lunes, 25 de junio de 2018

527. ¡Dios es mi fuerza y mi porción por siempre!


Salmos 73:1 RVC
Salmo de Asaf.
1 ¡Ah, Dios es bueno con Israel, con los limpios de corazón!

El Salmo 73 es atribuido a Asaf, aunque podría ser también de alguno de sus descendientes. Como sea, no tenemos una clara indicación temporal que nos permita ubicarlo fácilmente en un momento histórico dado, y con eso, el Espíritu lo está haciendo “especialmente” intemporal. Bueno, toda la Palabra es Eterna, pero estas secciones tienen una connotación más general: en cualquier tiempo y en cualquier lugar, a veces más, a veces menos, se aplican estas palabras. No ha habido en la historia momento alguno en el que eso no ocurriera.

El versículo 1 es la conclusión del Salmo, ¿por qué llega el compositor a eso? No porque hubiera estado disfrutando de un tiempo especial de bendiciones, no porque hubiera visto las tremendas obras de justicia divina, sino más bien, lo “contrario”. Pero eso “contrario” le permitió recibir una revelación más profunda del Señor, más allá de lo que veían sus ojos. Y acto seguido, lo explica.

Salmos 73:2, 3 RVC
2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; poco faltó para que mis pasos resbalaran.
3 Y es que tuve envidia de los arrogantes, al ver cómo prosperaban esos malvados.

Esto es lo que pasaba: el autor estaba mirando con sus ojos naturales y el panorama no era alentador, todo lo contrario. Era tan sombrío que él, un levita, criado con la Ley del Señor, conocedor de la historia y de los hechos asombrosos de Dios, perteneciente a un linaje especial que había sido llamado para servir a ese Dios, estaba a punto de claudicar en su fe. ¿Cómo era posible que los malvados prosperaran en sus planes, que a lo largo del tiempo tuvieran éxito y nadie se los impidiera?

Salmos 73:4-9 RVC
4 Ellos no se acongojan ante la muerte, pues están llenos de vigor.
5 No se afanan ni se ven golpeados como el resto de los mortales.
6 La soberbia es su corona, y la violencia es su vestido.
7 Tan gordos están que los ojos se les saltan; siempre satisfacen los apetitos de su corazón.
8 Entre burlas hacen planes malvados y violentos, y siempre hablan con altanería.
9 Con su boca ofenden al cielo, y con su lengua denigran a la tierra.

La descripción es detallada y sobrecogedora:

·         No están preocupados por la muerte, se encuentran llenos de salud y vigor
·         No están sufriendo dificultades y problemas como el resto, no tienen que esforzarse duramente para vivir
·         Hablan con altanería, se creen superiores todo el tiempo
·         Ejercen violencia y nadie los estorba
·         Tienen alimento de sobra (en una época en donde la comida no solía ser abundante)
·         Pueden obtener lo que desean
·         Son burladores
·         Hacen planes malvados sin que nadie lo impida
·         Se burlan de Dios y de los hombres

Y esta situación se prolonga en el tiempo. ¿Dios no lo ve?

Salmos 73:10-12 RVC
10 Por eso el pueblo de Dios se vuelve a ellos, y absorben sus palabras como si bebieran agua.
11 Hasta dicen: «¿Cómo va a saberlo Dios? ¡De esto no se enterará el Altísimo!»
12 ¡Bien puede verse que estos impíos se hacen ricos sin que nada les preocupe!

Y como tienen tanto “éxito” en su maldad, la gente los toma como líderes, y considera que ese es el estilo de vida válido. ¿Alguna diferencia con la actualidad…?

Al ver el “éxito” que tienen, la gente “bebe” sus enseñanzas como agua, los admira y se esfuerza en ser como ellos.

Salmos 73:13-14 RVC
13 ¡Ah!, pero de nada me ha servido mantener mi corazón y mis manos sin pecado,
14 pues a todas horas recibo azotes y soy castigado todas las mañanas.

Mientras tanto, los justos son criticados y maltratados. De nuevo, ¿alguna diferencia con el presente?

Salmos 73:15-17 RVC
15 Si acaso llegara yo a hablar como ellos, estaría traicionando a la generación de tus hijos.
16 Me puse a pensar en esto para entenderlo, pero me resultó un trabajo muy difícil.
17 Sólo cuando entré en el santuario de Dios, pude comprender en lo que ellos van a terminar.

Hasta aquí el salmista se encuentra como el autor de Eclesiastés, mirando las cosas “debajo del sol” y sin encontrar lógica en ellas. Sólo cuando entra en el ámbito espiritual de Dios, el “santuario”, que es más que el santuario físico que tenía Israel, sino que alude precisamente a la Presencia que estaba en dicho lugar, encuentra la verdadera explicación.

