martes, 19 de febrero de 2019

680. Dios no hace diferencia entre personas ni cambia Sus leyes, por eso el trato para cada uno es “distinto”…


A pesar de que Dios había sido muy claro en la Ley de Moisés con respecto a no hacer “acepción de personas”, Israel seguía pensando que el Señor hacía algo así con ellos en medio de las otras naciones. Incluso los primeros cristianos no la tenían clara:

Hechos 10:34-35 RVC
34 Entonces Pedro empezó a hablar, y dijo: «En verdad comprendo ahora que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que a él le agrada todo aquel que le teme y hace justicia, sea de la nación que sea.

Recién unos  cuántos años después del derramamiento de Pentecostés y de la incorporación de los samaritanos Pedro, como representante “oficial” de esa primera iglesia, tuvo la revelación indubitable de que los gentiles podían entrar en la iglesia sin hacerse judíos. Evidentemente, se trataba de un pensamiento tan arraigado en la cultura judía que la irrupción del Vino Nuevo no logró modificar sino hasta después de unos cuantos años, y con bastante dificultad.

El concepto de que “Dios no hace acepción de personas” está relacionado con el hecho de la salvación y la incorporación a la iglesia, y aquí significa que todos pueden entrar en el Reino sin hacerse culturalmente judíos. PERO esta puerta de gracia abierta a todos implica que ellos entrarán desde “distintos caminos”, es decir, de distintas herencias, tradiciones, culturas, cada una con características diferentes, por lo que llegar a la misma meta, que es Cristo, implicará, en un sentido, caminos “diferentes” para cada uno; el Espíritu deberá tratar de manera personalizada, culturalmente adaptada. Una misma puerta de salvación, una misma meta, pero “distintas sendas” en el mismo Camino para alcanzarla.

Romanos 2:5-11 RVC
5 Pero por la obstinación y dureza de tu corazón, vas acumulando ira contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio,
6 en el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.
7 Dios dará vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad;
8 pero castigará con ira a los que por egoísmo se rebelan y no obedecen a la verdad, sino a la injusticia.
9 Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, en primer lugar para los judíos, pero también para los que no lo son.
10 En cambio, habrá gloria, honra y paz para todos los que hacen lo bueno, en primer lugar para los judíos, pero también para los que no lo son;
11 porque ante Dios todas las personas son iguales.

De nuevo, este Dios que no hace diferencia entre personas y conforme a una MISMA LEY, “pagará a cada uno conforme a sus obras”, por lo que, ya sea el castigo o la recompensa, será “diferente” para cada uno, precisamente, “conforme a sus obras”, sean de injusticia o sean en Cristo. Hay muchos testimonios, ya sea del infierno como del cielo, en los que el Espíritu muestra que los castigos y las recompensas son diferentes, aunque el infierno es infierno dondequiera que se esté y el cielo es cielo por más que uno viva en una carpa debajo de un árbol.

Gálatas 2:6-10 RVC
6 Los que tenían fama y reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), no me comunicaron nada nuevo.
7 Por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión
8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de los judíos, actuó también en mí para con los no judíos),
9 y como reconocieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los no judíos, y ellos a los judíos.
10 Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres; lo cual también procuré hacer con diligencia.

Aquí tenemos dos “formatos” de apóstol, muy distintos, ambos con la misma autoridad y construyendo el mismo Reino, y comisionados por el mismo Dios que no hace diferencias de personas. Igual posición pero distinta comisión, igual mensaje pero distintos enfoques. Comisionados por el mismo Dios pero con ámbitos de ministerio diferentes.

De nuevo, el hecho de “no hacer acepción de personas” implicó ministerios que resultaron muy diferentes.

Efesios 6:7-9 RVC
7 Cuando sirvan, háganlo de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres,
8 sabiendo que cada uno de nosotros, sea siervo o libre, recibirá del Señor según lo que haya hecho.
9 Ustedes, los amos, hagan lo mismo con sus siervos. Ya no los amenacen. Como saben, el Señor de ellos y de ustedes está en los cielos, y él no hace acepción de personas.

Amos y siervos vivían realidades sociales muy distintas en ese entonces, aunque fueran cristianos. La esclavitud nunca fue el diseño de Dios pero era una realidad social que no cambiaría fácilmente, así que, en el mientras tanto, el Dios que se manifiesta en la REALIDAD sin ningún tipo de “idealismo impracticable” ordena que haya un trato justo en las relaciones. Esto mejoraría muchísimo la situación de los esclavos con amos cristianos, pero no cambiaría el hecho de la esclavitud (todavía). Un mismo trato justo ordenado por un Dios que no hace diferentes entre personas seguiría significando realidades sociales distintas (aunque mucho menos de lo que hubiera sido sin la ley de Dios).

Santiago 2:1 RVC
1 Hermanos míos, ustedes que tienen fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer diferencias entre las personas.

