Hechos 21:37-40 RVC
37 Cuando estaban por meter a Pablo en la
fortaleza, éste le dijo al tribuno: «¿Me permites decirte algo?» Y el tribuno
respondió: «¿Sabes griego?
38 ¿Acaso no eres tú aquel egipcio sedicioso,
que hace poco se sublevó y llevó al desierto a cuatro mil sicarios?»
39 Pablo le dijo: «No. Soy judío, y nací en
Tarso de Cilicia, que no es una ciudad insignificante. Te ruego que me permitas
hablar al pueblo.»
40 El tribuno se lo permitió. Entonces Pablo,
de pie en las gradas, hizo una señal con la mano al pueblo, para que se
callaran. En cuanto hubo silencio, les dijo en arameo:
1 Corintios 9:20-22 RVC
20 Entre los judíos me comporto como judío,
para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que
están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para
ganar a los que están sujetos a la ley.
21 Entre los que no tienen ley, me comporto
como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy
libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo).
22 Entre los débiles me comporto como débil,
para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos
pueda yo salvar a algunos.
Hechos 2:3-11 RVC
3 Entonces aparecieron unas lenguas como de
fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos.
4 Todos ellos fueron llenos del Espíritu
Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a
expresarse.
5 En aquel tiempo vivían en Jerusalén judíos
piadosos, que venían de todas las naciones conocidas.
6 Al escucharse aquel estruendo, la multitud
se juntó, y se veían confundidos porque los oían hablar en su propia lengua.
7 Estaban atónitos y maravillados, y decían:
«Fíjense: ¿acaso no son galileos todos estos que están hablando?
8 ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestra
lengua materna?
9 Aquí hay partos, medos, elamitas, y los que
habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia.
10 Están los de Frigia y Panfilia, los de
Egipto y los de las regiones de África que están más allá de Cirene. También
están los romanos que viven aquí, tanto judíos como prosélitos,
11 y cretenses y árabes, ¡y todos los
escuchamos hablar en nuestra lengua acerca de las maravillas de Dios!»
Génesis 3:9-10 RVC
9 Pero Dios el Señor llamó al hombre y le
dijo: «¿Dónde andas?»
10 Y él respondió: «Oí tu voz en el huerto, y
tuve miedo, pues estoy desnudo. Por eso me escondí.»
Algo bueno que ha traído el movimiento
mesiánico es el “redescubrimiento” de las raíces judías del Evangelio; después
de cientos de años de “pensamiento griego” dentro de la Iglesia, resultaba muy
importante recordar que el contexto original de buena parte de la revelación bíblica,
desde Génesis hasta los primeros capítulos de Hechos, es principalmente el
Medio y Cercano Oriente, desde mitad de Éxodo en adelante, principalmente
Israelita, y desde la deportación Asiria de las tribus del Norte,
principalmente judío. Leer todo eso con “lentes griegas” ha sido un error.
Dentro de este movimiento hay iglesias que se
identifican culturalmente más con Israel y adoptan formas, palabras y
tradiciones propias, sin comprometer el mensaje de salvación sino incorporando
parte de su riqueza histórica.
Pero también tenemos otras corrientes a las
que bien podríamos definir como “judaizantes modernos” que comienzan a “exigir”
determinadas costumbres y ordenanzas a todos los cristianos como parte de la
salvación, o al menos, para ser un “cristianos de primera categoría”, siendo
los puramente “gentiles”, cristianos de segunda categoría. Y una de las
“manifestaciones” de esto es usar toda una serie de palabras hebreas en sus
escritos.
Aclaro que no estoy hablando en contra del
idioma hebreo, ni de ningún idioma porque de hecho me gusta estudiar otras
lenguas y desearía tener mucho tiempo para hacerlo… ¡aunque no lo tengo! Pero
cuando hablo en castellano, a un público hispanoparlante, procuro hacerlo con
el mejor y más claro uso posible de nuestro idioma, que es por demás de rico.
Si usara palabras en un idioma extraño para mis oyentes, ¿mejoraría eso la
comprensión de lo que digo o la dificultaría? Obviamente, lo segundo. Bueno,
debo confesar que a veces utilizo palabras que no son muy frecuentes en el
habla hispana, es verdad, pero finalmente pertenecen a nuestro idioma y no
están demasiado lejos de la comprensión del lector.
Ahora bien, ¿cómo habló Dios a los hombres?
¿Usó palabras extrañas a sus oídos o usó las palabras que ellos podían
entender? He puesto unos cuantos pasajes bíblicos para ilustrar este tema y podría
poner muchísimos, es más, ¡podría poner la Biblia entera! Podemos empezar con
Adán; es obvio en el relato que Adán y Dios se entendían perfectamente, ¡el
Señor habló con las palabras que Adán podía entender!
A partir de Adán, podemos seguir el rastro de
todos los hombres y mujeres que recibieron palabras del Señor en la Biblia,
desde Adán, el primero, hasta Juan, el último, ¡y todos entendieron! En ninguna
parte vemos que Dios hablara y la gente quedara sin comprender, a no ser sueños
que necesitaban interpretación o alguna oportunidad en que Dios “habló” a
través de pueblos enemigos de lenguaje difícil.
