domingo, 19 de febrero de 2023

850. “¡Señor, envíanos lluvia!”… Bueno, por esto “tampoco” ores…

 

Zacarías 7:13-14 RVC

13 Y sucedió que el Señor de los ejércitos no los escuchó cuando ellos clamaron, del mismo modo que ellos no lo escucharon cuando él clamó. Por eso dijo:

14 «Yo los esparcí con un torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y por donde ellos pasaban la tierra quedaba desolada e intransitable, pues la tierra otrora deseable la convirtieron en un desierto.»

 

No resulta evidente que el ser humano tenga mucho poder sobre la naturaleza y sin embargo, ése fue el diseño original. Hay una explicación:

 

Génesis 3:17-19 RVC

17 Al hombre le dijo: «Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del árbol de que te ordené que no comieras, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

18 Te producirá espinos y cardos, y comerás hierbas del campo.

19 Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás.»

 

La naturaleza quedó “desconectada” del hombre y lo que debía ser de provisión y bendición se transformó en sequedales. Era necesario que así fuera porque el ser humano desconectado de Dios no podía mantener todo el poder original sobre la creación porque haría desastres. Una muestra de esto la vemos hoy en la medida que algunos reducidos grupos de personas han “recuperado” parte de ese poder a través de la tecnología.

 

Sin embargo, nunca hubo una completa desconexión, de hecho, casi diría que nunca hubo ninguna desconexión, sino que más bien, fue el ser humano quien perdió el entendimiento de ese vínculo y la naturaleza se rebeló en contra de su ahora mal administrador. Cada tanto, algunas personas han entendido algo de ese conexión original y han logrado cosas asombrosas, que muchas veces hemos llamado “diabólicas” pero que en realidad corresponden al poder original otorgado al hombre. En todo caso, lo “diabólico” o “santo” no está en el accionar en sí mismo sino en la motivación y el propósito.

 

Bien, acá tenemos un tema muy amplio en donde, en rigor, “no hay que orar” para hacer lo que se supone que tenemos el poder de hacer. Es claro que en realidad necesitamos orar muchísimo para que nos sea dado el entendimiento de esto que digo y luego, saber cómo y cuándo usar este poder.

 

Sin embargo, muchas de las manifestaciones de esto están activas de todas formas, y una de ellas tiene que ver justamente con la lluvia y su consecuencia más inmediata: la productividad de la naturaleza, la economía de las naciones y en un sentido amplio, la salud y la vida de las personas, además de que los procesos de desertificación están relacionados con el aumento de la violencia, el terrorismo y la guerra. Una sequía prolongada no es algo menor, literalmente es la destrucción de toda una sociedad.

 

¿Cuál es la causa? Muy simple, está expresada de manera resumida pero completa en Deuteronomio 28, y no es casualidad que ese libro haya sido el más atacado por la (autopercibida) “Alta Crítica” durante el siglo XIX y XX.

 

1 »Si tú escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y cumples y pones en práctica todos los mandamientos que hoy te mando cumplir, el Señor tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.

12 »El Señor te abrirá su tesoro de bondad, que es el cielo, y en su tiempo te enviará la lluvia a tu tierra, y bendecirá todo lo que hagas con tus manos. Harás préstamos a muchas naciones, pero tú no pedirás prestado nada.

 

15 »Si no oyes la voz del Señor tu Dios ni procuras cumplir todos los mandamientos y estatutos que hoy te mando cumplir, vendrán sobre ti, y te alcanzarán, todas estas maldiciones:

23 Los cielos que cubren tu cabeza serán como el bronce, y la tierra que pisas será como el hierro.

24 En vez de lluvia, el Señor enviará polvo y ceniza a tu tierra, y desde los cielos caerán sobre ti hasta que perezcas.

 

Siempre hemos interpretado que esto “lo hace Dios”, y en un sentido es completamente cierto. Pero quizás lo más correcto sea decir que simplemente Dios “permitirá que suceda” debido a la conexión natural del hombre con la naturaleza. Literalmente el pecado y la maldad de las personas sobre una región terminan por cerrar los cielos, y la causa de las sequías prolongadas hay que buscarla allí. Antiguos desiertos han tenido un origen, y no sería extraño encontrarnos con civilizaciones pasadas que llenaron esas tierras de maldad e injusticia, hechos que nunca fueron redimidos por lo que los “bloqueos atmosféricos” nunca desaparecieron desde entonces.

 

¿Es el hombre quien cierra los cielos o es Dios quien lo hace?

 

Amós 4:7-8 RVC

7 »También les detuve la lluvia tres meses antes de la siega. Sobre una ciudad hacía llover, y sobre otra no; en una parte llovía, y la parte donde no llovía se secó.

8 La gente de dos o tres ciudades venía a una sola ciudad para beber agua, pero no saciaban su sed. A pesar de eso, ¡ustedes no se volvieron a mí! —Palabra del Señor.

 

La realidad, sin dudas, es compleja. Digamos, “compleja” para nosotros que tenemos la mente velada, no porque lo sea “en realidad”. Dios ha determinado una serie de leyes, y se cumplirán. Por lo tanto, cuando esas leyes están en actividad, no es más que el mismo Dios que las sostiene quien está haciendo las cosas, ¡aún cuando el resultado no sea lo que Él quiere! Entonces, cuando el hombre transgrede esas leyes y cosecha las consecuencias (la conocidísima ley de la siembra y la cosecha), es el hombre quién está haciendo que ocurran determinadas situaciones.

 

Entremedio, Dios ha dispuesto “instancias de misericordia”, que también son perfectamente legales, por las cuales se evita o dilata la aplicación de otra de Sus leyes. Esta es Su paciencia y bondad, que nos impide cosechar todo lo que hemos sembrado. Pero esto también tiene un límite, y es lo que estamos viviendo hoy: ya Dios no puede “encontrar” más instancias de misericordia como para evitar que cosechemos la plenitud de nuestra siembra, las hemos agotado a todas.

 

Sin embargo, Sus leyes nunca dejan de cumplirse y aún podemos revertir determinadas cosas. En relación al tema de este artículo, ¿deberemos orar para que llueva y siga lloviendo? Puede ser, pero más bien, deberemos sembrar justicia, para que el cielo responda al Cielo y caiga la lluvia oportuna en el momento oportuno.

 

En este exacto momento se está revirtiendo un período de fuerte sequía de 3 años. Tengo una interpretación al respecto, de por qué sucedió, pero no es el espacio para desarrollarla. Lo cierto es que tampoco resultan extrañas las inundaciones en nuestro territorio, y no hace demasiados años que las hemos tenido. La situación es la misma y la cura es la misma: el mismo cielo que se cierra a causa de nuestro cerrado corazón puede llorar a causa de todas las lágrimas silenciosas que hemos generado, de tantos bebés que no han tenido la oportunidad de llorar en esta tierra porque sus vidas fueron cegadas por asesinos de batas blancas. De nuevo, la solución a eso no requiere que nos pongamos a orar, ayunar o hacer largos sacrificios, simplemente, tenemos que hacer justicia sobre esta tierra.

 

 

Danilo Sorti

849. Por esto ora, y por esto, no ores

 

Miqueas 6:6-8 RVC

6 Tú, Israel, preguntas: «¿Con qué me presentaré ante el Señor? ¿Cómo adoraré al Dios Altísimo? ¿Debo presentarme ante él con holocaustos, o con becerros de un año?

7 ¿Le agradará al Señor recibir millares de carneros, o diez mil ríos de aceite? ¿Debo darle mi primogénito a cambio de mi rebelión? ¿Le daré el fruto de mis entrañas por los pecados que he cometido?»

8 ¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.

