Salmos 125:1-5 RVC
Cántico gradual.
1 Los que confían en el Señor son semejantes
al monte Sión, que jamás se mueve, que siempre está en su lugar.
2 Son también semejantes a Jerusalén que está
rodeada de montes: ¡la protección del Señor rodea a su pueblo desde ahora y
para siempre!
3 Jamás se impondrá el cetro de los impíos
sobre el país de los justos, para que los justos no caigan en la maldad.
4 Señor, bendice a los que hacen el bien, a
los que son de recto corazón.
5 Pero castiga, Señor, a los que se apartan
de ti; ¡recházalos junto con los malhechores! ¡Que haya paz en Israel!
Los que han logrado superar estas pruebas
hasta ahora llegan a esta posición de firmeza y seguridad: no pueden ser
movidos y saben que tendrán la victoria al final. Corresponde al don de
gobierno en su firmeza y seguridad.
Hay un cierto paralelo con el Salmo 122,
porque también se refiere a Jerusalén y viene luego de dos Salmos de “clamor”.
Hay una secuencia con el 124: luego de reconocer la protección del Señor en
siete “momentos” o circunstancias progresivamente más difíciles entiende que
los fieles “son hechos” como el monte Sión, que claramente es más que un lugar
físico sino más bien un lugar espiritual.
No solo se trató de la protección del Señor
sino que llegaron a entender que Él había cambiado su propia naturaleza y que
les había dado una firmeza inconmovible. No empezó así este camino de 15, pero
en el sexto escalón alcanzan la firmeza necesaria para el gobierno, la
estabilidad de la ciudad de gobierno, la protección divina de Sus ungidos, la victoria
que viene de Él, la bendición sobre los de corazón recto y finalmente la paz.
Aunque no aparece tan claramente como un
Salmo de gobierno, indica las condiciones básicas necesarias para ejercerlo,
que vienen luego de la prueba. Es un Salmo comunitario en cierto sentido, los 4
primeros son más individuales, a partir del 124 el enfoque pasa a ser grupal y
en parte comunitario.
“Los que confían en el Señor son semejantes
al monte Sión, que jamás se mueve, que siempre está en su lugar.” Comienza con
la confianza firme en no ser movido de su posición, no ser empujado a cambiar o
dejar de ser, claramente, a abandonar al Señor o caer de su posición en Su
presencia. Siglos después Pedro diría:
1 Pedro 3:12-13 RVC
12 Porque los ojos del Señor están sobre los
justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor
está en contra de los que hacen el mal.»
13 ¿Quién podrá hacerles daño, si ustedes
siguen el bien?
Sión ha llegado a ser el lugar donde Dios
está, el ámbito de Su presencia, un lugar físico que luego fue entendido como
un lugar espiritual, aquello que hoy llamaríamos “estar sentados en lugares
celestiales con Cristo”. El Salmo nos expresa la seguridad de que no seremos
removidos de allí por nada, y eso nos recuerda a Romanos 8:31-39.
Es a partir de esa presencia que se puede
luego recibir el derecho a gobernar, o mejor dicho, la unción para hacerlo.
Allí es donde están Sus diseños que luego se pueden traer a la tierra.
“Son también semejantes a Jerusalén que está
rodeada de montes: ¡la protección del Señor rodea a su pueblo desde ahora y
para siempre!”
La imagen es similar con una variante; no es
solo firme sino que rodeada de una alta protección, como montañas, que es el
Señor mismo.
El tema de la protección del Señor, dicho directa
o indirectamente, es una constante en todos los Salmos graduales excepto,
digamos, en los últimos, en donde ya se da por sobreentendida esta protección.
“En el camino”, la idea que expresan estos Salmos, la protección resulta
especialmente crítica.
Reconocerla, en sus múltiples dimensiones, es
algo fundamental en el proceso del camino, y no se logra “de una vez y para
siempre”, sino que estamos viendo distintas etapas en donde aparecen nuevas
dimensiones de ese cuidado.
En esta sexta etapa del camino, el Salmista
puede decir:
“Jamás se impondrá el cetro de los impíos
sobre el país de los justos, para que los justos no caigan en la maldad.”
Otra versión lo traduce así:
“El mal gobierno no siempre dominará en la
tierra que Dios ha dado a su pueblo, no sea que su pueblo comience a practicar
la maldad.”