Así estamos nosotros hoy: si tratamos de encontrar sentido a lo que vemos y razonamos sobre ello, llegamos a un callejón sin salida. Es como un enorme laberinto para ratones (nosotros somos los ratones, obvio…), o como esos laberintos para personas que hay en algunos lugares. Uno puede estar dando vueltas y vueltas sin encontrar nunca la salida, pero desde la torre que hay en el centro es fácil ver hacia donde tiene uno que ir. Solo desde “arriba”, desde el sitio donde el Eterno mora, es que podemos ver adónde conduce cada camino.

Con ello, el salmista nos invita a entrar en ese “secreto” de Dios y mirar más allá del tiempo presente.

Salmos 73:18-20 RVC
18 ¡Ah!, pero tú vas a hacerlos resbalar; vas a hacerlos caer en desgracia.
19 ¡En un instante acabarás con ellos! ¡Perecerán por completo, consumidos de terror!
20 Como quien despierta de un sueño, cuando tú, Señor, despiertes, harás que se desvanezcan.

Hay un tiempo adecuado, hay un momento en que Dios actúa. No es el tiempo que nos gustaría a nosotros, tampoco el que Dios quisiera, pero en Su perfecta justicia, Él ha establecido ya tiempos en los que actuará. La salida, para el salmista, implica fe en un futuro que todavía no se ve, pero que llegará. Y siempre ha llegado.

El final de ellos será catastrófico, durante mucho tiempo pudieron hacer lo que quisieron, pero eso terminará definitivamente. Con ello, este salmo se convierte en una profecía para el fin de los tiempos.

Salmos 73:21-22 RVC
21 Yo tenía el alma llena de amargura, y sentía que el corazón me punzaba.
22 Era yo tan torpe que no podía entenderlo; en tu presencia, era yo como una bestia.

Aquí tenemos el sentimiento que experimentan los justos a lo largo de los siglos, cuando ven que el mal prospera y nadie parece detenerlo. Pero esta amargura y dolor del corazón no vienen de Dios, vienen de una fe imperfecta, de un entendimiento imperfecto de cómo Dios hace las cosas. Nosotros nos sentimos así y vamos a llorar a la presencia de Dios, pero en realidad estamos siendo ignorantes y torpes de entendimiento, ¡estamos pensando como los malvados! Vemos solo el corto plazo y lo que pasa “debajo del sol”. Y si el salmista pudo entender esto, bajo una revelación todavía incompleta, ¿qué nos queda a nosotros, que tenemos la Palabra más perfecta traída por Jesucristo?

Salmos 73:23-24 RVC
23 Y no obstante, siempre he estado contigo; tú me has tomado de la mano derecha,
24 me has guiado para seguir tu consejo, y al final me recibirás en gloria.

¡Pero qué bueno es saber que Dios, a pesar de nuestra torpeza, sigue estando con nosotros! Realmente los versículos 23 y 24 son una promesa para los cristianos ignorantes (es decir, casi todos nosotros). Por Su amor, a pesar de que seamos “como una bestia” tonta y torpe, Dios sigue estando con nosotros, nos guía y nos cuida con amor. ¿No habremos de tener ese mismo amor y paciencia para con nuestros hermanos menores? Y al final, habrá una recompensa eterna para estos fieles, bastante brutos.

Más allá de lo que pase hoy en esta Tierra, en donde sabemos que no habrá justicia perfecta hasta que Cristo venga, hay una recompensa eterna, para los justos y para los injustos. Los pocos años que vivamos aquí no se comparan con la eternidad. Los malvados no piensan en eso.

Salmos 73:25-26 RVC
25 ¿A quién tengo en los cielos? ¡Sólo a ti! ¡Sin ti, no quiero nada aquí en la tierra!
26 Aunque mi cuerpo y mi corazón desfallecen, tú, Dios mío, eres la roca de mi corazón, ¡eres la herencia que para siempre me ha tocado!

Aún si tenemos que vivir toda nuestra vida soportando la injusticia de los malvados, hay Algo en mucho superior más arriba. Tanto que no se compara a ninguna situación que podamos vivir aquí. Así, mientras tanto, mientras nos toca transcurrir este tiempo de injusticia, mientras Dios permite que así sea (y que en poco tiempo terminará), confiamos en Aquel que vive en los Cielos, por encima de cualquier realidad terrenal.

Nada se le escapa de las manos al Señor, y si permite que el mal reine (aunque siempre acotado) durante este tiempo es solo para purificar un pueblo, para que los santos lleguen a brillar como las estrellas, por toda la eternidad.

Salmos 73:27-28 RVC
27 Es un hecho: los que se alejan de ti perecerán; ¡tú destruirás a todos los que de ti se aparten!
28 En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de ti! ¡En ti, Señor, he puesto mi esperanza para proclamar todas tus obras!

Hasta que ese tiempo llegue, y en breve llega, debemos proclamar las obras del Señor, llamando a todos al arrepentimiento.


