jueves, 18 de julio de 2013

Conflicto Evolución vs. Creación: la doble estrategia de Satanás

La herramienta de Satanás para separar a los científicos de la iglesia

Cualquier cristiano que tenga ya unos años de convertido está al tanto de la histórica disputa Evolución vs. Creación, originada principalmente en el hemisferio norte y exportada luego junto con la posterior difusión del evangelio al resto del mundo. En este artículo veremos que dicha disputa ha sido, en realidad, una herramienta especial utilizada por el Adversario para mantener a la iglesia separada de la ciencia y viceversa, siendo que el único y verdadero fundamento de la ciencia ha sido, desde sus orígenes, la realidad de un Dios inmutable que ha creado un mundo de acuerdo a leyes que no cambian, que pueden conocerse y que puede predecirse.

Sin duda hay mucho para hablar sobre este tema, ¡demasiado!, pero no me extenderé en este artículo, por lo que es probable que queden dudas y cuestiones por tratar, si Dios quiere, en el futuro lo haré con más tiempo.

No creo necesario volver sobre la historia, sino simplemente mencionar este aspecto, que ha impedido durante más de un siglo que la iglesia y que la producción de teología, alcancen a tantos científicos, que pudieron haber hecho mucho bien a la humanidad y que hubieran podido mostrarnos mucho más de la gloria de Dios a través del conocimiento de su creación. Muchos de ellos están hoy en el infierno, por toda la eternidad. Muchos más no lo están todavía, pero si no hay un cambio en la posición de la iglesia, lo estarán cuando mueran.

Muchos de los desarrollos científicos han sido motivados por principios erróneos y bajo intereses pecaminosos, ¡y no necesitamos hablar de cuánto mal puede hacer la aplicación de la ciencia! ¿Por qué esos científicos no han sido ganados para los principios del evangelio? Muchos cristianos tienen un llamado a la ciencia pero están siendo abortados en sus iglesias, ¡Dios va a pedir cuenta a los líderes cristianos por eso!

Resumiendo décadas de debate, el problema entre “Evolución y Creación” se debe a la ignorancia de la iglesia y a su afecto por lo “mágico y simple”, y a la intención de los movimientos ateos de “probar” la no existencia de Dios. Con respecto a la posición atea, sinceramente y con el perdón de mis amigos y conocidos que no creen en Dios, no creo necesario hablar; pero sí deberíamos entender algunos principios de lo que es y lo que no es el conocimiento científico.

Antes de seguir es necesario tomar una decisión espiritual: ¿de verdad queremos cerrar las brechas de división abiertas por el engaño de Satanás y, más específicamente, los espíritus de religión entre “iglesia y ciencia” (que proceden ambas del mismo Dios)? Detrás de este problema aparentemente científico y aparentemente filosófico, hay un profundo interés espiritual (de las tinieblas, claro) en impedir que el reino de Dios, y especialmente la iglesia, avance sobre las distintas áreas del quehacer humano; mientras mantenga su dominio sobre la ciencia, lo mantendrá sobre toda la humanidad, porque hoy la “ciencia” (aunque en realidad se trata más bien de las aplicaciones de la ciencia) domina sobre ella, y es muchas veces una herramienta de dominación en manos de pequeños grupos de poder. Pero cuando la iglesia abrace a la ciencia, y se supere un divorcio de varios siglos, veremos una gloria y un poder de Dios manifestado en la tierra a través de sus hijos como nunca se vio ni se soñó.

Quizás (mucho) más importante que todo lo que sigue en este artículo es que podamos tomar la decisión de superar esta brecha (estemos de “un lado” o “del otro”) y pedirle al Espíritu que nos guíe en el proceso. Sin duda, él lo hará.


¿La ciencia puede hablar sobre Dios?

En el conflicto “Evolución vs. Creación”, ambos bandos mantienen una misma premisa falsa: la ciencia (tal como la conocemos y practicamos hoy) puede dar cuentas de la existencia de Dios. Los primeros dicen que sí, y que como la Teoría de la Evolución demuestra que Génesis 1 está equivocado, Dios no existe. Otros dicen también que sí, y como Dios existe, Génesis 1 no está equivocado y la Teoría de la Evolución es falsa. ¡Cuánta simplificación absurda hay en todo esto! Lo primero que deberíamos establecer es de qué habla la ciencia y de qué no.

Sobre este tema hay toneladas de papel y de Gigabytes escritos, pero digamos de manera simple que la ciencia estudia el mundo físico en el que vivimos, tratando de conocer sus leyes para poder entenderlo y predecirlo. Esta definición es una simplificación que deja de lado al amplio campo de las ciencias sociales y humanas, por ejemplo, pero para los objetivos de este artículo es suficiente ya que el conflicto se da, precisamente, entre una determinada interpretación teológica de Génesis 1 y una interpretación no científica de los corolarios de la Teoría de la Evolución. Entonces, las ciencias (de la naturaleza, principalmente) tratan con el mundo físico, tangible, perceptible por los sentidos, ya sea directamente o a través de instrumentos (telescopios, microscopios, espectrómetros, etc.). ¿Puede el “mundo tangible” mostrar la existencia de Dios?

Hay dos respuestas a esta pregunta: sí y no. Empecemos por la segunda:


Hebreos 11.1-3,6 DHH

1Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. 2Nuestros antepasados fueron aprobados porque tuvieron fe.
3Por fe sabemos que Dios formó los mundos mediante su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse.

6Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.


Supongo que no es necesario hablar mucho sobre la fe porque ha sido uno de los temas principales de la predicación evangélica en las últimas décadas (creo que hasta demasiado), pero es importante recordar un punto: nos acercamos a Dios por fe ¡y punto! No hay otro camino, no hay “evidencias indudables”, porque todas podrían ser refutadas, pero fundamentalmente, porque Dios así lo ha establecido. Según entiendo, de alguna manera Dios se ha “ocultado” para que solo por fe se pueda llegar a él. Acercarse “por vista” no implica fe:


2 Corintios 5.7 RVR95

7(porque por fe andamos, no por vista).


Si fuera posible “demostrar sin lugar a dudas” la existencia de Dios a través de la creación, ¿qué espacio queda para la fe? Nos guste o no, él lo ha dispuesto así, y no debemos nosotros pretender “hacerlo fácil”. Ya durante mucho tiempo hemos “hecho fácil” el evangelio y las iglesias se llenaron de gente que nunca debería haber estado allí porque nunca han tenido una verdadera conversión, y los que sí la han tenido tuvieron que enfrentar muchísimos problemas por haber creído en un “Dios Papá Noel”, en un evangelio facilista.

Decir que un postulado científico es falso porque “niega a Dios” es desconocer uno de los principios más básicos de la enseñanza bíblica, ¿cómo un postulado sobre el mundo material puede negar la existencia de Aquél que ha decidido “ocultarse” del mundo material?

Pero también es cierto que el mundo material SÍ muestra a Dios (de hecho, buena parte de mi conversión se debió a haber reconocido la existencia de “algo más” al reflexionar sobre la tierra y el universo), pero solo para el que tiene fe. Pablo dice algo muy interesante al respecto:


Romanos 1.16-23 DHH

16No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 17Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: “El justo por la fe vivirá.”

18Pues Dios muestra su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta, que con su injusticia mantiene prisionera la verdad. 19Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; 20pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa. 21Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras. 22Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos; 23porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles.


A través de este pasaje entendemos que la creación testifica del Creador, pero solo al que quiere ver a través de los ojos de la fe. Según lo que dice, todos tienen dicha capacidad y todos deberían hacerlo, aunque la mayoría no lo hace y eso es suficiente para que sean considerados culpables delante de Dios. De paso, vemos por qué la Biblia nunca se preocupa por demostrar la existencia de Dios: la creación misma se encarga de ello, aunque su testimonio rara vez sea recibido; de hecho la mayoría de los que han llegado a ser creyentes no lo hizo reflexionando sobre la creación, sino a través de algún conflicto o vacío interior.

De aquí vemos el importantísimo papel que tienen las ciencias que estudian el mundo natural (físico, químico, biológico); nada más y nada menos que magnificar la gloria de Dios al mostrarnos las profundidades y maravillas de Su creación. Por eso el Adversario se ha cuidado muy bien de poner una barrera de separación entre las ciencias naturales y la iglesia, ¡y los cristianos hemos sido fielmente obedientes a su propósito!

A nivel espiritual, son los espíritus de religiosidad y de error doctrinal (no hay diferencia en el fondo) los que se encargan de alimentar esta separación, y requerirá literalmente hacer guerra espiritual poder cerrar la brecha.

Resumiendo hasta aquí: la creación revela la gloria de Dios solo para el hombre que tiene fe, porque el Padre mismo ha decidido “ocultarse” de tal manera que solo creyendo en él se lo pueda encontrar. Por tanto, ningún postulado REALMENTE científico puede determinar la existencia o no de Dios.

