sábado, 7 de mayo de 2022

830. El tiempo de Joel – II

 Joel 1:2-3 RVC

2 «Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes, los habitantes de toda la tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus días, o en los días de sus padres?

3 Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus hijos a sus propios hijos, y ellos a la generación siguiente.

 

Joel, que es un “ilustre desconocido” en la Biblia, habla a una generación también “ilustremente desconocida” para decirle que Dios irrumpiría de manera dramática, marcando un hito en la historia.

 

El mensaje del profeta nos alerta acerca de la falsa seguridad de pensar que “esto ya ha pasado antes…”. Dado que vivimos en una época de extrema necedad, es uno de los falsos argumentos con el que la gente se queda tranquila, “¡esto ya sucedió!”, y confunden los hechos modernos con algunos sucesos más o menos catastróficos del pasado sin tener la correcta dimensión de uno y otro.

 

Es cierto que “no hay nada nuevo bajo el sol” en el sentido de que todo lo que sucede ha sucedido ya en cierta medida, de alguna forma. Eso es verdad. Pero no es verdad que haya sucedido exactamente igual y, en especial, con la misma magnitud. Lo que viene, si bien es similar a diversos sucesos de la antigüedad, será tan diferente y único que no tendrá muchos puntos de comparación en cuanto a su alcance.

 

¿Cuándo ocurrió esta plaga de langostas? No sabemos exactamente. No era infrecuente que tal cosa sucediera, y eventualmente alguna manga sería realmente grande y devastadora. Pero, ¿se justificaría en tal magnitud como para mantener su recuerdo durante generaciones? Todos los pueblos han tenido sus crónicas, y más el pueblo de Israel, por lo que en un sentido quedaría escrita una memoria de ellos, pero no podemos identificar fácilmente en el texto bíblico que haya quedado un especial recuerdo de una plaga especialmente grande, de tal forma que sirviera como “hito histórico”.

 

Entre paréntesis, ¿”hito histórico” para qué? Pues bien, el Dios de Israel no es un Dios abstracto, teórico o filosófico, al estilo de los dioses griegos, es un Dios muy concreto; Él se da a conocer, se manifiesta primero (sea con juicios, bendiciones, o alguna señal indubitable) y luego revela algo de Sí, de tal forma que los pueblos lo conozcan, crean en Él y se conviertan.

 

No hay hitos históricos “porque sí”, en el vacío, nada ocurre simplemente por ocurrir, tal como la historiografía moderna, atea y progresista, se empeña en decir. Por lo tanto, esta plaga anunciada tendría que servir de punto de partida para alguna revelación fundamental del Señor. Pero no parece que tengamos eso en la Biblia, al menos no de una manera muy clara y evidente.

 

Entonces, ¿la plaga de magnitudes apocalípticas ocurrió realmente en el tiempo de Joel o más bien fue un anuncio profético basado en una plaga real pero no tan catastrófica?

 

Conociendo la dinámica profética no resulta nada improbable que sea lo último. Es más, al seguir analizando el texto y ver luego la cita que hace Pedro, sin dudas que se trata de eso. Así que tenemos un hecho histórico que dio lugar a que el profeta pudiera ver más allá. Sucedió una “semilla” en el tiempo que luego daría un “árbol cargado de fruto” en el futuro. Y ese futuro de Joel es nuestro presente.

 

Tendremos que saltar un escollo teológico que se ha puesto en las enseñanzas cristianas según el cual luego del arrebatamiento la tierra es completamente destruida por el Anticristo y los juicios divinos. La Biblia nos muestra que eso no será así. Seguirá habiendo seres humanos, que serán los que habitarán el Reino Milenial, el cual será un tiempo de paz y justicia, no sin pecado pero sí muy diferente al presente. ¿Por qué?

 

No se trata de que Dios le vaya a quitar el control del mundo al hombre, porque eso lo determinó ya en Génesis y Dios no cambia Sus promesas. Se trata de que las personas que repueblen ese nuevo mundo serán distintas, entre otras cosas, porque tendrán una memoria distinta. Así que entre todo lo que ocurrirá, habrá algunos eventos que relata Joel que serán claves para fundar esa nueva sociedad. Y esta gente “común y corriente” de repente jugará un rol clave.

 

El mandato se dirige primero a los ancianos, los que tenían el registro del pasado cercano y también del más lejano; ellos debían comparar lo que estaba por ocurrir con lo que había ocurrido ya, y darse cuenta de que “no era lo mismo”. Luego, habla a todos los moradores de la tierra, que sin dudas sufrirían el impacto del acontecimiento. Lo que iba a pasar (o estaba pasando ya) sería algo único tanto en el pasado como en el futuro. La memoria de ello debería mantenerse, para que las generaciones por venir mantuvieran el testimonio.

 

La gente de este tiempo está siendo testigo de eventos únicos y terribles, que deberán ser recordados en los siglos por venir, para que los pueblos que nacerán no se aparten del Creador como esta sociedad.

 

Bien, en esencia, ¿qué era y será este hecho tan terrible del que habrá que tener memoria?

 

Joel 1:4 RVC

4 Lo que la oruga dejó se lo comió el saltón, y lo que dejó el saltón se lo comió el revoltón, y lo que el revoltón dejó se lo comió la langosta.

 

La identificación de los insectos no es tan clara en las traducciones y creo sinceramente que no terminaremos de entender a qué se refiere hasta que no nos toque vivirlo. Por lo pronto, hay cuatro “bichos” aquí, y ese número e utiliza para referirse a toda la tierra en la Biblia (los cuatro puntos cardinales). Así que tenemos una palabra de uso muy común en el versículo 2 que se traduce como “tierra” y que puede referirse a una tierra en particular o a todo el planeta, y luego el uso del cuatro que fuertemente indica toda la creación material, por lo que se refuerza la idea de “todo el mundo”. Es decir, todo el planeta (o una superficie lo suficientemente grande) sería afectada por esta plaga en cuatro etapas y por acción de cuatro gentes distintos.

 

Las langostas vuelven a aparecer en Apocalipsis:

 

Apocalipsis 9:2-6 RVC

2 El ángel abrió las profundidades del abismo, y de allí salió humo, como de un horno enorme, y ese humo hizo que el sol y el aire se oscurecieran.

3 Del humo salieron también langostas, que infestaron la tierra; y se les dio el mismo poder que tienen los escorpiones de la tierra,

4 pero con la orden de no dañar la hierba ni los árboles, ni nada que tuviera verdor, sino sólo a quienes no tuvieran en la frente el sello de Dios.

5 No se les permitió matar a nadie, sino sólo hacer sufrir a la gente durante cinco meses con el mismo dolor de una picadura de escorpión.

6 Durante ese tiempo la gente intentará morir, pero no lo conseguirá; deseará la muerte, pero ésta huirá de ellos.

 

Sin embargo, aunque parecidas, no vemos que sea exactamente lo mismo. Mientras las primeras están afectando a la creación material y a partir de allí a las personas, las segundas afectan directamente a las personas. Sin embargo, hay una referencia sugestiva en esa segunda plaga: no son naturales; claramente son materializaciones de espíritus inmundos o creaciones genéticas o tecnológicas poseídas por los tales. Al respecto ya contamos con varios testimonios de profetas que han visto tales criaturas y percibido claramente que se trata de demonios atormentadores.

 

Más cercano al tiempo de Joel tenemos a Amós, y allí encontramos lo siguiente:

 

Amós 7:1 RVC

1 Esto es lo que el Señor me hizo ver: Estaba él criando langostas en el tiempo en que empieza a crecer el heno tardío, es decir, el heno tardío que sale después de las cosechas del rey.

 

Aunque naturales, estas tienen un origen espiritual: son una herramienta de juicio (tal como las de Apocalipsis, de hecho).

 

Langostas vimos también en Egipto, como una de las plagas, y Deuteronomio 28 explicita que será una de las consecuencias de la desobediencia, como castigo y como llamada de atención para que el pueblo se arrepienta.

 

Los que primero escucharon el mensaje de Joel no tenían, obviamente, la perspectiva de Apocalipsis ni de los últimos tiempos, pero sí la clara exposición de Deuteronomio 28, por lo que la simple palabra “langosta” bastaba para indicar que se trataba de un juicio divino.

 

Las langostas son indudablemente en la Biblia un castigo, especialmente vinculado con tiempos apocalípticos, tiempos de grandes crisis y grandes cambios. No podemos decir que sean exactamente las mismas que Apocalipsis pero algo es seguro: se trata de una plaga que provocará una gran hambre y se extenderá por toda la tierra, o al menos, por gran parte de ella.

 

Eso está reservado para los últimos tiempos, no aún para el tiempo de los juicios mayores, sino para este tiempo, tal como está siendo profetizado en estos mismos momentos. Tiene un propósito y hay un resultado esperado sobre el pueblo de Dios, que seguiremos comentando en un próximo artículo.

 

Danilo Sorti

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