Joel 1:6-9 RVC
6 Un pueblo fuerte y muy numeroso viene contra mi
tierra. Sus dientes y sus muelas parecen de león.
7 Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera;
la ha dejado completamente pelada y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado
desnudas!
8 »Llora tú, como la joven que guarda luto por el
esposo de su juventud.
9 En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni
libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto.
Y aunque todo el texto se está refiriendo a lo mismo,
también vemos aquí claramente un juicio sobre el Pueblo del Señor. Veamos las
imágenes que utiliza:
·
Mi tierra
·
Mi viña
·
Mi higuera
·
La joven
·
La casa del Señor
·
Los sacerdotes
Y podemos encontrar más si seguimos con los otros
versículos:
Joel 1:10-12 RVC
10 Los campos están asolados y de luto, porque el
trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.
11 »Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense
por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas.
12 Las vides están secas; perecieron las higueras
y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del
campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
·
Los campos (de labor)
·
El trigo
·
El vino
·
El aceite
·
Los labradores
·
Los viñateros
·
Los árboles
Todas estas palabras se usan en sentido simbólico para
referirse ya sea al Pueblo del Señor o a los obreros del mismo.
Entonces, si lo miramos desde este punto de vista, ¿qué es
lo que realmente ha sido “devorado”? ¿El alimento físico o el alimento
espiritual? Pues bien, digamos que la hambruna llega cuando el alimento
espiritual ya venía escaseando desde hacía rato. Y se cumple el principio
bíblico:
Mateo 25:29 DHH
29 Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá
de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.
Aunque me gusta más como lo expresa Lucas:
Lucas 8:18 RVC
18 Escúchenme bien: a todo el que tiene, se le
dará; y al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará.»
Los recursos del Pueblo de Dios son devorados porque ya no
había Palabra, aunque creían tenerla. Joel anuncia el juicio para la tierra
pero más que nada, para el Pueblo de Dios. Por eso Pedro lo cita en su discurso
inaugural, porque el juicio estaba por caer sobre Judea, tal como ocurrió una
generación después.
Podemos identificar cinco acciones que se relacionan con
cada uno de los cinco ministerios enumerados en Efesios 4, y en todos los casos
hay un juicio sobre ellos que implica el “cese” en sus funciones.
7 Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera;
la ha dejado completamente pelada y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado
desnudas!
Los apóstoles, que son los arquitectos de la obra del Señor,
los que establecen su estructura y diseño general, ven como todo lo que han
construido se queda “pelado”; en la “viña” se ven los surcos y el diseño de
plantación, y en la “higuera” el tronco y las ramas. Es como un edificio que
tiene solo el esqueleto, la estructura de columnas y lozas, nada más.
Pero la misericordia de Dios se manifiesta aquí porque esto
permite que los “peritos arquitectos”, como se definiría Pablo a sí mismo,
reevalúen su obra y se den cuenta de lo que han estructurado mal. Cuando el
árbol está cubierto de hojas, no podemos ver si hemos podado mal, o si las
ramas han crecido estorbándose mutuamente, pero cuando queda vacío, sí.
Cuando la obra bulle de vida, todo puede “taparse” con la
actividad, pero cuando la actividad desaparece sale a luz el fundamento.
8 »Llora tú, como la joven que guarda luto por el
esposo de su juventud.
9 En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni
libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto.
Pero, ¿qué clase de vida había? El profeta es el encargado
de mantener viva la Vida de Dios e impedir que otra “vida” extraña penetre.
Pero claramente eso era lo que había sucedido.
“Otro” marido había terminado desposándose con la Novia,
pero ahora es quitado, por es la joven llora, y por eso los profetas invitan al
pueblo a lamentarse también, pero esto es el principio de la restauración; es
necesario que sea quitado el extraño que está seduciendo a la Novia.
Ya no hay ofrendas, pero, ¿qué clase de ofrendas se estaban
presentando? ¿Realmente las que agradaban a Dios? Cuando el Señor impide que se
sigan entregando esas ofrendas es porque ya no suben a Su presencia, y si no lo
hacen, ¡pues “bajan”!... y terminan alimentando otra presencia. Por eso el
Señor las corta, y deja tiempo a los profesionales de la religión para que
hagan lo que normalmente no hacen: reflexionar y buscar a Dios.