Santiago trata muy extensamente la relación entre ricos y pobres, aunque más bien se trata de cómo la iglesia se relaciona con estos dos grupos. No podemos leer Santiago aparte de las palabras de Jesús, que habló extensamente sobre el tema, y tampoco podemos leer las palabras de Jesús fuera del contexto de la Ley Mosaica, muy detallada en esta cuestión. Allí encontramos lo mismo: una misma ley para todos, y precisamente para asegurarse de que fuera igual para todos es que Dios hace especial atención en los pobres y desamparados, para asegurarse de que recibieran el mismo trato justo.

Los primeros cristianos entendieron este principio y lo pusieron en práctica:

Hechos 2:44-45 RVC
44 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo;
45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.

Para asegurarse de que todos pudieran tener condiciones de vidas dignas, los recursos económicos se repartían según las necesidades, es decir, DE MANERA DIFERENTE para cada uno.

Bueno, podríamos hablar mucho más sobre el tema pero creo que la idea central nos queda clara: UNA MISMA LEY no significa necesariamente que nos pasará lo mismo. Veamos una ilustración más:

1 Corintios 12:4-7 RVC
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6 Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
7 Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.

Una misma ley, un mismo principio del obrar divino, produce resultados distintos.

La razón por la cual los sistemas políticos que se presentan como “igualitarios” y falsamente “sociales” atraen tanto a las personas porque prometen “lo mismo” para todos. El siglo XX primero y estas pocas décadas del XXI, después, se han encargado de demostrar que eso “igual” en el mejor de los casos es pobreza: esos sistemas no funcionaron, no funcionan pero siguen atrayendo con su canto de sirena. Eso no podría ocurrir si los seres humanos no tuviéramos ese deseo oculto en nuestro corazón. Ahora bien, ¿es un deseo de justicia, es decir, de igualdad justa? Si lo fuera, desearíamos tener las mismas oportunidades pero aceptaríamos las diferencias de resultados (por supuesto, bajo las mismas oportunidades y leyes justas para todos, situación que tampoco existe en el mundo actual), pero cuando deseamos “tener lo mismo” en realidad tenemos envidia y pereza en nuestro interior; no estamos deseando la justicia que permita que bajo una misma ley cada uno pueda desarrollarse.

Claro que el tema es mucho más complejo, pero esta ilustración social nos viene bien para ir al plano espiritual: ¿qué pasa cuando Dios “no hace lo mismo” conmigo de lo que hace con otro? ¿Por qué Dios “me trata distinto”? ¿Por qué al otro sí y a mí no? La conclusión más fácil es que “Dios no me quiere” (que fue la conclusión a la que primero arribó Lucero para rebelarse), o al menos “Dios no tiene mucho interés en mí”, o “Dios tiene favoritos”, o “Dios nos abandonó, se olvidó de nosotros”.

Vemos que el trato es distinto sobre nosotros, o al menos, nos parece distinto, probablemente porque no conozcamos bien la realidad de los que “llegaron”. Pero aunque así lo fuera, partimos todos de realidades distintas y tenemos llamados distintos, en contextos también distintos, por lo que es necesario que Dios obre de maneras diferentes si es que quiere llevarnos a la misma imagen de Cristo, con las particularidades que Él mismo pudo en cada uno.

Efesios 4:4-7 RVC
4 Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu,
5 un Señor, una fe, un bautismo,
6 y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.
7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Las condiciones de igualdad producen resultados distintos, pero aunque nos vaya “peor” que a otros, el amor de Dios es el mismo. ¡Dios no es comunista! Él quiere un desarrollo único y glorioso para cada uno de Sus hijos, muchos se quedan a mitad de camino y no alcanzan todo lo que son llamados a lograr, y por eso PARECE que Dios hace diferencias, pero somos nosotros los que las hacemos, y luego le echamos la culpa al Señor.

Así que, cuando el Adversario venga con su más poderosa tentación: “Dios no te ama, no está muy interesado en vos, Él tiene a sus favoritos, fíjate cómo lo trata a Fulano…”, podremos entender el por qué de esas diferencias y rechazar exitosamente esa tentación.


Danilo Sorti



679. ¡Hitler tuvo éxito!


1 Samuel 11:1-11 RVC
1 Un día, Najás el amonita se dirigió a Jabés de Galaad y la sitió, pero los habitantes de Jabés le propusieron a Najás que, si se aliaba con ellos, se comprometían a servirle.
2 Najás les respondió: «Haré alianza con ustedes, con la condición de que cada uno de ustedes se deje sacar el ojo derecho. Así el pueblo de Israel quedará en vergüenza.»
3 Los ancianos de Jabés le dijeron: «Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo nuestro territorio. Si nadie sale en nuestra defensa, nos rendiremos a ti.»
4 Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl y le dijeron al pueblo las condiciones de Najás, todos lo lamentaron y se pusieron a llorar.
5 Saúl volvía del campo arreando los bueyes, y preguntó: «¿Qué le pasa al pueblo? ¿Por qué llora?» Entonces le dieron el mensaje de los hombres de Jabés.
6 En cuanto Saúl lo oyó, el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y él se llenó de ira.
7 Tomó entonces un par de bueyes, los descuartizó y envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con la orden de que los mensajeros dijeran: «Así haremos con los bueyes de los que no sigan a Saúl y a Samuel.» Fue tal el temor que el Señor infundió en el pueblo, que se unieron como un solo hombre.
8 Cuando Saúl les pasó revista en Bezec, los israelitas eran trescientos mil, y los de Judá eran treinta mil,
9 los cuales dijeron a los mensajeros que habían llevado la noticia: «Digan a los de Jabés de Galaad que mañana, cuando el sol comience a calentar, serán liberados.» Cuando los mensajeros anunciaron esto, los habitantes de Jabés se alegraron mucho
10 y les dijeron a sus enemigos: «Mañana estaremos aquí, para que hagan con nosotros lo que les parezca mejor.»
11 Pero al día siguiente Saúl distribuyó a los soldados en tres batallones que, antes de que amaneciera, cayeron sobre el campamento y, tomando por sorpresa a los amonitas, los hirieron de muerte hasta bien entrado el día. Los pocos que sobrevivieron se dispersaron, sin que siquiera dos de ellos se vieran juntos.


