domingo, 15 de abril de 2018

462. La necesidad del aguijón…


2 Corintios 12:1-10 RVC
1 En realidad, nada gano con vanagloriarme. Sin embargo, ahora voy a hablar de las visiones y de las revelaciones del Señor.
2 Sé de un hombre en Cristo, que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo (sólo Dios sabe si esto ocurrió físicamente o no),
3 y sé que ese hombre (sólo Dios sabe si esto ocurrió físicamente o no),
4 fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que a ningún hombre se le permite pronunciar.
5 De ese hombre puedo jactarme; pero de mí mismo, sólo me jactaré de mis debilidades.
6 Sin embargo, no sería insensato de mi parte el querer jactarme, porque estaría diciendo la verdad; pero prefiero no hacerlo, para que nadie piense de mí más de lo que ve u oye de mí.
7 Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca.
8 Tres veces le he rogado al Señor que me lo quite,
9 pero él me ha dicho: «Con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí.
10 Por eso, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en las afrentas, en las necesidades, en las persecuciones y en las angustias; porque mi debilidad es mi fuerza.


Cualquier manifestación grande del Señor sobre una persona conlleva un riesgo igualmente grande: el orgullo. Aquellos que tenemos unos cuantos años en el Evangelio y que hemos observado el desarrollo de diversos ministerios y liderazgos podemos dar cuenta de esa verdad, y no solo por haberla observado, sino también “vivido”.

Luego de Jesucristo, Pablo es la figura más notoria en todo el Nuevo Testamento y aquel que trajo los planos de la estructura de la Iglesia sobre el Fundamento que es Cristo. Recibió una de las revelaciones más grandes que tenemos en la Biblia y de hecho, recibió más de lo que escribió: “oyó palabras inefables que a ningún hombre se le permite pronunciar.” Además de eso, realizó milagros tremendos:

Hechos 19:11-12 RVC
11 Dios, por medio de Pablo, hacía milagros tan extraordinarios
12 que muchos le llevaban los paños o delantales de los enfermos, y las enfermedades desaparecían y la gente quedaba libre de espíritus malignos.

No era fácil mantenerse humilde en medio de todo eso: “Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca.”

Moisés es el otro ejemplo clásico; D. L. Moody dijo: “Moisés pasó 40 años creyendo que era alguien, 40 años aprendiendo que no era nadie, y luego 40 años viendo lo que Dios puede hacer con alguien que sabe que no es nadie”.

Pero Abraham lo fue antes que Él, y en realidad, Noé tampoco la tuvo fácil, ni José, ni David, ni tantos otros menos conocidos.

Algunos podrán decir que esto se aplica solo a “hombres imperfectos” o “especialmente pecadores”, lo cual no soluciona nada porque todos nosotros caemos dentro de esa categoría. Pero si pensamos que sólo debido a algún pecado especial los siervos de Dios son sometidos a tan “duro tratamiento”, se nos desarman los argumentos cuando leemos Hebreos:

Hebreos 2:9-10 RVC
9 Lo que sí vemos es que Jesús, que fue hecho un poco menor que los ángeles, está coronado de gloria y de honra, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su bondad, quiso que Jesús experimentara la muerte para el bien de todos.
10 Porque convenía que Dios, por quien todas las cosas existen y subsisten, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos, a fin de llevar muchos hijos a la gloria.

Hebreos 5:7-10 RVC
7 Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte, y fue escuchado por su temor reverente.
8 Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento;
9 y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen,
10 y Dios lo declaró sumo sacerdote, según el orden de Melquisedec.

Es decir, si incluso Jesucristo necesitó pasar a través de los sufrimientos, ¿qué nos queda a nosotros? Pues… ¡sufrimientos necesarios!

¿Esto es “debilidad”? O mejor dicho, ¿qué es “debilidad”?

Los sufrimientos y las carencias o necesidades que pasemos a nivel humano son “debilidad” precisamente a los ojos humanos, pero no ante Dios. Nos hacen “débiles” si estamos pensando que debemos tener recursos materiales o fuerzas humanas, pero nos hacen fuertes porque nos ayudan a ver cuáles son los verdaderos recursos que necesitamos.

