domingo, 10 de enero de 2010

2 Reyes 11, cómo conseguir recursos para la obra de Dios: usando los que están y no vemos

El problema

Me llamó la atención hace unos días el pasaje de II Reyes 11. Puede sonar un poco extraña y hasta chocante la historia para el que no esté familiarizado con el Antiguo Testamento: ¡se habla de conspiraciones y asesinatos!, pero la clave es entenderlo en los principios aplicados, no en los hechos específicos en sí.

Las enseñanzas que pude encontrar aquí no son, quizás, para la vida devocional del cristiano, pero sí para el momento de desarrollar acciones concretas de cambio, y para aquellos de nosotros que tenemos que vivir el día a día en organizaciones que necesitan desesperadamente cambiar, pueden resultar interesantes. Y, al fin y al cabo, ¿Cómo se va a demostrar nuestro testimonio cristiano si no es a través de las acciones realizadas?

Sería un poco largo hacer el relato del contexto (si no lo tenés presente, te recomiendo que le des una leída a los capítulos anteriores y, también, a algún comentario sobre los libros de Reyes y Crónicas) pero baste decir que la nación de Judá se encontraba en el lento proceso de decadencia que siguió a la división del reino de Israel. Desde hacía algún tiempo, los reyes de Judá (el reino del sur) se habían emparentado con los de Israel (el reino del norte), trayendo mayor decadencia espiritual todavía.

Dios envió un profeta a ungir a Jehú para que gobernara Israel y eliminara a la familia de Acab (el “famoso” esposo de la aún más “famosa” Jezabel) y en todo eso cayó también Ocozías, el rey de Judá. Veamos que hizo su madre, que como dijimos más arriba, era hija de Acab:

“1 Cuando Atalía, madre de Ocozías, supo que su hijo había muerto, fue y eliminó a toda la familia real. … 3… Mientras tanto, Atalía gobernó el país.”

Su estrategia estaba clara: eliminar a los que podían reclamar legítimamente el gobierno de la nación y quedarse ella en el poder. Conociendo la familia de la cual venía y leyendo el versículo 20 podemos ver que su gobierno no fue precisamente bueno:

“20…Y como Atalía había muerto a filo de espada en el palacio real, la ciudad quedó tranquila.”

Entre paréntesis, digamos que los que murieron eran hijos del rey Ocozías (v. 2), aunque no se nos dice si eran también hijos de lamisca Atalía o de alguna otra esposa.

Entonces nos encontramos con un gobierno usurpado y una situación de verdadera crisis nacional. Joiadá era el sacerdote principal del templo de Jerusalén en aquel entonces, y además, pariente político de la familia real; su esposa, hermana del fallecido Ocozías, escondió al pequeño hijo del rey, Joás, de un año de edad, en el Templo del Señor.

La situación, sin embargo, era muy difícil: ¿Cómo podía restituir la legítima monarquía con un heredero de 1 año de edad?, ¿Cómo vencer las violentas fuerzas de Atalía (que, por supuesto, no estaba sola en su conspiración)?, Joiadá tenía una posición importante, como sacerdote principal, pero no era político ni militar, ¿de donde obtener los recursos?

Lo que sigue en el texto es una muestra de sabiduría en la estrategia y en la capacidad para visualizar y combinar recursos.

La solución: tiempo, recursos y acción


OBJETIVO

No hace falta decir que lo que se pretendía era restaurar un sistema de gobierno legítimo, y, de paso, sacar a un gobierno de debió haber sido bastante sanguinario. No podemos leer la historia de este pasaje sin esto en mente; no se hubieran podido aglutinar a los actores que intervinieron sin esto.

No cualquier acción, por más bien planificada que esté, va a dar resultado; depende mucho, creo yo, de la fortaleza del objetivo que tenga y de cuán sentido sea ese objetivo.

Si bien todo el relato tiene connotaciones más bien civiles (al tratarse del gobierno de una nación) que espirituales, no nos olvidemos que había una promesa hecha por Dios a David, de que sus descendientes gobernarían sobre la nación. Entonces, el objetivo que se buscaba en realidad no era un objetivo meramente “civil” (que sí lo era en parte), sino también, y principalmente creo yo, espiritual: volver a establecer el orden de cosas tal como Dios lo había determinado. Los métodos que vemos en el relato resultan extraños a nuestra mentalidad moderna, ¡y por supuesto que no los recomendaría!, pero como dije más arriba, no son los métodos puntuales sino los principios los que nos interesan hoy.