Danilo Sorti


526. El fundamento de la Iglesia


Mateo 16:13-17 RVC
13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?»
14 Ellos dijeron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.»
15 Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
16 Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!»
17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.

Conocemos este pasaje más que nada por la promesa que sigue:

Mateo 16:18-19 RVC
18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.
19 A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.»

Pero hubo todo un proceso antes; Jesús se estaba dando a conocer al pueblo, sin revelar de manera espectacular o llamativa su deidad, sino más bien “secretamente”. Allí estaba Dios paseándose entre los hombres, pero “vestido” como uno de ellos. Nadie podía reconocerlo por la apariencia, había que pasar tiempo con Él, escucharlo hablar, ver sus señales. Hacía falta reflexionar un poco, requería un esfuerzo de la mente, no había nada “inmediato” a los ojos humanos. “Lo veremos, pero sin atractivo alguno para que más lo deseemos.” (Isaías 53:2).

“¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” Implica que se decían cosas “por ahí”. Los apóstoles estaban en contacto con muchas personas, escuchaban muchas cosas y podían tener una especie de “encuesta informal” de la opinión pública.

Jesús es identificado con algún ministerio profético, eso es relevante. Sin demasiado discernimiento, la gente no tenía dudas en reconocerlo como profeta, y es evidente que eso no tenía mucho que ver con predecir el futuro porque esos mensajes todavía no habían sido pronunciados (al menos no según el registro escrito) y cuando lo fueran, sólo habrían de escucharlos un grupo pequeño de discípulos.

Más bien, ellos podían reconocer a un profeta que llamaba al pueblo al arrepentimiento y que confrontaba a los poderes de turno. ¿Tenía implicancias políticas el mensaje de Jesús? Nosotros estamos acostumbrados a leerlo en clave individual, pero por lo visto en ese tiempo la gente entendía algo más. A lo menos podemos decir que al confrontar las enseñanzas del “establishment” les estaba quitando su cuota de poder, además de exponer la fútil base de su poder.

Jesús era reconocido como profeta, y eso es mucho para empezar. Su iglesia no puede serlo menos. Si no pueden decir de nosotros que somos una “contracultura”, que vamos a “contracorriente”, que resultamos molestos para los hombres que quieren vivir conforme a su antojo, que los poderes de turno encuentran una piedra en el zapato con nosotros, que nuestro mensaje resulta “verdaderamente molesto”, aunque a la vez profundamente sanador y lleno de Vida, entonces estamos en un problema. Seremos “iglesia”, pero no la que Él vino a edificar.

Pero hay algo más. Jesús no dijo que llamarlo profeta fuera “incorrecto”, pero estaba incompleto.

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Jesús no criticó a la gente que solo podía ver en Él la dimensión profética, pero los discípulos compartían mucho más tiempo y era esperable que su revelación fuera superior, ¿lo sería?

Esta conversación está ocurriendo hacia el tercer año del ministerio de Jesús, y los apóstoles habían estado probablemente ya dos años con Él. Por lo visto, el Señor tuvo la suficiente paciencia como para dejar que el Espíritu actuara conforme los propios tiempos en que ellos podrían comprender, y no se adelantó a formular una pregunta que hubiera generado confusión antes. ¡Señor, danos esa sabiduría para no ser apresurados y esperar los tiempos correctos!

Inmediatamente a esto seguiría la transfiguración de Jesús y un cambio sustancial en Su ministerio: ya no sería tan público, la oposición crecería y el Señor se concentraría en instruir a Sus discípulos más cercanos, dada la inminencia de Su partida. Ellos entrarían a una nueva etapa de mayor profundidad, capacitación y conocimiento, pero antes de eso, o mejor dicho, para poder entrar en ella, había que tomar un examen… pero no como los que tomamos nosotros, por ejemplo, suelo tomar exámenes de 20 preguntas a mis estudiantes, este era muy cortito, solo una pregunta que se respondería con pocas palabras, pero que nadie hasta ese momento, en toda la historia, lo había logrado…

Nosotros nos acercamos a Dios de una manera, y ese primer encuentro genera un gozo enorme en el Cielo:

Lucas 15:7 RVC
7 Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Pero en ese primer encuentro todavía no tenemos la revelación adecuada de Dios, más bien, apenas empezamos a ver Quién es Él. Y así transcurrimos un tiempo, más o menos largo, hasta que llega el momento de la evaluación: “¿Quién soy Yo?” nos vuelve a preguntar el Señor, y eso parece una obviedad, ¿acaso no hemos creído en Él? ¿No lo reconocimos ya como Salvador, como Hijo de Dios, como Señor? Sí, pero… ¿Hasta dónde? ¿Con qué profundidad? Todo paso a una nueva etapa requiere que hayamos recibido primero una nueva revelación de Quién es Él.

Nuestra vida cristiana y nuestra fe se han cimentado sobre una base, pero ¿cuán sólida es? Resulta necesario que cada tanto el Señor vuelva a destapar esos cimientos para reforzarlos, solo así podrá Él luego seguir construyendo.

No sabemos si los otros discípulos pensaban lo mismo que Pedro, probablemente sí, ya que él oficiaba en cierto sentido de “portavoz” (y a veces se iba de boca…). Seguramente habían hablado de este asunto entre ellos, con todo, el que primero y sin dudas lo reconoció como algo superior a un profeta fue Pedro.

Y aquí entramos en los fundamentos de la Iglesia, que fueron puestos hace 2.000 años, que “ya están”, pero que cada nueva generación de creyentes debe reforzar, no solo a modo individual, sino colectivo, como Cuerpo. No se trata de conocimiento mental, que es necesario, sino de revelación espiritual. Podemos reconocer en Cristo un gran hombre, pero solo con la revelación espiritual del Padre a nuestro espíritu lo reconocemos como Dios hecho Hombre.

Sobre ese Pedro la Iglesia de Cristo sería edificada. Y si alguno tiene problemas teológicos con este pasaje, es necesario recordar que un solo versículo no sirve para establecer doctrina. La piedra fundamental es Cristo, y luego:

Efesios 2:19-20 RVC
19 Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,
20 y están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, cuya principal piedra angular es Jesucristo mismo.

Apocalipsis 21:14 RVC
14 La muralla de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Fue solo a partir de esa revelación más profunda que tuvo Pedro que Jesucristo pudo revelarle a su vez qué edificaría con ellos, y cuál sería el poder de esa construcción. Junto con eso recibió una medida de autoridad especial.

No, Pedro no fue el “primer papa”, pero fue el primero que predicó a los judíos y a partir de allí comenzó la iglesia en Jerusalén, la primera; fue el que validó la obra de Felipe entre los Samaritanos, y con ello les abrió las puertas del Reino, y fue el que también “oficialmente” abrió las puertas a los gentiles, al predicarles a Cornelio y su casa. Tuvo sus buenas macanas, por supuesto, el Señor levantó luego otros líderes para otras misiones, y así siguió hasta el día de hoy, pero ocupó un lugar único en la historia de la Iglesia, porque fue el primero que se atrevió públicamente a reconocer al Hijo de Dios.

Entre paréntesis, decir tal cosa, que ese hombre Jesús era “Hijo de Dios”, podía resultar una herejía digna de muerte, y precisamente “por eso” condenaron luego a Jesús, siquiera pensar en esa posibilidad era aberrante a la mente de cualquier judío. Pedro pudo superar todos esos condicionamientos religiosos, teológicos y culturales.

El próximo paso a la Iglesia gloriosa del fin de los tiempos no requerirá menos de nosotros, es decir, que superemos estructuras mentales, sociales, religiosas y nuestra propia vergüenza y temor, para pasar el “simple” examen que nos introducirá en ella.


Danilo Sorti


525. ¿Cómo fue que cambiaron así?


Nehemías 8:1, 8-11 RVC

1 Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas, y le rogaron al escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor le había dado al pueblo de Israel.

8 Y es que la lectura de la ley se hacía con mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera entender lo que escuchaba.
9 Como todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron: «Este día está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se pongan tristes.»
10 También dijeron: «Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza.»
11 También los levitas animaban al pueblo y le decían: «Ya no lloren. No estén tristes, porque hoy es un día sagrado.»

Este es un pasaje maravilloso que nos muestra el avivamiento que ocurrió entre el pueblo al regreso del cautiverio. No hizo falta reunir a nadie, todos tuvieron el mismo sentir y se dispusieron a escuchar la Palabra del Señor. No solo oyeron, sino que entendieron, y bien que lo hicieron porque rompieron en llanto al darse cuenta de sus pecados. ¡Esto es lo que se llama avivamiento! Y que no tiene nada que ver con el marketing evangélico de las últimas décadas que llama “avivamiento” a una reunión multitudinaria con música fuerte y mucha excitación almática.

Pero menos de cien años atrás, el panorama no era exactamente el mismo…

Jeremías 13:23 RVC
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel, o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, ya que están habituados a hacer el mal!

La situación de Judá había llegado a ser tal que era IMPOSIBLE que ellos cambiaran, ya no había forma, ninguno de los profetas había podido lograrlo, siglos de historia (mucho más cercana en el tiempo para ellos que para nosotros) en la cual claramente se podía ver la manifestación divina no sirvieron de nada. El pecado y la rebeldía habían llegado a ser parte constitutiva de su naturaleza, las ataduras espirituales eran tales que resultaban imposibles de romper… ¿imposibles, para Dios…?

Si leemos unos versículos más atrás  y adelante en Jeremías nos encontramos con lo siguiente:

Jeremías 13:22-25 RVC
22 Si acaso se preguntan por qué les sobrevino esto, sepan que fue por causa de su gran maldad. ¡Por eso fueron desgarrados sus vestidos! ¡Por eso quedó al descubierto su desnudez!
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel, o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, ya que están habituados a hacer el mal!
24 Por lo tanto, yo los lanzaré al viento del desierto, para que desaparezcan como el tamo.
25 ¡Ésa es la suerte de ustedes! ¡Ésa es la parte que les he asignado, por haberse olvidado de mí y por confiar en dioses falsos! —Palabra del Señor.

En efecto, el juicio que Jeremías anunció por varias décadas finalmente cayó sobre lo que quedaba de Israel y toda la nación fue dispersada y deshecha. Tan terrible fue lo que pasó, que el mismo Jeremías dijo:

Lamentaciones 1:11-13 RVC
11 Entre sollozos, sus habitantes buscan algo qué comer; cambian por comida sus objetos más preciados para lograr volver a la vida. «¡Mírame, Señor! ¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»
12 Ustedes, que van por el camino, ¿esto no los conmueve? ¡Consideren si hay dolor que se compare con el mío! ¡La ira del Señor se encendió y me envió este sufrimiento!
13 Envió un fuego desde lo alto que me consumió los huesos; tendió una red a mi paso y me hizo retroceder; me dejó en completa ruina, y sufro a todas horas.

No voy a detallar aquí cuánto dolor y sufrimiento implicó el juicio en sí, más el hecho de ser llevados cautivos a una tierra extraña, pero es posible hacerse una idea de ello.

Cuando el pueblo que Dios había elegido como propio y sobre el cual había derramado Sus bendiciones y al que había dado Su Palabra se rebelaron obstinadamente de tal forma que Isaías, tiempo antes de Jeremías, pudo decir:

Isaías 1:5a DHH
5 Ustedes se empeñan en ser rebeldes,
y en su cuerpo ya no hay donde castigarlos.

Entonces Dios se encargó de ser lo suficientemente drástico, y así logró un remanente santo, que se volvió a Él de todo corazón.

Los versículos que leímos en Nehemías contrastan enormemente con la rebelión que leemos en los profetas. Dios tuvo paciencia, pero finalmente Su juicio cayó, y como resultado de eso, un resto fiel volvió al Camino.

¿Qué tiene eso de diferente hoy? Estamos asistiendo a una rebeldía sin igual en todo el mundo. Uno a uno, y rápidamente, los únicos “reductos” de algo de moral que quedaban entre los países están siendo contaminados, y las nuevas generaciones (aquellos que no conocen a Dios de entre las nuevas generaciones) han alcanzado un nivel de pecado y rebeldía nunca antes visto.

La iglesia de repente se ha visto impotente para “detener” esta ola de impiedad, como si de ella dependiera. Y lo cierto es que, aunque hemos sido llamados a ser “sal y luz”, nunca hemos sido llamados a establecer un reino terrenal.

En este contexto, los cristianos “de la misericordia” o aquellos de “el Reino ahora” están teniendo un serio problema: ¿cómo seguir aplicando misericordia con una generación en extremo pecadora? Y si es que nosotros traemos el reino terrenal, ¿no la estamos errando bien feo? En breve, ambas posturas entrarán en una crisis severa, y sólo podrán mantenerse haciendo una enorme “abstracción” de la realidad, o directamente pervirtiendo la Palabra de Dios.

Ni la misericordia de Dios se aplica indefinidamente, ni traemos nosotros el Reino. En cambio, Dios mismo ha dejado bien en claro cuál es Su forma de tratar con una sociedad en extremo rebelde que se ha vuelto resistente a cualquier llamada o incluso juicio parcial, y esto es mediante el juicio “total”. Claro, no existe ni existirá tal cosa como “juicio total” porque eso implicaría eliminar completamente al hombre de la faz de la Tierra, y además ya hay Uno que pagó por TODAS las culpas, pero hay una dimensión de juicio máxima que solo ocurre en casos extremos. Pero cuando tiene que suceder, sucede.

Dios aún está trabajando para purificar a Sus santos, y todavía falta un poco. Entre otras cosas, es necesario que termine de quitar el amor al mundo y algunas doctrinas erradas, como la teología de la prosperidad y las que mencioné más arriba. Parte de ese proceso de purificación es permitir que en estos pocos años que quedan por delante, el “mundo”, aquellos que no han querido creer, sean entregados a lo más hondo del pecado, para que el juicio máximo que vendrá sea perfectamente justo y claro para todos. Viene un tiempo maravilloso en el que el resto que haya quedado de la humanidad reconocerá al Señor:

Zacarías 14:16 DHH
16 Después de esto, los sobrevivientes de los mismos pueblos que lucharon contra Jerusalén irán año tras año a adorar al Rey, al Señor todopoderoso, y a celebrar la fiesta de las Enramadas.

Recordemos que proféticamente, la fiesta de las Enramadas indica el inicio del Reino Venidero y precisamente Jesucristo volverá físicamente a la Tierra en esa fecha. En ese tiempo será por demás de evidente que hay un Dios que gobierna el mundo:

Zacarías 14:17 DHH
17 Y si alguna de las naciones de la tierra no va a Jerusalén a adorar al Rey, al Señor todopoderoso, la lluvia no caerá en sus tierras.

Mientras tanto, ¿cuáles son nuestras expectativas? La iglesia es profética y como tal no debe dejar de anunciar claramente la perfecta justicia de Dios, ni de establecer Su bendición (aún en  medio del juicio) y Sus diseños en este mundo, pero el Reino no lo traemos nosotros, no viene “ahora”, ni podemos seguir siendo más buenos que Dios. Ya estamos en el tiempo de Sus juicios y de la recta final del pecado de la humanidad. Nos resta prepararnos para el último Gran Avivamiento y la última Gran Cosecha, y no distraernos demasiado con lo que aquí Dios mismo ya ha permitido que ocurra.


Danilo Sorti


524. Todavía un poco más de tiempo, pero no mucho


Habacuc 2:1-4 RVC
1 Decidí mantenerme vigilante. Decidí mantenerme en pie sobre la fortaleza. Decidí no dormir hasta saber lo que el Señor me iba a decir, y qué respuesta daría a mi queja.
2 Y el Señor me respondió, y me dijo: «Escribe esta visión. Grábala sobre unas tablillas, para que pueda leerse de corrido.
3 La visión va a tardar todavía algún tiempo, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya.
4 Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.

Habacuc estaba viendo la amenaza de los caldeos cernirse sobre su nación. Nada podía detenerlos y era cuestión de tiempo para que llegaran a Israel. ¿Podía Dios permitir eso?

La pregunta resultaba ser muy política y “local” si se quiere; tenía que ver con la suerte que correría su nación en los próximos años. Sin embargo, fue la oportunidad para que Dios expresara un principio que se volvió universal bajo el Nuevo Pacto (aunque siempre lo fue): el justo vivirá por su fe.

Habacuc hizo lo que debe hacer un profeta comprometido con la realidad: mirar claramente esa realidad con sus ojos, y luego buscar la palabra del Señor. Entre uno y otro extremo suelen oscilar los profetas hoy, y todos los cristianos en general: o se quedan demasiado fijos en la realidad humana, intentando buscar soluciones “humanas”, o se quedan “en las nubes”, viviendo una realidad muy diferente y sin comprender qué está pasando aquí. No sé si los cristianos individualmente podemos llegar a ubicarnos en el correcto centro, pero por lo menos podemos ser lo suficientemente conscientes del problema como para que nos toleremos unos a otros y así, como iglesia, tengamos una posición más equilibrada.

Y Dios acudió a la cita, pero lo primero que le aclaró es que todavía habría de pasar un tiempo, pero inevitablemente la palabra se cumpliría. Mientras tanto, todo el pueblo, representado en el profeta, debía esperar el cumplimiento de la palabra.

¿Qué es la fe? Mucho malentendido tenemos alrededor de esa palabra, al punto de que más de una vez ha llegado a perder su verdadero significado. Pero aquí tenemos su verdadera definición: Dios da una palabra y espera que Su gente la crea, y que viva en consecuencia MIENTRAS llega su cumplimiento.

Sorprendentemente, lo contrario a la fe que presenta el texto no es la incredulidad, sino la arrogancia, el orgullo. Aunque el pasaje plantea problemas de traducción, podemos entender que el orgullo impide la fe, porque significa “creer que ya lo sé”, que las cosas ocurrirán como uno piensa que lo harán, mientras que la fe implica creer lo que otro con autoridad (en este caso Dios) ha dicho que ocurrirá. Y ese “otro con autoridad” obviamente no soy “yo”, por lo que es necesaria la humildad.

El orgullo nos hace buscar un montón de excusa o “explicaciones lógicas” por las cuales lo que Dios dice que ocurrirá no es razonable, o “no es de Dios”. Normalmente cuando alguien quiere rechazar una palabra divina se enfoca en el mensajero, el profeta que la trae, tratando de descubrir faltas e incongruencias en él, de tal manera que esa “inhabilidad” moral que supuestamente tiene, inhabilita también el mensaje.

Por supuesto: ¿Quién te ha dado la capacidad o autoridad para juzgar a tu hermano? ¿Cuánto conocés en profundidad la vida de tu hermano para juzgarlo rectamente? Pero aún si fuera moralmente inhábil, ¡eso no anula la palabra profética!

Por otro lado, cuando la palabra viene a mi corazón, es mucho más fácil desecharla, “es mi propio pensamiento” y listo, sin siquiera analizar por qué razón consideramos que es el pensamiento propio, si en verdad tiene las características de un “pensamiento propio”.

