lunes, 20 de septiembre de 2021

806. Un “Nuevo Evangelio” para un nuevo tiempo – I

 

Frente a este título lo primero que debemos recordar son las palabras de Pablo:

 

Gálatas 1:6-12 RVC

6 Me asombra que tan pronto se hayan alejado ustedes del que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.

7 No que haya otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anuncia otro evangelio diferente del que les hemos anunciado, quede bajo maldición.

9 Como antes lo hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno les predica un evangelio diferente del que han recibido, quede bajo maldición.

10 ¿Busco acaso el favor de la gente, o el favor de Dios? ¿O trato acaso de agradar a la gente? ¡Si todavía buscara yo agradar a la gente, no sería siervo de Cristo!

11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no sigue criterios humanos,

12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.

 

Dicho esto, no podemos dejar de recordar que existen cuatro Evangelios, cada uno con su enfoque particular, y dentro de ellos, diversos mensajes de Jesús, diferentes según las necesidades de sus oyentes. También en Hechos podemos encontrar muchos mensajes evangelísticos, cada uno diferente y enfocado a un auditorio específico.

 

Es obvio que un único y eterno Evangelio debe ser acomodado al enfoque necesario para cada tiempo y oportunidad:

 

Colosenses 4:6 DHH

6 Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno.

 

Es obvio también que esta verdad ¡no tiene nada de obvio! O, al menos, no resulta tan fácil de entender y aplicar como uno quisiera…

 

Aquellos que hemos podido desarrollar una nueva perspectiva en medio de los sucesos de este último año y medio, vemos que buena parte de la Iglesia de Cristo, al menos la parte más “visible” de ella, está desesperadamente tratando de volver a la condición normal de un par de años, sin comprender que eso no volverá nunca más y que tampoco se puede predicar el mismo mensaje. Sin embargo, es esto último lo que hacen.

 

De repente el mundo se volvió mucho más oscuro amenazante. Bueno, no “de repente”, sabemos que fue simplemente el plan que se venía preparando desde hace mucho tiempo que comenzó a salir a luz, pero lo cierto es que la vida efectivamente cambió “de repente”.

 

No voy a hablar aquí de todo el trasfondo de este proceso, hay mucho escrito ya para el que tiene oídos para oír, y todo lo que se agregue será insuficiente para el que no quiere entender. El objetivo de este artículo es tratar de entender algunos lineamientos del Evangelio tal como debe ser predicado hoy, un “nuevo” Evangelio en relación con el que predicáramos hasta hace un par de años, pero por otra parte, mucho más cercano al verdadero corazón de lo que el Mensaje de Salvación siempre fue.

 

Algunas de estas líneas las podemos ver en un texto de Apocalipsis si tenemos ciertos cuidados interpretativos. Primero, diremos que literalmente el pasaje aún no se ha cumplido, por lo que pertenece al futuro. Segundo, en un sentido espiritual (o simbólico, si se quiere), se está cumpliendo ahora, por lo que nos sirve para entender los principios que hay que aplicar.

 

Apocalipsis 14:6-13 RVC

6 Luego vi otro ángel, el cual volaba en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno, para predicarlo a los habitantes de la tierra, es decir, a toda nación, raza, lengua y pueblo.

7 Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»

8 A ese ángel lo siguió otro, que decía: «¡Ya cayó Babilonia! ¡Ya cayó esa gran ciudad! Cayó porque embriagó a todas las naciones con el ardiente vino de su inmoralidad sexual.»

9 A los dos ángeles los siguió un tercero, que a grandes voces decía: «El que adore a la bestia y a su imagen, y acepte llevar su marca en la frente o en la mano,

10 también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en la copa de su ira, y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero.

11 El humo de su tormento subirá por los siglos de los siglos, pues ni de día ni de noche tendrán reposo los que adoren a la bestia y a su imagen, ni nadie que acepte llevar la marca de su nombre.»

12 Aquí se verá la paciencia de los santos, de los que obedecen los mandamientos de Dios y mantienen la fe en Jesús.

13 Entonces oí una voz que venía del cielo, la cual me decía: «Escribe: De aquí en adelante, bienaventurados sean los que mueren en el Señor.» Y el Espíritu dice: «Sí, porque así descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.»

 

El corazón del mensaje está en el versículo 7:

 

«Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»

 

Este Evangelio se predica en un contexto muy diferente al de la mayoría de los pueblos a lo largo del tiempo: la hora de su juicio, pero no de un juicio “común”, como ha ocurrido históricamente, sino de EL JUICIO, con mayúsculas. Es un momento de quiebre histórico, un tiempo apocalíptico, diferente a todo lo anterior, por lo que se exige un Mensaje también diferente.

 

Aquí tenemos un primer y fundamental elemento: todo mensaje debe adaptarse al contexto y al oyente, para ser relevante. Y cuando estos cambian mucho, es necesario que el mensaje también lo haga.

 

Pero también es necesario que el mensaje se adapte al mensajero, y no por casualidad se suele decir que “el mensajero es el mensaje”. De la misma forma, tiempos nuevos tienen mensajeros nuevos.

 

Aquí tendremos que hacer un “salto simbólico” en la interpretación del texto porque aparecen tres ángeles anunciando el Evangelio, en sucesión, y esto no ocurrió aún, pero nos da la pista de una “predicación sobrenatural”, primeramente porque los mensajeros lo son.

 

Bueno, está claro que somos seres humanos y no ángeles, pero a medida que los tiempos se vuelven más y más oscuros, los fieles se vuelven más y más poderosos y radicales en el Señor, por lo tanto, las manifestaciones del poder de Dios serán más y más comunes. No estoy diciendo nada que no venga siendo profetizado desde hace tiempo, solo que ahora comenzaremos a vivirlo. Estas personas serán vistas como ángeles.

 

De paso digamos que los ángeles tienen una clara identidad de siervos y de enviados a cumplir una misión. Nunca los vemos atrayendo atención sobre sí, sino más bien honrando y proclamando al Señor. De la misma forma, debemos reconocer que buena parte de la predicación hasta ahora ha estado teñida, en mayor o menor medida, de una “atracción al líder”, en donde tanto las personas como los mismos predicadores enfocaron indebida atención en el mensajero. Eso no será más, porque no tendremos a los “grandes predicadores” de antaño, sino a simples siervos llenos del poder de Dios.

 

Y algo más… son tres ángeles, no uno. De la misma forma, la proclamación que viene será así, en equipo. Se completará con la voz de varios y ninguno se llevará toda la gloria él solo.

 

Pero cuidado, ¡son tres! No son dos ni son cuatro. No es un número cualquiera, en la Biblia normalmente se refiere al Padre, al Hijo y al Espíritu. Por lo tanto, el mensaje por venir será un mensaje completo, que abarcará la visión y el particular enfoque de cada persona de la Trinidad. Prácticamente todo lo que conocemos hasta ahora ha sido un Evangelio parcial: o se predica al Hijo y la doctrina, o se predica sobre poder y señales, o se predica sobre transformación social. Eso no será más.

 

Por ello, “tres” también denota el testimonio perfecto, porque reiteradamente se nos dice en la Biblia que todo asunto sería resuelto por “dos o tres testigos”. Dos es la cantidad mínima, pero tres es lo ideal. Estos mensajeros darán un testimonio, porque no se predicarán a sí mismos sino al Santo, que será completo y suficiente para que la gente pueda creer… de ahí a que lo haga, es otra historia…

 

El otro elemento “nuevo” si se quiere es el ámbito o lugar de la predicación, ¡nada menos que el medio del cielo! Evidentemente también es un espacio poco común y eso se relaciona también con algo que ha venido siendo profetizado desde hace tiempo; que el avivamiento que viene no ocurriría como hasta ahora, con grandes campañas, que exigen a su vez mucha organización, dinero y trabajo mancomunado de varias congregaciones para que solo sea escuchada la voz de uno.

 

Así como el cielo es un espacio “natural”, la predicación será en todos los ámbitos “naturales”, propios de la actividad humana. Por mensajeros que son siervos, en equipos, llenos del poder del Espíritu tanto que las personas los verán como ángeles y en todos los ámbitos “naturales” a la vez que profundamente sobrenaturales. Pero hay más…

 

La expresión “en medio del cielo” también ha sido traducida como “en lo alto del cielo” o “en medio cielo”. Podemos interpretarla en un sentido simbólico más “básico”, como he hecho hasta ahora, o podemos verla también en un sentido más espiritual. Estos ángeles no están en el Cielo de Dios, tampoco están sobre la tierra dada a los hombres, sino en el cielo que rodea a esa tierra, lo cual es, espiritualmente, el segundo cielo, es decir, el reino de los aires de Satanás. Este es uno de sus reinos, no el único, pero sí el “principal” para controlar a los hombres, especialmente desde las esferas de la comunicación y gobierno.

