domingo, 16 de diciembre de 2012

Ezequiel 34 2ª parte: consecuencias de un mal liderazgo

Ezequiel 34<!--[if gte mso 9]> Danilo Normal Danilo 2 0 2012-12-16T21:07:00Z 2012-12-16T21:07:00Z 1 5681 31251 260 73 36859 11.9999 <![endif]
Ezequiel 34.5-6
5Mis ovejas se quedaron sin pastor y se dispersaron, y las fieras salvajes se las comieron. 6Se dispersaron por todos los montes y cerros altos, se extraviaron por toda la tierra, y no hubo nadie que se preocupara por ellas y fuera a buscarlas.

Ahora el Espíritu presenta claramente las consecuencias del modelo de liderazgo anterior.

“Mis ovejas se quedaron sin pastor …” No porque no lo hubiera, sino porque los que tenían el título no lo hacían efectivo. “Estirando” un poco el texto bíblico, me recuerda a lo que dijo Jesús: “… ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo” Mateo 23.13. El rol de liderazgo estaba ocupado, había gente allí, nadie estaba poniendo un aviso en el diario para seleccionar pastores, y los que estaban no pensaban irse. Además, la situación se habría prolongado por mucho tiempo. Decididamente, no había pastores que cumplieran su función ni había perspectiva humana de que los hubiera en un futuro próximo; el pueblo NO tenía líderes.

Podríamos asumir que no había “formación” de nuevos líderes, un modelo “depredador” difícilmente “engendre hijos”, ¡se los “come”!; y los que surgieran, por sucesión natural al morir los viejos, serían muy seleccionados para que cumplieran con el mismo modelo. Normalmente en este modelo de liderazgo hay sucesión de padres a hijos; antes estaba así estipulado y excepcionalmente podía no cumplirse; hoy se supone que estamos en un contexto más democrático, pero los liderazgos que siguen este patrón normalmente son sucedidos por su propia familia.

Por otro lado, no me parece incorrecto decir que los líderes que no siguen dicho modelo (aun los propios hijos) no pueden aguantar mucho tiempo al lado de éstos; o se con-forman o se van. Desde otro punto de vista, si los líderes surgen de las “ovejas”, y ellas son maltratadas o incluso devoradas, ninguna podrá desarrollarse para llegar a serlo.

Cualquiera sea el mecanismo, puede haber una falta de líderes no solo porque los que están no cumplen la función, sino porque efectivamente van siendo cada vez menos. Me parece que cuando en algunas congregaciones se quejan de que faltan cristianos comprometidos que quieran asumir la responsabilidad de la obra, en el fondo hay algo (poco o mucho, aunque no únicamente) de esto. Al fin y al cabo, el liderazgo es un don que el Espíritu da a los creyentes, desde el momento de su conversión (además de ser una función social natural de todo grupo humano), teológicamente hablando es imposible que no haya una cantera de líderes potenciales en cualquier iglesia en cualquier tiempo o sociedad. Por eso, cuando no hay líderes emergentes, probablemente tengamos una situación parecida a la de Ezequiel 34.

“… y se dispersaron…” es la consecuencia. Cada uno se fue por su camino. Reina Valera traduce: “andan errantes”, sin rumbo fijo, ora hacia aquí, ora hacia allá; no saben donde ir, nadie les muestra el camino y no hay ningún “redil seguro” donde ir

La idea de “ser dispersados” es muy fuerte en todo el Antiguo Testamento; podríamos hablar mucho sobre el tema. La promesa de Dios a Abraham fue la de un territorio donde sus descendientes no serían extranjeros ni andarían dispersos. Esa promesa se cumplió dramáticamente, y no sin conflictos, más de 400 años después. Cientos de años tuvieron que vivir peleando por su territorio para disfrutar solo de poco más de un siglo con la seguridad de un reino unido y en crecimiento. Luego vino la división y más tarde, la amenaza creciente sobre el territorio de los imperios extranjeros, además de las advertencias de los profetas. Finalmente llegó el exilio babilónico (aunque para ese entonces, muchos israelitas ya habían sido llevados a otras tierras) y en esta situación se encontraban los primeros oyentes de Ezequiel. Los sucesivos malos liderazgos habían llevado al pueblo a desviarse de Jehová y ser expulsados de su territorio. Pero no olvidemos que el pueblo tampoco era un “rebaño inocente engañado”; Nehemías, tiempo después, oró “8Recuerda que le advertiste que si nosotros pecábamos, nos dispersarías por todo el mundo” Nehemías 1.8. El pecado de los líderes no fue diferente del pecado del pueblo, solo que los primeros tenían mucha más responsabilidad que los segundos, especialmente en aquella época.

