INTRODUCCIÓN
Hace varios años ya que el Señor
me guió a escribir la serie sobre el Aborto Espiritual, tratando de mostrar su
paralelo con el mundo natural y explorando algunas de sus causas. El artículo,
sin embargo, quedó incompleto.
Es cierto que resulta muy útil,
especialmente para los hijos de Dios, conocer las causas y la realidad
espiritual detrás de algo, porque "13 ... todas las cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas manifiestas, porque la luz es lo que
manifiesta todo." Efesios 5.13
RVR95. Si sabemos (y creemos) que en el poder del Espíritu tenemos la solución a todas las dificultades, cuando llegamos a "ver" la realidad espiritual de algo, lo que hay "por detrás", entonces tenemos media batalla ganada. Pero claro, esto es si tenemos la capacidad y posibilidad de batallar junto con el Espíritu (en los artículos de la serie se esbozan algunas herramientas para eso).
RVR95. Si sabemos (y creemos) que en el poder del Espíritu tenemos la solución a todas las dificultades, cuando llegamos a "ver" la realidad espiritual de algo, lo que hay "por detrás", entonces tenemos media batalla ganada. Pero claro, esto es si tenemos la capacidad y posibilidad de batallar junto con el Espíritu (en los artículos de la serie se esbozan algunas herramientas para eso).
Hasta aquí estaría todo bien para
el modelo de evangelio individualista que hemos recibido en décadas pasadas, y
que se sigue repitiendo a conveniencia de ciertas grandes estructuras
eclesiásticas. El problema es que no todo funciona así, ¿por qué, sino, el
apóstol dijo: "2Ayúdense entre sí a
soportar las cargas, y de esa manera cumplirán la ley de Cristo. Gálatas 6.2"? Hay una carga que nos toca
a cada uno y es ineludible, y hay otra para la que tenemos que ayudarnos
mutuamente.
La
visión del "supercristiano" que todo lo puede "solo",
únicamente con la ayuda del Espíritu, no es bíblica, y por cierto que no
funciona. Y mucho menos si se trata de un caso de "aborto
espiritual", es decir, cuando un ministerio en ciernes es cortado antes de
nacer. Muy pocos son los que tienen la capacidad de recuperarse de eso, y si lo
logran, normalmente será luego de un largo tiempo y mucho esfuerzo. Mientras
tanto, todos aquellos que debían recibir la ministración de esos ministerios se
habrán perdido o, por lo menos, se habrán retrasado en su carrera cristiana, y
junto con ellos, los otros que debían ser bendecidos por ellos, y así
sucesivamente. ¿Es mucho, no? Sí, demasiado como para que nos entretengamos
jugando a "a ver cuánto podés hacer solo".
En
la serie anterior apenas mencioné algunos ministerios que entendí que el Señor
había levantado en diversas ocasiones para luchar contra el aborto de una
generación con propósito, pero fue solo una mención. Hacía falta un poco más de
explicación.
Cada
ministerio tiene su particularidad, y el propósito de esta nueva serie será presentar
algunos de ellos, o más específicamente, la unción o el manto que el Espíritu
trajo sobre la tierra con cada uno de ellos; y con ello, llamar en el Espíritu
a los que han recibido una parte de esa unción o manto, para que lo puedan
reconocer claramente y no tengan temor en ponerlo por obra. Por cierto, hará
falta mucho valor. Y también, quizás, animar a los que fueron
"abortados" por una iglesia desviada para que busquen a los que el
Señor ha comisionado para restaurarlos.
Quiera
el Señor ministrarnos con libertad a través de estas palabras y levantar muchos
de estos ministerios.
EL
TRABAJO DE LAS PARTERAS
Supongo
que no hace falta describir mucho en qué consiste la función de una partera
(parte de lo que hoy sería la función de un médico obstetra); simplemente
diríamos que consiste en preparar a la madre y al entorno para la salida del
bebé, y auxiliar a lo largo del proceso en lo que sea necesario, tanto a la
madre como al bebé, y dicho sea de paso, si el padre está mirando y se desmaya,
¡lo siento! (le pasó a un amigo). Bien, lo importante es la madre y el bebé.
