Ezequiel 34.11-16
11“Yo, el Señor, digo: Yo mismo voy a encargarme del cuidado de mi
rebaño. 12Como el pastor que se preocupa por sus ovejas cuando están
dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las rescataré de los lugares por
donde se dispersaron en un día oscuro y de tormenta. 13Las sacaré de
los países extranjeros, las reuniré y las llevaré a su propia tierra. Las
llevaré a comer a los montes de Israel, y por los arroyos, y por todos los
lugares habitados del país. 14Las llevaré a comer los mejores
pastos, en los pastizales de las altas montañas de Israel. Allí podrán
descansar y comer los pastos más ricos. 15Yo mismo seré el pastor de
mis ovejas, yo mismo las llevaré a descansar. Yo, el Señor, lo afirmo. 16Buscaré
a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas, vendaré a las que tengan
alguna pata rota, ayudaré a las débiles, y cuidaré a las gordas y fuertes. Yo
las cuidaré como es debido.
Dios le dijo a Jeremías: “Yo
pongo mis palabras en tus labios … para arrancar y derribar, para destruir y
demoler, y también para construir y
plantar” Jeremías 1.10. No sabemos si la profecía de Ezequiel 34 fue dada
completa tal y como figura hoy en la Biblia, o vino por partes y luego se
ensambló cuando fue puesta por escrito, pero lo que sí podemos saber sin lugar
a dudas es que el Espíritu quiso que así quedara registrada, y esto debería
sernos suficiente, tal como la Palabra de Dios viene para arrancar y derribar,
viene también para construir y plantar.
Según entiendo, toda profecía
genuina que hoy anuncie juicio sobre un sistema o un estado actual de situación
(como esta) debe también anunciar lo nuevo de Dios, la disrupción con el
presente, aquello que no podría ocurrir si el Padre no interviniera en la
historia y que trae esperanza a los oyentes. Si eso no ocurriera, la tal
profecía debería ser, por lo menos, analizada con mucho cuidado. Es parte de la
naturaleza del Padre tanto el juicio como la misericordia y el amor; y, en
realidad, todo juicio o castigo es para traer una misericordia mayor, ¡aunque
nos cueste verlo así si estamos en medio de él! (seamos lo suficientemente
inteligentes como para no...). Por otro lado, nunca puede ser el objetivo
último del Dios Creador el destruir algo (excepto el mal mismo),
¡necesariamente tiene que haber una “nueva creación”!
Hasta el versículo 10 Dios está
poniendo en claro la situación que demandaba su juicio. Y recordemos que se
trata de un juicio que no se había completado aún. Sin embargo, ya anuncia lo
que sigue, lo que habría de construir y plantar entre su pueblo. La profecía
que viene del Espíritu puede anunciar un juicio terrible e irrevocable (como en
este caso), pero debe venir después la manifestación del amor del Padre
estableciendo una realidad nueva. Ni lo primero sin lo segundo, ni lo segundo
sin lo primero son mensajes proféticos perfectos de lo alto; en el mejor de los
casos, estarán incompletos, en el peor, serán solo manipulación hechicera.
Hay mucho para aprender. He
conocido gente de Dios que se quedó en la primer parte del mensaje. Realizaron
(y realizan) una crítica profunda y bastante acertada de los defectos del
liderazgo (y la iglesia, ya que no hay lo uno sin lo otro) presente, pero no
articulan una propuesta futura, a veces solo hay una visión espiritualizada y
bastante difusa de un futuro irrealizable en la práctica. No quiero ser muy
duro en criticarlos, cumplen una parte de la función profética, pero por sí
solos alcanzan únicamente a “sacar” a la gente de estructuras religiosas sin
meterlas en un “nuevo odre”; los hermanos se quedan vagando en la indefinición
y, o se vuelven de donde salieron o caen en la trampa de la decepción. Otros
tienen una visión más optimista, trabajan en pos de una mejora, la ven y la
anuncian, pero como no alcanzan a ver que hay estructuras incurablemente
pecaminosas que sí o sí Dios tiene que arrancar, todos sus esfuerzos caen en
saco roto, apenas algún líder conforme al corazón de Dios se levanta, las
“estructuras religiosas” lo encadenan y lo amoldan, o lo hechan. Vale aclarar
que cuando hablo de estructuras religiosas no me estoy refiriendo a algo
distinto a lo que venimos mencionando; lo que el pasaje analiza a un nivel de personas
y sus actitudes se manifiesta y prospera en “sistemas” o “estructuras”.
Personas que sostienen estructuras y estructuras que sostienen personas
terminan estando íntimamente interrelacionadas.
Ambas “corrientes proféticas”
bien pueden ser genuinas aunque incompletas en sí mismas, y sólo quienes pueden
tener un corazón lo suficientemente humilde delante de Dios, y son capaces de
hacer morir su forma (humana) de pensar pueden abarcarlas y entenderlas;
quienes no, caerán en una parcialidad que el Adversario aprovechará para
conducirlos a otro error. ¡No puede haber genuino entendimiento si no hay un
corazón receptivo a la voz del Espíritu!