La idea de “dispersión” tiene un paralelo neotestamentario con la de estar lejos de Dios (y todas las consecuencias asociadas, especialmente la de esclavitud y opresión), lejos de la Nueva Jerusalén (representada por la iglesia en este tiempo); y creo que el concepto es lo suficientemente conocido para los lectores.

Pero hay otra “dispersión”, que quizás presente un paralelo más cercano, y casi tan dramático, al texto: la dispersión de tantos creyentes heridos debido a las deficiencias del liderazgo presente, especialmente en las iglesias que siguen el modelo de Laodicea (con respecto a los modelos de iglesia de Tiatira y Sardis, no escribo pensando en ellos ni el Espíritu me ha encargado hablar de ellos, aunque por su gracia puedan aplicarse varias de las cosas que aquí se dicen). Hacer una afirmación así siempre es delicado; uno puede ser injusto a veces y (casi) siempre resulta políticamente inconveniente; no voy a justificar ni aclarar lo que digo porque asumo que los lectores tienen la madurez y el conocimiento para ponerlo en la perspectiva adecuada. Lo cierto es que los muchos liderazgos inadecuados que hemos tenido y continuamos teniendo han espantado a muchos creyentes sinceros de las iglesias; esa es la dispersión actual del pueblo de Dios y hay palabras de aliento para ellos más adelante. Pero hay más.

Muchos creyentes permanecen hoy en iglesias con liderazgos de este tipo, sobreviviendo espiritualmente en el mejor de los casos. Dios no es ciego ni sordo, solo tiene paciencia hasta que sus propósitos sean cumplidos y la nueva generación de líderes (de la que nos habla el texto más adelante) esté preparada, por eso, permite que aún permanezcan estos líderes. Y cuando digo “permite” es porque activamente sostiene estructuras que hace rato hubieran caído por su propio peso (de pecado, claro), no porque esté conforme con ellos, sino porque es necesario que en la dispensación de los tiempos así ocurra por ahora, tal como pasó con Saúl. Sin embargo, cuando los tiempos sean cumplidos (y no falta mucho), Dios se encargará de cumplir su propia palabra:

Lucas 8.17 DHH
17De la misma manera, no hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse y ponerse en claro.

Dios dejará de sostener lo que ahora está soportando y expondrá las vergüenzas ocultas desde hace años, y muchos oirán la voz del Espíritu:

Jeremías 51.45, DHH

45 Pueblo mío, sal de ahí,
y que cada cual salve su vida
de mi ardiente ira!

Apocalipsis 18.4-5 DHH

4 Oí otra voz del cielo, que decía:
“Salgan de esa ciudad, ustedes que son mi pueblo,
para que no participen en sus pecados
ni los alcancen sus calamidades;
5 pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y Dios ha tenido presentes sus maldades.

Porque es necesario que la justicia de Dios venga sobre su casa. Con todo, aún esto es una muestra de misericordia y un llamado al arrepentimiento.

Recapitulando, hay una dispersión que está ocurriendo ahora debido al modelo predominante actual de liderazgo, y hay una dispersión importante que Dios mismo impulsará dentro de poco para que este sistema no siga alimentándose de los recursos de los cristianos fieles.

Entonces, la función del liderazgo es fundamental para que los hermanos permanezcan unidos al Cuerpo de Cristo y entre sí. Los principios divinos siempre funcionan, y aunque sea terrible cuando se desobedecen, con todo, siguen revelando el sello de Dios. Como dice el salmista, ¡toda la tierra está llena de su gloria!, incluso en lo que anda mal.

Hagamos una aclaración antes de seguir: sería un tremendo error pensar que este pasaje (y lo que se dijo) es una apelación contra de la función del liderazgo, todo lo contrario, eso se verá claramente más adelante en el texto. De ningún modo deberíamos tomarlo para pretender desarrollar un “anarquismo cristiano”, sino solo para que todas las cosas sean ordenadas como corresponde.

“… y las fieras salvajes se las comieron…” podría entenderse en un sentido más general, refiriéndose a los diversos problemas y dificultades que acontecen fuera de Cristo, o en un sentido más espiritual (que en esencia no es tan distinto de lo anterior) como los demonios que acechan a los hijos de Dios cuando se alejan de su protección. Creo que, a la luz de lo que se nos ha revelado en el presente, es la interpretación más válida. El infierno tiene muchísimo interés en controlar a los cristianos porque sabe que la iglesia puede derrotarlo fácilmente con que solo entienda su posición en Cristo. Afortunadamente para Satanás, eso todavía está lejos… pero se acerca. Reina Valera traduce “todas las fieras”, enfatizando la magnitud del ataque (y es realmente así). La Nueva Versión Internacional dice “están a la merced de las fieras salvajes”, enfatizando en su estado de indefensión; dependerá del ambiente espiritual de la región de cuántas y cómo los ataquen. Se requiere visión espiritual para entender esto.

