jueves, 29 de octubre de 2020

780. El 15 y un nuevo camino – VIII, Salmo 125

Salmos 125:1-5 RVC

Cántico gradual.

1 Los que confían en el Señor son semejantes al monte Sión, que jamás se mueve, que siempre está en su lugar.

2 Son también semejantes a Jerusalén que está rodeada de montes: ¡la protección del Señor rodea a su pueblo desde ahora y para siempre!

3 Jamás se impondrá el cetro de los impíos sobre el país de los justos, para que los justos no caigan en la maldad.

4 Señor, bendice a los que hacen el bien, a los que son de recto corazón.

5 Pero castiga, Señor, a los que se apartan de ti; ¡recházalos junto con los malhechores! ¡Que haya paz en Israel!

 Los que han logrado superar estas pruebas hasta ahora llegan a esta posición de firmeza y seguridad: no pueden ser movidos y saben que tendrán la victoria al final. Corresponde al don de gobierno en su firmeza y seguridad.

 Hay un cierto paralelo con el Salmo 122, porque también se refiere a Jerusalén y viene luego de dos Salmos de “clamor”. Hay una secuencia con el 124: luego de reconocer la protección del Señor en siete “momentos” o circunstancias progresivamente más difíciles entiende que los fieles “son hechos” como el monte Sión, que claramente es más que un lugar físico sino más bien un lugar espiritual.

 No solo se trató de la protección del Señor sino que llegaron a entender que Él había cambiado su propia naturaleza y que les había dado una firmeza inconmovible. No empezó así este camino de 15, pero en el sexto escalón alcanzan la firmeza necesaria para el gobierno, la estabilidad de la ciudad de gobierno, la protección divina de Sus ungidos, la victoria que viene de Él, la bendición sobre los de corazón recto y finalmente la paz.

 Aunque no aparece tan claramente como un Salmo de gobierno, indica las condiciones básicas necesarias para ejercerlo, que vienen luego de la prueba. Es un Salmo comunitario en cierto sentido, los 4 primeros son más individuales, a partir del 124 el enfoque pasa a ser grupal y en parte comunitario.

 “Los que confían en el Señor son semejantes al monte Sión, que jamás se mueve, que siempre está en su lugar.” Comienza con la confianza firme en no ser movido de su posición, no ser empujado a cambiar o dejar de ser, claramente, a abandonar al Señor o caer de su posición en Su presencia. Siglos después Pedro diría:

 1 Pedro 3:12-13 RVC

12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está en contra de los que hacen el mal.»

13 ¿Quién podrá hacerles daño, si ustedes siguen el bien?

 Sión ha llegado a ser el lugar donde Dios está, el ámbito de Su presencia, un lugar físico que luego fue entendido como un lugar espiritual, aquello que hoy llamaríamos “estar sentados en lugares celestiales con Cristo”. El Salmo nos expresa la seguridad de que no seremos removidos de allí por nada, y eso nos recuerda a Romanos 8:31-39.

 Es a partir de esa presencia que se puede luego recibir el derecho a gobernar, o mejor dicho, la unción para hacerlo. Allí es donde están Sus diseños que luego se pueden traer a la tierra.

 “Son también semejantes a Jerusalén que está rodeada de montes: ¡la protección del Señor rodea a su pueblo desde ahora y para siempre!”

 La imagen es similar con una variante; no es solo firme sino que rodeada de una alta protección, como montañas, que es el Señor mismo.

 El tema de la protección del Señor, dicho directa o indirectamente, es una constante en todos los Salmos graduales excepto, digamos, en los últimos, en donde ya se da por sobreentendida esta protección. “En el camino”, la idea que expresan estos Salmos, la protección resulta especialmente crítica.

 Reconocerla, en sus múltiples dimensiones, es algo fundamental en el proceso del camino, y no se logra “de una vez y para siempre”, sino que estamos viendo distintas etapas en donde aparecen nuevas dimensiones de ese cuidado.

 En esta sexta etapa del camino, el Salmista puede decir:

 “Jamás se impondrá el cetro de los impíos sobre el país de los justos, para que los justos no caigan en la maldad.”

 Otra versión lo traduce así:

 “El mal gobierno no siempre dominará en la tierra que Dios ha dado a su pueblo, no sea que su pueblo comience a practicar la maldad.”