Entre paréntesis, las enseñanzas
de Christian A Schwarz sobre lo que el denomina el Paradigma Biótico o Bipolar
en la iglesia me parecen muy prácticas y clarificadoras como fondo para
cualquier análisis profundo y cambio en este sentido, por su visión equilibrada.
Considero que no puede haber “deconstrucción profética” y “nueva construcción”
si no se tiene un entendimiento de “como funcionan las cosas” superior al que
sustentó el antiguo sistema.
“Yo, el Señor, digo: Yo mismo voy
a encargarme del cuidado de mi rebaño”. “Yo”, “Yo mismo”, “mi”; tres
afirmaciones hacia sí mismo en un breve texto. ¿Por qué? ¿Es “Yo” en
contraposición a Quién?
En el antiguo Israel la
confrontación entre Jehová y los falsos dioses cananeos era muy común; entonces:
“Yo”, era en la mente del pueblo del Señor, el “grito de guerra” de Jehová
frente a los falsos dioses, y la declaración que exigía una decisión de parte
de su pueblo. Pero en el texto no vemos una mención explícita a los ídolos,
porque al tiempo de la profecía de Ezequiel la idolatría estaba dejando de ser
problema entre el remanente exiliado (mejor dicho, estaba recibiendo el “juicio
definitivo”). Los “otros” que han aparecido hasta este momento son,
precisamente, los líderes abusadores. Podría ser, entonces, que “Yo” sea en
oposición a un liderazgo delegado (o usurpado) que se había desviado. Pero si
esto es así, ¿por qué decimos que el accionar de Dios implica un cambio de
líderes? ¿Acaso hay aquí algún tipo de acción mística de Dios que no necesite
de hombres? Y sino, ¿qué es lo que efectivamente va a hacer que no puedan hacer
los hombres? En breve analizaremos eso pero hagamos un paréntesis antes.
Hoy podemos pensar que este “Yo”,
que históricamente significaba una confrontación contra los falsos dioses, y
que es ahora utilizado hacia los falsos líderes, nos da una revelación de los
principados satánicos que realmente se mueven detrás de todo liderazgo
destructor. Pero si lo pensamos mejor, en aquel entonces era mucho más clara la
relación: inevitablemente los malos líderes se volcaban a la idolatría, por lo
que la asociación se hacía más explícita. Hoy es más sofisticada y encubierta,
¡pero no deja de tener la misma raíz!
Por ejemplo, Colosenses 3.5 dice: “5Hagan,
pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa
inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos
deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de idolatría).” La
avaricia en todas sus formas es un principio muy común en buena parte del
liderazgo cristiano actual, ¡porque lo es en todo el mundo y en toda la
cristiandad también, y está metido en la misma “teología creída y predicada” de
hoy día! Ningún líder cristiano hoy va a ser formalmente idólatra, pero al
poner su amor en Mammón en el fondo lo está haciendo y como tal se está
comportando.
Sabemos que la imagen del Buen
Pastor se perfecciona en palabras de Jesucristo (Juan 10) y que de alguna forma
el pasaje de Ezequiel es profecía de lo que diría el Señor siglos después. Y
también es ampliación, porque detalla lo que Dios iba a hacer como pastor. En
un sentido futuro, este “Yo” de Ezequiel anticipa lo que Dios mismo haría a
través de su Hijo, sienta las bases de una esperanza mesiánica en el pueblo y
reaviva una expectación futura, en un tiempo en el que precisamente parecía no
haber ya más futuro (recordemos, el inicio del exilio babilónico). No debemos
menospreciar la capacidad de brindar esperanza que tienen estos versículos; aun
no ha llegado su realización plena, solo podremos hablar de cumplimientos
parciales hasta que el Amado vuelva a establecer su reino de justicia. Como
dijo el apóstol, ¡animémonos unos a otros con estas palabras! ¡Ven Señor, no te
tardes, desesperadamente anhelamos estar contigo!
Volvamos al texto. Para empezar a
entender este accionar en relación con nuestra realidad presente, veamos algo
del Nuevo Testamento:
“Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen.” Juan 10.27
Entonces, podemos decir que
efectivamente el Padre hablaría por voz del Espíritu guiando a su rebaño hacia
los tiernos pastos. Esto no es nuevo, siglos atrás, Dios quiso hablar
directamente a su pueblo, pero Israel dijo:
“19Así que le dijeron
a Moisés: —Háblanos tú, y obedeceremos; pero que no nos hable Dios, no sea que
muramos.” Éxodo 20.19
Eso pareció muy “espiritual”,
pero por como se comportó el pueblo después, casi diríamos que fue una excusa
para no pagar el precio de escuchar directamente a Dios. Ahora, desparramados
entre las naciones y sin ninguno de los medios de comunicación modernos, difícilmente
hubieran podido seguir a un líder humano, y más aún cuando los que existían y
conocían habían sido reprobados y estaban siendo cortados de su función, o lo
habían sido ya. La situación había llegado a ser tal, que lo único que podían
hacer eran escuchar directamente la voz de Dios.