Siguiendo otras interpretaciones, podemos pensar que “las fieras” constituyen “la bestia”, el sistema de este siglo (por supuesto, con toda su secuela de engaño, dolor, sufrimiento y demonios asociados). Los que se apartan del reino del Altísimo indefectiblemente son “devorados” por el sistema de este mundo; sus pensamientos, valores, actitudes y acciones son los de este mundo; aunque conserven su barniz cristiano. Y si queremos completar el cuadro, recordemos las palabras de Jesús: “43“Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda por lugares secos buscando descanso; y si no lo encuentra, piensa: 44‘Regresaré a mi casa, de donde salí.’ Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa desocupada, barrida y arreglada. 45Entonces va y reúne otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre, que al final queda peor que al principio. Eso mismo le va a suceder a esta gente malvada.” ” Mateo 12.43-45.

“Se dispersaron por todos los montes y cerros altos, se extraviaron por toda la tierra, …” refuerza la idea anterior; alejados del camino correcto, buscaron en cuanta dirección se les presentó, por cualquier lado imaginable. Es decir, no hay “un” lugar seguro fuera del cuerpo de Cristo; solo hay muchísimos lugares sumamente peligrosos.

“montes y cerros altos” en la antigüedad eran una alusión muy clara a los cultos paganos; los santuarios principales estaban normalmente allí, y allí también tenían su asiento las potestades territoriales… igual que hoy. Entonces, podríamos interpretar este pasaje diciendo que fuera de la iglesia, de la comunión de los santos dirigida por líderes santos, sólo cabe estar bajo la opresión de los diversos principados territoriales y sus subalternos y representantes humanos.

“… y no hubo nadie que se preocupara por ellas y fuera a buscarlas.” De nuevo lo que dijimos más arriba; no aparecen, bajo este tipo de liderazgos, ministerios que se ocupen de los apartados. Es lógico, ¡tampoco lo hacen de los que están adentro!

El concepto que aparece aquí y que se desarrolla en los próximos versículos es el de desprotección. Ésa es la realidad de muchas iglesias hoy (de nuevo, especialmente bajo el modelo de Laodicea), pero la mayoría de los cristianos ni se da cuenta de eso, el sistema teológico que le han enseñado y que han aceptado casi no tiene categorías para analizar este hecho; sencillamente, ni siquiera pueden pensar en que algo así exista o llegue a afectarlos. Por eso es que el Padre tiene que permitir tanto sufrimiento, con mucho dolor de su corazón; para que el duro, necio y rebelde corazón humano (sí, incluso de los que somos cristianos) se de cuentas, a tientas, de que algo anda mal, y busque a Dios para que le sea revelado. Muchos aún no han llegado a este estado.

Cuando nos encontramos con mucha gente que una vez estuvo dentro de la iglesia pero que ahora está afuera, y generalmente resentida, o también, hermanos que una vez fueron fieles en el camino del Señor y que ahora siguen dentro de “la iglesia” pero viviendo bajo el espíritu del mundo, podemos estar seguros de que está presente este modelo de liderazgo. Y la Biblia no le hecha la culpa a las ovejas, como frecuentemente se escucha en estas iglesias.


Ezequiel 34.7-10
7‘Así que, pastores, escuchen bien mis palabras. 8Yo, el Señor, lo juro por mi vida: Fieras salvajes de todas clases han robado y devorado a mis ovejas, porque no tienen pastor. Mis pastores no van a buscar a las ovejas. Los pastores cuidan de sí mismos, pero no de mi rebaño. 9Por eso, pastores, escuchen las palabras 10que yo, el Señor, les dirijo: Pastores, yo me declaro su enemigo y les voy a reclamar mi rebaño; les voy a quitar el encargo de cuidarlo, para que no se sigan cuidando ustedes mismos; rescataré a mis ovejas, para que ustedes no se las sigan comiendo.’

“Así que, pastores, escuchen bien mis palabras.” Es interesante que el Señor no dicta su sentencia sin antes haber expuesto los motivos. Hemos aplicado los versículos anteriores para entender lo que ocurre bajo este modelo de liderazgo y hemos sacado señales para discernirlo. También lo hemos podido aplicar a nuestra propia realidad. Pero el mensaje está dirigido principalmente a los líderes culpables. Convengamos en que es difícil que lo lean, y si lo hacen, seguramente ya lo habrán racionalizado lo suficiente como para usarlo contra otro (otra congregación, otra denominación, la iglesia católica, lo líderes religiosos de esa época, etc.) A pesar de todo, Dios no deja de hablarles para hacerles entender la inminencia del juicio. No tenemos aquí, como sí en muchos otros pasajes, un llamado al arrepentimiento y un tiempo de paciencia divina; sino que directamente se declara el juicio. Dios está anunciando que lo que iba a ocurrir y que terminaría con ese sistema de liderazgo no era obra “de la casualidad” o de una “serie de fenómenos sociales lógicamente encadenados”, sino la ejecución de un juicio que se venía preparando desde hacía tiempo. Y todo esto por misericordia hacia su pueblo. Pero incluso aquí quedaba (¡y queda!) la posibilidad del arrepentimiento, al ver el cumplimiento del juicio de Dios. ¡Qué maravillosa que es la gracia de nuestro Padre!

De paso, digamos que en el juicio de los líderes rapaces tenemos una aplicación de este principio:

Proverbios 10.9 RVR95
9 El que camina en integridad anda confiado,
pero el que pervierte sus caminos sufrirá quebranto.

Y muy relacionado con el anterior:

Proverbios 16.18 NVI

18 Al orgullo le sigue la destrucción;
a la altanería, el fracaso.

“Yo, el Señor, lo juro por mi vida …” Según la traducción más literal de Reina Valera, la expresión aquí es “Vivo yo”. Haciendo una búsqueda rápida en dicha versión, encontramos 23 veces en el Antiguo Testamento en que se menciona dicha frase, y casi siempre asociada a un juicio severo. Es decir, se trata de algo en verdad muy serio. No hay ya posibilidad de cambio. Es una situación en la que ya no tiene sentido orar ni procurar un cambio, porque el destino está sellado (aunque probablemente no el destino eterno).

Se trata del juramento más serio que Dios puede hacer; ¡Dios jura por sí mismo!, y por su principal atributo, por su característica quizás más fundamental: su vida. Cuando Dios se reveló a Moisés dijo: “Yo soy el que soy”; “ser” en este caso equivale a “existir”, a “vivir”, a la cualidad de vida, como “principio” fundamental que ha dado, continúa dando y seguirá dando vida a todo lo que existe. El que un ser vivo sea es prueba de la existencia de LA VIDA. Quizás sea ése un “sinónimo”, si pudiera haberlos, adecuado para Dios.

Si queremos aplicar este pasaje necesitamos indefectiblemente discernimiento. ¿Cuándo es el momento en que Dios dicta una sentencia así? Si no hay revelación profética y discernimiento (además, claro, de las evidencias mencionadas antes) deberíamos ser muy prudentes. Pero el Espíritu sí puede traer esta convicción al corazón a veces, aunque no necesariamente tenga que hacerse pública.

“… Fieras salvajes de todas clases han robado y devorado a mis ovejas, porque no tienen pastor. Mis pastores no van a buscar a las ovejas. Los pastores cuidan de sí mismos, pero no de mi rebaño.” Es una repetición que agrega énfasis. Por un lado, no hay más para decir, no porque Dios no tenga palabras, sino porque todo lo que tenían que escuchar ya fue dicho. Breve y contundente. Por otro, la repetición agrega celeridad al cumplimiento de lo dicho. Y vale aclarar que este mensaje, como prácticamente toda la Escritura, estaba destinado a ser principalmente leído en voz alta y escuchado, por lo que las repeticiones se hacían más necesarias.

El texto resume y ordena las ideas anteriores pero en sentido contrario. Mientras antes partía de la actitud de los pastores para explicar las consecuencias sobre el rebaño, ahora analiza lo que le pasó al rebaño para demostrar la actitud de los pastores. Este razonamiento justifica lo que dijimos antes: a partir de las consecuencias descubrir las causas.

Antes mandaba al profeta a hablar contra los pastores; ahora lo dice él directamente. En la dinámica profética, hay una diferencia importante entre que el Espíritu inspire al profeta a decir: “El Señor dice…” y que directamente el Señor hable a través del mismo. Lo segundo no ocurre tan a menudo y todo profeta genuino es renuente a hacerlo, por lo que es muy serio. Dios Padre habla a través de Dios Espíritu, y es éste el que se mueve en las iglesias; pero cuando Él mismo decide decir algo, es lo más serio que pueda decirse en el Universo.

De paso, veamos que Dios habla de “mis ovejas”, “mi rebaño”, “mis pastores”. Primero, el “rebaño” es de Dios, no de los pastores. Verdad básica, muy fácilmente olvidada en la práctica (aunque se diga lo contrario con las palabras) tanto por los unos como por los otros. Los pastores deben rendir cuentas ante el Pastor Principal. Al respecto, Pedro dijo mucho tiempo después: “2apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” 1 Pedro 5.2-3.