 La pregunta, claro, es: “¿habrá justos en el país?” Estos justos “no son de fierro” como diríamos en el barrio, no tienen una capacidad de resistencia ilimitada; la constante presión de gobiernos impíos y corruptos inevitablemente termina por corromper a una sociedad. Sabemos que no a todos, pero sí a muchos.

 Estamos cansados de ver a (y vivir bajo) gobiernos impíos y nos preguntamos cuán cierto puede ser este pasaje, o se trata de una simple hipérbole literaria (figura que consiste en aumentar o disminuir exageradamente lo que se dice). De hecho, creo que nuestra lectura de la Biblia la realizamos con unos lentes que nos hacen ver hipérboles por todos lados… lo que traducido quiere decir: ¡no le estamos creyendo a Dios!

 Y no le creemos porque nos saltamos algunas “partecitas” claves, en este caso; “sobre el país de los justos”.

 Como este sexto Salmo de la serie corresponde al don redentor de gobierno, y es a la vez un número humano (no satánico, como a veces se malinterpreta), es claro que habla de gobierno aunque no todavía del gobierno a través del enviado del Señor (representado por David, en el Salmo 132, correspondiente al sexto de la segunda serie de siete en estos Salmos) pero sí del gobierno que los justos tienen actualmente.

 Ahora bien, la expresión que utiliza: “Jamás se impondrá” o “no siempre dominará” da a entender que muy probablemente no había en ese momento un gobierno justo. Recordemos, todavía estamos en la parte más “dura” del camino de quince etapas, pero estamos avanzando. Sí es cierto que hay un gobierno injusto pero eso no durará por siempre… si los justos siguen caminando y santificándose más, en este caso, por el Espíritu de Gracia.

 La protección del Señor indicada en este versículo no es “física” como en los dos anteriores, sino moral, y tiene que ver con el manejo de las circunstancias y los procesos humanos e “institucionales”, largos y aparentemente “fuera de control” pero no del control divino.

 El siguiente versículo dice:

 “Señor, bendice a los que hacen el bien, a los que son de recto corazón.”

 “Señor, haz bien a los hombres buenos, a los hombres de corazón sincero;”

 No basta con “ser buenos”, no es suficiente con ser santificados en el hombre interior para conducirse con rectitud si no se tiene la bendición de Dios. Sencillamente, no es por nuestras propias fuerzas, ni siquiera por las “propias fuerzas de un justo”, reconociendo, claro que la palabra “justo” aplicada a cualquiera de nosotros es muy pequeña a comparación del Único que es verdaderamente Justo.

 Necesitamos la bendición del Señor, Su protección, Su cuidado; en todo momento, siempre. Si solo nos quedamos con el versículo anterior y procuramos crecer en justicia, no vamos a lograr mucho en nuestros países.

 “Pero castiga, Señor, a los que se apartan de ti; ¡recházalos junto con los malhechores! ¡Que haya paz en Israel!”

 Y no puede haber bendición sobre los justos, los que han sido lavados por la Sangre del Cordero, si no hay castigo sobre los impíos, ¿cómo pueden “pasarla bien” los injustos y haber un sistema de justicia en la sociedad? ¡Es absolutamente imposible! Ese ha sido el error del buenismo evangélico (y cristiano en general): procurar crecer en justicia sin pedir que sean arrancados los impíos, sencillamente, es imposible que haya justicia y bendición en una nación si los impíos siguen teniendo poder.

 Estos impíos son los que se apartan del Señor, los que habiendo pertenecido al pueblo santo, o dicho en términos más modernos, habiendo conocido la verdad, escuchado el Evangelio, incluso habiendo nacido en una sociedad (relativamente) “cristiana”, lo rechazan. Están en la misma categoría que los “malhechores”, es decir, los que nunca conocieron.

 Probablemente esta distinción no sea muy significativa para nosotros hoy, solo ponernos en advertencia de que también podemos caer de la gracia, rechazar al Señor a pesar de haber caminado ya un trecho importante con Él.

 El próximo Salmo de esta serie, el número siete, nos traerá un cambio importante de enfoque.

 

 

Danilo Sorti

  


lunes, 26 de octubre de 2020

779. El 15 y un nuevo camino – VII, Salmo 124

 

Salmos 124:1-8 RVC

1 Si el Señor no hubiera estado de nuestro lado —que lo reconozca el pueblo de Israel—,

2 si el Señor no hubiera estado de nuestro lado cuando todo el mundo se levantó contra nosotros,

3 nos habrían tragado vivos, pues su furia contra nosotros los quemaba;

4 ¡nos habrían arrastrado como una inundación!, ¡nos habrían sepultado como un torrente!,

5 ¡nos habrían ahogado como aguas impetuosas!

6 ¡Bendito sea el Señor, que no nos dejó caer en sus fauces!

7 ¡Escapamos como escapa el ave de la red! ¡La red se abrió, y nosotros escapamos!

8 Nuestra ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

 

 

Aquí estamos en el quinto paso, no es un clamor sino un reconocimiento, en cierto sentido, la respuesta al clamor de varios de los Salmos anteriores: en todo el camino hasta aquí el Señor estuvo con los fieles, de otra forma, hace rato que habrían desaparecido de sobre la faz de la tierra…

 

Hay un progreso desde el clamor del primer Salmo de la serie, y podemos entender que también un “darse cuenta”: el Señor siempre estuvo con nosotros pero no lo sabíamos, recién ahora lo entendemos. En el Salmo anterior clamó por la bondad de Dios, ahora se da cuenta que siempre estuvo allí. ¿Cómo logra esto? Reflexionando en la historia transcurrida.

 

¿Y por qué no pudo reflexionar antes? Quizás porque no tenía la suficiente tranquilidad de espíritu para hacerlo, es decir, la suficiente paz interior, que es un fruto del Espíritu. La vida del nuevo creyente puede ser complicada, hay muchos ataques externos e internos, muchas dudas y temores. Es hasta que puede recibir la gracia, tal como vimos en el Salmo anterior, que puede alcanzar la suficiente paz como para reflexionar pausadamente. Veamos que el sistema del mundo actualmente está manteniendo a su gente cada vez más excitada y alterada, presentándole continuamente enemigos y ataques (reales o inventados).

 

Entonces, este paso implica “reconocer”, una reflexión. El pueblo es llamado a pensar en su historia y darse cuenta. El contexto fue “cuando todo el mundo se levantó contra nosotros”. Así que no debe esperar el pueblo de Dios que lo vayan a aplaudir o festejar por vivir conforme la ley del Señor o ejercer su función profética, más bien lo contrario.

 

¿Qué pasa cuando se levanta tal ola de oposición? Siete cosas.

 

a)      nos habrían tragado vivos, pues su furia contra nosotros los quemaba

 

Israel pasó por enormes dificultades, pero sobrevivió y volvió a ser establecida. No ha sido diferente con la iglesia fiel. Notemos que llega un momento en que el Enemigo levanta toda su furia contra nosotros, y para ello utiliza personas que están completamente sometidas a él, por lo que pueden obedecerlo al pie de la letra. Es una furia “quemante”. No esperemos menos…

 

La imagen de ser “tragado vivo” nos remite a la bestia, al sistema político, al imperio que se levanta contra el pueblo de Dios. Puede ser una acción literalmente agresiva o puede ser algo más sutil que termina envolviendo al creyente y metiéndolo en el sistema.

 

“Quemaba” nos habla de fuego, del fuego del Adversario que es la imitación del fuego del altar de los sacrificios, el primer mueble del tabernáculo, que se relaciona con el don redentor de profeta.

 

b)      ¡nos habrían arrastrado como una inundación!

 

Siguiendo con la imagen de la bestia, podemos ver Apocalipsis:

 

Apocalipsis 12:15-16 RVC

15 Entonces la serpiente arrojó mucha agua por la boca, para que la mujer fuera arrastrada como por un río.

16 Pero la tierra vino en su ayuda, pues abrió su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por su boca.

 

Aquí podemos ver una “inundación” de personas / demonios lanzada contra el pueblo de Dios, una multitud lo suficientemente grande como para ser considerada así. Es también la “corriente del mundo” que arrastra a los creyentes desprevenidos, pero el Señor sostiene firmemente a los Suyos.

 

Las falsas aguas del Enemigo se contraponen con las aguas que limpian del Espíritu, y nos remiten al lavacro de bronce, el segundo mueble del tabernáculo y su relación con el don de siervo.