Y a propósito resalte el “REALMENTE” porque la mayoría de los cristianos, que no están relacionados directamente con la ciencia, en realidad nunca están en contacto de primera mano con las producciones científicas, todo lo que saben es: porque se lo enseñó un profesor en la escuela, porque lo leyeron en alguna revista artículo o documental de divulgación científica, porque lo recibieron de alguna fuente detractora o porque se lo enseñaron en la iglesia; y nada de esto es, específicamente hablando, ciencia.

Por empezar, lo que se enseña en la escuela es una ciencia muy simplificada y adaptada a la mentalidad de los alumnos, y créanme que generalmente eso esta bastante lejos de lo que es la verdadera ciencia. Generalmente la enseñanza científica escolar está mezclada con apreciaciones filosóficas personales de los docentes, de tal manera que se mezclan ambas y el alumno las aprende como si fueran una sola cosa.

Algo parecido pasa con los artículos, revistas o documentales de divulgación científica: el conocimiento científico está modificado (muy simplificado) para ser presentado al lector promedio, y además, viene casi siempre cargado con las creencias, apreciaciones y opiniones personales del que lo escribe o produce, porque sino el público no se interesaría en el. De esa manera, junto con un postulado que es verdaderamente científico vienen opiniones y posiciones que no lo son. Y los materiales sobre la Evolución no constituyen una excepción, ¡todo lo contrario!

Los artículos y libros realmente científicos suelen ser terriblemente aburridos e incomprensibles para cualquiera que no esté en el tema, y en ellos no se habla de Dios, ni a favor ni en contra, simplemente no se habla. Se dedican al estudio de su tema relacionado con el mundo material y punto.

Ahora bien, lo que opine un científico sobre Dios es otro tema. Es más, puede basarse en sus descubrimientos para decir tal o cual cosa, pero eso entra dentro del campo de la conjetura y la opinión y no en el de la ciencia como tal. Podrá ser más o menos acertado o más o menos equivocado, pero por cierto no se trata de “ciencia”; corresponde al campo de las interpretaciones filosófico espirituales y dentro de tal ámbito debería ser discutido.

El corolario de esto es que si alguien pretende decir que Dios no existe (¡o viceversa!) por se demuestra científicamente por tal o cual cosa, está errando en la base de su argumentación. Sencillamente, no es el ámbito para discutir la existencia de Dios.

Y esto se encadena con la tercera opción planteada más arriba: los discursos detractores del cristianismo que utilizan determinados postulados científicos para negar la existencia de Dios. Claro, hay muchos otros que apuntan fuertemente a la realidad de un Creador que simplemente ignoran. Y de hecho, si los que tal cosa afirman conocieran REALMENTE toda la complejidad de la evolución (tanto del universo como de la vida) no podrían menos que caer de rodillas ante la NECESIDAD de que exista un Dios por detrás de todo eso.

Normalmente los que utilizan estos argumentos solo tienen un conocimiento superficial de la ciencia, o sino, solo conocen en profundidad un campo restringido de la realidad científica y arman una postura filosófica en base a eso. De todas formas, el mensaje que un cristiano reciba de ellos no puede ni sentar doctrina ni sentar ciencia, es decir, no debería ser considerada como “lo que la ciencia dice”. ¡No todo lo que dice un científico es ciencia, sólo lo que cumple los protocolos de la misma!

Por último, muchos cristianos tienen vagas imágenes de la ciencia (y en nuestro caso de lo que la Teoría de la Evolución dice o no dice) según se les enseñó en la congregación o seminario. Pero la gran mayoría de los líderes cristianos no tienen formación científica, ¡no podría ser de otro modo, si las iglesias han expulsado a los científicos hace tiempo! ¿Con qué autoridad pueden hablar de algo que no conocen en profundidad? Normalmente repetirán lo que les enseñó su anterior pastor o lo que aprendieron en un seminario, pero estos últimos tampoco tienen (en general) conocimiento de ciencia, ¿o acaso existen seminarios con orientación hacia las ciencias químicas, o físicas, o biológicas? ¿No son las orientaciones predominantes la filosófica y la literaria? Normalmente predomina en ellos un “humanismo cristianizado”, pero las ciencias humanas (filosofía, literatura, etc.), según creo, están más lejos en su objeto de estudio de la creación de Dios, porque mientras las ciencias naturales estudian directamente lo que Dios hizo, estas otras estudian los retorcidos productos de la mente humana. Recordemos, ¡Dios decidió desde el principio manifestarse a través de su creación!, pero no a través de la filosofía; ¿por qué pues la orientación de tantos seminarios es hacia ella?

Por supuesto, no estoy para nada en contra ni de la filosofía, ni de la literatura, ni de ninguna ciencia humana o social, al contrario; pero quiero resaltar el hecho de que la actual formación del liderazgo cristiano está lejos de la manifestación de Dios a través de su creación y de las disciplinas que la estudian (las ciencias naturales).

El liderazgo cristiano sería una voz autorizada para hablar sobre la Teoría de la Evolución, pero la gran mayoría realmente ni sabe de lo que habla, y esto es porque la iglesia acalló la voz de los científicos cristianos, que tanto podrían enseñar sobre Dios a través de la realidad material (porque todo lo material es reflejo de lo espiritual, por lo que entendiendo correctamente lo primero podemos vislumbrar lo segundo). Pero bueno, también acalló la voz de los profetas, de los verdaderos apóstoles, de los genuinos empresarios cristianos, de los maestros que pretenden enseñar toda la verdad bíblica, etc. Creo que todavía estamos necesitando una gran reforma en este ámbito.

Entre paréntesis, a veces se presentan una serie de pruebas que supuestamente contradicen el proceso evolutivo, pero normalmente fuera de contexto y sin analizar explicaciones alternativas. Yo sugeriría ser cauto antes de repetir determinados discursos “científicos” en contra de la evolución porque ignoran explicaciones alternativas posibles.

En resumen, la ciencia, como ciencia en sí y tal como se desarrolla en el mundo de hoy, ni puede demostrar ni puede negar la existencia de Dios.


El pensamiento mágico y simplista

Vivimos en tiempos muy paradójicos. Por un lado hay un avance científico impensado hace solo algunas décadas atrás. Por otro lado, la gran mayoría de la gente sigue alejada de la ciencia y tratando desesperadamente de entender su mundo a través de un pensamiento sencillo y casi “mágico”. Y los cristianos no son una excepción.

Me explico: cualquier persona, cuando se convierte, es salva; su espíritu se conectó con Dios y si se muere se va al cielo. Pero ya sabemos que el alma de dicha persona (su intelecto, su voluntad, sus sentimiento) necesita un largo proceso de transformación (en realidad, solo se termina cuando llegamos a Su presencia). Por eso hacemos sanidad interior, discipulado, hablamos sobre el pecado y la santificación, pasamos por pruebas, nos ministramos unos a otros, etc. La salvación es instantánea pero la transformación de nuestra alma dura toda la vida. La salvación es gratis pero el convertirnos en discípulos nos cuesta todo, y cualquier cosa menos que esto es un evangelio aguado o “gracia barata”.

Entonces, el nuevo cristiano va a traer muchos los modelos y paradigmas de la cultura de la cual provino; algunos ya habrán cambiado radicalmente (sino no se hubiera convertido, claro), otros irán cambiando con el tiempo según le permita al Espíritu obrar, otros cambiarán sólo cuando haya un mover especial de Dios sobre esa iglesia o sociedad, de esos que ocurren de tanto en tanto, y otros no lo harán nunca en esta tierra. A medida que los tiempos avanzan, hay “disponible” para los creyentes un mayor y más profundo potencial de cambio, mucho más del que tuvieron los cristianos de siglos pasados.

Sin embargo, eso no es automático, requiere que el creyente lo busque y se “conecte” con las revelaciones del Espíritu; pero como vivimos en la etapa de la iglesia de Laodicea, muchos no lo hacen, y siguen siendo bebés espirituales, incapaces de comprender la realidad con una mente espiritual, porque, si bien son salvos, su mente y su forma de entender siguen siendo la del sistema sin Dios. Y como las masas hoy no desean hacer ningún esfuerzo por comprender la complejidad de mundo y mucho menos adquirir una alfabetización científica (cosa que infructuosamente se pretende hacer en las escuelas), los cristianos tampoco. Se conforman con un pensamiento simplista y acomodan la verdad bíblica a unos pocos versículos y fórmulas de fe.

Pero el Espíritu Santo nos dejó más de 31.000 versículos en la Biblia, ¡y encima Juan se atreve a decir que muchas cosas no se escribieron porque sino sería imposible contener tantos libros! Si entiendo correctamente el obrar de Dios, uno de sus principios es el de la máxima economía, Él no desperdicia nada, y no va a poner más de lo que sea necesario para sus propósitos. Entonces, los 31.000 versículos son TODOS necesario; el conocimiento o comprensión que nos falte de ellos se traduce en lo que nos falta completar en nuestra vida cristiana.

