Salmos 126:1-6 RVC
Cántico gradual.
1 Cuando el Señor nos haga volver a Sión, nos
parecerá estar soñando.
2 Nuestra boca se llenará de risa; nuestra
lengua rebosará de alabanzas. Entonces las naciones dirán: «¡El Señor ha hecho
grandes cosas por éstos!»
3 Sí, el Señor hará grandes cosas por
nosotros, y eso nos llenará de alegría.
4 Señor, ¡haz que volvamos de nuestra
cautividad, y que corramos libres como los arroyos del desierto!
5 ¡Haz que los que siembran con lágrimas
cosechen entre gritos de alegría!
6 ¡Que los que entre sollozos esparzan la
semilla, vuelvan alegres trayendo sus gavillas!
Este es el séptimo Salmo de la serie y el
número corresponde al don de misericordia, a su vez, indica la completitud de
un proceso divino.
En cierto sentido, hay un cambio en el tenor
de los siguientes Salmos porque la visión y el peligro de los “enemigos” disminuyen.
Siguen presentes, pero no ocupan un lugar tan central como en la mayor parte de
los anteriores. Esto nos está indicando un nivel donde el creyente ha logrado enfocar
los ojos en el Señor de tal forma que el peligro de los enemigos deja de ocupar
el centro de su atención. Para muchos, es un paso aún no realizado.
Notemos una cosa: aún “no llegó”, apenas estamos
casi en la mitad del recorrido de los 15, pero ya hay un alcance parcial, y
quizás, también para muchos, sea más que suficiente con eso. En realidad, no
pocos se quedan en cada uno de los escalones anteriores. Pero veamos con más
detalle esta etapa antes de animarnos a avanzar a las siguientes.
“Cuando el Señor nos haga volver a Sión”
Este lugar físico, como dijimos, pasó a
representar un lugar espiritual. Los creyentes entendemos que es la Iglesia, el
Cuerpo de Cristo, aunque la experiencia de siglos también nos hace comprender
que decididamente NO ES la congregación, no al menos como la hemos conocido
hasta ahora, porque Satanás ha tenido mucho éxito infiltrando a los suyos,
hasta hacerla, a veces, un lugar muy peligroso. Sión es la verdadera iglesia,
que hoy sigue entremezclada con la falsa, pero que al tiempo de escribir este
artículo, está en un acelerado proceso de purificación. Por lo pronto, “Sión”
para nosotros será aún un ámbito espiritual, el lugar de la verdadera comunión,
la “Jerusalén celestial” que todavía no ha bajado, pero a la cual podemos subir
en el Espíritu.
No tengo dudas de que así lo entendieron
también los israelitas en el tiempo del Mesías, porque la verdadera Sión, la
Jerusalén soñada, había sido cooptada por los corruptos religiosos de su época
y distaba muchísimo de los Salmos que cantaban camino a ella.
“nos parecerá estar soñando.”
Aquí está la maravilla y el peligro de este
lugar: a comparación de todo lo que el fiel ha vivido anteriormente, esto es
como un sueño… ¡pero no llegamos aún! Digamos que habremos llegado “a las
puertas” de Sión.
A comparación de los peligros y amenazas del
camino, será como un sueño. El desafío por venir será superar ese sueño.
“Nuestra boca se llenará de risa”
Una cosa es tener gozo, eso es un fruto del
Espíritu y podemos tenerlo aún en medio de las más difíciles circunstancias. Otra
cosa es reír, eso implica una situación externa diferente. Muchas veces la risa
falta en el camino cristiano: puede haber esfuerzo, esperanza, tranquila confianza,
y eso es mucho, pero no risa. Sin embargo, hay una etapa en donde la risa
abunda, porque estamos ya en el lugar del gozo.
“nuestra lengua rebosará de alabanzas”
Santiago 5:13 RVC
13 ¿Hay alguien entre ustedes, que esté
afligido? Que ore a Dios. ¿Alguno de ustedes está de buen humor? Que cante
alabanzas.
No hay que fingir emociones artificiales,
simplemente cada una ocupa su lugar, aunque no podamos comprender por qué
ocurre. Hay que responder adecuadamente en vez de dar vueltas sobre el por qué
uno se siente así o asá, y cómo debería sentirse o cuán culpable es por
sentirse de tal forma… o lo que sea. No somos juzgados por nuestras emociones,
sí por nuestra respuesta a ellas. Y aquí las alabanzas son la respuesta, la
manifestación, de un espíritu alegre porque ha alcanzado un cumplimiento
largamente anhelado, el oasis en medio de un largo desierto.