Muchos hermanos están anunciando que los días de este sistema mundo están contados. Las naciones están bajo juicio, y no les quedan muchos años más de relativa tranquilidad. Aún un poco de tiempo, que tenemos que transcurrir con fe, que implica necesariamente perseverancia, fortaleza, esfuerzo sostenido y constante. Pero son años difíciles todavía, por eso es más necesario mantenernos firmes en la fe.

Romanos 1:16-17 RVC
16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son.
17 Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: «El justo por la fe vivirá.»

El Evangelio siempre estuvo basado en la fe, no tenemos el cumplimiento todavía, sabemos que no veremos ahora la plenitud de lo que se ha prometido. Que el Príncipe de este mundo sigue gobernando y aparentemente, gana. Allí es donde somos llamados a ejercer la fe. Y especialmente cuando esa “victoria” parece mundial y definitiva.

¿Qué hacemos cuando esa fe flaquea? Lo mismo que el profeta: exponemos con sinceridad nuestra angustia y nuestras dudas delante del Señor y nos quedamos esperando hasta recibir una respuesta. En base a esa respuesta, esa palabra que viene del Señor, es que nuestra fe resulta renovada.


Danilo Sorti


523. Esperábamos el plan “A” de Dios pero aplicó el plan “B”… ¿o era el “A”?


Lucas 24:13-35 RVC
13 Ese mismo día, dos de ellos iban de camino a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios.
14 Iban hablando de todo lo que había sucedido,
15 y mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y los iba acompañando.
16 Pero ellos no lo reconocieron, y es que parecían tener vendados los ojos.
17 Se veían tan tristes que Jesús les preguntó: «¿De qué tanto hablan ustedes?»
18 Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha sucedido en estos días?»
19 «¿Y qué ha sucedido?», preguntó Jesús. Y ellos le respondieron: «Lo de Jesús de Nazaret, que ante Dios y ante todo el pueblo era un profeta poderoso en hechos y en palabra.
20 Pero los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
21 Nosotros teníamos la esperanza de que él habría de redimir a Israel. Sin embargo, ya van tres días de que todo esto pasó.
22 Aunque también nos han dejado asombrados algunas mujeres de entre nosotros, que fueron al sepulcro antes de que amaneciera.
23 Como no hallaron el cuerpo, han venido a decirnos que tuvieron una visión, en la que unos ángeles les dijeron que él vive.
24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro, y encontraron todo tal y como las mujeres lo dijeron, pero a él no lo vieron.»
25 Entonces Jesús les dijo: «¡Ay, insensatos! ¡Cómo es lento su corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
26 ¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, antes de entrar en su gloria?»
27 Y partiendo de Moisés, y siguiendo por todos los profetas, comenzó a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él.
28 Cuando llegaron a la aldea adonde iban, Jesús hizo como que iba a seguir adelante,
29 pero ellos lo obligaron a quedarse. Le dijeron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde, y es casi de noche.» Y Jesús entró y se quedó con ellos.
30 Mientras estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y les dio a ellos.
31 En ese momento se les abrieron los ojos, y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista.
32 Y se decían el uno al otro: «¿Acaso no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 En ese mismo instante se levantaron y volvieron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos,
34 los cuales decían: «¡En verdad el Señor ha resucitado, y se le ha aparecido a Simón!»
35 Los dos, por su parte, les contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Este suceso que relata Lucas y brevemente Marcos no es solo histórico: es profético y se aplica a muchas situaciones por las que hemos transcurrido los cristianos durante dos milenios. Esperábamos una manifestación pública y política de Dios pero nada de eso pasó… sin embargo, Dios comenzó otros planes más extraños, que al final redundaron en una mayor gloria.

19 «¿Y qué ha sucedido?», preguntó Jesús. Y ellos le respondieron: «Lo de Jesús de Nazaret, que ante Dios y ante todo el pueblo era un profeta poderoso en hechos y en palabra.
20 Pero los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
21 Nosotros teníamos la esperanza de que él habría de redimir a Israel. Sin embargo, ya van tres días de que todo esto pasó.

Ellos tenían una expectativa política acerca de Jesús, “teníamos la esperanza de que él habría de redimir a Israel” no significaba alcanzar el perdón de pecados sino la liberación política y económica de Roma. Viéndolo en perspectiva es muy fácil darse cuenta de que la redención que Dios estaba logrando era muy superior y duradero a una liberación política, pero en ese momento no resultaba tan sencillo entenderlo. Ellos esperaban una victoria para su nación, Dios planeó una victoria para todo el mundo.

Cuando los discípulos decían “profeta” no se referían a un pronosticador del futuro, estaban hablando de alguien que denunciaba públicamente a los poderes de turno, que traía la luz de Dios sobre los asuntos terrenales: sociales, políticos, económicos. Además, los hechos demostraban que el poder divino estaba con Él, ¿cómo fue posible que de repente fracasara, fuera condenado y muriera?