 

Miqueas es un profeta del siglo VIII a.C. y, para esta altura, la pregunta resultaba por demás de obvia. Tanto la estructura de sacrificios y adoración, que había sido establecida por la Ley de Moisés siglos atrás, como la más reciente revelación de los principios de esa Ley, la justicia, la misericordia y la humildad, expuestos insistentemente por los profetas, resultaban conocidos por toda la sociedad como para que existiera esta pregunta “dando vueltas” entre el pueblo. Una total obviedad, que, sin embargo, un pueblo idiotizado por la corrupción (en todos los órdenes) ni podía recordar ni podía entender cuando se lo volvieran a explicar.

 

Éxodo 14:15-16 RVC

15 Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha!

16 Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco.

 

Bueno Moisés, ya viste cosas increíbles en Egipto realizadas por el Señor, ¿y tenés que seguir preguntando qué es lo que hay que hacer? ¿No es obvio que hay que abrir el mar para atravesarlo? Bueno, puede ser que no resulte tan claro para nosotros, más de tres milenios después, pero sí lo era para Moisés en ese momento. No era necesario orar, simplemente actuar.

 

Josué 7:7-11 RVC

7 Y Josué exclamó: «¡Ay, Señor, Señor! ¿Por qué permitiste que el pueblo cruzara el Jordán? ¿Acaso fue sólo para entregarnos en manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Hubiera sido mejor que nos quedáramos al otro lado del Jordán!

8 ¡Ay, Señor! ¿Qué puedo decir, ahora que Israel ha sido derrotado y que salió huyendo de sus enemigos?

9 Cuando lo sepan los cananeos y todos los pueblos que habitan esta tierra, vendrán y nos rodearán, y nos borrarán de la tierra. Y entonces, ¿qué vas a hacer con tu gran fama?»

10 El Señor le respondió a Josué: «¿Por qué estás con el rostro en el suelo? ¡Levántate!

11 Israel ha pecado. Ha quebrantado el pacto que yo le ordené, y además ha tomado lo que le prohibí tomar. Han robado, han mentido, y han guardado entre sus pertenencias lo robado.

 

¡Otra vez Josué! ¿No viste de sobra ya que cuando Israel era derrotada o castigada, el motivo era el pecado? ¿Por qué estás preguntando “qué pasó”? La pregunta correcta es “¿quién pecó?” De nuevo, en nuestra perspectiva no se aprecia adecuadamente la obviedad, pero desde la perspectiva de vida de Josué, sí.

 

Jeremías 11:14-15 RVC

14 »Así que tú, Jeremías, no me ruegues por este pueblo; no eleves hacía mí ningún clamor ni oración por ellos, porque el día que afligidos clamen a mí yo no les haré caso.

15 ¿Qué derechos puedes reclamar en mi casa, amada mía, si has incurrido en tantos hechos repugnantes? ¿Crees acaso que los sacrificios y la carne consagrada de los animales ofrendados pueden librarte del castigo? ¿Puedes jactarte de eso?»

 

Ya era claro que no había ninguna solución posible más que la invasión y el destierro, así que, ¿para qué orar? Solo restaba anunciar el mensaje para que, una vez expulsados a países lejanos, los sobrevivientes recordaran las palabras de Jeremías y se volvieran al Señor.

 

Lucas 22:37 RVC

37 Porque yo les digo que todavía se tiene que cumplir en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los pecadores”. Porque lo que está escrito acerca de mí, tiene que cumplirse.»

 

Nada de lo que iba a pasar Jesús podía evitarse, estaba escrito y era necesario que se cumpliera. Solo quedaba orar por fortaleza, que es lo que hizo en el huerto de olivos, y sus discípulos no.

 

 

Ahora bien, resulta bastante claro que la oración es un eje fundamentalísimo en toda la Biblia. Cualquier genuino líder cristiano no podría hacer demasiado énfasis en el tema, ¡demasiada poca es la oración que tenemos! Más bien, ¡extremadamente escasa! Y aún así, un buen porcentaje de ella simplemente es inútil.

 

Dejemos de lado las recomendaciones que hizo Jesús acerca de la oración y que muchas veces no cumplimos. Al menos, eso es algo bien claro, que está escrito y que podríamos entender si lo leyéramos.

 

Lo que no es “tan claro”, al menos a primera vista, es el cuándo debemos orar y cuándo no.

 

Está bien que los ejemplos que presenté al principio son bastante “extremos”, propiamente, ¡no son cosas que uno esperaría encontrar en su vida cotidiana! (al menos no hasta ahora…), pero si están puestos allí es para nuestra enseñanza, así que algo deberían decirnos.

 

Creo que hay un punto central para responder a la cuestión del título y es que tenemos asuntos sobre los que Dios ya ha hablado claramente, sea de manera general en Su Palabra o sea de manera específica a nosotros (directamente, a través de alguna palabra profética). Es decir, no se trata de un asunto que nos es confuso y sobre el cual no tenemos muchos antecedentes o un conocimiento claro, sino de una situación o de un contexto que ya deberíamos conocer bien.

 

Y esto nos lleva al otro asunto, “deberíamos…” Pero por diversas razones, “no lo hicimos…” Es decir, cuando estamos orando y decididamente Dios está fastidiado con nuestra oración, es porque hemos sido descuidados e intencionalmente necios para no prestar atención a una serie de cuestiones que podríamos conocer ya muy bien. No hemos leído lo que claramente dice Su Palabra, no hemos prestado atención a los buenos consejos que nos advertían sobre ciertas cosas, no hemos analizado bien la situación, no hemos seguido el transcurso de los acontecimientos y lo que Dios ha estado haciendo y diciendo.

 

Como dije, este tema es complicado para nosotros hoy y no voy a “concluir” con una serie de recomendaciones porque creo que las cosas por las que tenemos que orar o no tenemos que orar dependerán en buena medida de cada persona, de cada circunstancia y de cada tiempo “kairos”. Solo una fuerte recomendación: debemos tener cuidado en entrar en discusiones sobre este asunto A MENOS QUE tengamos una clara palabra o entendimiento de parte de Dios, porque, como dije, esos motivos pueden ser diferentes para uno y para otro. Y debemos tener el oído espiritual lo suficientemente abierto como para escuchar cuando el Espíritu nos indica claramente ya sea orar o no orar por determinado asunto.

 

Como nota al pie diremos que el ser humano, en el diseño original divino, recibió mucho poder sobre la Creación. Ese poder quedo en parte anulado y en parte velado en la caída, y eso fue necesario para que no hiciéramos desastres con un poder que terminaríamos usando mal. Hay dos caminos para recuperar ese poder, uno es, obviamente, el camino de las tinieblas, con las consecuencias que vemos por todos lados, y otro es el camino abierto por Cristo, que permite liberar una enorme potencia de bendición y restauración.

 

En la medida que recuperamos ese poder habrá menos cosas para orar porque, sencillamente, solo deberemos declarar la palabra de autoridad. La oración, en ese caso, no dejará de ser necesaria ni será “menos importante”, más bien lo contrario, porque deberemos ser muy cuidadosos en usar esa autoridad de la manera correcta, y deberemos tener muchísimo dominio propio para NO USARLA cuando haya propósitos mayores:

 

Mateo 26:52-54 RVC

52 Entonces Jesús le dijo: «Vuelve tu espada a su lugar. Quien esgrime la espada, muere por la espada.

53 ¿No te parece que yo puedo orar a mi Padre, y que él puede mandarme ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54 Pero entonces ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Porque es necesario que así suceda.»

 

Cuando podamos tener este mismo dominio propio tendremos entonces la misma autoridad de Cristo, y entonces, solo una breve oración (por la gente, no por nosotros) bastará:

 

Juan 11:41-43 RVC

41 Entonces quitaron la piedra. Y Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

42 Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.»

43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!»

