Gálatas 4:6-11 RVC
6 Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió
a sus corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!»
7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si
eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo.
8 Ciertamente, en otro tiempo, cuando ustedes
no conocían a Dios, servían a los que por naturaleza no son dioses;
9 pero ahora que conocen a Dios, o más bien,
que Dios los conoce a ustedes, ¿cómo es que han vuelto de nuevo a los débiles y
pobres rudimentos, a los cuales quieren volver a esclavizarse?
10 Ustedes guardan los días, los meses, los
tiempos y los años.
11 ¡Me temo que, con ustedes, yo he trabajado
en vano!
Donde hay Religión puede haber mucho trabajo,
mucha actividad y muchas “construcciones”, pero no hay “hijos”. Podemos ser
siervos eficientes, obreros intachables, colaboradores esforzados, pero
difícilmente hijos. Estamos pendientes de nuestra paga no de las promesas.
Esperamos cosechar lo que sembramos y no recoger lo que Otro sembró para
nosotros. Entendemos el servicio, pero no el amor. Procuramos la justicia sin
la misericordia, o somos indulgentes y tolerantes sin verdad.
La Ley es el “corralito” que se le pone al
niño para que no se escape, pero el hijo tiene una guía interior: el Espíritu.
Esto es lo “nuevo” que Pablo trae en esta
carta, en realidad, que les recuerda a los gálatas: la presencia del Espíritu
Santo y su obra en el creyente. Ellos habían descuidado al Espíritu y por eso
cayeron fácilmente en el engaño de la Religión, que va al alma. Si hubieran
estado viviendo en el Espíritu, aunque con errores, no habrían caído en ese
engaño.
Lo maravilloso de la gracia es que ahora el
Espíritu, Dios mismo, mora en nuestros corazones. Ya no necesitamos ese
complejo andamiaje externo de leyes y reglamentos que era la Ley. Mejor dicho,
la “Ley” que les estaban tratando de imponer a ellos los judaizantes, que NO
ERA la Ley que Dios le había dado a Moisés, no nos confundamos.
No se puede comparar tener al Espíritu
viviendo en nuestros corazones versus tener una larga lista de mandatos y
controles externos. Pero es necesario vivir por el Espíritu, es decir, el alma necesita
someterse al Espíritu para que así esa voz interior pueda guiarla en cada
momento. La Palabra ya no es un larguísimo y aburridísimo libro de historias y
genealogías, sino algo vivo, literalmente, con capacidad para hablarnos en
nuestra realidad.
Muchas veces se intenta convencer a los
inconversos sobre la originalidad de la Biblia, y no digo que esté mal. El
problema es que hasta que eso no se experimenta sólo son buenos argumentos,
nada más. La Palabra no se vuelve viva porque razonemos sobre ella, lo hace
cuando le permitimos al Espíritu hacerla viva.
Y este hijo es ahora heredero, es decir,
tiene las promesas que Jesús ganó legítimamente (y que Satanás había usurpado).
El heredero disfruta de la herencia, no hizo nada para conseguirla, simplemente
la recibió.
En este tiempo en el que las promesas se han
estirado como chicle, ocurre en los cristianos fieles la reacción contraria:
rechazan la perversión de la gracia pero tienden a caer en alguna nueva forma
de legalismo, o al menos, descuidan la perspectiva de hijos. Ciertamente
necesitamos un “equilibrio”, o mejor dicho, necesitamos entender bien qué es
ser hijos.
La gracia pervertida, las promesas estiradas,
en realidad se transforman en una nueva forma de religión y de legalismo. En
realidad, no existe una “gracia pervertida”, es decir, una forma de “gracia”
que es corrupta, inevitablemente cualquier perversión de la gracia se
transforma en Religión, sin gracia. Aún las promesas baratas lo son.
La verdad de lo que es ser hijos y herederos
necesita hoy ser defendida de los excesos a “derecha” y a “izquierda”.
