Hay una promesa que se repite varias veces en
los Evangelios y que no suele entenderse bien: ¿cómo es posible que, en un
sentido de justicia divina, Dios le dé al que tiene más y le quite al que tiene
menos? ¿Es Dios injusto? Se ha vuelto costumbre hoy en el ámbito secular decir
esto último, y hasta los cristianos dudan, pero veamos los contextos de estas
promesas y cómo un texto descontextualizado se vuelve “mentiroso”:
Mateo 13:10-13 RVC
10 Los discípulos se acercaron y le
preguntaron: «¿Por qué les hablas por parábolas?»
11 Él les respondió: «Porque a ustedes se les
concede entender el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no.
12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará,
y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque
viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Aparentemente hay un favoritismo
inexplicable, excepto por el hecho de que Jesús expresamente había elegido a
los 12 de entre el resto, por su consagración y por su llamado particular. Sin
embargo, el resto del pasaje explica esta aparente injusticia:
Mateo 13:14-17 RVC
14 De manera que en ellos se cumple la
profecía de Isaías, que dijo: “Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán;
y verán con sus ojos, pero no percibirán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha
endurecido; con dificultad oyen con los oídos, y han cerrado sus ojos; no sea
que con sus ojos vean, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan Y se
vuelvan a mí, Y yo los sane.”
16 Pero dichosos los ojos de ustedes, porque
ven; y los oídos de ustedes, porque oyen.
17 Porque de cierto les digo, que muchos
profetas y hombres justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y
oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
La clave está en el versículo 15:
·
Corazón endurecido hacia el amor manifestado a través de Dios Hijo
·
Oídos tapados a la suave voz de Dios Espíritu
·
Ojos cerrados a los hechos de Dios Padre
Es decir, esta gente, al igual que sus
antepasados de la época de Isaías, habían decidido rechazar el testimonio del
Trino Dios, y por ello, Él ya había dictado juicio y de ninguna forma habrían
de entender. Notemos, sin embargo, que las palabras que escuchaba esta gente y
que les estaban veladas, eran exactamente las mismas que escuchaban los
discípulos. Ellos contaban con una explicación aparte, pero más que eso, se
trataba de una cuestión espiritual: las palabras espirituales parecen una
locura total, no pueden penetrar más allá del sentido literal y cuando tratan
de hacerlo no encuentran las metáforas adecuadas: su comprensión ha sido
cerrada porque solamente el Espíritu puede abrirla.
Pero también hay una cuestión de tiempo y
oportunidad: “Porque de cierto les digo, que muchos profetas y hombres justos
desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y
no lo oyeron.”
Entonces, al que tiene revelación espiritual
porque ha decidido abrir su corazón, sus oídos y sus ojos, es decir,
abrirse por completo al testimonio del
Trino Dios, se le dará más revelación y
entenderá mucho más. Pero al que no la tiene porque ha decidido cerrarse, se le
quitará aún la poca que todavía conserva. En estos casos, lo que ocurre es que
las personas deciden sólo aceptar una parte de la revelación, es decir, no
aceptan a Dios con todo lo que Él tiene para decir; guste o no, se entienda o
no. Entender los misterios del Reino de los Cielos es tener las puertas
abiertas para vivir en el Reino y traerlo a la Tierra, no es para nada un
asunto menor, es la puerta de entrada a los bienes venideros.
Aunque Mateo registra discursos anteriores de
Jesús pronunciados en lenguaje figurado, las parábolas propiamente comienzan a
partir de aquí, y constituyen las enseñanzas claves del Reino, no para todos.
Mateo 25:28-29 RVC
28 Así que, ¡quítenle esas mil monedas y
dénselas al que tiene diez mil!”
29 Porque al que tiene se le dará, y tendrá
más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
De nuevo, estos dos versículos parecerían en
extremo injustos si no leemos el contexto.
Mateo 25:14-18 RVC
14 »Porque el reino de los cielos es como un
hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno le dio cinco mil monedas de plata; a
otro, dos mil; y a otro, mil, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se
marchó.
16 El que había recibido cinco mil monedas
negoció con ellas, y ganó otras cinco mil.
17 Asimismo, el que había recibido dos mil,
ganó también otras dos mil.
18 Pero el que había recibido mil hizo un
hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Podemos dar varias interpretaciones a qué
cosa sean las “monedas de plata”, en el contexto más general podemos considerar
que se refiere a la venida de Cristo y el fin de esta era, y la recompensa
consiste en responsabilidades y privilegios de ese Reino venidero. Pero es
posible hacer una interpretación más cercana y reducida en el tiempo, por lo
que puede aplicarse a períodos de la vida del creyente, en los cuales recibe
determinados dones, recursos o posibilidades, y según su fidelidad, recibirá la
recompensa o no en un próximo período de tiempo.