 

 

Danilo Sorti

 

 

848. Cuando la profecía viene de un corazón lleno de Dios y cuando no…

 

En un artículo anterior hablamos sobre una realidad de los últimos tiempos: la “explosión” de mensajes proféticos, sueños y visiones. No se trata de nada que deba sorprendernos porque la Biblia ya lo había anunciado. Pero junto con eso viene una dificultad extra: ¿qué está dicho realmente en nombre de Dios y qué no? Y, ¿con qué espíritu se dicen las palabras?

 

Hechos 16:16-19 RVC

16 Pero sucedió que, mientras nos dirigíamos al lugar de oración, una joven adivina salió a nuestro encuentro; por su capacidad de adivinación, ella era para sus amos una fuente de muchas ganancias.

17 La joven venía tras nosotros, y a voz en cuello gritaba: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian el camino de salvación.»

18 Esto lo repitió durante muchos días; pero Pablo se molestó mucho y, finalmente, se dio vuelta y le dijo a ese espíritu: «¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!» Y al instante el espíritu la abandonó.

19 Pero al ver sus amos que iban a perder sus ganancias, aprehendieron a Pablo y a Silas, y los presentaron ante las autoridades, en la plaza pública.

 

Analicemos dos cosas. Si esta muchacha, con su dote de adivinación, era una gran fuente de ganancias, evidentemente no decía cosas falsas. Para llegar a tal situación tenía que tener un largo historial de oráculos cumplidos. Segundo, verdaderamente Pablo y Silas eran siervos de Dios, por lo que tampoco esto era falso. ¡Pero el espíritu que la inspiraba sí lo era! Ido él, se acabó la capacidad predictiva.

 

Entonces, no toda palabra profética o anuncio sobre el futuro viene directamente del Espíritu Santo.

 

SIN EMBARGO aquí tengo que hacer una salvedad. En Su misericordia, Dios nunca dejó a los pueblos sin algún testimonio tanto de Él mismo como de lo que habría de venir. ¿Qué había “disponible” para traer los mensajes? Normalmente personas vinculadas al mundo espiritual que distaban mucho de ser santos profetas del Dios de Israel. Pues bien, Dios habló por medio de ellos. Los instrumentos no fueron los más perfectos, pero fueron instrumentos de la misericordia divina.

 

Al fin y al cabo, ¿acaso algún espíritu de adivinación puede traer un mensaje sobre el futuro que el Espíritu Santo no le permita? Es obvio que no. Y si no hay otro disponible, Dios usará lo que tenga, lo que esté disponible.

 

Abro paréntesis. Si alguno se espanta de lo que estoy diciendo, recuerde que ¡Dios también lo está usando para llevar Su reino! Creo que está todo dicho… Cierro paréntesis.

 

Aunque el profetismo debió ser algo muy común en el cristianismo, de hecho se ha vuelto algo muy raro y recién en estos últimos tiempos ha vuelto a manifestarse en la medida con que siempre debió hacerlo. Si los hijos no quisieron hablar, ¡pues Dios hizo hablar a las piedras!

 

Otra salvedad. En medio de la aceleración de los planes del enemigo que estamos viendo ahora, la gran mayoría de los líderes cristianos se quedaron callados, no solamente hacia la sociedad sino hacia sus propias iglesias, aún más, no faltaron los que pusieron sus propias congregaciones para “chipear” a la gente e incluso animaron a todos sus miembros para que lo hicieran. Quienes debían tener más discernimiento fueron los que menos vieron.

 

Por el contrario, muchos de los que nosotros, como cristianos, no llamaríamos precisamente “profetas de Dios” sino más bien todo lo contrario, resultaron ser los que alertaron a la gente de lo que se venía. ¿Qué espíritu les habló? La verdad es que poco me interesa responder esa pregunta, sencillamente, los hijos no estaban disponibles y Dios usó a las “piedras”. Pues bien, yo puedo decirles y ahora sí en el Nombre del Señor y con Su autoridad, que por eso que han hecho y dado que se han expuesto y arriesgado para hacerlo, Dios se los tomará en cuenta como justicia y les guiará hacia una revelación más plena de Su Naturaleza y del Camino de la Salvación.

 

Volviendo a nuestro texto bíblico, lo que dijo esta muchacha en Filipos no era falso, pero tampoco era exactamente verdadero. “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian el camino de salvación” es técnicamente cierto para nosotros desde nuestra perspectiva cristiana del siglo XXI, pero no necesariamente cierto para la perspectiva pagana del siglo I. ¿Quién era este “Dios Altísimo” en medio del panteón de dioses griegos? Por supuesto que se trataba de la mejor forma en que una pagana podía llamar al Dios de Israel, y no era falso, pero tenía muchas imprecisiones; estaba lejos todavía del entendimiento que tenemos de Dios hoy. Era lo mejor disponible, pero imperfecto.

 

De la misma forma, muchas palabras que el Señor ha permitido que vengan de boca de mensajeros que no conocen la Biblia a profundidad son ciertas en un sentido general, pero adolecen de imprecisiones. Quizás sea lo mejor que haya hoy, tendremos que saber corregir esas falencia con la visión más perfecta que nos muestra el Espíritu.

 

Pero, para complicar más el asunto, tenemos esto:

 

Jonás 3:4 RVC

4 Jonás comenzó a recorrer la ciudad, camino de un día, y en su predicación decía: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»

 

De nuevo, “técnicamente” era cierto, pero algo se salió fuera de libreto:

 

Jonás 3:5-10 RVC

5 Todos los habitantes de Nínive creyeron a Dios y decretaron ayuno, y desde el mayor hasta el menor se vistieron de cilicio.

6 Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de sus vestidos, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza;

7 luego ordenó que, por mandato suyo y de sus altos personajes, se proclamara en Nínive este decreto: «Ningún hombre ni animal, ni tampoco ningún buey ni oveja, debe probar bocado ni alimento alguno, ni beber agua.

8 Al contrario, hombres y animales por igual deberán cubrirse de cilicio y clamar a Dios con todas sus fuerzas. Apártese cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.

9 ¿Quién sabe? Tal vez Dios se arrepienta y el ardor de su ira se calme, ¡y entonces no pereceremos!»

10 Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo.

 

¿Quién les dijo a ellos que podían arrepentirse y evitar (o al menos posponer) el castigo? Jonás no. Nada de eso hay en su mensaje, simplemente anuncia un juicio inexorable, POR MÁS DE QUE sabía perfectamente que la opción del arrepentimiento estaba presente:

 

Jonás 4:1-2 RVC

1 Pero Jonás se quedó muy disgustado, y se enojó.

2 Entonces oró al Señor y le dijo: «Y bien, Señor, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? ¡Por eso me apresuré a huir a Tarsis! ¡Ya sabía yo que tú eres un Dios clemente y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia, y que te arrepientes del mal!

 

Y si sabía eso, ¿por qué no les dio la opción de arrepentimiento claramente a los ninivitas?

 

Jonás, un profeta de Dios, que conocía la Palabra de Dios y al Dios de la Palabra, fue ganado por su resentimiento (justificado, por cierto) contra Nínive y anunció un mensaje incompleto, con un mal espíritu.

 

¡Cuidado! No siempre existe la opción de arrepentimiento:

 

Daniel 5:17-30 RVC

17 Allí, en presencia del rey, Daniel respondió: «Su Majestad puede reservarse esos dones, o puede darlos a otros como recompensa Yo descifraré para Su Majestad esta escritura, y le diré lo que significa.

18 El Dios Altísimo dio al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad.

19 Por causa de la grandeza que Dios le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él, y él le quitaba la vida o se la daba a quien quería; a unos los engrandecía y a otros los humillaba.

20 Pero su corazón se envaneció, y se endureció su espíritu orgulloso, y por eso fue depuesto del trono y despojado de su gloria.

21 Expulsado de entre los hombres, su mente se volvió semejante a la de las bestias, y convivió con los asnos monteses. Fue alimentado con hierba, como los bueyes, y su cuerpo lo empapó el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega dicho reino a quien él quiere.