 

c)      ¡nos habrían sepultado como un torrente!

 

Nuevamente la imagen del agua, pero no es una impetuosa inundación sino un torrente continuo. No es algo que avanza incontenible pero luego se acaba, sino algo “menos” avasallante en lo inmediato pero persistente a lo largo del tiempo.

 

Aquí la relación no es tan clara, pero podríamos pensar en el don de maestro, con su enseñanza constante y persistente, que provoca cambios grandes en el tiempo. Corresponde a la mesa de los panes de la proposición, a los árboles, que son regados por las corrientes de agua, como nos recuerda el Salmo 1. Así que hay un falso torrente que se contrapone con el río de aguas de vida del Espíritu.

 

d)     ¡nos habrían ahogado como aguas impetuosas!

 

Nuevamente la imagen del agua, pero con otro énfasis: las voces de los justos terminan siendo ahogadas en medio de un mar de voces impías. El aire deja de estar limpio, se vuelve cada vez más enrarecido hasta que no se puede respirar: el creyente se “ahoga” literalmente por la multitud de demonios que infectan el ambiente.

 

Podríamos hacer una relación con el candelabro de bronce y el don de exhortador por su función de comunicar. Al pervertirse, atrae al espíritu de Jezabel y multitud de demonios que hacen el aire espiritual irrespirable.

 

e)      ¡Bendito sea el Señor, que no nos dejó caer en sus fauces!

 

Aquí hay un cambio en la imagen gráfica. Podemos pensar en el don de dador, por la protección y provisión recibida, para no ser transformados en su “comida”. No se trata, como en las otras expresiones, de “ser sepultados” o arrastrados por algo, sino de ser devorado, es decir, “incorporado” a un sistema, pero también da la idea de ser despedazado.

 

El contraste es con la mesa del incienso, desde donde sube un perfume grato que puede transformarse en el hedor de la sangre y los cadáveres despedazados. Las fauces de la bestia nos recuerdan a las bestias que representan a los imperios.

 

Daniel 7:7 RVC

7 Y esa misma noche, mientras tenía estas visiones, vi una cuarta bestia, espantosa y terrible, y extremadamente fuerte. Tenía unos enormes colmillos de hierro con los que devoraba y desmenuzaba todo, y con sus patas pisoteaba las sobras. Comparada con todas las bestias que antes vi, era muy diferente, pues tenía diez cuernos.

 

f)       ¡Escapamos como escapa el ave de la red!

 

El ave ya ha caído en la red, pero logra escapar, la red no se cierra completamente y el ave escapa. A pesar de que ya “casi” está atrapada, su habilidad logra darle la victoria.

 

Se relaciona con el don de gobierno y su capacidad para guiar al pueblo en medio de situaciones imposibles.

 

g)      ¡La red se abrió, y nosotros escapamos!

 

Una imagen similar a la anterior, una red que se abre porque no estaba bien hecha, no era suficientemente fuerte, tenía puntos débiles. A diferencia del caso anterior, aquí la red ya se cerró, ya no hay más escapatoria humana, pero milagrosamente esta aparece.

 

Se relaciona con el don de misericordia, cuando todo está perdido, “algo” ocurre que no debería ocurrir, que no debería haber pasado, y eso trae la liberación.

 

Veamos la progresión de liberaciones:

 

a)      Una persona atacada por las lenguas mordaces y furiosas de los enemigos

b)      Una persona cuya casa está por ser arrastrada por una inundación repentina

c)      Un campesino o un leñador, cruzando un torrente crecido

d)     Un marinero a punto de ser ahogado en medio de la tormenta

e)      Un pastor perseguido por un león o un oso

f)       Un ave en una red a punto de cerrarse

g)      Un ave que escapa de la red que ya se cerró

 

Aunque los ejemplos son distintos, hay una progresión de “imposibilidad” en relación a la víctima y la amenaza. Pero en cada caso es librado por la mano de Dios.

 

“que lo reconozca el pueblo de Israel”, “Nuestra ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

 

Como dijimos al principio, se trata aquí de “reconocer” la intervención divina en la historia, no en un día, de entender que muchos hechos “fortuitos” o “humanos” en realidad fueron la mano del Señor, y no cualquier “señor”, sino El mismo que tiene la autoridad sobre toda la Creación.