Una estructura así de pensamiento simplista (unida a la falta de alfabetización científica que tiene la mayoría de la gente, cristianos incluidos) hace que sea prácticamente imposible enseñar sobre los postulados más básicos de la ciencia, y la Teoría de la Evolución entre ellos. Sencillamente, la mayoría de los cristianos difícilmente pueda comprender (o incluso tenga voluntad para hacerlo) de que se habla. Así que, ante la duda, mejor lo rechazamos…

Sin embargo, la Biblia dice que nosotros tenemos la mente de Cristo, ¡y no creo que el Señor tenga ningún problema en comprender su propia creación! Si solamente lo creyéramos y la activáramos veríamos ampliada nuestra comprensión enormemente.

A esto hay que sumarle la tendencia al “pensamiento mágico”, que trasladado al evangelio se resume en pensar que si Dios va a hacer algo, será a través de un hecho sobrenatural o sorprendente, y si no ocurre tal cosa se debió al normal devenir de la naturaleza. ¡El problema es que para el que cree no existe tal cosa como el “normal devenir de la naturaleza”! O Dios está presente o Dios no lo está, y si Dios está presente está presente en todo, ¿no dice eso Efesios?


Efesios 4.6 DHH

6hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.


Yo me atrevo a incluir dentro de este “todos” a toda su creación también. Habría más pasajes para mostrar esto pero no es el propósito ahora.

Si el obrar de la naturaleza no fuera el obrar de Dios, entonces Dios no está allí, ¡no es omnipresente! Si las leyes de la naturaleza no fueran las leyes de Dios, ¿quién las creó, entonces? Sabemos que Satanás no es creador de nada, solo copia, así que no nos quedan opciones. Si Dios hace algo a través del mundo y de las leyes que él mismo ha creado, ¿no lo hizo él? ¿Lo hizo la naturaleza “por sí sola”? Creo que los cristianos que separan el obrar natural del propósito de Dios están creyendo inconcientemente en un segundo dios.

Pero nos hemos acostumbrado a pensar que el obrar de Dios se ve solo en milagros; esto es en parte porque nos llaman la atención y Dios por cierto hace muchas cosas maravillosas a través de ellos, ¡y gloria a Dios por eso! Pero en la Biblia el concepto de “milagro” está siempre muy relacionado con “señales”, y una “señal” es algo que llama la atención sobre otra cosa; los milagros son señales maravillosas para acercarnos a Dios, hacernos conocer su amor, su poder, lo que él es. Pero reducir el obrar divino solo al mover milagroso implica decir que Dios no tiene nada que ver con el mundo “normal” ni con las leyes naturales que él mismo ha creado.

El verdadero problema es que creer y aceptar que Dios se mueve en lo “natural” implica esforzarnos para que esas leyes actúen a nuestro favor (estudiar para entender algo, trabajar para tener dinero, hacer dieta para mejorar nuestra salud) y eso no nos gusta, ¡qué fácil es que Dios diga una palabra y de repente me sepa todo el contenido del examen, o que haya un depósito inesperado en mi cuenta bancaria o que baje esos quilos de más! Pero no, casi siempre no va a funcionar así. Además, creer que Dios está obrando en lo cotidiano y natural implica tener fe en algo que no veo y que no se manifiesta como “sobrenatural”. ¿Puede Dios estar realmente obrando a mi favor en medio del devenir “normal y lógico” de los acontecimientos? Si tengo fe, claro que sí. Pero como normalmente los cristianos no tenemos esa clase de fe, no vemos que en lo normal y cotidiano pase nada especial; Dios desea hacerlo pero nuestra fe solo llega hasta “algo sorprendente”, nada más.

Volvamos al tema de la evolución. Uno de sus planteos (muy simplificado, por cierto) es que las leyes del universo y de la naturaleza son las que han ido moldeando la vida tal como la conocemos hasta llegar a nosotros. Los cristianos dicen: “¡oh no, Dios lo hizo!”. Ajá. ¿Cuál es la diferencia?

O Dios es Dios y actúa a través de todo o Dios es un farsante y en realidad no nos hizo y por lo tanto no es Dios. No creer que Dios actúa decididamente a través de las leyes del universo que él mismo creó es, al final de cuentas, una herejía, porque implica negar la omnipotencia y la omnipresencia de Dios. Y si Dios actúa a través de las leyes naturales, ¿qué problema hay con la evolución, si al fin y al cabo no es más que el estudio de cómo esas leyes naturales moldearon la vida a lo largo del tiempo? Me parece que antes de criticar a los ateos que esgrimen la Teoría de la Evolución contra la existencia de Dios deberíamos nosotros arrepentirnos de haber creído en la mentira de que las leyes de la naturaleza están fuera del control divino. De hecho, ¡lo único fuera de control divino en el universo somos nosotros mismos, ni siquiera los demonios, porque no tienen más remedio que sujetarse ante la autoridad de Cristo!

Por otro lado, muchos de los que aceptan la Teoría de la Evolución cometen un error al pensar que las cosas “naturalmente” debieron ocurrir así, incluso muchos científicos. Si tomamos en cuenta el cúmulo de eventos que debieron ocurrir desde el origen del universo (hacer aproximadamente 14.000 millones de años) hasta nosotros y le asignáramos un valor probabilístico, aún con la cantidad de planetas que existen en el universo sería muy improbable que existiera vida inteligente. Es decir, que si las cosas hubieran ocurrido “por puro azar”, difícilmente existiríamos hoy. Bueno, esto merece mucha más explicación de la que corresponde a este artículo, e incluso es un tema muy discutido entre los científicos, pero hasta donde he podido investigar estoy convencido de que es así.

Ahora bien, aceptar un proceso largo y complejo, mucho más allá de la comprensión incluso de las mentes más sabias de este siglo, como acto creativo de todo lo que existe y en especial la vida es… ¡perfectamente lógico y necesario! Porque así de insondables son la sabiduría y los pensamientos de nuestro Padre. No podemos espera menos de algo hecho por Él. Pero claro, va en contra del pensamiento simplista y casi mágico de este siglo, por eso, sentarse siquiera a analizar detenidamente la cuestión de la Evolución y la Creación está lejos hoy por hoy de muchos cristianos. Debemos arrepentirnos de eso y cambiar nuestra mente. ¡Dios no justifica al ignorante que decide permanecer en su ignorancia!

Saliéndonos un poco del tema, vale la pena recordar que lo que conocemos como conocimiento científico de ninguna manera puede pretender ser “la única verdad sobre la tierra”, y por lo tanto, más allá de lo que diga o no diga, de cuán verdaderos o falsos sean sus postulados, no le compete a “la Ciencia” tener el monopolio de la verdad, como tiempo atrás pretendió tenerlo. Pretender usar “la ciencia” para dictaminar la veracidad o falsedad de cualquier cosa es extralimitar su campo genuino de aplicación.


Los seis días y las cuestiones teológicas

Existen muchos comentarios sobre Génesis 1 y no pretendo repetirlos aquí; en general se acepta que la expresión que se traduce “día” también puede significar un período de tiempo mayor. Pero sin entrar en análisis idiomáticos, tenemos un principio muy sencillo y poderoso (y frecuentemente olvidado por conveniencia) de interpretación que nos previene contra la tentación de hacer doctrina solo con uno o dos pasajes. Y lo cierto es que en la Biblia se habla mucho de la creación de Dios, pero los “seis días creativos” se mencionan pocas veces.

Hasta donde yo sé, además de Génesis 1 y 2, solo tenemos referencia a ellos en Éxodo 20:11 y 31:17, y siempre en referencia a la necesidad de reposar el día séptimo (tema sobre en el cual la expresión de “seis días” es mencionada mucho más frecuentemente). Es cierto que la expresión se menciona más de una vez, pero también es cierto que no mucho más, y principalmente en relación con el ordenamiento de las actividades semanales del pueblo de Dios. Entonces, si queremos sentar una “fortaleza firme” para “luchar en contra” de un postulado científico, me parece que deberíamos tener más cuidado.

Sino, al fin y al cabo, ¿por qué no hacemos callar a las mujeres en las congregaciones, si Pablo también en tres pasajes dice que no debe hablar? Está claro que hay un contexto de interpretación que debemos considerar para entender a qué se estaba refiriendo específicamente. Y así como existe una importante cantidad de pasajes que no podemos interpretar literalmente sino a la luz de un contexto mayor, ¿por qué tanto afán en interpretar literalmente los “seis días” de Génesis 1 y 2?