La pregunta, claro, es: “¿habrá justos en el
país?” Estos justos “no son de fierro” como diríamos en el barrio, no tienen
una capacidad de resistencia ilimitada; la constante presión de gobiernos impíos
y corruptos inevitablemente termina por corromper a una sociedad. Sabemos que
no a todos, pero sí a muchos.
Estamos cansados de ver a (y vivir bajo)
gobiernos impíos y nos preguntamos cuán cierto puede ser este pasaje, o se
trata de una simple hipérbole literaria (figura que consiste en aumentar o disminuir
exageradamente lo que se dice). De hecho, creo que nuestra lectura de la Biblia
la realizamos con unos lentes que nos hacen ver hipérboles por todos lados… lo
que traducido quiere decir: ¡no le estamos creyendo a Dios!
Y no le creemos porque nos saltamos algunas “partecitas”
claves, en este caso; “sobre el país de los justos”.
Como este sexto Salmo de la serie corresponde
al don redentor de gobierno, y es a la vez un número humano (no satánico, como
a veces se malinterpreta), es claro que habla de gobierno aunque no todavía del
gobierno a través del enviado del Señor (representado por David, en el Salmo 132,
correspondiente al sexto de la segunda serie de siete en estos Salmos) pero sí
del gobierno que los justos tienen actualmente.
Ahora bien, la expresión que utiliza: “Jamás
se impondrá” o “no siempre dominará” da a entender que muy probablemente no había
en ese momento un gobierno justo. Recordemos, todavía estamos en la parte más “dura”
del camino de quince etapas, pero estamos avanzando. Sí es cierto que hay un
gobierno injusto pero eso no durará por siempre… si los justos siguen caminando
y santificándose más, en este caso, por el Espíritu de Gracia.
La protección del Señor indicada en este versículo
no es “física” como en los dos anteriores, sino moral, y tiene que ver con el
manejo de las circunstancias y los procesos humanos e “institucionales”, largos
y aparentemente “fuera de control” pero no del control divino.
El siguiente versículo dice:
“Señor, bendice a los que hacen el bien, a
los que son de recto corazón.”
“Señor, haz bien a los hombres buenos, a los
hombres de corazón sincero;”
No basta con “ser buenos”, no es suficiente
con ser santificados en el hombre interior para conducirse con rectitud si no
se tiene la bendición de Dios. Sencillamente, no es por nuestras propias
fuerzas, ni siquiera por las “propias fuerzas de un justo”, reconociendo, claro
que la palabra “justo” aplicada a cualquiera de nosotros es muy pequeña a
comparación del Único que es verdaderamente Justo.
Necesitamos la bendición del Señor, Su
protección, Su cuidado; en todo momento, siempre. Si solo nos quedamos con el
versículo anterior y procuramos crecer en justicia, no vamos a lograr mucho en
nuestros países.
“Pero castiga, Señor, a los que se apartan de
ti; ¡recházalos junto con los malhechores! ¡Que haya paz en Israel!”
Y no puede haber bendición sobre los justos,
los que han sido lavados por la Sangre del Cordero, si no hay castigo sobre los
impíos, ¿cómo pueden “pasarla bien” los injustos y haber un sistema de justicia
en la sociedad? ¡Es absolutamente imposible! Ese ha sido el error del buenismo
evangélico (y cristiano en general): procurar crecer en justicia sin pedir que
sean arrancados los impíos, sencillamente, es imposible que haya justicia y
bendición en una nación si los impíos siguen teniendo poder.
Estos impíos son los que se apartan del
Señor, los que habiendo pertenecido al pueblo santo, o dicho en términos más
modernos, habiendo conocido la verdad, escuchado el Evangelio, incluso habiendo
nacido en una sociedad (relativamente) “cristiana”, lo rechazan. Están en la
misma categoría que los “malhechores”, es decir, los que nunca conocieron.
Probablemente esta distinción no sea muy
significativa para nosotros hoy, solo ponernos en advertencia de que también
podemos caer de la gracia, rechazar al Señor a pesar de haber caminado ya un
trecho importante con Él.
El próximo Salmo de esta serie, el número
siete, nos traerá un cambio importante de enfoque.
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario