1 Corintios 7:25-33 RVC
25 En cuanto a los solteros y las solteras,
no tengo un mandamiento del Señor; simplemente doy mi opinión como alguien que,
por la misericordia del Señor, es digno de confianza.
26 Soy del parecer de que, ante la situación
apremiante, es mejor que cada uno se quede como está.
27 ¿Estás casado? No trates de separarte.
¿Eres soltero? No busques casarte.
28 Aunque, si te casas, no pecas; y si alguna
joven soltera se casa, tampoco peca. Sin embargo, los que se casan tendrán que
enfrentar sufrimientos, y yo quisiera evitárselos.
29 Pero quiero decirles, hermanos, que el
tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la
tuviera;
30 el que llora, como si no llorara; el que
se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada;
31 y el que disfruta de este mundo, como si
no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.
32 Yo quisiera verlos libres de
preocupaciones. El soltero se preocupa de servir al Señor, y de cómo agradarlo.
33 Pero el casado se preocupa de las cosas
del mundo, y de cómo agradar a su esposa.
Este pasaje maravilloso para estos tiempos
que vivimos ha quedado la mayoría de las veces relegado al tema conflictivo de
si hay que casarse o no, pero la clave de este pasaje se encuentra en la “mitad”,
el versículo 29: “el tiempo se acorta”, o más literalmente, “el tiempo es corto”.
Y eso nos remite a una de las características de ese “tiempo que se acorta” que
menciona Pablo en el versículo 26, la “situación apremiante”, también traducida
como “tiempos difíciles”, “las dificultades del tiempo presente” o “Estamos
viviendo momentos difíciles”.
Tenemos entonces una perspectiva del presente,
“tiempo difícil”, y una proyección hacia un futuro que no va a ser mejor, “el
tiempo se acorta” o “nos queda poco tiempo”.
La palabra que se traduce por situación apremiante
o “necesidad” es ἀναγκή, ananké, y tiene la idea de restricción, malestar,
aflicción, calamidad. Es decir, una situación externa muy difícil que ya estaba
presente y sólo aumentaría en un futuro cercano. Podemos suponer, conociendo la
historia, que se refería a la persecución que ya se manifestaba pero que
aumentaría grandemente en poco tiempo.
Es en este contexto que Pablo pone una “restricción”
al matrimonio, aunque en realidad no es ninguna ordenanza o ley, sino algo de
sentido común, algo a tener en cuenta y sopesar adecuadamente.
La palabra griega aparece 18 veces en el
Nuevo Testamento, que es un número que significa esclavitud o la liberación de
la esclavitud. Con el ello, el Autor nos está diciendo que es una aflicción que
implica una opresión, una “esclavitud” de la que no se puede salir hasta que
termine el tiempo señalado.
En medio de esa realidad y en vistas de lo
que viene en breve, la recomendación general de Pablo es la siguiente:
29 Pero quiero decirles, hermanos, que el
tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la
tuviera;
30 el que llora, como si no llorara; el que
se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada;
31 y el que disfruta de este mundo, como si
no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.
Notemos las últimas palabras. Podemos tener
algunas confusiones con esta expresión, que también puede traducirse como: “este
mundo que vemos ha de terminar”, “la apariencia de este mundo es pasajera”. En
griego encontramos la palabra que significa “apariencia” o “condición”.
Entonces, la idea no es que el “mundo” se iba a terminar, tal como entendemos
mundo nosotros, sino que el orden de cosas (“kosmos” en griego) que ellos conocían
iba a terminar, evidentemente, por medio de situaciones muy difíciles. Es
decir, se acercaba el fin de una era, de un arreglo de cosas, no necesariamente
bueno, que ellos habían conocido y al cual se habían acostumbrado y más o menos
acomodado.
Conocemos la historia, la situación de los
cristianos, mayormente esclavos o de los sectores bajos de la sociedad, no era
muy buena en ese entonces, pero, a pesar de eso, podían llegar a tener un pasar
aceptable. No bien, pero podían vivir y hasta cierto punto, disfrutar de cosas
buenas. En este contexto, la llegada del cristianismo probablemente mejoró la
vida de muchos, al brindarles una nueva familia, el apoyo económico y social de
este cuerpo de creyentes además de una paz espiritual desconocida completamente
por ellos (de origen idólatra todos). Su vida estaba muy lejos del ideal, pero,
para muchos, había mejorado notablemente.
Eso iba a cambiar porque pronto se levantaría
una fuerte persecución, además, el sistema político del imperio romano ya
estaba en crisis y se profundizaría en el porvenir, hasta la relativa paz y
estabilización, por un tiempo, cuando fuera reconocido el cristianismo por
Constantino.
La recomendación de Pablo fue dada para los
que se encontraban en el fin de una era a las puertas de una gran tribulación
que daría origen a una nueva, un contexto similar al que enfrentamos nosotros
aunque de magnitudes muy diferentes. La recomendación clave consistía en “seguir
viviendo” con normalidad pero sin aferrarse a nada, ni aún a lo más querido,
sabiendo que en breve podría ser quitado. De esta manera, cuando la tribulación
viniera, no los dejaría sumidos en la desesperación e incredulidad, débiles y
dispuestos finalmente para volver al viejo sistema de cosas, al pecado y a la
condenación eterna.
