jueves, 23 de septiembre de 2021

807. Un “Nuevo Evangelio” para un nuevo tiempo – II

 Algo nos quedó para decir del versículo 6. El Evangelio que predican estos mensajeros, es el Evangelio Eterno, traducción de una palabra cuyo sentido primario es “sin principio ni fin”, propiamente el concepto que tenemos de “eterno”. Así que, el “Evangelio del fin de los tiempos” no es más que el Evangelio de siempre… aunque habrá que ver si siempre lo hemos predicado tal como es…

 

No hay un mensaje nuevo ni un camino nuevo, en ningún tiempo. Aún el tiempo de los más duros juicios no presenta una alternativa diferente de salvación que no sea la gracia y el perdón otorgados por la cruz, recibidos por fe y expresados en el cambio de vida. Aún para los más rebeldes que se hayan quedado para ese tiempo y también para los de este, no tan rebeldes aún pero en un rápido camino descendente.

 

Pero, al ser eterno, es también el Evangelio eterno de la visión de todo el plan y acción de Dios desde la eternidad. Resulta un poco paradójico ya que el contexto de esta predicación es de urgencia y las personas no van a tener todo el tiempo del mundo para decidir, de hecho, probablemente solo tengan unos pocos días, cuando no, minutos.

 

Es un Evangelio que conecta y da sentido a toda la historia de la humanidad, algo necesario para explicar por qué llegamos hasta donde llegamos y por qué parece que “Dios cambió” de repente, o que “no está al control”. Un cambio tan abrupto y oscuro en la realidad mundial solo puede ser debidamente explicado en función de plan de redención desde el inicio y el plan de la maldad que está operando desde la caída de Lucero. La predicación básica de “Dios te ama y te quiere bendecir” se vuelve extremadamente insuficiente, y hasta infantil; la gente sabe (aún si no lo quiere reconocer conscientemente) que “algo anda muy mal” y que no va a mejorar. Necesita explicaciones y una esperanza cierta, no un consuelo superficial ni una promesa de bendiciones de cada vez más dudosa realización.

 

Al volver los “tiempos de Noé”, con demonios e híbridos caminando por la calle, los refugiados necesitarán una de lo que viene pasando desde entonces. No tenemos a estos bichos todavía de manera tan visible, pero cada vez más gente los está viendo, o escuchando testimonios o intuyendo su presencia; es necesaria una explicación, que debe empezar con el tiempo de la caída.

 

 

Apocalipsis 14:7 RVC

7 Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»

 

Si tenemos que aplicar hoy el “cómo” se está predicando este Evangelio del fin de los tiempos tenemos un problema, ¡precisamente NO ESTAMOS haciéndolo con “fuerte voz”! Más bien, como pueblo, estamos muy callados y más que nada, fuertemente ACALLADOS por los medios masivos, que se han abroquelado detrás de abultados sobres de dinero entregados por el sistema. Un solo mensaje domina hoy “los aires” y la perspectiva a futuro tampoco resulta alentadora… Así que hoy no sabemos sinceramente cómo es que Dios lo va a hacer, pero la proclamación del Evangelio será, en el fin de los tiempos, masiva e imposible de contener. Aún hay estrategias y recursos que el Señor tiene guardados para un poco más adelante, que nos abrirán puertas impensadas, que hoy están fuertemente cerradas.

 

El mensaje del ángel es una total oposición al Evangelio de la prosperidad que hemos escuchado hasta ahora. Habría mucho para decir de este falso Evangelio y sus dos variantes, la “dura” (solo prosperidad y bendición material) y la “blanda” (la buena vida cristiana, feliz, tranquila y sin sobresaltos ni presiones). Supongo que cualquier lector que haya llegado hasta esta parte del artículo entenderá perfectamente los errores del enfoque que se volvió popular hacia la década del ’90 y aún hoy intenta desesperadamente “sobrevivir” cuando todo alrededor ha demostrado que esas promesas resultaron mentirosas. Como sea, claramente, esa mancha negra en la historia de la predicación cristiana, habrá quedado definitivamente atrás.

 

El Evangelio del fin es conciso y directo, muy diferente al mucho palabrerío utilizado cual estrategia de marketing durante tanto tiempo. ¡Cuántos argumentos e historias para convencer a la gente! Bueno, debemos dar gracias al Padre por haber tenido tanta paciencia con unos cuantos de nosotros, pero a veces el Evangelio se ha transformado, para le gente, en un “producto más” a escoger entre tantos, pero lo verdaderamente terrible es cuando nuestra predicación llega a acomodarse a esa lógica de oferta y demanda, tratando de mostrar todas las virtudes del “producto Cristo” en vez de presentar toda la realidad.

 

Esta proclamación no empieza con el clásico “Dios te ama”, “Dios te quiere ayudar”, “Dios puede sanarte”, “Dios quiere bendecirte” y otras por el estilo, que no son para nada erróneas pero que han contribuido a que la gente entra al Camino por la “puerta ancha”. El mensaje es claro ¡teman a Dios!, y no hay que buscarle demasiadas vueltas hermenéuticas a esta palabra, “φοβηθητε” de “φοβέω”, que se traduce principalmente como “temer”, en su voz pasiva. Por más incomprensible que resulte a los oídos evangélicos del siglo XXI, acá dice TENGAN MIEDO A DIOS. Así es.

 

Lo terrible es que las personas han terminado usando a Dios para su propia comodidad, lo han puesto como uno más dentro de las opciones, y los incrédulos han llegado al punto de burlarse abiertamente de Él, aprobar y aplaudir leyes en clara oposición a Su voluntad, enseñar todo lo que le desagrada y aún perseguir a Sus santos. Han escupido en el rostro de Dios, tal como los religiosos judíos hicieron con Jesús. El Evangelio del fin de esta era dice, simplemente, que el tiempo de la enorme paciencia del Padre llegó a su fin. Es por lo tanto, un mensaje de inminencia, ya no hay tiempo, ya no se prolongará más la misericordia, ya no habrá múltiples llamados. Aunque la gracia de Dios nunca desaparece, es precisamente esa gracia y amor la que tiene que poner un límite a la extrema locura humana, y la que está acortando hoy los tiempos.

 

Temer a Dios ha sido algo muy normal para los seres humanos a lo largo de la historia, algo que no se ponía en discusión. Es lo más básico y profundo, nada más natural que eso… hasta este tiempo, en donde todo lo natural se volvió “antinatural” a los ojos de la sociedad, e incluso de muchos cristianos.

 

Todo este texto nos confronta, si es que queremos llegar a ser los mensajeros de esos últimos tiempos, pero especialmente esta palabra, ¿estamos temiendo realmente a Dios o nosotros también lo tenemos como el Padre bueno, un Dios – Papá Noel, que nos quiere llenar de regalos sin exigirnos casi nada? ¿Hemos reconocido Su disciplina sobre nosotros, o le seguimos echando la culpa a Satanás?

 

¡Ah, qué gran problema! El Evangelio del fin nos confronta a sus mensajeros como ningún otro formato de predicación que hayamos conocido. Si hasta ahora pudimos darnos el lujo de ser “un poquito hipócritas” con lo que proclamábamos con nuestras bocas, ahora no…

 

Un paréntesis. Dios se manifestó como hombre, en debilidad, y Su Reino verdadero ha estado en debilidad desde hace dos mil años. Cuando la iglesia se ha levantado como poder político, inevitablemente se ha ensuciado. Todo nuestro Evangelio y teología cristiana, desde ese tiempo hasta ahora, está signado por este hecho. Tenemos una estructura de pensamiento y doctrinaria marcada por esto. La Iglesia Católica tiene otro enfoque, claramente, pero aún cualquier católico reconocería que la posición de poder no ha sido la situación más feliz para la espiritualidad de los creyentes, y sin dudas en diversos lugares y tiempos esto no ha sido ni es así, por lo que tampoco ha estado ni está exenta de persecuciones, menos aún en estos tiempos cuando su conducción central ha sido tomada claramente por el sistema del Anticristo.

 

Entonces, tenemos toda una teología del sufrimiento paciente y la esperanza futura que muchas veces no ha sido vista cumplida en esta tierra. Hasta ahora, Dios ha “tolerado” al malvado y le ha dejado seguir con cierto rango de dominio, limitado pero real. Así ha sido el obrar del Padre durante estos dos milenios, pero debemos entender que eso ya ha llegado a su fin. No se trata de que “va a cambiar”, ¡ya cambió! Y estamos en el inicio de ese cambio. ¿Podremos cambiar nuestro formato mental? ¿Releer la teología de dos milenios? ¿Comprender cómo Su misericordia sigue manifestándose pero en medio de Sus juicios? Y… ¿sabemos nosotros realmente cómo temer a Dios?