 

El salmo anterior termina con una expresión de cansancio y hartazgo; no se pudo evitar la burla y el desprecio, pero sí se pudo evitar el ataque más terrible que viene luego. No lo parece cuando se está en medio del conflicto, pero la reflexión posterior muestra la verdadera dimensión del asunto.

 

 

Danilo Sorti

 

778. El 15 y un nuevo camino – VI, Salmo 123

 

Salmos 123:1-4 RVC

1 Hacia ti, Señor, levanto mis ojos; hacia ti, que habitas en los cielos.

2 Nuestros ojos están puestos en ti, Señor y Dios nuestro, como los ojos de los siervos y las siervas que miran atentos a sus amos y sus amas; ¡esperamos que nos muestres tu bondad!

3 Muéstranos tu bondad, Señor; ¡muéstranos tu bondad! ¡Ya estamos cansados de que nos desprecien!

4 ¡Ya estamos cansados de tantas burlas por parte de quienes todo lo tienen! ¡Cansados de que los soberbios nos menosprecien!

 

Este Salmo es parecido a los anteriores, pero ahora el clamor por justicia es grupal y más profundo. Es más “calmo”, más paciente, más ubicado en la verdadera naturaleza del ser humano.

 

El Salmo 121 comenzaba “elevando los ojos hacia los montes”, y podíamos interpretar eso como el que busca la protección para el camino “terrenal”. Este comienza elevando los ojos al cielo, y eso es un “avance”, si se quiere, porque la perspectiva ahora es más alta.

 

Este es el cuarto paso de los quince, corresponde al don de exhortador, al cuarto día de la Creación cuando son formados el sol, la luna y las estrellas, para señalar los tiempos y momentos oportunos. Elevar los ojos al cielo está peligrosamente cerca de la adoración al sol y a los ejércitos celestiales, pero no para el santo que ha llegado a este paso del camino. En el día cuarto el Señor crea las luminarias y las puso para identificar los tiempos. La perversión de eso es la astrología, pero hay un uso correcto de las “señalizaciones celestes”, tal como hicieron los sabios de oriente. La iglesia, desechando la astrología, desechó también las Señales que Dios puso para indicar a Sus fieles los caminos, eso es un error. Necesitamos recuperar los verdaderos significados de eso. Realmente creo que muchas veces pedimos dirección a Dios, y oramos y ayunamos y hacemos grandes esfuerzos para entender cosas que ya “están allí”, es decir, perdemos tiempo por no ser sabios. Buscar al Señor es muy loable, pero buscarlo en cosas que Él ya nos ha dicho por otro lado es bastante necio.

 

Dicho esto, queda claro que no todo resulta tan visible y entendible, e inevitablemente necesitamos buscar al Señor y esperar Sus respuestas. Entendamos: una cosa es comprender los diseños y caminos que Él ha marcado en el cielo, otra cosa es clamar por su intervención en nuestro mundo. Por supuesto que tenemos que clamar, elevar los ojos a Él, más que a las dificultades y eventuales problemas que encontremos en el camino, y reconocer que habita en los cielos, que están muy por encima de esta tierra e incluso del segundo cielo.

 

Hay un énfasis importante aquí en la relación del creyente con el Señor: se reconoce siervo y dependiente, hay una posición de humildad muy marcada. Propiamente el exhortador no suele ser humilde, bueno, en realidad todo ser humano. Tampoco el creyente necesariamente lo es, por más que haya reconocido su necesidad de un Salvador, hay un nivel de humillación muy necesario que viene cuando reconocemos nuestra profunda humanidad y necesidad, no solo como creaturas, sino también como seres caídos, y cuando nos damos cuenta de cuán alto y lejos de nosotros está Dios. Es otro de los pasos muy necesarios.

 

Ahora bien, el contexto de dificultad y opresión no ha cambiado todavía, sólo que el creyente apela ahora a la bondad del Señor, porque sabe que no merece ser auxiliado. Solo le queda depender de la gracia, y aquí es cuando se da cuenta de ella, porque, reconociéndose pobre y pecador, puede clamar por misericordia y justicia inmerecida.

 

Los creyentes del Nuevo Pacto conocemos una profundidad aún mayor de esto: sabemos que ya no somos siervos y que se nos ha abierto un camino amplio de misericordia a través del sacrificio del Justo.