No a todos se les da lo mismo y la razón es
la capacidad individual, pero a todos se les da algo, y de todos se espera
algo. Mil monedas de plata equivaldrían al sueldo básico de 3 años y 2 meses,
dos mil a 6 años y 4 meses, cinco mil a quince años y 10 meses. No era poco
dinero.
Mateo 25:19-29 RVC
19 Mucho tiempo después, el señor de aquellos
siervos volvió y arregló cuentas con ellos.
20 El que había recibido las cinco mil
monedas se presentó, le entregó otras cinco mil, y dijo: “Señor, tú me
entregaste cinco mil monedas, y con ellas he ganado otras cinco mil; aquí las
tienes.”
21 Y su señor le dijo: “Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu
señor.”
22 El que había recibido las dos mil monedas
dijo: “Señor, tú me entregaste dos mil monedas, y con ellas he ganado otras dos
mil; aquí las tienes.”
23 Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y
fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu
señor.”
24 Pero el que había recibido mil monedas
llegó y dijo: “Señor, yo sabía que tú eres un hombre duro, que siegas donde no
sembraste y recoges lo que no esparciste.
25 Así que tuve miedo y escondí tu dinero en
la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.”
26 Su señor le respondió: “Siervo malo y
negligente, si sabías que yo siego donde no sembré, y que recojo donde no
esparcí,
27 debías haber dado mi dinero a los
banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío más los intereses.
28 Así que, ¡quítenle esas mil monedas y
dénselas al que tiene diez mil!”
29 Porque al que tiene se le dará, y tendrá
más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
La recompensa fue en función de la fidelidad
y aquí no se indica cuál sea el “monto” de dicha recompensa sino que es la
misma para todos: “el gozo de tu señor”. No importaba cuánto había recibido y
cuánto había generado en consecuencia, tenía acceso a todo el reino, todos los
bienes y la dicha de su señor, lo mismo que el señor había recibido estaba a su
disposición.
Se requirió fe de los siervos, fidelidad,
esfuerzo y aplicar la capacidad que tenían, ni más que eso ni menos que eso.
Ninguno recibió algo más grande de lo que podía administrar.
Conocemos la historia del siervo malo: su
capacidad era poca por lo que se le dio poco, pero la respuesta nos da la pauta
de que esa “poca capacidad” tenía que ver más bien con la disposición de su
corazón. Se le exigió lo mínimo, pero no pudo hacerlo. A pesar de tener trato
con su señor durante tanto tiempo como para ser de su confianza (por eso había
recibido ese dinero), no lo conoció de verdad y llegó a pensar puras mentiras:
·
“tú eres un hombre duro”, pero sin embargo estaba compartiendo todo lo que
había recibido con sus siervos, y había confiado aún en él, que evidentemente
no lo merecía tanto.
·
“siegas donde no sembraste”, ¿pero acaso no había “sembrado” en ellos fe y
recursos?
·
“recoges lo que no esparciste”, la idea puede estar relacionada con pretender
recibir sin haber dado con generosidad, pero, de nuevo, el monto de dinero
entregado contradice esta expresión.
Como consecuencia, se formó una imagen
distorsionada de su señor, precisamente, de alguien injusto:
·
“tuve miedo”: se construye una imagen terrible y teme a esa imagen
·
“escondí tu dinero en la tierra”: oculta sus capacidades y recursos porque
piensa que al usarlos pasará algo terrible, presupone que fracasará
·
“Aquí tienes lo que es tuyo”: le devuelve la carga “imposible de soportar”
que “injustamente” le había puesto encima.
¡Oh casualidad! Aquí tenemos al “Dios
injusto” que se ha construido el mundo incrédulo de hoy.
Pero su señor hace un análisis de él:
·
“malo”: degenerado en su carácter, esencialmente malo, no
circunstancialmente.
·
“negligente”: ocioso, vago, irresponsable.
·
“si sabías…”: la respuesta consiste en las mismas palabras, erróneas, que
usó el siervo, pero aún si ellas hubieran reflejado la verdad, aunque más no
fuera por temor debió haber hecho lo mínimo, y es irónico que el “terrible amo”
solo le exigiera lo más sencillo.