En el pasaje de Hechos 21 lo vemos a Pablo
hablando en griego y en arameo, según cuál fuera su público, y logrando la
comprensión tanto del tribuno como de los judíos… de ahí a que le hicieran caso
es otra historia, pero entendieron perfectamente. En I Corintios 9 Pablo expone
su llamado misionero: a cada cultura le “hablaría” conforme pudiera entender.
En Hechos 2 la iglesia es “oficialmente” inaugurada en una multitud de idiomas,
precisamente los idiomas maternos, del corazón, de todos aquellos que estaban
allí; ¿por qué no simplemente predicar en arameo, si todos también podían
entenderlo? A lo largo de toda la Biblia, Dios habló de la mejor manera que las
personas podían entender, de principio a fin; y el ejemplo máximo es el mismo
Hijo de Dios, Jesucristo, quien no solo habló el idioma de su pueblo, sino que
se hizo en todo como ellos y como nosotros.
Entonces, si TODA LA BIBLIA nos muestra a
Dios hablando en el idioma, e incluso con los conceptos e ideas que la gente de
cada tiempo podía entender, ¿por qué se les ha metido en la cabeza a algunos
cristianos hoy que entremezclar palabras hebreas en sus escritos resulta más
“espiritual”?
Ahora bien, yo no estoy en contra del uso de
palabras hebreas, de hecho, aunque mi propio contexto cultural es “monolingüe”,
mucha gente viven naturalmente en
contextos “multilingües”, por lo que para ellos es natural mezclar palabras
y expresiones de varios idiomas; y es lógico que en iglesias orientada hacia la
cultura israelita se usen palabras hebreas, pero eso no pasa entre la mayoría
de los cristianos hispanoparlantes (y supongo que también entre los hablantes
de otros idiomas) por lo que tales escritos resultan a la larga difíciles de
leer y de sentido críptico, dejando la impresión de que la forma de hablar de
Dios es “difícil”, lo cual lleva necesariamente al corolario de que hacen falta
“maestros iluminados” para entender la Biblia, de que “yo, cristiano común y
corriente” no puedo entenderla por mí mismo y de que debo necesariamente seguir
a tales maestros, y olvidarme de buscar a Dios yo. En esencia, EXACTAMENTE EL
MISMO ENGAÑO de todas las religiones y sectas a lo largo de estos dos mil años.
Yo no estoy diciendo que todos los que
entremezclen palabras hebreas en sus escritos estén pensando exactamente esto,
es más, probablemente no, pero la consecuencia de escritos artificialmente
difíciles es necesariamente esa, por más de que no se busque.
La sabiduría de Dios es más alta de lo que
los hombres llegaremos jamás a comprender por toda la eternidad, pero es tan
accesible que el más sencillo puede entrar en ella. Las religiones cristianas
siempre han terminado oscureciendo la comprensión de la Biblia y “cerrándola”
hacia algunos pocos “elegidos”… ¡ellos mismos, claro! La iglesia católica
durante siglos prohibió la Biblia, hoy no, pero de todas formas se pone ella
misma por encima de La Palabra, por lo que en definitiva es lo mismo. Las
iglesias de la tradición Protestante han permitido y fomentado la lectura de la
Biblia, pero indirectamente, con el desarrollo del pensamiento teológico y los
grandes teólogos, han supeditado su comprensión a las palabras de los “más
sabios”. En la actualidad, muchas iglesias mal llamadas apostólicas ponen las
palabras de (supuestos) apóstoles y profetas por encima de la comprensión
sencilla de la Biblia. Y como corolario, cierta rama desviada del movimiento
mesiánico entremezcla palabras hebreas y conceptos extraños en el discurso para
que, de nuevo, se haga difícil de entender y requiera aprender una especie de
lenguaje especial y distinto.
¡Como si Dios no tuviera el poder ni la
capacidad para hablar a cada pueblo con sus propias palabras! ¡Como si el
Espíritu Bendito no hubiera hecho provisión para que cada idioma del mundo
tuviera ya las palabras y expresiones que necesita para anunciar la Buenas
Nuevas! ¡Como si la encarnación del Cordero hubiera sido sólo “por la mitad”,
para algunos sí y para otros no!
1 Corintios 14:10-11 RVC
10 No hay duda de que en el mundo hay muchos
idiomas, y que ninguno de ellos carece de significado.
11 Pero si yo no sé lo que significan las
palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será como
un extranjero para mí.
Dicho esto, vuelvo a remarcar que es muy
importante el estudio de los idiomas originales en la comprensión bíblica, pero
al momento de hablar, y especialmente cuando tenemos que anunciar el Evangelio
y ayudar a nuestros hermanos más jóvenes, ¡usemos las palabras que ellos puedan
entender! Vendrá el momento en que todos los idiomas del mundo, pasados y
presentes (y futuros) nos encontraremos en Su Presencia y tendremos una
eternidad para conocer la riqueza de cada uno. Al usar determinadas palabras
extrañas a nuestro idioma estamos “diciendo” que nuestras palabras no son lo
suficientemente “santas y puras”, con lo que estamos metiendo en el “habla
evangélica” palabras que suenan extrañas a los oídos del mundo, que
precisamente no es muy favorable a Israel, ¿por qué introducir esa separación
cultural innecesaria, cuando Dios mismo nunca lo hizo? Ya el Evangelio tiene
demandas muy duras para la sociedad del presente, no es necesario que lo
hagamos artificialmente más difícil.
Danilo Sorti