En
la antigüedad, según leemos en la Biblia, había también algo más, muy
importante entonces y muy significativo a nivel espiritual; la asignación del
nombre. No lo decidía la partera, pero podía tener parte en ello.
Hagamos
el paralelo abstrayendo primero los significados que encontramos.
Tenemos
primero un embarazo que está muy próximo a terminar. Algo ocurrió meses atrás,
una criatura fue concebida, y hubo un proceso de desarrollo (gestación), oculto
al principio, más evidente después, pero sin llegar a mostrar lo que se estaba
desarrollando. Hay una "madre" y hay una "criatura", que
hasta ese momento depende totalmente de ella, pero que a partir de ahora comenzará
un proceso de desarrollo "público" que la llevará finalmente a
independizarse. Es decir, cuando la gestación finaliza, no nace un "hombre
maduro", nace un bebé, totalmente dependiente todavía, pero que dejará de
serlo progresivamente.
El
parto no es un momento fácil, para ninguno. Para la madre implica un riesgo,
mucho mayor en los tiempos bíblicos (y hasta hace unas cuantas décadas en
nuestros países, aunque sigue siéndolo en otros hoy día), podía significar la
muerte, por lo que acarreaba mucha más ansiedad y temor. Para la criatura
también. El cambio de ámbito significaba que de repente debía comenzar a
ejercitar ciertas funciones, y en eso le iba la vida. Es más, según cómo se
ubicara para nacer podía correr riesgo su vida. Hoy en día, en nuestros países
(aunque no para todas las madres todavía), podemos solucionar la mayoría de
esos problemas con la tecnología médica, pero entonces no.
La
madre necesitaba ayuda para no desanimarse, había que recordarle como respirar,
cuándo hacer fuerza; el niño necesitaba ayuda para salir, quizás para comenzar
a respirar. Había que cubrirlo enseguida, debía ponérselo en contacto con la
madre, debía comenzar a mamar (no sé los otros, pero mis hijos apenas nacieron
estaban desesperados por ello...).
En
la antigüedad (y no tan atrás también), las parteras se encargaban de este
proceso; Sifrá y Puá fueron dos de ellas que quedaron registradas en un lugar
de honor en las Escrituras.
Seguramente
a cualquier madre que lea esto se le ocurriría mucho más para decir, pero creo
que hasta aquí tenemos ya bastante. ¿Cuál es el paralelo espiritual?
El
sentido más básico tiene que ver con algo que se está desarrollando a través de
un proceso largo y que está a punto de manifestarse, en un momento que puede
ser crítico y decisivo.
En
un sentido espiritual, podemos hablar de varias cosas.
Se
puede referir a un nuevo creyente, a quién el Espíritu vino preparando durante
un tiempo, y llega el momento en el que se producirá su conversión (a través de
un encuentro, una predicación, una campaña, un libro, una situación traumática,
una revelación, etc.).
Si
es un cristiano, o un grupo de ellos, puede ser una idea, un proyecto, algo que
se está por establecer; tanto el inicio material de una obra como simplemente
la cristalización de una idea, que se materializará más adelante. ¿Acaso
ninguno de los lectores ha tenido alguna vez (¡o varias!) la experiencia de
soportar fuertes luchas espirituales antes que recibir una idea de parte de
Dios o de comenzar un ministerio verdaderamente del Espíritu? Ése es el
espíritu de Faraón, que procura abortar los propósitos del Señor.
En
relación con lo anterior, es muy común que ocurra en este tiempo con
ministerios que Dios está levantando en las iglesias, y que sean
"abortados" por los mismos que debían ayudar a que nazcan: sus
líderes espirituales. Cuando digo "ministerios" me refiero tanto a
los dones y llamados en sí como a las personas que los tienen. En realidad, el
principal objetivo son las personas, porque Satanás no puede quitar lo que Dios
da, pero puede engañar o frenar a los receptores de dichos dones.
En
relación a los ministros de mercado, vale lo mismo que dijimos más arriba: o
son abortados sus sueños (empresas, proyectos, etc.) o son abortados ellos
mismos (los echan de un lugar, le cierran las puertas, los
"estigmatizan", les niegan los recursos, etc.).
Personas o proyectos, individuos
o grupos, cristianos o en proceso, en el ámbito de iglesia o en el mercado; ahí
tenemos los sujetos y escenarios en donde puede haber aborto espiritual.
Cuando hablamos de aborto nos
referimos a una acción que es "voluntad" de la madre. En un sentido
bíblico, la "madre" es la iglesia, la Novia del Cordero, su Esposa en
Apocalipsis, el Pueblo de Dios; a ella le corresponde dar a luz todos los
propósitos del reino, porque Cristo ya ha completado su obra, y ahora nos toca
hacer nuestra parte.
No tenemos que irnos por las
ramas con el sentido "místico" o espiritual de lo que estamos
diciendo, la iglesia se manifiesta a través de las congregaciones (u otros grupos
de cristianos), a través de hombres y mujeres concretos, en un tiempo concreto
y con un liderazgo concreto. La "iglesia perfecta en los cielos" está
allí y no aborta los propósitos de Dios, pero no es el objetivo de este
artículo, sino la iglesia que está aquí y ahora, que está muy lejos de la
perfección (todavía) y los aborta continuamente.
Hay varios ejemplos de
"abortos espirituales" o "intentos de aborto" en las
páginas de la Biblia, y varias razones por la que ello ocurre; no vamos a
desarrollarlos todos aquí, sino que vamos a concentrarnos en el caso concreto
de las dos parteras egipcias y el contexto; y veremos luego el paralelo actual.
SIFRÁ Y PUÁ; UNA DECISIÓN DIFÍCIL
El relato se encuentra en los
últimos versículos del capítulo primero del Éxodo, y pasaría desapercibida si
no fuera por su relevancia en toda la Gran Historia de la Salvación. Vez tras
vez vemos en las páginas bíblicas que la corriente que conduce al Mesías (y más
allá también, en la conformación de la Iglesia) pasa por angostamientos muy
estrechos, en donde todo dependía de una sola persona que tenía todas las
circunstancias en contra, y en donde Dios demuestra que es Él quien tiene el
control, pero sin dejar nunca de obrar a través de su creación: otras personas.
No sabemos cuánto duró el trabajo
de las dos parteras con el pueblo de Israel, ni cuánto aprendieron de ellos; sí
podemos decir que su intervención era breve y específica; no había una extensa
preparación (como hacen los médicos obstetras hoy) ni un seguimiento posterior.
Su trabajo era puntual pero decisivo.
La unción de Sifrá y Puá es para
acciones breves, muy específicas, pero decisivas. Requiere una extensa
preparación previa, muchos años, probablemente en un ambiente
"secular", o, por lo menos, que no está visiblemente relacionado con
el ministerio a desarrollar. Las parteras debían ayudar a dar a luz, ¿cómo iban a suponer que
en un momento de sus vidas iban a salvar toda una nación, el pueblo del Mesías
y el futuro de la humanidad? Probablemente no lo entendieron así en el momento,
aunque hoy lo estén apreciando en toda su magnitud.
¡Eso sí que es un llamado
totalmente anti "evangélico"! Tener una visión de ministerio y que
Dios te guíe a un trabajo totalmente ajeno a la obra de la iglesia; y en el que
no se ve tampoco "fruto" a lo largo de años. Todo eso para llegar a
estar en el lugar correcto y en el momento correcto, para ser "partero
espiritual" de los propósitos de Dios. Hace falta mucha fe para ello.
La orden del Faraón había sido
clara. Es difícil hablar de aborto en esa época porque no era tan sencillo
realizarlo (aunque siempre hubo conocimiento sobre plantas abortivas), pero en
el sentido espiritual del asunto lo que se pretendía realizar era el aborto de
una generación de líderes y de todo un pueblo. El Faraón no sabía lo que venía,
pero Satanás sí, e iba a tratar de impedirlo. Al matar a los varones eliminaba
a los líderes naturales del pueblo, y, en una generación, al pueblo mismo, que
terminaría mezclándose con los egipcios.
Faraón realizó varios intentos
para eliminarlos; no funcionó con la opresión, debía funcionar eliminando a los
niños...
Vez tras vez, una generación
totalmente corrompida se vuelve sobre los seres más indefensos, en una acción
anti natural, que no merece el calificativo de animal porque sería una ofensa
para ellos. Quiero recalcar que llegar a ese punto implica una degradación
social muy importante, no ocurre "porque sí", debe llegarse al punto
de negar y cubrir con racionalizaciones el más básico instinto natural de
cualquier especie.
La incredulidad y dureza de
corazón del Faraón y su pueblo se ven claramente en los capítulos que siguen.
Por supuesto que no estamos hablando del mismo Faraón ni exactamente de las
mismas personas, pero de las páginas bíblicas sabemos que cuando una sociedad
entra en una espiral descendente, cada generación es peor que la siguiente (tal
como lo vemos en nuestro mundo contemporáneo), por lo que bien nos sirve de
comparación.
En medio de este contexto, dos
egipcias, que "no eran" del pueblo de Dios, tuvieron temor de ese
Dios de los esclavos, que hasta el momento no estaba "haciendo mucho"
por ayudar a su pueblo (¿por qué creer en un Dios que aún no ha mostrado su
poder rescatando a su pueblo?). Además, desobedecer al Faraón era asunto grave;
lo consideraban como un dios en la tierra, y por cierto que tenía suficiente
poder para mandar a matar a quién quisiera.
Realmente, la fe que tuvieron las
dos parteras merece ser reconocida y alabada por las generaciones. No había
ninguna razón lógica para creer, y sí las había para obedecer al Faraón (aunque
más no fuera por un muy bien fundado temor).
Dios puso a estas dos mujeres en
un lugar clave, las llevó por un camino que nada tenía que ver con el linaje de
la salvación, pero estaban preparadas para un cruce de rutas que ocurriría más
adelante.
Dije más arriba que "no
eran" del pueblo de Dios porque no pertenecían al linaje de Israel, pero
por cierto que por su fe sí lo eran. Y es que este ministerio muchas veces
parece que está "afuera", que poco tiene que ver con la iglesia
visible, o, al menos, con el área de ministerio en cuestión; y aún más, que las
personas que lo desarrollan poco tienen que ver con los "cánones
aceptados" de un cristiano evangélico. Pero el Señor puede estar viendo
las cosas de otra manera...
Hay cristianos que tienen estos
llamados "extraños", que no suelen ser entendidos por la mayoría de
la iglesia. Para ellos otras puertas ministeriales están cerradas, porque Dios
así lo quiso. Suelen pasar grandes conflictos preguntándose por qué están donde
están y si es verdad que Dios tiene un plan con ellos. Es importante que sepan
que en algún momento puede haber un "cruce de caminos" decisivo para
los propósitos del Reino.
La orden era eliminar lo que
estaba naciendo, impedir que apareciera, cortarlo apenas saliera. Las parteras
estaban en la posición de dar vida o muerte, tenían autoridad para ello y
tenían una orden del sistema, pero escucharon la voz del Señor y le
obedecieron.
El ministerio de Sifrá y Puá está
en una posición decisiva, muy importante, y recibe órdenes del sistema, sea
este el sistema económico político de nuestros países o del sistema religioso
(ajeno a la fresca vida del Espíritu) de nuestras iglesias (me refiero a la
iglesias evangélicas, pero pueden ser otras también). La orden, que puede ser
expresa o tácita, es que tal o cual movimiento, ministerio, acción, proyecto,
no debe ser ayudado, no se le deben abrir las puertas, no debe recibir
recursos, o, directamente, debe ser expuesto como contrario a la "visión
de la iglesia". Puede ser más sutil, se lo puede marear en un ida y vuelta
interminable de charla y "planificación", indicar continuamente algún
error para corregir antes de aprobarlo, enmarañarlo con un requisito tras otro,
o con lentísimos trámites burocráticos; en fin, hay muchas formas
"creativas" y disimuladas de abortar un proyecto de Dios. Por
supuesto, hay otras acciones mucho menos sutiles y más directas, como fue la
orden del Faraón.
Sea lo que sea, tenemos estas dos
personas, creyendo contra toda lógica humana, que supieron quién era la
verdadera Autoridad y a quién realmente debían temer. Y por ello, impidieron el
aborto que se había decretado sobre una generación, y sobre un libertador en
especial, Moisés.