“Nosotros teníamos la esperanza…” es decir, ¿por qué seguían a Jesús? ¿Tres años de ministerio no fueron suficientes como para entender que venía a fundar un reino terrenal, no en este tiempo? No, no lo fueron. Y de nuevo, es muy fácil juzgarlos de este lado de la historia, pero en ese momento…

Ellos tenían un plan “A” e implicaba que el Señor fuera a Jerusalén, hiciera unos cuantos hechos asombrosos y tomara el control de Israel, pero pasó exactamente lo contrario. Peor aún, no fue un simple “fracaso político momentáneo”, un intento que más adelante podía volver a repetirse con éxito, ¡fue un rotundo fracaso! Simplemente, lo mataron.

Por eso fueron embargados de una profunda tristeza, y ese “manto de tristeza”, verdaderamente espiritual, les impidió ver a su Señor resucitado. Cuando alguno de nuestros planes no se cumplen como nosotros esperábamos, la tristeza, la frustración, la confusión, caen como un manto que nos envuelve y nos impide ver más allá. Literalmente es una “nube gris” que nos rodea.

Ese manto espiritual es tan poderoso que envuelve naciones o sociedades enteras y frustra los planes de Dios durante mucho tiempo. Pero es tan sólido como el humo. ¿Cómo hizo Jesús para romperlo? ¿Acaso vinieron ejércitos celestiales a destruir a los perversos romanos? ¿Los sacerdotes se murieron de repente por una plaga fulminante? ¿Acontecieron una serie de señales asombrosas en el cielo? Nada de eso. “Solamente” una simple charla durante un largo camino, de al menos dos horas, pero probablemente tres o cuatro. “Solo” palabras bastaron para disipar esa terrible desazón… bueno, no tan solamente “palabras”.

La incredulidad les impidió reconocer a Jesús pero Él no hizo nada “espectacular” como para que sus ojos fueran abiertos. En cambio, empezó a recordarles las Escrituras, no las palabras que habían escuchado de Él en esos tres años, sino las que habían sido escritas por los profetas y que leían todos los sábados en las sinagogas. Qué interesante es esto: no hizo falta recurrir a nada “innovador” ni espectacular, bastó la Palabra Eterna de Dios, la única arma necesaria y suficiente para dispersar cualquier manto de mentira. ¿Qué “armas” usamos nosotros hoy? ¿Estamos buscando algo “más efectivo y moderno” que la Palabra de Dios…?

Por supuesto, no terminó todo en la exposición de la Palabra. En realidad, esa fue la preparación que culminó en el momento de comunión: “Mientras estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y les dio a ellos. En ese momento se les abrieron los ojos, y lo reconocieron”. El entendimiento de la Palabra les permitió ver a Jesús obrando. Si ellos se quedaban en su incredulidad y desesperanza, no se habrían dado cuenta de que el Señor estaba allí mismo, pero cuando su entendimiento (natural y espiritual) fue aclarado, fácilmente pudieron ver que Jesús estaba vivo y actuando en su realidad.

Y resultó que lo que vieron era mucho más asombroso de lo que jamás hubieran imaginado. Pensar que un líder político tomara el poder y devolviera la autonomía a Israel era difícil, pero pensar que ese líder muriera y resucitara, ¡era “imposible”! Jesús no cumplió el “plan A”, según ellos entendían, pero resultó que el “plan B” finalmente fue muy superior. Y el “plan B” en realidad aseguraba que el “plan A” inevitablemente se cumpliría, ¿quién podía dudar ahora que ese Jesús que había vencido la muerte podría volver para reinar políticamente sobre Israel y derrotar al imperio invasor? De nuevo, Jesús tendría que aclararles que eso no ocurriría inmediatamente, pero la victoria estaba asegurada.

Algunas décadas después, Dios mismo se encargó de enjuiciar severamente a los que habían tratado con tanto desprecio al Regalo de salvación que les fue enviado: no precisamente a los romanos, que ningún discernimiento espiritual tenían de lo que estaban haciendo y sobre los cuales Jesús pidió perdón (y gracias a ese acto, el imperio romano no fue destruido y, en cambio, llegó a ser conquistado él mismo por el Evangelio) sino a los judíos, especialmente a los de Jerusalén, porque ellos SÍ SABÍAN lo que estaban haciendo (y sobre ellos Jesús no pidió perdón).

Así, aunque ahora, por un poco de tiempo, parece que los planes de Dios se frustran, en realidad lo único que se frustra es nuestra comprensión de esos planes. Pero hay algo más grande, más glorioso, y más terrible aún para los enemigos de Dios, que está esperando un poquito más adelante, solo un poquito.

Si en este momento hay una densa nube gris rodeándonos (a veces, muy negra), sugiero que nos hagamos tiempo para dar un paseo con el Señor y que Él nos vaya explicando nuevamente las Escrituras, y finalicemos la caminata con un buen tiempo de comunión. No hay manto de depresión que se le resista.


Danilo Sorti