Al día siguiente de esta oración Israel
seguía estando dispersa entre las naciones, la nación seguía despoblada, el
templo destruido y Jerusalén deshabitada. Nada había cambiado… en lo natural.
Pero todo había sido sacudido en lo espiritual.
Daniel 9:20-23 RVC
20 Todavía estaba yo hablando y orando, y
confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel; todavía estaba yo derramando mi
ruego ante el Señor mi Dios en favor de su santo monte,
21 y orando sin cesar, cuando hacia la hora
del sacrificio de la tarde vi que Gabriel, el hombre que antes había visto en
la visión, volaba hacia mí apresuradamente.
22 Habló conmigo, y me explicó: «Daniel, si
he salido ahora ha sido para infundirte sabiduría y entendimiento.
23 La orden fue dada en cuanto tú comenzaste
a orar, y yo he venido a explicarte todo, porque Dios te ama mucho. Así que
entiende la orden y la visión.
Los versículos que describen la oración
claramente son un resumen de algo mucho más largo. Pero Daniel no tuvo que
esperar una respuesta por un tiempo, en realidad, no tuvo que esperar nada, más
bien la respuesta interrumpió su pedido. Esto nos recuerda la imagen el Reino
venidero cuando:
Isaías 65:24 RVC
24 Antes de que me pidan ayuda, yo les
responderé; no habrán terminado de hablar cuando ya los habré escuchado.
Ése será un tiempo de cielos abiertos para
todos, cuando la respuesta será inmediata. ¡Pero Daniel ya estaba viviendo en
ese tiempo! Todos los bienes espirituales del Reino venidero están disponibles
hoy para los hijos fieles. Aunque todavía no veremos su manifestación poderosa,
los cielos pueden estar tan abiertos ahora como antes y como lo estarán
entonces.
“Todavía” dice el texto, no había terminado,
aún quedaba mucho por confesar y por rogar, ¡había sido tan grande el pecado!
Pero no fue necesario completar el “programa de oración”, digamos que el culto
de todo un día de arrepentimiento y ayuno se quedó por la mitad porque el Señor
ya había escuchado lo suficiente.
¿Tenemos que ser específicos en nuestra
oración y pedido? Sí. ¿Necesitamos ser detallados? También. Pero cuidado,
tampoco debemos exagerar; Dios es soberano para responder; nosotros hacemos la
investigación histórica, identificamos iniquidades y puntos de arrepentimiento,
exploramos los pasajes bíblicos que se aplican, pero más importante que eso es
el corazón de los que están intercediendo. Al fin y al cabo, todos los pecados
se resumen en EL PECADO que habita en el interior del hombre y todo lo que Él
necesita es encontrar el reconocimiento de “el” pecado en arrepentimiento.
Entonces, Daniel seguía orando hasta que
llegó la hora del sacrificio de la tarde, las 15:00 hs. Sacrificios no había en
ese momento porque el templo había sido destruido, pero ese horario seguía
siendo importante, fue la hora en que nuestro Señor murió, era un momento del
día establecido por Dios mismo. ¿Son importantes los “momentos”?
Creo que debemos ser prudentes aquí: la
Biblia no hace demasiado énfasis en estos “momentos” especiales del día y por
ello no deberíamos exagerar su importancia, pero tampoco los ignora, y por ello
no deberíamos dejar de prestarles atención. Como sea, en el momento cuando
ellos acostumbraban a ofrecer el sacrificio, y durante el cual seguían orando
en el exilio, vino la respuesta.
El día siguiente a esta oración todo seguía
igual desde el punto de vista humano, porque los procesos en esta Tierra tienen
sus tiempos, pero la liberación ya había sido desatada en el ámbito espiritual,
y Gabriel vino apresuradamente a traer la respuesta. Notemos bien: “La orden
fue dada en cuanto tú comenzaste a orar”; Daniel gozaba de una relación muy
especial con Dios, él era “muy amado” por el Señor. ¿Cuándo había comenzado a
orar? El texto no lo dice, evidentemente había sido algunas horas antes, creo
que podríamos pensar en la hora del sacrificio matutino, las 9:00 de la mañana,
ya que esos eran los momentos especiales del día para ellos. Como sea, hubo un
tiempo hasta que la respuesta llegara, ¿por qué? ¿Estaba congestionado el
camino desde el cielo hasta Babilonia? ¿O Gabriel no le había hecho el
mantenimiento a sus alas y estaban un poco oxidadas…?