 

Si bien la proclamación cristiana ha manifestado continuamente que su fin último es dar toda la gloria a Dios, la realidad ha mostrado que tanto los hombres como las instituciones que ellos han creado terminaron “mordisqueando” parte de esa gloria para sí mismos… La sencilla expresión que usa el ángel, “denle gloria” implica que ya nadie en esta tierra tomará ni siquiera una pizca de Su gloria para sí mismo.

 

También que claramente el Evangelio del fin se enfocará en Dios y no en Sus añadiduras, y ni siquiera en otras doctrinas importantes. Él será el centro, y la relación personal y comunitaria con Él será clave. En cierto sentido, vemos aquí el cumplimiento de la exhortación dada a la última de las siete iglesias:

 

Apocalipsis 3:20 RVC

20 ¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo.

 

Esa verdadera intimidad, que Laodicea no tuvo de verdad, solo de palabra, y que era la constante durante la iglesia apostólica, será el centro de la vida cristiana. Una vuelta al primer amor, lo que en la época de Éfeso ya se había perdido y que no será recuperado hasta este tiempo del fin.

 

Es también el Evangelio de la hora. Esta palabra puede significar algo muy similar a lo que entendemos nosotros o bien algo más figurado. Hay dos sentidos que parecen prioritarios: “ya es tarde”, es decir, tarde en el cumplimiento profético, ya pasó el día y llegó el momento señalado, ya es de noche; y también “el tiempo es breve”, tanto si a los oyentes les queda poco tiempo porque ya es muy tarde como que el tiempo del juicio también será breve (al menos, breve para todo lo que implica la duración del plan de Dios).

 

El momento tan temido ha llegado, y ya no es tiempo de hacer lo que se hace “de día”. El tiempo es breve porque muchos no sobrevivirán a los juicios. Pero también el tiempo de los juicios será breve, en términos históricos. Por todo ello, se trata tanto de un Evangelio de urgencia, como dijimos más arriba, como de un Evangelio específico para un tiempo breve. Digamos que no será decididamente el formato de Evangelio sobre el que se escribirán muchos libros de teología que se estudiarán en muchos seminarios para predicar a la sociedad durante mucho tiempo, sino más bien todo lo contrario; es el mensaje que servirá para un muy corto tiempo. Paradójico, porque es a la vez eterno.

 

Cómo será recordado y enseñado ese formato particular de Evangelio durante el Milenio y más allá, creo que todavía resulta un misterio. Aunque servirá para un tiempo muy breve, será crucial en el “cruce” de épocas y sentará las bases de un nuevo enfoque teológico para un mundo nuevo, pero esto aún nos resulta muy lejano.

 

El Mensaje del tiempo del fin es un Evangelio de profunda adoración; el mandato del ángel es “adoren”. Esto lo podemos leer en varios sentidos. Básicamente, la Salvación implica un cambio en la adoración, de Satanás a Dios. Por otro lado, podemos suponer una idolatría extrema en el tiempo del fin, que estamos viendo ahora, ya sea a ídolos tal como los conocemos o al sistema del Anticristo, que está empezando a ser idolatrado de maneras todavía sutiles. Recordemos lo que dice el capítulo anterior:

 

Apocalipsis 13:8 RVC

8 Y adoraron a la bestia todos los habitantes de la tierra, todos los que no tienen su nombre inscrito en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.

 

Pero también tenemos a una sociedad de dura cerviz, que no quiere inclinarse en genuina adoración y humillación ante Dios, extremadamente dura de corazón. Recordemos que luego del juicio de la sexta trompeta leemos:

 

Apocalipsis 9:20-21 RVC

20 El resto de la gente, los que no murieron por estas plagas, ni aun así se arrepintieron de su maldad, ni dejaron de adorar a los demonios ni a las imágenes de oro, plata, bronce, piedra y madera, las cuales no pueden ver ni oír ni caminar.

21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías, ni de su inmoralidad sexual ni de sus robos.

