Mateo 13:24-30 RVC
24 Jesús les contó
otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró
buena semilla en su campo;
25 pero, mientras dormían los trabajadores, vino su enemigo
y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Cuando el trigo
brotó y dio fruto, apareció también la cizaña.
27 Entonces, los
siervos fueron a preguntarle al dueño del terreno: “Señor, ¿acaso no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde salió la cizaña?”
28 El dueño les dijo:
“Esto lo ha hecho un enemigo.” Los siervos le preguntaron: “¿Quieres que
vayamos y la arranquemos?”
29 Y él les
respondió: “No, porque al arrancar la cizaña podrían también arrancar el trigo.
30 Dejen que crezcan
lo uno y lo otro hasta la cosecha. Cuando llegue el momento de cosechar, yo les
diré a los segadores que recojan primero la cizaña y la aten en manojos, para
quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero.”»
Entender la realidad de los últimos tiempos resulta
imprescindible para sobrevivir espiritualmente en ellos y llegar a vencer. Uno
de los problemas del cristianismo ha sido, durante siglos, quedarse aferrado a
la forma de revelación que el Espíritu trajo en algún momento y que fue muy
exitosa en ese tiempo, pero no captar lo nuevo que está ocurriendo en el
presente. Eso tiene que ver claramente con la acción del espíritu de religión,
pero no hablaremos sobre él en este momento.
Lo cierto es que, al acelerarse los tiempos, este cambio
requerido también se acelera. Parte del cambio consiste en entender qué está
ocurriendo en el mundo hoy. Esto suele resultar difícil para muchos cristianos
porque no son especialistas en sociología, economía o historia; y tampoco
tienen el tiempo suficiente como para leer lo necesario. Pero el Señor ya nos
dejó las principales pistas en Su Palabra.
Una de las características de los últimos tiempos es lo que
claramente expresa esta parábola. No me estoy refiriendo al tiempo de la
cosecha, que en realidad no nos interesa demasiado porque ya sabemos que si
estamos en Cristo nos iremos con él; me estoy refiriendo a este tiempo previo,
que es cuando debemos concluir la obra de la Iglesia y preparar a la Novia para
que reciba a su Prometido.
Pues bien, el trigo y la cizaña representan dos especies muy
parecidas cuando vegetan, pero con una espiga y un fruto distinto, propiamente
no tan distinto por la forma y tamaño, sino por el contenido. La cizaña, en
Israel, solía estar infectada por un hongo endófito que la hacía tóxica, por lo
que “separar el trigo de la cizaña” resultaba fundamentalísimo para cualquier
campesino.
El tiempo de la fructificación, que es inmediatamente antes
de la cosecha, indica el tiempo en que ambas plantas llegan a su fruto pleno,
maduro, completo. Ya sabemos que en el lenguaje bíblico “fruto” está
significando la manifestación completa y acabada de algo; sus obras
perfeccionadas de acuerdo a su naturaleza.
Esto quiere decir que el engaño será el engaño más sutil y
pernicioso que haya existido, la maldad será la peor manifestada hasta
entonces, todos los frutos de la carne llegarán a su plena expresión… así como
todos los frutos del Espíritu y la santidad en los hijos de Dios. La cosecha no
ocurrirá hasta que esto acontezca.
Cuando estaban verdes, ambas plantas difícilmente se
distinguían; así, tiempo atrás uno podía decir que la sociedad era
relativamente aceptable. A medida que pasa el tiempo las diferencias se van
acentuando, la famosa “grieta” (que de hecho comenzó con Caín y Abel) se
profundiza cada vez más, y no sólo en un país, sino también en el mundo. Las
posturas y pensamientos se alejan cada vez más y se hacen más radicales… para
lo bueno y para lo malo.
En esencia, tenemos una sociedad cada vez más fragmentada,
separada por muros cada vez más altos, con grupos más cerrados y alejados del
resto aunque vivan en la misma manzana… lo vemos en las noticias, ¿no?
Más allá del crecimiento de la maldad, este tipo de sociedad
plantea desafíos a la hora de llevar el Evangelio y establecer el Reino de
Dios. En esencia: todos deben escuchar, pero ese “todos” está conformado por
grupos cada vez más diferentes (para lo bueno y para lo malo), ¿cómo llevaremos
el Evangelio a cada uno? ¿Cómo será el formato de iglesia en cada caso? Creo
que esta es una de las principales cuestiones estratégicas en este momento.
¡Espíritu Santo, ayúdanos a entender la sociedad actual para
ser efectivos en llevar la Iglesia a todo lugar!
Danilo Sorti