La victoria sobre los amonitas fue fantástica, no solo murió la mayoría de ellos sino que los pocos sobrevivientes quedaron tan desparramados que no hubo dos que pudieran permanecer juntos. Además, hay que considerar que era la primera batalla que comandaba Saúl con un ejército recién formado. Najás fue completamente humillado y derrotado en su soberbia, y Saúl resultó aclamado por el pueblo como rey. Evidentemente, una victoria total, y nadie puede decir que Dios no estuvo allí... pero, ¿de verdad fue una “victoria”?

Este hecho dio inicio formalmente a la monarquía. Por supuesto, el pueblo de Israel ya venía soñando con tener un rey desde hacía tiempo, no podemos suponer que estos fenómenos sociales ocurren “de repente”, pero la amenaza de Najás fue el desencadenante, y si eso no hubiera ocurrido, quizás se hubiera fortalecido el gobierno democrático y participativo que Dios había pensado para Israel.

1 Samuel 12:12 RVC
12 Pero cuando ustedes vieron que Najás, el rey de los amonitas, venía a pelear contra ustedes, me dijeron: “Queremos que nos gobierne un rey”, cuando en realidad el rey de ustedes es Dios el Señor.

El pedido de un rey comienza varios capítulos antes y allí vemos una de las razones, que tuvo que ver con un error de Samuel, pero en el 11 encontramos esta otra razón, de gran peso. Lo irónico del asunto es que leemos en los primeros versículos del capítulo 11 que Najás pretendía esclavizar y humillar a los israelitas (una de sus ciudades), no pudo hacerlo pero el rey que ellos habían pedido, y sus sucesores, lo haría de una manera mucho más profunda, efectiva y duradera:

1 Samuel 8:11-18 RVC
11 Les dijo: «El rey que ustedes ahora piden les quitará a sus hijos para ponerlos como soldados en sus carros de guerra; unos serán jinetes de su caballería, e irán abriéndole paso a su carruaje;
12 a otros los pondrá al mando de mil soldados, y a otros al mando de cincuenta soldados; a otros los pondrá a labrar sus campos y a levantar sus cosechas, y a otros los pondrá a fabricar sus armas y los pertrechos de sus carros de guerra.
13 También les quitará a sus hijas, para convertirlas en perfumistas, cocineras y panaderas.
14 Además, les quitará sus mejores tierras, y sus viñedos y olivares, y todo eso se lo entregará a sus sirvientes.
15 Les quitará también la décima parte de sus granos y de sus viñedos para pagarles a sus oficiales y a sus sirvientes.
16 Les quitará a sus siervos y siervas, y sus mejores jóvenes, y sus asnos y bueyes, para que trabajen para él.
17 También les exigirá la décima parte de sus rebaños, y ustedes pasarán a ser sus sirvientes.
18 El día que ustedes elijan su rey, lo van a lamentar; pero el Señor no les responderá.»

¿De verdad ganó Israel esa batalla? Sí, pero en el plano espiritual el que terminó ganando fue el Adversario, Satanás. No hace falta que mencionemos las historias de los reyes para ver cómo se cumplieron las palabras proféticas de Samuel, porque los ejemplos sobreabundan. Aunque en lo material se ganó una batalla, en lo espiritual se perdió, y este hecho, que es en cierto sentido fundacional de todo un extenso período en la historia de Israel, arroja luz sobre muchos eventos históricos.

