viernes, 25 de julio de 2014

La deuda desde un punto de vista espiritual: Argentina, Fondos Buitres e Iniquidades nacionales

La historia
1  En esos días hubo una hambruna que duró tres años seguidos. David consultó al Señor por esto, y el Señor le dijo: «De esto tienen la culpa Saúl y su familia de asesinos, pues mataron a los gabaonitas.» 2 Samuel 21:1 RVC
 El ejemplo de lo que ocurrió durante la historia del reinado de David nos lleva a reconocer algunos hechos importantes, aplicables en todo momento de la historia de las naciones.
Primero, ocurren injusticias perpetradas por los poderosos. ¡Vaya novedad! Nos resulta tan, pero tan común, que prácticamente no le damos importancia. Pasa a ser un hecho colorido más del contexto, que se enfrenta con resignación, bronca o indiferencia, pero como algo más, simplemente. Inconscientemente creemos que es algo que no se puede cambiar; no predicamos normalmente sobre eso, y hasta lo barnizamos con una capa de “piadosa resignación” (que de bíblica no tiene nada) diciendo: “tiene que ser así… estamos al final de los tiempos… las cosas van a ir de mal en peor…”
Y eso nos lleva al segundo punto, ¡evidentemente, Dios no se olvida! Podría escribir extensamente cómo es que Dios no se ha olvidado de ninguna de las maldades e iniquidades sembradas sobre la tierra desde la entrada del pecado al mundo hasta hoy, pero creo que sería mucho más de lo que ninguno de nosotros estaríamos dispuestos a soportar. En realidad, solo UNO podría soportar esa carga.
Pero el hecho es que, en este caso en particular, Dios se estaba acordando de esa injusticia. Sería muy interesante y aleccionador a la vez recordar la historia de los gabaonitas, quienes, estando destinados a la destrucción y sin pertenecer al pueblo elegido, por su fe en un Dios del cual conocían muy poco, y con mucho valor, lograron salvar sus vidas y obtener un milagro que no ocurrió en ningún otro lugar ni momento de la historia; no lo haremos en estos párrafos.
Y de aquí vamos al tercer tema: no solo el Señor no se olvidó de ello, sino se lo estaba recordando a su pueblo. ¿Por qué? Bueno, pues porque se habían olvidado. ¡Qué terrible!, diríamos hoy; pero era perfectamente comprensible en ese contexto: los reyes solían exterminar pueblos enemigos, o que simplemente les molestaban, además, habían pasado muchas cosas en Israel: el reinado de Saúl, sus buenas épocas, su decadencia, la persecución de David, sus luchas contra los enemigos, las sucesivas invasiones de ellos, la traumática sucesión de la familia de Saúl a la de David, las luchas que pasaron durante el reinado de David, quizás el problema con Betsabé y todo lo que acarreó, sin hablar de la dura lucha por la vida cotidiana, dura hoy y dura entonces, pero más entonces… ¡como para acordarse de lo que había pasado hacía veinte, treinta o cuarenta años atrás! Pero para Dios no había pasado desapercibido y quería que su pueblo se acordara.
Y el cuarto punto es que ¡Dios va a lograr que su pueblo lo recuerde! Los juicios divinos no vienen porque sí, siempre pasa un tiempo, hay sucesivos llamados, que si son desoídos terminan trayendo, finalmente, el juicio. Si su pueblo no está entendiendo “por las buenas”, entenderá “por las malas”, ¡pero entenderá! De paso, eso también se aplica para nuestras vidas personales, así que más vale que afinemos el oído…
No reconocieron el hecho durante varios años, no sabemos cuántos, pero tampoco enseguida, tuvieron que pasar tres años de hambre para que por fin David, que era un hombre espiritual, que estaba acostumbrado a escuchar la voz de Dios y que tenía profetas y adoradores de alto nivel alrededor suyo, se diera cuenta de que algo andaba mal. ¡Pero tampoco él se acordaba! Fue necesario consultar al Señor, quizás a través de algún profeta.
