La
historia
1 En esos días hubo una hambruna que duró tres
años seguidos. David consultó al Señor por esto, y el Señor le dijo: «De esto
tienen la culpa Saúl y su familia de asesinos, pues mataron a los gabaonitas.» 2 Samuel 21:1 RVC
Primero, ocurren injusticias perpetradas
por los poderosos. ¡Vaya novedad! Nos resulta tan, pero tan común, que
prácticamente no le damos importancia. Pasa a ser un hecho colorido más del
contexto, que se enfrenta con resignación, bronca o indiferencia, pero como
algo más, simplemente. Inconscientemente creemos que es algo que no se puede
cambiar; no predicamos normalmente sobre eso, y hasta lo barnizamos con una
capa de “piadosa resignación” (que de bíblica no tiene nada) diciendo: “tiene
que ser así… estamos al final de los tiempos… las cosas van a ir de mal en
peor…”
Y eso nos lleva al segundo punto,
¡evidentemente, Dios no se olvida! Podría escribir extensamente cómo es que
Dios no se ha olvidado de ninguna de las maldades e iniquidades sembradas sobre
la tierra desde la entrada del pecado al mundo hasta hoy, pero creo que sería
mucho más de lo que ninguno de nosotros estaríamos dispuestos a soportar. En
realidad, solo UNO podría soportar esa carga.
Pero el hecho es que, en este caso en
particular, Dios se estaba acordando de esa injusticia. Sería muy interesante y
aleccionador a la vez recordar la historia de los gabaonitas, quienes, estando
destinados a la destrucción y sin pertenecer al pueblo elegido, por su fe en un
Dios del cual conocían muy poco, y con mucho valor, lograron salvar sus vidas y
obtener un milagro que no ocurrió en ningún otro lugar ni momento de la
historia; no lo haremos en estos párrafos.
Y de aquí vamos al tercer tema: no solo
el Señor no se olvidó de ello, sino se lo estaba recordando a su pueblo. ¿Por
qué? Bueno, pues porque se habían olvidado. ¡Qué terrible!, diríamos hoy; pero
era perfectamente comprensible en ese contexto: los reyes solían exterminar
pueblos enemigos, o que simplemente les molestaban, además, habían pasado
muchas cosas en Israel: el reinado de Saúl, sus buenas épocas, su decadencia,
la persecución de David, sus luchas contra los enemigos, las sucesivas
invasiones de ellos, la traumática sucesión de la familia de Saúl a la de
David, las luchas que pasaron durante el reinado de David, quizás el problema
con Betsabé y todo lo que acarreó, sin hablar de la dura lucha por la vida
cotidiana, dura hoy y dura entonces, pero más entonces… ¡como para acordarse de
lo que había pasado hacía veinte, treinta o cuarenta años atrás! Pero para Dios
no había pasado desapercibido y quería que su pueblo se acordara.
Y el cuarto punto es que ¡Dios va a
lograr que su pueblo lo recuerde! Los juicios divinos no vienen porque sí,
siempre pasa un tiempo, hay sucesivos llamados, que si son desoídos terminan
trayendo, finalmente, el juicio. Si su pueblo no está entendiendo “por las
buenas”, entenderá “por las malas”, ¡pero entenderá! De paso, eso también se
aplica para nuestras vidas personales, así que más vale que afinemos el oído…
No reconocieron el hecho durante varios
años, no sabemos cuántos, pero tampoco enseguida, tuvieron que pasar tres años
de hambre para que por fin David, que era un hombre espiritual, que estaba
acostumbrado a escuchar la voz de Dios y que tenía profetas y adoradores de
alto nivel alrededor suyo, se diera cuenta de que algo andaba mal. ¡Pero
tampoco él se acordaba! Fue necesario consultar al Señor, quizás a través de
algún profeta.
Y esto me lleva al quinto punto, quizás
el más delicado de todos, el pueblo de Israel, David incluido, no recordaban ni
se preocuparon por subsanar la injusticia porque, según me parece ver, a ellos
tampoco les importaban mucho los gabaonitas. Finalmente, si los mataban, ¡mala
suerte!, ¡que se embromen por habernos engañado una vez! Sigamos con nuestra
vida…
Saúl los persiguió y pretendió
exterminarlos, pero el pueblo de Israel no parece que se hubiera preocupado
mucho por eso. Fueron cómplices silenciosos. Aún en esa época un rey no podía
hacer lo que quería tan fácilmente si el pueblo estaba en contra, mucho menos
un rey local que no estuviera apoyado por un imperio más grande… Nada diferente
a la actualidad.