22 Pero Su Majestad Belsasar no ha humillado su corazón ante Dios, aun cuando sabe todo esto y es hijo del rey Nabucodonosor.

23 Lejos de eso, Su Majestad, en su soberbia, se ha levantado contra el Señor del cielo, ha mandado traer los vasos del templo de Dios, y tanto Su Majestad como sus invitados, y sus mujeres y concubinas, han bebido vino en ellos. Y no sólo eso, sino que Su Majestad ha dado alabanza a dioses de plata y oro, y de bronce, hierro, madera y piedra, ¡dioses que ni ven ni oyen nada, ni saben nada! En cambio, Su Majestad nunca ha honrado al Dios en cuya mano está su vida y todos sus caminos.

24 »Por eso ha salido de la presencia de Dios la mano que ha trazado esta escritura.

25 Lo que la escritura dice es lo siguiente: MENE, MENE, TEKEL, PARSIN.

26 Y lo que significa es: MENE: Dios ha llamado a cuentas al reino de Su Majestad, y le ha puesto fin.

27 TEKEL: Dios ha pesado a Su Majestad en una balanza, y su peso deja mucho que desear.

28 PARSIN: Dios ha dividido el reino de Su Majestad, y se lo ha dado a los medos y a los persas.»

29 Belsasar ordenó entonces que Daniel fuera vestido de púrpura, que se le pusiera en el cuello un collar de oro, y que se le proclamara como el tercer señor del reino.

30 Esa misma noche Belsasar, rey de los caldeos, murió asesinado,

 

Pero en este caso podemos ver la misericordia divina en acción sobre un rey impío y condenado ya al explicarle claramente el por qué de ese juicio.

 

Las profecías dichas por los siervos de Dios maduros tienen el espíritu correcto; la naturaleza de Dios es expuesta e inevitablemente se verá Su misericordia, ya sea que exista la posibilidad de arrepentimiento o que ya no existe más porque se han agotado todas las oportunidades que Dios envió.

 

El espíritu correcto de la profecía no puede dejar de mostrar el amor de Dios, la verdadera naturaleza de un Dios a la vez justo y misericordioso.

 

Como dije, estos son tiempos de una gran profusión de palabras proféticas, y aunque no todas sean ciertas, sin duda que muchas sí. Sin embargo, no siempre son dichas con el espíritu correcto, por lo que es bueno que los mensajeros de Dios entiendan el verdadero sentido de lo que el Señor está diciendo y no se olviden de transmitir el mensaje completo. Como todo, hay un aprendizaje necesario aquí.

 

 

Danilo Sorti

 

847. A ver si sos profeta…

 

Hechos 2:17-18 RVC

17 »Dios ha dicho: En los últimos días derramaré de mi Espíritu sobre toda la humanidad. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; sus jóvenes tendrán visiones y sus ancianos tendrán sueños.

18 En esos días derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas, y también profetizarán.

 

Paradójicamente, aunque el discurso inaugural de la era de la iglesia (¡ni más ni menos!) advierte claramente que en los últimos días el ministerio profético sería algo muy común y extendido, muchos cristianos y muchos líderes cristianos o bien lo critican y lo niegan, o bien lo ignoran, o bien no saben muy bien “qué hacer” con él o cómo entender la dinámica profética. Aquello que debería ser uno de los pilares y prácticas principales del cristianismo del final de los tiempos resulta, todavía, profundamente descuidado o malentendido por muchos.

 

Bueno, de acuerdo, no seamos tan críticos, porque también Jesús nos advirtió claramente:

 

Mateo 24:3-4 RVC

3 Mientras Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron por separado, y le dijeron: «Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?»

4 Jesús les respondió: «Cuídense de que nadie los engañe.

 

Cuatro veces en esta sección Jesús nos advierte en contra de no ser engañados porque, obviamente, éste alcanzaría sus niveles más altos en toda la historia de la humanidad.

 

Entonces, es comprensible que muchos cristianos y muchos líderes traten de cuidarse para no ser engañados. ¡Lo que no es ni comprensible ni justificable es que no aprendan a discernir la verdad del error, siendo que tenemos 31.000 versículos especialmente escritos para eso!

 

Bien, es claro que este tema no puede agotarse en un solo artículo, pero podemos dar algunos lineamientos claros: ¿cómo aprovechar los muchos mensajes proféticos que tenemos en la actualidad sin caer en los extremismos tan comunes de la dinámica profética?

 

El primer punto que tenemos que tener bien en claro es un tema que aparece, de la misma forma, en las primeras páginas de la Biblia. La historia de Balaam nos muestra que un profeta no necesariamente tiene que ser aprobado por Dios para traer una profecía cierta. Hay palabras que pronunció que aún se están cumpliendo o están por cumplirse, y sin embargo, fue condenado por sus malas mañas y muerto por los soldados israelitas.

 

El pensamiento y el discurso hoy está repleto de falacias, como nunca. Una de ellas, extremadamente común, es la falacia ad hominem: si la persona que dice tal cosa es “mala”, entonces lo que dice es falso. Por supuesto, ¿quién define que tal persona es “mala”? Pero aún si lo fuera, eso no necesariamente niega la validez de lo que dice.

 

Está claro que los adversarios de tal persona o de su mensaje son los que se encargarán de mostrar ad infinitum cuán “mala e indigna” es, y no es necesario decir cuán cuestionables resultan esas afirmaciones. Pero si logran sembrar semillas de dudas, con eso basta. De hecho, normalmente los discursos de desautorización no necesitan movilizar a la turba para que saquen a rastras al tal Fulano y lo quemen en la plaza pública, basta con que siembren esas semillas de dudas y su influencia se verá grandemente disminuida… a favor de sus adversarios, claro. Y también es claro que buscarán evidencias que los apoyen, y probablemente las encuentren (¿quién es perfecto, sino Uno Solo?), a partir de las cuales las exagerarán lo más posible.

 

Estas son las estrategias que se utilizan en las campañas políticas, especialmente (no únicamente) de mano de la izquierda, que es experta tanto en mentir, como en hipocresía como en acusar y maldecir. Por lo tanto, no debería ser muy difícil de reconocer.

 

Volvamos al tema: un profeta puede no tener una historia más bien regular, puede haber cometido errores, o bien puede tener eficaces enemigos que le han hecho una mala fama. Eso no tiene nada que ver con la veracidad de sus palabras. Sencillamente, Dios usa al que quiere y creo que no nos corresponde pedirle cuentas de por qué usa a tal o a cual, simplemente, escuchar y luego discernir.

 

¿Hay algún mensajero de Dios que hayas dejado de escuchar porque alguna vez se equivocó, o pensaste que se equivocó u otros lo dijeron? Bien, quizás sea tiempo de revisar eso.

 

De la misma forma, que un profeta haya sido veraz y certero hasta el presente no significa que necesariamente lo será siempre, ¡al fin y al cabo no deja de ser un ser humano infalible! También debemos analizar sus palabras.

 

Y hablando del tema de las palabras, una frase que les gusta repetir a muchos cristianos es:

 

Deuteronomio 18:21-22 RVC

21 Tal vez digas en tu corazón: ‘¿Y cómo vamos a saber si esa palabra no proviene del Señor?’

22 Tú no tengas miedo de ese profeta, que si llega a hablar en mi nombre y sus palabras no se cumplen ni se hacen realidad, eso hará ver que yo, el Señor, no he hablado, y que tal profeta habló con arrogancia.”

 

Pero como digo más de una vez, con un solo texto no se puede hacer una doctrina, y como se dice también hasta el cansancio en el ámbito de la Interpretación Bíblica: “un texto fuera de contexto es un pretexto”. Así que leamos unos versículos más atrás:

 

Deuteronomio 18:18-22 RVC

18 Voy a hacer que de entre sus hermanos surja un profeta como tú. Pondré mis palabras en sus labios, y él les comunicará todo lo que yo le ordene decir.

