Como maestro profeta, paso tiempo leyendo y escuchando
palabras proféticas, sueños y visiones. Me gusta tener un panorama completo,
así que trato de ir juntando cada pieza que el Espíritu está repartiendo entre
muchos de Sus hijos. Y cuando uno encuentra que ciertos mensajes comienzan a
repetirse, a través de personas claramente diferentes (es decir, que no
pertenecen a un mismo ministerio o discipulado profético), entonces más vale
que prestemos atención.
Esta introducción viene para explicar qué es lo que estoy
viendo sobre Argentina ahora, que tiene que ver con muchas palabras y de lo que
el Espíritu también está dando testimonio a mi espíritu. Pero antes veamos un
marco bíblico teológico.
Efesios 2:2
RVC
2 los cuales en otro tiempo practicaron, pues
vivían de acuerdo a la corriente de este mundo y en conformidad con el príncipe
del poder del aire, que es el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia.
Es claro que este “príncipe del poder del aire” no es un
príncipe demoníaco cualquiera. Si no se refiere a Satanás, es uno de los que
está inmediatamente debajo de él, es decir, los más altos en el rango de las
tinieblas.
La Biblia en realidad “no es” un libro sobre el mundo
espiritual. De hecho, “no es” muchísimas cosas que, sin embargo, “contiene”; es
la Historia de la Salvación, el plan de Dios para rescatar a la raza humana
desviada hace 6.000 años. Junto con eso contiene “muchas otras cosas”, que, sin
embargo, no necesariamente están completamente desarrolladas o explicadas, y
nos lleva a profundizar en ellas de otras fuentes.
Algo así pasa con el concepto del “Segundo Cielo”. Una vez
que entendimos a qué se refería, nos dimos cuenta de que sí aparecía en la
Biblia y de que no era necesario que se explicara demasiado allí porque todas
esas sociedades lo conocían de sobra a raíz de sus experiencias con el mundo de
sus “dioses”. ¡Nosotros somos los que hemos perdido esos conocimientos y
necesitamos recuperarlos!
Pues bien, en ese “Segundo Cielo” pasan muchísimas cosas que
nos afectan directamente, generalmente para mal, pero también para bien. No es
un ámbito creado por Satanás, porque eso sería imposible, ya que no es creador
sino creatura, pero es un espacio usurpado en buena medida por él. De allí será
arrojado durante la batalla de Apocalipsis 12, pero eso aún no sucedió.
Mientras tanto, él y sus agentes tienen un férreo control
allí, a pesar de que también allí encontramos al “Monte Sion”, el lugar de
encuentro con Dios, digamos “a mitad camino” entre el Tercer Cielo y la tierra
de los mortales.
De los conceptos de Guerra Espiritual hemos aprendido que,
al estar controlado por Satanás y sus huestes principales, funciona como una
barrera para las bendiciones y respuestas de Dios. El pasaje más claro sobre
esto es Daniel 10, allí el ángel que le trae la revelación a Daniel
(¿Jesucristo mismo o alguno de los ángeles principales?) tuvo un duro conflicto
para atravesar esa capa. Evidentemente necesitaba pasar por allí y,
evidentemente, no tenía un “poder instantáneo” para vencer la lucha.
Digamos que en esa “capa” pasaba del tiempo de Dios al
tiempo humano, porque el conflicto duró una cierta cantidad de “días
terrenales”, es decir, de esta Creación. También se encontraba con la autoridad
humana, porque si el Príncipe de Persia tenía tal poder como para estorbar a
este ángel poderoso, resulta claro que venía de parte de las personas engañadas
que se lo habían otorgado; el reino de las tinieblas no tiene ningún poder por
sí mismo, pero como han sido muy hábiles en engañar a los hombres, al acumulado
poder a partir de ellos. Es decir, el mayor o menor poder que tengan es el que
se les otorga desde la tierra.