 

Aunque no estamos en ese contexto aún, hay una realidad dura que no está logrando que la gente se doblegue. Pues bien, el Evangelio del fin implica humillarse ante Dios, sin rodeos y sin suavizarlo, postrarse rendido ante Él, reconocer que se ha sido extremadamente pecador y rebelde. Muy bien el Evangelio “del fin” puede repetir el sermón de Jonathan Edwards del 8 de julio de 1.741, “Pecadores en manos de un Dios airado”:

 

“El Dios que te mantiene sobre el abismo del infierno, muy parecido a como uno sujeta una araña o un insecto repugnante sobre el fuego, te aborrece y está enardecido; su ira contra ti arde como fuego; te considera indigno de otra cosa que no sea ser echado en el fuego, sus ojos son tan puros que no aguantan mirarte, eres diez veces más abominable a sus ojos que la peor serpiente venenosa es a los nuestros. Tú lo has ofendido infinitamente más que cualquier rebelde obstinado lo haya hecho contra su gobierno, y sin embargo no es otra cosa que su mano lo que te detiene de caer en el fuego en cualquier momento. Es solo por eso y ninguna otra cosa que no te fuiste al infierno anoche, que pudiste despertar una vez más en este mundo después de haber cerrado tus ojos para dormir, y no hay ninguna otra razón sino la mano de Dios, por la cual no has caído en el infierno desde que te levantaste esta mañana. No hay otra razón, fuera de su misericordia, que mientras lees este escrito, en este mismo momento, no caes en el infierno.”

 

¿Será que si no hubiéramos dejado de predicar ESTE Evangelio no sería necesario uno “nuevo”?

 

El Dios Trino tiene múltiples facetas, pero aquí se enfoca en una de ellas, la más fundamental y primigenia: el Dios Creador. Notemos que a partir de la venida de Cristo la predicación ha enfocado en Dios Salvador, el Verbo hecho carne. A veces este enfoque ha llevado al error de perder la dimensión de Dios Padre, Dios Creador. El Evangelio de los últimos siglos ha enfocado tanto en el Hijo que perdió mucho de la revelación del Padre, y por eso se explica que, en nación con un gran porcentaje de creyentes tengamos los gobiernos más corruptos del mundo. Sencillamente los cristianos no pueden “ver” las dimensiones de la justicia social y política. El evangelio de Laodicea, el último que hemos escuchado antes del inicio de la guerra biológica, exacerbó la dimensión de la misericordia y el perdón en Cristo, con lo que se apartó aún más de la justicia y la santidad que exige el Padre.

 

La dimensión de Dios Padre y fundamentalmente, Creador, con todas sus implicancias, ha estado particularmente ausente de la corriente principal del Evangelio durante mucho tiempo. No es el espacio para hablar de todo lo que ello implica; tiene que ver con nuestra propia dimensión física: salud, alimentación, descanso, diseño biológico, genética, habilidades y forma de pensar determinada por nuestros genes. También con la dimensión natural, mayordomía de la naturaleza, revelación de Dios a través de Su obra. Todas estas áreas se encuentran especialmente alteradas en el tiempo del fin, precisamente porque son los juicios del Padre.

 

La salud del hombre, debilitada tanto por las condiciones del medio y contaminación de los alimentos como por una vacunación extremadamente nociva. El medioambiente alterado por la élite pero también sufriendo los juicios de Dios. ¿Qué pasa con la naturaleza? El mundo biológico y natural ha sido desde siempre un punto de referencia seguro para las personas. Ha habido hambre, enfermedades y catástrofes geológicas, es cierto, pero han sido más bien eventos raros en un mundo relativamente normal, no fácil, pero en general, vivible. Todo esto se verá profundamente alterado en estos tiempos y lo que constituía la seguridad más básica de las personas se tambaleará. Por eso es que la gente necesitará escuchar nuevamente de ese Dios Creador, que hizo todo lo que existe, que está permitiendo un juicio como nunca antes, pero que también puede volver a re-crear lo que una vez hizo.

 

Pero también es el Dios que nos da nuestra identidad, justamente, el Padre que nos hizo, ¿no habrá de saber qué hizo con cada uno de nosotros? Este hombre del fin de los tiempos ya no sabe quién es, las certezas más básicas y profundas que hasta hace pocas décadas hubiera sido impensable cuestionar las habrá perdido. Si acaso puede volver los ojos al Cielo y reconocer que hay un Dios, necesitará saber desesperadamente quién es él y cómo relacionarse con ese Dios, y por qué Él querría rescatarlo.

 

El “cielo y la tierra” tiene una connotación de “toda la creación”, según la costumbre hebrea de abarcar la totalidad con dos “extremos” u opuestos. Pero aquí hay una ampliación de la imagen, porque se agregan “el mar y los manantiales de agua”, esto es, el agua que está arriba en la tierra, en la superficie y la que está abajo, en los acuíferos, y que se obtiene de los pozos o manantiales.

 

Por lo pronto, es un Evangelio de la naturaleza, que vuelve a encontrar a Dios en la Creación, y lo explica a través de los fenómenos naturales, que ahora se encontrarán profundamente alterados, por cierto.

 

Es un Evangelio de todas las dimensiones espirituales. Me explico, en esos cuatro ámbitos existen sendos reinos de las tinieblas, con sus operaciones particulares. El mensaje del fin explica qué hay en cada lugar y cómo intervienen en el conflicto espiritual.

 

lunes, 20 de septiembre de 2021

806. Un “Nuevo Evangelio” para un nuevo tiempo – I

 

Frente a este título lo primero que debemos recordar son las palabras de Pablo:

 

Gálatas 1:6-12 RVC

6 Me asombra que tan pronto se hayan alejado ustedes del que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.

7 No que haya otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anuncia otro evangelio diferente del que les hemos anunciado, quede bajo maldición.

9 Como antes lo hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno les predica un evangelio diferente del que han recibido, quede bajo maldición.

10 ¿Busco acaso el favor de la gente, o el favor de Dios? ¿O trato acaso de agradar a la gente? ¡Si todavía buscara yo agradar a la gente, no sería siervo de Cristo!

11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no sigue criterios humanos,

12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.

 

Dicho esto, no podemos dejar de recordar que existen cuatro Evangelios, cada uno con su enfoque particular, y dentro de ellos, diversos mensajes de Jesús, diferentes según las necesidades de sus oyentes. También en Hechos podemos encontrar muchos mensajes evangelísticos, cada uno diferente y enfocado a un auditorio específico.

 

Es obvio que un único y eterno Evangelio debe ser acomodado al enfoque necesario para cada tiempo y oportunidad:

 

Colosenses 4:6 DHH

6 Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno.

 

Es obvio también que esta verdad ¡no tiene nada de obvio! O, al menos, no resulta tan fácil de entender y aplicar como uno quisiera…

 

Aquellos que hemos podido desarrollar una nueva perspectiva en medio de los sucesos de este último año y medio, vemos que buena parte de la Iglesia de Cristo, al menos la parte más “visible” de ella, está desesperadamente tratando de volver a la condición normal de un par de años, sin comprender que eso no volverá nunca más y que tampoco se puede predicar el mismo mensaje. Sin embargo, es esto último lo que hacen.

 

De repente el mundo se volvió mucho más oscuro amenazante. Bueno, no “de repente”, sabemos que fue simplemente el plan que se venía preparando desde hace mucho tiempo que comenzó a salir a luz, pero lo cierto es que la vida efectivamente cambió “de repente”.

 

No voy a hablar aquí de todo el trasfondo de este proceso, hay mucho escrito ya para el que tiene oídos para oír, y todo lo que se agregue será insuficiente para el que no quiere entender. El objetivo de este artículo es tratar de entender algunos lineamientos del Evangelio tal como debe ser predicado hoy, un “nuevo” Evangelio en relación con el que predicáramos hasta hace un par de años, pero por otra parte, mucho más cercano al verdadero corazón de lo que el Mensaje de Salvación siempre fue.

 

Algunas de estas líneas las podemos ver en un texto de Apocalipsis si tenemos ciertos cuidados interpretativos. Primero, diremos que literalmente el pasaje aún no se ha cumplido, por lo que pertenece al futuro. Segundo, en un sentido espiritual (o simbólico, si se quiere), se está cumpliendo ahora, por lo que nos sirve para entender los principios que hay que aplicar.

 

Apocalipsis 14:6-13 RVC

6 Luego vi otro ángel, el cual volaba en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno, para predicarlo a los habitantes de la tierra, es decir, a toda nación, raza, lengua y pueblo.

7 Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»

8 A ese ángel lo siguió otro, que decía: «¡Ya cayó Babilonia! ¡Ya cayó esa gran ciudad! Cayó porque embriagó a todas las naciones con el ardiente vino de su inmoralidad sexual.»

9 A los dos ángeles los siguió un tercero, que a grandes voces decía: «El que adore a la bestia y a su imagen, y acepte llevar su marca en la frente o en la mano,

10 también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en la copa de su ira, y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero.

11 El humo de su tormento subirá por los siglos de los siglos, pues ni de día ni de noche tendrán reposo los que adoren a la bestia y a su imagen, ni nadie que acepte llevar la marca de su nombre.»

12 Aquí se verá la paciencia de los santos, de los que obedecen los mandamientos de Dios y mantienen la fe en Jesús.

13 Entonces oí una voz que venía del cielo, la cual me decía: «Escribe: De aquí en adelante, bienaventurados sean los que mueren en el Señor.» Y el Espíritu dice: «Sí, porque así descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.»

 

El corazón del mensaje está en el versículo 7:

 

«Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»

 

Este Evangelio se predica en un contexto muy diferente al de la mayoría de los pueblos a lo largo del tiempo: la hora de su juicio, pero no de un juicio “común”, como ha ocurrido históricamente, sino de EL JUICIO, con mayúsculas. Es un momento de quiebre histórico, un tiempo apocalíptico, diferente a todo lo anterior, por lo que se exige un Mensaje también diferente.

 

Aquí tenemos un primer y fundamental elemento: todo mensaje debe adaptarse al contexto y al oyente, para ser relevante. Y cuando estos cambian mucho, es necesario que el mensaje también lo haga.

 

Pero también es necesario que el mensaje se adapte al mensajero, y no por casualidad se suele decir que “el mensajero es el mensaje”. De la misma forma, tiempos nuevos tienen mensajeros nuevos.

 

Aquí tendremos que hacer un “salto simbólico” en la interpretación del texto porque aparecen tres ángeles anunciando el Evangelio, en sucesión, y esto no ocurrió aún, pero nos da la pista de una “predicación sobrenatural”, primeramente porque los mensajeros lo son.

 

Bueno, está claro que somos seres humanos y no ángeles, pero a medida que los tiempos se vuelven más y más oscuros, los fieles se vuelven más y más poderosos y radicales en el Señor, por lo tanto, las manifestaciones del poder de Dios serán más y más comunes. No estoy diciendo nada que no venga siendo profetizado desde hace tiempo, solo que ahora comenzaremos a vivirlo. Estas personas serán vistas como ángeles.

 

De paso digamos que los ángeles tienen una clara identidad de siervos y de enviados a cumplir una misión. Nunca los vemos atrayendo atención sobre sí, sino más bien honrando y proclamando al Señor. De la misma forma, debemos reconocer que buena parte de la predicación hasta ahora ha estado teñida, en mayor o menor medida, de una “atracción al líder”, en donde tanto las personas como los mismos predicadores enfocaron indebida atención en el mensajero. Eso no será más, porque no tendremos a los “grandes predicadores” de antaño, sino a simples siervos llenos del poder de Dios.

 

Y algo más… son tres ángeles, no uno. De la misma forma, la proclamación que viene será así, en equipo. Se completará con la voz de varios y ninguno se llevará toda la gloria él solo.

 

Pero cuidado, ¡son tres! No son dos ni son cuatro. No es un número cualquiera, en la Biblia normalmente se refiere al Padre, al Hijo y al Espíritu. Por lo tanto, el mensaje por venir será un mensaje completo, que abarcará la visión y el particular enfoque de cada persona de la Trinidad. Prácticamente todo lo que conocemos hasta ahora ha sido un Evangelio parcial: o se predica al Hijo y la doctrina, o se predica sobre poder y señales, o se predica sobre transformación social. Eso no será más.

 

Por ello, “tres” también denota el testimonio perfecto, porque reiteradamente se nos dice en la Biblia que todo asunto sería resuelto por “dos o tres testigos”. Dos es la cantidad mínima, pero tres es lo ideal. Estos mensajeros darán un testimonio, porque no se predicarán a sí mismos sino al Santo, que será completo y suficiente para que la gente pueda creer… de ahí a que lo haga, es otra historia…

 

El otro elemento “nuevo” si se quiere es el ámbito o lugar de la predicación, ¡nada menos que el medio del cielo! Evidentemente también es un espacio poco común y eso se relaciona también con algo que ha venido siendo profetizado desde hace tiempo; que el avivamiento que viene no ocurriría como hasta ahora, con grandes campañas, que exigen a su vez mucha organización, dinero y trabajo mancomunado de varias congregaciones para que solo sea escuchada la voz de uno.