El resultado es que lo poco que tiene se le
quita y se le da al que había demostrado fidelidad y capacidad para administrar
una gran cantidad de recursos. Y el siervo malo no solamente pierde sus
recursos, sino que también pierde la presencia de su señor:
Mateo 25:30 RVC
30 En cuanto al siervo inútil, ¡échenlo en
las tinieblas de afuera! Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Este pasaje se refiere al arrebatamiento y a
los cristianos infieles que pasarán la tribulación. Pero en un sentido más
general indica el momento en que, habiendo sido desechados, somos arrojados a
un tiempo de tribulación… para que seamos perfeccionados, porque el amor del
Señor llega incluso más allá de nuestros errores. ¡Gloria al que vive por
siempre!
Marcos 4:21-25 RVC
21 También les dijo: «¿Acaso la luz se
enciende para ponerla debajo de un cajón, o debajo de la cama? Al contrario,
¡se enciende para ponerla en el candelero!
22 Porque no hay nada oculto que no llegue a
manifestarse, ni hay nada escondido que no salga a la luz.
23 Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.»
24 También les dijo: «Fíjense bien en lo que
oyen, porque con la medida con que ustedes midan a otros, serán medidos, y
hasta más se les añadirá.
25 Porque al que tiene, se le dará; y al que
no tiene, hasta lo poco que tiene se le arrebatará.»
Este pasaje es paralelo al de Mateo 13,
aunque el énfasis es un poco distinto. La sentencia de Isaías se transforma en
una advertencia: “fíjense bien en lo que oyen”, es decir, cuiden qué palabras
alimentan su espíritu, a qué prestan atención, y por sobre todo, cuiden qué
hacen con esas palabras y cómo las aplican a otros. Conforme usemos la gracia
dada hacia otros, recibiremos mayor gracia, y viceversa. Notemos que en los
versículos anteriores se habla de la “luz encendida”, la luz que ilumina a los
hombres, imagen muy fácil de entender incluso para los paganos que podían ser
destinatarios de este Evangelio, la “luz del conocimiento” era un tema
recurrente en los filósofos.
Entonces, el que tiene muy poco, lo perderá
porque le será quitado, no podrá retener lo poco que quiso tener por haber
desechado lo mucho que Dios le quiso dar.
Lucas 8:16-18 RVC
16 »Nadie que enciende una luz la cubre con
un cajón, ni la coloca debajo de la cama. Más bien, la pone en un candelero
para que los que entren vean la luz.
17 Porque no hay nada oculto que no llegue a
manifestarse, ni hay nada escondido que no haya de ser conocido y de salir a la
luz.
18 Escúchenme bien: a todo el que tiene, se
le dará; y al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará.»
Lucas retoma estas palabras casi
textualmente, pero le da otro énfasis: “lo que cree tener”, es decir, que el
que tiene “poco” en realidad “no tiene”. Pero el énfasis aquí termina siendo
positivo, por lo menos deja de estar engañado, estaba viviendo “cómo cristiano”
pero no lo era, por eso Dios permite que las “costumbres cristianas” y su
“autoimagen” engañosa le sean quitadas, para que se descubra desnudo y pecador.
Por más doloroso que sea, puede ser el camino a la restauración.
En otro pasaje vuelve sobre la misma idea:
Lucas 16:10-13 RVC
10 »El que es confiable en lo poco, también
lo es en lo mucho; y el que no es confiable en lo poco, tampoco lo es en lo
mucho.
11 Porque si en el manejo de las riquezas
injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero?
12 Y si con lo ajeno no resultan confiables,
¿quién les dará lo que les pertenece?
13 Ningún siervo puede servir a dos señores,
porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y
menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las
riquezas.»
Entonces, el principio no se está refiriendo
exactamente a la salvación o al destino eterno sino más bien al servicio y a la
posición dentro del Reino, tanto en esta vida como la venidera, y la lógica que
tiene es muy simple y poderosa: sin fidelidad en manejar los recursos que se
tiene en un momento no se pueden recibir mayores. Y esa falta de fidelidad en
realidad significa un cambio de “señor” en el corazón.
Lucas vuelve sobre el mismo concepto:
Lucas 19:11-26 RVC
11 Al escuchar la gente estas cosas, Jesús
les contó una parábola, pues ya estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba
que el reino de Dios estaba por manifestarse.
12 Jesús les dijo: «Un hombre de alto rango
se fue a un país lejano, para recibir un reino y luego volver.
13 Antes de partir, llamó a diez de sus
siervos, les dio una buena cantidad de dinero, y les dijo: “Hagan negocio con
este dinero, hasta que yo vuelva.”
14 Pero sus conciudadanos lo odiaban, y
enviaron tras él unos representantes para que dijeran: “No queremos que éste
reine sobre nosotros.”
15 Cuando ese hombre volvió, después de
recibir el reino, hizo comparecer ante él a los siervos a quienes había dado el
dinero, para saber qué negocios había hecho cada uno.