Pero lo más interesante que vemos aquí, en relación con la idea principal, es que efectivamente eran pastores de Dios. No sé si el texto está afirmando que habían sido expresamente puestos por él o que el permitía que estuvieran y tenían una responsabilidad por su cargo (en la práctica, la responsabilidad delante de Dios es prácticamente la misma). Pero Dios los llama “sus” pastores; de alguna forma, había una “unción”, llamado o, aunque sea, permiso divino para que estuvieran allí. Es decir, había algo de Dios en el asunto. Quizás poco, pero estaba. Y esto debería hacernos prudentes antes de asegurar un juicio sobre determinado liderazgo; no tenemos que olvidarnos nunca de lo que hizo David con Saúl; no fue tan tonto como para quedarse al lado de él para que le corte la cabeza (cosa que hacen algunos “Davides” hoy en día) pero no le hizo nunca la guerra (aunque sí a sus descendientes cuando pelearon contra él).

“Por eso, pastores, escuchen las palabras que yo, el Señor, les dirijo …” Otra repetición que agrega énfasis e inmediatez.

“… Pastores, yo me declaro su enemigo …” El sentido tan claro de esta frase puede quedar oculto bajo una nube de confusión y rechazo si lo interpretamos bajo el evangelio de la “bendición y la prosperidad” (“gracia barata”) que suele ser sostenido por este tipo de liderazgo. Pero no hay dudas cuando se ve a la luz del Dios de la Biblia. Sí, Dios mismo se levanta como enemigo de ellos, por lo que les ocurra no vendrá del “diablo inmundo”, sino del Dios justo y santo. Una traducción más literal diría “en contra de”, lo que enfatiza la idea de una oposición divina hacia los planes y acciones de estos pastores. Para decirlo de una manera un poco más “suave”: no hay bendición de Dios ahí, más exactamente, está su maldición.

Que Dios esté “en contra de” alguien no deja mucho margen para el resultado, veamos algunos ejemplos:

10“Yo estaré en contra de todo israelita o extranjero que viva entre ustedes y que coma sangre, en la forma que sea. Yo lo eliminaré de entre su pueblo. Levítico 17.10

3Yo me pondré en contra de ese hombre y lo eliminaré de entre su pueblo, por haber hecho impuro mi santuario y haber profanado mi santo nombre al entregar un hijo suyo a Moloc. 4Si la gente del país se desentiende del asunto y no condena a muerte a ese hombre, 5yo me pondré en contra de él y de su familia, y lo eliminaré de entre su pueblo junto con todos los que se corrompieron con él y recurrieron a Moloc. Levítico 20.3-5

17Yo me pondré en contra de ustedes, y serán derrotados por sus enemigos; serán dominados por aquellos que los odian, y tendrán que huir aunque nadie los persiga. Levítico 26.17

34Ustedes estuvieron cuarenta días explorando el país; pues también estarán cuarenta años pagando su castigo: un año por cada día. Así sabrán lo que es ponerse en contra de mí.’ 35Yo, el Señor, lo afirmo: Así voy a tratar a este pueblo perverso que se ha unido contra mí. En este desierto encontrarán su fin; aquí morirán. Números 14.34-35

17porque el Señor se enojará contra ustedes y no les enviará lluvia; entonces la tierra no dará sus frutos, y muy pronto ustedes morirán en esa buena tierra que el Señor les va a dar. Deuteronomio 11.17

16 Samuel le replicó:
—Pero si el Señor se ha alejado de ti y se ha vuelto tu enemigo, ¿por qué me consultas a mí? 17 El Señor ha cumplido lo que había anunciado por medio de mí: él te ha arrebatado de las manos el reino, y se lo ha dado a tu compañero David. 18 Tú no obedeciste al Señor, pues no llevaste a cabo la furia de su castigo contra los amalecitas; por eso él te condena hoy. 19 El Señor te entregará a ti y a Israel en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos se unirán a mí, y el campamento israelita caerá en poder de los filisteos. 1º Samuel 28.16-19 NVI

Como dijimos al principio, estamos viendo una situación extrema, aunque real. Hay aquí un juicio muy severo de parte de Dios, aunque persiste la idea de proceso. Cuando Dios dice “yo me declaro su enemigo” no está diciendo que va a mandar un rayo del cielo para destruirlos. Está diciendo que él mismo combatirá contra ellos (proceso), tal como nos lo aclaran los pasajes anteriores, que Ezequiel conocía bien (los había escrito…). Entonces, no tenemos que buscar un pastor carbonizado en medio de su congregación para encontrar a un líder bajo juicio, sino ver el principio de lo que Dios dice actuando en su vida, ministerio y congregación. Recuerdo la recomendación del apóstol: “23A unos sálvenlos sacándolos del fuego, y tengan compasión de otros, aunque cuídense de ellos y aborrezcan hasta la ropa que llevan contaminada por su mala vida.” Judas 23. ¡Pero aun en el proceso hay una maravillosa muestra de la misericordia y la paciencia del Padre!

A algunos les gusta creer que Dios no castiga (la cual es una doctrina muy cómoda para no tener que cambiar, y muy, pero muy, acorde con el espíritu de este siglo), pero acá dice otra cosa. Para lo que sigue, prefiero la expresión de Reina Valera: “31¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” Hebreos 10.31

“… y les voy a reclamar mi rebaño” es la acción inmediata necesaria. Veámoslo en perspectiva. Dios analizó la situación, declaró un juicio, lo hizo conocer y ahora comienza a exponer su programa, su plan de acción. Como está en futuro, podemos suponer que no se había realizado todavía. Y de aquí surge una aplicación demasiado obvia, pero que no es inútil recordar: ¿puede Dios anunciar el juicio sobre un liderazgo y el cambio del mismo? Claro que sí. Y si ocurrió antes, ¿por qué no ahora? A cada generación de líderes les gusta pensar que ellos son los “especiales escogidos de todas las edades” y que los juicios que Dios trajo sobre otros no los traerá sobre ellos. Pero no, ¡no hay favoritismos para Dios! Y la generación emergente de verdaderos líderes, que Dios está levantando en el “anonimato humano” en medio de las iglesias corrompidas haría muy bien en entenderlo y vivirlo.

Esto, que no deja de ser obvio, da mucha esperanza a los corazones dolidos por la tremenda crisis del liderazgo cristiano: Dios lo anunció en el pasado y también lo puede hacer ahora, y quien “afine” su oído espiritual podrá escuchar al Espíritu hablando este mensaje.

Una imagen neotestamentaria relacionada es la parábola del rey que se va lejos y deja encargados a sus siervos de una determinada proporción de sus bienes, y al volver pide cuenta de ellos. Dos recibieron su aprobación y más responsabilidades, uno fue reprobado, se le quitó lo que tenía y él mismo fue castigado. Dado que tenemos dos “extremos”, podemos pensar que no hay “término medio” (como es el “ideal no dicho” de la iglesia de Laodicea, la de esta época); no sirve lo “más o menos bueno” para Dios, solo le tiene paciencia por un tiempo; no sirve el “me como un par de ovejitas y cuido el resto”. Finalmente, Dios reclama SU rebaño y dicho liderazgo es quitado de su puesto.

El liderazgo principal y las segundas y terceras líneas que están en el mismo espíritu, claro está. Cuidado entonces con pretender hacer carrera ministerial en determinados ámbitos. Volvamos a David: estuvo con Saúl un tiempo, pero luego se fue; Jonatán, en cambio, siguió siempre con su padre y terminó muerto sobre el monte Gilboa. Quién sabe cuánto bien hubiera podido hacer Jonatán a la historia de Israel si hubiera seguido viviendo, y quién sabe si no se hubiera evitado la sangrienta guerra que ocurrió después entre David y la casa de Saúl. ¡Cuidado donde te estás formando como líder! Hay un tiempo necesario de compañía y tutorado (aun con líderes inadecuados), pero nada reemplaza el secreto de Dios, y de muy poco vale la promoción humana si Dios no unge; y poco importa si Dios lo hace. Cuando llegue la Dispersión de Dios, también serán avergonzados los líderes jóvenes que se hayan formado en esas estructuras contaminadas.

Vemos más adelante que Dios establece un nuevo liderazgo, pero acá la idea es que Dios mismo se presentará a pedir que se le devuelva la dirección de la iglesia. De nuevo, está más o menos implícita la idea de proceso, y podemos suponer que puede haber una resistencia de parte de los viejos líderes a devolverle las riendas a Dios. Y es perfectamente lógico, porque ya han olvidado hace rato cómo es la voz del Santo, así que indefectiblemente van a confundir el accionar de Dios con un “ataque satánico”, con una “insubordinación contra el ungido”, con una “traición del pueblo”, etc. ¡Cuidado!, puede estar Dios detrás de todo ello.

“…les voy a quitar el encargo de cuidarlo, para que no se sigan cuidando ustedes mismos; …” Aquí aparece claro lo que se entreveía más arriba; efectivamente había una comisión, un encargo sobre los pastores hacia el pueblo. De nuevo, podemos hacer varias conjeturas acerca de cómo había venido dicho encargo, pero lo cierto es que estaba; Jeroboam no estaba en los planes perfectos de Dios, pero fue necesario por la desobediencia de Israel y Dios le dio promesas:

1º Reyes 11.30-31, 37-39

30y tomando Ahías la capa nueva que llevaba puesta, la rasgó en doce pedazos 31y dijo a Jeroboam: “Toma para ti diez pedazos, porque el Señor, Dios de Israel, te dice: ‘Voy a quitarle el reino a Salomón, y a darte a ti diez tribus.

37Yo te tomaré a ti, para que reines sobre todo lo que quieras y seas el rey de Israel. 38Y si obedeces todo lo que yo te mande y tus hechos son rectos a mis ojos, y si cumples mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, mi siervo, yo estaré contigo y estableceré firmemente tu dinastía, como establecí la de David; y te entregaré Israel. 39En cuanto a la descendencia de David, la castigaré por este motivo, pero no para siempre.’ ”

Jeroboam no creyó en el Señor y no cumplió con el mandato, pero podía haberlo hecho, y la historia hubiera sido muy distinta. No sé si los líderes a los que hablaba Ezequiel estaban en el centro del propósito de Dios. Uno tiene buenas razones para suponer que no. Pero estaban, y tenían una responsabilidad, y Dios se lo había tomado en serio. Uno también tiene buenas razones para suponer que unos cuantos líderes actuales de las iglesias nunca estuvieron en el propósito perfecto del Padre; sus frutos lo demuestran, y el juicio de lo alto pende sobre sus cabezas; pero en este tiempo están allí, y, con todo, aún hay una cuota de misericordia sobre ellos. ¿Es tu realidad? Tenés la oportunidad de demostrar que el amor y el poder de restauración de lo alto pueden alcanzar aún lo que no se suponía que debiera haber estado allí. ¡Qué grande es el amor del Padre!

Volvamos al pasaje. La revelación del Nuevo Testamento nos ayuda a entender la dimensión de lo que Dios está diciendo:

29Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento. Romanos 11.29 DHH

29porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. RVR95

Entendemos que Dios se toma muy en serio los llamamientos y comisiones que da; en él no existen las variaciones y roturas de compromisos que son tan comunes en este tiempo; porque al entregar una comisión, un talento, un don, en realidad se está comprometiendo a respaldar a dicha persona en esa función, aún si con el tiempo se corrompe. Así es, Dios se compromete con nosotros y cumple su parte del pacto, por lo que es muy terrible cuando nosotros fallamos.

Dios no es hombre para cambiar de opinión, pero hay situaciones extremas en las que otros principios mayores son violados:

Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón.  Génesis 6.5-6 NVI

Conocemos la historia y sabemos cuán extrema fue esta situación. No me atrevería a hacer un paralelo exacto con el texto de Ezequiel 34, pero tampoco me atrevería a decir que no tienen nada que ver.

No es fácil que Dios retire un llamado; de hecho recuerdo haber leído algunos casos en que el “retiro” del llamado consistió en la muerte prematura del comisionado. En el caso de los que no fueron en realidad llamados, es más “fácil”, basta con que sean expuestos y listo; pero para los que en verdad lo fueron, es mucho más delicado y mucho más seria la falta. Con todo, hay una esperanza para la eternidad, pero también una muy gran pérdida:

15 pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego. 1 Corintios 3.15 NVI

El llamado tiene una naturaleza espiritual, aun a nivel “secular”, el llamado a ocupar una función se “nota” (es decir, hay un componente espiritual). Podemos estar frente a un líder que hace las cosas realmente mal, pero si el llamado de Dios persiste, se nota, Dios sigue respaldando a los que permanecen bajo ese ministerio; pero cuando el llamado es retirado, la gente tiene una “libertad” distinta para correrse de su ámbito, y ya deja de haber bendición para los que están ahí.

Como dijimos más arriba, el mandato, y la autoridad consecuente, se habían corrompido y lo que debía ser cuidado se transformó en explotación. Es claro que puede haber explotación, abuso, cuando hay una cuota de autoridad, es decir, poder sobre otros. Esta cualidad de “abusar del otro” no es privativa de los “poderosos”, es propia de la naturaleza humana caída y se manifiesta en la medida que haya alguna cuota de poder en la persona; aún los desposeídos en cualquier sociedad cuando pueden adquirir alguna cuota de poder suelen utilizarlo de manera abusiva sobre los otros grupos sociales, como nos muestra la historia reciente latinoamericana.

Hemos hablado bastante del tema, aunque muchísimo más quedaría por decir. Sin embargo, me parece que el énfasis particular de esta frase tiene que ver con una corrupción de la verdadera identidad de los llamados: finalmente no alcanzaron a comprender quiénes eran, por qué tenían la autoridad y cuántas bendiciones hay para los que cumplen fielmente el propósito divino; y por eso trataron de alcanzar la satisfacción de sus necesidades y deseos por sus propios medios: aprovechándose de la gente. Si hubieran tenido una clara visión de su identidad y de las delicias que hay junto al Padre, nunca hubieran pensado en corromper su llamado.