Por eso viene el luto a la Casa del Señor.
10 Los campos están asolados y de luto, porque el
trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.
Los evangelistas encuentra su lugar “afuera” de la
estructura de iglesia, pero ahora ni siquiera hay un campo para cosechar. El
Padre no está enviando “trigo”, ni el Hijo está haciendo madurar a las uvas ni
el Espíritu produciendo “olivos”. No hay cosecha para levantar, ¿por qué habría
de haberla? ¿Acaso no terminarían haciendo de ellos doblemente merecedores del
infierno, como dijo Jesús acerca de los “misioneros” de su tiempo?
Ellos también son llamados a revisar el Evangelio que están
predicando, y quitarle toda adulteración.
11 »Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense
por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas.
La expresión es más clara con otra traducción:
11 Ustedes, los que trabajan en campos y viñedos, lloren
entristecidos, pues se echaron a perder las siembras y las cosechas de trigo y
de cebada.
No hay más nada para “almacenar”, nada para guardar. Esto se
refiere a los pastores, que ya no tienen gente en sus congregaciones. De nuevo,
¿por qué habrían de recibirla, si el grano terminaba “pudriéndose” en esos
graneros?
Ahora que los depósitos quedaron vacíos es el tiempo de
limpiarlos y quitar toda contaminación y todo resto enmohecido que terminaba
contaminando a lo nuevo.
12 Las vides están secas; perecieron las higueras
y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del
campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
Los maestros deben hacer fructificar a los hijos de Dios,
son los encargados de sembrar en ellos las semillas precisas para que den los
frutos adecuados. Pero ya no hay “árboles” que puedan echar fruto, no hay “terrenos”
para sembrar esas semillas. ¿Y qué semillas estaban sembrando?
El Pueblo de Dios ha quedado desolado por el ataque de las
langostas. Hay, por un lado, una profecía para las naciones, y por otro, una
profecía para la iglesia. Todo el mover de la obra ha cesado y quedan expuestos
los verdaderos cimientos. Literalmente, es el cumplimiento de la profecía
paulina:
1 Corintios 3:12-15 RVC
12 Y si alguno edifica sobre este fundamento, y
pone oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, u hojarasca,
13 su obra podrá verse claramente; el día la
pondrá al descubierto, y la obra de cada uno, sea la que sea, será revelada y
probada por el fuego.
14 Si lo que alguno sobreedificó permanece, ése
recibirá su recompensa.
15 Si lo que alguno sobreedificó se quema, ése
sufrirá una pérdida, si bien él mismo se salvará, aunque como quien escapa del
fuego.
Generalmente hemos ubicado este texto en el tiempo de la
segunda venida o del Tribunal Celestial, y no es errado, pero también hay un
cumplimiento mucho más cercano: la hora de prueba es el “fuego”, y en este
caso, los espíritus devoradores materializados como langostas.
Llegará el tiempo en el que la humanidad verá a esos “insectos”
diabólicos, pero ahora vemos a sus espíritus, haciendo la misma obra.
Esta sección concluye con la frase:
Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
Pero esto es lo que dijo Isaías:
Isaías 22:12-13 RVC
12 Ese día Dios, el Señor de los ejércitos, los
convocó al llanto y al lamento, a raparse el cabello y a vestirse de cilicio;
13 pero ustedes prefirieron gozar y divertirse,
matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían: «Comamos y
bebamos, que mañana moriremos.»
El día en que el Señor trae un juicio tan grande es el día
de un gran arrepentimiento. Pero antes de ese juicio vino un llamado, como
vemos en Isaías. No lo escucharon, al contrario, aún viendo que venía el
desastre, prefirieron sumergirse más en sus placeres mundanos, por eso el Señor
no tuvo más remedio que quitarlos. Y es serio, porque también dice:
Jonás 4:11 RVC
11 ¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive, esa
gran ciudad con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir
cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda, y donde hay muchos animales?»
Dios tiene piedad de Su Creación, sin dudas, pero la
referencia a los animales aquí puede entenderse en un sentido más bien económico:
son la fuerza de trabajo que mantenía la economía de esta ciudad, en extremo
pecadora, pero que a pesar de eso era objeto del amor divino.
¿Qué vamos a hacer ahora que la “langosta” viene?
Danilo Sorti
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