Reducir la interpretación de los primeros capítulos de Génesis a una lucha por los seis días (esto se parece al final a la Guerra de los Seis Días!) es, a mi modo de ver, lisa y llanamente una herejía interpretativa, porque se está corriendo el foco de las tremendas e importantísimas verdades espirituales que Dios establece en ellos. Estoy seguro de que todos los cristianos está más o menos al tanto de la controversia “Evolución vs. Creación”, pero también estoy seguro de que la mayoría de ellos no conocer en profundidad ni en su aplicación práctica las tremendas verdades que el Espíritu estableció en esos pasajes. ¿Qué estamos enseñando? No hace falta que mencione que tergiversar la Palabra de Dios acarrea un severo juicio, y no dar el verdadero lugar a las verdades de esos capítulos, así como distraer el foco de atención hacia una disputa estéril, es una forma de tergiversación.

Los relatos de dichos capítulos tienen sin duda una antigüedad mayor al tiempo en que Moisés escribe el Pentateuco, y están escrito de acuerdo al formato en que los relatos de la creación eran hechos en ese tiempo, y cumplían una función importante en confrontar a Dios contra los falsos relatos de esa época. Esto es otro tema interesantísimo del cual no tengo tiempo para hablar, pero valga la mención para mostrar su verdadera intención. Hay autores que escribieron sobre esto.

La Biblia nunca pretendió ser un libro científico, podemos extraer muchísimas verdades científicas de ella (con cuidado, claro), pero no tenemos que “buscar ciencia” allí, ¡suficiente trabajo tenemos con entender y obedecer las verdades espirituales que nos enseña!

La gente de Razones para Creer (razones.org) tiene una presentación muy interesante sobre cómo el relato de los seis días de la Creación se corresponde con los distintos fenómenos que hubiera visto una persona que hubiera estado sobre la tierra desde sus inicios hasta el día de hoy, mostrando un paralelo asombroso.

Pero aún esto es secundario, la gran mayoría de los cristianos durante todas las edades y hoy inclusive no son gente de ciencia y Dios no tiene intención de enseñarles ciencia para que crean y vivan en la fe. Si podemos conocerla y entenderla, ¡gloria a Dios!, pero de todas formas, cuando estemos en Su presencia el cúmulo de conocimientos científicos de este siglo serán como nada. El conocimiento científico hoy debería considerarse sólo como una herramienta para traer el reino de Dios en este siglo.

Hay otro problema con la evolución y es el tiempo, ¿acaso Dios obra a lo largo de millones de años? ¿Por qué TANTO tiempo? El problema, de nuevo, está en una deficiente comprensión teológica; si decimos que Dios es eterno, que vive en la eternidad por encima del tiempo, ¿cuál es el problema con que se haya tomado 14.000 millones de años para crearnos a nosotros? ¿Significa algo, acaso, ese tiempo para él? Sin duda son lapsos que escapan completamente fuera de nuestra comprensión, pero, de nuevo, ¡es perfectamente lógico y esperable que así sea! ¡Es Dios, y está fuera de nuestra comprensión!

El tiempo no cuenta para Dios, y un día o 14.000 millones de años no hacen la diferencia.


Entrando en una nueva dimensión

Mucha gente se confunde pensando que al llamarla “Teoría” se está diciendo que es algo meramente especulativo, no comprobado. Y en parte es cierto, ¡nunca estuvimos allí y no podremos comprobarlo de primera mano! Sin embargo, existen muchas evidencias y tiene un gran poder explicativo y unificador para las ciencias biológicas (y físico químicas también). Como todo producto científico, es perfectible y está en proceso de cambio continuo, pero el hecho de llamarse Teoría no significa que se considere inconsistente, en ciencia se utiliza tal término para referirse a marcos explicatorios amplios, que han demostrado solidez y utilidad.

Si aceptamos la Teoría de la Evolución como el proceso de creación de Dios se nos abren muchos interrogantes y dudas teológicas, ¡bienvenidas sean!, porque nos recuerdan que solo “en parte (y agregaría yo, muy pequeña) conocemos”. Claro, es incómodo desarmar bonitos edificios teológicos con los que explicábamos todo para entrar en la incertidumbre de tener que construir otros nuevos, pero es parte de nuestra realidad humana.

Si la gloria de Dios se manifiesta en esta creación, desfigurada por el pecado humano, ¿cuánto más en todo el proceso de creación? Si reflexionando en las cosas hechas (actuales) podemos conocer a Dios, ¿cuánto más si reflexionamos en todas las cosas hechas a lo largo de todo el tiempo?

El hecho de que mucha gente “no vea” a Dios en el proceso de Evolución de ninguna manera dice que él no estuvo allí. Al fin y al cabo, ¡tampoco ven a Dios obrando en el mundo de hoy y sin dudas que él lo está!

¿Qué tal si la iglesia toma la bandera de la Creación de Dios y acepta el desafío de mostrar a Dios a través de todo el proceso evolutivo? ¿Qué tal si empezamos a analizar todas las verdades espirituales contenidas a lo largo del proceso creativo de Dios?

Satanás ha usado a la Evolución, según entiendo yo, el proceso creativo de Dios, como una poderosa arma contra la iglesia. El pequeño problema es que no es su herramienta, ¡es la nuestra! ¡Y nos sirve para dar a conocer la gloria del Creador al mundo!




domingo, 23 de junio de 2013

Ezequiel 34 3ª parte: consecuencias de un mal liderazgo

Ezequiel 34.11-16
11“Yo, el Señor, digo: Yo mismo voy a encargarme del cuidado de mi rebaño. 12Como el pastor que se preocupa por sus ovejas cuando están dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las rescataré de los lugares por donde se dispersaron en un día oscuro y de tormenta. 13Las sacaré de los países extranjeros, las reuniré y las llevaré a su propia tierra. Las llevaré a comer a los montes de Israel, y por los arroyos, y por todos los lugares habitados del país. 14Las llevaré a comer los mejores pastos, en los pastizales de las altas montañas de Israel. Allí podrán descansar y comer los pastos más ricos. 15Yo mismo seré el pastor de mis ovejas, yo mismo las llevaré a descansar. Yo, el Señor, lo afirmo. 16Buscaré a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas, vendaré a las que tengan alguna pata rota, ayudaré a las débiles, y cuidaré a las gordas y fuertes. Yo las cuidaré como es debido.

Dios le dijo a Jeremías: “Yo pongo mis palabras en tus labios … para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar” Jeremías 1.10. No sabemos si la profecía de Ezequiel 34 fue dada completa tal y como figura hoy en la Biblia, o vino por partes y luego se ensambló cuando fue puesta por escrito, pero lo que sí podemos saber sin lugar a dudas es que el Espíritu quiso que así quedara registrada, y esto debería sernos suficiente, tal como la Palabra de Dios viene para arrancar y derribar, viene también para construir y plantar.

Según entiendo, toda profecía genuina que hoy anuncie juicio sobre un sistema o un estado actual de situación (como esta) debe también anunciar lo nuevo de Dios, la disrupción con el presente, aquello que no podría ocurrir si el Padre no interviniera en la historia y que trae esperanza a los oyentes. Si eso no ocurriera, la tal profecía debería ser, por lo menos, analizada con mucho cuidado. Es parte de la naturaleza del Padre tanto el juicio como la misericordia y el amor; y, en realidad, todo juicio o castigo es para traer una misericordia mayor, ¡aunque nos cueste verlo así si estamos en medio de él! (seamos lo suficientemente inteligentes como para no...). Por otro lado, nunca puede ser el objetivo último del Dios Creador el destruir algo (excepto el mal mismo), ¡necesariamente tiene que haber una “nueva creación”!

Hasta el versículo 10 Dios está poniendo en claro la situación que demandaba su juicio. Y recordemos que se trata de un juicio que no se había completado aún. Sin embargo, ya anuncia lo que sigue, lo que habría de construir y plantar entre su pueblo. La profecía que viene del Espíritu puede anunciar un juicio terrible e irrevocable (como en este caso), pero debe venir después la manifestación del amor del Padre estableciendo una realidad nueva. Ni lo primero sin lo segundo, ni lo segundo sin lo primero son mensajes proféticos perfectos de lo alto; en el mejor de los casos, estarán incompletos, en el peor, serán solo manipulación hechicera.

Hay mucho para aprender. He conocido gente de Dios que se quedó en la primer parte del mensaje. Realizaron (y realizan) una crítica profunda y bastante acertada de los defectos del liderazgo (y la iglesia, ya que no hay lo uno sin lo otro) presente, pero no articulan una propuesta futura, a veces solo hay una visión espiritualizada y bastante difusa de un futuro irrealizable en la práctica. No quiero ser muy duro en criticarlos, cumplen una parte de la función profética, pero por sí solos alcanzan únicamente a “sacar” a la gente de estructuras religiosas sin meterlas en un “nuevo odre”; los hermanos se quedan vagando en la indefinición y, o se vuelven de donde salieron o caen en la trampa de la decepción. Otros tienen una visión más optimista, trabajan en pos de una mejora, la ven y la anuncian, pero como no alcanzan a ver que hay estructuras incurablemente pecaminosas que sí o sí Dios tiene que arrancar, todos sus esfuerzos caen en saco roto, apenas algún líder conforme al corazón de Dios se levanta, las “estructuras religiosas” lo encadenan y lo amoldan, o lo hechan. Vale aclarar que cuando hablo de estructuras religiosas no me estoy refiriendo a algo distinto a lo que venimos mencionando; lo que el pasaje analiza a un nivel de personas y sus actitudes se manifiesta y prospera en “sistemas” o “estructuras”. Personas que sostienen estructuras y estructuras que sostienen personas terminan estando íntimamente interrelacionadas.