TIEMPO

El v. 4 dice “Al séptimo año”. No es fácil pensar cuánto habrá sufrido Joiadá viendo la destrucción de su pueblo a manos de un gobierno sanguinario, sin embargo, si el plan iba a tener éxito, debía esperar a que las condiciones estuvieran dadas.

Supongo que esas condiciones habrán tenido que ver con que el heredero tuviera cierta edad como para aunque sea poder sentarse en el sillón del trono! (tenía unos 7 años cuando fue repuesto) Pero también se me ocurre pensar que debía esperar a que el pueblo estuviera lo suficientemente harto de Atalía como para apoyar la acción de Joiadá.

EL ÁMBITO ADECUADO

Toda la acción se desarrolla en el Templo de Jerusalén, el ámbito “natural” del sacerdote Joiadá, claro está, pero también un lugar seguro y respetado. Pero más que eso, era el “lugar del Señor”, el espacio físico destinado a la verdadera adoración del Dios de Israel, por lo que aquello que estuviera ocurriendo ahí no iba a ser considerado meramente un hecho civil: Dios mismo estaba involucrado.

Es importante tener en cuenta, para todos aquellos que trabajamos en ámbitos privados o institucionales, que nuestros objetivos y “ámbitos” no sean meramente “seculares”: todo lo que hagamos ahí también debe venir de propósitos divinos y ser manejado en “ámbitos” divinos.

PERSONAS

Buscó a quienes tenían los recursos y el poder para llevar a cabo sus planes: “Joiadá mandó llamar a los capitanes, y a los quereteos y los guardias” (v.4). Por supuesto, era gente que estaba dentro de su órbita de influencia y “accesible” para él. De alguna forma, Joiadá debía resultar confiable para ellos; tendría que haberse “ganado” una adecuada reputación con sus hechos y conducta.

PACTO

Palabra fuera de moda, cierto, pero en realidad reemplaza a nuestros términos modernos: “contrato”, “acuerdo”, “convenio”, por lo que el concepto no es nada ajeno. Quizás lo ajeno sea que en aquel entonces se cumplían (un poco) más que ahora!

No era solo cuestión de “amontonar” personas importantes, debía haber un acuerdo entre ellos.


PLAN

Obviamente el propósito principal era restaurar el gobierno genuino, supongo que ya debía haber habido un cierto consenso tácito entre muchas de las personas importantes de entonces. Pero ¿cómo? Joiadá propuso un plan, que explicó detalladamente (v. 5-8). De más está decir que sin el no se hubiera podido alcanzar nada.



COMPROMISO

“9 Los capitanes hicieron todo lo que el sacerdote Joiadá les había ordenado.” Tan simple como eso, si los involucrados en un proyecto no hacen su parte, simplemente, ¡no se hace! Inevitablemente el “poder para hacer” está repartido entre todos los actores de un plan; podemos atribuirle el mérito a Joiadá, pero no menos mérito tuvo el resto de los participantes.

RECURSOS MATERIALES

“10 Entonces el sacerdote entregó a los capitanes las lanzas y los escudos que habían pertenecido al rey David, y que estaban en el templo del Señor.”

Joiadá supo ver los recursos materiales que tenía a su mano y que no estaban siendo usados; probablemente hubieran estado juntando polvo en algún lugar, más como objetos históricos que como herramientas útiles.

ACCIÓN CLAVE

"12 Entonces Joiadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y las insignias reales, y después de derramar aceite sobre él lo proclamó rey. Luego todos aplaudieron y gritaron: “¡Viva el rey!”.

Después de haber preparado todo, nada hubiera funcionado si alguien no tomaba la decisión, muy osada por cierto, de reestablecer al legítimo rey.

¿Y si las cosas no funcionaban? ¿Y si las personas en que confiaba se echaban atrás? ¿Y si alguien mataba al joven rey? ¿Y si…? Solamente la fe en Dios que debía venir de haber escuchado Su voz y saber que se estaba en lo correcto podían genuinamente responder a todos los “¿Y si…?”

Sin ese valor que viene de haber estado en el secreto con el Señor, haber recibido sus planes y saber que se está caminando en ellos, no se puede iniciar la acción clave que producirá un cambio significativo en el curso de los acontecimientos. Claro, uno puede hacer las cosas por “osadía humana”, por enojo o por simple rebeldía, pero los resultados serán muy distintos.