Y esto me lleva al quinto punto, quizás el más delicado de todos, el pueblo de Israel, David incluido, no recordaban ni se preocuparon por subsanar la injusticia porque, según me parece ver, a ellos tampoco les importaban mucho los gabaonitas. Finalmente, si los mataban, ¡mala suerte!, ¡que se embromen por habernos engañado una vez! Sigamos con nuestra vida…
Saúl los persiguió y pretendió exterminarlos, pero el pueblo de Israel no parece que se hubiera preocupado mucho por eso. Fueron cómplices silenciosos. Aún en esa época un rey no podía hacer lo que quería tan fácilmente si el pueblo estaba en contra, mucho menos un rey local que no estuviera apoyado por un imperio más grande… Nada diferente a la actualidad.
Dios les llama la atención a través de un juicio, bastante duro, aunque no parece que fuera algo tan terrible como la sequía que vino en época de Elías. Fue un juicio, no para destrucción, sino para llamarles la atención. Dicho sea de paso, probablemente también hubiera consistido en años de sequía.
Podemos seguir leyendo la historia y vemos cómo se resolvió sin dilación, y en el versículo 14 termina la sección diciendo: “…Todo fue hecho tal y como el rey lo dispuso, y después de esto Dios se compadeció del país.” No hubo que hacer nada extraordinario, no hubo que construir represas ni traer agua del Mar de Galilea. No hubo que cortarle  la cabeza a ningún sacerdote pagano que estuviera maldiciendo el país (aunque quizás sí los hubiera). Simplemente todo volvió a la normalidad.
¿Algún parecido con la realidad? ¡TODO!
La actualidad
Creo que los cristianos aún no hemos afinado el oído (por no decir que los tenemos tapados con un par de quilos de cera…); las cosas que ocurren a nivel nacional e internacional tienen un significado espiritual, que en el fondo están “enganchados” con iniquidades nacionales que les dan sustento y “enganche”. Además, normalmente el Señor está hablando a su pueblo a través de ellos, a veces los mensajes parecen bastante básicos para los que somos cristianos desde hace tiempo, pero debemos entender que cuando el Señor habla a través de hechos públicos no lo hace solamente para los “viejos” sino para todos, y aún (especialmente) para los que no le conocen todavía.
Es más, me atrevería a decir que un porcentaje importante de lo que Dios “dice” a través de los hechos públicos es muy fácil de comprender para los pueblos implicados; son cosas bastante básicas, y que por ello, suelen pasar desapercibidas para aquellos que tenemos la verdadera responsabilidad de la conducción de las naciones: los reyes y sacerdotes designados por el Padre. Nosotros, por si estás mirando para uno u otro costado…
Pero no estamos en una situación diferente a la de los israelitas de aquella época; ¡pasan tantas cosas! ¡hay que luchar tan duro con el trabajo, la familia, la salud, el desarrollo personal, las actividades de la iglesia! ¿A quién le queda tiempo para realmente ocuparse de las cuestiones nacionales e internacionales? Bien, pues Dios dice que DEBE quedarnos un tiempo para ello. Por qué nuestra vida está tan ocupada que no lo tenemos, es asunto a desarrollar a lo largo de varias decenas de libros.
¿Qué significa entonces lo que está pasando ahora con los famosos “fondos buitre”? Podríamos hablar de un juicio sobre Argentina, hay muchas razones para ello, pero no es todo. ¿Una pulseada comercial, para tratar de sacar la mayor tajada posible? Sí, por supuesto, pero no es todo.
Creo que hay varios elementos espirituales sobre los cuales el Señor nos quiere llamar la atención. Uno de ellos es la actitud que vemos en los “Fondos Buitres”; una posición inflexible, rígida, de “vamos por todo”, de amenazas verbales e intentos de intimidación. ¿No les resulta conocido eso? ¿No lo hemos vivido acaso desde hace algún tiempo? Pues bien, Dios, que es el Juez Justo, y que está especialmente preocupado porque se haga verdadera justicia, no ha pasado por alto ese espíritu que se ha soltado sobre nuestra nación, afectando ora a unos, ora a otros, pero siempre con el mismo patrón.
Podríamos hablar mucho de cuestiones políticas, y estoy seguro que hay fuertes posturas a favor y en contra de el actual gobierno, y también es cierto que todavía no tenemos la suficiente “distancia histórica” como para ser más objetivos con los hechos, pero creo que lo que digo es innegable. Estoy asumiendo que los cristianos que leen esto entienden los principios bíblicos: “Mi reino no es de este mundo” Juan 18:36, “somos embajadores en nombre de Cristo” 2 Corintios 5:20, “reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra” Hebreos 11:13. Por si no quedó claro, cualquiera que está más ufanado por las cuestiones políticas (a favor o en contra) de la nación que por el Reino de Dios, no ha entendido realmente su verdadera naturaleza de hijo de Dios. Por favor, deje el tal de leer esto y vuelva a estudiar la Biblia…
Entonces, la actitud que “vemos” desde afuera es la misma que ha ocurrido “adentro”, solo que como nos hemos acostumbrado tanto, ya ni la notamos. Es más, dicha actitud no vino “de la mano de Fulano o Mengano”, ¡es propia de nuestro pueblo! Sólo que se ha expresado más claramente en algunos personajes públicos actuales (y pasados, por supuesto).
Bien, ahí está uno de los meollos. Ahí está un llamado de atención que el Señor nos está haciendo, a los hijos de Dios, para que cortemos con esa iniquidad. En la época de David fue necesario hacer un sacrificio. No me atrevería a afirmar que lo que hicieron era exactamente lo que Dios quería, era, al menos, lo que ellos entendían que debía hacerse en la época, y Dios escuchó. Pero nosotros ya tenemos El sacrificio perfecto y no necesitamos otro. Así que, en base a él, podemos orar, conforme el Espíritu nos guíe, arrepintiéndonos y cortando esta iniquidad nacional que, en realidad, arrastramos desde hace generaciones.
De paso, esto también ha ocurrido en nuestras iglesias, y es necesario que lo presentemos explícitamente delante del Padre.
Hay algo más, también tan antiguo y tan arraigado en la historia de nuestra nación que ni le damos importancia: la deuda. ¿Tiene su correlato espiritual? Por supuesto. No voy a hablar de su contraparte social porque es harto conocida por todos nuestra costumbre tan argentina de pedir prestado y no devolver.
Pero lo más grave es que el mismo desmaneje con el dinero y los recursos se ha hecho entre el pueblo de Dios. Cuánto dinero hemos ofrendado que ha sido mal usado por muchos liderazgos, cuánta “deuda” espiritual delante de Dios está quedando pendiente. Todo dinero ofrendado con un corazón sincero al Padre que fue mal usado por los responsables de hacerlo es una deuda delante de Dios. Toda la honra y el reconocimiento que no le hemos dado a otros es también una deuda, y especialmente me estoy refiriendo a la falta de reconocimiento de mucho del liderazgo actual hacia los hermanos que durante mucho tiempo han trabajado para construir una iglesia que usufructúa el pastor y su pequeño círculo. ¡Cuántos cristianos han sacrificado trabajo, dinero, salud y hasta familia para ello! Y la única recompensa que recibieron fue una patada ya saben donde.
Creo que no necesito abundar sobre el tema porque cualquier cristiano que lleve un tiempo en la iglesia sabe de qué se trata. Pues bien, el hecho es que es una deuda y que necesitamos solucionar espiritualmente. También en oración, también con actos proféticos, haciendo declaraciones proféticas basadas en el texto bíblico. De nuevo, no voy a decir cómo porque el Espíritu se va a encargar de mostrarle a cada uno que esté llamado a hacerlo.
Antes de concluir, vale aclarar que este episodio internacional tiene más lecturas; es claro que hay otras cuestiones geoestratégicas profundas. Pero no es éste el espacio para hablarlas, sólo baste mencionar que la Biblia, y especialmente los profetas, hablan mucho sobre política internacional. Los que tienen oídos para oír, ¡pues que oigan!
No me preocupa demasiado el resultado en el corto o mediano plazo de la pulseada comercial – judicial entre el gobierno y los Fondos, soy argentino, si esto implica alguna pequeña crisis… ¡ya hemos pasado tantas, una más! Sí me preocupa, en cambio,  que los hijos de Dios entendamos lo que el Espíritu está diciéndonos. Según me parece, hay un llamado a que reconozcamos varias de las iniquidades que han estado entre nosotros, como nación y como iglesia (¡y cómo individuos!), y que no hemos querido enfrentar todavía. Hoy el Señor nos está advirtiendo a través de hechos relativamente menores. Quizás mañana no. La buena noticia es que Dios no necesita demasiados de sus hijos para arrancar raíces espirituales de maldad de una nación; creo que solo con algunos cientos de ellos, nomás, que realmente puedan entrar a la presencia del Rey y obtener sus peticiones, basta. ¿Los habrá?