 

Así como el cielo es un espacio “natural”, la predicación será en todos los ámbitos “naturales”, propios de la actividad humana. Por mensajeros que son siervos, en equipos, llenos del poder del Espíritu tanto que las personas los verán como ángeles y en todos los ámbitos “naturales” a la vez que profundamente sobrenaturales. Pero hay más…

 

La expresión “en medio del cielo” también ha sido traducida como “en lo alto del cielo” o “en medio cielo”. Podemos interpretarla en un sentido simbólico más “básico”, como he hecho hasta ahora, o podemos verla también en un sentido más espiritual. Estos ángeles no están en el Cielo de Dios, tampoco están sobre la tierra dada a los hombres, sino en el cielo que rodea a esa tierra, lo cual es, espiritualmente, el segundo cielo, es decir, el reino de los aires de Satanás. Este es uno de sus reinos, no el único, pero sí el “principal” para controlar a los hombres, especialmente desde las esferas de la comunicación y gobierno.

 

Por lo tanto, la predicación que viene se realiza en medio de y desde los ámbitos de las potestades de los aires, las cuales, necesariamente, habrán tenido que ser conmovidas y atadas para que no puedan obstaculizarla.

 

En el tiempo de Apocalipsis, cuando esto ocurra, ya habrá sido arrojado a tierra Satanás con todo su ejército del segundo cielo (capítulo 12), por lo que éste quedará libre para que los ángeles puedan moverse con libertad. Mientras tanto, cuando esta predicación comience a suceder, las potestades celestiales habrán sido conmovidas lo suficiente como para no poder estorbarla, preludio de la batalla definitiva en la que Miguel terminará de echarlas por tierra.

 

Y para terminar con los mensajeros angélicos, tenemos algo también bastante obvio que es el hecho de que un ángel vuele. Bueno, nosotros estamos acostumbrados a representar a los ángeles de esa manera, pero no era necesariamente así en los tiempos de Juan. Como sea, el desplazamiento de los mensajeros será también sobrenatural, y si entendemos la imagen de las alas y el viento o aire que presupone la funcionalidad de las mismas, es claro que se moverán conforme el Espíritu los impulse. Jesús ya lo había dicho:

 

Juan 3:8 RVC

8 El viento sopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.»

 

Las alas espirituales solo pueden moverse con el viento del Espíritu.

 

Estos mensajeros sobrenaturales sostienen el Evangelio eterno, es decir, lo han recibido para predicarlo. Esta expresión nos lleva al primer texto que citamos:

 

Gálatas 1:11-12 RVC

11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no sigue criterios humanos,

12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.

 

A riesgo de “volar” yo demasiado con la interpretación, me parece ver que aquí tenemos una seria crisis de los seminarios e institutos bíblicos. No es que no haya enseñanza ni producción teológica, pero la centralidad del mensaje que viene no estará en lo que se pueda transmitir de persona a persona sino en la comunión y revelación directa del Espíritu a Sus mensajeros. Luego, los distintos dones (entre ellos el de enseñanza) ayudarán a pulir y perfeccionar el mensaje recibido, pero serán secundarios al contenido principal.

 

Y ahora vamos hacia los destinatarios de este mensaje. Aquí nos servirá mejor una traducción más literal:

 

Apocalipsis 14:6 RV95

6 En medio del cielo vi volar otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

 

Tenemos cinco destinatarios, que son lo mismo en realidad, pero con énfasis distintos:

 

·         Todos los habitantes de la tierra

·         Toda nación

·         Toda tribu o raza

·         Toda lengua

·         Todo pueblo o localidad

 

La primera, más básica y poderosa interpretación, es que absolutamente todos escucharán. Y esto implica necesariamente una predicación contextualizada culturalmente, profundamente misionera.

 

El mundo actual, paradójicamente, se ha vuelto muy cercano y más uniforme en ciertos aspectos, lo cual, de la misma forma que pasaba en los tiempos romanos, resulta muy beneficioso para extender rápidamente el Evangelio.

 

Satanás ha sometido a toda la sociedad a un mismo programa mundial de dominación, pero esto ha provocado que la gente de todo el mundo hable ahora en términos similares, tenga problemas comunes y, fundamentalmente, un enemigo común que es cada vez más evidente. Este plan tan estratégico del Enemigo ¡es maravilloso para predicar el Evangelio! Porque ahora, gente de todo el mundo tiene preocupaciones muy similares y está, por lo tanto, dispuesta a escuchar mensajes que enfoquen en dichos problemas, con lo cual los mensajeros no necesitan largos estudios transculturales para, por lo menos, entablar conversación y captar la atención.