Claro, uno pensaría: ¿por qué no
hicieron eso siglos atrás, para ahorrarse tanto sufrimiento y tanta muerte…? No
es necesario responder esa pregunta porque cualquier cristiano con algunos años
de experiencia sabe que, sencillamente, ¡así somos! Pero no tenemos que seguir
siéndolo siempre. La aplicación es que necesitamos llegar a ser lo
suficientemente inteligentes como para aprender de la historia y no tener que
pasar por pruebas tremendas para cambiar. La mayoría de los cristianos que
conozco no son capaces de hacerlo todavía, ¡y espero no ser yo uno más! Tengo
la certeza de que al final de los tiempos esto cambiará.
Ahora bien, reflexionemos sobre
el hecho de que antes de que Dios se
pueda levantar como único pastor de su pueblo tuvo que haber ocurrido una
dispersión; no había forma sino. Ya hablamos sobre esto más arriba. Generalmente
los cristianos llegan a estar tan “absortos” por las estructuras y los
liderazgos (pongámoslo más claro: la manipulación hechicera) humanos que
difícilmente puedan escuchar directamente al Espíritu. Son esas estructuras (que
se cristalizan en muchas de nuestras iglesias) las que el Señor debe dispersar
para que sus hijos fieles puedan abrir los ojos, y es a sus hijos engañados a
los que debe echar de dichos lugares. Pero ya nos ha dejado suficientes
advertencias en su Palabra como para que no tengamos que sufrir esto si nos
damos cuenta a tiempo. Y de paso, podemos tener armas espirituales superiores
hoy día para hacer algo por estas “estructuras pecaminosas” donde hay hijos a
los que Dios ama tanto y que ardientemente desea que abran los ojos y pasen a
otro nivel de luz espiritual.
Hay otro tema que casi pasa
desapercibido; Dios dice “mi
rebaño”, y lo sigue repitiendo. Hay dos enseñanzas fuertes aquí. La primera,
más obvia y necesaria, es que el Padre quiere asegurarle a su pueblo que son
suyos y no están a merced del capricho de los líderes abusadores de turno.
Tienen su sello, son su posesión, y así como cualquiera se encarga de cuidar lo
suyo, ¡cuánto más Dios! Pero también sugiere que puede haber “otro” rebaño, que
no estará bajo el cuidado divino; eso se explica más adelante.
Por ahora, saber que uno está
dentro del rebaño de El Pastor es un gran consuelo y una gran seguridad. Y
podemos tener esa seguridad si es que estamos oyendo la voz del Señor y
siguiendo por donde nos guíe.
Es muy fácil que se olvide que el
“rebaño” es del Señor (de hecho, la palabra “rebaño” se usa más en referencia
al Señor como pastor que al liderazgo humano). Es una verdad que tiene
muchísimas implicancias prácticas, que pueden ser fácilmente pasadas por alto
porque no parecen tan inmediatas ni evidentes. Sería un tema en sí mismo hablar
de esto, pero valga por ahora decir que no debemos perder de vista esta verdad
y debemos permitir que el Espíritu nos muestre todo lo que significa.
“Como el pastor que se preocupa
por sus ovejas cuando están dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las
rescataré de los lugares por donde se dispersaron en un día oscuro y de
tormenta”. La “dispersión” de los israelitas era un hecho físico, y la promesa
profética tenía que ver con eso, pero está claro que el Espíritu empezó a
introducir desde el principio un sentido espiritual, y así esperaba que la
gente de entonces lo entendiera. Los lugares donde se habían dispersado eran
las naciones extranjeras, el día oscuro y de tormenta había sido la conquista y
destrucción de Judá. Jehová movería las circunstancias para que ellos volvieran
y, en efecto, pudieron hacerlo décadas después sin que hubiera un general o
guerrero que los reuniera y peleara contra las potencias imperiales, sino
porque el Espíritu se movió precisamente entre ellas para que se les
permitieran volver. Los líderes de esa época no cumplieron funciones militares,
sino civiles (organizacionales) y espirituales. ¡No era así como se movían los
pueblos en ese entonces! (y casi que tampoco ahora). Ningún hombre pudo
llevarse la gloria.
Dios se preocupó de su pueblo, en
el exilio no permitió que disminuyeran en número ni que se perdiera su fe, todo
lo contrario, se desarrollaron las sinagogas, que siglos más tarde serían la
base para la constitución de las iglesias cristianas, el estudio de la Palabra
revelada creció y mucho de la espiritualidad de Israel, que formaría el
sustrato del ministerio mesiánico, fue tomando forma. Conocemos algunos de los
líderes de esa época por el registro bíblico, muchos otros los conoceremos en
el Reino Venidero.
Lo que Dios iba a hacer ellos no
lo habían visto nunca hasta ese momento, y difícilmente, si acaso, podían
llegar a imaginárselo, ¡pero podían tener la firme seguridad de que el Señor no
los abandonaría ni los dejaría huérfanos de conductores!
Tratemos de aplicar algo a
nuestra realidad. Planteamos la situación de pecado y crisis del liderazgo, tan
común en muchos ámbitos cristianos. ¿Qué va a hacer Dios? ¿Cómo lo va a hacer?