Sí hermanos, es necesario que pasemos por pruebas y es necesario que, si el Señor nos ha llamado a algún servicio especial, seamos especialmente probados, y a veces durante todo el tiempo que dure nuestro servicio. ¿Eso significa que todavía somos imperfectos porque nos podríamos enorgullecer si no tuviéramos ese aguijón? ¡¡¡SÍÍÍ!!! ¿Acaso alguno pensó que “ya llegó” al nivel adecuado de santidad…?

2 Corintios 1:9-11 RVC
9 Pero la sentencia de muerte que pendía sobre nosotros fue para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;
10 y él nos libró, y nos libra, y aún tenemos la esperanza de que él seguirá librándonos de tal peligro de muerte,
11 si ustedes nos apoyan con sus oraciones por nosotros. Si muchos oran por nosotros, también serán muchos los que den gracias a Dios por el don concedido a nosotros por tantas oraciones.

La debilidad que tenemos, y seguiremos teniendo, no tiene que ver con “pecados ocultos” o “falta de fe” o falta de poder de Dios, sino que es la herramienta de Dios para que aprendamos a confiar en Él y conocerlo con mayor profundidad aún, para que así podamos ministrar más efectivamente. Incluso Jesucristo necesitó del apoyo de Sus discípulos en la hora crucial:

Mateo 26:38 DHH
38 Les dijo:
—Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos conmigo.

El aguijón es necesario para que el orgullo, Leviatán, no encuentre oportunidad en nosotros, a medida que Dios quiere manifestarse cada vez con más poder. Realmente he visto que el Señor tiene un gran problema con Sus siervos: si les envía aflicciones y problemas, se vuelven casi inútiles para la obra, llorando por los rincones y sintiéndose miserables. Si les da un poco de tranquilidad y éxito, se enorgullecen y se creen grandes personas. Y así tienen que estar oscilando fuertemente entre una victoria y una derrota, haciendo un poquito y siendo corregidos otro tanto. ¿Será esa nuestra realidad…?

¡Que el Señor quiera darnos la gracia para entender esto!

Danilo Sorti


461. El ayuno, la guerra espiritual y la revelación II


Éxodo 34:28 RVC
28 Y Moisés estuvo allí, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan, ni bebió agua, pero sí escribió en las tablas de piedra las palabras del pacto, es decir, los diez mandamientos.

En un artículo anterior vimos como el ministerio de Jesucristo comenzó con un ayuno de cuarenta días en el que fue directamente a enfrentar a Satanás; sea que la lucha haya durado los cuarenta días, lo cual sería muy probable, o que se haya desencadenado al final, lo cierto es que fue lo suficientemente aplastante como para ganar una victoria por el tiempo que duró su ministerio terrenal, y no más sólo porque era necesario que muriese y resucitase.

Ese ministerio estuvo marcado por los milagros, pero más importante que eso, estuvo marcado por la revelación espiritual; los milagros fueron en cierto sentido el “sello” de las palabras, que se constituyeron en la revelación más perfecta de Dios que hay sobre esta Tierra. El ayuno no solamente ayudó a limpiar los aires para que Jesús pudiera decir:

Juan 1:51 RVC
51 También le dijo: «De cierto, de cierto les digo, que de aquí en adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.»

Sino que permitió que la revelación contenida en Sus palabras fuera dada.

Pero Jesús no estaba “inventando” nada nuevo, aunque sí era completamente nuevo y único el nivel de lucha espiritual que se desató, sino que estaba aplicando los principios que ya habían dejado registrados Moisés y Daniel.

Moisés, como vaso humano que Dios usó para establecer una nación casi “de la nada”, ayunó durante cuarenta días mientras recibía la Ley que habría de regir durante siglos a Israel y que sería el fundamento sobre el cual Jesús traería un Nuevo y Mejor Pacto. No sabemos si hubo lucha espiritual allí, ¡la hubo abajo, y bastante “humana” más que espiritual!, pero quedó establecida la relación entre ayuno y revelación.

Más adelante encontramos otro ejemplo clave, no porque haya traído una nueva Ley sino porque pudo ver hacia el final de los tiempos, para dar dirección a los muchos que habríamos de vivir en ese final.