La realidad de la iglesia de Galacia era que,
habiendo conocido la verdadera gracia y la maravillosa naturaleza de ser hechos
hijos y herederos, volvieron a la pobre esclavitud de la Ley. Pablo no podía
entender eso, para él la diferencia era tan clara y abismal (porque había
sufrido toda la profundidad del Espíritu de Religión en carne propia) que
resultaba incomprensible. Lo cierto es que el “espíritu de los gálatas” se ha
extendido en las iglesias modernas.
“Débiles y pobres rudimentos” que se
encuentran majestuosamente predicados en algunos púlpitos modernos. Incluso
ensalzados por los judaizantes modernos, casi del mismo estilo que en la época
de Pablo aunque sin la circuncisión (bueno, algunos sí).
“Ustedes guardan los días, los meses, los
tiempos y los años.” Esto se refiere a fiestas y conmemoraciones especiales, el
ceremonial judío que ellos estaban cumpliendo “religiosamente”. Aquí
necesitamos profundizar un poco más.
En los últimos tiempos estamos viendo por el
Espíritu que hay momentos “especiales” en el año, ya sea a nivel mundial como a
nivel nacional o local. En realidad, la mayoría de las veces nos damos cuenta
de que son “especiales” porque hay una intensa actividad satánica en ellos; los
brujos están “a full” en esos días haciendo sus trabajos. También vemos que hay
“maldiciones en el tiempo”, es decir, un momento en el año, o cada tantos años,
en el que Satanás ataca con especial furia; ya sea a nivel nacional como individual.
Por otro lado, tenemos la temporización de las fiestas judías, tanto las
principales que indican eventos de la primera y segunda venida de Cristo, como
de las menores, que indican momentos en los que Dios ha dividido el tiempo.
Todo esto está demasiado cerca de
transformarse en una nueva forma de Religión. La diferencia está, precisamente,
en el espíritu con que tomemos esta nueva luz. O se transforma en nuevos días y
tiempos para guardar año tras año siguiendo determinados ritos, o atacamos las
maldiciones colocadas en el tiempo con la autoridad de Cristo. Los sacrificios,
año tras año, no podían quitar el pecado, solo cubrirlo. Si hay maldiciones en
el tiempo sobre un territorio, en Argentina, por ejemplo, están colocadas hacia
mediados de diciembre y alrededor de Semana Santa, no debemos transformarlas en
un “nuevo rito”, simplemente sabemos que en esa época los reyes enemigos “salen
a la guerra”, así que allí estaremos hasta que sean derrotados en el nombre de
Cristo.
No se trata de que tal o cual día nos haga
más o menos santo, o nos dé más o menos mérito cumplir con una serie de
rituales especificados, se trata de saber que en ese momento hay una cita
divina para contraponer los diseños divinos. Los días, los meses, los tiempos y
los años, no son un ritual vacío para obtener méritos espirituales, son los
diseños del mundo espiritual y nuestros momentos de combatir y establecer, es
decir, podemos combatir y establecer porque actuamos con la autoridad de hijos.
Pero si el Espíritu no nos guía a eso, si durante un tiempo somos llevados a
ocuparnos de otras cosas y no prestar atención a los tiempos, ¿cuál es el
problema? Él es la guía y Él tiene el derecho de establecer “nuestros” tiempos,
es decir, qué haremos y en qué nos ocuparemos en cada momento. La Ley no hace
eso, pone un modelo igual para todos.
De todas formas, a medida que conocemos más
de los diseños espirituales tenemos que tener cada vez más cuidado de no caer
en alguna nueva forma de Religión - Hechicería “cristiana”; precisamente porque
el mundo de las tinieblas se maneja así y es muy fácil replicar “por espejo”
las mismas formas.
¡Hijo de Dios, ayúdanos a ser conformados a
tu naturaleza de nosotros! ¡Bendito Espíritu, muévete con libertad en todo
nuestro ser!
Danilo Sorti