16 Cuando llegó el primero, dijo: “Señor, tu
dinero ha producido diez veces más”.
17 Aquel hombre dijo: “¡Bien hecho! Eres un
buen siervo. Puesto que en lo poco has sido fiel, vas a gobernar diez
ciudades.”
18 Otro más llegó y le dijo: “Señor, tu
dinero ha producido cinco veces más.”
19 Y también a éste le dijo: “Tú vas a
gobernar cinco ciudades.”
20 Llegó otro más, y le dijo: “Señor, aquí
tienes tu dinero. Lo he tenido envuelto en un pañuelo,
21 pues tuve miedo de ti, porque sé que eres
un hombre duro, que tomas lo que no pusiste, y recoges lo que no sembraste.”
22 Entonces aquel hombre le dijo: “¡Mal
siervo! Por tus propias palabras voy a juzgarte. Si sabías que soy un hombre
duro, que tomo lo que no puse, y que recojo lo que no sembré,
23 ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?
Así, ¡a mi regreso lo habría recibido con los intereses!”
24 Y dijo entonces a los que estaban
presentes: “¡Quítenle el dinero, y dénselo al que ganó diez veces más!”
25 Pero ellos objetaron: “Señor, ése ya tiene
mucho dinero.”
26 Y aquel hombre dijo: “Pues al que tiene,
se le da más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quita.
El significado es similar al pasaje de Mateo,
pero la recompensa aquí consiste en autoridad, también conforme a su fidelidad
y capacidad, en el texto se presupone que a cada uno se le da la misma
cantidad, y que el destino que tendrá cada siervo en el nuevo kairos dependería
de su fidelidad, que debería demostrarse en “resultados”.
De nuevo aparece el siervo negligente, aunque
esta vez no entierra su dinero sino que lo esconde en un trapo. Y de nuevo
pierde lo poco que “tenía”, que de hecho tampoco era suyo sino de su señor.
El principio está claro: hay una promesa para
los que son fieles, para los que administran bien los dones, recursos, talentos
y oportunidades que han recibido: estas se multiplicarán llegado el momento. Y
eso ocurre cuando el Señor “visita” a Sus siervos y hace cuentas con ellos. Lo
contrario también es cierto: lo que tenemos puede sernos quitado.
Es difícil aceptar esta realidad debido a
nuestra naturaleza humana (nuestro orgullo) y porque no son temas populares en
este tiempo, ¿a quién le gusta ser humillado? ¿quién acepta la humillación que
viene de Dios con humildad? Ni siquiera reconocemos que tal cosa pueda venir
del Señor y nos pasamos el tiempo luchando contra principados, potestades,
espíritus territoriales, lugartenientes de Satanás, ángeles caídos, híbridos,
brujos, demonios y decorbatas también… Cuando lo que sencillamente debiéramos
hacer es humillarnos, aceptar la reprensión y corregir nuestro rumbo.
Isaías es muy sincero al respecto:
Isaías 59:11 RVC
11 Todos nosotros gruñimos como osos, pero
nuestras quejas son gemidos de paloma; esperábamos justicia, y no la hay; ¡la
salvación se ha alejado de nosotros!
Pablo lo diría con otras palabras:
Gálatas 6:7 RVC
7 No se engañen. Dios no puede ser burlado.
Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará.
Llegado el momento, lo que hayamos cosechado
indicará qué hayamos sembrado.
Hay una nota de esperanza: finalmente todo es
para nuestro bien, si no hemos sido capaces de administrar lo que se nos dio,
no podemos recibir más, de hecho, nos acarrearía condenación si ocurriera.
Perder lo poco que hayamos logrado se vuelve una ducha fría de humildad muy
necesaria para corregir nuestro corazón.
Me gusta la forma gráfica en que lo expresó
Juan Bunyan en “El Peregrino”:
“Y emprendió su marcha; pero quisieron
acompañarlo hasta el pie del collado Discreción, Piedad, Caridad y Prudencia,
con quienes continuó por el camino los discursos que antes habían tenido. Llegados
a la cuesta, dijo:
CRIST. — Difícil me pareció la subida; pero
no debe ser menos peligrosa la bajada.
PRUD. — Así es; peligroso es, sin duda, para
un hombre descender al valle de Humillación, que es adónde vas ahora, y no
tener algún tropiezo; por eso hemos salido para acompañarte.
Luego comenzó a descender Cristiano con mucho
cuidado, pero no sin tropezar más de una vez.”
Nadie desciende al valle de la humillación
sin tropezar y sin dificultades, pero es una etapa inevitable en el camino de
Cristiano. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para poder atravesarlo
prontamente.
Danilo Sorti