 

Tres veces se pide la bondad de Dios y tres veces se habla del cansancio que producen las burlas y el desprecio (incesante) de los soberbios y malvados, evidentemente, los que están en una mejor posición terrenal. Tres es el número de la Trinidad, por lo que aquí se alude al Trino Dios, y hay un pedido que abarca al Padre, al Hijo y al Espíritu, una triple acción, en cada una de las esferas en que cada Persona ejerce su principal rol.

 

No se trata aquí de un ataque directo sino con palabras, pero que tienen un poder tremendo porque llegan a generar tal hastío y cansancio que literalmente “chupan” toda fuerza vital de las personas, con lo que logran reducirlas a esclavitud porque no tienen las energías ni el ánimo para levantarse, solucionar sus problemas y construir un nuevo camino.

 

En el Salmo 120 se aludía a los peligros del camino, aquí los peligros son más sutiles, pero no menos nocivos.

 

Las burlas y las “malas” palabras no son algo para pasar por alto; debemos enfrentarlas y cortarlas con el poder del Señor. Constituyen un ataque no tan directo, puede ser relativamente pasado por alto, pero no es menor. El creyente debe ser fortalecido para resistir estos ataques pero el Señor también debe tomar cuenta de ellos. Este es el cuarto paso del camino.

 

 

Danilo Sorti

 

 


777. El 15 y un nuevo camino – V, Salmo 122

 

Salmos 122:1-9 RVC

1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a la casa del Señor.»

2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas!

3 La ciudad de Jerusalén fue construida como centro de reunión de la comunidad.

4 Todas las tribus del Señor llegan a ella, cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.

5 Allí se encuentran los tribunales de justicia; allí está el trono de la casa de David.

6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman.

7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios.

8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a Dios que haya paz en ti.

9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido a Dios que te dé bienestar.

 

Mientras que los dos Salmos anteriores, que son los dos “primeros pasos” del peregrino espiritual, son “individuales”, es decir, tienen que ver con un reconocimiento el primero y una decisión el segundo pero que toma el viajero por sí solo y “en soledad”, el tercero tiene que ver con un reconocimiento y unión de los peregrinos que emprendieron el mismo camino.

 

Ahora bien, no son muchos y probablemente cada uno haya salido de una “ciudad” distinta, pero inevitablemente se encuentran en algún punto del camino, y eso fortalece enormemente el corazón de ellos. No debemos suponer que este camino sea de continuo quebranto y humillación. Inevitablemente los habrá, es un camino de gran transformación espiritual, recordemos lo que dijimos unos artículos atrás: no se trata simplemente de un cambio progresivo y normal en la vida cristiana, se trata de un cambio radical, y eso no se hace sin esfuerzo. Pero el Señor nos da mucha provisión, de muchas formas distintas.

 

En el Salmo anterior reconocimos el cuidado que tiene sobre Sus peregrinos, ahora vemos como Él los une para que se ayuden unos a otros. Es el tercero de la serie y corresponde al don de maestro, Jerusalén es una ciudad con dicho don, ubicada en un territorio con el don de misericordia, Benjamín.

 

Hay tres secciones en el texto y tienen que ver con las tres Personas de la Trinidad:

 

·         vv. 1,2 à la motivación interna para ir, obra del Espíritu

·         vv. 3,4 à la reunión de la congregación, obra del Hijo

·         vv. 5-9 à justicia, paz y bienestar, la obra del Padre

 

Veamos los versículos:

 

1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a la casa del Señor.»

 

En este camino hay gozo y hay compañía, aunque al principio no sea así y parezca muy solitario. Unos a otros se animan.

 

2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas!

 

Sin dudas ha habido un largo camino hasta llegar allí, esa parte está brevemente descrita en esta serie de 15 Salmos y resumida en el 121 al indicar la protección divina cualquiera sea la circunstancia. Esto es porque el viajero ya es un guerrero experimentado en el Señor y ya no necesita que le expliquen cada enemigo y cada lucha, porque ya las ha pasado. Solo necesita ser fortalecido en su fe y renovar su confianza en la protección divina. No se trata de que no hubo dificultades y conflictos, sino de que ya eran conocidos, no aportaron “nada nuevo” al crecimiento del peregrino, en todo caso pudieron tener alguna dimensión mayor, pero no distintos en naturaleza. Los conflictos no están ausentes en los siguientes Salmos, pero más bien tienen el carácter de una reflexión profunda, de una revisión de la historia para lograr un nuevo entendimiento y una transformación.