“Entonces las naciones dirán: «¡El Señor ha
hecho grandes cosas por éstos!»”
Notemos que aquí aparecen las “naciones”. En
cierto sentido, “estuvieron mirando” siempre en los otros Salmos, pero no se
las menciona explícitamente como agrupación. Aquí aparecen y se ve el propósito
misionero, que no estaba para nada en el primer Salmo de la serie sino más bien
lo contrario: “¡queremos huir de allí!!!”
Notemos también que recién en este momento es
cuando el pueblo puede empezar a ser testimonio a las naciones. Ellas no van a
poder discernir la Palabra ni menos aún a este Dios que protege a Sus fieles en
medio de las dificultades, ellas verán las bendiciones cuando estén, verán que “algo
extraño” ha sucedido y que este pueblo que no debía ya ser un pueblo ha sido
salvado y reconstruido, y entonces reconocerán el poder de Dios.
Los cristianos, habiendo olvidado estas
verdades, no nos hemos preocupado por bendecir y proteger a nuestras naciones,
por lo tanto el “cristianismo”, para el resto de los pueblos, resulta solo una “religión
de pobres y atrasados” porque así ven nuestras naciones.
Ahora, tengamos en cuenta que el testimonio
de los pueblos es: «¡El Señor ha hecho grandes cosas por éstos!», no “¡Éstos
han hecho grandes cosas!” La diferencia es fundamental, no se trata de las
fastuosas construcciones salomónicas, hechas “por ellos”, se trata de milagros
nacionales, de cosas imposibles que ocurrieron por la mano de Dios.
“Sí, el Señor hará grandes cosas por
nosotros, y eso nos llenará de alegría.”
La alegría no es un tema menor:
Proverbios 17:22 RVC
22 Un corazón alegre es la mejor medicina; un
ánimo triste deprime a todo el cuerpo.
Veamos que, aunque en los Salmos anteriores podíamos
encontrar serenidad y confianza, aquí encontramos alegría. Eso repercute
directamente sobre la salud física del cuerpo. Esto es tan sobrenatural como
los milagros, de hecho, es más difícil alcanzar esta alegría que obtener un
milagro, finalmente, si vemos el ejemplo de Jesús, y el de hoy día, muchos de
los que recibieron, y reciben, milagro luego no siguen en el Camino de Salvación,
con lo que vuelven a caer en algo peor.
Ahora, notemos que esto no es “espiritual”,
aquí no se está hablando exactamente de un lugar en el cielo o de una posición
en la Jerusalén Celestial – todavía en el Cielo, se está hablando de obras
terrenales. ¡No debemos tener miedo a orar por, buscar y anunciar estas obras! ¿No
tendrá poder el Creador en hacer grandes cosas por nosotros, AÚN EN MEDIO de
estos días tan difíciles?
“Señor, ¡haz que volvamos de nuestra
cautividad, y que corramos libres como los arroyos del desierto!”
¡Pero esperen un momento! Aún no llegamos…
El salmista está viviendo en la expectación
de lo que está próximo a suceder, “ya” está viviendo allí, ya lo ve, ya lo
saluda y, en un sentido espiritual, ya ha llegado allí. Digamos que está “a un
paso”. Recordemos, todavía estamos a mitad de la serie.
“¡Haz que los que siembran con lágrimas
cosechen entre gritos de alegría!
¡Que los que entre sollozos esparzan la
semilla, vuelvan alegres trayendo sus gavillas!”
Este es uno de los pasajes más conocidos de
los Salmos, y más queridos también. No creo que haga falta repetir lo que
sabemos y entendemos ya, solamente ubicarlo en el contexto mayor del “15”, un
nuevo camino, el camino del creyente que sale del sitio de la vida natural
hasta la presencia del Señor.
En ese sentido podríamos entenderlo como la “siembra”
espiritual que se ha realizado hasta ahora, sin ver todavía el resultado,
siembra que nos ha permitido avanzar estos pasos, sin dudas, pero de la que
todavía no obtenemos una cosecha tangible. Sin embargo, ya se vislumbran las
espigas verdes, que pronto habrán de madurar.
Para concluir, retomemos lo que dijimos al
principio: como séptimo de la serie, tiene que ver con el don de misericordia,
con el hecho de ver el proceso en perspectiva, y aunque no hay aún un
cumplimiento material aquí, se tiene ya la seguridad de él, por lo que una
parte del proceso “ha concluido”.
El próximo Salmo nos lleva un paso más allá.
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
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