lunes, 26 de octubre de 2020

779. El 15 y un nuevo camino – VII, Salmo 124

 

Salmos 124:1-8 RVC

1 Si el Señor no hubiera estado de nuestro lado —que lo reconozca el pueblo de Israel—,

2 si el Señor no hubiera estado de nuestro lado cuando todo el mundo se levantó contra nosotros,

3 nos habrían tragado vivos, pues su furia contra nosotros los quemaba;

4 ¡nos habrían arrastrado como una inundación!, ¡nos habrían sepultado como un torrente!,

5 ¡nos habrían ahogado como aguas impetuosas!

6 ¡Bendito sea el Señor, que no nos dejó caer en sus fauces!

7 ¡Escapamos como escapa el ave de la red! ¡La red se abrió, y nosotros escapamos!

8 Nuestra ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

 

 

Aquí estamos en el quinto paso, no es un clamor sino un reconocimiento, en cierto sentido, la respuesta al clamor de varios de los Salmos anteriores: en todo el camino hasta aquí el Señor estuvo con los fieles, de otra forma, hace rato que habrían desaparecido de sobre la faz de la tierra…

 

Hay un progreso desde el clamor del primer Salmo de la serie, y podemos entender que también un “darse cuenta”: el Señor siempre estuvo con nosotros pero no lo sabíamos, recién ahora lo entendemos. En el Salmo anterior clamó por la bondad de Dios, ahora se da cuenta que siempre estuvo allí. ¿Cómo logra esto? Reflexionando en la historia transcurrida.

 

¿Y por qué no pudo reflexionar antes? Quizás porque no tenía la suficiente tranquilidad de espíritu para hacerlo, es decir, la suficiente paz interior, que es un fruto del Espíritu. La vida del nuevo creyente puede ser complicada, hay muchos ataques externos e internos, muchas dudas y temores. Es hasta que puede recibir la gracia, tal como vimos en el Salmo anterior, que puede alcanzar la suficiente paz como para reflexionar pausadamente. Veamos que el sistema del mundo actualmente está manteniendo a su gente cada vez más excitada y alterada, presentándole continuamente enemigos y ataques (reales o inventados).

 

Entonces, este paso implica “reconocer”, una reflexión. El pueblo es llamado a pensar en su historia y darse cuenta. El contexto fue “cuando todo el mundo se levantó contra nosotros”. Así que no debe esperar el pueblo de Dios que lo vayan a aplaudir o festejar por vivir conforme la ley del Señor o ejercer su función profética, más bien lo contrario.

 

¿Qué pasa cuando se levanta tal ola de oposición? Siete cosas.

 

a)      nos habrían tragado vivos, pues su furia contra nosotros los quemaba

 

Israel pasó por enormes dificultades, pero sobrevivió y volvió a ser establecida. No ha sido diferente con la iglesia fiel. Notemos que llega un momento en que el Enemigo levanta toda su furia contra nosotros, y para ello utiliza personas que están completamente sometidas a él, por lo que pueden obedecerlo al pie de la letra. Es una furia “quemante”. No esperemos menos…

 

La imagen de ser “tragado vivo” nos remite a la bestia, al sistema político, al imperio que se levanta contra el pueblo de Dios. Puede ser una acción literalmente agresiva o puede ser algo más sutil que termina envolviendo al creyente y metiéndolo en el sistema.

 

“Quemaba” nos habla de fuego, del fuego del Adversario que es la imitación del fuego del altar de los sacrificios, el primer mueble del tabernáculo, que se relaciona con el don redentor de profeta.

 

b)      ¡nos habrían arrastrado como una inundación!

 

Siguiendo con la imagen de la bestia, podemos ver Apocalipsis:

 

Apocalipsis 12:15-16 RVC

15 Entonces la serpiente arrojó mucha agua por la boca, para que la mujer fuera arrastrada como por un río.

16 Pero la tierra vino en su ayuda, pues abrió su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por su boca.

 

Aquí podemos ver una “inundación” de personas / demonios lanzada contra el pueblo de Dios, una multitud lo suficientemente grande como para ser considerada así. Es también la “corriente del mundo” que arrastra a los creyentes desprevenidos, pero el Señor sostiene firmemente a los Suyos.

 

Las falsas aguas del Enemigo se contraponen con las aguas que limpian del Espíritu, y nos remiten al lavacro de bronce, el segundo mueble del tabernáculo y su relación con el don de siervo.

 

c)      ¡nos habrían sepultado como un torrente!