 

Por lo tanto, la predicación que viene se realiza en medio de y desde los ámbitos de las potestades de los aires, las cuales, necesariamente, habrán tenido que ser conmovidas y atadas para que no puedan obstaculizarla.

 

En el tiempo de Apocalipsis, cuando esto ocurra, ya habrá sido arrojado a tierra Satanás con todo su ejército del segundo cielo (capítulo 12), por lo que éste quedará libre para que los ángeles puedan moverse con libertad. Mientras tanto, cuando esta predicación comience a suceder, las potestades celestiales habrán sido conmovidas lo suficiente como para no poder estorbarla, preludio de la batalla definitiva en la que Miguel terminará de echarlas por tierra.

 

Y para terminar con los mensajeros angélicos, tenemos algo también bastante obvio que es el hecho de que un ángel vuele. Bueno, nosotros estamos acostumbrados a representar a los ángeles de esa manera, pero no era necesariamente así en los tiempos de Juan. Como sea, el desplazamiento de los mensajeros será también sobrenatural, y si entendemos la imagen de las alas y el viento o aire que presupone la funcionalidad de las mismas, es claro que se moverán conforme el Espíritu los impulse. Jesús ya lo había dicho:

 

Juan 3:8 RVC

8 El viento sopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.»

 

Las alas espirituales solo pueden moverse con el viento del Espíritu.

 

Estos mensajeros sobrenaturales sostienen el Evangelio eterno, es decir, lo han recibido para predicarlo. Esta expresión nos lleva al primer texto que citamos:

 

Gálatas 1:11-12 RVC

11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no sigue criterios humanos,

12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.

 

A riesgo de “volar” yo demasiado con la interpretación, me parece ver que aquí tenemos una seria crisis de los seminarios e institutos bíblicos. No es que no haya enseñanza ni producción teológica, pero la centralidad del mensaje que viene no estará en lo que se pueda transmitir de persona a persona sino en la comunión y revelación directa del Espíritu a Sus mensajeros. Luego, los distintos dones (entre ellos el de enseñanza) ayudarán a pulir y perfeccionar el mensaje recibido, pero serán secundarios al contenido principal.

 

Y ahora vamos hacia los destinatarios de este mensaje. Aquí nos servirá mejor una traducción más literal:

 

Apocalipsis 14:6 RV95

6 En medio del cielo vi volar otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

 

Tenemos cinco destinatarios, que son lo mismo en realidad, pero con énfasis distintos:

 

·         Todos los habitantes de la tierra

·         Toda nación

·         Toda tribu o raza

·         Toda lengua

·         Todo pueblo o localidad

 

La primera, más básica y poderosa interpretación, es que absolutamente todos escucharán. Y esto implica necesariamente una predicación contextualizada culturalmente, profundamente misionera.

 

El mundo actual, paradójicamente, se ha vuelto muy cercano y más uniforme en ciertos aspectos, lo cual, de la misma forma que pasaba en los tiempos romanos, resulta muy beneficioso para extender rápidamente el Evangelio.

 

Satanás ha sometido a toda la sociedad a un mismo programa mundial de dominación, pero esto ha provocado que la gente de todo el mundo hable ahora en términos similares, tenga problemas comunes y, fundamentalmente, un enemigo común que es cada vez más evidente. Este plan tan estratégico del Enemigo ¡es maravilloso para predicar el Evangelio! Porque ahora, gente de todo el mundo tiene preocupaciones muy similares y está, por lo tanto, dispuesta a escuchar mensajes que enfoquen en dichos problemas, con lo cual los mensajeros no necesitan largos estudios transculturales para, por lo menos, entablar conversación y captar la atención.