¿Con quién? Podemos indagar en la Biblia y en la historia para buscar
principios y formas en las que el Espíritu se movió, y son todas útiles, pero
nunca podremos ceñirlo a un molde. Hay eventos que sin duda ocurrirán, pero
cada situación será nueva y nunca idéntica a otra. Así como el Señor esperaba
que los israelitas confiaran en él sin saber exactamente lo que ocurriría en el
mundo natural, así espera de nosotros. El ejercicio de la fe que lleva a la
esperanza (que no es igual a la fe para solo soportar) no es fácil pero tiene
un gran valor delante de Dios.
“… así me preocuparé yo de mis
ovejas”. Las expresiones del Padre en estos versos son a la vez familiares y
cercanas al corazón de los oyentes. Ya las entendían en un sentido metafórico,
y podían percibir el sentido de “cuidado tierno y dedicado”. Ubiquémonos en el
contexto: los oyentes habían sido duramente “golpeados” (¡literalmente!), y más
de una vez. El liderazgo no había procurado el bienestar del pueblo, ni lo
había corregido con amor; sólo lo había explotado y dejado expuesto al enemigo.
El pueblo mismo estaba desenfrenado (desde hacía ya varias generaciones), Dios
había intentado hablarles de muchas maneras sin éxito, hasta que permitió que
ocurriera esto (tanto el juicio de la guerra y el exilio, como el juicio de
malos gobernantes) para que, en medio del sufrimiento, pudieran abrir los ojos
y convertirse. Poco podemos imaginarnos todo el contexto de esos años, las
cosas que se dijeron, las que se vivieron; eso generó un trauma tan profundo,
tantas heridas en el alma, tantas preguntas. Fue un proceso necesario dada la
dureza de sus corazones, pero ahora Dios debía restaurarlos, y las palabras que
encontramos en este capítulo, dirigidas al pueblo, contrastan grandemente con
lo que vimos más arriba. Al liderazgo corrupto se dirigen durísimos reproches
(tal como hizo Jesús en su época); pero para el pueblo hay palabras de consuelo
y esperanza. Dios mismo está bajando para sanar, primero, los corazones de sus
siervos.
Hubo un momento en el que Dios no
respondió: “16“Tú, Jeremías, no ores por este pueblo, no me ruegues
ni me supliques por ellos. No me insistas, porque no te escucharé.” Jeremías
7.16. En esencia, es lo mismo que encontramos en Saúl (1º Samuel 28.15-16):
15Entonces le dijo
Samuel:
—¿Para qué me has molestado,
haciéndome venir?
Saúl respondió:
—Es que estoy muy angustiado,
pues me están atacando los filisteos y Dios me ha abandonado. No me responde ya
ni por medio de los profetas ni por sueños. Por eso te he llamado, para que me
indiques lo que debo hacer.
16Samuel le contestó:
—¿Por qué me preguntas a mí, si
el Señor ya te ha abandonado y se ha vuelto tu enemigo?
Saúl, que había sido un celoso
perseguidor de adivinos y nigromantes, al final de su vida terminó recurriendo
a ellos porque el Señor ya no le respondía, debido a su pecado de rebeldía. De
paso, ¡Dios no tiene ningún problema en hablar por medio de quién sea! De la misma
manera, Dios dejó de responder y atender las peticiones del pueblo debido a sus
muchos pecados, y éste, en vez de arrepentirse, buscó la voz de los falsos
dioses. Para lo que nos interesa en este artículo, el asunto es que no estaban
acostumbrados a escuchar la voz de Dios y sabían en su interior que Dios estaba
profundamente enojado con ellos. Ahora, que ya no habría más falsas voces de
los falsos profetas, de los sacerdotes corruptos y de los líderes abusadores,
no habría otra voz para escuchar que la del Espíritu. Sencillamente, ¡no tenían
a nadie más a quién recurrir!
¡Qué bueno y qué gran consuelo es
saber que podemos confiar en que escucharemos la voz del Padre cuando le
busquemos en nuestra angustia! Estas son verdades para los afligidos, y, en
este contexto, para los que han estado sufriendo bajo liderazgos inadecuados.
Dios sin duda hablará y guiará a su pueblo. Pero, para los que no han llegado
aún a este punto, hay una advertencia: no esperes hasta llegar al fondo, si hoy
Dios te está llamando a realizar cambios, a buscarle más profundamente, a
desechar algunas cosas y tomar otras, no te quedes cómodamente en tu posición,
aunque en camino que te muestra parezca difícil de entrada, sin dudas será el
mejor. No es “más espiritual” que Dios nos levante de en medio de una crisis,
si está la provisión de un camino de escape, lo verdaderamente espiritual es
escuchar y obedecer a tiempo.
Es difícil expresar con palabras
humanas esta acción espiritual de parte del Padre. Se requiere un “corazón
espiritual” para entenderlo y aceptarlo. Quién no lo tiene (porque no lo ha
procurado, ya que Dios lo otorga a cualquiera que sincera y profundamente lo
busque) no podrá entender este accionar divino y seguirá buscando vez tras vez
algún líder humano que lo guíe; pero va a ser inevitablemente defraudado,
primero, porque Dios no va a permitir que lo encuentre si es que no lo busca a
El primero, y, segundo, porque al no tener los parámetros divinos para juzgar,
va a ser incapaz de ver cuáles son los líderes verdaderamente diferentes.