QUITAR LO QUE ESTÁ MAL

“16 la apresaron y la sacaron por la entrada de la caballería al palacio real, y allí la mataron … 20 … Y como Atalía había muerto a filo de espada en el palacio real, la ciudad quedó tranquila.”

“18 Luego fueron todos al templo de Baal y lo derribaron, destrozando por completo sus altares y sus ídolos. En cuanto a Matán, el sacerdote de Baal, lo degollaron ante los altares. …”

En la época del Antiguo Testamento lo hacían muy fácil: simplemente mataban al que estaba haciendo las cosas mal! En cambio, cuando vemos nuestros actuales sistemas políticos y comerciales debemos decir que … no suele ser tan diferente!

Bromas (y no tan bromas) aparte, hay un principio importante y a veces ignorado: lo nuevo no se puede construir junto con lo viejo; si un sistema (de organización, de gobierno, de creencias, de vida, etc.) no funcionó, debe ser reemplazado, no se puede convivir (por propia voluntad) con él. Claro, me refiero a los sistemas, las personas pueden cambiar (si quieren) y conformar otra realidad.

Un error fatal es querer convivir con “lo viejo” por “lástima”.


LOGRAR CONSENSO

“14 … (estaba el) rey, de pie junto a la columna, según era la costumbre. A su lado estaban los jefes y la banda de música, y la gente muy alegre y tocando trompetas. …”

Todo político sabe que sin el apoyo popular es muy difícil conseguir algo, o por lo menos hacer que ese algo permanezca. El verdadero “poder” está repartido entre la gente, por eso muchos realizan tanto esfuerzo por tratar de mantener a “las masas” engañadas y manipulables.

Inevitablemente, y tarde o temprano, el grupo humano en cuestión debe dar su apoyo (sea una sociedad toda, como en este caso, o los integrantes de una organización o simplemente, de una familia). El apoyo se puede conseguir por manipulación o legítimamente. Joiadá lo consiguió de esta segunda manera al cumplir un objetivo válido para todos.


CELEBRAR EL CAMBIO

Si lo nuevo es visto y vivido negativamente, mucho va a costar que se establezca. El hecho de que hubieran hecho fiesta y celebrado no era simplemente para cumplir una costumbre, tenía un importante efecto: recibir lo nuevo, aceptarlo, darle la bienvenida.


RESULTADOS LOGRADOS

"20 y todo el pueblo se alegró … (y) la ciudad quedó tranquila.”

Propiamente dicho los resultados no son uno de los ingredientes de la acción, pero ¡es lo que esperamos! La evaluación de ellos nos dice, finalmente, como funcionó lo planificado.

Por lo visto, la historia terminó bien en este caso.


ALGO PARA DESTACAR

Puede pasar desapercibido, pero hay algo en la historia que vale la pena destacar y que creo que hace la diferencia. Todo lo que vimos más arriba resulta bastante conocido, pero por ahí se nos pierde la forma en que desarrolló la estrategia Joiadá: había tres grupos de guardias, que tenían turnos. Por sí solo, un grupo no tenía mucho poder, y si alguien hubiera considerado solo la cantidad de soldados que podía ver un día cualquiera en el Templo, no se hubiera sentido muy animado a hacer nada. Pero el sacerdote pudo “ver” los recursos totales con que contaba, que no eran los “visibles” en un momento dado, y pudo darse cuenta que con una reorganización y un simple “esfuerzo extra” se podía lograr mucho. Así que les pidió que, sin alterar demasiado su rutina normal, el grupo que tenía que salir se quedara y el que no entraba en funciones viniera. Todo el proceso en sí no resultaría muy “diferente” de lo habitual, y no levantaría sospechas, pero lograría reunir recursos.

Otro elemento original de su estrategia fue que pudo ver recursos materiales donde no se los veía: las armas del rey David, bastante viejas para ese entonces pero aún posibles de usar, que estaban en los depósitos del Templo, juntando polvo, supongo. Recursos materiales para equipar a los recursos humanos.

