Daniel 9:11-15 RVC
11 Todo Israel ha transgredido tu ley; se
apartó de ti para no obedecerte. ¡Por eso nos han sobrevenido la maldición y el
juramento escritos en la ley de Moisés, tu siervo, porque contra ti hemos
pecado!
12 Y tú has cumplido tus advertencias contra
nosotros, y contra los jefes que nos gobernaron y trajeron tan grande mal sobre
nosotros. ¡Nunca antes se hizo bajo el cielo lo que se ha hecho contra
Jerusalén!
13 Todo este mal nos ha sobrevenido, tal y
como está escrito en la ley de Moisés. No hemos implorado tu favor, Señor y
Dios nuestro; no nos apartamos de la maldad ni entendimos tu verdad.
14 Por eso tú, Señor, observaste nuestra
maldad y la hiciste volverse contra nosotros, porque tú, Señor y Dios nuestro,
eres justo en todo lo que haces, y nosotros no obedecimos tu voz.
15 Ahora pues, Señor y Dios nuestro, que con
gran poder sacaste de Egipto a tu pueblo y te ganaste el renombre que hoy
tienes: ¡hemos pecado, hemos actuado con impiedad!
El mundo de hoy tiene un gran “problema” con
la justicia divina, no puede tolerar a un Dios que lo discipline. No hace falta
pensar mucho para darse cuenta de que se trata del pensamiento adolescente
llevado a la “edad adulta” (digamos…). Algunos intentan racionalizar el asunto
tratando de demostrar lógicamente que un Dios de amor no puede, o no podría si
existiera, castigar tan duramente. En el fondo todos entienden que el amor,
para ser verdaderamente amor, debe ser justo, y por lo tanto, hay un momento en
que el castigo se vuelve inevitable.
Toda la oración de Daniel está en el marco de
la penitencia por la nación; es una oración “nacional”, lo cual implica que las
personas también estaban afectadas. Daniel está reconociendo que los sucesos
que afectaron a su pueblo fueron perfectamente justos, por lo que ellos debían
arrepentirse.
¡Qué difícil es hoy para las personas,
cristianos incluidos, reconocer que las cosas que nos pasan como país tienen
una causa primera y fundamental en nuestros pecados! ¡Qué fácil es echarle la
culpa a los políticos, a los poderes extranjeros, a la izquierda, al
neomarxismo cultural, al NOM! ¡Qué fácil es hacer guerra espiritual contra
principados! Pero qué difícil es empezar por reconocer la justicia del castigo
recibido.
“Todo Israel ha transgredido tu ley; se
apartó de ti para no obedecerte.” Esa es la causa, y la consecuencia fue: “Por
eso nos han sobrevenido la maldición y el juramento escritos en la ley de
Moisés”. La Ley que Dios ha establecido para las naciones ya sabemos cuál es;
cuando vemos las consecuencias que describe esa Ley es porque ha sido
transgredida.
“Todo Israel ha transgredido tu ley; se
apartó de ti para no obedecerte.” Resume lo que ha estado diciendo antes: nadie
está exento de pecado y cada uno tiene su propia parte, grande o pequeña, en el
mal total.
“Por eso nos han sobrevenido la maldición y
el juramento escritos en la ley de Moisés”. Todas las naciones tienen ya una
ley escrita en la Biblia, no importa que la crean o no, que la reconozcan
públicamente o no o siquiera que la conozcan. Las desgracias que les ocurren a
nuestras naciones no son diferentes a las que allí fueron anunciadas,
actualizadas a los tiempos modernos pero las mismas en esencia. La maldición
aquí es una imprecación pública y el juramento se refiere al compromiso asumido
por Israel en obedecer al Señor. Dios lo dijo y ellos se comprometieron, pero
rompieron el pacto, ¿les suena conocido eso? Falta de compromiso con la
palabra, está a la orden del día en nuestros países; la sociedad se lo exige a
los políticos, pero dentro de ella misma no cumplen su palabra unos con otros.
También el juicio viene por eso, cuando ya no queda ley moral ni respeto a Dios
por lo que es, al menos debe quedar un pacto, pero es claro que rápidamente se
pierde también.
“Y tú has cumplido tus advertencias contra
nosotros”. El ser humano, nosotros incluidos, fácilmente se ha burlado de Dios,
el escritor de Eclesiastés ya habló sobre el tema:
Eclesiastés 8:11 DHH
11 porque al no ejecutarse en seguida la
sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre solo piense en
hacer lo malo.
Esta “dispensación” de gracia es así,
propiamente los hombres son llamados al Reino por amor, y aunque nunca dejó de
haber juicio sobre las personas, la paciencia divina ha sido lo más “larga”
posible durante esta era. Pero siempre ha habido un límite; mientras hay un
tiempo de gracia las personas muy rápidamente se olvidan de los juicios
históricos (incluso los de la historia reciente) y terminan viviendo
descontroladamente. Eso también es, en sí mismo, una prueba de parte de Dios
para la gente de toda esta época, si estarán dispuestos a seguirle por lo que
Él es y no por temor.
Pero finalmente el juicio llega porque el
Señor no va a permitir que el hombre destruya Su Tierra ni va a permitir que
las naciones con las que Él tiene propósitos se vuelvan irredimibles. Recibir
el juicio de Dios, cuando se ha tenido la advertencia de que tal cosa podría
ocurrir, es también señal de misericordia divina.
“¡Nunca antes se hizo bajo el cielo lo que se
ha hecho contra Jerusalén!” No, las palabras de Dios no son broma. No es el
reto de un padre enojado que rápidamente se olvida del asunto. Es algo muy
serio, pero no tiene que ver con la “furia de Su enojo”; tiene que ver con el
proceso necesario para corregir a un pueblo en extremo desviado.