El ministerio de Sifrá y Puá está
en una posición muy crítica, por un lado, se ha desarrollado completamente bajo
un determinado sistema, y, por decirlo así, "le debe todo" a él. Pero
por otro lado sabe quién es la verdadera autoridad y no va a dudar cuando hay
un conflicto de intereses.
Son los "espías" de
Dios, los "topos" encubiertos, preparados para el momento decisivo.
Aquellos que saben que el sistema en el que están está totalmente corrupto,
pero que también entienden que Dios los ha puesto allí para un momento decisivo.
No tiene nada de fácil y no es para la mayoría de los cristianos, aunque creo
que todos, en algún momento, podemos pasar por una situación parecida al menos
"en pequeño". Implica mantenerse fiel y en espera, durante un largo
tiempo.
Por supuesto, no todos pueden
tener esta visión, para otros será su trabajo "normal", hasta que
llegue el momento de la crisis, en la cual el Señor se les revelará y tomarán
la decisión correcta. Puede ser que "simplemente" pretendan hacer las
cosas bien, siendo creyentes o no, y que no tengan grandes discrepancias con el
sistema ni grandes conflictos internos. Hacen su trabajo, procuran que sea lo
mejor posible, y listo. No son malas personas, no pretenden cambiar el mundo ni
dejar "una huella" en la historia. Pero Dios conoce los corazones, y
sin duda estuvo obrando durante mucho tiempo para poner esas personas en ese
lugar.
Todo sigue "normal"
para ellos, pero en un momento se desencadena la crisis y son
"arrojados" al centro del problema, y de repente se dan cuenta de la
tremenda importancia de sus decisiones y de que hay un conflicto entre la
voluntad de Dios y los diseños humanos (satánicos), y son capaces de tomar la
decisión correcta aún a costa del riesgo que implica. Por cierto, hay una gran
recompensa para ellos.
Y puede ser que luego nadie se
acuerde mucho de ellos, que la vorágine de lo que se desató capte toda la
atención, o bien, pueden recibir la ira del sistema al que acaban de
"traicionar". Pero el Señor dice:
10
“Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque de ellos es
el reino de los cielos." Mateo 5.10
Puede ser que sus vidas cambien
completamente, puede ser que tengan que dejar sus trabajos y sus carreras; pero
Dios no se olvida, ni en la eternidad ni en el presente.
No es ninguna novedad decir que
vivimos tiempos particularmente complicados, aunque haya quienes lo siguen
negando. Son los tiempos en los que el Espíritu está dando a luz los
ministerios de la última cosecha, la Gran Cosecha, la mayor de todos los
tiempos, la revelación más gloriosa de la iglesia jamás conocida. Son tiempos
especialmente críticos, tiempos de muchos nacimientos espirituales, y por lo
tanto, de muchos intentos de abortos espirituales.
Lo que ocurre a nivel natural,
con el avance del aborto "legal" sobre todas las naciones en realidad
está mostrando una realidad espiritual más terrible; pero para este tiempo el
Señor ya ha dispuesto los ministerios que van a impedir eso; un grupo de ellos
son los que han recibido la unción de Sifrá y Puá. Algunos ya lo saben, otros
muchos todavía no; pero pronto se encontrarán en la situación de tener que
cumplir el propósito por el cual llegaron a ese lugar.
Oremos para que el Señor
despierte a los que tienen este ministerio, que no claudiquen al momento de
tomar la decisión. Apoyémoslos si es que los conocemos. Y comencemos a enseñar
del tema, con un espíritu y una mente abiertas. Es un ministerio muy
importante, como dijimos, especialmente importante en esta hora crítica. La
iglesia debe reconocerlo y animar a los hermanos que tienen este llamado (probablemente
no sea en un principio tan claro como lo que expusimos) y "soltarlos"
para que lo ejerzan fuera de sus cuatro paredes.
Mucho más debe ser dicho y
escrito sobre este tema, y debe hacerse circular y procurar que sea conocido, y
debe hacérselo ahora. Satanás procurará abortar los más grandes propósitos de
Dios para este tiempo, pero cuando llegue ahí se dará cuenta de que Él ya
estaba desde antes. ¡Gloria sea a su nombre!
Danilo Sorti
Noviembre de 2014