Y no nos olvidemos de los recursos simbólicos: eran las armas de David, con todo el honor que significaría para ellos usarlas, y, además, ¡iban a ser usadas para reestablecer la dinastía del mismo David! Nada más apropiado. Los “símbolos” genuinos (es decir, con significado real y no artificial o vacío) le darían a los soldados un valor y motivación genuinas.


No lo mencioné mucho en el texto porque doy por sentado que sabemos que nada de los que dijimos funciona sin Dios. Toda estrategia tiene su origen en él, el proceso se lleva a cabo de su mano, y los resultados son Sus resultados. Sin nosotros difícilmente Dios lo vaya a hacer, y si no estamos adecuadamente preparados, no va a ser mucho lo que pueda lograr. La historia de Joiadá creo que nos enseña, principalmente, a “ver” lo que ya está pero que no se percibe a simple vista, los recursos que Dios ya dio y que está esperando a que los reconozcamos y usemos, para que Su reino sea extendido.


¡A Dios sea la gloria!


Danilo Sorti
Enero 2010




EL TEXTO
(Versión Dios Habla Hoy)


1 Cuando Atalía, madre de Ocozías, supo que su hijo había muerto, fue y eliminó a toda la familia real. 2 Pero Joseba, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, apartó a Joás, hijo de Ocozías, de los otros hijos del rey a los que estaban matando, y lo escondió de Atalía, junto con su nodriza, en un dormitorio. Así que no lo mataron, 3 y Joás estuvo escondido con su nodriza en el templo del Señor durante seis años. Mientras tanto, Atalía gobernó el país.

4Al séptimo año, Joiadá mandó llamar a los capitanes, y a los quereteos y los guardias, y los hizo entrar en el templo del Señor, donde él estaba. Allí hizo con ellos un pacto bajo juramento, y les mostró al príncipe Joás. 5 Luego les ordenó: “Esto es lo que van a hacer ustedes: una tercera parte de ustedes estará de guardia en el palacio en el sábado; 6 otra tercera parte estará en la puerta de Sur; y la otra tercera parte en la puerta posterior del cuartel de la guardia. Así cubrirán ustedes por turnos la guardia del palacio. 7 Ahora bien, las dos secciones que salen de guardia el sábado, montarán la guardia en el templo del Señor, junto al rey. 8 Ustedes formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en la mano, y el que intente penetrar en las filas, morirá. Ustedes acompañarán al rey dondequiera que él vaya.”

9 Los capitanes hicieron todo lo que el sacerdote Joiadá les había ordenado. Cada cual tomó el mando de sus hombres, tanto los que entraban de guardia en sábado como los que salían, y se presentaron al sacerdote Joiadá. 10 Entonces el sacerdote entregó a los capitanes las lanzas y los escudos que habían pertenecido al rey David, y que estaban en el templo del Señor. 11 Los guardias tomaron sus puestos, desde el ala derecha hasta el ala izquierda del templo, y alrededor del altar, cada cual con su arma en la mano para proteger al rey. 12 Entonces Joiadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y las insignias reales, y después de derramar aceite sobre él lo proclamó rey. Luego todos aplaudieron y gritaron: “¡Viva el rey!”

13 Cuando Atalía oyó las aclamaciones de los guardias y de la gente, fue al templo del Señor, donde estaban todos. 14 Vio allí al rey, de pie junto a la columna, según era la costumbre. A su lado estaban los jefes y la banda de música, y la gente muy alegre y tocando trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y gritó:

—¡Traición! ¡Traición!

15 Pero el sacerdote Joiadá ordenó a los capitanes que estaban al mando del ejército:

—¡Sáquenla de entre las filas, y pasen a cuchillo al que la siga!

Como el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor, 16 la apresaron y la sacaron por la entrada de la caballería al palacio real, y allí la mataron.

17 Después Joiadá hizo una alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, de que ellos serían el pueblo del Señor, y también entre el rey y el pueblo. 18 Luego fueron todos al templo de Baal y lo derribaron, destrozando por completo sus altares y sus ídolos. En cuanto a Matán, el sacerdote de Baal, lo degollaron ante los altares. A continuación, el sacerdote puso una guardia en el templo del Señor; 19 luego tomó a los capitanes, a los quereteos, a los guardias y a toda la gente, y juntos acompañaron al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real, entrando por la puerta de la guardia. Joás se sentó en el trono, 20y todo el pueblo se alegró. Y como Atalía había muerto a filo de espada en el palacio real, la ciudad quedó tranquila.




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