lunes, 26 de octubre de 2020

777. El 15 y un nuevo camino – V, Salmo 122

 

Salmos 122:1-9 RVC

1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a la casa del Señor.»

2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas!

3 La ciudad de Jerusalén fue construida como centro de reunión de la comunidad.

4 Todas las tribus del Señor llegan a ella, cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.

5 Allí se encuentran los tribunales de justicia; allí está el trono de la casa de David.

6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman.

7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios.

8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a Dios que haya paz en ti.

9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido a Dios que te dé bienestar.

 

Mientras que los dos Salmos anteriores, que son los dos “primeros pasos” del peregrino espiritual, son “individuales”, es decir, tienen que ver con un reconocimiento el primero y una decisión el segundo pero que toma el viajero por sí solo y “en soledad”, el tercero tiene que ver con un reconocimiento y unión de los peregrinos que emprendieron el mismo camino.

 

Ahora bien, no son muchos y probablemente cada uno haya salido de una “ciudad” distinta, pero inevitablemente se encuentran en algún punto del camino, y eso fortalece enormemente el corazón de ellos. No debemos suponer que este camino sea de continuo quebranto y humillación. Inevitablemente los habrá, es un camino de gran transformación espiritual, recordemos lo que dijimos unos artículos atrás: no se trata simplemente de un cambio progresivo y normal en la vida cristiana, se trata de un cambio radical, y eso no se hace sin esfuerzo. Pero el Señor nos da mucha provisión, de muchas formas distintas.

 

En el Salmo anterior reconocimos el cuidado que tiene sobre Sus peregrinos, ahora vemos como Él los une para que se ayuden unos a otros. Es el tercero de la serie y corresponde al don de maestro, Jerusalén es una ciudad con dicho don, ubicada en un territorio con el don de misericordia, Benjamín.

 

Hay tres secciones en el texto y tienen que ver con las tres Personas de la Trinidad:

 

·         vv. 1,2 à la motivación interna para ir, obra del Espíritu

·         vv. 3,4 à la reunión de la congregación, obra del Hijo

·         vv. 5-9 à justicia, paz y bienestar, la obra del Padre

 

Veamos los versículos:

 

1 Yo me alegro con los que me dicen: «Vamos a la casa del Señor.»

 

En este camino hay gozo y hay compañía, aunque al principio no sea así y parezca muy solitario. Unos a otros se animan.

 

2 Ya nuestros pies se dan prisa; ¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas!

 

Sin dudas ha habido un largo camino hasta llegar allí, esa parte está brevemente descrita en esta serie de 15 Salmos y resumida en el 121 al indicar la protección divina cualquiera sea la circunstancia. Esto es porque el viajero ya es un guerrero experimentado en el Señor y ya no necesita que le expliquen cada enemigo y cada lucha, porque ya las ha pasado. Solo necesita ser fortalecido en su fe y renovar su confianza en la protección divina. No se trata de que no hubo dificultades y conflictos, sino de que ya eran conocidos, no aportaron “nada nuevo” al crecimiento del peregrino, en todo caso pudieron tener alguna dimensión mayor, pero no distintos en naturaleza. Los conflictos no están ausentes en los siguientes Salmos, pero más bien tienen el carácter de una reflexión profunda, de una revisión de la historia para lograr un nuevo entendimiento y una transformación.

 

Volviendo al texto, aunque todavía no llegaron, ya están “viendo” en su espíritu el destino del peregrinaje. Sus ojos espirituales ya han sido abiertos y pueden caminar por fe:

 

2 Corintios 5:7 RVC

7 (porque vivimos por la fe, no por la vista).

 

3 La ciudad de Jerusalén fue construida como centro de reunión de la comunidad.

 

Hay un espacio, un ámbito en el cual la congregación de los santos se junta. Esto es fundamental: los fieles no pueden estar separados, y especialmente estos que han emprendido este viaje, no deben estarlo. De nuevo, no se trata de una “reunión más” de iglesia, se trata de una santa convocatoria donde se reúnen los guerreros, los que han recibido autoridad para reinar. NO DEBEN estar separados, necesitan buscarse unos a otros y reunirse en la Jerusalén celestial, que es un ámbito espiritual, pero muy real. Dios ha dispuesto ese “lugar” para que se encuentren.

 

4 Todas las tribus del Señor llegan a ella, cumpliendo con la orden dada a Israel de alabar allí el nombre del Señor.

 

Es el lugar de las naciones, esto es, el sitio donde se reúnen los fieles de muchos pueblos. Esta unidad no puede quedar solo circunscripta a una sola nación.

 

Notemos el énfasis aquí en la reunión de los santos y tengamos en cuenta que los peregrinos que comenzaron este camino ya estaban acostumbrados a pelear solos y ya habían obtenido muchas victorias (después de muchas derrotas, claro…), por eso, algo que es normal en todas las personas; el hecho de querer reunirse y estar en compañía, se ha vuelto extraño para estos peregrinos tan acostumbrados a la soledad. Ahora debe volver a enseñárseles que es necesario estar juntos, pero no con el tipo de “reunión” que tuvieron tiempo atrás, sino con la de aquellos que son sus iguales.

 

5 Allí se encuentran los tribunales de justicia; allí está el trono de la casa de David.

 

Cuatro cosas fundamentales ocurren en Jerusalén, tal como vemos en el versículo anterior y en este:

 

·         Comunión

·         Adoración

·         Justicia

·         Gobierno

 

De nuevo, se trata de la Jerusalén celestial, aquello que luego Pablo mencionaría como:

 

Efesios 2:6 RVC

6 y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales,

 

Esto no es automático, aunque es accesible a cualquier creyente. Era increíblemente revolucionario cuando Pablo lo dijo en una sociedad profundamente dividida en donde ni los (pocos) hombres (no mujeres) libres podían aspirar razonablemente a estar en la corte de un rey. Podría parecer más común para un judío pero el exilio y la diáspora habían hecho de que llegar hasta allí tampoco fuera fácil.

 

Cuando los santos que han sido perfeccionados se reúnen en comunión puede fluir la verdadera adoración y la presencia de Dios viene, entonces somos sometidos a Su justicia que nos alinea con Él y podemos a su vez pedir justicia sobre nuestros adversarios. Sobre la base de la justicia es que se levanta el verdadero gobierno y se ejerce la autoridad. El camino de los peregrinos lleva hacia un lugar donde llega a establecerse la autoridad correcta. Este versículo es el central del texto.

 

6 Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman.

7 Que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios.

8 Por mis hermanos y mis compañeros, ruego a Dios que haya paz en ti.

9 Por el templo del Señor nuestro Dios, pido a Dios que te dé bienestar.

 

Los últimos cuatro versículos no son menos importantes; obviamente que un sitio tan santo y con tanto poder espiritual será atacado de todas las formas posibles, por eso hay que cuidarlo. Satanás intentará generar conflictos entre los santos, rodear esos ámbitos con guerra, traer dificultades económicas y de todo tipo.

 

Si no puede (los ángeles tienen especial cuidado allí) tratará de afligir con las condiciones externas a los santos que se reúnen, con pobreza, intranquilidad, dificultades, opresión espiritual y lo que fuera. Tratará de colocar un manto oscuro de intranquilidad (espíritus), tratará de crear discordia y de corromper la verdadera adoración.

 

Debemos cuidar ese ámbito, la “Jerusalén espiritual” a la que somos llamados, aún desde antes de llegar a ella.

 

 

Danilo Sorti

 




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprima aquí para enviarnos su ofrenda.
🙏


No hay comentarios:

Publicar un comentario