Daniel 9:1-5, 21, 22 RVC
1 Darío hijo de Asuero, que era de la nación de los medos, llegó a ser rey de los caldeos. En el primer año
2 de su reinado yo, Daniel, logré entender en los escritos el número de años que el Señor había anunciado al profeta Jeremías: la desolación de Jerusalén habría de durar setenta años.
3 Volví entonces mi rostro a mi Dios y Señor, para pedir su ayuda con oración y ruego. Me puse a ayunar, y me cubrí de cilicio y de ceniza.
4 Y ésta fue mi oración al Señor mi Dios; ésta fue mi confesión: Señor, Dios grande y digno de ser temido, que cumples tu pacto y tu misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos:
5 Hemos pecado, hemos hecho lo malo, hemos sido impíos y rebeldes; ¡nos hemos apartado de tus leyes y mandamientos!
21 y orando sin cesar, cuando hacia la hora del sacrificio de la tarde vi que Gabriel, el hombre que antes había visto en la visión, volaba hacia mí apresuradamente.
22 Habló conmigo, y me explicó: «Daniel, si he salido ahora ha sido para infundirte sabiduría y entendimiento.

Daniel 10:1-5, 11-14 RVC
1 En el año tercero del rey Ciro de Persia, Daniel, también llamado Beltsasar, recibió una revelación. La revelación era verdadera, y el conflicto grande; pero Daniel comprendió la revelación y pudo interpretar la visión.
2 Yo, Daniel, estuve afligido en aquellos días durante tres semanas.
3 No comí ningún manjar delicado, ni carne, ni tomé vino, ni me apliqué ningún perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas.
4 El día veinticuatro del mes primero, mientras me encontraba a la orilla del gran río Hidekel,
5 levanté la mirada y vi a un hombre vestido de lino, ceñido con un cinturón de oro de Ufaz.
11 Y me dijo: «Tú, Daniel, eres muy amado. Ponte de pie y presta atención a lo que voy a decirte, porque he sido enviado a ti.» Mientras aquel hombre me decía esto, yo me puse en pie, aunque tembloroso.
12 Entonces aquel hombre me dijo: «No tengas miedo, Daniel, porque tus palabras fueron oídas desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios. Precisamente por causa de tus palabras he venido.
13 El príncipe del reino de Persia se me enfrentó durante veintiún días, pero Miguel, que es uno de los príncipes más importantes, vino en mi ayuda, y me quedé allí, con los reyes de Persia.
14 Ahora he venido para hacerte saber lo que va a sucederle a tu pueblo en los últimos días. La visión es para esos días.»

La revelación estuvo unida al ayuno, por supuesto que ese grado de revelación vino a uno del que Dios pudo decir: “Tú, Daniel, eres muy amado”, pero eso no nos deja fuera del proceso.

No solamente estuvo relacionado el ayuno con la revelación sino también con la lucha espiritual, es decir, hubo lucha espiritual para que no bajara la revelación, y podemos suponer que otro tanto pasó en el caso de Jesús y quizás con Moisés.

Buscar una palabra de Dios implica una lucha en los aires, más propiamente en el reino satánico del segundo cielo, que es el que entorpece nuestra visión de Dios y en donde se encuentran los principados de mayor rango, por ahora. ¿Tanto lío “simplemente” por una palabra…?

Sabemos que el reino de las tinieblas constituye una excelente brújula que apunta hacia el sur, así que cuando no podemos tener una revelación muy clara de la voluntad de Dios, Satanás se encarga de hacernos saber muy bien cuando estamos en el camino correcto, debido a las confrontaciones que nos presenta. Inevitablemente, sigue siendo siervo de Dios…

Así que, si tanto obstáculo presenta para recibir una palabra, es precisamente por el poder que tiene esa “simple” palabra; y si nos agarra desprevenidos la lucha espiritual que se nos levanta en un ayuno (o que impide que ayunemos) es porque no estamos entendiendo bien ese poder.

2 Pedro 3:5 RVC
5 … fueron creados los cielos por la palabra de Dios, lo mismo que la tierra, …

Salmos 33:6, 9 RVC
6 Con su palabra, el Señor hizo los cielos; todo lo creado lo hizo con un soplo de su boca.
9 El Señor habló, y todo fue creado; el Señor ordenó, y todo apareció.

Hebreos 4:12 RVC
12 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Isaías 55:11 RVC
11 así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.

Juan 1:1-5 RVC
1 En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra.1
2 La Palabra estaba en el principio con Dios.
3 Por ella fueron hechas todas las cosas. Sin ella nada fue hecho de lo que ha sido hecho.
4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.
5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Ahora bien, este es el poder de LA PALABRA, que tenemos escrita en la Biblia, pero el principio de ayuno–lucha espiritual–revelación no se agotó en ese tiempo sino que sigue manifestándose hoy, haciendo viva y eficaz para nosotros en nuestras circunstancias particulares, La Palabra que nos fue dada, trayendo revelación sobre propósitos específicos, iluminando versículos claves para nuestra realidad actual, en resumen, “dándole poder” a las palabras que podamos creer y proclamar.

Podemos ayunar para buscar revelación, pero nos vamos a encontrar con un conflicto espiritual que debe ser completamente resuelto antes de que la recibamos. Y lo que recibimos es “una palabra”, pero no “cualquier palabra” sino la palabra que Dios Espíritu nos está dando específicamente, y eso sólo basta para confrontar los poderes satánicos que obstaculizan la obra de Dios que nos haya sido confiada. ¡Vamos con valor a la lucha porque Fiel es El que nos llamó!


Danilo Sorti


460. El ayuno, la guerra espiritual y la revelación I


Mateo 4:1-3, 10, 11 RVC
1 Luego Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
2 Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3 El tentador se le acercó, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.»
10 Entonces Jesús le dijo: «Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”»
11 Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles vinieron y lo servían.

En un artículo anterior hemos visto que el ayuno es “multidimensional”, es decir, que tiene múltiples efectos: trae justicia, revelación, provoca cambios espirituales. Una de las facetas tiene que ver con la guerra espiritual.

El ejemplo más claro es el de Jesús; Él “provocó” a Satanás para que fuera a Su encuentro. Estuvo observando todo lo que Jesús hacía pero no podía acercarse sino hasta que llegara el momento de mayor debilidad… en lo natural, pero no en lo espiritual.

El Hombre Jesús, moviéndose en el plano material, literalmente forzó las puertas del mundo espiritual a tal grado que el mismo rey del infierno tuvo que enfrentársele. Pero antes de entusiasmarnos demasiado con la idea de ir a pelear contra demonios y principados, tengamos en cuenta cómo empieza el pasaje: “Luego Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto”. El Señor estuvo 30 años de preparación en el anonimato, luego fue bautizado cumpliendo todo lo que era justo que se hiciese, y finalmente, antes de dar comienzo público a un ministerio que estaría marcado por los hechos milagrosos, tuvo que tener esta confrontación de poder.

No sabemos si entremedio hubo confrontaciones “menores” con otros demonios, pero no me parecería demasiado ilógico, teniendo en cuenta la forma de obrar de Satanás. De todas formas, el texto no dice nada de eso, y es extraño, porque de diversos testimonios sabemos que durante el ayuno guiado por Dios siempre pasan cosas, hay revelaciones y confrontaciones espirituales. También podría ser que el mismo Adversario se haya encargado de tentarlo a lo largo de ese tiempo, de diversas formas, hasta que no le quedó más remedio que presentarse él mismo. Lo importante era, sin embargo, que la lucha espiritual culminó con el enfrentamiento de mayor nivel, y eso abrió los aires durante el tiempo del ministerio terrenal del Señor (cuarenta significaba el tiempo de preparación eficaz, el tiempo de prueba antes de la victoria).

Lucas 4:13 RVC
13 Cuando el diablo agotó sus intentos de ponerlo a prueba, se apartó de él por algún tiempo.

Hasta que esa ventana “se cerró”:

Lucas 22:53 RVC
53 Todos los días he estado con ustedes en el templo, y no me pusieron las manos encima. Pero ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas.»

