martes, 11 de mayo de 2021

801. Los últimos tiempos: vivir en el presente listos para el futuro

1 Corintios 7:25-33 RVC

25 En cuanto a los solteros y las solteras, no tengo un mandamiento del Señor; simplemente doy mi opinión como alguien que, por la misericordia del Señor, es digno de confianza.

26 Soy del parecer de que, ante la situación apremiante, es mejor que cada uno se quede como está.

27 ¿Estás casado? No trates de separarte. ¿Eres soltero? No busques casarte.

28 Aunque, si te casas, no pecas; y si alguna joven soltera se casa, tampoco peca. Sin embargo, los que se casan tendrán que enfrentar sufrimientos, y yo quisiera evitárselos.

29 Pero quiero decirles, hermanos, que el tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la tuviera;

30 el que llora, como si no llorara; el que se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada;

31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.

32 Yo quisiera verlos libres de preocupaciones. El soltero se preocupa de servir al Señor, y de cómo agradarlo.

33 Pero el casado se preocupa de las cosas del mundo, y de cómo agradar a su esposa.

  

Este pasaje maravilloso para estos tiempos que vivimos ha quedado la mayoría de las veces relegado al tema conflictivo de si hay que casarse o no, pero la clave de este pasaje se encuentra en la “mitad”, el versículo 29: “el tiempo se acorta”, o más literalmente, “el tiempo es corto”. Y eso nos remite a una de las características de ese “tiempo que se acorta” que menciona Pablo en el versículo 26, la “situación apremiante”, también traducida como “tiempos difíciles”, “las dificultades del tiempo presente” o “Estamos viviendo momentos difíciles”.

 Tenemos entonces una perspectiva del presente, “tiempo difícil”, y una proyección hacia un futuro que no va a ser mejor, “el tiempo se acorta” o “nos queda poco tiempo”.

 La palabra que se traduce por situación apremiante o “necesidad” es ἀναγκή, ananké, y tiene la idea de restricción, malestar, aflicción, calamidad. Es decir, una situación externa muy difícil que ya estaba presente y sólo aumentaría en un futuro cercano. Podemos suponer, conociendo la historia, que se refería a la persecución que ya se manifestaba pero que aumentaría grandemente en poco tiempo.

 Es en este contexto que Pablo pone una “restricción” al matrimonio, aunque en realidad no es ninguna ordenanza o ley, sino algo de sentido común, algo a tener en cuenta y sopesar adecuadamente.

 La palabra griega aparece 18 veces en el Nuevo Testamento, que es un número que significa esclavitud o la liberación de la esclavitud. Con el ello, el Autor nos está diciendo que es una aflicción que implica una opresión, una “esclavitud” de la que no se puede salir hasta que termine el tiempo señalado.

 En medio de esa realidad y en vistas de lo que viene en breve, la recomendación general de Pablo es la siguiente:

 29 Pero quiero decirles, hermanos, que el tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la tuviera;

30 el que llora, como si no llorara; el que se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada;

31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.

 Notemos las últimas palabras. Podemos tener algunas confusiones con esta expresión, que también puede traducirse como: “este mundo que vemos ha de terminar”, “la apariencia de este mundo es pasajera”. En griego encontramos la palabra que significa “apariencia” o “condición”. Entonces, la idea no es que el “mundo” se iba a terminar, tal como entendemos mundo nosotros, sino que el orden de cosas (“kosmos” en griego) que ellos conocían iba a terminar, evidentemente, por medio de situaciones muy difíciles. Es decir, se acercaba el fin de una era, de un arreglo de cosas, no necesariamente bueno, que ellos habían conocido y al cual se habían acostumbrado y más o menos acomodado.

 Conocemos la historia, la situación de los cristianos, mayormente esclavos o de los sectores bajos de la sociedad, no era muy buena en ese entonces, pero, a pesar de eso, podían llegar a tener un pasar aceptable. No bien, pero podían vivir y hasta cierto punto, disfrutar de cosas buenas. En este contexto, la llegada del cristianismo probablemente mejoró la vida de muchos, al brindarles una nueva familia, el apoyo económico y social de este cuerpo de creyentes además de una paz espiritual desconocida completamente por ellos (de origen idólatra todos). Su vida estaba muy lejos del ideal, pero, para muchos, había mejorado notablemente.

 Eso iba a cambiar porque pronto se levantaría una fuerte persecución, además, el sistema político del imperio romano ya estaba en crisis y se profundizaría en el porvenir, hasta la relativa paz y estabilización, por un tiempo, cuando fuera reconocido el cristianismo por Constantino.

 La recomendación de Pablo fue dada para los que se encontraban en el fin de una era a las puertas de una gran tribulación que daría origen a una nueva, un contexto similar al que enfrentamos nosotros aunque de magnitudes muy diferentes. La recomendación clave consistía en “seguir viviendo” con normalidad pero sin aferrarse a nada, ni aún a lo más querido, sabiendo que en breve podría ser quitado. De esta manera, cuando la tribulación viniera, no los dejaría sumidos en la desesperación e incredulidad, débiles y dispuestos finalmente para volver al viejo sistema de cosas, al pecado y a la condenación eterna.