“… me preocuparé…” Dios se
interesa, toma participación activa. “… las rescataré…” aunque la cárcel
parezca inexpugnable, aunque el laberinto parezca irresoluble, y humanamente no
haya solución posible a la vista ni siquiera para el más inteligente o
experimentado, el Señor simplemente dice: “Los voy a rescatar”. Esta breve
expresión tiene mucha potencia para animar a los abatidos, y se aclara con lo
que sigue: “de los lugares por donde se dispersaron”. Ya vimos su aspecto
histórico y material, espiritualmente se trata de lugares por donde vaga el
alma (o fragmentos de ella) sin salida, sin rumbo, lejos de Dios y bajo el
dominio de los demonios, fragmentación que ha ocurrido por los inevitables
traumas que genera la religiosidad y la dominación humana. Psicológica e
intelectualmente se trata de una multiplicidad enorme de filosofías,
ideologías, religiones, etc., etc. Físicamente se puede traducir en un
“deambular” por espacios y lugares donde no hay verdadera satisfacción para el
espíritu. En definitiva, podemos ampliar la imagen cuánto queramos, pero todos
esos muchos espacios están lejos de Dios. En la antigüedad, Dios había
establecido un solo territorio físico para su pueblo, en contraposición había
muchos otros reinos en el mundo. Lo mismo ocurre espiritualmente.
Una crisis de liderazgo provoca
que los hermanos se “dispersen” por todas partes: algunos directamente de
vuelta al sistema del mundo, los más caen presa de la decepción y luego de
diversos demonios, algunos de ellos terminan alimentando al mismo sistema
hipócrita también.
“… en un día oscuro y de
tormenta”. No hace falta abundar en el significado de esto porque ya se dijo,
sólo recordar que el “día oscuro” viene para todos; absolutamente ningún hijo
de Dios escapará de él; pero eso no significa que tengamos que perdernos, o si
ocurre en cierto grado, que no podamos escuchar rápidamente la voz del Pastor y
volver a su redil (Salmos 112.4):
4 Brilla una luz en la oscuridad
para los hombres honrados,
para el que es compasivo, clemente y justo.
Que Dios sea la luz de los justos
significa que en el “día oscuro” éstos no andarán a tientas, sin saber donde
ir. Pero si este no fue tu caso, ¡ánimo!, el Padre sigue siendo luz a todos los
que le buscan.
Cómo dijimos, el día oscuro viene
para todos, pero “cuán oscuro” sea el día va a depender, en buena parte, de
“cuánta luz” haya en cada uno. En la medida que hay más conocimiento del Señor,
de las cosas espirituales, y tenemos puesta toda la armadura y sabemos usar
eficazmente las armas, los “días oscuros” son cada vez más “claros”. No digo
que no haya dificultades, sino que las enfrentamos de una forma muy distinta.
También podemos usar la imagen de
“hacer provisión” para el día malo:
Mateo 7.24-25
24“Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente
que construyó su casa sobre la roca. 25Vino la lluvia, crecieron los
ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base
sobre la roca.
Es decir, se trata de “ir
edificando” toda la vida sobre la base sólida; eso es “hacer provisión” para el
día malo.
Más específicamente, tiene que
ver con escuchar la voz de Dios para aprovechar momentos que él nos da en
buscarle, estudiar su palabra y recibir revelación necesaria para lo que
vendrá.
Pero, finalmente, el día oscuro y
de tormenta viene, y en esta época de la humanidad podemos estar absolutamente
seguros de ellos, ¡y no una vez!, sino muchas. Inevitablemente, muchos
cristianos no habrán hecho provisión (aunque no será así en el futuro), pero el
Padre no se ha olvidado de ellos.
“Las sacaré de los países
extranjeros, las reuniré y las llevaré a su propia tierra.” Ya hablamos del
proceso histórico que ello significó. Creo que también podemos entender lo que
espiritualmente significa. Pero podemos darle una interpretación más
“concreta”, y entender “la propia tierra” como la nueva iglesia que el Señor
está formando.
Muchos, desilusionados con la
realidad de buena parte de la iglesia hoy, han renunciado a la esperanza de que
llegue a haber una congregación santa y gloriosa, donde fluya verdaderamente el
amor y haya líderes santos, que dediquen su vida al rebaño y no a construir sus
propios pequeños imperios. Lo ven como un sueño irrealizable y se han
acostumbrado a la situación presente y a desarrollar una comunión individual y
fuerte con el Señor. Eso no está mal, al contrario, es lo que se puede hacer
hoy día. Pero Dios no va a dejar de construir dicha iglesia, y ya lo está
haciendo, aunque sin publicidad ni visiblemente a los ojos de “las masas”; y él
va revelando a los que le buscan de verdad “dónde” y quiénes son esa iglesia, y
va juntando a los suyos, lejos de las superestructuras eclesiásticas actuales.
¡No hay que perder la esperanza!