Dios les llama la atención a través de un
juicio, bastante duro, aunque no parece que fuera algo tan terrible como la
sequía que vino en época de Elías. Fue un juicio, no para destrucción, sino
para llamarles la atención. Dicho sea de paso, probablemente también hubiera
consistido en años de sequía.
Podemos seguir leyendo la historia y
vemos cómo se resolvió sin dilación, y en el versículo 14 termina la sección
diciendo: “…Todo fue hecho tal y como el rey lo dispuso, y después de esto Dios
se compadeció del país.” No hubo que hacer nada extraordinario, no hubo que
construir represas ni traer agua del Mar de Galilea. No hubo que cortarle la cabeza a ningún sacerdote pagano que
estuviera maldiciendo el país (aunque quizás sí los hubiera). Simplemente todo
volvió a la normalidad.
¿Algún parecido con la realidad? ¡TODO!
La
actualidad
Creo que los cristianos aún no hemos
afinado el oído (por no decir que los tenemos tapados con un par de quilos de
cera…); las cosas que ocurren a nivel nacional e internacional tienen un
significado espiritual, que en el fondo están “enganchados” con iniquidades
nacionales que les dan sustento y “enganche”. Además, normalmente el Señor está
hablando a su pueblo a través de ellos, a veces los mensajes parecen bastante
básicos para los que somos cristianos desde hace tiempo, pero debemos entender
que cuando el Señor habla a través de hechos públicos no lo hace solamente para
los “viejos” sino para todos, y aún (especialmente) para los que no le conocen todavía.
Es más, me atrevería a decir que un
porcentaje importante de lo que Dios “dice” a través de los hechos públicos es
muy fácil de comprender para los pueblos implicados; son cosas bastante
básicas, y que por ello, suelen pasar desapercibidas para aquellos que tenemos
la verdadera responsabilidad de la conducción de las naciones: los reyes y
sacerdotes designados por el Padre. Nosotros, por si estás mirando para uno u
otro costado…
Pero no estamos en una situación
diferente a la de los israelitas de aquella época; ¡pasan tantas cosas! ¡hay
que luchar tan duro con el trabajo, la familia, la salud, el desarrollo
personal, las actividades de la iglesia! ¿A quién le queda tiempo para
realmente ocuparse de las cuestiones nacionales e internacionales? Bien, pues
Dios dice que DEBE quedarnos un tiempo para ello. Por qué nuestra vida está tan
ocupada que no lo tenemos, es asunto a desarrollar a lo largo de varias decenas
de libros.
¿Qué significa entonces lo que está
pasando ahora con los famosos “fondos buitre”? Podríamos hablar de un juicio
sobre Argentina, hay muchas razones para ello, pero no es todo. ¿Una pulseada
comercial, para tratar de sacar la mayor tajada posible? Sí, por supuesto, pero
no es todo.
Creo que hay varios elementos
espirituales sobre los cuales el Señor nos quiere llamar la atención. Uno de
ellos es la actitud que vemos en los “Fondos Buitres”; una posición inflexible,
rígida, de “vamos por todo”, de amenazas verbales e intentos de intimidación.
¿No les resulta conocido eso? ¿No lo hemos vivido acaso desde hace algún
tiempo? Pues bien, Dios, que es el Juez Justo, y que está especialmente
preocupado porque se haga verdadera justicia, no ha pasado por alto ese
espíritu que se ha soltado sobre nuestra nación, afectando ora a unos, ora a otros,
pero siempre con el mismo patrón.
Podríamos hablar mucho de cuestiones
políticas, y estoy seguro que hay fuertes posturas a favor y en contra de el
actual gobierno, y también es cierto que todavía no tenemos la suficiente
“distancia histórica” como para ser más objetivos con los hechos, pero creo que
lo que digo es innegable. Estoy asumiendo que los cristianos que leen esto
entienden los principios bíblicos: “Mi reino no es de este mundo” Juan 18:36,
“somos embajadores en nombre de Cristo” 2 Corintios 5:20, “reconocieron
que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra” Hebreos 11:13. Por si no
quedó claro, cualquiera que está más ufanado por las cuestiones políticas (a
favor o en contra) de la nación que por el Reino de Dios, no ha entendido
realmente su verdadera naturaleza de hijo de Dios. Por favor, deje el tal de
leer esto y vuelva a estudiar la Biblia…
Entonces, la actitud que “vemos” desde
afuera es la misma que ha ocurrido “adentro”, solo que como nos hemos
acostumbrado tanto, ya ni la notamos. Es más, dicha actitud no vino “de la mano
de Fulano o Mengano”, ¡es propia de nuestro pueblo! Sólo que se ha expresado
más claramente en algunos personajes públicos actuales (y pasados, por
supuesto).