 Es exactamente lo que estamos viendo hoy; antes de que el sistema de la Bestia sea implementado ya la sola amenaza de restricciones, que todavía son ilegales y anticonstitucionales, ha llevado a muchos, cristianos inclusive, a colocarse una “ponzoña de alacrán” a pesar de tantas advertencias. ¡Qué fácil le va a resultar al Anticristo! Los mismos cristianos se le están entregando voluntariamente antes de que aparezca.

 ¿A qué nos pide renunciar Pablo antes de que nos sea quitado?

 1)      el que tiene esposa debe vivir como si no la tuviera;

2)      el que llora, como si no llorara;

3)      el que se alegra, como si no se alegrara;

4)      el que compra, como si no tuviera nada;

5)      el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara

 No hay nada nuevo ni sorprendente aquí, porque ya antes Jesucristo había dicho:

 Lucas 14:26 RVC

26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.

 Pablo solamente está ampliando y aplicando una verdad fundamental expresada por el Señor.

 Entrar al camino de la Salvación implica morir, eso simboliza el bautismo. Morimos a nosotros mismos, a todo lo que somos, tenemos y amamos, y también estamos dispuestos a morir literalmente si es necesario. Pero es evidente que esta verdad tan básica ha quedado olvidada para muchos, “bien entrenados” por décadas de evangelio de la prosperidad, que ha cimentado un espíritu tremendamente egoísta dentro de amplios sectores del pueblo de Dios.

 Esta gente, que entró en la iglesia (habrá que ver si en el Reino) bajo una promesa de bendición y de un Dios amoroso que no castiga ni ejecuta juicio, y que hoy se llama a sí mismo cristiano e incluso puede ocupar lugares de liderazgo, va a manifestar lo que realmente es cuando la prueba arrecie, y muchos ya lo están haciendo. Todavía no podemos ser tan tajantes porque hay genuinos hijos de Dios, aunque rebeldes y engañados, que están siguiendo el mismo camino, pero que serán separados en breve.

 A los hijos fieles, a los que aman a Dios y no han renunciado a su humanidad por la “ponzoña de alacrán”, el Espíritu nos exhorta a “desapegarnos” de aquellas cosas que son tan cercanas al corazón:

 1)      La familia: cónyuge, hijos, los amigos más queridos y cercanos, porque algunos de ellos pueden finalmente traicionar al Señor o bien pueden ser que sean llamados a la Presencia de Dios antes que nosotros. En el primer caso, podemos ser arrastrados a la condenación por ellos, en el segundo, caer en la desesperación y ser devorados luego por el Adversario (la desesperación nos vuelve impotentes y vulnerables).

 2)      Las emociones: “llorar” aquí puede significar “llorar a gritos”, o también “lamentarse”; en todo caso, se trata de una angustia profunda y definitiva, lo que venimos diciendo: caer presa de la angustia profunda es una trampa que nos deja “servidos en bandeja” a Satanás, porque en realidad está significando un apego emocional excesivo, es decir, no haber puesto a Cristo en primer lugar. La palabra aparece 40 veces en el Nuevo Testamento y eso indica el fin de un período, especialmente de un tiempo de prueba, pero no únicamente.

 3)      Por el otro lado, “alegrarse” aquí implica algo más bien profundo, no tanto una manifestación externa sino el gozo, incluso la alegría de encontrarse con alguien o de estar en compañía de alguien amado. Tampoco a eso podemos apegarnos.

 4)      Está claro que todo lo que tenga que ver con bienes económicos es lo primero que se pierde en tiempos de crisis y es muy fácil ser atado por la promesa de lo material, aun de los más básico y necesario. Tengamos en cuenta que la expresión aquí se refiere a “ir al mercado”, no tanto a la adquisición de grandes bienes u objetos ostentosos.

 5)      Finalmente, la expresión traducida por disfrutar, que implica: usar, emplear o proveer lo necesario, engloba a todo lo que puede hacerse en este mundo material, donde hemos sido puestos y que es, obviamente, indispensable para la vida en la Tierra.

 Jesús expresó 7 cosas a las que debemos renunciar, aludiendo a las 7 partes u operaciones de Dios en Su Creación, con lo cual dijo, sencillamente, que debemos poner en segundo lugar a absolutamente todo lo que vemos y existe en esta Tierra. Pablo dice algo similar, pero utiliza 5 verbos y eso es sugestivo, dado que se relaciona con los 5 ministerios y su rol dentro del Cuerpo de Cristo. Y es que la carta habla principalmente a la Iglesia y trata de los asuntos eclesiásticos.

 Está claro lo que nos dice a nivel humano, general. Está claro que si no tomamos esta actitud YA MISMO, vamos a tropezar, sufrir innecesariamente y llegar a perdernos nosotros mismos. Está claro que muchos que se llaman cristianos no podrán entender esto.

 Notemos que Pablo no está diciendo en ningún momento que debemos DEJAR todo eso, sino que debemos vivir sabiendo que podemos perderlo. El corolario lógico es que debemos aprovecharlo bien, para la gloria del Señor, mientras lo tengamos y estar agradecidos de lo que tuvimos si lo perdemos. Este pasaje, que es profético y no simplemente histórico, fue escrito principalmente para nosotros.

 Hay, también, una dimensión para la Iglesia, que en estos tiempos se encuentra profundamente sacudida (¡por el mismo Señor!), pero sobre eso hablaremos en un próximo artículo.

 

 

Danilo Sorti

1 comentario:

  1. Muy buena aclaración del pasaje que bien puede ser controversial y/o mal interpretado.

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