¡Cuán crítico es que los nuevos convertidos reciban una adecuada y profunda ministración en sanidad interior! ¡Cuántos problemas nos evitaríamos! ¡Y cuán necesario es que haya una correcta evaluación sobre los que se proyectan para el liderazgo, para no imponer manos sobre cualquiera!

De nuevo, la señal de un liderazgo rapaz es que los beneficios y recursos “fluyen” hacia el reducido grupo del líder y allegados, mientras que el resto se encuentra desnutrido, malherido y descuidado.

Pero vale una advertencia para el resto, todos aquellos que nos hemos criado espiritualmente bajo este modelo de liderazgo: todas las personas van a transmitir lo que recibieron, incluidos los cristianos, a menos que el Espíritu haga una profunda obra de transformación, y como él está siempre deseoso de hacerla, la ecuación se reduce a que se lo deje actuar. Esto quiere decir que podemos llegar a identificar este modelo inconveniente de liderazgo, podemos rechazarlo y protestar contra él, y podemos tener un genuino llamado a construir algo distinto, pero en mayor o menos medida, ¡vamos a repetir lo mismo! Este “espíritu” de falta de cuidado está tan arraigado, y no solo en la iglesia, que es lo que nos ocupa, sino en toda la sociedad (de hecho, de ahí viene y se manifiesta en el Cuerpo de Cristo porque no ha sido aún identificado y arrancado), que inevitablemente se va a manifestar en los que sincera, pero ingenuamente, pretenden hacer algo distinto. En definitiva, es necesario que nos sometamos al proceso del Espíritu para que esto sea desarraigado y encontremos nuestra identidad como líderes en la función de protección y cuidado de los otros.

De paso, todo esto está relacionado con el tema de la Paternidad, del que se habla mucho hoy pero que sigue sin ser casi aplicado; simplemente se lo ha asimilado como un slogan para continuar construyendo los propios pequeños imperios personales de algunos líderes.

“… rescataré a mis ovejas, para que ustedes no se las sigan comiendo”. Dios dice “rescataré” no porque la situación se le hubiera escapado de las manos, sino porque en su misericordia y sabiduría, había llegado el momento de actuar, porque era el tiempo del juicio. El texto no habla de la intercesión, pero sabemos lo suficiente como para entrever que este accionar del Padre no viene sin que haya subido bastante incienso a su presencia. No nos olvidemos de la dimensión espiritual que opera detrás del falso liderazgo; hay verdaderos principados de opresión y religión operando, que deben ser combatidos espiritualmente (oración: incienso). Cuando el combate es ganado en los aires, cuando llega el tiempo del juicio, cuando los oprimidos deciden realmente levantar los ojos al cielo y clamar por liberación, es cuando Dios puede decir (¡por fin!) “rescataré a mis ovejas”.

Esta no es una acción “ideal” que ocurre en un “mundo etéreo”; se trata de acciones concretas llevadas a cabo por hombres en el tiempo y el espacio. Para decirlo de una forma más sencilla, Dios levanta a un nuevo liderazgo hacia el cual irán los hermanos maltratados, mientras los “viejos” se quedan protestando por los hermanos que van “de iglesia en iglesia”… Pero esto es tema de los versículos siguientes.

“… para que ustedes no se las sigan comiendo”. También hablamos sobre esto; aquí podríamos ponerlo en relación con lo anterior y decir que, efectivamente, hubo hermanos “comidos” (es decir, abusados al extremo, en las distintas formas posibles). ¿Adónde están ellos ahora? Terriblemente heridos, y con parte de culpa, porque no se fueron cuando el Espíritu les dijo que lo hicieran. ¿Podremos tener el amor y la paciencia para traerlos de nuevo a los brazos de Papá? ¡Se requiere una unción especial!

Hasta que ocurre la intervención divina hay efectivamente un daño, ¡y hay muchas almas que se van al infierno por la eternidad! Me parece que somos muy condescendientes con los errores del liderazgo, me parece que nos hemos olvidado muy pronto de la verdad redescubierta al inicio de la Reforma de que Dios no creó ningún clero, sino que todos somos reyes y sacerdotes; ¿por qué debería permitir que un hermano (o uno que se dice serlo) abuse de los otros sin siquiera orar por ello? Me parece que nuestras iglesias se han alejado mucho de la Biblia. Sin Biblia, es inevitable que haya abuso. Pero Dios vuelve a su pueblo, y su Palabra con él.




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