jueves, 18 de julio de 2013

Conflicto Evolución vs. Creación: la doble estrategia de Satanás

La herramienta de Satanás para separar a los científicos de la iglesia

Cualquier cristiano que tenga ya unos años de convertido está al tanto de la histórica disputa Evolución vs. Creación, originada principalmente en el hemisferio norte y exportada luego junto con la posterior difusión del evangelio al resto del mundo. En este artículo veremos que dicha disputa ha sido, en realidad, una herramienta especial utilizada por el Adversario para mantener a la iglesia separada de la ciencia y viceversa, siendo que el único y verdadero fundamento de la ciencia ha sido, desde sus orígenes, la realidad de un Dios inmutable que ha creado un mundo de acuerdo a leyes que no cambian, que pueden conocerse y que puede predecirse.

Sin duda hay mucho para hablar sobre este tema, ¡demasiado!, pero no me extenderé en este artículo, por lo que es probable que queden dudas y cuestiones por tratar, si Dios quiere, en el futuro lo haré con más tiempo.

No creo necesario volver sobre la historia, sino simplemente mencionar este aspecto, que ha impedido durante más de un siglo que la iglesia y que la producción de teología, alcancen a tantos científicos, que pudieron haber hecho mucho bien a la humanidad y que hubieran podido mostrarnos mucho más de la gloria de Dios a través del conocimiento de su creación. Muchos de ellos están hoy en el infierno, por toda la eternidad. Muchos más no lo están todavía, pero si no hay un cambio en la posición de la iglesia, lo estarán cuando mueran.

Muchos de los desarrollos científicos han sido motivados por principios erróneos y bajo intereses pecaminosos, ¡y no necesitamos hablar de cuánto mal puede hacer la aplicación de la ciencia! ¿Por qué esos científicos no han sido ganados para los principios del evangelio? Muchos cristianos tienen un llamado a la ciencia pero están siendo abortados en sus iglesias, ¡Dios va a pedir cuenta a los líderes cristianos por eso!

Resumiendo décadas de debate, el problema entre “Evolución y Creación” se debe a la ignorancia de la iglesia y a su afecto por lo “mágico y simple”, y a la intención de los movimientos ateos de “probar” la no existencia de Dios. Con respecto a la posición atea, sinceramente y con el perdón de mis amigos y conocidos que no creen en Dios, no creo necesario hablar; pero sí deberíamos entender algunos principios de lo que es y lo que no es el conocimiento científico.

Antes de seguir es necesario tomar una decisión espiritual: ¿de verdad queremos cerrar las brechas de división abiertas por el engaño de Satanás y, más específicamente, los espíritus de religión entre “iglesia y ciencia” (que proceden ambas del mismo Dios)? Detrás de este problema aparentemente científico y aparentemente filosófico, hay un profundo interés espiritual (de las tinieblas, claro) en impedir que el reino de Dios, y especialmente la iglesia, avance sobre las distintas áreas del quehacer humano; mientras mantenga su dominio sobre la ciencia, lo mantendrá sobre toda la humanidad, porque hoy la “ciencia” (aunque en realidad se trata más bien de las aplicaciones de la ciencia) domina sobre ella, y es muchas veces una herramienta de dominación en manos de pequeños grupos de poder. Pero cuando la iglesia abrace a la ciencia, y se supere un divorcio de varios siglos, veremos una gloria y un poder de Dios manifestado en la tierra a través de sus hijos como nunca se vio ni se soñó.

Quizás (mucho) más importante que todo lo que sigue en este artículo es que podamos tomar la decisión de superar esta brecha (estemos de “un lado” o “del otro”) y pedirle al Espíritu que nos guíe en el proceso. Sin duda, él lo hará.


¿La ciencia puede hablar sobre Dios?

En el conflicto “Evolución vs. Creación”, ambos bandos mantienen una misma premisa falsa: la ciencia (tal como la conocemos y practicamos hoy) puede dar cuentas de la existencia de Dios. Los primeros dicen que sí, y que como la Teoría de la Evolución demuestra que Génesis 1 está equivocado, Dios no existe. Otros dicen también que sí, y como Dios existe, Génesis 1 no está equivocado y la Teoría de la Evolución es falsa. ¡Cuánta simplificación absurda hay en todo esto! Lo primero que deberíamos establecer es de qué habla la ciencia y de qué no.

Sobre este tema hay toneladas de papel y de Gigabytes escritos, pero digamos de manera simple que la ciencia estudia el mundo físico en el que vivimos, tratando de conocer sus leyes para poder entenderlo y predecirlo. Esta definición es una simplificación que deja de lado al amplio campo de las ciencias sociales y humanas, por ejemplo, pero para los objetivos de este artículo es suficiente ya que el conflicto se da, precisamente, entre una determinada interpretación teológica de Génesis 1 y una interpretación no científica de los corolarios de la Teoría de la Evolución. Entonces, las ciencias (de la naturaleza, principalmente) tratan con el mundo físico, tangible, perceptible por los sentidos, ya sea directamente o a través de instrumentos (telescopios, microscopios, espectrómetros, etc.). ¿Puede el “mundo tangible” mostrar la existencia de Dios?

Hay dos respuestas a esta pregunta: sí y no. Empecemos por la segunda:


Hebreos 11.1-3,6 DHH

1Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. 2Nuestros antepasados fueron aprobados porque tuvieron fe.
3Por fe sabemos que Dios formó los mundos mediante su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse.

6Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.


Supongo que no es necesario hablar mucho sobre la fe porque ha sido uno de los temas principales de la predicación evangélica en las últimas décadas (creo que hasta demasiado), pero es importante recordar un punto: nos acercamos a Dios por fe ¡y punto! No hay otro camino, no hay “evidencias indudables”, porque todas podrían ser refutadas, pero fundamentalmente, porque Dios así lo ha establecido. Según entiendo, de alguna manera Dios se ha “ocultado” para que solo por fe se pueda llegar a él. Acercarse “por vista” no implica fe:


2 Corintios 5.7 RVR95

7(porque por fe andamos, no por vista).


Si fuera posible “demostrar sin lugar a dudas” la existencia de Dios a través de la creación, ¿qué espacio queda para la fe? Nos guste o no, él lo ha dispuesto así, y no debemos nosotros pretender “hacerlo fácil”. Ya durante mucho tiempo hemos “hecho fácil” el evangelio y las iglesias se llenaron de gente que nunca debería haber estado allí porque nunca han tenido una verdadera conversión, y los que sí la han tenido tuvieron que enfrentar muchísimos problemas por haber creído en un “Dios Papá Noel”, en un evangelio facilista.

Decir que un postulado científico es falso porque “niega a Dios” es desconocer uno de los principios más básicos de la enseñanza bíblica, ¿cómo un postulado sobre el mundo material puede negar la existencia de Aquél que ha decidido “ocultarse” del mundo material?

Pero también es cierto que el mundo material SÍ muestra a Dios (de hecho, buena parte de mi conversión se debió a haber reconocido la existencia de “algo más” al reflexionar sobre la tierra y el universo), pero solo para el que tiene fe. Pablo dice algo muy interesante al respecto:


Romanos 1.16-23 DHH

16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 17Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: “El justo por la fe vivirá.”

18Pues Dios muestra su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta, que con su injusticia mantiene prisionera la verdad. 19Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; 20pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa. 21Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras. 22Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos; 23porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles.


A través de este pasaje entendemos que la creación testifica del Creador, pero solo al que quiere ver a través de los ojos de la fe. Según lo que dice, todos tienen dicha capacidad y todos deberían hacerlo, aunque la mayoría no lo hace y eso es suficiente para que sean considerados culpables delante de Dios. De paso, vemos por qué la Biblia nunca se preocupa por demostrar la existencia de Dios: la creación misma se encarga de ello, aunque su testimonio rara vez sea recibido; de hecho la mayoría de los que han llegado a ser creyentes no lo hizo reflexionando sobre la creación, sino a través de algún conflicto o vacío interior.

De aquí vemos el importantísimo papel que tienen las ciencias que estudian el mundo natural (físico, químico, biológico); nada más y nada menos que magnificar la gloria de Dios al mostrarnos las profundidades y maravillas de Su creación. Por eso el Adversario se ha cuidado muy bien de poner una barrera de separación entre las ciencias naturales y la iglesia, ¡y los cristianos hemos sido fielmente obedientes a su propósito!

A nivel espiritual, son los espíritus de religiosidad y de error doctrinal (no hay diferencia en el fondo) los que se encargan de alimentar esta separación, y requerirá literalmente hacer guerra espiritual poder cerrar la brecha.

Resumiendo hasta aquí: la creación revela la gloria de Dios solo para el hombre que tiene fe, porque el Padre mismo ha decidido “ocultarse” de tal manera que solo creyendo en él se lo pueda encontrar. Por tanto, ningún postulado REALMENTE científico puede determinar la existencia o no de Dios.

Y a propósito resalte el “REALMENTE” porque la mayoría de los cristianos, que no están relacionados directamente con la ciencia, en realidad nunca están en contacto de primera mano con las producciones científicas, todo lo que saben es: porque se lo enseñó un profesor en la escuela, porque lo leyeron en alguna revista artículo o documental de divulgación científica, porque lo recibieron de alguna fuente detractora o porque se lo enseñaron en la iglesia; y nada de esto es, específicamente hablando, ciencia.

Por empezar, lo que se enseña en la escuela es una ciencia muy simplificada y adaptada a la mentalidad de los alumnos, y créanme que generalmente eso esta bastante lejos de lo que es la verdadera ciencia. Generalmente la enseñanza científica escolar está mezclada con apreciaciones filosóficas personales de los docentes, de tal manera que se mezclan ambas y el alumno las aprende como si fueran una sola cosa.

Algo parecido pasa con los artículos, revistas o documentales de divulgación científica: el conocimiento científico está modificado (muy simplificado) para ser presentado al lector promedio, y además, viene casi siempre cargado con las creencias, apreciaciones y opiniones personales del que lo escribe o produce, porque sino el público no se interesaría en el. De esa manera, junto con un postulado que es verdaderamente científico vienen opiniones y posiciones que no lo son. Y los materiales sobre la Evolución no constituyen una excepción, ¡todo lo contrario!

Los artículos y libros realmente científicos suelen ser terriblemente aburridos e incomprensibles para cualquiera que no esté en el tema, y en ellos no se habla de Dios, ni a favor ni en contra, simplemente no se habla. Se dedican al estudio de su tema relacionado con el mundo material y punto.

Ahora bien, lo que opine un científico sobre Dios es otro tema. Es más, puede basarse en sus descubrimientos para decir tal o cual cosa, pero eso entra dentro del campo de la conjetura y la opinión y no en el de la ciencia como tal. Podrá ser más o menos acertado o más o menos equivocado, pero por cierto no se trata de “ciencia”; corresponde al campo de las interpretaciones filosófico espirituales y dentro de tal ámbito debería ser discutido.

El corolario de esto es que si alguien pretende decir que Dios no existe (¡o viceversa!) por se demuestra científicamente por tal o cual cosa, está errando en la base de su argumentación. Sencillamente, no es el ámbito para discutir la existencia de Dios.

Y esto se encadena con la tercera opción planteada más arriba: los discursos detractores del cristianismo que utilizan determinados postulados científicos para negar la existencia de Dios. Claro, hay muchos otros que apuntan fuertemente a la realidad de un Creador que simplemente ignoran. Y de hecho, si los que tal cosa afirman conocieran REALMENTE toda la complejidad de la evolución (tanto del universo como de la vida) no podrían menos que caer de rodillas ante la NECESIDAD de que exista un Dios por detrás de todo eso.

Normalmente los que utilizan estos argumentos solo tienen un conocimiento superficial de la ciencia, o sino, solo conocen en profundidad un campo restringido de la realidad científica y arman una postura filosófica en base a eso. De todas formas, el mensaje que un cristiano reciba de ellos no puede ni sentar doctrina ni sentar ciencia, es decir, no debería ser considerada como “lo que la ciencia dice”. ¡No todo lo que dice un científico es ciencia, sólo lo que cumple los protocolos de la misma!

Por último, muchos cristianos tienen vagas imágenes de la ciencia (y en nuestro caso de lo que la Teoría de la Evolución dice o no dice) según se les enseñó en la congregación o seminario. Pero la gran mayoría de los líderes cristianos no tienen formación científica, ¡no podría ser de otro modo, si las iglesias han expulsado a los científicos hace tiempo! ¿Con qué autoridad pueden hablar de algo que no conocen en profundidad? Normalmente repetirán lo que les enseñó su anterior pastor o lo que aprendieron en un seminario, pero estos últimos tampoco tienen (en general) conocimiento de ciencia, ¿o acaso existen seminarios con orientación hacia las ciencias químicas, o físicas, o biológicas? ¿No son las orientaciones predominantes la filosófica y la literaria? Normalmente predomina en ellos un “humanismo cristianizado”, pero las ciencias humanas (filosofía, literatura, etc.), según creo, están más lejos en su objeto de estudio de la creación de Dios, porque mientras las ciencias naturales estudian directamente lo que Dios hizo, estas otras estudian los retorcidos productos de la mente humana. Recordemos, ¡Dios decidió desde el principio manifestarse a través de su creación!, pero no a través de la filosofía; ¿por qué pues la orientación de tantos seminarios es hacia ella?

Por supuesto, no estoy para nada en contra ni de la filosofía, ni de la literatura, ni de ninguna ciencia humana o social, al contrario; pero quiero resaltar el hecho de que la actual formación del liderazgo cristiano está lejos de la manifestación de Dios a través de su creación y de las disciplinas que la estudian (las ciencias naturales).

El liderazgo cristiano sería una voz autorizada para hablar sobre la Teoría de la Evolución, pero la gran mayoría realmente ni sabe de lo que habla, y esto es porque la iglesia acalló la voz de los científicos cristianos, que tanto podrían enseñar sobre Dios a través de la realidad material (porque todo lo material es reflejo de lo espiritual, por lo que entendiendo correctamente lo primero podemos vislumbrar lo segundo). Pero bueno, también acalló la voz de los profetas, de los verdaderos apóstoles, de los genuinos empresarios cristianos, de los maestros que pretenden enseñar toda la verdad bíblica, etc. Creo que todavía estamos necesitando una gran reforma en este ámbito.

Entre paréntesis, a veces se presentan una serie de pruebas que supuestamente contradicen el proceso evolutivo, pero normalmente fuera de contexto y sin analizar explicaciones alternativas. Yo sugeriría ser cauto antes de repetir determinados discursos “científicos” en contra de la evolución porque ignoran explicaciones alternativas posibles.

En resumen, la ciencia, como ciencia en sí y tal como se desarrolla en el mundo de hoy, ni puede demostrar ni puede negar la existencia de Dios.


El pensamiento mágico y simplista

Vivimos en tiempos muy paradójicos. Por un lado hay un avance científico impensado hace solo algunas décadas atrás. Por otro lado, la gran mayoría de la gente sigue alejada de la ciencia y tratando desesperadamente de entender su mundo a través de un pensamiento sencillo y casi “mágico”. Y los cristianos no son una excepción.

Me explico: cualquier persona, cuando se convierte, es salva; su espíritu se conectó con Dios y si se muere se va al cielo. Pero ya sabemos que el alma de dicha persona (su intelecto, su voluntad, sus sentimiento) necesita un largo proceso de transformación (en realidad, solo se termina cuando llegamos a Su presencia). Por eso hacemos sanidad interior, discipulado, hablamos sobre el pecado y la santificación, pasamos por pruebas, nos ministramos unos a otros, etc. La salvación es instantánea pero la transformación de nuestra alma dura toda la vida. La salvación es gratis pero el convertirnos en discípulos nos cuesta todo, y cualquier cosa menos que esto es un evangelio aguado o “gracia barata”.

Entonces, el nuevo cristiano va a traer muchos los modelos y paradigmas de la cultura de la cual provino; algunos ya habrán cambiado radicalmente (sino no se hubiera convertido, claro), otros irán cambiando con el tiempo según le permita al Espíritu obrar, otros cambiarán sólo cuando haya un mover especial de Dios sobre esa iglesia o sociedad, de esos que ocurren de tanto en tanto, y otros no lo harán nunca en esta tierra. A medida que los tiempos avanzan, hay “disponible” para los creyentes un mayor y más profundo potencial de cambio, mucho más del que tuvieron los cristianos de siglos pasados.

Sin embargo, eso no es automático, requiere que el creyente lo busque y se “conecte” con las revelaciones del Espíritu; pero como vivimos en la etapa de la iglesia de Laodicea, muchos no lo hacen, y siguen siendo bebés espirituales, incapaces de comprender la realidad con una mente espiritual, porque, si bien son salvos, su mente y su forma de entender siguen siendo la del sistema sin Dios. Y como las masas hoy no desean hacer ningún esfuerzo por comprender la complejidad de mundo y mucho menos adquirir una alfabetización científica (cosa que infructuosamente se pretende hacer en las escuelas), los cristianos tampoco. Se conforman con un pensamiento simplista y acomodan la verdad bíblica a unos pocos versículos y fórmulas de fe.

Pero el Espíritu Santo nos dejó más de 31.000 versículos en la Biblia, ¡y encima Juan se atreve a decir que muchas cosas no se escribieron porque sino sería imposible contener tantos libros! Si entiendo correctamente el obrar de Dios, uno de sus principios es el de la máxima economía, Él no desperdicia nada, y no va a poner más de lo que sea necesario para sus propósitos. Entonces, los 31.000 versículos son TODOS necesario; el conocimiento o comprensión que nos falte de ellos se traduce en lo que nos falta completar en nuestra vida cristiana.

Una estructura así de pensamiento simplista (unida a la falta de alfabetización científica que tiene la mayoría de la gente, cristianos incluidos) hace que sea prácticamente imposible enseñar sobre los postulados más básicos de la ciencia, y la Teoría de la Evolución entre ellos. Sencillamente, la mayoría de los cristianos difícilmente pueda comprender (o incluso tenga voluntad para hacerlo) de que se habla. Así que, ante la duda, mejor lo rechazamos…

Sin embargo, la Biblia dice que nosotros tenemos la mente de Cristo, ¡y no creo que el Señor tenga ningún problema en comprender su propia creación! Si solamente lo creyéramos y la activáramos veríamos ampliada nuestra comprensión enormemente.

A esto hay que sumarle la tendencia al “pensamiento mágico”, que trasladado al evangelio se resume en pensar que si Dios va a hacer algo, será a través de un hecho sobrenatural o sorprendente, y si no ocurre tal cosa se debió al normal devenir de la naturaleza. ¡El problema es que para el que cree no existe tal cosa como el “normal devenir de la naturaleza”! O Dios está presente o Dios no lo está, y si Dios está presente está presente en todo, ¿no dice eso Efesios?


Efesios 4.6 DHH

6hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.


Yo me atrevo a incluir dentro de este “todos” a toda su creación también. Habría más pasajes para mostrar esto pero no es el propósito ahora.

Si el obrar de la naturaleza no fuera el obrar de Dios, entonces Dios no está allí, ¡no es omnipresente! Si las leyes de la naturaleza no fueran las leyes de Dios, ¿quién las creó, entonces? Sabemos que Satanás no es creador de nada, solo copia, así que no nos quedan opciones. Si Dios hace algo a través del mundo y de las leyes que él mismo ha creado, ¿no lo hizo él? ¿Lo hizo la naturaleza “por sí sola”? Creo que los cristianos que separan el obrar natural del propósito de Dios están creyendo inconcientemente en un segundo dios.

Pero nos hemos acostumbrado a pensar que el obrar de Dios se ve solo en milagros; esto es en parte porque nos llaman la atención y Dios por cierto hace muchas cosas maravillosas a través de ellos, ¡y gloria a Dios por eso! Pero en la Biblia el concepto de “milagro” está siempre muy relacionado con “señales”, y una “señal” es algo que llama la atención sobre otra cosa; los milagros son señales maravillosas para acercarnos a Dios, hacernos conocer su amor, su poder, lo que él es. Pero reducir el obrar divino solo al mover milagroso implica decir que Dios no tiene nada que ver con el mundo “normal” ni con las leyes naturales que él mismo ha creado.

El verdadero problema es que creer y aceptar que Dios se mueve en lo “natural” implica esforzarnos para que esas leyes actúen a nuestro favor (estudiar para entender algo, trabajar para tener dinero, hacer dieta para mejorar nuestra salud) y eso no nos gusta, ¡qué fácil es que Dios diga una palabra y de repente me sepa todo el contenido del examen, o que haya un depósito inesperado en mi cuenta bancaria o que baje esos quilos de más! Pero no, casi siempre no va a funcionar así. Además, creer que Dios está obrando en lo cotidiano y natural implica tener fe en algo que no veo y que no se manifiesta como “sobrenatural”. ¿Puede Dios estar realmente obrando a mi favor en medio del devenir “normal y lógico” de los acontecimientos? Si tengo fe, claro que sí. Pero como normalmente los cristianos no tenemos esa clase de fe, no vemos que en lo normal y cotidiano pase nada especial; Dios desea hacerlo pero nuestra fe solo llega hasta “algo sorprendente”, nada más.

Volvamos al tema de la evolución. Uno de sus planteos (muy simplificado, por cierto) es que las leyes del universo y de la naturaleza son las que han ido moldeando la vida tal como la conocemos hasta llegar a nosotros. Los cristianos dicen: “¡oh no, Dios lo hizo!”. Ajá. ¿Cuál es la diferencia?

O Dios es Dios y actúa a través de todo o Dios es un farsante y en realidad no nos hizo y por lo tanto no es Dios. No creer que Dios actúa decididamente a través de las leyes del universo que él mismo creó es, al final de cuentas, una herejía, porque implica negar la omnipotencia y la omnipresencia de Dios. Y si Dios actúa a través de las leyes naturales, ¿qué problema hay con la evolución, si al fin y al cabo no es más que el estudio de cómo esas leyes naturales moldearon la vida a lo largo del tiempo? Me parece que antes de criticar a los ateos que esgrimen la Teoría de la Evolución contra la existencia de Dios deberíamos nosotros arrepentirnos de haber creído en la mentira de que las leyes de la naturaleza están fuera del control divino. De hecho, ¡lo único fuera de control divino en el universo somos nosotros mismos, ni siquiera los demonios, porque no tienen más remedio que sujetarse ante la autoridad de Cristo!

Por otro lado, muchos de los que aceptan la Teoría de la Evolución cometen un error al pensar que las cosas “naturalmente” debieron ocurrir así, incluso muchos científicos. Si tomamos en cuenta el cúmulo de eventos que debieron ocurrir desde el origen del universo (hacer aproximadamente 14.000 millones de años) hasta nosotros y le asignáramos un valor probabilístico, aún con la cantidad de planetas que existen en el universo sería muy improbable que existiera vida inteligente. Es decir, que si las cosas hubieran ocurrido “por puro azar”, difícilmente existiríamos hoy. Bueno, esto merece mucha más explicación de la que corresponde a este artículo, e incluso es un tema muy discutido entre los científicos, pero hasta donde he podido investigar estoy convencido de que es así.

Ahora bien, aceptar un proceso largo y complejo, mucho más allá de la comprensión incluso de las mentes más sabias de este siglo, como acto creativo de todo lo que existe y en especial la vida es… ¡perfectamente lógico y necesario! Porque así de insondables son la sabiduría y los pensamientos de nuestro Padre. No podemos espera menos de algo hecho por Él. Pero claro, va en contra del pensamiento simplista y casi mágico de este siglo, por eso, sentarse siquiera a analizar detenidamente la cuestión de la Evolución y la Creación está lejos hoy por hoy de muchos cristianos. Debemos arrepentirnos de eso y cambiar nuestra mente. ¡Dios no justifica al ignorante que decide permanecer en su ignorancia!

Saliéndonos un poco del tema, vale la pena recordar que lo que conocemos como conocimiento científico de ninguna manera puede pretender ser “la única verdad sobre la tierra”, y por lo tanto, más allá de lo que diga o no diga, de cuán verdaderos o falsos sean sus postulados, no le compete a “la Ciencia” tener el monopolio de la verdad, como tiempo atrás pretendió tenerlo. Pretender usar “la ciencia” para dictaminar la veracidad o falsedad de cualquier cosa es extralimitar su campo genuino de aplicación.


Los seis días y las cuestiones teológicas

Existen muchos comentarios sobre Génesis 1 y no pretendo repetirlos aquí; en general se acepta que la expresión que se traduce “día” también puede significar un período de tiempo mayor. Pero sin entrar en análisis idiomáticos, tenemos un principio muy sencillo y poderoso (y frecuentemente olvidado por conveniencia) de interpretación que nos previene contra la tentación de hacer doctrina solo con uno o dos pasajes. Y lo cierto es que en la Biblia se habla mucho de la creación de Dios, pero los “seis días creativos” se mencionan pocas veces.

Hasta donde yo sé, además de Génesis 1 y 2, solo tenemos referencia a ellos en Éxodo 20:11 y 31:17, y siempre en referencia a la necesidad de reposar el día séptimo (tema sobre en el cual la expresión de “seis días” es mencionada mucho más frecuentemente). Es cierto que la expresión se menciona más de una vez, pero también es cierto que no mucho más, y principalmente en relación con el ordenamiento de las actividades semanales del pueblo de Dios. Entonces, si queremos sentar una “fortaleza firme” para “luchar en contra” de un postulado científico, me parece que deberíamos tener más cuidado.

Sino, al fin y al cabo, ¿por qué no hacemos callar a las mujeres en las congregaciones, si Pablo también en tres pasajes dice que no debe hablar? Está claro que hay un contexto de interpretación que debemos considerar para entender a qué se estaba refiriendo específicamente. Y así como existe una importante cantidad de pasajes que no podemos interpretar literalmente sino a la luz de un contexto mayor, ¿por qué tanto afán en interpretar literalmente los “seis días” de Génesis 1 y 2?

Reducir la interpretación de los primeros capítulos de Génesis a una lucha por los seis días (esto se parece al final a la Guerra de los Seis Días!) es, a mi modo de ver, lisa y llanamente una herejía interpretativa, porque se está corriendo el foco de las tremendas e importantísimas verdades espirituales que Dios establece en ellos. Estoy seguro de que todos los cristianos está más o menos al tanto de la controversia “Evolución vs. Creación”, pero también estoy seguro de que la mayoría de ellos no conocer en profundidad ni en su aplicación práctica las tremendas verdades que el Espíritu estableció en esos pasajes. ¿Qué estamos enseñando? No hace falta que mencione que tergiversar la Palabra de Dios acarrea un severo juicio, y no dar el verdadero lugar a las verdades de esos capítulos, así como distraer el foco de atención hacia una disputa estéril, es una forma de tergiversación.

Los relatos de dichos capítulos tienen sin duda una antigüedad mayor al tiempo en que Moisés escribe el Pentateuco, y están escrito de acuerdo al formato en que los relatos de la creación eran hechos en ese tiempo, y cumplían una función importante en confrontar a Dios contra los falsos relatos de esa época. Esto es otro tema interesantísimo del cual no tengo tiempo para hablar, pero valga la mención para mostrar su verdadera intención. Hay autores que escribieron sobre esto.