19 Pero yo le pediré cuentas a todo el que no atienda las palabras que ese profeta proclame en mi nombre.

20 Y el profeta a quien yo no le haya ordenado hablar, o que hable en nombre de otros dioses pero pretenda hablar en mi nombre, será condenado a muerte.

21 Tal vez digas en tu corazón: ‘¿Y cómo vamos a saber si esa palabra no proviene del Señor?’

22 Tú no tengas miedo de ese profeta, que si llega a hablar en mi nombre y sus palabras no se cumplen ni se hacen realidad, eso hará ver que yo, el Señor, no he hablado, y que tal profeta habló con arrogancia.”

 

El contexto no se refiere a UNA PROFECÍA en particular, sino a alguien que pretende fungir como profeta, es decir, se trata de un proceso, algo que está ocurriendo a lo largo de un tiempo suficiente como para poder darse cuenta que la tal persona es decididamente falsa.

 

Lo cierto es que Dios mismo nos advierte que hay palabras Suyas que pueden NO CUMPLIRSE. Veamos lo que Dios le dijo a Ezequiel;

 

Ezequiel 33:7-9 RVC

7 »Es a ti, hijo de hombre, a quien yo he puesto como atalaya para el pueblo de Israel. Tú oirás de mí mismo la advertencia, y les advertirás para que se prevengan.

8 Cuando yo le diga a algún impío que está en peligro de muerte, si tú no le adviertes que se aparte de su mal camino, el impío morirá por causa de su pecado, pero yo te haré responsable de su muerte.

9 Por el contrario, si tú le adviertes al impío que se aparte de su mal camino, y éste no te hace caso, morirá por causa de su pecado, pero tú habrás puesto a salvo tu vida.

 

Hasta aquí todo sigue los “cánones proféticos” esperables: la palabra dicha debe cumplirse. Pero un poquito más adelante…

 

Ezequiel 33:11-15 RVC

11 Pues yo, su Señor y Dios, juro que no quiero la muerte del impío, sino que éste se aparte de su mal camino y viva. ¿Por qué ustedes, pueblo de Israel, quieren morir? ¡Apártense, apártense de su mal camino!”

12 »Tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo que al justo no lo salvarán sus buenas acciones, si éste se rebela; ni tampoco será un impedimento para el impío su impiedad, si éste se aparta de su impiedad. En cambio, si el justo peca, sus buenas acciones no le salvarán la vida.

13 Si a un hombre justo le aseguro que vivirá, y éste, confiado en su justicia, actúa inicuamente, de nada le valdrán todas sus buenas acciones, sino que morirá por sus acciones inicuas.

14 En cambio, si a un malvado lo condeno a morir, y éste se aparta de su maldad y actúa con justicia y rectitud,

15 y devuelve la prenda recibida, y restituye lo robado, y deja de hacer lo malo y sigue los estatutos de vida, de ninguna manera morirá, sino que vivirá.

 

Releamos los versículos 13 y 14: ¿cómo es que Dios le habla al justo o al impío? Normalmente a través de un profeta. Entonces, tenemos a un profeta que está dando una profecía (es lo que suelen dar los profetas, claro…) y puede ser que eso no se cumpla, ¿por eso se volverá falso profeta? No, sino que se trataba de profecías condicionales.

 

Y esto nos lleva al punto de madurez que debe tener un profeta: cuando la profecía es condicional, debe ser transmitida como tal.

 

He visto que, en la ebullición de palabras proféticas, sueños y visiones que hemos tenido a partir de algunos años a esta parte, no todos los mensajeros tuvieron la suficiente madurez como para entender esto. Bueno, ¡bienvenidos al club de los inmaduros! El que no lo haya sido nunca, que arroje la primera piedra…

 

Sin dudas que ya, con unos cuantos años transcurridos, deberíamos tener esto en claro y aprender a ser más prudentes a la hora de dar determinadas palabras proféticas. Por otro lado, el que escucha también debe procurar discernir si se trata de profecías condicionales o no.

 

Abro paréntesis, esto que vale para individuos vale también para sociedad y hasta cierto punto para naciones. Cierro paréntesis.

 

Ahora bien, a veces es fácil poder determinar cuándo una profecía es condicional y cuándo no. Otras veces no lo es tanto. De nuevo, la Biblia tiene las claves para discernir esto, pero es un tema que no voy a tocar en este artículo.

 

En general, las profecías que tienen que ver con el desenlace de estos tiempos, el sistema del Anticristo y los juicios venideros, que están claramente escritas en la Palabra, obviamente que NO SON condicionales. Se cumplirán inexorablemente. Otra cosa es que las entendamos correctamente y allí hay “mucha tela para cortar”.

 

Las profecías que tienen que ver con nuestras naciones, que no están escritas en la Biblia pero que han sido dichas y confirmadas por boca de profetas creíbles y maduros, es seguro que se cumplirán, aunque puede haber demoras o aceleramientos.

 

Las profecías puntuales sobre situaciones nacionales, sociales o personales, que son del corto plazo y que no afectan los diseños generales del Padre para estos tiempos, es más probable que tengan cumplimientos condicionales.

 

Y aquí introduje un tema fundamental:

 

 1 Corintios 14:29 RVC

29 De la misma manera, que hablen dos y hasta tres profetas, y que los demás juzguen lo dicho.

 

2 Corintios 13:1 RVC

1 Ésta será la tercera vez que los visite. Todo asunto se resolverá por el testimonio de dos o tres testigos.

 

El principio de los “dos o tres testigos” es un principio fundamental de toda la Palabra, y se aplica a cualquier situación en la que no se tenga la información de primera mano sino que haya que recurrir a testimonios. Por supuesto, también la Palabra nos exhorta a examinar a dichos testigos, de tal forma que los dos o tres resulten, asimismo, confiables.

 

Aplicado al ámbito profético, deberemos buscar siempre varios testimonios confiables en relación a las palabras proféticas puntuales que estamos recibiendo hoy a fin de tener la seguridad de lo que se dice. Si solo tenemos una voz, NO DIGO de ninguna manera que sea necesariamente falsa, en todo caso, quedará en el discernimiento personal creerla o no, pero siempre será más prudente contrastar varias palabras.

 

Lo último. ¿Por qué preocuparnos tanto por lo profético? ¿Acaso Dios no nos cuida? Bueno, esta es la sensación de falsa seguridad de muchos cristianos hoy que, agobiados por la complejidad de los tiempos en que vivimos, prefieren refugiarse en una simplicidad necia adornada de varias promesas bíblicas descontextualizadas. Pues bien, Dios dijo ESPECÍFICAMENTE que el engaño alcanzaría niveles nunca antes visto, POR ESO es que necesitamos a los profetas, para discernir las trampas del día a día mientras esperamos el cumplimiento de las promesas que sin dudas están ya a la puerta.

 

 

Danilo Sorti

846. La idolatría al estado

 

Apocalipsis 13:3-4 RVC

3 Una de sus cabezas parecía tener una herida mortal, pero su herida fue sanada. Toda la gente se llenó de asombro y siguió a la bestia,

4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y también a la bestia. Decían: «¿Quién puede compararse a la bestia? ¿Quién podrá luchar contra ella?»

 

Hace un tiempo atrás leí un concepto en un libro lo ocurrido en plandemia y más adelante que me resultó impactante, no tanto porque me hubiera resultado novedoso sino porque lo exponía con brevedad y claridad: lo que estábamos viviendo era, ni más ni menos, que la idolatría al estado, incluso de muchos cristianos.

 

La Biblia es clara:

 

Mateo 6:24 RVC

24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.