¡Y no hay que acostumbrarse a vivir una vida espiritual en solitario, por sobre
todo! Como dijimos, esto es necesario en un momento de transición (que puede
durar varios años) pero no es el estado final, y es necesario,
¡imprescindible!, que mantengamos la esperanza y la expectación. No sea cosa
que, habiendo salido de “babilonia”, nos quedemos dando vueltas en el desierto
sin nunca entrar en la Tierra Prometida. Sé que no es fácil hacer una
“deconstrucción” de toda su vida eclesiástica y de las formas que conoció, en
las cuales vivió y donde Dios se manifestó muchas veces y de muy gloriosas
maneras; muchos no lo logran nunca. Sé que no es para nada fácil renunciar a un
proyecto de vida dentro de esas estructuras, especialmente para los que
vivieron y fueron bendecidos durante muchos años ahí; de nuevo, muchos jamás lo
hacen. Luego, han debido rearmar su vida “en el exilio”, es decir, fuera de la
actividad y ministración de la iglesia (aunque jamás hayan dejado de
congregarse), y “encontrar” a Dios en la cotidianidad, hacer el esfuerzo de
alimentarse directamente del Espíritu, buscar nuevos líderes espirituales
(normalmente a través de libros), “descubrir” el ministerio en el mercado,
rearmar su teología y su interpretación del mundo y acostumbrarse a muchas
carencias de ministración, además de, muchas veces, tener que soportar sermones
aguados y un liderazgo carnal que parece prosperar por no dejar de congregarse,
porque no hay otro lugar mejor adónde ir (¡créanme que “los otros” son peores!)
y porque no queremos que nuestros hijos se críen sin la noción de iglesia.
Y después de haber transcurrido
todo esto, y de haber llegado a un equilibrio con las nuevas reglas de juego,
¡y de no estar dispuesto a ser abusado y defraudado otra vez por líderes
carnales!, ¡¡a Dios se le ocurre que debemos “entrar” nuevamente en la
iglesia!! Bien, no es fácil de digerir y no se supone que lo sea. Lo importante
es no perder de vista nunca que esa iglesia no tiene nada que ver con la que
uno dejó, que está en construcción y que no va a ser como lo que conocemos
hasta ahora.
Creo que el Espíritu quiere
recordarnos esto una vez más: ¡por favor, no pierdan la esperanza, porque Yo
los llevo a Mi nueva Iglesia, a la Nueva Jerusalén, la Novia de mi Hijo, la
Congregación Santa de los últimos días!, dice el Señor.
“Las llevaré a comer a los montes
de Israel, y por los arroyos, y por todos los lugares habitados del país. 14Las
llevaré a comer los mejores pastos, en los pastizales de las altas montañas de
Israel. Allí podrán descansar y comer los pastos más ricos.” Tres veces se
repite la noción de “comer”, y la imagen es similar a la de la parábola del
Buen Pastor.
Creo que no hace falta hablar
mucho sobre la metáfora del alimento porque es clara para todos los cristianos.
El Nuevo Testamento le da una profundidad espiritual mayor en la Santa Cena.
Cómo sea, sabemos que es lo que nutre la vida espiritual (y también emocional,
intelectual y material) del ser humano. Creo que el enfoque en estos versículos
se refiere a la diferencia entre que la oveja busque su propio alimento o que
se lo ofrezcan en abundancia.
Veamos algunas cuestiones muy
prácticas. Cuando el cristiano que se encuentra en la situación mencionada
párrafos más arriba se da cuenta de que debe buscar su propio alimento, empieza
un proceso arduo, porque no todas las fuentes que prometen brindar alimento lo
brindan realmente, o a veces está contaminado y debe seleccionarse con cuidado;
o bien no hay muchos lugares (libros, radios, videos, hermanos) donde buscar, y
puede no ser fácil acceder a ellos, y porque no hay ningún mapa para seguir. Esto
no deja de ser parte del proceso de formación de Dios, y quienes hayan pasado
por ese proceso serán los líderes de lo que sigue. Pero no deja de ser arduo y
peligroso. Cuán diferente sería si pudiéramos contar con suficientes líderes
dedicados tiempo completo a la obra que estuvieran en este nuevo mover.
Pues bien, en esta etapa el Señor
no está prometiendo todavía que enviará a tales líderes, pero sí que él
personalmente guiará a los suyos, a través del discernimiento espiritual que
ellos ya habrán desarrollado en esta etapa.
Ahora se vuelve todo más fácil;
porque ya hemos aprendido a distinguir entre la voz de la religión, de los
“buenos consejos cristianos” que se quedaron atrás en el tiempo, de la voz del
Espíritu. Entonces, es sencillo seguirle; saber qué leer y qué no, cuándo, a
quiénes escuchar y a quiénes no, saber discernir la voz del Espíritu en
nuestros corazones. Ahí se cumplen literalmente estas palabras, y aunque no se
haya llegado todavía, se empieza a vivir en Lo Nuevo de Dios.
“Allí podrán descansar” recalca
esta verdad: cuando no debe buscarse el alimento espiritual con cuidado y
esfuerzo, es posible descansar y comer en abundancia; es decir, avanzar mucho
más rápidamente en el camino, alcanzar revelaciones y victorias mucho más
rápido que antes.