 

Pero también se ha vuelto muy distante y lejano… en razón de una casa por medio… Todos hemos vivido la profunda separación que se viene ejerciendo desde hace tiempo pero que se ha agudizado entre los que aceptan el “discurso plandémico oficial” y los que no. Esto también había sido profetizado en el texto de la cizaña y el trigo. De repente, muchos lejanos se han transformado en amigos y hasta hermanos, y otros muy cercanos se volvieron profundamente extraños e incluso enemigos declarados.

 

Obviamente, entre los que resisten el avance del Nuevo Orden el Señor tiene su pueblo principal, pero también entre los que se han sometido, voluntariamente, por temor, por ignorancia o por conveniencia, Dios va a rescatar pueblo. Han surgido nuevos grupos humanos con subculturas particulares que se constituyen en un desafío misionológico nuevo, en la misma manzana donde vivimos. Diríamos que la iglesia ha sido en buena medida miope a estos grupos.

 

El número cinco significa gracia, por lo que nos muestra claramente que aún en medio de los juicios más duros también sigue extendiéndose una medida de gracia para salvación.

 

También es sugestivo que David buscara cinco piedras lisas en el arroyo para luchar contra el gigante. Por lo tanto, cinco también nos muestra una victoria sobre los gigantes que obtendrá esta predicación del mensaje.

 

Sin embargo, una clave hermenéutica fundamental para el número cinco es el texto de Efesios:

 

Efesios 4:11 RVC

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

 

A la vez que detalla cinco “agrupamientos” humanos particulares, nos habla de una proclamación mancomunada de todos los ministerios de la iglesia

 

De nuevo, la historia eclesiástica ha estado plagada de énfasis en uno u otro ministerio de gobierno, pero difícilmente haya habido un equilibrio. Aunque los cinco ministerios fueron completamente restaurados y entendidos como tales en el siglo XX, los inicios del siglo XXI no nos encontraron unidos y equilibrados sino más bien con un cristianismo dominado por una visión empresarial e imperial, donde unas pocas figuras “descollantes” dominaban todos los mensajes y recursos en la mayoría de las congregaciones.

 

Dicho esto, hay cinco enfoques específicos y diferentes, claramente, “nada nuevo” en la labor misionera aunque sí en la extensión y profundidad de la misma.

 

“Todos los habitantes de la tierra”. Es la primera expresión y el enfoque es masivo, un ministerio de masas que abarca multitudes, claramente con muchas diferencias entre ellos pero con elementos en común. Esto corresponde al ministerio apostólico, estableciendo los fundamentos del Reino.

 

“Toda nación”. Ahora entendemos claramente que cada nación tiene una identidad definida delante del Padre, una historia, un propósito, una función. Hay un mensaje propio para cada nación, y son los profetas los principales actores aquí, orientando, encauzando, arrancando las estructuras de maldad y estableciendo justicia.

 

“Toda tribu o raza”. Cada agrupamiento sociocultural tiene su propia cultura y sus propios códigos, sus particularidades que es necesario entender y con las cuales hay que concordar. Aquí tenemos la función del evangelista, llevando a las personas a un encuentro personal con Cristo y a la genuina conversión.

 

“Toda lengua”. No pensemos esto solamente como idioma sino también como las variantes propias de cada sociedad. El castellano resulta el segundo idioma más hablado del mundo, pero hay tantas diferencias locales y regionales que cada variante es “un mundo propio”. Aquí tenemos a los pastores, trabajando pacientemente para cambiar el “idioma de los pueblos” de tal forma que todos sean purificados y alaben a Dios. Cambiar la forma de hablar, obviamente, no se trata de palabras sino de pensamiento, voluntad y emociones (lo que genera el habla) y es una función paciente y larga en el tiempo.

 

“Todo pueblo o localidad”. Finalmente, cada ciudad, cada pueblo, que tiene una idiosincrasia particular, necesita escuchar el mensaje en sus propios términos. Allí también está la transformación de la vida, completa, y esa es la función del maestro, el quinto de los ministerios mencionados, quien debe establecer todos los principios del Reino en cada persona a través de la enseñanza.

 

Estos cinco enfoques apuntan a cinco niveles de agrupamiento humano a la vez que a cinco funciones necesarias para el desarrollo del Reino. Ninguno de ellos nos es ajeno, pero en el Evangelio que viene, los cinco estarán claramente presentes, por orden y sin faltar uno de ellos.

 

 

 

Danilo Sorti