier miembro díscolo que ose hablar mal del ungido de Dios… simplemente porque ellos esperan ocupar ese lugar o algo parecido en el futuro. Hermano pastor, ¡échalos lejos de ti! Te aseguro que tienen una gran motosierra Stihl a sus espaldas esperando el momento de aserrarte el piso antes de que te des cuenta.

¿Quiénes son tus maestros? Por supuesto, no puede ser cualquiera. Vivimos en una época en donde los falsos maestros pululan como insectos en un día de verano después de abundantes lluvias, ¡decididamente no puede ser cualquiera! Ni tampoco puedes ser muchos a la vez, ¿cómo aprender algo de tantos? Pero si es uno o unos pocos, o solo una línea denominacional a lo largo del tiempo, estamos en problemas.

Si Dios es mi maestro, ENTONCES Él tiene el derecho de decidir qué maestros humanos usará para enseñarme y durante cuánto tiempo. Podemos comprometernos en matrimonio con una persona del sexo opuesto, y se espera que sea un compromiso para toda la vida; pero no existe tal cosa como un “compromiso en matrimonio” con una iglesia, denominación o maestro, sólo con el NOVIO, Cristo.

Muchos de los que tienen este compromiso incorrecto lo hacen porque están muy orgullosos con su iglesia, denominación o maestros, ¡de nuevo Leviatán! Son simplemente humanos, que pueden haber tenido grandes victorias, pero humanos al fin.

Dije al principio que esta fortaleza es potencialmente más peligrosa que la de “ya sé todo lo que tengo que saber”, porque el que dice eso de seguro no va a cambiar su pensamiento, ni para bien ni para mal; pero el que piensa “ya sé qué es lo que tengo que aprender y de donde” probablemente termine adherido a algún maestro humano, y si Satanás logra torcer significativamente a ese maestro, rápidamente y con muy poco esfuerzo multitudes se desviarán también. ¡Esa sí que es una fortaleza por demás de estratégica para el Enemigo! Por eso la fomenta por encima de todas las otras.

Y de nuevo, puede ser que no en su totalidad pero en parte de nuestro sistema cognitivo estemos “adheridos” a determinados maestros o fuentes, y por lo tanto sean las áreas de error, a partir de las cuales Leviatán podrá seguir infectando a las otras.

¡Señor, te reconocemos como el Único Maestro, quien tiene derecho a hablarnos por quien sea, como sea y cuando sea!


Danilo Sorti