Hay un descanso al que se llega
en este nivel, cuando se es pastoreado por el Señor. ¡Nunca deberíamos
dejarlo!, ni siquiera cuando los verdaderos pastores de los últimos tiempos
sean soltados sobre la nueva iglesia. Creo (casi diría que estoy convencido)
que todo este proceso histórico ha servido en buena medida para lograr esto en
la Iglesia del Señor, para que nunca más los cristianos miren más a los hombres
que al Padre.
“...los montes de Israel...”, los
lugares altos, no paganos, sino el lugar del encuentro con Dios, la montaña de
la revelación, donde no están las distracciones del mundo sino solo el señor y
nosotros. El lugar quieto donde podemos escuchar al Espíritu sin
perturbaciones, sin los ruidos del mundo ni del activismo eclesiástico.
“...por los arroyos...”, el fluir
del Espíritu, puro, que viene directamente de lo alto, sin contaminaciones,
continuo, sin interrupciones. Los ríos que salen del trono de Dios. El agua que
da nuevas fuerzas, que aclara la visión (discernimiento).
“...los mejores pastos ... los
pastos más ricos.” Es decir, la mejor enseñanza, la mejor ministración
espiritual, el mejor alimento, Cristo mismo, su cuerpo y su sangre. Hay un
alimento especial, nuevo, distinto, que no ha sido dado en décadas pasadas;
mucho más rico y sustancioso. Si seguimos el proceso, aquellos que primero
fueron dispersados y heridos, y luego rescatados y sanados por el Señor, son
los que serán llevados a los mejores pastos y arroyos, y tendrán el descanso de
lo alto. Paradójico, ¿no?
Estas revelaciones no las pueden
recibir ni aceptar aquellos que no han pasado por el proceso, y que no están
siendo pastoreados directamente por el Señor, sino por pastores humanos
(entendamos el sentido espiritual de lo que digo). No las entienden, o
directamente no las pueden recibir o bien las consideran pura herejía. Son
paradigmas completamente distintos. No tiene ningún sentido pretender que lo
entiendan. No hay mucho para hacer más que orar y esperar a que Dios mismo
intervenga.
Hay que esperar esta enseñanza,
disfrutar de ella, y estar agradecidos por todo lo que Dios esté dando. Hay un
campo espacioso, claro, libre, sin riesgos ni peligros (las fieras que
asechaban a las ovejas perdidas, en medio de los pedregales y bosques). Hay
“lugares habitados”, no yermos desolados; habitados con gente santa, fiel, de
quienes no es necesario cuidarse cuando uno se da vuelta por miedo a que le
claven un puñal por la espalda.
De alguna manera la imagen de
estos versículos recuerda al Jardín de Dios, aunque sea vagamente; porque en
realidad es figura de él y lo preanuncia.
“15Yo mismo seré el
pastor de mis ovejas, yo mismo las llevaré a descansar. Yo, el Señor, lo
afirmo”. Creo que el principal objetivo de estas palabras es reforzar lo que el
Señor ha venido diciendo. Dios lo afirma y asegura, para que no queden dudas
acerca de lo que ciertísimamente va a hacer. ¡Nadie debería dudarlo! No
deberíamos nunca perder la esperanza, porque el Señor ya está cumpliendo esta
promesa.
“... las llevaré a descansar”.
Otra imagen fuerte es la del reposo, ya lo mencionamos más arriba. Podríamos
ver algunos pasajes relacionados:
Hebreos 4.3
3Pero nosotros, que hemos creído, entraremos en ese reposo, del cual Dios ha
dicho:
“Por eso juré en mi furor
que no entrarían en el lugar de mi reposo.”
Sin embargo, Dios había terminado su trabajo desde que creó el mundo;
Mateo 11.30 (NVI)
30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»
Dios nos lleva al reposo, su guía
nos trae paz y hay descanso en sus caminos, por más atareados que estemos y
aunque debamos enfrentar persecución. Pablo lo llama en Romanos 15:33 “Dios de
paz”. Por el contrario, no hay paz en los caminos de la religión; podrá haber
mucha actividad, se podrán hacer incluso muchas cosas “buenas” (habrá que ver
si duran después), pero no hay paz, y eso, tarde o temprano, trae sus
consecuencias.
La paz interior es una señal muy
fuerte de estar en la voluntad de Dios, hay que desarrollar la sensibilidad
necesaria para reconocerla y la obediencia para moverse cuando se pierde. En la
paz es que existe el descanso, y el trabajo no se vuelve fatigoso y es revocada
la maldición dada a Adán; no deja de haber trabajo ni esfuerzo, pero éste no
debilita las fuerzas sino que las aviva cada día más
El último versículo (16) de esta
sección enfatiza lo que el Señor mismo vino diciendo hasta ahora: él será el
Pastor de su pueblo disperso, detallando qué es lo que va a hacer:
“Buscaré a las ovejas perdidas”.
Allí donde la oveja del rebaño del Señor esté, él irá. Si está siguiendo o
prestando oído a alguna otra filosofía, que puede ser religiosa o no (por
ejemplo, enseñanzas en cuanto a cómo alimentarse adecuadamente, cómo organizar
la vida, cómo tener cuidado de la salud, y un largo etcétera), y que en este
último caso no necesariamente es “mala” (aunque suelen sirven para “distraer” a
las personas de Dios y pueden estar contaminadas con idolatría) pero están
ocupando buena parte del tiempo que debería dedicarle al Señor, allí se
presentará el Señor y allí se manifestará, y por medio de esas enseñanzas lo
llamará nuevamente a Su redil.