Daniel era un estadista, uno de los principales en el reino,
pero eso había implicado que él necesariamente hubiera tenido que aprender a
luchar contra los demonios y principados que dominaban a ese reino. Es decir,
cada decisión “justa” que Daniel tomaba implicaba una lucha espiritual contra
principados muy poderosos, por más que “materialmente” esa decisión significara
solo escribir una carta y sellarla con el sello real. Por tanto, era la persona
encargada para sostener ese tipo de lucha.
Bien, lo cierto es que, evidentemente, los cielos estaban
cerrados para Daniel y necesitaron abrirse a través de la intercesión poderosa
de uno de los santos más amados por el Padre.
Una medida extrema de “cielos cerrados” es la que se cernió
sobre el Hijo del Hombre cuando siente esa angustia tan terrible a horas de la
cruz. ¿Cómo Aquel que estaba lleno a rebosar del gozo del Espíritu, podía, de
repente, encontrarse así? Sencillo: todos los reinos de las tinieblas estaban
revoloteando sobre Su cabeza, ¡esos sí que eran “cielos cerrados”!
Hay muchísimo más para hablar, pero quiero ir al grano.
Argentina nunca ha tenido los cielos muy abiertos que
digamos. Ha habido momentos de despertar, pero no exactamente de avivamiento,
porque la señal inequívoca de un avivamiento es que las estructuras de la
nación sean conmovidas y cambiadas, y eso nunca ocurrió, más bien todo lo
contrario, han empeorado más cada vez.
Hemos llamado “avivamiento” a poderosos despertares, que
lograron una medida de apertura en el Segundo Cielo, pero no completa. El resto
del tiempo, los cielos han estado cerrados, y en estos últimos años, muy
cerrados.
Fue a partir del cambio de gobierno, hace un año desde este
momento, que los cielos comenzaron a abrirse. Como no había una iglesia capaz
de motorizar el cambio, Dios buscó a uno que no es muy diferente a un profeta
del Antiguo Testamento (digamos, no muy diferente a un Elías aunque sin un
cuchillo para degollar físicamente a los profetas de Baal y Asera… por más que
quizás debiera hacerlo…) para que comience a abrir los cielos.
Curiosamente, buena parte de la iglesia sigue discutiendo
hoy si “es de Dios o no”. En fin, por mí, que sigan con sus discusiones y
disfruten sus ejercicios mentales de razonamientos humanos. Espero que abran
los ojos antes de la venida de Cristo, pero tengo serias dudas de ello.
En lo oculto, hubo una iglesia, es decir, un grupo de
fieles, no muy grande, que oró y clamó, y que lo sigue haciendo.
Mientras los cielos permanecen cerrados, normalmente muchos
cristianos no se dan cuenta. Han dejado de hacer muchas obras que antes hacían
y han perdido el fervor, su religión se ha vuelto precisamente eso, una
“religión” pero sin la vida de una “relación” con Dios. Una constante es que no
pueden ver su deplorable estado espiritual. Justamente, “cielos cerrados”
impiden que pase la luz de Dios, por lo que es lógico que “no puedan ver”.
El populismo / progresismo necesita (y usa) un fuerte
control espiritual sobre las sociedades, arrojando mantos muy densos de
tinieblas, desesperanza, enojo y frustración. Citando a nuestro presidente,
“prefieren ser reyes en el infierno que siervos en el Cielo”. Pues bien,
generan un infierno para prosperar y reinar allí, y esto NO TIENE solamente
implicancias políticas o económicas, es, primero y antes que nada, espiritual.
El populismo ha cerrado los cielos sobre las iglesias porque
ellos saben muy bien que son los hijos de Dios fieles los que pueden echar a
perder sus obras. Ellos son los que han hecho incontables sacrificios (humanos)
para mantener los cielos cerrados y a las iglesias distraídas, e incluso,
acompañándolos políticamente a ellos.
Al día de hoy muchos cristianos siguen bajo ese manto de
engaño. Espero que abran los ojos a tiempo, porque, si bien tenemos en estas
latitudes un poco más del tiempo que tienen en el norte, tampoco es mucho.