Con esto en mente, hagamos un repaso muy breve de historia: Hitler perdió la guerra y el mundo fue dividido entre el sistema “capitalista” y el “comunista / socialista”. Con el tiempo, el “capitalismo” ganó la guerra fría y quedó como único vencedor, relegando a los países socialistas a tiranías opresivas o a una cáscara socialista. Muchos asumen que Hitler era de derecha, lo cierto es que, sin llegar a ser comunista, era un “orgulloso socialista”, tal como el nombre de su partido lo indicaba: nacionalsocialismo. Algunas citas (tomadas de https://maslibertad.com.co/citas-de-hitler-prueban-que-era-socialista/)

·         “He aprendido mucho del marxismo”… “como no dudo en admitir”
·         “Mi tarea es convertir el volk (pueblo) alemán al socialismo sin simplemente matar a los viejos individualistas”
·         “Si somos socialistas, definitivamente debemos ser antisemitas, y lo opuesto, en ese caso, es el materialismo y el mammonismo, al que nos buscamos oponer”. “¿Cómo, como socialista, no puedes ser un antisemita?”
·         “Debemos encontrar y recorrer el camino del individualismo al socialismo sin revolución”.
·         “¿Por qué necesitamos problemas para socializar bancos y fábricas? Socialicemos a los seres humanos”.
·         “Somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista actual para la explotación de los económicamente débiles, con sus salarios injustos, con su evaluación indecorosa de un ser humano de acuerdo con la riqueza y la propiedad en lugar de la responsabilidad y el rendimiento, y todos estamos determinados destruir este sistema bajo todas las condiciones” 1927
·         “Lo que el marxismo, el leninismo y el estalinismo no lograron, estaremos en condiciones de lograrlo”.

Así, mientras Hitler perdió la guerra y el “nazismo” cayó en desgracia, el socialismo y su filosofía, el neomarxismo cultural, fueron ganando más y más terreno, hasta que ahora se nos ha hecho evidente que nuestra lucha es contra ese pensamiento hegemónico y que de esa misma plataforma saldrá el Anticristo, ya muy próximo. ¿Realmente perdió Hitler? Sí, en lo material, pero aquel que lo manejaba por detrás, no; las condiciones de la posguerra sentaron las bases para que el estado controlador y omnipresente (el estado socialista) comenzara a establecerse y a ganar autoridad por sobre las libertades individuales y, su principal objetivo, por sobre el modelo de Dios.

Volvamos a leer unos pasajes del Nuevo Testamento que parecen no tener nada que ver con estos dos ejemplos anteriores:

1 Corintios 10:12 RVC
12 Así que, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer.

Gálatas 6:1 RVC
1 Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado.

Habiendo obtenido una gran victoria en un área, fácilmente el Enemigo puede infligirnos una gran derrota en “otra” área, que en realidad resultó ser el objetivo oculto de la batalla que aparentemente ganamos. Es un dicho bastante conocido que el momento más peligroso para un cristiano es luego de haber obtenido una gran victoria, porque allí el orgullo puede dejarlo vulnerable a una gran derrota.

Una cosa es la batalla tal como se nos presenta, otra, que puede ser muy distinta, es el contenido espiritual y más profundo de la misma; como individuos, iglesias o sociedades podemos obtener la victoria sobre lo “evidente”, pero se nos puede colar lo “oculto” muy fácilmente. Los ejemplos históricos son demasiado evidentes y demasiado terribles como para que nos descuidemos en esa área.

Por lo tanto, no debemos “meternos” tanto en la lucha que nos olvidemos del Señor Todopoderoso, Quien está por encima de cualquier enemigo y El que permite la lucha para fortalecernos. Si la lucha se hace “nuestra”, habremos perdido por más que ganemos en lo material; si la lucha es de Él, ganaremos en la batalla espiritual y por consiguiente, en la material. ¡Que el Señor nos de sabiduría para entender todo esto!


Danilo Sorti


678. Son más altos, los siguen siendo y siempre lo serán


Isaías 55:8-9 RVC
8 El Señor ha dicho: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos.
9 Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes.

Hay verdades de la naturaleza de Dios que son propiamente fundamentales e inmutables, no cambian, no hay situación donde no se apliquen, siempre se han aplicado y jamás dejarán de hacerlo. Este concepto discurre a lo largo de toda la Biblia y es aceptado como algo fundamental, en nuestra civilización occidental, como algo “intuitivo”. De paso, digamos que este hecho teológico fue el que permitió hace varios siglos el surgimiento de la ciencia con su pretensión de encontrar las leyes inmutables que rigen el mundo, tal concepto no podía habérseles ocurrido a los paganos, tampoco al mundo oriental.

Ahora bien, una cosa es conocer y poder repetir estos conceptos claves y fundacionales, otra cosa muy distinta es aplicarlos en cada momento de nuestra vida. ¿En CADA momento? Sí, porque si son principios eternos, no hay momento de nuestras vidas, tanto en la Tierra como en el Cielo y por la eternidad en que no se apliquen. Sin embargo, la “práctica” diaria nos sugiere que tal cosa no suele ocurrir…

Uno de esos principios inmutables es que la mente de Dios está muy por encima de la nuestra y siempre lo estará. Bien, esa es la afirmación, pero la sabiduría consiste no en repetir afirmaciones de memoria sino en obtener consecuencias y aplicaciones de ellas.

Las aplicaciones y conclusiones que podemos sacar de estos dos versículos, al tiempo presente, nos servirían para escribir una biblioteca completa, Y NO EXAGERO EN LO MÁS MÍNIMO. Así que veamos una partecita muy pequeña de ella, pero muy importante para nosotros.