 

Volviendo al texto, aunque todavía no llegaron, ya están “viendo” en su espíritu el destino del peregrinaje. Sus ojos espirituales ya han sido abiertos y pueden caminar por fe:

 

2 Corintios 5:7 RVC

7 (porque vivimos por la fe, no por la vista).

 

3 La ciudad de Jerusalén fue construida como centro de reunión de la comunidad.

 

Hay un espacio, un ámbito en el cual la congregación de los santos se junta. Esto es fundamental: los fieles no pueden estar separados, y especialmente estos que han emprendido este viaje, no deben estarlo. De nuevo, no se trata de una “reunión más” de iglesia, se trata de una santa convocatoria donde se reúnen los guerreros, los que han recibido autoridad para reinar. NO DEBEN estar separados, necesitan buscarse unos a otros y reunirse en la Jerusalén celestial, que es un ámbito espiritual, pero muy real. Dios ha dispuesto ese “lugar” para que se encuentren.

 

4 Todas las tribus del Señor llegan a ella, cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.

 

Es el lugar de las naciones, esto es, el sitio donde se reúnen los fieles de muchos pueblos. Esta unidad no puede quedar solo circunscripta a una sola nación.

 

Notemos el énfasis aquí en la reunión de los santos y tengamos en cuenta que los peregrinos que comenzaron este camino ya estaban acostumbrados a pelear solos y ya habían obtenido muchas victorias (después de muchas derrotas, claro…), por eso, algo que es normal en todas las personas; el hecho de querer reunirse y estar en compañía, se ha vuelto extraño para estos peregrinos tan acostumbrados a la soledad. Ahora debe volver a enseñárseles que es necesario estar juntos, pero no con el tipo de “reunión” que tuvieron tiempo atrás, sino con la de aquellos que son sus iguales.

 

5 Allí se encuentran los tribunales de justicia; allí está el trono de la casa de David.

 

Cuatro cosas fundamentales ocurren en Jerusalén, tal como vemos en el versículo anterior y en este:

 

·         Comunión

·         Adoración

·         Justicia

·         Gobierno

 

De nuevo, se trata de la Jerusalén celestial, aquello que luego Pablo mencionaría como:

 

Efesios 2:6 RVC

6 y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales,

 

Esto no es automático, aunque es accesible a cualquier creyente. Era increíblemente revolucionario cuando Pablo lo dijo en una sociedad profundamente dividida en donde ni los (pocos) hombres (no mujeres) libres podían aspirar razonablemente a estar en la corte de un rey. Podría parecer más común para un judío pero el exilio y la diáspora habían hecho de que llegar hasta allí tampoco fuera fácil.

 

Cuando los santos que han sido perfeccionados se reúnen en comunión puede fluir la verdadera adoración y la presencia de Dios viene, entonces somos sometidos a Su justicia que nos alinea con Él y podemos a su vez pedir justicia sobre nuestros adversarios. Sobre la base de la justicia es que se levanta el verdadero gobierno y se ejerce la autoridad. El camino de los peregrinos lleva hacia un lugar donde llega a establecerse la autoridad correcta. Este versículo es el central del texto.

 

6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman.

7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios.

8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a Dios que haya paz en ti.

9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido a Dios que te dé bienestar.

 

Los últimos cuatro versículos no son menos importantes; obviamente que un sitio tan santo y con tanto poder espiritual será atacado de todas las formas posibles, por eso hay que cuidarlo. Satanás intentará generar conflictos entre los santos, rodear esos ámbitos con guerra, traer dificultades económicas y de todo tipo.

 

Si no puede (los ángeles tienen especial cuidado allí) tratará de afligir con las condiciones externas a los santos que se reúnen, con pobreza, intranquilidad, dificultades, opresión espiritual y lo que fuera. Tratará de colocar un manto oscuro de intranquilidad (espíritus), tratará de crear discordia y de corromper la verdadera adoración.

 

Debemos cuidar ese ámbito, la “Jerusalén espiritual” a la que somos llamados, aún desde antes de llegar a ella.

 

 

Danilo Sorti