Sin embargo, las cosas están cambiando hoy. El motor ha sido
y sigue siendo la oración y el clamor de una iglesia fiel, pequeña, ignorada y
despreciada, pero poderosísima ante Dios. Ellos no esperan que la “gran
iglesia” se dé cuenta porque saben que ya no lo van a hacer, ni pueden aunque
quisieran.
Pero no menospreciemos a muchas medidas que se están tomando
en el ámbito político, que si bien no implican “cortar” literalmente las
cabezas de los falsos profetas, en un sentido social y espiritual, sí lo es.
Este gobierno, sabiéndolo en parte o no, está colaborando en abrir los cielos.
Mientras los cielos estuvieron cerrados, hubo muchas
respuestas que no vinieron. Hubo ministerios que nunca prosperaron, hubo
bendiciones que nunca se soltaron. Orar fue difícil, servir a Dios fue difícil,
librarse del viejo hombre fue difícil. Hasta lo más pequeño para el Reino de
Dios fue difícil. No vimos resultados y los buenos no prosperaron, porque era
la “hora de las tinieblas”.
Así fue necesario, también para que Dios perfeccionara a los
Suyos, a un grado nunca antes visto.
Pues bien, ahora los cielos se están abriendo, y, conforme a
muchas palabras que he escuchado y a lo que yo mismo siento del Espíritu, sé
sin lugar a dudas, que los cielos se abrirán como nunca antes en la historia
argentina y que veremos, ahora sí, un verdadero avivamiento que conmoverá hasta
las raíces de la sociedad.
Estos cambios actuales son las gotas previas a una tormenta.
Los que hemos estado en ellas lo sabemos. Recuerdo la gran tormenta que tuvimos
en Rosario en 2006, la peor pedrada que recordemos. Luego de dos semanas de
muchísimo calor y baja presión, el cielo se cubrió por completo con nubes
negras. Cayeron unas gotas y yo había salido del trabajo para tomar el
colectivo para mi casa. Decidí refugiarme un momento en un negocio… y allí se
largó la tormenta más furiosa en décadas. Todo empezó con “unas pocas gotas”.
De la misma manera será ahora. Si piensan que los cambios
que estamos viendo son muchos, les digo que son unas “pocas gotas políticas y
económicas”, pero la tormenta espiritual viene, y viene pronto.
Las cosas que durante años no pudimos lograr ni ver, se
consiguen en muy poco tiempo con cielos abiertos. Será el momento para
aprovechar al máximo, porque aún eso durará por un tiempo, ya que todo el mundo
se aproxima al desenlace del fin de los tiempos.
Así que, el corolario de todo esto es el siguiente:
1° No nos frustremos por años y décadas de no haber logrado
lo que anhelamos para el Señor y aún nuestros propios proyectos económicos,
personales y familiares. Más bien, recibamos la sanidad del Espíritu en este
tiempo para que la frustración y amargura no nos impidan entrar en la tierra
prometido que viene. Moisés, con todo lo que hizo, vio y dijo, no pudo, porque
dejó que la amargura lo dominara.
2° Bienaventurados son los que han permanecido en esta
tierra aún en medio de la sequedad y esterilidad, porque mantuvieron la fe en
lo que vendría. Hay una doble Porción para ellos.
3° Sin dudas no todo será “bueno” en lo que veamos
políticamente, y habrá muchas opiniones de uno y otro lado, pero es el
instrumento que Dios está usando para comenzar a abrir los aires ahora.
4° Resistamos un poco más y preparémonos con expectación
para lo que viene.
5° Recibamos los sueños de Dios para que cuando los cielos
sean abiertos, podamos literalmente correr en Sus planes y caminos.
Y mientras esto se apresura a venir, sigamos bombardeando
los cielos, porque la rotura del dique que ha contenido las bendiciones divinas
está mucho más cerca de lo que parece. Recordemos que una pared resiste muchos
golpes, pero cuando un golpe comenzó a hacer grietas, el resto ocurre muy
rápidamente.
Hacia allí vamos.
Danilo Sorti