¿Cómo oramos? ¿Qué pedimos cuando oramos y por qué a veces no obtenemos respuesta? Diría que siempre o casi siempre, cuando buscamos una respuesta en oración tenemos ya un repertorio de soluciones posibles, y a veces, “fuertemente posibles”. Cuando se trata de algo que haremos o no, que esperaremos o no, es casi inevitable que tengamos las opciones: “A”, “B” y “C”, y la respuesta que esperamos deba encajar necesariamente en alguna de ellas. Pero sucede que la respuesta no llega y el cielo permanece “de hierro”.

Por supuesto que puede haber unas cuantas situaciones que nos “cierren” los cielos, pero si en nuestro interior las respuestas posibles ya están encasilladas y Dios tiene la opción “D”, que resulta estar ABSOLUTAMENTE FUERA de nuestra consideración, estamos en un problema…

Podremos pasar años así, orando sin obtener una respuesta definitiva, porque en nuestra mente “no entra” la opción “D”. El problema en ese caso no es teológico, sino más bien se trata de heridas profundas, escondidas, que nos impiden escuchar una respuesta determinada. Como sea, cuando estamos “en medio” de la oración no contestada, es difícil que nos demos cuenta del bloqueo emocional en cuestión, pero podemos asumir que “algo está pasando”, aunque todavía no entendamos bien que. Y entonces podemos hacer algunos cambios en nuestras oraciones para que dichos bloqueos nos sean finalmente revelados.

 Y es que los pensamientos de Dios, Sus planes y diseños, SON MÁS ALTOS y siempre lo serán. Por ello, no importa cuántos años tengamos de cristianos, si es que queremos más de Dios inevitablemente nos encontraremos con estos aparentes “callejones sin salida”, porque inevitablemente habrá planes y diseños más altos, no imaginados, con los que tendremos que enfrentarnos.

“Más altos” no quiere decir “lo mismo pero más grande”, quiere decir mucho más, algo distinto, a veces completamente distinto, no imaginado, un camino por el que nunca habremos transitado hasta ese momento. Por lo tanto, un excelente aprendizaje consiste en no tener un menú de opciones fijas como respuestas posibles a nuestras oraciones, sino mantenernos abiertos a lo nuevo, lo nunca pensado.


Danilo Sorti


677. Santiago: la pobreza y la riqueza – XVIII, la lengua: fuente de verdadera riqueza o de verdadera pobreza


Santiago 3:1 RVC
1 Hermanos míos, no se convierta la mayoría de ustedes en maestros. Bien saben que el juicio que recibiremos será mayor.

Santiago puede leerse de muchas formas, en esta serie de artículos decidí enfocar principalmente en el tema de la riqueza y la pobreza, tanto a nivel espiritual como material. A primera vista puede parecer que la carta hace una exaltación a la pobreza, pero eso no es cierto. Santiago está preocupado por una espiritualidad práctica y por la justicia social, “uniendo” así uno de los énfasis principales del Antiguo Testamento con el Nuevo (que al momento de redactarse la carta recién se empezaba a escribir). Pero al trabajar el tema de la justicia social y las relaciones entre sectores socioeconómicos (en una época donde había una fuerte separación entre ricos y pobres, y el abuso de los primeros era muy notorio) también nos está dando las claves de la riqueza espiritual, nos enseña cómo mantener genuinamente las materiales y cómo traer transformación social para que los pobres dejen de serlo.

Este versículo parece un poco “fuera de lugar” si es que tomamos ese hilo conductor para todo el libro, pero en realidad no: de nuestra boca depende mucho de lo que nos pasa en la vida, no solo en relación con los hombres sino también con Dios. Es más, aquí se trata principalmente la relación con Dios y no con los hombres.

Todo Santiago tiene muchas reminiscencias directas de las palabras de Jesús:

Mateo 5:19 RVC
19 De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos.

Y estos mandamientos a enseñar están en relación directa con la Ley y sus énfasis:

Mateo 5:17-18 RVC
17 »No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
18 Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

Esto nos lleva a otro tema que es la relación entre las palabras del Antiguo Pacto y la revelación del Nuevo, que debe ser de desarrollo y perfeccionamiento, no de “sepultamiento” y olvido, como suele pasar.

Estos mandamientos “más pequeños” son, obviamente, los menos llamativos, los menos famosos, y se me ocurre que cada época histórica y cada lugar tiene sus propios “mandamientos pequeños”. Los énfasis suelen cambiar, entre tiempos y entre iglesias, y eso implica que se sobrevaloran algunos y se “olvidan” otros.

Santiago nos llama a ser cuidadosos en lo que enseñamos, pero más que nada, a no “hacernos maestros”. Si esto lo relacionamos con la enseñanza sobre dones espirituales, que Pablo escribirá algunos años después, nos queda claro que nadie que no tenga el don espiritual de maestro debería pretender serlo, porque inevitablemente va a cometer muchos más errores que el que lo tiene.

Ahora bien, el que tiene el don no necesariamente será perfecto, aún más, también puede desviarse de la verdad, pero en principio tendrá una enseñanza más ordenada y completa.