Notemos bien esto: cuando Dios tiene
propósitos con una nación puede someterla a un juicio terrible, peor del que
ocurriría en un país “normal”. Pero luego resulta que, “milagrosamente”, el
pueblo resurge, es prosperado y nadie se explica cómo pudo pasar eso.
Por eso, tengamos cuidado con desechar y
condenar a las naciones que están bajo juicio, incluso a la nuestra; ni tampoco
pensemos que lo terrible de la situación actual será el estado definitivo. Por
supuesto que se requiere de un proceso de arrepentimiento, pero si Dios está
permitiendo un gran juicio es porque sabe que puede haber luego una gran
conversión.
“Todo este mal nos ha sobrevenido, tal y como
está escrito en la ley de Moisés.” Esta es una de las ideas principales de la
sección; ya todo había sido anunciado. Probablemente Daniel pensara en
Deuteronomio 28 y otros pasajes paralelos, en los que detalladamente el Señor
anunciaba lo que vendría por la desobediencia. Nada que no haya sido escrito
ya, pero todo “olvidado” por la sociedad. Dios es un Dios de la historia, y uno
de los principales logros del Adversario consiste en borrar e incluso cambiar
la historia. Buena parte de las profecías para las naciones ya fueron dichas.
“No hemos implorado tu favor”, es decir que,
en medio del juicio, tampoco reconocieron su pecado ni se volvieron a Dios, no
buscaron al único que podía ayudarlos, y por eso el castigo se agravó. No
buscar a Dios en medio del castigo es grave. Tengamos en cuenta que aún cuando
una sociedad que fuera otrora creyente se desvíe y llegue a renegar
expresamente de su Creador, siempre persiste la memoria histórica; este proceso
lo estamos viendo hoy en occidente. Con sus burlas y críticas siguen
manteniendo viva la consciencia de Dios; cuando las cosas se pongan realmente
difíciles y todos sus esquemas anti Dios fallen, ¿quién más queda sino Él?
“Ateo hasta que el avión empieza a caer”, decía Facundo Cabral…
Pero cuando esto no ocurre, ya no hay más
nada que hacer con esa gente, ha sido condenada, es irredimible, y buena parte
de Israel cayó en esa situación. Notemos bien: esos no volvieron del exilio, ni
probablemente sobrevivieron a la conquista, a lo mejor terminaron perdidos
entre las naciones, habiendo perdido su identidad y su cultura.
Por eso luego dice: “no nos apartamos de la maldad
ni entendimos tu verdad.” Realmente, no lograron “entender”, que aquí tiene un
significado más profundo que simplemente “escuchar”, se trata de
“compenetrarse” con una verdad. Para algunos de nosotros resulta difícil
entender como “no entendieron”, y en este momento de mi vida casi que me he
resignado a “no entender” cómo es posible que “no entiendan”, simplemente lo
acepto, aunque en el fondo creo que no llegan a entender nunca porque,
sencillamente, no quieren. Pablo diría algo parecido siglos después:
2 Timoteo 3:7 RVC
7 que siempre están aprendiendo y nunca
pueden llegar al conocimiento de la verdad.
“Por eso tú, Señor, observaste nuestra maldad
y la hiciste volverse contra nosotros”, indica otra dimensión del juicio,
aquella que precisamente puede hacernos dudar de que se trate de un juicio
divino: hacer “volver” la maldad de las personas sobre sí mismas, permitirles
recibir las plenas consecuencias de sus actos. Pero eso también es un juicio
divino, lo que sucede es que cuando por misericordia Dios no permite que
ocurra, o al menos que se demore en el tiempo, las personas no son conscientes
de tal dilación.
“eres justo en todo lo que haces” es la
conclusión de Daniel, reconocer que el castigo recibido no tuvo absolutamente
nada de injusticia de parte de Dios. ¿Somos capaces de reconocer eso sobre
nuestras naciones, es decir, que el “ser nacional”, del cual formamos parte
inevitable, ha merecido y merece el juicio que está recibiendo?
El versículo 15 concluye esta sección de
confesión y abre las puertas a lo que viene cuando dice: “que con gran poder
sacaste de Egipto a tu pueblo y te ganaste el renombre que hoy tienes”. Daniel
apela a la historia, esa misma historia que condenaba irremediablemente a
Israel y que gritaba a los cuatro vientos la justicia de su castigo, es la que
sienta las bases de la esperanza.
Recordemos: la oración nace con una nota de
esperanza, Daniel revisó las profecías de Jeremías y llegó a la conclusión de
que el tiempo del juicio ya se había cumplido, de lo cual podemos deducir que
probablemente tuviera más de ochenta años, quizás cercano a los noventa. Daniel
había transcurrido todo ese tiempo, aunque fuera en la corte del rey y en una
posición privilegiada pero no exenta de peligros, en el exilio, en tierra
extranjera, rodeado de idolatría. Había llegado a conocer en profundidad la
historia perversa de su nación, vio con sus propios ojos el poder del Eterno,
durante décadas había orado al Señor pidiendo la restauración de Israel. Este
clamor registrado en el capítulo 9 no lo “toma por sorpresa”, probablemente era
parte de su pan diario.
Pero ahora algo había cambiado porque había
llegado el momento decisivo, y la misericordia y los hechos portentosos de Dios
en el pasado constituían la más firme seguridad de salvación. Precisamente, por
haber librado a Su pueblo de Egipto. Daniel entendió que ahora vendría un
segundo exilio, de vuelta a la Tierra Prometida.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario