Daniel 10:20 RVC
20 Y me dijo: «¿Sabes por qué he venido a
verte? Pues porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia,
y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.
La cultura e instituciones griegas
constituyen una de las piedras fundamentales del Nuevo Testamento. A medida que
se “redescubren” las raíces hebreas de nuestra fe, se tiende también a olvidar
sus “raíces” griegas. Lo cierto es que el Nuevo Testamento está escrito en
griego, la iglesia está tomada de la “ekklesía” griega y buena parte de la
historia neotestamentaria ocurre en el ambiente grecorromano. Si reconocemos
que Dios es también Dios de la historia, debemos aceptar que de la misma forma
que preparó a Israel para que sea el depositario de la Ley y el pueblo del
Mesías, también preparó al Imperio Romano para que configurara un mundo antiguo
en el cual el Evangelio pudiera correr libremente (cosa que no volvería a pasar
hasta los orígenes de la Edad Moderna) y a Grecia para que proveyera el idioma
y muchos de los conceptos que serían utilizados en la proclamación del Mensaje.
Pero, por supuesto, ni Roma ni Grecia lo
pensaban así, de hecho eran naciones plagadas de idolatría, que Dios usó
grandemente, es cierto, pero que estaban dominadas por sendos principados.
Podríamos decir que en Roma se había establecido el Principado Babilónico, el
“espíritu del imperio”, que nación allá con Babel, y que fue “saltando” de
imperio en imperio, hasta llegar hoy a los Estados Unidos y, en un futuro
próximo, de vuelta a Europa para su aniquilación definitiva. Pero Grecia tenía
lo suyo, precisamente el Espíritu Griego, aquel contra quien el Ángel que habla
con Daniel tenía que combatir en breve. Si seguimos leyendo vemos que este
Espíritu significaba una dominación militar, pero más que eso, también
fuertemente espiritual.
Pero no hace falta sacar demasiadas
conclusiones de este pasaje, porque cuando vamos al Nuevo Testamento, y cuando
también leemos la historia clásica, podemos ver sobradamente todo lo que traía
consigo el Espíritu de Grecia. Fue vencido en ese momento, fue una herramienta
(involuntaria) en las manos del Señor en tiempos neotestamentarios, proveyó una
base necesaria para el temprano desarrollo de la Iglesia (después podremos
criticar muchas cosas, pero creo que los principios filosóficos griegos fueron
útiles en la joven Iglesia), pero también permaneció agazapado, y rápidamente
se infiltró en la naciente Iglesia Católica, contaminando con su filosofía, dualismo,
idolatría e inmoralidad al cristianismo, contaminación que los protestantes y
evangélicos aún no hemos podido limpiar del todo.
El Espíritu Griego fue vencido una vez en
Israel, fue vencido otra vez por la naciente Iglesia, y por eso se infiltró para
conquistar al Pueblo de Dios “desde adentro”. De allí pudo saltar fácilmente a
la sociedad en la Edad Moderna y contaminar, ahora ya “libre” de la atadura
eclesiástica, a toda la sociedad europea y de allí, a todo el mundo.
El humanismo contra el que luchamos hoy, que
no es algo tan definido ni tan fácil de identificar como, por ejemplo, un
fundamentalista musulmán o hindú, que es muy sutil e insidioso, y profundamente
infiltrado en diversas ramas del cristianismo (particularmente en los
adherentes a la teología liberal), NO ES una filosofía humana (por más que la
utilice), NO ES pensamiento científico (por más que se disfrace de él), NO ES
racionalidad (por más que use aparentes razonamientos), ES un sistema religioso
dominado por espíritus inmundos, precisamente los espíritus griegos, que se han
aggiornado y ocultado detrás de estructuras mentales, sistemas y pensamientos
humanos de tal forma que exitosamente camuflaron su verdadera identidad
espiritual para que no descubramos el verdadero origen de los pensamientos y
postulados que florecen y se afianzan en la sociedad moderna.
No quiero decir que los “dioses” griegos sean
los únicos espíritus malignos de alto rango operando en la sociedad moderna,
pero creo que sí están entre los principales y más difundidos. Entonces,
cualquier manual de mitología griega nos da buena parte del ABC de la guerra
espiritual que deberíamos hacer hoy, no contra las filosofías y las personas
que las sustentan, sino contra los espíritus que las inspiran. Los primeros
cristianos no necesitaban que se les hablara demasiado del tema porque era por
demás de conocido para ellos.
De paso digamos que Platón, uno de los
principales filósofos del cual abrevó el resto, y muchos de los filósofos
antiguos que construyeron en conjunto la base de la filosofía moderna, que es a
su vez la base de la ciencia, adoraron a esos dioses.
Antes de quedarnos perplejos ante el avance
del “humanismo” sin saber cómo combatir, entendamos que hay demonios con nombre
y apellido detrás de todo eso. Sabemos que el mundo se encamina hacia los
juicios y que la gente finalmente prefiere la voz de esos espíritus a la voz de
Dios, pero mientras estamos en la Tierra, luz somos y debemos seguir
combatiendo con las armas espirituales para que al menos algunos sean
rescatados. El Espíritu de Grecia va a tener su “victoria” en el mundo durante
un breve tiempo cuando la Iglesia sea quitada, pero antes de eso deberá ser
definitivamente expulsado de la Iglesia fiel. ¡Señor, danos discernimiento!
Danilo Sorti