 

Siempre solemos hacer una lectura superficial de este versículo y nos quedamos con la dicotomía Dios – Mamón (dios de las riquezas), pero frecuentemente olvidamos que ese contraste se basa en un principio superior: no se puede servir a dos amos; solamente uno es el que puede tener la última palabra en nosotros.

 

De otra forma está expresado esto en el más grande de los mandamientos:

 

Marcos 12:29-31 RVC

29 Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.”

30 Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”

31 El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que éstos.»

 

Si el máximo amor corresponde a Dios, no puede haber “otro amor” que compita con Él, ni por encima ni al lado. Ahora bien, cuando a Jesús le preguntan por el más grande de los mandamientos era porque estaban perdidos entre sus 613 mandamientos, precisamente porque no tenían el criterio adecuado para ordenarlos, es decir, categorizarlos. Jesús claramente no anuló la Ley y no dejó de cumplir con todos esos mandamientos en Su vida (una parte de ellos sigue siendo válida para nosotros hoy) ni mucho menos animó a Sus discípulos a desobedecerlos (los mandamientos de Dios, que no son lo mismo que los mandamientos humanos que habían puesto en ese entonces… y hoy también) sino que les dio el criterio correcto: a partir del primero todos los otros se acomodaban y se justificaban o no las excepciones.

 

Pero si escarbamos un poco más profundo, el verdadero problema es que tenían un corazón dividido entre “varios amores”, por eso no podían entender el orden de los mandamientos. Sencillamente, muchos problemas “intelectuales” en realidad son problemas emocionales o de lo profundo del corazón, no se trata de que “no entendemos”, se trata de que en lo profundo de nuestro ser “no queremos aceptar” tal o cual verdad.

 

Así, un corazón dividido en los hijos de Dios les impide entender ciertas verdades, por más montañas de argumentos que se amontonen.

 

Los judíos debían tener esto en claro, ya que Dios se encargó de dejarlo grabado a fuego por medio de Moisés:

 

Éxodo 20:2-10 RVC

2 «Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde vivías como esclavo.

3 »No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4 »No te harás imagen, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5 »No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte y celoso. Yo visito en los hijos la maldad de los padres que me aborrecen, hasta la tercera y cuarta generación,

6 pero trato con misericordia infinita a los que me aman y cumplen mis mandamientos.

7 »No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque yo, el Señor, no consideraré inocente al que tome en vano mi nombre.

8 »Te acordarás del día de reposo, y lo santificarás.

9 Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra,

10 pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios. No harás en él ningún trabajo. Ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que viva dentro de tus ciudades.

 

El concepto de amor no era tan “extendido” en ese entonces, pero está implícito en los tres primeros mandamientos. Lo opuesto a eso es la idolatría; que no se trata solo de “servir”, es decir, “rendir culto” a otros dioses, sino de amarlos literalmente.

 

Israel tuvo un duro conflicto con la idolatría a lo largo de su historia y parece que eso quedó completamente resuelto una vez que volvió Judá del cautiverio babilónico o las otras tribus dispersas pasaron por el proceso. Hacia el tiempo de Jesús era un tema cerrado ya para Israel.

 

La primera iglesia tuvo muchos cristianos de origen pagano en su seno, por lo que el problema de la idolatría cobró nueva relevancia, aunque el sustrato judío de esas congregaciones rápidamente pudo tratar con el tema. Así que resulta extraño lo que dice el apóstol Juan, en uno de los últimos escritos de todo el Nuevo Testamento, cuando ya los principios básicos del cristianismo habían sido establecidos:

 

1 Juan 5:21 RVC

21 Hijitos, manténganse apartados de los ídolos. Amén.

 

No resulta, empero, tan desubicado si lo relacionamos con el tema de la carta, el amor, y éste a su vez con lo que estuvimos diciendo más arriba en el texto. Aunque podían seguir teniendo problemas con los ídolos propiamente dichos, el principal problema que enfrentaría la cristiandad sería con los ídolos más sutiles, los que no se presentaban con estatuas colosales y rituales sangrientos.

 

El engaño, precisamente por ser tal, no avanza “de frente” sino “por el costado”, así, la idolatría no se va a presentar groseramente, sino de a poco. Esto significará ir cediendo el control de lo que le corresponde a Dios. Pero incluso es más sutil que eso, empieza con ceder nuestra libertad y autonomía, dadas por Dios a todo el género humano, al control de otro. El “ídolo” no se va a presentar como tal exigiendo adoración, sino que va a avanzar sobre el área de autoridad de Dios, y especialmente sobre la más voluble, nosotros mismos.

 

¿Qué puede ocupar el lugar de Dios en nuestra sociedad secularizada? Los ídolos representados en estatuas siguen siendo un muy buen atractivo, pero hay otro más sutil, tanto que muchos cristianos han caído en eso: la idolatría al gobierno. Cuando se ha secularizado la sociedad y se han “eliminado” los ídolos del pasado, cuando se ha sacado a Dios de la mente de las personas (sea por completo o sea a los fines prácticos), ¿qué queda “más grande” que uno? Las personas irremediablemente necesitan seguir a algo más grande que ellas, todos lo hacen, lo llamen como lo llamen. Si no es Dios, es el “dios estado”.

 

Las sociedades tienen una larga historia de adoración al estado, o a los dioses estatales que lo sostenían, o a sus emperadores que los representaban, o a los tres juntos, más frecuentemente. Creo que el hecho es tan conocido que no necesito mostrar los ejemplos bíblicos.

 

Pero bajo una herencia de principios cristianos y una democracia formal (pero nunca real), el estado hoy se ha disfrazado de tal forma que parece estar muy alejado de ese objeto idolátrico de tiempos muy pasados… o quizás no tan pasado… Todos los estados fascistas, de hace unas décadas atrás nomás, han revivido ese modelo, más modernizado, pero similar. Todos los estados de izquierda se encuentran en lo mismo, aunque mantengan una apariencia de “populares”. Y todo el proceso actual de los gobiernos tiende hacia esa concentración de poder, con una cáscara de democracia cada vez más tenue.

 

Tenemos el engaño de la historia reciente, por el cual mucha gente y muchos cristianos no logran darse cuenta de que nuestros estados rápidamente se están volviendo tiránicos y absolutistas, tal como será finalmente el modelo del Anticristo. Al requerir cada vez más obediencia y penetrar en las áreas que no les han sido dadas por Dios sino que nos las ha reservado a nosotros, se están transformando en “dioses” que exigen adoración.

 

Ninguno de los falsos dioses de la antigüedad, y del presente, ha sido adorado por un “amor puro y profundo”, ¡de ninguna manera! Todos sus adoradores en realidad esperaban, y esperan, conseguir beneficios de ellos; hay una “transacción espiritual”. Exactamente lo mismo pasa con el estado, y si no es beneficio, es por temor, en este caso, hay que “aplacar al dios estado” para que no se enfurezca con nosotros y nos recorte beneficios. Lo mismo que pasó con la plandemia: había que aplacar al “dios virus” (que de hecho, nadie había aislado ni lo han hecho aún), que nadie veía ni ve, pero cuya ira podía encenderse de repente si no se cumplían con las normas que sus sacerdotes de batas blandas dictaban.

 

Al borrar a Dios de sus mentes, sea de palabra, como los ateos o agnósticos, o sea de hecho, como tantísimos cristianos para los que Dios sigue siendo alguien medio desconocido “allá arriba” pero que no tiene mucho que ver con el “acá abajo”, han terminado adorando al estado.

 

Me dirán que hay muchos que, sin necesariamente ser cristianos o religiosos en particular, no adoran al estado, y es cierto. Muchos de ellos, principalmente ellos, son los que no han caído en el engaño plandémico. Pero si ahondamos un poquito encontraremos que todos ellos están basados en la “Ley Natural”, que en el fondo, no es más que la expresión de la Ley que Dios dejó para todos los hombres. Quizás no tienen un enfoque en el Dios revelado en la Biblia, pero sí que lo tienen en el Dios revelado en la Creación.