Ser maestro implica una mayor responsabilidad. En un sentido general podríamos entender la palabra “maestro” aquí no únicamente en relación con el don de enseñanza sino en relación con cualquier función que implique exposición pública y transmisión de la verdad bíblica. Vale lo mismo: no debería ser hecha sin el don y sin el llamado específico. Y cualquiera que esté allí debe saber que se le va a pedir más que al que simplemente escucha.

De ahí que grandes problemas puedan venir sobre los siervos de Dios: el Señor tiene que corregir cualquier pequeño desvío porque ese se multiplicará. Mientras más grande sea la capacidad de influir, mayor es la responsabilidad. Dios estará mucho más atento a lo que decimos y hacemos.

Esto puede servir para explicar por qué, si hemos sido llamados al ministerio, tenemos que pasar por pruebas más duras y parece que “no se nos perdona una”: hay una responsabilidad mucho mayor. No debemos desanimarnos por esa dificultad extra que tenemos, sino aprovecharla para crecer.

Cuando Santiago escribía esto, tenía bien en mente las palabras del profeta:

Daniel 12:3 RVC
3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que instruyen a muchos en la justicia serán como las estrellas por toda la eternidad.

La recompensa de los que han pasado por las pruebas extras que le corresponden a cualquiera que lidere o enseñe es mayor, y por toda la eternidad. Por eso, aquí se nos exige más.


Danilo Sorti


676. La lucha por la historia


El “revisionismo histórico” es una corriente dentro del campo de la historia dedicada a “revisar” los supuestos e ideas fundamentales de la historia “tradicional”. En el fondo, no es más que la vertiente historiográfica del marxismo cultural, de los que el filósofo Paul Ricoeur llamó “maestros de la sospecha” (Marx, Nietzsche y Freud) porque enseñaron a la sociedad occidental a “sospechar” de todo lo que habían aceptado como cierto y evidente… claro, con la poco escondida intención de posicionar sus propios sistemas de pensamiento.

Con este antecedente casi no necesitaríamos hablar más del “revisionismo histórico”, excepto decir que la historia, desde sus mismos orígenes como ciencia, es revisionista, ¡de eso se trata el quehacer del historiador! La intención oculta (más o menos) de dicha corriente es construir una historia que le sea afín, para tener un fundamento más sólido con el cual defender sus postulados (totalmente satánicos) en el presente. Por supuesto, no quiero defender a la “historia tradicional” (habría que ver qué es “tradicional”, por cierto) pero es innegable que buena parte de la atracción del “revisionismo” es la visión “progresista”, mito urbano actual según el cual todo lo pasado o “tradicional” es anticuado, erróneo y atrasado…

Bueno, estamos de acuerdo, ¿qué tiene que ver esto con la Palabra de Dios? El primer revisionista fue, ni más ni menos, que el mismo Satanás:

Génesis 3:1 RVC
1 La serpiente era el animal más astuto de todos los que Dios el Señor había creado. Así que le dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha dicho a ustedes que no coman de ningún árbol del huerto?»

Haciendo exactamente lo mismo que hacen unos cuantos revisionistas marxistas actuales: pone en duda los hechos, pero más que nada, la “interpretación” de los mismos. Aquí es evidente que se trata de una interpretación mentirosa presentada en formato de duda (tal como los “maestros de la duda”… ¿quién les habrá enseñado?...), pero en el presente el engaño puede no resultar tan evidente y se hace necesario conocer bastante más para descubrirlo.

¿Es el único caso de “revisionismo histórico” que tenemos en la Biblia? No, si fuéramos detallistas encontraríamos muchos; dado que la Biblia es un libro principalmente de historia (porque Dios se ha manifestado en la historia, no “en abstracto” es lógico que Satanás haya estado siempre muy preocupado en atacar esa misma historia), pero hay uno bien evidente:

Jueces 11:12-13 RVC
12 Luego, envió un mensaje al rey de los amonitas, en que le decía: «¿Qué tienes tú contra mí? ¿Por qué quieres atacar mi tierra?»
13 Al mensaje de Jefté, el rey respondió: «Cuando Israel vino de Egipto, se adueñó de mi tierra, que va desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán. Eso es lo que peleo. Devuélveme esa tierra, y viviremos en paz.»

¿Esto era verdad? Veamos…

Deuteronomio 2:9 RVC
9 »El Señor me dijo: “No molestes a Moab, ni trabes combate con ellos, porque no voy a darte posesión de su tierra. A los hijos de Lot les he dado Ar en propiedad.

Y hay algo más:

Deuteronomio 2:4-5 RVC
4 Ordena al pueblo lo siguiente: ‘Cuando ustedes pasen por el territorio de sus hermanos, es decir, los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos van a tener miedo de ustedes. Pero tengan mucho cuidado.
5 No se metan con ellos, porque yo no les voy a dar de su tierra ni siquiera lo que alcancen a cubrir con un pie. A Esaú le he dado en propiedad el monte de Seir.