Bien, ahí está uno de los meollos. Ahí
está un llamado de atención que el Señor nos está haciendo, a los hijos de
Dios, para que cortemos con esa iniquidad. En la época de David fue necesario
hacer un sacrificio. No me atrevería a afirmar que lo que hicieron era
exactamente lo que Dios quería, era, al menos, lo que ellos entendían que debía
hacerse en la época, y Dios escuchó. Pero nosotros ya tenemos El sacrificio
perfecto y no necesitamos otro. Así que, en base a él, podemos orar, conforme
el Espíritu nos guíe, arrepintiéndonos y cortando esta iniquidad nacional que,
en realidad, arrastramos desde hace generaciones.
De paso, esto también ha ocurrido en
nuestras iglesias, y es necesario que lo presentemos explícitamente delante del
Padre.
Hay algo más, también tan antiguo y tan
arraigado en la historia de nuestra nación que ni le damos importancia: la
deuda. ¿Tiene su correlato espiritual? Por supuesto. No voy a hablar de su
contraparte social porque es harto conocida por todos nuestra costumbre tan
argentina de pedir prestado y no devolver.
Pero lo más grave es que el mismo
desmaneje con el dinero y los recursos se ha hecho entre el pueblo de Dios.
Cuánto dinero hemos ofrendado que ha sido mal usado por muchos liderazgos,
cuánta “deuda” espiritual delante de Dios está quedando pendiente. Todo dinero
ofrendado con un corazón sincero al Padre que fue mal usado por los
responsables de hacerlo es una deuda delante de Dios. Toda la honra y el
reconocimiento que no le hemos dado a otros es también una deuda, y
especialmente me estoy refiriendo a la falta de reconocimiento de mucho del
liderazgo actual hacia los hermanos que durante mucho tiempo han trabajado para
construir una iglesia que usufructúa el pastor y su pequeño círculo. ¡Cuántos
cristianos han sacrificado trabajo, dinero, salud y hasta familia para ello! Y
la única recompensa que recibieron fue una patada ya saben donde.
Creo que no necesito abundar sobre el
tema porque cualquier cristiano que lleve un tiempo en la iglesia sabe de qué
se trata. Pues bien, el hecho es que es una deuda y que necesitamos solucionar
espiritualmente. También en oración, también con actos proféticos, haciendo
declaraciones proféticas basadas en el texto bíblico. De nuevo, no voy a decir
cómo porque el Espíritu se va a encargar de mostrarle a cada uno que esté
llamado a hacerlo.
Antes de concluir, vale aclarar que
este episodio internacional tiene más lecturas; es claro que hay otras
cuestiones geoestratégicas profundas. Pero no es éste el espacio para
hablarlas, sólo baste mencionar que la Biblia, y especialmente los profetas,
hablan mucho sobre política internacional. Los que tienen oídos para oír, ¡pues
que oigan!
No me preocupa demasiado el resultado
en el corto o mediano plazo de la pulseada comercial – judicial entre el
gobierno y los Fondos, soy argentino, si esto implica alguna pequeña crisis…
¡ya hemos pasado tantas, una más! Sí me preocupa, en cambio, que los hijos de Dios entendamos lo que el
Espíritu está diciéndonos. Según me parece, hay un llamado a que reconozcamos
varias de las iniquidades que han estado entre nosotros, como nación y como iglesia
(¡y cómo individuos!), y que no hemos querido enfrentar todavía. Hoy el Señor
nos está advirtiendo a través de hechos relativamente menores. Quizás mañana
no. La buena noticia es que Dios no necesita demasiados de sus hijos para
arrancar raíces espirituales de maldad de una nación; creo que solo con algunos
cientos de ellos, nomás, que realmente puedan entrar a la presencia del Rey y
obtener sus peticiones, basta. ¿Los habrá?