O vamos a algo mucho más común y
“terrenal”: si está ocupando su tiempo con la vacuidad (e inmundicia) de (casi
toda) la televisión (también Internet), allí el Señor enviará sus mensajeros
(¡y más de una vez, involuntarios!) para despertar a Su hijo dormido.
O no necesariamente a través del
mismo medio, puede ser también un vecino, un compañero de trabajo, un encuentro
ocasional ... En definitiva, Dios no tiene ningún problema en manifestarse las
veces que quiera, donde quiera y a través de quien quiera. La idea de estas
palabras, según entiendo, es que la “oveja perdida” no sabe como volver al
camino del Señor y por ello anda vagando de un lado a otro (por ejemplo,
probando distintas “distracciones” seculares, o distintas filosofías, o, más
simple, distintos programas de televisión o canales de Internet, o quehaceres
domésticos y laborales); normalmente no se queda mucho tiempo con una sola cosa
o actividad. En el fondo, sabe que tiene que volver y no rechaza la idea, pero
no sabe como (espiritualmente hay ataduras y “vallados satánicos”). Bien, sea
como sea, ¡allí irá Dios! Y la guiará de nuevo a su hogar.
“... traeré a las extraviadas...”
La idea aquí es parecida a la anterior, pero el énfasis está en aquella que fue
echada lejos del redil, tal como se habló más arriba; la maltratada, de la que
abusaron, la escandalizada. Tampoco de ellas se olvidará el Señor.
“... vendaré a las que tengan
alguna pata rota...” Esta es la que no puede caminar, la que tiene algún
impedimento más grave para volver al camino del Señor: alguna herida profunda,
alguna demonización (no posesión, estamos hablando de cristianos).
“... ayudaré a las débiles...”
Aquella que humanamente no podría seguir, o cuya alma permanece muy fragmentada
o herida.
En definitiva, ninguna de estas
cuatro categorías son cristianos santos y consagrados, de carácter agradable,
activos en las cosas del Señor y personas con las que sea fácil tratar o que no
nos vayan a fallar. ¡Si así fuera no estarían dispersos! Si esa es tu realidad,
¡el Señor está llamando a la puerta para que le abras! Si Dios te está enviando
a alguno de ellos, ¡debés saber que necesitarás mucho amor y paciencia!
La “oveja perdida” no es
agradable: está sucia, nerviosa, malnutrida, probablemente enferma y herida; y seguramente
no reaccione bien cuando intenten llevarla nuevamente al rebaño. Pero el Padre
no tiene ABSOLUTAMENTE NINGÚN problema en ir a buscarlas, ¿lo tendremos
nosotros?
La última parte de esta frase es
más controvertida: “...y cuidaré a las gordas y fuertes”, porque esto mismo ha
sido traducido de otras formas, ya que en el hebreo se traduce por “a la
engordada y a la fuerte destruiré” (VRV95). Este sentido está más en
consonancia con los versículos que siguen, aunque no con el contexto inmediato.
Podemos considerar que ha habido errores en las sucesivas copias del texto
bíblico, o bien que en el proceso histórico el Espíritu ha querido mostrar una
verdad más amplia con estas palabras.
Si el sentido de “gordas y
fuertes” es positivo (aquellas que encontraron buenos pastos), ¿por qué habría
de destruirlas? Dios no va a dejar de cuidarlas. Es muy común en nuestra época
(en determinados ámbitos) que se sobreenfatice la situación del débil y
necesitado (digo, en el discurso más que en los hechos concretos, y
generalmente para obtener votos o algún tipo de apoyo demagógico), tanto que ya
es un “hecho cultural” y “está mal” (según la “religión secular” de nuestro
tiempo) exaltar las virtudes de aquellos que han sabido (honestamente) lograr
cosas importante en la vida (excepto, claro, de los “amigos del poder” de
turno, político, social o eclesiástico). Es muy común que los testimonios en
nuestras iglesias “exalten” (o, simplemente, den lugar solamente) a aquellos
que han sido particularmente descarriados y con quienes el Señor ha tenido una
dosis especial de misericordia y gracia. ¡Gloria a Dios por ello! ¡Que nunca
falten testimonios así! Pero, ¿es esto lo único que vale la pena mostrar? ¿Y
qué de los que han permanecido fieles y firmes en obediencia al Señor? ¿Y qué
de los que nunca se han descarriado de forma aberrante?
Si el sentido de “gordas y
fuertes” es negativo, nos está introduciendo ya en lo que sigue: la división
que Dios hará en medio de su pueblo, y que, en esencia, es la raíz, la misma
“sustancia” de lo que dijo en los versículos anteriores: el abuso de los más
fuertes sobre los más débiles, que se manifiesta claramente en las estructuras
religiosas. No creo necesario hablar mucho sobre este tema ahora porque se va a
ver bien en lo que sigue.