Deuteronomio 2:19 RVC
19 Cuando ya estés cerca de los hijos de Amón, no los molestes ni trabes combate con ellos; porque no voy a darte en posesión su territorio. Esa tierra se la he dado en propiedad a los hijos de Lot.

Lo mismo debía ocurrir con Jesbón, aunque su rey reaccionó de mala manera:

Deuteronomio 2:26-28 RVC
26 »Desde el desierto de Cademot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, para que en son de paz le dijeran:
27 “Voy a pasar por tu tierra. Iré por el camino principal, sin apartarme ni a diestra ni a siniestra.
28 La comida que yo coma, me la venderás a cambio de dinero, y también me venderás el agua que yo beba. Sólo pasaré a pie,

Dios había sido muy preciso respecto de qué pueblos debía destruir Israel y cuáles no:

Éxodo 23:23 RVC
23 »Sí, mi ángel te precederá y te llevará a la tierra de los amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, jivitas y jebuseos, a los que voy a destruir.

Esos pueblos ya eran irredimibles, mientras que Edom, Moab, Amón, a pesar de ser profundamente idólatras y decididamente “no buenos”, tenían todavía algunas cosas redimibles en sus culturas.

Como sea, un hecho tan “traumático” para toda la región como el avance de los israelitas y la conquista de todos esos territorios, precedida por milagros espectaculares, no podía pasar desapercibida ni ser borrada del registro histórico de los pueblos de la región… se supone… Pero, evidentemente, el rey de los amonitas era un “revisionista histórico”.

Cuando uno de esos reyes salía a pelear no deberíamos suponer que todo el pueblo obedecería como ovejas descerebradas, necesariamente tenía que construir un conflicto creíble, una “injusticia histórica” y una arenga convincente. Tenía que haber un trasfondo de mentira histórica para hacer aparecer a Israel como el invasor de su pueblo, y ese postulado debía haber tenido el suficiente tiempo y la suficiente credibilidad como para motivar al ejército.

Veamos el “revisionismo” del rey de Moab:

Israel había sido un pueblo conquistador, por lo tanto, el calificativo “conquistador” había llegado a aplicarse por derecho propio a esa gente. Si era “conquistador”, entonces podía resultar muy convincente suponer que entre esas conquistas había sido afectado el propio territorio. El error principal fue olvidar una parte importante de la historia, pero el segundo consistía en generalizar lo que era particular: Israel había conquistado ciertos pueblos pero había respetado cuidadosamente  a otros. Y eso nos lleva al otro punto: Israel había tenido mucho cuidado en no tocar a ciertos pueblos, lo que sería su “aspecto positivo” a la vista de los pobladores de la región, pero eso fue prolijamente olvidado.

“Mi tierra” dijo el rey de Moab, pero nunca lo había sido. Se asume una “herencia histórica” que nunca existió, ¿qué evidencias se muestran para eso? La “agresividad conquistadora” de Israel hace creíble la otra parte de “mi tierra perdida”, en realidad, son dos conceptos que se interrelacionan y refuerzan mutuamente: cada uno hace más creíble al otro, un verdadero círculo vicioso. Todo esto se arraiga en sentimientos nacionalistas, odio hacia el “invasor”, olvido de la historia, pereza para buscar evidencias y aceptación de la mentira histórica presentada por una figura de autoridad.

El argumento, según leemos en el versículo 13, está rematado con un reclamo de justicia. En principio es “lógico” en ese contexto, pero si ese reclamo se une a la argumentación “hacia adentro” de la comunidad, sirve para tocar las emociones y reforzar la credibilidad del mensaje, sin agregar información nueva.

Una supuesta injusticia histórica sobre derechos que nunca existieron hacia un pueblo cuyos antecedentes hacían creíble el asunto. Veamos la respuesta:

Jueces 11:15-27 RVC
15 y le dijo: «Yo, Jefté, te digo: Israel no se adueñó de la tierra de Moab, ni de la tierra de los amonitas.
16 Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto y cruzó el desierto hasta el Mar Rojo, llegó a Cades.
17 Entonces el pueblo de Israel envió mensajeros al rey de Edom, y le pidió permiso para pasar por su territorio; pero el rey de Edom no los escuchó. También pidió permiso al rey de Moab, pero él tampoco les permitió pasar, así que Israel se quedó en Cades.
18 Después, anduvo por el desierto y rodeó las tierras de Edom y de Moab por el oriente, y luego acampó al otro lado del río Arnón, pero no entró en territorio de Moab, pues en Arnón empezaba su territorio.
19 Además, Israel envió mensajeros a Sijón, el rey de los amorreos y de Jesbón, y le dijo: “Te ruego que me dejes pasar por tu territorio, para llegar a mi destino.”
20 Pero a Sijón no le inspiró confianza Israel, y tampoco lo dejó pasar por su territorio, sino que reunió a su ejército, acampó en Yahás, y peleó contra Israel.
21 Pero el Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a todo su ejército en manos del pueblo de Israel, y éstos se apoderaron de toda la tierra de los amorreos.
22 Tomaron también el territorio de los amorreos, desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
23 ¿Y ahora tú pretendes apoderarte de ese territorio?
24 Si tu dios Quemos te diera algo, ¿no sería tuyo? De igual manera, todo lo que el Señor nuestro Dios nos entregó, nos pertenece.
25 ¿En qué eres mejor que Balac hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Tuvo algún problema contra Israel, para que le hiciera la guerra?
26 Durante trescientos años Israel ha habitado en Jesbón y Aroer y en todas las ciudades del territorio de Arnón. ¿Por qué nunca antes han reclamado esa tierra?
27 De modo que yo no he pecado contra ti, pero tú sí haces mal al querer pelear contra mí. Que el Señor, que es el Juez, juzgue entre los israelitas y los amonitas.»

