miércoles, 18 de diciembre de 2024

852. Un análisis económico de los “obreros de la última hora”

 

Mateo 20:6-12 RVC

6 y cuando salió cerca de las cinco de la tarde halló a otros que estaban desocupados, y les dijo: “¿Por qué se han pasado todo el día aquí, sin hacer nada?”

7 Le respondieron: “Es que nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Vayan también ustedes a la viña.”

8 Cuando llegó la noche, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los trabajadores y págales su jornal. Comienza por los últimos y termina por los primeros.”

9 Los que habían llegado cerca de las cinco de la tarde pasaron y cada uno recibió el salario de un día de trabajo.

10 Cuando pasaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día de trabajo.

11 Al recibirlo, comenzaron a murmurar contra el dueño de la finca.

12 Decían: “Estos últimos han trabajado una sola hora, y les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el cansancio y el calor del día.”

 

Varias veces he escrito sobre esta parábola / profecía que se encuentra en Mateo 20, también muy conocida. No voy a explicarla aquí, por otro lado, su significado básico es bastante claro, así como también su importancia para nosotros porque, precisamente, ¡somos ESOS obreros!

 

Aplicando la profecía en una visión de largo plazo, los obreros levantados en este tiempo son los de la “ultimísima” hora, ya más bien minutos antes de que se termine el “día”. Y como tales, entender y definir claramente nuestra identidad, nuestro rol y recompensa nos resulta urgentemente necesario, para no “actuar” como algo a lo que no hemos sido llamados a ser.

 

Podemos pararnos desde distintos puntos para entender el valor de estos obreros. Por un lado, los ataques, el engaño y en general la manifestación del reino de las tinieblas hoy está siendo tan grande que el solo hecho de resistir e incluso vencer ya merece un reconocimiento especial. Esto nos da un “valor cualitativo” especial.

 

Este valor también se relaciona con la promesa de que en los últimos tiempos el Espíritu tomaría a esta generación fiel y la santificaría como nunca en la historia del cristianismo. No será por nuestros méritos sino por Su Gracia para Su Gloria.

 

Por otro, la promesa de la Última y Gran Cosecha que será levantada por nosotros en los últimos días nos da un valor “cualitativo” también diferente y único en comparación con todos los santos de todos los tiempos.

 

Pero junto con esto, el Espíritu me estaba llevando a otra verdad en la economía de casi cualquier empresa, por pequeña que sea.

 

Cualquier empresa tiene una serie de ítems que definen los costos. Esto puede variar mucho, dependerá de la rama de la actividad económica en que se encuentre y de la estructura de costos propia de dicha empresa. Como sea, el primer objetivo económico que tiene un emprendimiento es “cubrir sus costos”, es decir, “alcanzar la línea 0”, no perder, no descapitalizarse, por así decirlo, “sobrevivir”.

 

En cualquier análisis económico (esto se ve claramente en un proyecto de inversión, por ejemplo) se van a incluir, como dije todos los costos más un valor que es el “sueldo” del empresario. Digamos que si los ingresos por ventas llegan a cubrir esa línea base y nada más, al empresario le da lo mismo continuar con su empresa o trabajar como empleado con el mismo sueldo (¡¡y con muchos menos dolores de cabeza!!).

 

La “ganancia” se considera a partir de ese monto en cuestión, es decir, cuando los ingresos superan todos esos costos es que el empresario deja de ser un “empleado de su propia empresa” y pasa a obtener el plus por todo el esfuerzo que implicó montar y manejar dicha empresa.

 

Pero ese “extra”, que es lo que justifica la existencia de la empresa como tal, corresponde a los “últimos ingresos”. Es decir, todo lo que entra primero se destina a pagar todos los costos (insumos, sueldos, impuestos, reparaciones, inversiones, etc., etc.) y eso “último” es el plus, la razón económica de ser de la empresa.

 

Bueno, ¿puede sonar medio herético comparar una empresa con el Reino de Dios? No lo es para nada, porque en la misma Biblia tenemos muchas comparaciones del estilo, ¿no se usa el término “viña” como uno de los principales para referirse a él? Pues “viña”, en los oídos de los primeros destinatarios (y en los actuales también) aludía a una empresa específica y definida, que competía en el mercado y estaba sujeta a muchas complejidades económicas, tecnológicas, ambientales, sociales, administrativas, y políticas. Les puedo asegurar que no era (ni es) nada “idílico y romántico”, ¡todo lo contrario!

 

Entonces, si hacemos este paralelo nos encontramos con que, desde el punto de vista de la economía del Reino de Dios, estos obreros de la última hora (nosotros) son los que en realidad aportan el “plus” que justificó la existencia de esta “empresa”, ¡¡y vaya QUÉ EMPRESA!!

 

Yo sé que alguno puede mirar de reojo lo que estoy escribiendo y la comparación puede parecer “tomada de los pelos”. Bueno, admito que falta más análisis teológico en mi escrito, pero sin dudas esta será la “ganancia plus” de la mayor empresa de todas, y que “no debía ser” porque el Adversario ya había preparado todo para evitarla… ¡pero no pudo vencer la estrategia del Gran Empresario!!

 

 

Danilo Sorti

 

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