No volvemos a ver a Jesús ayunando, aunque era una práctica religiosa judía y sin duda lo hizo, sin embargo, creo que el Espíritu quería mostrarnos otra verdad:

Marcos 2:19-20 RVC
19 Jesús les dijo: «¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? ¡Claro que no, mientras el novio esté presente!
20 Pero vendrá el día en que el novio les será quitado, y entonces sí, ese día ayunarán.

El ayuno fue un momento de guerra espiritual del más alto nivel que liberó los aires para que todo el ministerio de Jesús fluyera de manera maravillosa, y nos enseña un principio muy valioso. Jesús no rehuyó la confrontación, no esperó a que Satanás se presentara el primer día que saliera a predicar o que trajera confusión y desorden en el primer grupo de discípulos, antes de hacer algo en este mundo terrenal, se ocupó del espiritual, y el contexto de ello fue el ayuno.

Ahora bien, Jesús no resistió la tentación “por el ayuno” sino por su naturaleza perfectamente santa, el ayuno más bien lo llevó al lugar de la confrontación inevitable, por lo que no deberíamos hacerlo si no somos guiados por el Espíritu, porque habrá lucha.

Un ayuno antes de un ministerio o un servicio para el Señor puede ser una buena idea, pero debemos estar preparados para la lucha.


Danilo Sorti


459. Los propósitos del ayuno


Isaías 58:1-14 RVC
1 «¡Grita a voz en cuello y sin descanso! ¡Levanta la voz como una trompeta, y denuncia la rebelión de mi pueblo! ¡Denuncia el pecado de la casa de Jacob!
2 Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡como si fueran gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren acercarse a mí,
3 y me preguntan: “¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!
4 Sólo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy día lo hacen.
5 ¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que un día alguien aflija su cuerpo, que incline la cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la ceniza? ¿A eso le llaman ayuno, y día agradable al Señor?
6 »Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo!
7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!
8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
9 »Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, y él te dirá: “Aquí estoy. Si quitas de tu medio el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje hueco;
10 y si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos, entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será como el mediodía.”
11 Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12 De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables.
13 »Si en el día de reposo, que es mi día santo, te refrenas de hacer tu voluntad y lo llamas día santo y glorioso del Señor; y si lo honras no siguiendo tu propio camino ni buscando tu voluntad, ni hablando por hablar,
14 entonces hallarás tu deleite en mí. Yo, el Señor, te llevaré a las alturas de la tierra, y allí te daré a comer de la herencia de tu padre Jacob.» La boca del Señor lo ha dicho.

El ayuno pasó de ser una práctica común en todas las iglesias a ser vista como algo extraño y casi sospechoso, cuando no incluso criticado. Los judíos tenían ordenanzas regulares para el ayuno, no así los cristianos, pero eso no significó nunca que no debiéramos hacerlo, simplemente que ahora el Espíritu tendría libertad para guiar a cada uno al tiempo y forma necesario para cada momento.

¿Qué función cumple el ayuno? ¿Ayunamos para “obligar” a Dios a hacer algo que necesitamos? ¿O simplemente ayunamos para escucharlo y nada más? En la Biblia tenemos unas cuantas referencias al ayuno y de ahí podemos extraer algunas enseñanzas importantes.

En esencia el ayuno nos permite “conectarnos” con el mundo espiritual, ¡cuidado!, no solo con Dios; una motivación incorrecta o un mal espíritu en el ayuno nos puede abrir puertas, sí, pero no necesariamente a la voz del Señor…

Como el (buen) ayuno nos permite conectarnos más fácilmente con Dios, tiene implicancias hacia las tres personas de la Deidad, y por eso podemos decir, de manera muy resumida, que:

·         Con el ayuno nos conectamos con el Padre y podemos detener o desatar Sus juicios sobre la Tierra, escuchar su voz respecto de la justicia y misericordia hacia la creación y los otros seres humanos, traer Su justicia perfecta.
·         Con el ayuno nos conectamos con el Hijo y nos metemos en la guerra espiritual, clamamos por la salvación de las almas y para que el Reino venga.
·         Con el ayuno nos conectamos con el Espíritu Santo y recibimos revelación de Sus propósitos y diseños para la Iglesia, milagros y señales son hechos, viene revelación y entendimiento en nuestro interior.

Por supuesto que no debemos entender esto como una lista cerrada y excluyente, en realidad se trata de énfasis principales que encontramos en cada una de las personas de Dios.