Daniel tenía cielos abiertos sobre sí, pero
todavía había, y hay, algo allí que estorba, a veces mucho, a veces poco; el
segundo cielo. Aquí no se menciona directamente y, en todo caso, si estorbó la
llegada del mensajero fue por breve tiempo, pero en el capítulo siguiente se
menciona un hecho muy sugestivo:
Daniel 10:12-14 RVC
12 Entonces aquel
hombre me dijo: «No tengas miedo, Daniel, porque tus palabras fueron oídas
desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en
la presencia de tu Dios. Precisamente por causa de tus palabras he venido.
13 El príncipe del
reino de Persia se me enfrentó durante veintiún días, pero Miguel, que es uno
de los príncipes más importantes, vino en mi ayuda, y me quedé allí, con los
reyes de Persia.
14 Ahora he venido
para hacerte saber lo que va a sucederle a tu pueblo en los últimos días. La
visión es para esos días.»
La revelación
recibida en el capítulo 9 es breve, pero la que comienza en el capítulo 10 es
mucho más larga, por eso la lucha fue mayor.
Bueno, pero en
definitiva, ¡todavía no cambió nada! Estamos de acuerdo, vino el ángel, trajo
revelación, pero al día siguiente Israel seguía estando en el exilio… ¿Qué es
lo que le dio el Señor al profeta? ¿Qué podemos esperar cuando oramos por
nuestras naciones?
“si he salido ahora ha sido para infundirte sabiduría
y entendimiento … yo he venido a explicarte todo … Así que entiende la orden y
la visión.” La respuesta que necesitaba Daniel y que podía recibir era esta:
sabiduría, entendimiento, explicación, comprensión. El tiempo del profeta ya
estaba por cumplirse, no era algo que él vería o en lo que él participaría
directamente, pero sí tenía una función muy importante relacionada con la comunicación:
debería transmitir los diseños divinos para que Su pueblo entendiera y no fuera
tomado por sorpresa, para que pudiera ajustarse a ellos.
La oración fue respondida y la respuesta
consistió en entendimiento para saber los planes de Dios. Casi que uno pensaría
que esta de oración no era necesaria, porque el Señor solamente le revela lo
que ya estaba determinado que sucediera, no lo vemos “cambiando de opinión”
respecto del futuro de Israel (como sí ocurre, por ejemplo, con algunas oraciones
de otros profetas), pero si el pueblo no entendía los tiempos por venir, iba a
ser engañado y sufriría gran pérdida.
En realidad, Daniel recibió mucho más de lo
que pidió: no solo el entendimiento de que Israel sería liberada finalmente,
tal como lo anunció Jeremías, sino una vislumbre del fin de esta era; recibió
las palabras que necesitamos saber hoy.
La sabiduría de Daniel se perpetuó no
solamente en su pueblo, sino también en ese mundo antiguo, atravesó las
vicisitudes de los cambios de imperios y las guerras entre ellos, y siglos
después, guiaría a unos sabios para que ofrecieran valiosísimos presentes al
niño que habría de nacer y que estaba profetizado desde hacía mucho tiempo en
los primitivos zodíacos. Esos presentes le permitiría a José llevar a su familia
a Egipto escapando de la ira de Herodes y salvar la vida del niño, que se
convertiría en el Salvador de la humanidad. Así que Daniel “solamente” recibió
sabiduría…
Esta revelación del tiempo por venir es la
que permitirá al pueblo de Dios, y al remanente fiel de Israel, no ser
engañados en los tiempos que ya son inminentes, y atravesar el tiempo de los
juicios para comenzar de nuevo sobre la Tierra.
La respuesta a nuestras oraciones puede
parecer insignificante o nula en un primer momento, pero no olvidemos que la
más sencilla palabra que sale de la boca del Señor tiene más sustancia que todo
el Universo.
Danilo Sorti
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