 

Nuevamente la imagen del agua, pero no es una impetuosa inundación sino un torrente continuo. No es algo que avanza incontenible pero luego se acaba, sino algo “menos” avasallante en lo inmediato pero persistente a lo largo del tiempo.

 

Aquí la relación no es tan clara, pero podríamos pensar en el don de maestro, con su enseñanza constante y persistente, que provoca cambios grandes en el tiempo. Corresponde a la mesa de los panes de la proposición, a los árboles, que son regados por las corrientes de agua, como nos recuerda el Salmo 1. Así que hay un falso torrente que se contrapone con el río de aguas de vida del Espíritu.

 

d)     ¡nos habrían ahogado como aguas impetuosas!

 

Nuevamente la imagen del agua, pero con otro énfasis: las voces de los justos terminan siendo ahogadas en medio de un mar de voces impías. El aire deja de estar limpio, se vuelve cada vez más enrarecido hasta que no se puede respirar: el creyente se “ahoga” literalmente por la multitud de demonios que infectan el ambiente.

 

Podríamos hacer una relación con el candelabro de bronce y el don de exhortador por su función de comunicar. Al pervertirse, atrae al espíritu de Jezabel y multitud de demonios que hacen el aire espiritual irrespirable.

 

e)      ¡Bendito sea el Señor, que no nos dejó caer en sus fauces!

 

Aquí hay un cambio en la imagen gráfica. Podemos pensar en el don de dador, por la protección y provisión recibida, para no ser transformados en su “comida”. No se trata, como en las otras expresiones, de “ser sepultados” o arrastrados por algo, sino de ser devorado, es decir, “incorporado” a un sistema, pero también da la idea de ser despedazado.

 

El contraste es con la mesa del incienso, desde donde sube un perfume grato que puede transformarse en el hedor de la sangre y los cadáveres despedazados. Las fauces de la bestia nos recuerdan a las bestias que representan a los imperios.

 

Daniel 7:7 RVC

7 Y esa misma noche, mientras tenía estas visiones, vi una cuarta bestia, espantosa y terrible, y extremadamente fuerte. Tenía unos enormes colmillos de hierro con los que devoraba y desmenuzaba todo, y con sus patas pisoteaba las sobras. Comparada con todas las bestias que antes vi, era muy diferente, pues tenía diez cuernos.

 

f)       ¡Escapamos como escapa el ave de la red!

 

El ave ya ha caído en la red, pero logra escapar, la red no se cierra completamente y el ave escapa. A pesar de que ya “casi” está atrapada, su habilidad logra darle la victoria.

 

Se relaciona con el don de gobierno y su capacidad para guiar al pueblo en medio de situaciones imposibles.

 

g)      ¡La red se abrió, y nosotros escapamos!

 

Una imagen similar a la anterior, una red que se abre porque no estaba bien hecha, no era suficientemente fuerte, tenía puntos débiles. A diferencia del caso anterior, aquí la red ya se cerró, ya no hay más escapatoria humana, pero milagrosamente esta aparece.

 

Se relaciona con el don de misericordia, cuando todo está perdido, “algo” ocurre que no debería ocurrir, que no debería haber pasado, y eso trae la liberación.

 

Veamos la progresión de liberaciones:

 

a)      Una persona atacada por las lenguas mordaces y furiosas de los enemigos

b)      Una persona cuya casa está por ser arrastrada por una inundación repentina

c)      Un campesino o un leñador, cruzando un torrente crecido

d)     Un marinero a punto de ser ahogado en medio de la tormenta

e)      Un pastor perseguido por un león o un oso

f)       Un ave en una red a punto de cerrarse

g)      Un ave que escapa de la red que ya se cerró

 

Aunque los ejemplos son distintos, hay una progresión de “imposibilidad” en relación a la víctima y la amenaza. Pero en cada caso es librado por la mano de Dios.

 

“que lo reconozca el pueblo de Israel”, “Nuestra ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

 

Como dijimos al principio, se trata aquí de “reconocer” la intervención divina en la historia, no en un día, de entender que muchos hechos “fortuitos” o “humanos” en realidad fueron la mano del Señor, y no cualquier “señor”, sino El mismo que tiene la autoridad sobre toda la Creación.

 

El salmo anterior termina con una expresión de cansancio y hartazgo; no se pudo evitar la burla y el desprecio, pero sí se pudo evitar el ataque más terrible que viene luego. No lo parece cuando se está en medio del conflicto, pero la reflexión posterior muestra la verdadera dimensión del asunto.

 

 

Danilo Sorti

 



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