 

Pero también se ha vuelto muy distante y lejano… en razón de una casa por medio… Todos hemos vivido la profunda separación que se viene ejerciendo desde hace tiempo pero que se ha agudizado entre los que aceptan el “discurso plandémico oficial” y los que no. Esto también había sido profetizado en el texto de la cizaña y el trigo. De repente, muchos lejanos se han transformado en amigos y hasta hermanos, y otros muy cercanos se volvieron profundamente extraños e incluso enemigos declarados.

 

Obviamente, entre los que resisten el avance del Nuevo Orden el Señor tiene su pueblo principal, pero también entre los que se han sometido, voluntariamente, por temor, por ignorancia o por conveniencia, Dios va a rescatar pueblo. Han surgido nuevos grupos humanos con subculturas particulares que se constituyen en un desafío misionológico nuevo, en la misma manzana donde vivimos. Diríamos que la iglesia ha sido en buena medida miope a estos grupos.

 

El número cinco significa gracia, por lo que nos muestra claramente que aún en medio de los juicios más duros también sigue extendiéndose una medida de gracia para salvación.

 

También es sugestivo que David buscara cinco piedras lisas en el arroyo para luchar contra el gigante. Por lo tanto, cinco también nos muestra una victoria sobre los gigantes que obtendrá esta predicación del mensaje.

 

Sin embargo, una clave hermenéutica fundamental para el número cinco es el texto de Efesios:

 

Efesios 4:11 RVC

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

 

A la vez que detalla cinco “agrupamientos” humanos particulares, nos habla de una proclamación mancomunada de todos los ministerios de la iglesia

 

De nuevo, la historia eclesiástica ha estado plagada de énfasis en uno u otro ministerio de gobierno, pero difícilmente haya habido un equilibrio. Aunque los cinco ministerios fueron completamente restaurados y entendidos como tales en el siglo XX, los inicios del siglo XXI no nos encontraron unidos y equilibrados sino más bien con un cristianismo dominado por una visión empresarial e imperial, donde unas pocas figuras “descollantes” dominaban todos los mensajes y recursos en la mayoría de las congregaciones.

 

Dicho esto, hay cinco enfoques específicos y diferentes, claramente, “nada nuevo” en la labor misionera aunque sí en la extensión y profundidad de la misma.

 

“Todos los habitantes de la tierra”. Es la primera expresión y el enfoque es masivo, un ministerio de masas que abarca multitudes, claramente con muchas diferencias entre ellos pero con elementos en común. Esto corresponde al ministerio apostólico, estableciendo los fundamentos del Reino.

 

“Toda nación”. Ahora entendemos claramente que cada nación tiene una identidad definida delante del Padre, una historia, un propósito, una función. Hay un mensaje propio para cada nación, y son los profetas los principales actores aquí, orientando, encauzando, arrancando las estructuras de maldad y estableciendo justicia.

 

“Toda tribu o raza”. Cada agrupamiento sociocultural tiene su propia cultura y sus propios códigos, sus particularidades que es necesario entender y con las cuales hay que concordar. Aquí tenemos la función del evangelista, llevando a las personas a un encuentro personal con Cristo y a la genuina conversión.

 

“Toda lengua”. No pensemos esto solamente como idioma sino también como las variantes propias de cada sociedad. El castellano resulta el segundo idioma más hablado del mundo, pero hay tantas diferencias locales y regionales que cada variante es “un mundo propio”. Aquí tenemos a los pastores, trabajando pacientemente para cambiar el “idioma de los pueblos” de tal forma que todos sean purificados y alaben a Dios. Cambiar la forma de hablar, obviamente, no se trata de palabras sino de pensamiento, voluntad y emociones (lo que genera el habla) y es una función paciente y larga en el tiempo.

 

“Todo pueblo o localidad”. Finalmente, cada ciudad, cada pueblo, que tiene una idiosincrasia particular, necesita escuchar el mensaje en sus propios términos. Allí también está la transformación de la vida, completa, y esa es la función del maestro, el quinto de los ministerios mencionados, quien debe establecer todos los principios del Reino en cada persona a través de la enseñanza.

 

Estos cinco enfoques apuntan a cinco niveles de agrupamiento humano a la vez que a cinco funciones necesarias para el desarrollo del Reino. Ninguno de ellos nos es ajeno, pero en el Evangelio que viene, los cinco estarán claramente presentes, por orden y sin faltar uno de ellos.

 

 

 

Danilo Sorti

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