Es exactamente lo que estamos viendo hoy;
antes de que el sistema de la Bestia sea implementado ya la sola amenaza de
restricciones, que todavía son ilegales y anticonstitucionales, ha llevado a
muchos, cristianos inclusive, a colocarse una “ponzoña de alacrán” a pesar de
tantas advertencias. ¡Qué fácil le va a resultar al Anticristo! Los mismos
cristianos se le están entregando voluntariamente antes de que aparezca.
¿A qué nos pide renunciar Pablo antes de que
nos sea quitado?
1) el que tiene esposa debe
vivir como si no la tuviera;
2) el que llora, como si no
llorara;
3) el que se alegra, como si
no se alegrara;
4) el que compra, como si no
tuviera nada;
5) el que disfruta de este
mundo, como si no lo disfrutara
No hay nada nuevo ni sorprendente aquí,
porque ya antes Jesucristo había dicho:
Lucas 14:26 RVC
26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su
padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y
ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Pablo solamente está ampliando y aplicando
una verdad fundamental expresada por el Señor.
Entrar al camino de la Salvación implica
morir, eso simboliza el bautismo. Morimos a nosotros mismos, a todo lo que
somos, tenemos y amamos, y también estamos dispuestos a morir literalmente si
es necesario. Pero es evidente que esta verdad tan básica ha quedado olvidada
para muchos, “bien entrenados” por décadas de evangelio de la prosperidad, que
ha cimentado un espíritu tremendamente egoísta dentro de amplios sectores del
pueblo de Dios.
Esta gente, que entró en la iglesia (habrá
que ver si en el Reino) bajo una promesa de bendición y de un Dios amoroso que
no castiga ni ejecuta juicio, y que hoy se llama a sí mismo cristiano e incluso
puede ocupar lugares de liderazgo, va a manifestar lo que realmente es cuando
la prueba arrecie, y muchos ya lo están haciendo. Todavía no podemos ser tan
tajantes porque hay genuinos hijos de Dios, aunque rebeldes y engañados, que
están siguiendo el mismo camino, pero que serán separados en breve.
A los hijos fieles, a los que aman a Dios y
no han renunciado a su humanidad por la “ponzoña de alacrán”, el Espíritu nos
exhorta a “desapegarnos” de aquellas cosas que son tan cercanas al corazón:
1) La familia: cónyuge, hijos,
los amigos más queridos y cercanos, porque algunos de ellos pueden finalmente
traicionar al Señor o bien pueden ser que sean llamados a la Presencia de Dios
antes que nosotros. En el primer caso, podemos ser arrastrados a la condenación
por ellos, en el segundo, caer en la desesperación y ser devorados luego por el
Adversario (la desesperación nos vuelve impotentes y vulnerables).
2) Las emociones: “llorar” aquí
puede significar “llorar a gritos”, o también “lamentarse”; en todo caso, se
trata de una angustia profunda y definitiva, lo que venimos diciendo: caer
presa de la angustia profunda es una trampa que nos deja “servidos en bandeja”
a Satanás, porque en realidad está significando un apego emocional excesivo, es
decir, no haber puesto a Cristo en primer lugar. La palabra aparece 40 veces en
el Nuevo Testamento y eso indica el fin de un período, especialmente de un
tiempo de prueba, pero no únicamente.
3) Por el otro lado, “alegrarse”
aquí implica algo más bien profundo, no tanto una manifestación externa sino el
gozo, incluso la alegría de encontrarse con alguien o de estar en compañía de
alguien amado. Tampoco a eso podemos apegarnos.
4) Está claro que todo lo que
tenga que ver con bienes económicos es lo primero que se pierde en tiempos de
crisis y es muy fácil ser atado por la promesa de lo material, aun de los más básico
y necesario. Tengamos en cuenta que la expresión aquí se refiere a “ir al
mercado”, no tanto a la adquisición de grandes bienes u objetos ostentosos.
5) Finalmente, la expresión traducida
por disfrutar, que implica: usar, emplear o proveer lo necesario, engloba a
todo lo que puede hacerse en este mundo material, donde hemos sido puestos y que
es, obviamente, indispensable para la vida en la Tierra.
Jesús expresó 7 cosas a las que debemos
renunciar, aludiendo a las 7 partes u operaciones de Dios en Su Creación, con
lo cual dijo, sencillamente, que debemos poner en segundo lugar a absolutamente
todo lo que vemos y existe en esta Tierra. Pablo dice algo similar, pero
utiliza 5 verbos y eso es sugestivo, dado que se relaciona con los 5
ministerios y su rol dentro del Cuerpo de Cristo. Y es que la carta habla
principalmente a la Iglesia y trata de los asuntos eclesiásticos.
Está claro lo que nos dice a nivel humano,
general. Está claro que si no tomamos esta actitud YA MISMO, vamos a tropezar,
sufrir innecesariamente y llegar a perdernos nosotros mismos. Está claro que
muchos que se llaman cristianos no podrán entender esto.
Notemos que Pablo no está diciendo en ningún
momento que debemos DEJAR todo eso, sino que debemos vivir sabiendo que podemos
perderlo. El corolario lógico es que debemos aprovecharlo bien, para la gloria
del Señor, mientras lo tengamos y estar agradecidos de lo que tuvimos si lo
perdemos. Este pasaje, que es profético y no simplemente histórico, fue escrito
principalmente para nosotros.
Hay, también, una dimensión para la Iglesia,
que en estos tiempos se encuentra profundamente sacudida (¡por el mismo
Señor!), pero sobre eso hablaremos en un próximo artículo.
Danilo Sorti