Ambas “corrientes proféticas” bien pueden ser genuinas aunque incompletas en sí mismas, y sólo quienes pueden tener un corazón lo suficientemente humilde delante de Dios, y son capaces de hacer morir su forma (humana) de pensar pueden abarcarlas y entenderlas; quienes no, caerán en una parcialidad que el Adversario aprovechará para conducirlos a otro error. ¡No puede haber genuino entendimiento si no hay un corazón receptivo a la voz del Espíritu!

Entre paréntesis, las enseñanzas de Christian A Schwarz sobre lo que el denomina el Paradigma Biótico o Bipolar en la iglesia me parecen muy prácticas y clarificadoras como fondo para cualquier análisis profundo y cambio en este sentido, por su visión equilibrada. Considero que no puede haber “deconstrucción profética” y “nueva construcción” si no se tiene un entendimiento de “como funcionan las cosas” superior al que sustentó el antiguo sistema.

“Yo, el Señor, digo: Yo mismo voy a encargarme del cuidado de mi rebaño”. “Yo”, “Yo mismo”, “mi”; tres afirmaciones hacia sí mismo en un breve texto. ¿Por qué? ¿Es “Yo” en contraposición a Quién?

En el antiguo Israel la confrontación entre Jehová y los falsos dioses cananeos era muy común; entonces: “Yo”, era en la mente del pueblo del Señor, el “grito de guerra” de Jehová frente a los falsos dioses, y la declaración que exigía una decisión de parte de su pueblo. Pero en el texto no vemos una mención explícita a los ídolos, porque al tiempo de la profecía de Ezequiel la idolatría estaba dejando de ser problema entre el remanente exiliado (mejor dicho, estaba recibiendo el “juicio definitivo”). Los “otros” que han aparecido hasta este momento son, precisamente, los líderes abusadores. Podría ser, entonces, que “Yo” sea en oposición a un liderazgo delegado (o usurpado) que se había desviado. Pero si esto es así, ¿por qué decimos que el accionar de Dios implica un cambio de líderes? ¿Acaso hay aquí algún tipo de acción mística de Dios que no necesite de hombres? Y sino, ¿qué es lo que efectivamente va a hacer que no puedan hacer los hombres? En breve analizaremos eso pero hagamos un paréntesis antes.

Hoy podemos pensar que este “Yo”, que históricamente significaba una confrontación contra los falsos dioses, y que es ahora utilizado hacia los falsos líderes, nos da una revelación de los principados satánicos que realmente se mueven detrás de todo liderazgo destructor. Pero si lo pensamos mejor, en aquel entonces era mucho más clara la relación: inevitablemente los malos líderes se volcaban a la idolatría, por lo que la asociación se hacía más explícita. Hoy es más sofisticada y encubierta, ¡pero no deja de tener la misma raíz!

Por ejemplo, Colosenses 3.5 dice: “5Hagan, pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de idolatría).” La avaricia en todas sus formas es un principio muy común en buena parte del liderazgo cristiano actual, ¡porque lo es en todo el mundo y en toda la cristiandad también, y está metido en la misma “teología creída y predicada” de hoy día! Ningún líder cristiano hoy va a ser formalmente idólatra, pero al poner su amor en Mammón en el fondo lo está haciendo y como tal se está comportando.

Sabemos que la imagen del Buen Pastor se perfecciona en palabras de Jesucristo (Juan 10) y que de alguna forma el pasaje de Ezequiel es profecía de lo que diría el Señor siglos después. Y también es ampliación, porque detalla lo que Dios iba a hacer como pastor. En un sentido futuro, este “Yo” de Ezequiel anticipa lo que Dios mismo haría a través de su Hijo, sienta las bases de una esperanza mesiánica en el pueblo y reaviva una expectación futura, en un tiempo en el que precisamente parecía no haber ya más futuro (recordemos, el inicio del exilio babilónico). No debemos menospreciar la capacidad de brindar esperanza que tienen estos versículos; aun no ha llegado su realización plena, solo podremos hablar de cumplimientos parciales hasta que el Amado vuelva a establecer su reino de justicia. Como dijo el apóstol, ¡animémonos unos a otros con estas palabras! ¡Ven Señor, no te tardes, desesperadamente anhelamos estar contigo!

Volvamos al texto. Para empezar a entender este accionar en relación con nuestra realidad presente, veamos algo del Nuevo Testamento:

“Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen.” Juan 10.27

Entonces, podemos decir que efectivamente el Padre hablaría por voz del Espíritu guiando a su rebaño hacia los tiernos pastos. Esto no es nuevo, siglos atrás, Dios quiso hablar directamente a su pueblo, pero Israel dijo:

19Así que le dijeron a Moisés: —Háblanos tú, y obedeceremos; pero que no nos hable Dios, no sea que muramos.” Éxodo 20.19

Eso pareció muy “espiritual”, pero por como se comportó el pueblo después, casi diríamos que fue una excusa para no pagar el precio de escuchar directamente a Dios. Ahora, desparramados entre las naciones y sin ninguno de los medios de comunicación modernos, difícilmente hubieran podido seguir a un líder humano, y más aún cuando los que existían y conocían habían sido reprobados y estaban siendo cortados de su función, o lo habían sido ya. La situación había llegado a ser tal, que lo único que podían hacer eran escuchar directamente la voz de Dios.

Claro, uno pensaría: ¿por qué no hicieron eso siglos atrás, para ahorrarse tanto sufrimiento y tanta muerte…? No es necesario responder esa pregunta porque cualquier cristiano con algunos años de experiencia sabe que, sencillamente, ¡así somos! Pero no tenemos que seguir siéndolo siempre. La aplicación es que necesitamos llegar a ser lo suficientemente inteligentes como para aprender de la historia y no tener que pasar por pruebas tremendas para cambiar. La mayoría de los cristianos que conozco no son capaces de hacerlo todavía, ¡y espero no ser yo uno más! Tengo la certeza de que al final de los tiempos esto cambiará.

Ahora bien, reflexionemos sobre el hecho de que antes de que Dios se pueda levantar como único pastor de su pueblo tuvo que haber ocurrido una dispersión; no había forma sino. Ya hablamos sobre esto más arriba. Generalmente los cristianos llegan a estar tan “absortos” por las estructuras y los liderazgos (pongámoslo más claro: la manipulación hechicera) humanos que difícilmente puedan escuchar directamente al Espíritu. Son esas estructuras (que se cristalizan en muchas de nuestras iglesias) las que el Señor debe dispersar para que sus hijos fieles puedan abrir los ojos, y es a sus hijos engañados a los que debe echar de dichos lugares. Pero ya nos ha dejado suficientes advertencias en su Palabra como para que no tengamos que sufrir esto si nos damos cuenta a tiempo. Y de paso, podemos tener armas espirituales superiores hoy día para hacer algo por estas “estructuras pecaminosas” donde hay hijos a los que Dios ama tanto y que ardientemente desea que abran los ojos y pasen a otro nivel de luz espiritual.

Hay otro tema que casi pasa desapercibido; Dios dice “mi rebaño”, y lo sigue repitiendo. Hay dos enseñanzas fuertes aquí. La primera, más obvia y necesaria, es que el Padre quiere asegurarle a su pueblo que son suyos y no están a merced del capricho de los líderes abusadores de turno. Tienen su sello, son su posesión, y así como cualquiera se encarga de cuidar lo suyo, ¡cuánto más Dios! Pero también sugiere que puede haber “otro” rebaño, que no estará bajo el cuidado divino; eso se explica más adelante.

Por ahora, saber que uno está dentro del rebaño de El Pastor es un gran consuelo y una gran seguridad. Y podemos tener esa seguridad si es que estamos oyendo la voz del Señor y siguiendo por donde nos guíe.

Es muy fácil que se olvide que el “rebaño” es del Señor (de hecho, la palabra “rebaño” se usa más en referencia al Señor como pastor que al liderazgo humano). Es una verdad que tiene muchísimas implicancias prácticas, que pueden ser fácilmente pasadas por alto porque no parecen tan inmediatas ni evidentes. Sería un tema en sí mismo hablar de esto, pero valga por ahora decir que no debemos perder de vista esta verdad y debemos permitir que el Espíritu nos muestre todo lo que significa.

“Como el pastor que se preocupa por sus ovejas cuando están dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las rescataré de los lugares por donde se dispersaron en un día oscuro y de tormenta”. La “dispersión” de los israelitas era un hecho físico, y la promesa profética tenía que ver con eso, pero está claro que el Espíritu empezó a introducir desde el principio un sentido espiritual, y así esperaba que la gente de entonces lo entendiera. Los lugares donde se habían dispersado eran las naciones extranjeras, el día oscuro y de tormenta había sido la conquista y destrucción de Judá. Jehová movería las circunstancias para que ellos volvieran y, en efecto, pudieron hacerlo décadas después sin que hubiera un general o guerrero que los reuniera y peleara contra las potencias imperiales, sino porque el Espíritu se movió precisamente entre ellas para que se les permitieran volver. Los líderes de esa época no cumplieron funciones militares, sino civiles (organizacionales) y espirituales. ¡No era así como se movían los pueblos en ese entonces! (y casi que tampoco ahora). Ningún hombre pudo llevarse la gloria.

Dios se preocupó de su pueblo, en el exilio no permitió que disminuyeran en número ni que se perdiera su fe, todo lo contrario, se desarrollaron las sinagogas, que siglos más tarde serían la base para la constitución de las iglesias cristianas, el estudio de la Palabra revelada creció y mucho de la espiritualidad de Israel, que formaría el sustrato del ministerio mesiánico, fue tomando forma. Conocemos algunos de los líderes de esa época por el registro bíblico, muchos otros los conoceremos en el Reino Venidero.

Lo que Dios iba a hacer ellos no lo habían visto nunca hasta ese momento, y difícilmente, si acaso, podían llegar a imaginárselo, ¡pero podían tener la firme seguridad de que el Señor no los abandonaría ni los dejaría huérfanos de conductores!

Tratemos de aplicar algo a nuestra realidad. Planteamos la situación de pecado y crisis del liderazgo, tan común en muchos ámbitos cristianos. ¿Qué va a hacer Dios? ¿Cómo lo va a hacer? ¿Con quién? Podemos indagar en la Biblia y en la historia para buscar principios y formas en las que el Espíritu se movió, y son todas útiles, pero nunca podremos ceñirlo a un molde. Hay eventos que sin duda ocurrirán, pero cada situación será nueva y nunca idéntica a otra. Así como el Señor esperaba que los israelitas confiaran en él sin saber exactamente lo que ocurriría en el mundo natural, así espera de nosotros. El ejercicio de la fe que lleva a la esperanza (que no es igual a la fe para solo soportar) no es fácil pero tiene un gran valor delante de Dios.

“… así me preocuparé yo de mis ovejas”. Las expresiones del Padre en estos versos son a la vez familiares y cercanas al corazón de los oyentes. Ya las entendían en un sentido metafórico, y podían percibir el sentido de “cuidado tierno y dedicado”. Ubiquémonos en el contexto: los oyentes habían sido duramente “golpeados” (¡literalmente!), y más de una vez. El liderazgo no había procurado el bienestar del pueblo, ni lo había corregido con amor; sólo lo había explotado y dejado expuesto al enemigo. El pueblo mismo estaba desenfrenado (desde hacía ya varias generaciones), Dios había intentado hablarles de muchas maneras sin éxito, hasta que permitió que ocurriera esto (tanto el juicio de la guerra y el exilio, como el juicio de malos gobernantes) para que, en medio del sufrimiento, pudieran abrir los ojos y convertirse. Poco podemos imaginarnos todo el contexto de esos años, las cosas que se dijeron, las que se vivieron; eso generó un trauma tan profundo, tantas heridas en el alma, tantas preguntas. Fue un proceso necesario dada la dureza de sus corazones, pero ahora Dios debía restaurarlos, y las palabras que encontramos en este capítulo, dirigidas al pueblo, contrastan grandemente con lo que vimos más arriba. Al liderazgo corrupto se dirigen durísimos reproches (tal como hizo Jesús en su época); pero para el pueblo hay palabras de consuelo y esperanza. Dios mismo está bajando para sanar, primero, los corazones de sus siervos.

Hubo un momento en el que Dios no respondió: “16“Tú, Jeremías, no ores por este pueblo, no me ruegues ni me supliques por ellos. No me insistas, porque no te escucharé.” Jeremías 7.16. En esencia, es lo mismo que encontramos en Saúl (1º Samuel 28.15-16):
15Entonces le dijo Samuel:
—¿Para qué me has molestado, haciéndome venir?
Saúl respondió:
—Es que estoy muy angustiado, pues me están atacando los filisteos y Dios me ha abandonado. No me responde ya ni por medio de los profetas ni por sueños. Por eso te he llamado, para que me indiques lo que debo hacer.
16Samuel le contestó:
—¿Por qué me preguntas a mí, si el Señor ya te ha abandonado y se ha vuelto tu enemigo?

Saúl, que había sido un celoso perseguidor de adivinos y nigromantes, al final de su vida terminó recurriendo a ellos porque el Señor ya no le respondía, debido a su pecado de rebeldía. De paso, ¡Dios no tiene ningún problema en hablar por medio de quién sea! De la misma manera, Dios dejó de responder y atender las peticiones del pueblo debido a sus muchos pecados, y éste, en vez de arrepentirse, buscó la voz de los falsos dioses. Para lo que nos interesa en este artículo, el asunto es que no estaban acostumbrados a escuchar la voz de Dios y sabían en su interior que Dios estaba profundamente enojado con ellos. Ahora, que ya no habría más falsas voces de los falsos profetas, de los sacerdotes corruptos y de los líderes abusadores, no habría otra voz para escuchar que la del Espíritu. Sencillamente, ¡no tenían a nadie más a quién recurrir!

¡Qué bueno y qué gran consuelo es saber que podemos confiar en que escucharemos la voz del Padre cuando le busquemos en nuestra angustia! Estas son verdades para los afligidos, y, en este contexto, para los que han estado sufriendo bajo liderazgos inadecuados. Dios sin duda hablará y guiará a su pueblo. Pero, para los que no han llegado aún a este punto, hay una advertencia: no esperes hasta llegar al fondo, si hoy Dios te está llamando a realizar cambios, a buscarle más profundamente, a desechar algunas cosas y tomar otras, no te quedes cómodamente en tu posición, aunque en camino que te muestra parezca difícil de entrada, sin dudas será el mejor. No es “más espiritual” que Dios nos levante de en medio de una crisis, si está la provisión de un camino de escape, lo verdaderamente espiritual es escuchar y obedecer a tiempo.

Es difícil expresar con palabras humanas esta acción espiritual de parte del Padre. Se requiere un “corazón espiritual” para entenderlo y aceptarlo. Quién no lo tiene (porque no lo ha procurado, ya que Dios lo otorga a cualquiera que sincera y profundamente lo busque) no podrá entender este accionar divino y seguirá buscando vez tras vez algún líder humano que lo guíe; pero va a ser inevitablemente defraudado, primero, porque Dios no va a permitir que lo encuentre si es que no lo busca a El primero, y, segundo, porque al no tener los parámetros divinos para juzgar, va a ser incapaz de ver cuáles son los líderes verdaderamente diferentes.

“… me preocuparé…” Dios se interesa, toma participación activa. “… las rescataré…” aunque la cárcel parezca inexpugnable, aunque el laberinto parezca irresoluble, y humanamente no haya solución posible a la vista ni siquiera para el más inteligente o experimentado, el Señor simplemente dice: “Los voy a rescatar”. Esta breve expresión tiene mucha potencia para animar a los abatidos, y se aclara con lo que sigue: “de los lugares por donde se dispersaron”. Ya vimos su aspecto histórico y material, espiritualmente se trata de lugares por donde vaga el alma (o fragmentos de ella) sin salida, sin rumbo, lejos de Dios y bajo el dominio de los demonios, fragmentación que ha ocurrido por los inevitables traumas que genera la religiosidad y la dominación humana. Psicológica e intelectualmente se trata de una multiplicidad enorme de filosofías, ideologías, religiones, etc., etc. Físicamente se puede traducir en un “deambular” por espacios y lugares donde no hay verdadera satisfacción para el espíritu. En definitiva, podemos ampliar la imagen cuánto queramos, pero todos esos muchos espacios están lejos de Dios. En la antigüedad, Dios había establecido un solo territorio físico para su pueblo, en contraposición había muchos otros reinos en el mundo. Lo mismo ocurre espiritualmente.

Una crisis de liderazgo provoca que los hermanos se “dispersen” por todas partes: algunos directamente de vuelta al sistema del mundo, los más caen presa de la decepción y luego de diversos demonios, algunos de ellos terminan alimentando al mismo sistema hipócrita también.

“… en un día oscuro y de tormenta”. No hace falta abundar en el significado de esto porque ya se dijo, sólo recordar que el “día oscuro” viene para todos; absolutamente ningún hijo de Dios escapará de él; pero eso no significa que tengamos que perdernos, o si ocurre en cierto grado, que no podamos escuchar rápidamente la voz del Pastor y volver a su redil (Salmos 112.4):

4 Brilla una luz en la oscuridad
para los hombres honrados,
para el que es compasivo, clemente y justo.

Que Dios sea la luz de los justos significa que en el “día oscuro” éstos no andarán a tientas, sin saber donde ir. Pero si este no fue tu caso, ¡ánimo!, el Padre sigue siendo luz a todos los que le buscan.

Cómo dijimos, el día oscuro viene para todos, pero “cuán oscuro” sea el día va a depender, en buena parte, de “cuánta luz” haya en cada uno. En la medida que hay más conocimiento del Señor, de las cosas espirituales, y tenemos puesta toda la armadura y sabemos usar eficazmente las armas, los “días oscuros” son cada vez más “claros”. No digo que no haya dificultades, sino que las enfrentamos de una forma muy distinta.

También podemos usar la imagen de “hacer provisión” para el día malo:

Mateo 7.24-25
24“Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca.

Es decir, se trata de “ir edificando” toda la vida sobre la base sólida; eso es “hacer provisión” para el día malo.

Más específicamente, tiene que ver con escuchar la voz de Dios para aprovechar momentos que él nos da en buscarle, estudiar su palabra y recibir revelación necesaria para lo que vendrá.

Pero, finalmente, el día oscuro y de tormenta viene, y en esta época de la humanidad podemos estar absolutamente seguros de ellos, ¡y no una vez!, sino muchas. Inevitablemente, muchos cristianos no habrán hecho provisión (aunque no será así en el futuro), pero el Padre no se ha olvidado de ellos.

“Las sacaré de los países extranjeros, las reuniré y las llevaré a su propia tierra.” Ya hablamos del proceso histórico que ello significó. Creo que también podemos entender lo que espiritualmente significa. Pero podemos darle una interpretación más “concreta”, y entender “la propia tierra” como la nueva iglesia que el Señor está formando.

Muchos, desilusionados con la realidad de buena parte de la iglesia hoy, han renunciado a la esperanza de que llegue a haber una congregación santa y gloriosa, donde fluya verdaderamente el amor y haya líderes santos, que dediquen su vida al rebaño y no a construir sus propios pequeños imperios. Lo ven como un sueño irrealizable y se han acostumbrado a la situación presente y a desarrollar una comunión individual y fuerte con el Señor. Eso no está mal, al contrario, es lo que se puede hacer hoy día. Pero Dios no va a dejar de construir dicha iglesia, y ya lo está haciendo, aunque sin publicidad ni visiblemente a los ojos de “las masas”; y él va revelando a los que le buscan de verdad “dónde” y quiénes son esa iglesia, y va juntando a los suyos, lejos de las superestructuras eclesiásticas actuales.

¡No hay que perder la esperanza! ¡Y no hay que acostumbrarse a vivir una vida espiritual en solitario, por sobre todo! Como dijimos, esto es necesario en un momento de transición (que puede durar varios años) pero no es el estado final, y es necesario, ¡imprescindible!, que mantengamos la esperanza y la expectación. No sea cosa que, habiendo salido de “babilonia”, nos quedemos dando vueltas en el desierto sin nunca entrar en la Tierra Prometida. Sé que no es fácil hacer una “deconstrucción” de toda su vida eclesiástica y de las formas que conoció, en las cuales vivió y donde Dios se manifestó muchas veces y de muy gloriosas maneras; muchos no lo logran nunca. Sé que no es para nada fácil renunciar a un proyecto de vida dentro de esas estructuras, especialmente para los que vivieron y fueron bendecidos durante muchos años ahí; de nuevo, muchos jamás lo hacen. Luego, han debido rearmar su vida “en el exilio”, es decir, fuera de la actividad y ministración de la iglesia (aunque jamás hayan dejado de congregarse), y “encontrar” a Dios en la cotidianidad, hacer el esfuerzo de alimentarse directamente del Espíritu, buscar nuevos líderes espirituales (normalmente a través de libros), “descubrir” el ministerio en el mercado, rearmar su teología y su interpretación del mundo y acostumbrarse a muchas carencias de ministración, además de, muchas veces, tener que soportar sermones aguados y un liderazgo carnal que parece prosperar por no dejar de congregarse, porque no hay otro lugar mejor adónde ir (¡créanme que “los otros” son peores!) y porque no queremos que nuestros hijos se críen sin la noción de iglesia.

Y después de haber transcurrido todo esto, y de haber llegado a un equilibrio con las nuevas reglas de juego, ¡y de no estar dispuesto a ser abusado y defraudado otra vez por líderes carnales!, ¡¡a Dios se le ocurre que debemos “entrar” nuevamente en la iglesia!! Bien, no es fácil de digerir y no se supone que lo sea. Lo importante es no perder de vista nunca que esa iglesia no tiene nada que ver con la que uno dejó, que está en construcción y que no va a ser como lo que conocemos hasta ahora.

Creo que el Espíritu quiere recordarnos esto una vez más: ¡por favor, no pierdan la esperanza, porque Yo los llevo a Mi nueva Iglesia, a la Nueva Jerusalén, la Novia de mi Hijo, la Congregación Santa de los últimos días!, dice el Señor.

“Las llevaré a comer a los montes de Israel, y por los arroyos, y por todos los lugares habitados del país. 14Las llevaré a comer los mejores pastos, en los pastizales de las altas montañas de Israel. Allí podrán descansar y comer los pastos más ricos.” Tres veces se repite la noción de “comer”, y la imagen es similar a la de la parábola del Buen Pastor.

Creo que no hace falta hablar mucho sobre la metáfora del alimento porque es clara para todos los cristianos. El Nuevo Testamento le da una profundidad espiritual mayor en la Santa Cena. Cómo sea, sabemos que es lo que nutre la vida espiritual (y también emocional, intelectual y material) del ser humano. Creo que el enfoque en estos versículos se refiere a la diferencia entre que la oveja busque su propio alimento o que se lo ofrezcan en abundancia.

Veamos algunas cuestiones muy prácticas. Cuando el cristiano que se encuentra en la situación mencionada párrafos más arriba se da cuenta de que debe buscar su propio alimento, empieza un proceso arduo, porque no todas las fuentes que prometen brindar alimento lo brindan realmente, o a veces está contaminado y debe seleccionarse con cuidado; o bien no hay muchos lugares (libros, radios, videos, hermanos) donde buscar, y puede no ser fácil acceder a ellos, y porque no hay ningún mapa para seguir. Esto no deja de ser parte del proceso de formación de Dios, y quienes hayan pasado por ese proceso serán los líderes de lo que sigue. Pero no deja de ser arduo y peligroso. Cuán diferente sería si pudiéramos contar con suficientes líderes dedicados tiempo completo a la obra que estuvieran en este nuevo mover.

Pues bien, en esta etapa el Señor no está prometiendo todavía que enviará a tales líderes, pero sí que él personalmente guiará a los suyos, a través del discernimiento espiritual que ellos ya habrán desarrollado en esta etapa.

Ahora se vuelve todo más fácil; porque ya hemos aprendido a distinguir entre la voz de la religión, de los “buenos consejos cristianos” que se quedaron atrás en el tiempo, de la voz del Espíritu. Entonces, es sencillo seguirle; saber qué leer y qué no, cuándo, a quiénes escuchar y a quiénes no, saber discernir la voz del Espíritu en nuestros corazones. Ahí se cumplen literalmente estas palabras, y aunque no se haya llegado todavía, se empieza a vivir en Lo Nuevo de Dios.

“Allí podrán descansar” recalca esta verdad: cuando no debe buscarse el alimento espiritual con cuidado y esfuerzo, es posible descansar y comer en abundancia; es decir, avanzar mucho más rápidamente en el camino, alcanzar revelaciones y victorias mucho más rápido que antes.

Hay un descanso al que se llega en este nivel, cuando se es pastoreado por el Señor. ¡Nunca deberíamos dejarlo!, ni siquiera cuando los verdaderos pastores de los últimos tiempos sean soltados sobre la nueva iglesia. Creo (casi diría que estoy convencido) que todo este proceso histórico ha servido en buena medida para lograr esto en la Iglesia del Señor, para que nunca más los cristianos miren más a los hombres que al Padre.

“...los montes de Israel...”, los lugares altos, no paganos, sino el lugar del encuentro con Dios, la montaña de la revelación, donde no están las distracciones del mundo sino solo el señor y nosotros. El lugar quieto donde podemos escuchar al Espíritu sin perturbaciones, sin los ruidos del mundo ni del activismo eclesiástico.

“...por los arroyos...”, el fluir del Espíritu, puro, que viene directamente de lo alto, sin contaminaciones, continuo, sin interrupciones. Los ríos que salen del trono de Dios. El agua que da nuevas fuerzas, que aclara la visión (discernimiento).

“...los mejores pastos ... los pastos más ricos.” Es decir, la mejor enseñanza, la mejor ministración espiritual, el mejor alimento, Cristo mismo, su cuerpo y su sangre. Hay un alimento especial, nuevo, distinto, que no ha sido dado en décadas pasadas; mucho más rico y sustancioso. Si seguimos el proceso, aquellos que primero fueron dispersados y heridos, y luego rescatados y sanados por el Señor, son los que serán llevados a los mejores pastos y arroyos, y tendrán el descanso de lo alto. Paradójico, ¿no?

Estas revelaciones no las pueden recibir ni aceptar aquellos que no han pasado por el proceso, y que no están siendo pastoreados directamente por el Señor, sino por pastores humanos (entendamos el sentido espiritual de lo que digo). No las entienden, o directamente no las pueden recibir o bien las consideran pura herejía. Son paradigmas completamente distintos. No tiene ningún sentido pretender que lo entiendan. No hay mucho para hacer más que orar y esperar a que Dios mismo intervenga.

Hay que esperar esta enseñanza, disfrutar de ella, y estar agradecidos por todo lo que Dios esté dando. Hay un campo espacioso, claro, libre, sin riesgos ni peligros (las fieras que asechaban a las ovejas perdidas, en medio de los pedregales y bosques). Hay “lugares habitados”, no yermos desolados; habitados con gente santa, fiel, de quienes no es necesario cuidarse cuando uno se da vuelta por miedo a que le claven un puñal por la espalda.

De alguna manera la imagen de estos versículos recuerda al Jardín de Dios, aunque sea vagamente; porque en realidad es figura de él y lo preanuncia.

15Yo mismo seré el pastor de mis ovejas, yo mismo las llevaré a descansar. Yo, el Señor, lo afirmo”. Creo que el principal objetivo de estas palabras es reforzar lo que el Señor ha venido diciendo. Dios lo afirma y asegura, para que no queden dudas acerca de lo que ciertísimamente va a hacer. ¡Nadie debería dudarlo! No deberíamos nunca perder la esperanza, porque el Señor ya está cumpliendo esta promesa.

“... las llevaré a descansar”. Otra imagen fuerte es la del reposo, ya lo mencionamos más arriba. Podríamos ver algunos pasajes relacionados:

Hebreos 4.3
3Pero nosotros, que hemos creído, entraremos en ese reposo, del cual Dios ha dicho:
“Por eso juré en mi furor
que no entrarían en el lugar de mi reposo.”
Sin embargo, Dios había terminado su trabajo desde que creó el mundo;

Mateo 11.30 (NVI)
30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»

Dios nos lleva al reposo, su guía nos trae paz y hay descanso en sus caminos, por más atareados que estemos y aunque debamos enfrentar persecución. Pablo lo llama en Romanos 15:33 “Dios de paz”. Por el contrario, no hay paz en los caminos de la religión; podrá haber mucha actividad, se podrán hacer incluso muchas cosas “buenas” (habrá que ver si duran después), pero no hay paz, y eso, tarde o temprano, trae sus consecuencias.

La paz interior es una señal muy fuerte de estar en la voluntad de Dios, hay que desarrollar la sensibilidad necesaria para reconocerla y la obediencia para moverse cuando se pierde. En la paz es que existe el descanso, y el trabajo no se vuelve fatigoso y es revocada la maldición dada a Adán; no deja de haber trabajo ni esfuerzo, pero éste no debilita las fuerzas sino que las aviva cada día más

El último versículo (16) de esta sección enfatiza lo que el Señor mismo vino diciendo hasta ahora: él será el Pastor de su pueblo disperso, detallando qué es lo que va a hacer:

“Buscaré a las ovejas perdidas”. Allí donde la oveja del rebaño del Señor esté, él irá. Si está siguiendo o prestando oído a alguna otra filosofía, que puede ser religiosa o no (por ejemplo, enseñanzas en cuanto a cómo alimentarse adecuadamente, cómo organizar la vida, cómo tener cuidado de la salud, y un largo etcétera), y que en este último caso no necesariamente es “mala” (aunque suelen sirven para “distraer” a las personas de Dios y pueden estar contaminadas con idolatría) pero están ocupando buena parte del tiempo que debería dedicarle al Señor, allí se presentará el Señor y allí se manifestará, y por medio de esas enseñanzas lo llamará nuevamente a Su redil.

O vamos a algo mucho más común y “terrenal”: si está ocupando su tiempo con la vacuidad (e inmundicia) de (casi toda) la televisión (también Internet), allí el Señor enviará sus mensajeros (¡y más de una vez, involuntarios!) para despertar a Su hijo dormido.

O no necesariamente a través del mismo medio, puede ser también un vecino, un compañero de trabajo, un encuentro ocasional ... En definitiva, Dios no tiene ningún problema en manifestarse las veces que quiera, donde quiera y a través de quien quiera. La idea de estas palabras, según entiendo, es que la “oveja perdida” no sabe como volver al camino del Señor y por ello anda vagando de un lado a otro (por ejemplo, probando distintas “distracciones” seculares, o distintas filosofías, o, más simple, distintos programas de televisión o canales de Internet, o quehaceres domésticos y laborales); normalmente no se queda mucho tiempo con una sola cosa o actividad. En el fondo, sabe que tiene que volver y no rechaza la idea, pero no sabe como (espiritualmente hay ataduras y “vallados satánicos”). Bien, sea como sea, ¡allí irá Dios! Y la guiará de nuevo a su hogar.

“... traeré a las extraviadas...” La idea aquí es parecida a la anterior, pero el énfasis está en aquella que fue echada lejos del redil, tal como se habló más arriba; la maltratada, de la que abusaron, la escandalizada. Tampoco de ellas se olvidará el Señor.

“... vendaré a las que tengan alguna pata rota...” Esta es la que no puede caminar, la que tiene algún impedimento más grave para volver al camino del Señor: alguna herida profunda, alguna demonización (no posesión, estamos hablando de cristianos).

“... ayudaré a las débiles...” Aquella que humanamente no podría seguir, o cuya alma permanece muy fragmentada o herida.

En definitiva, ninguna de estas cuatro categorías son cristianos santos y consagrados, de carácter agradable, activos en las cosas del Señor y personas con las que sea fácil tratar o que no nos vayan a fallar. ¡Si así fuera no estarían dispersos! Si esa es tu realidad, ¡el Señor está llamando a la puerta para que le abras! Si Dios te está enviando a alguno de ellos, ¡debés saber que necesitarás mucho amor y paciencia!

La “oveja perdida” no es agradable: está sucia, nerviosa, malnutrida, probablemente enferma y herida; y seguramente no reaccione bien cuando intenten llevarla nuevamente al rebaño. Pero el Padre no tiene ABSOLUTAMENTE NINGÚN problema en ir a buscarlas, ¿lo tendremos nosotros?

La última parte de esta frase es más controvertida: “...y cuidaré a las gordas y fuertes”, porque esto mismo ha sido traducido de otras formas, ya que en el hebreo se traduce por “a la engordada y a la fuerte destruiré” (VRV95). Este sentido está más en consonancia con los versículos que siguen, aunque no con el contexto inmediato. Podemos considerar que ha habido errores en las sucesivas copias del texto bíblico, o bien que en el proceso histórico el Espíritu ha querido mostrar una verdad más amplia con estas palabras.

Si el sentido de “gordas y fuertes” es positivo (aquellas que encontraron buenos pastos), ¿por qué habría de destruirlas? Dios no va a dejar de cuidarlas. Es muy común en nuestra época (en determinados ámbitos) que se sobreenfatice la situación del débil y necesitado (digo, en el discurso más que en los hechos concretos, y generalmente para obtener votos o algún tipo de apoyo demagógico), tanto que ya es un “hecho cultural” y “está mal” (según la “religión secular” de nuestro tiempo) exaltar las virtudes de aquellos que han sabido (honestamente) lograr cosas importante en la vida (excepto, claro, de los “amigos del poder” de turno, político, social o eclesiástico). Es muy común que los testimonios en nuestras iglesias “exalten” (o, simplemente, den lugar solamente) a aquellos que han sido particularmente descarriados y con quienes el Señor ha tenido una dosis especial de misericordia y gracia. ¡Gloria a Dios por ello! ¡Que nunca falten testimonios así! Pero, ¿es esto lo único que vale la pena mostrar? ¿Y qué de los que han permanecido fieles y firmes en obediencia al Señor? ¿Y qué de los que nunca se han descarriado de forma aberrante?

Si el sentido de “gordas y fuertes” es negativo, nos está introduciendo ya en lo que sigue: la división que Dios hará en medio de su pueblo, y que, en esencia, es la raíz, la misma “sustancia” de lo que dijo en los versículos anteriores: el abuso de los más fuertes sobre los más débiles, que se manifiesta claramente en las estructuras religiosas. No creo necesario hablar mucho sobre este tema ahora porque se va a ver bien en lo que sigue.