Salmos 122:1-9 RVC
1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a
la casa del Señor.»
2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos,
Jerusalén, ante tus puertas!
3 La ciudad de Jerusalén fue construida como
centro de reunión de la comunidad.
4 Todas las tribus del Señor llegan a ella,
cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.
5 Allí se encuentran los tribunales de
justicia; allí está el trono de la casa de David.
6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque
prosperen los que te aman.
7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se
respire tranquilidad en tus palacios.
8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a
Dios que haya paz en ti.
9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido
a Dios que te dé bienestar.
Mientras que los dos Salmos anteriores, que
son los dos “primeros pasos” del peregrino espiritual, son “individuales”, es
decir, tienen que ver con un reconocimiento el primero y una decisión el
segundo pero que toma el viajero por sí solo y “en soledad”, el tercero tiene
que ver con un reconocimiento y unión de los peregrinos que emprendieron el
mismo camino.
Ahora bien, no son muchos y probablemente
cada uno haya salido de una “ciudad” distinta, pero inevitablemente se
encuentran en algún punto del camino, y eso fortalece enormemente el corazón de
ellos. No debemos suponer que este camino sea de continuo quebranto y
humillación. Inevitablemente los habrá, es un camino de gran transformación
espiritual, recordemos lo que dijimos unos artículos atrás: no se trata
simplemente de un cambio progresivo y normal en la vida cristiana, se trata de
un cambio radical, y eso no se hace sin esfuerzo. Pero el Señor nos da mucha
provisión, de muchas formas distintas.
En el Salmo anterior reconocimos el cuidado
que tiene sobre Sus peregrinos, ahora vemos como Él los une para que se ayuden
unos a otros. Es el tercero de la serie y corresponde al don de maestro,
Jerusalén es una ciudad con dicho don, ubicada en un territorio con el don de
misericordia, Benjamín.
Hay tres secciones en el texto y tienen que
ver con las tres Personas de la Trinidad:
·
vv. 1,2 à la motivación interna para ir, obra del Espíritu
·
vv. 3,4 à la reunión de la congregación, obra del Hijo
·
vv. 5-9 à justicia, paz y bienestar, la obra del Padre
Veamos los versículos:
1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a
la casa del Señor.»
En este camino hay gozo y hay compañía,
aunque al principio no sea así y parezca muy solitario. Unos a otros se animan.
2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos,
Jerusalén, ante tus puertas!
Sin dudas ha habido un largo camino hasta
llegar allí, esa parte está brevemente descrita en esta serie de 15 Salmos y
resumida en el 121 al indicar la protección divina cualquiera sea la
circunstancia. Esto es porque el viajero ya es un guerrero experimentado en el
Señor y ya no necesita que le expliquen cada enemigo y cada lucha, porque ya
las ha pasado. Solo necesita ser fortalecido en su fe y renovar su confianza en
la protección divina. No se trata de que no hubo dificultades y conflictos,
sino de que ya eran conocidos, no aportaron “nada nuevo” al crecimiento del
peregrino, en todo caso pudieron tener alguna dimensión mayor, pero no
distintos en naturaleza. Los conflictos no están ausentes en los siguientes
Salmos, pero más bien tienen el carácter de una reflexión profunda, de una
revisión de la historia para lograr un nuevo entendimiento y una
transformación.
Volviendo al texto, aunque todavía no
llegaron, ya están “viendo” en su espíritu el destino del peregrinaje. Sus ojos
espirituales ya han sido abiertos y pueden caminar por fe:
2 Corintios 5:7 RVC
7 (porque vivimos por la fe, no por la
vista).
3 La ciudad de Jerusalén fue construida como
centro de reunión de la comunidad.
Hay un espacio, un ámbito en el cual la
congregación de los santos se junta. Esto es fundamental: los fieles no pueden
estar separados, y especialmente estos que han emprendido este viaje, no deben
estarlo. De nuevo, no se trata de una “reunión más” de iglesia, se trata de una
santa convocatoria donde se reúnen los guerreros, los que han recibido
autoridad para reinar. NO DEBEN estar separados, necesitan buscarse unos a
otros y reunirse en la Jerusalén celestial, que es un ámbito espiritual, pero
muy real. Dios ha dispuesto ese “lugar” para que se encuentren.
4 Todas las tribus del Señor llegan a ella,
cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.
Es el lugar de las naciones, esto es, el
sitio donde se reúnen los fieles de muchos pueblos. Esta unidad no puede quedar
solo circunscripta a una sola nación.
Notemos el énfasis aquí en la reunión de los
santos y tengamos en cuenta que los peregrinos que comenzaron este camino ya
estaban acostumbrados a pelear solos y ya habían obtenido muchas victorias
(después de muchas derrotas, claro…), por eso, algo que es normal en todas las
personas; el hecho de querer reunirse y estar en compañía, se ha vuelto extraño
para estos peregrinos tan acostumbrados a la soledad. Ahora debe volver a
enseñárseles que es necesario estar juntos, pero no con el tipo de “reunión”
que tuvieron tiempo atrás, sino con la de aquellos que son sus iguales.
5 Allí se encuentran los tribunales de
justicia; allí está el trono de la casa de David.
Cuatro cosas fundamentales ocurren en
Jerusalén, tal como vemos en el versículo anterior y en este:
·
Comunión
·
Adoración
·
Justicia
·
Gobierno
De nuevo, se trata de la Jerusalén celestial,
aquello que luego Pablo mencionaría como:
Efesios 2:6 RVC
6 y también junto con él nos resucitó, y
asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales,
Esto no es automático, aunque es accesible a
cualquier creyente. Era increíblemente revolucionario cuando Pablo lo dijo en
una sociedad profundamente dividida en donde ni los (pocos) hombres (no mujeres)
libres podían aspirar razonablemente a estar en la corte de un rey. Podría
parecer más común para un judío pero el exilio y la diáspora habían hecho de
que llegar hasta allí tampoco fuera fácil.
Cuando los santos que han sido perfeccionados
se reúnen en comunión puede fluir la verdadera adoración y la presencia de Dios
viene, entonces somos sometidos a Su justicia que nos alinea con Él y podemos a
su vez pedir justicia sobre nuestros adversarios. Sobre la base de la justicia
es que se levanta el verdadero gobierno y se ejerce la autoridad. El camino de
los peregrinos lleva hacia un lugar donde llega a establecerse la autoridad
correcta. Este versículo es el central del texto.
6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque
prosperen los que te aman.
7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se
respire tranquilidad en tus palacios.
8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a
Dios que haya paz en ti.
9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido
a Dios que te dé bienestar.
Los últimos cuatro versículos no son menos
importantes; obviamente que un sitio tan santo y con tanto poder espiritual
será atacado de todas las formas posibles, por eso hay que cuidarlo. Satanás
intentará generar conflictos entre los santos, rodear esos ámbitos con guerra,
traer dificultades económicas y de todo tipo.
Si no puede (los ángeles tienen especial
cuidado allí) tratará de afligir con las condiciones externas a los santos que
se reúnen, con pobreza, intranquilidad, dificultades, opresión espiritual y lo
que fuera. Tratará de colocar un manto oscuro de intranquilidad (espíritus),
tratará de crear discordia y de corromper la verdadera adoración.
Debemos cuidar ese ámbito, la “Jerusalén
espiritual” a la que somos llamados, aún desde antes de llegar a ella.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario