Daniel 9:9-10 RVC
9 Pero tú, Señor y Dios nuestro, eres un Dios
misericordioso, que sabe perdonar, a pesar de que nos hemos rebelado contra ti
10 y no hemos obedecido tu voz; ¡no hemos obedecido
las leyes que tú, Señor y Dios nuestro, nos propusiste por medio de tus siervos
los profetas.
¿Qué es lo que Dios está dispuesto a
perdonar? Tengamos en cuenta que estas palabras vienen luego de 70 años de
juicio sobre la tierra de Israel; “perdonar” aquí no significaba evitar el
castigo, porque ya había sido desatado sobre ellos, sino retirarlo,
disminuirlo. Es la misma idea que encontramos hacia el fin de los tiempos:
Mateo 24:22 RVC
22 Si aquellos días no fueran acortados,
nadie sería salvo, pero serán acortados por causa de los escogidos.
Si Israel no comenzaba a volver, desaparecía
como nación. Si en los postreros tiempos, que son estos, la magnitud del juicio
no es “acortada”, no quedaría más ser humano sobre la Tierra. Entonces, cuando
oramos por el perdón en medio de los juicios que ya están anunciados y vienen
siendo profetizados, no lo hacemos para evitarlos porque eso es imposible, sino
para que la misericordia divina se manifieste en medio de ellos y sean
“acortados”, disminuidos en su magnitud.
Aquí es donde muchos cristianos “tropiezan”
porque siguen entendiendo el mundo en términos de “todo o nada” y no pueden ver
tanto la necesidad e inevitabilidad del juicio como la posibilidad de
misericordia en medio de ellos. También aquí muchos se desaniman; la visión de
las desgracias por venir les resulta tan catastrófica que pierden las fuerzas
para confiar en la protección y la misericordia divina en medio de ellas.
Propiamente Daniel está pidiendo en esta
oración por el fin del juicio, que consistía en la pérdida de su territorio, el
exilio. Israel tenía una consciencia de nación muy fuerte, que nosotros hemos
perdido. Si fuera por la relativa comodidad económica y seguridad, la situación
en la que vivían podía ser incluso mejor de lo que sería repoblar Israel. De
hecho, no fueron tantos los que volvieron a su patria, y la cantidad de judíos
dispersos que había durante el tiempo de Jesús (y hasta el día de hoy) así lo
atestigua. Sinceramente, para muchos de nosotros esta oración penitencial no
tendría demasiado sentido, porque no tenemos el entendimiento de la importancia
de la nacionalidad según Dios. De Israel debía venir el Salvador, pero cada
nación que el Señor ha pensado y creado tiene dones maravillosos que compartir
con el resto del mundo.
Otro elemento de análisis que debemos notar
es que la oración de Daniel tiene alrededor de 260 palabras en hebreo, en la
Versión Reina Valera Contemporánea son 491 palabras, es decir, algo que puede
pronunciarse en cinco minutos, más o menos. Es evidente del contexto que esta
no pudo ser la oración original sino que Daniel está resumiendo algo mucho más
largo, sentido y probablemente “desordenado”. Por ello, cada palabra que vemos
en las frecuentes enumeraciones que aparecen en realidad está resumiendo mucho
más que fue dicho.
Así que, volviendo al texto, cuando el
profeta comienza esta sección reconociendo la capacidad de Dios para tener
misericordia y perdonar, lo está haciendo sobre una serie de hechos concretos,
retomando lo que vimos en los versículos 5 y 6. Esto es:
·
“nos hemos rebelado contra ti”, es decir, una acción consciente de ir en
contra de las leyes y propósitos divinos.
·
“no hemos obedecido tu voz”, implica haber escuchado y luego desechado.
·
“no hemos obedecido las leyes que tú, Señor y Dios nuestro”, la palabra “nuestro”
aquí resulta importante porque no se trata de un dios ajeno o “nuevo”, sino del
Dios de sus antepasados, el que los formó como nación, el que intervino en la
historia, el que tuvo cuidado de ellos.
·
“nos propusiste por medio de tus siervos los profetas.”, aquí tenemos a las
leyes “actualizadas”, ya no como fueron dichas siglos antes, sino traídas al
aquí y ahora de Israel, de tal forma que pudiera entenderlas muy fácilmente,
además de que se referían a su realidad concreta del tiempo en que fueron
dichas.
No es difícil imaginar cómo Daniel recordaba
hechos específicos de la historia nacional, del pueblo, de sus reyes, de sus
sacerdotes. Hay que tener en cuenta que no solamente venía de una familia
noble, sino que había estado ya durante décadas en el gobierno del imperio, por
lo que tuvo acceso no solo a la historia reciente del mismo sino también a la
historia de todos los pueblos conquistados, y desde diversos puntos de vista. Esta
oración que se resume en algunos párrafos contuvo en su formulación original
mucha historia, mucho de qué arrepentirse, pero también, sobre eso mismo, mucho
sobre lo cual aplicar la misericordia divina.
Daniel solo podía verlo hacia el futuro, pero
nosotros tenemos hoy la realidad de Cristo, quien llevó sobre sí todos los
pecados, no solo los “individuales”, de cada persona, sino de todas las
naciones. No es un futuro medio nebuloso como era para Israel, es una realidad
viva. Por eso, con confianza, podemos aplicar la misericordia demostrada en
Cristo para que el juicio sobre nuestras naciones sea disminuido.
Danilo Sorti