El pasaje de Isaías es uno de los más llamativos del Antiguo Testamento en el que Dios mismo pone un orden y propósito a una práctica que se había vuelto religiosa y vacía de contenido.

2 Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡como si fueran gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren acercarse a mí,
3 y me preguntan: “¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!

Este capítulo relaciona el ayuno con las tres Personas de la Trinidad y lo vemos en estos versículos: ayunaban para conocer los caminos de Dios (revelación, Espíritu), para que se hiciera justicia, ser librados de sus enemigos (victoria, Hijo) pero el reclamo es que no había justicia social (Padre).

Ellos entendían que el ayuno les permitía conocer mejor los caminos de Dios y recibir una guía profética al respecto; pero no había nada “mágico” en el ayuno, nada que pudiera “manipular” a Dios u obligarlo a hacer algo. Claro que Dios estaba escuchando sus peticiones, y por supuesto que el ayuno les abría una puerta al Trono, el problema radicaba en que la petición era denegada. Dios oía muy bien lo que ellos pedían, pero no podía contestarles porque no había una vida de justicia que los respaldara.

Podemos entender que lo contrario es cierto: si queremos que Dios se acerque a nosotros, SI QUEREMOS conocer Sus caminos, si queremos que Sus juicios se manifiesten en nuestras vidas (trayéndonos liberación, vindicándonos) Y JUNTO CON ESO procuramos vivir en la justicia de Dios (haciendo lo justo, buscando la santidad por el Espíritu), ENTONCES podemos confiar en que Dios escuchará nuestras peticiones en medio del ayuno, recibiremos respuesta y liberación.

“¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Es un reclamo que le hacemos muchas veces a Dios; nos esforzamos en alguna práctica espiritual, en algún sacrificio y no hay respuesta, pero el problema puede ser que sólo estemos buscando nuestro propio beneficio y no los propósitos de Dios.

3 … Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!
4 Sólo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy día lo hacen.

La imagen es bastante grotesca: tenemos un grupo de gente que está haciendo una práctica “muy piadosa” pero que cuando se enojó en medio del mercado se trenzó en una pelea a puño limpio. Obviamente, el tipo de vida que denuncian estos pasajes es una en la que el Espíritu Santo está muy lejos, una vida que realmente no ha sido consagrada al Señor.

5 ¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que un día alguien aflija su cuerpo, que incline la cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la ceniza? ¿A eso le llaman ayuno, y día agradable al Señor?

Sobre este estilo de religiosidad Jesucristo hablaría mucho en Su ministerio, y el Sermón del Monte es una clara crítica hacia la espiritualidad de apariencias, que se denuncia en este capítulo de Isaías pero que se profundizaría siglos después.

La distorsión había llegado a ser tal que “el día agradable al Señor” consistía en sufrir sin sentido. Por supuesto que a veces hay motivos para sufrir, Jesucristo lo hizo, muchos mártires a lo largo de la historia y en el presente lo han hecho; pero eso no carece de sentido. Muchas veces tenemos que esforzarnos por llevar el Evangelio, por servir al Señor, soportar los ataques espirituales; pero eso tiene pleno sentido. Ahora bien, ¿sufrir sólo porque eso “agrada al Señor”? Eso implica una imagen distorsionada de Dios, por supuesto, NO un Dios de amor.

Durante siglos la religiosidad cristiana tuvo mucho de eso, en las últimas décadas cambió, yendo hacia el otro extremo, y precisamente desde ese extremo es que se ve al ayuno como un “sufrimiento innecesario”, es decir, no se tiene el justo equilibrio de lo que el ayuno es.

6 »Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo!
7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!

Ahora bien, este mandato implica cambiar el estilo de vida (hacia una vida conforme el Espíritu) para que la práctica del ayuno tenga sentido, es decir, sea algo válido PARA AQUEL cuya vida está totalmente consagrada al Señor. En ese contexto, el ayuno tiene valor; a esas personas “les funciona”.

8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
9 »Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, y él te dirá: “Aquí estoy. Si quitas de tu medio el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje hueco;
10 y si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos, entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será como el mediodía.”
11 Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12 De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables.