La Biblia nunca pretendió ser un libro científico, podemos extraer muchísimas verdades científicas de ella (con cuidado, claro), pero no tenemos que “buscar ciencia” allí, ¡suficiente trabajo tenemos con entender y obedecer las verdades espirituales que nos enseña!

La gente de Razones para Creer (razones.org) tiene una presentación muy interesante sobre cómo el relato de los seis días de la Creación se corresponde con los distintos fenómenos que hubiera visto una persona que hubiera estado sobre la tierra desde sus inicios hasta el día de hoy, mostrando un paralelo asombroso.

Pero aún esto es secundario, la gran mayoría de los cristianos durante todas las edades y hoy inclusive no son gente de ciencia y Dios no tiene intención de enseñarles ciencia para que crean y vivan en la fe. Si podemos conocerla y entenderla, ¡gloria a Dios!, pero de todas formas, cuando estemos en Su presencia el cúmulo de conocimientos científicos de este siglo serán como nada. El conocimiento científico hoy debería considerarse sólo como una herramienta para traer el reino de Dios en este siglo.

Hay otro problema con la evolución y es el tiempo, ¿acaso Dios obra a lo largo de millones de años? ¿Por qué TANTO tiempo? El problema, de nuevo, está en una deficiente comprensión teológica; si decimos que Dios es eterno, que vive en la eternidad por encima del tiempo, ¿cuál es el problema con que se haya tomado 14.000 millones de años para crearnos a nosotros? ¿Significa algo, acaso, ese tiempo para él? Sin duda son lapsos que escapan completamente fuera de nuestra comprensión, pero, de nuevo, ¡es perfectamente lógico y esperable que así sea! ¡Es Dios, y está fuera de nuestra comprensión!

El tiempo no cuenta para Dios, y un día o 14.000 millones de años no hacen la diferencia.


Entrando en una nueva dimensión

Mucha gente se confunde pensando que al llamarla “Teoría” se está diciendo que es algo meramente especulativo, no comprobado. Y en parte es cierto, ¡nunca estuvimos allí y no podremos comprobarlo de primera mano! Sin embargo, existen muchas evidencias y tiene un gran poder explicativo y unificador para las ciencias biológicas (y físico químicas también). Como todo producto científico, es perfectible y está en proceso de cambio continuo, pero el hecho de llamarse Teoría no significa que se considere inconsistente, en ciencia se utiliza tal término para referirse a marcos explicatorios amplios, que han demostrado solidez y utilidad.

Si aceptamos la Teoría de la Evolución como el proceso de creación de Dios se nos abren muchos interrogantes y dudas teológicas, ¡bienvenidas sean!, porque nos recuerdan que solo “en parte (y agregaría yo, muy pequeña) conocemos”. Claro, es incómodo desarmar bonitos edificios teológicos con los que explicábamos todo para entrar en la incertidumbre de tener que construir otros nuevos, pero es parte de nuestra realidad humana.

Si la gloria de Dios se manifiesta en esta creación, desfigurada por el pecado humano, ¿cuánto más en todo el proceso de creación? Si reflexionando en las cosas hechas (actuales) podemos conocer a Dios, ¿cuánto más si reflexionamos en todas las cosas hechas a lo largo de todo el tiempo?

El hecho de que mucha gente “no vea” a Dios en el proceso de Evolución de ninguna manera dice que él no estuvo allí. Al fin y al cabo, ¡tampoco ven a Dios obrando en el mundo de hoy y sin dudas que él lo está!

¿Qué tal si la iglesia toma la bandera de la Creación de Dios y acepta el desafío de mostrar a Dios a través de todo el proceso evolutivo? ¿Qué tal si empezamos a analizar todas las verdades espirituales contenidas a lo largo del proceso creativo de Dios?

Satanás ha usado a la Evolución, según entiendo yo, el proceso creativo de Dios, como una poderosa arma contra la iglesia. El pequeño problema es que no es su herramienta, ¡es la nuestra! ¡Y nos sirve para dar a conocer la gloria del Creador al mundo!