Mientras la acusación del rey de Moab lleva 15 palabras, aunque en realidad el supuesto hecho histórico está relatado en 12, la respuesta de Jefté está relatada en 222. De todo el relato resulta claro que Jefté dejó mucho que desear como líder y más que nada en relación con su espiritualidad y verdadero conocimiento de Dios, pero aún en esa época de decadencia tan grande (si lo mejor que Dios podía usar para librar a Israel era Jefté, imaginemos como resultaría el resto…) no se había perdido (no completamente) la memoria histórica. Cualquier revisionismo histórico mentiroso muy probablemente sea breve en su fundamentación (aunque puede tener muchas palabras y argumentos de relleno, que no aportan información nueva al hecho) porque si “escarbara un poco más” se encontraría con la verdad que no quiere mostrar.

Digamos que la gente sinceramente engañada con el revisionismo histórico se ha conformado con unos pocos argumentos (mejor dicho, con la interpretación de unos pocos argumentos) que para ellos resultaron “fundantes” y en base a las conclusiones que obtuvieron de ellos interpretan rígidamente (es decir, sin posibilidad de que nueva información haga cambiar de opinión) el resto de los datos.

Podemos seguir hablando mucho más, pero basta esto para presentar el tema: tal como hizo en el Edén y como siguió haciendo a lo largo de la historia, Satanás hoy continúa tergiversando la historia (solo que de forma mucho más sofisticada, pero nunca “perfecta”) a fin de obtener el fundamento que necesita para su propio provecho.

Las líneas políticas, especialmente las populistas, pero en realidad, cualquiera, necesitan hoy día esa “fundamentación histórica” que les dé razón de ser. Cada vez más la manipulación social a través de la historia mentirosa se  ha vuelto necesaria debido al “consenso democrático” que existe en nuestras sociedades. El progresismo, profundamente inmoral y antieclesiástico, es el primero que miente sobre la historia, y basta escarbar un poco para encontrar sus errores.

Si los cristianos creemos estas falacias, que muchas veces parecen “inocentes”, en realidad estaremos creyendo mentira, permitiendo que sean establecidas fortalezas de mentira en nuestra mente a partir de las cuales Satanás podrá luego obstaculizar la verdad y multiplicar la mentira.

Por ejemplo, se ha puesto de moda ahora presentar las torturas más atroces atribuidas a la Inquisición. Por cierto que no fueron “tiernos angelitos” ni mucho menos, pero también mucho de lo que se dice es erróneo: los estados seculares eran mucho peores, y las iglesias protestantes no se quedaron atrás, para nada. El objetivo de esta mentira es combatir contra la iglesia católica, porque es la más “fácil” de atacar, luego siguen las evangélicas, ¡cuántas veces hemos repetido estos clichés sin chequear la exactitud de los mismos!

Otro ejemplo es atribuir una serie de mejoras sociales a cierta línea política, cuando en realidad tuvieron otro origen histórico. Con esto se construye una imagen idealizada y se consiguen votos.

En argentina tenemos un serio problema en relación con la última dictadura militar, y esa fortaleza ha llegado a ser tan fuerte que cualquier que se atreva a cuestionar los supuestos que estableció la izquierda hace tres décadas ya es condenado al ostracismo.

De nuevo, ¿qué tiene que ver esto con los cristianos? Sencillamente que si aceptamos las mentiras históricas estaremos avalando con nuestro voto, nuestras acciones o nuestro silencio a sistemas políticos y sociales más corruptos de los que Dios estaría dispuesto a permitir. Eso, mis queridos hermanos, es PECADO, porque estaremos permitiendo una injusticia mayor de la que podría haber. Todo el mundo está bajo el Maligno, PERO NO SE SUPONE QUE TODO DEBA SER LO PEOR POSIBLE. Y, les recuerdo, que “pecado” no solo es lo que hago o dejo de hacer yo, sino también lo que permito o dejo de permitir.

Además de eso, todas esas fortalezas generan “amores y odios” que distraen buena parte de nuestra atención del enfoque en Cristo. Tan sencillo como eso, “distraer” y tan terrible.

Desde los orígenes ha habido una “guerra por la historia” hoy no lo es menos, pero hoy contamos con muchas más herramientas para conocer la verdad si la buscamos en Dios, ¿estaremos dispuestos a eso?


Danilo Sorti