 

Esta idolatría, que ha penetrado profundamente en los círculos cristianos más fieles, es la gran lucha que tenemos por delante. Por ahora permanece difusa, y así lo será para muchos hasta que aparezca el Personaje que ya sabemos… pero para entonces será demasiado tarde para demasiadas personas.

 

 

Danilo Sorti

845. En el tiempo señalado – XII: amar y odiar

 

Eclesiastés 3:8 RVC

8 el momento de amar, y el momento de odiar; el momento de hacer la guerra, y el momento de hacer la paz.

 

Podemos entender fácilmente que hay gente o cosas que podemos amar u odiar, con las que podemos estar en paz o en guerra. Más difícil nos resulta entender que para cada una de esas acciones también hay un tiempo.

 

En este tiempo cuando la misericordia se ha exagerado, se supone que debemos “amar a todos”, pero Dios mismo no lo hace y no lo ha hecho nunca. También se supone que debemos expresar ese amor siempre, pero tampoco es el caso.

 

Isaías 30:18 RVC

18 Por lo tanto, el Señor esperará un poco y tendrá piedad de ustedes, y por eso será exaltado por la misericordia que tendrá de ustedes. Ciertamente el Señor es un Dios justo; ¡dichosos todos los que confían en él!

 

El principal objetivo del Señor no es que vivamos bien y felices en esta tierra, sino que seamos perfeccionados para la eternidad, por eso, no siempre nos manifestará expresamente Su amor, sino que a veces “esperará un poco” y permitirá que suframos o pasemos por dificultades… y a veces será “más que un poco” porque Él estará esperando a que realicemos los cambios que debemos hacer.

 

Y es que de la misma manera que toda esta sección de Eclesiastés no exhorta a saber hacer lo correcto en el tiempo correcto, también nos advierte que Dios INEVITABLEMENTE hará lo correcto en el tiempo correcto, lo sepamos o no, nos guste o no.

 

De la misma forma, somos instruidos a amar, o quizás sea mejor dicho, “expresar nuestro amor” en el momento correcto y expresar nuestro odio, o rechazo, también en el momento correcto.

 

Sabemos que tanto el amor como el odio no son sentimientos que en una persona madura cambien de un día para el otro. Podemos fácilmente amar u odiar determinadas acciones, ideas, palabras, actitudes, que pueden estar (y están) en una misma persona; en esos casos debemos expresar nuestro sentimiento con claridad, debe ser así para ayudar al otro a corregir lo deficiente.

 

No vamos a cambiar nuestro sentimiento hacia una persona de un día para otro, en tiempos normales no es algo que ocurra, incluso, en el lapso de nuestra vida. Sin embargo, ya no estamos en esos tiempos, y la gente rápidamente está siendo dividida en dos grupos, sin ya casi nada intermedio. Aquellos que se esfuerzan en conservar su humanidad serán perfeccionados y cada vez más objetos del amor de Dios y de unos hacia otros, aquellos que han decidido obedecer al “dios estado” antes que al Creador verán como esa Imagen será borrada cada vez más de ellos. Muchos de los que antes eran nuestros amados habrán perdido ya toda cualidad buena y deberemos aborrecer en lo que se habrán convertido.

 

Todos los que estamos vivos hoy y seguimos siendo humanos tendremos que enfrentarnos dramáticamente con este pasaje de Eclesiastés porque deberemos “odiar” a muchos de los que antes habremos amado. Pero, ¿no se supone que eso debimos haberlo hecho, en un sentido, ya?

 

Lucas 14:25-27 RV60

25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:

26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

 

La palabra traducida por “amar” tiene también los sentidos de: tener afecto (sexual o de otro tipo) por, amado, amador, amante, amar, amigo, amor, deleitar, enamorado, enamorar, gustar, querer. Mientras que “odiar” también implica: aborrecer (personalmente): aborrecedor, aborrecer, aversión, contrario, enemigo, enemistad, menospreciar, odiada, odiar, odioso. Así que ambas abarcar un amplio espectro de significados, por lo que su aplicación también es amplia, tanto desde lo más profundo hacia lo más superficial.

 

De todas formas, amar y odiar son sentimientos muy profundos, quizás los más profundos que haya en nuestro corazón. Tanto es así que el Señor lo dejó muy en claro:

 

Mateo 22:37-40 RVC

37 Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”

38 Éste es el primero y más importante mandamiento.

39 Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.»

 

Y también:

 

Mateo 6:24 RVC

24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.

 

La esencia del Reino de Dios y la esencia de nuestra salvación NO ES ni el conocimiento, ni la obediencia ni mucho menos una serie de ritos u observancias correctas, sino el AMOR. Y no hay varios lugares para el amor en nuestros corazones; o amamos a Dios por sobre todo, o no lo amamos. Y cuando nos ponemos a escarbar un poco resulta que nos encontramos con tantos “amores” que no deberían estar en nuestro interior…

 

Así que esta última línea de la sección nos lleva hacia los sentimientos más profundos y hacia aquello que decididamente está por completo en nuestro control. Progresivamente, desde el versículo 2 al 8 el escritor va profundizando cada vez más en las acciones y sentimientos que terminan dependiendo por completo de nosotros. Sobre el momento del nacimiento y de la muerte no tenemos control, pero sobre el amor y el odio tenemos todo el control, dependen de nosotros y, de hecho, es quizás lo único que realmente podemos hacer nosotros y nadie más. Por lo tanto, llega a entender esta dimensión y poder entregársela a Dios para que sea Él quien determine los momentos claves, implica tanto una rendición a Su soberanía como, PRINCIPALMENTE, haber entendido Su amor y Su cuidado tan profundo que hayamos podido descansar por completo en lo que Él hace, por más extraño que nos parezca, tal como el Hijo:

 

Lucas 23:46 RVC

46 En ese momento Jesús clamó a gran voz, y dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» Y después de haber dicho esto, expiró.

 

Pero el sentimiento debe expresarse en acciones, y eso es lo que viene a continuación: un tiempo de guerra y un tiempo de paz. Algunos no pueden vivir si no están en guerra contra todo y todos, otros no quieren saber nada con el conflicto y buscan la paz a toda costa, otros pelean con quien no tienen que pelear y están en paz con quien deberían estar en guerra… y otros no tienen ni idea de qué hacer, técnicamente no están en guerra porque ya se han rendido al enemigo…

 

En el mundo de hoy claramente no hay espacio neutral, nunca lo hubo de hecho, pero los bandos no estuvieron tan definidos como ahora. Estar en paz con un Reino implica estar en guerra con el otro reino. No podemos no estar en guerra contra el reino de las tinieblas porque ese conflicto lo declaró Dios mismo y no cesará hasta el final de los tiempos.

 

Génesis 3:15 RVC

15 Yo pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.»

 

Hay una guerra entre dos linajes, si no estamos atentos, estamos engañados. Pero a nadie le resulta fácil la guerra, exige un gran esfuerzo material, económico y mental.

 

Guerra y paz se basan tanto en el amor como en el odio (rechazo). Porque amamos la justicia y la verdad del Reino de Dios es que odiamos al reino de las tinieblas y estamos en guerra con éste, para rescatar todo lo que ha robado. Lo opuesto también es cierto, ¡no sea cosa que, queriendo hacer el bien, nos encontremos luchando contra Dios y Sus planes!

 

Aunque esta guerra ha existido desde el principio y hoy se ha intensificado tanto que es imposible no participar en ella, hay muchas batallas que nos pueden exigir en determinados momentos hacer la guerra o hacer la paz.

 

POR OTRO LADO, Y MUY IMPORTANTE, hay que saber que no siempre podemos “ir a la guerra”, ni menos aún, luchar “contra todo y contra todos”. Para algunos esta es una verdad difícil de aprender y más difícil de aceptar. Sencillamente, no tenemos ni la fuerza, ni los recursos ni la preparación para hacerlo. Aunque nunca dejemos de estar contra la injusticia y la mentira que hoy imperan, habrá batallas que no podremos pelear, así que tendremos que firmar una “tensa paz”, no porque sea lo correcto, sino porque simplemente, no podemos luchar en este tiempo. Solo es posible cuando entendemos que Dios sigue al control y Él sabe qué hacer. Si no somos nosotros, Él ya tiene preparados a otros soldados, mientras nosotros somos sanados y equipados para una próxima lucha.

 

Si tratamos de pelear más de lo debido, sencillamente nos desgastamos y a la larga terminamos presos del desánimo y el agotamiento, otra de las divisiones del ejército infernal, con la cual inutiliza a muchos buenos guerreros.

 

Así que con esta última línea concluye el Espíritu mostrándonos que “debajo del sol”, todo lo que podamos imaginar tiene un tiempo oportuno.

 

 

Danilo Sorti

844. En el tiempo señalado – XI: romper y coser

 

Eclesiastés 3:7 RVC

7 el momento de romper, y el momento de coser; el momento de callar, y el momento de hablar;

 

La palabra que se traduce por “romper” es “rasgar”, lo cual nos lleva al sentido de “rasgarse las vestiduras”, acción pública que expresaba una profunda indignación por algún dicho o hecho. Creo que el verdadero sentido debe interpretarse en relación con “callar y hablar”; es decir, lo que tiene que ver con las expresiones públicas.

 

La expresión “rasgarse las vestiduras” ha adquirido una connotación bastante negativa con el paso del tiempo, indicando hipocresía de quien lo hace. No fue así en sus orígenes. Tengamos en cuenta que la ropa ha sido siempre un objeto muy costoso y es solo en tiempos modernos que se ha vuelto (relativamente) accesible.

 

Uno se rasgaba las vestiduras para indicar un profundo dolor, tanto que lo había “partido por dentro”. El dolor iba unido a la indignación, y al “rasgarse” uno mostraba ante toda la sociedad lo que estaba pasando en su interior, ¿para recibir consuelo, aliviar la pena, dar un mensaje respecto de lo que “no debía ser”, anunciar una injusticia? Todo eso junto.

 

Como mensaje era muy fuerte y la comunidad no podía permanecer indiferente ante el hecho. Había que consolar al sufriente, que no podía llevar la carga solo y aislado del resto, y había que reparar la injusticia, si era posible. Nadie podía “dejar de escuchar” este mensaje “sin palabras”, y nadie podía permanecer indiferente.

 

Por supuesto, uno no se rasgaba las vestiduras por cualquier situación, ni tampoco era algo de un día. La misma ropa se usaba mucho tiempo, así que las personas seguirían con su ropa rasgada por unos cuantos días, de tal forma que toda la comunidad se enterara de lo sucedido.

 

Habrá un tiempo en el que nuestra comunidad cercana tendrá que saber el dolor que estamos pasando y necesitaremos recibir su consuelo y su ayuda, si es posible, para reparar la injusticia. Es el momento en el que debo requerir a la comunidad que me preste atención “a mí”, y la comunidad deberá hacerlo.

 

Y también habrá un tiempo en el que sea necesario coser la ropa rasgada, porque ya no es necesario o conveniente seguir publicando ese dolor.

 

Tenemos en nuestro país el triste ejemplo de diversas organizaciones autoproclamadas de “Derechos Humanos” que han tomado determinadas causas (a veces justas, a veces parcialmente justas y a veces totalmente falsas) y han “rasgado sus vestiduras” gritando “su” dolor a los cuatro vientos. Pero nunca han cosido esas rasgaduras y se transformaron en vientres de odio que han llegado a parir generaciones infectadas por sus mentiras y su odio, por supuesto, totalmente funcionales a la línea política a la que adscriben. De hecho, en la esencia del pensamiento marxista y neomarxista se encuentra este principio.

 

Lo mismo que vale a nivel comunitario vale a nivel personal: habrá un tiempo en el que deberemos permitirnos “ser rasgados” y expresar todo nuestro dolor y angustia, y buscar la ayuda necesaria. Habrá un tiempo en el que deberemos cerrar la herida.

 

Hebreos 12:15 RVC

15 Tengan cuidado. No vayan a perderse la gracia de Dios; no dejen brotar ninguna raíz de amargura, pues podría estorbarles y hacer que muchos se contaminen con ella.

 

Toda raíz de amargura tiene el potencial de contaminar a muchos.

 

Santiago 3:11 RVC

11 ¿Acaso de una misma fuente puede brotar agua dulce y agua amarga?

 

Y si no se cierra completamente, va a seguir apareciendo en todo lo que digamos y hagamos.

 

Es inevitable el dolor y la amargura, precisamente por eso mientras más rápido y mejor los procesemos y los tratemos, más rápido y mejor podremos “coser la rasgadura”.

 

En íntima relación con eso pero más general tenemos los tiempos de “hablar y callar”.

 

Habría muchísimo para decir aquí, y creo que el concepto es bastante conocido por todos. Pero veamos algunos casos “extremos”:

 

Juan 16:12-13 RVC

12 »Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar.

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

 

Aún la verdad dicha en oídos receptivos tiene una medida. Había muchísimas cosas muy serias e importantes que ellos debían saber, pero no era el momento. Jesús no fue deshonesto con ellos, al contrario, les garantizó que seguirían escuchando Su voz a través del Espíritu, pero “calló” lo que en ese momento no podían recibir.

 

Hechos 16:6-10 RVC

6 Como el Espíritu Santo no les permitió proclamar la palabra en Asia, ellos se limitaron a atravesar Frigia y la provincia de Galacia.

7 Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu tampoco se lo permitió.

8 Entonces dejaron de lado a Misia y llegaron a Troas.

9 Allí, una noche Pablo tuvo una visión, en la que veía ante él a un varón macedonio, que suplicante le decía: «Pasa a Macedonia, y ayúdanos.»

10 Después de que Pablo tuvo la visión, enseguida nos dispusimos a partir hacia Macedonia, pues estábamos seguros de que Dios nos estaba llamando a anunciarles el evangelio.

 

Algunos años después hubo en la provincia de Asia (actual Turquía) un avivamiento que llegó a trastornar incluso el negocio de los orfebres que hacían réplicas del templo de Diana, pero justo en el tiempo del capítulo 16 no era la oportunidad de hablar, porque había otras ciudades que estaban dispuestas a escuchar.

 

Hechos 16:25-33 RVC

25 A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban.

26 De pronto hubo un terremoto, tan violento que los cimientos de la cárcel se estremecieron. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

27 El carcelero despertó, y cuando vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y quiso matarse, pues pensaba que los presos habían huido.

28 Pero con fuerte voz Pablo le dijo: «¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!»

29 Entonces el carcelero pidió una luz y, temblando de miedo, corrió hacia dentro y se echó a los pies de Pablo y de Silas;

30 luego los sacó y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?»

31 Ellos le dijeron: «Cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia.»

32 Y les hablaron de la palabra del Señor a él y a toda su familia.

33 A esas horas de la noche el carcelero los tomó y les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados;

 

El mismo que unas horas antes los había metido en lo más profundo y hediondo de la cárcel ¡ahora estaba totalmente abierto para escuchar el Evangelio! Ahora sí era el momento en que Pablo hablara.

 

Hay situaciones externas que los habilitan o no para hablar, hay posiciones del corazón de las personas, y hay cuestiones internas que nos capacitan o no. De la misma manera, Dios tiene tiempos en los cuales puede hablarnos determinadas cosas y tiempos en los que no… solo que ahí somos nosotros los que tenemos buena parte del control de esos momentos…

 

 

Danilo Sorti