Los tiempos de Joel han quedado conectados estrechamente con nuestros tiempos desde el principio mismo de la Iglesia:
Hechos 2:14-17 RVC
14 Entonces Pedro se puso de pie, junto con los
otros once, y con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes
todos de Jerusalén, sepan esto, y entiendan bien mis palabras.
15 Contra lo que ustedes suponen, estos hombres no
están borrachos, pues apenas son las nueve de la mañana.
16 Más bien, esto es lo que dijo el profeta Joel:
17 »Dios ha dicho: En los últimos días derramaré
de mi Espíritu sobre toda la humanidad. Los hijos y las hijas de ustedes
profetizarán; sus jóvenes tendrán visiones y sus ancianos tendrán sueños.
De todas las citas que hace Pedro en su discurso, esta es,
por lejos, la más extensa. Bastante curioso para un libro tan corto. Aunque intenso,
no tiene ni cerca el peso de Isaías, o la particularidad de Ezequiel, o el
sentimiento de Jeremías. Incluso es corto para los libros de los profetas
menores. Tenemos a un casi desconocido, del que no podemos precisar el tiempo
en que vivió, ni de dónde era, ni lo que hacía, escribiendo unas pocas líneas sobre
eventos asombrosos presentes pero obviamente futuros también. ¿Qué hace un
autor con “tan pocas medallas” nada más y nada menos que en el primer discurso
de la naciente Iglesia, la Novia del Cordero?
Dado que el mensajero es parte indivisible del mensaje, no
resulta nada extraño que la nueva comunidad de ilustres “desconocidos”,
comenzara con las palabras de otro ilustre “desconocido”.
¿Qué sería eso llamado Iglesia? Por cierto que no tendría
los nombres ni los prestigios ni los linajes a los que estaban acostumbrados en
el judaísmo, fragmento de lo que era ser israelita. ¿Quiénes entrarían?
Esclavos, mujeres (no muy diferentes a los primeros en esa época), jóvenes,
ancianos, pobres, aunque también artesanos, sacerdotes, “profesionales”,
incluso algunos ricos, que, por cierto, perderían su prestigio y mucho de su
poder por esa acción. Así que tenemos una gran comunidad de gente común,
“desconocida”, para la que las palabras de otro “desconocido” servirían de
fundamento. Pero, ¡caramba!, ¿de qué serían capaces estos “desconocidos” y qué
profetizó ese primer “desconocido”?
Hago un paréntesis.
Es cómico, si no fuera trágico, ver como vez tras vez las
distintas iglesias han recreado sus propias jerarquías y linajes de prestigio.
No solo en las iglesias más viejas y establecidas, sino también en las más
nuevas y otrora avivadas. No ha pasado mucho tiempo para que en las iglesias
pentecostales surgidas en el último despertar que tuvimos solo los “hijos de” y
los “familiares de” ocuparan todos los puestos disponibles, aún si realmente no
fueran cristianos verdaderamente convertidos. Pues bien, el mensaje fundacional
no fue exactamente ese, sino todo lo contrario. Desde el principio quedó claro
que:
1 Corintios 1:26-29 RVC
26 Consideren, hermanos, su llamamiento: No muchos
de ustedes son sabios, según los criterios humanos, ni son muchos los
poderosos, ni muchos los nobles;
27 sino que Dios eligió lo necio del mundo, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte.
28 También Dios escogió lo vil del mundo y lo
menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie pueda jactarse en su
presencia.
Por supuesto, esto tampoco debe ser una excusa para la
eterna mediocridad de otros tantos cristianos. Simplemente está diciendo que
Dios haría algo nuevo con “lo que no es” para deshacer lo que “se cree ser
algo”.
Según el orden que ocupa en la Tanaj, decimosexto, se
corresponde proféticamente con el mismo capítulo de Isaías, y en sus primeros
versículos encontramos:
Isaías 16:2-3 DHH
2 Los habitantes de Moab en el paso del Arnón
son como pájaros espantados
que huyen de su nido.
3 Dicen a Sión:
planes para protegernos,
toma tú nuestra defensa.
Extiende tu sombra en pleno mediodía,
como si fuera de noche;
ofrece asilo a los desterrados,
no traiciones a los fugitivos.
Hay varias cosas para analizar aquí, pero por lo pronto nos
encontramos con gente huyendo de su país, y en esas situaciones normalmente es “con
lo puesto” hacia una tierra en la que no tienen posesiones ni reconocimiento
social ni nada. Es decir, gente que por causa de la guerra termina
transformándose en “nadie”, pobres que carecen de todo. Pero que han tenido la
bendición de terminar en “Sión”. Perdieron todo lo material, pero al salir de
su tierra idólatra, ganaron al Dios de Israel. Igual que esos primeros que
entraron a la iglesia: no tenían, o habrían de perder, bienes materiales y
prestigio social, pero ganarían el Reino Venidero.
Pero estos “desconocidos” se transformarían en testigos y
protagonistas involuntarios de un hecho histórico, por lo que habría algo para
contar por generaciones y ser recordado en el tiempo:
Joel 1:2-3 RVC
2 «Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes,
los habitantes de toda la tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus
días, o en los días de sus padres?
3 Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus
hijos a sus propios hijos, y ellos a la generación siguiente.
Dios siempre ha llamado a los Suyos a ser testigos:
Deuteronomio 1:31 RVC
31 Además, ustedes son testigos de que, en el
desierto, y por todo el camino que han recorrido, el Señor su Dios los ha
traído como un padre que lleva a su hijo de la mano, hasta llegar a este
lugar.”
Hechos 1:8 RVC
8 Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu
Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria,
y hasta lo último de la tierra.»
Y este testimonio debería pasarse:
Éxodo 12:26-27 RVC
26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué sentido
tiene para ustedes este estatuto?”,
27 ustedes les responderán: “Se trata del
sacrificio que se ofrece al Señor como recuerdo de la pascua, es decir, cuando
en Egipto el Señor pasó por alto las casas israelitas y nos salvó la vida, pero
hirió de muerte a los egipcios.”» Entonces los israelitas se inclinaron y
adoraron,
2 Timoteo 2:2 RVC
2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos,
encárgaselo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
Así que ahora tenemos una generación que estaba
transcurriendo un tiempo aparentemente anodino pero que de repente se encontraría
en el “medio de la historia” y deberían establecer un testimonio para las
generaciones por venir.
Si eso era cierto en ese entonces, mucho más en el mundo
(supuestamente) sobrepoblado de hoy, en donde cada persona es literalmente “un
número”, uno más del montón; un mundo en el que los medios masivos de
manipulación se encargan de presentar y exaltar (falsas) figuras mientras el
resto queda sumido en la ignorancia, aún para sus mismos vecinos, amigos y
familias, que se van tras las luces de los “famosos” y apenas conocen al que
vive junto a ellos. Una generación “sin nombre”… pero que de repente se
encuentra metida en el “medio de la historia”, y no cualquier historia, sino la
historia del fin de una era, el desenlace de las edades, la más terrible de
todas las épocas a la vez que la más gloriosa. ¡Qué terror y qué privilegio!
¿Qué tuvo esa gente para recordar y contar y qué tenemos nosotros
hoy? Eso lo veremos en el próximo artículo.
Danilo Sorti
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