Aquí viene una serie de promesas maravillosas, pero entendamos que han sido dichas en el contexto de una vida consagrada y obediente a Dios, y la práctica del ayuno. No podemos leer aquí “esto o lo otro”, sino “ambos”. Sí, el ayuno tiene valor, pero ese valor no es independiente de la persona que ayuna. Digamos que si el ayunante “vale” delante de Dios, su ayuno también.

Hagamos ahora una digresión. Isaías tiene 66 capítulos, se dice que la segunda mitad ha sido escrita por discípulos de Isaías y no por el profeta mismo, pero sea como sea, su inspiración es innegable, y a pesar de las diferencias, hay una unidad temática en todo el libro. Algunos plantean que cada capítulo de Isaías se corresponde con un libro de la Biblia, y en ese caso, el 58 corresponde a Hebreos. ¿Cuáles son los temas de Hebreos?

El principal consiste en la superioridad del Nuevo Pacto, de Jesucristo por encima de Moisés y todo el sistema sacerdotal, y por supuesto sobre todo ser espiritual. Es decir, una nueva espiritualidad, más profunda y no basada en formas, exactamente lo mismo que plantea Isaías 58. También habla sobre la más perfecta revelación que nos viene por el Hijo, tal como estaban buscando infructuosamente en Isaías 58:2. Habla de hechos concretos, realidades y no “prácticas religiosas”. Y concluye con el día de reposo y la Tierra Prometida:

13 »Si en el día de reposo, que es mi día santo, te refrenas de hacer tu voluntad y lo llamas día santo y glorioso del Señor; y si lo honras no siguiendo tu propio camino ni buscando tu voluntad, ni hablando por hablar,
14 entonces hallarás tu deleite en mí. Yo, el Señor, te llevaré a las alturas de la tierra, y allí te daré a comer de la herencia de tu padre Jacob.» La boca del Señor lo ha dicho.

Hebreos nos dice que Jesucristo es quien nos da el verdadero reposo, que no pudo darles Josué.

Hebreos es un llamado a no volver atrás a creyentes del judaísmo que la estaban pasando mal. El contexto de Isaías 58 probablemente haya sido el de los judíos vueltos del exilio babilónico, que la estaban pasando mal y que no estaban obteniendo, tal como los primeros, las respuestas que buscaban. Hebreos muestra a Cristo por encima de todo y anima a cristianos debilitados, el ayuno es, entonces, una herramienta para volver a ver con claridad a Cristo por encima de todo, mucho más glorioso que cuando lo conocimos al principio, y ser fortalecidos cuando estamos debilitados.

¡Señor, ayúdanos a ayunar!


Danilo Sorti


458. Jesucristo es superior, y nosotros somos de Él


Hebreos 1:3-6 RVC
3 Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas,
4 y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido un nombre más sublime que el de ellos.
5 Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles: «Tú eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy.» Ni tampoco: «Yo seré su Padre, y él será mi hijo.»
6 Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice: «Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»


Los cristianos que recibieron esta carta estaban pasando por momentos difíciles, por lo que estaban abandonando su fe firme en Cristo para volver a una mezcla de judaísmo que les evitara la persecución. En ese proceso, Jesucristo mismo estaba siendo “desdibujado” en la mente de ellos, ¿quién era realmente? ¿cuánto poder tenía? Es decir, ¿valía la pena esforzarse tanto por Él?

El contexto de la sociedad de ese entonces era profundamente animista, esto se refiere a las religiones enfocadas en dioses y espíritus a los que hay que apaciguar continuamente, aunque uno nunca sabe cuál puede estar enojado. La realidad es que hoy buena parte del mundo sigue siendo animista, por un lado tenemos las religiones que expresamente creen en muchos dioses o seres espirituales o ancestros, y por otro, el sincretismo del cristianismo y el islam con el paganismo y la brujería, además de la nueva religiosidad occidental estilo New Age que incluye un animismo encubierto.

Por más que los judíos fueran exclusivamente monoteístas (en la práctica sólo después del exilio babilónico), ese ambiente espiritual y alguna especie de culto a los ángeles (como “intermediarios” entre Dios y ellos) afectaba su espiritualidad y “competían” con Jesús, de quien no acababan de tener una imagen clara.

Lo cierto es que ese es el mismo problema para todos, ¿quién es Jesús? Pero no una respuesta fácil y rápida, sino “quién realmente es” cuando hay problemas, cuando parece que no tiene ese poder que dice tener o que al menos no nos ama lo suficiente como para intervenir en nuestras vidas cuando lo necesitamos. Pero la respuesta está, de manera indirecta, en el versículo 3:

3 Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas,

Él, siendo Dios mismo, llevó a cabo “la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo”, y esto nos remite a Su sacrificio. En este versículo Pablo resume Filipenses 2:5-11; desde la eternidad gloriosa de Dios, al sacrificio en la cruz al trono como Dios y como Hombre vencedor. De alguna manera aquí tenemos un resumen de toda la carta; nosotros nos “encontramos” con Él no en el cielo, no en la eternidad gloriosa donde están los ángeles también, sino aquí, cuando descendió, en el tiempo de Su sacrificio, y estamos transitando junto con Él el período de la “purificación de los pecados”, no porque nosotros debamos o podamos solucionar algo de nuestros pecados, sino porque necesitamos pasar por estos sufrimientos para ser conformados a Su imagen, para sentarnos luego con Él en los tronos que haya dispuesto para nosotros, si es que vencemos (esto no tiene que ver con la salvación, que ya tenemos, sino con la recompensa).

¿Es Cristo Dios? ¡Qué difícil resulta para los hombres y mujeres creer que ese carpintero que caminó por calles polvorientas y murió en una cruz resulte algo más que un buen ser humano! Precisamente porque necesitan ver “el resplandor de la gloria de Dios”, algo espectacular, lo suficientemente llamativo, pero no pueden reconocer la pureza de Su carácter ni recibir el testimonio de los que lo vieron.

El gran problema de todos los tiempos es esta “doble naturaleza” en Cristo; las personas claman por alguien que los comprenda y se haga como ellos, pero cuando Dios mismo lo realizó de manera perfecta, no lo aceptan.

Todo el Universo es sostenido por Él, aún los malvados, ¡aún Satanás y sus demonios! ¿Cómo podría un ser tan inteligente, más que cualquier otro ser creado, rebelarse contra alguien de quién sigue dependiendo para existir? Si Dios dejara de ser Dios, cosa que no puede pasar, desaparecería toda la Creación. Solo el grado más extremo inimaginable de “trastorno psicológico” puede explicar la rebelión de Lucifer, y solo el engaño más elaborado explica por qué tantos lo siguen.

Este Cristo es superior, y por lo tanto, Sus palabras son superiores, Su camino es superior, su ejemplo es superior. Así, nos sirve de recordatorio para no desviarnos del fundamento y para no caer en el desánimo y en alguna forma de espiritualidad menor a la que Dios ha dispuesto para nosotros.

4 y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido un nombre más sublime que el de ellos.
5 Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles: «Tú eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy.» Ni tampoco: «Yo seré su Padre, y él será mi hijo.»
6 Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice: «Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»

Jesucristo no es un ángel ni un ser creado, porque no podría recibir la adoración que le corresponde a Dios, es Dios mismo, en toda plenitud. “Yo te he engendrado hoy”, “Yo seré su Padre, y él será mi hijo” se refería a la entronización del rey en Israel, precisamente al hecho de sentarse a la derecha de Dios no ya como Dios, sino como hombre vencedor, el Hombre Perfecto que ganó lo que Adán perdió.

A los creyentes hebreos, de quienes Pablo diría más adelante “Aunque después de tanto tiempo ya debieran ser maestros, todavía es necesario que se les vuelva a enseñar lo más elemental de las palabras de Dios.” Les está explicando, precisamente, lo más elemental. Probablemente no todos los que hoy están leyendo este artículo necesiten que se les vuelva a explicar eso, pero seguro que todos necesitamos que se nos recuerde, para no olvidarlo; la estrategia del Adversario consiste en eso, y es muy simple, erosionar el conocimiento y la fe en los principios básicos del Evangelio para luego avanzar sobre el resto, ¡por más que tengamos títulos teológicos! ¡Señor, ayúdanos!


Danilo Sorti