lunes, 25 de noviembre de 2019

735. Aunque no vean agua, ¡caven pozos!


2 Reyes 3:10-19 RVC
10 Entonces el rey de Israel dijo: «¡Vaya! El Señor ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.»
11 Pero Josafat dijo: «¿No hay por aquí algún profeta del Señor? ¡Podríamos consultarlo por medio de él!» Uno de los oficiales del rey de Israel respondió: «Por aquí está Eliseo hijo de Safat, que era ayudante de Elías.»
12 Y Josafat dijo: «En él habrá palabra del Señor.» Y los tres reyes fueron a verlo.
13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel: «¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Anda a ver a los profetas de tu padre y de tu madre!» Pero el rey de Israel le respondió: «No, no voy a ir con ellos. El Señor nos ha reunido a nosotros tres, para entregarnos en manos de los moabitas.»
14 Eliseo dijo entonces: «Juro por el Señor de los ejércitos, en cuya presencia me encuentro, que de no ser por el respeto que le debo al rey Josafat rey de Judá, a ti ni siquiera te dirigiría la mirada.
15 Pero, bueno, ¡tráiganme un tañedor!» Y mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo,
16 quien dijo: «Así ha dicho el Señor: “Caven en este valle muchos estanques.”
17 Y el Señor también ha dicho: “Aunque ustedes no vean ningún viento, ni ninguna lluvia, este valle se llenará de agua, y beberán ustedes, y sus bestias y sus ganados.”
18 Esto, a los ojos del Señor, no es nada difícil; también va a poner a los moabitas en las manos de ustedes.
19 Y ustedes destruirán todas sus bellas ciudades fortificadas, y talarán todo árbol frondoso, cegarán todos los pozos, y sembrarán de piedras todos los campos arables.»


Hasta aquí un episodio bastante conocido: la situación era desesperante, confiaban en obtener la victoria pero estaban a las puertas de una derrota segura, con todo lo que eso significaba para sus respectivos pueblos, y nada que hacer… excepto consultar al Señor, pero tampoco eso era tan fácil.

La orden del profeta resultaba tan sorprendente como la promesa: debían cavar estanques, y no pocos, que serían llenados de agua sin tormenta ni lluvia, además, obtendrían una victoria aplastante sobre los moabitas. ¡Había que tener mucha fe para hacer y creer eso!

Dios respondió sobrenaturalmente de una manera perfectamente natural, a través de un aluvión que bajó desde Edom y llenó los estanques. Los moabitas al ver el agua piensan que es sangre y muy contentos van a saquear los despojos para caer directamente en las garras de la coalición.

La Palabra nos sorprende cada tanto con alguno de estos episodios cuando el Señor responde de manera tan dramática; no siempre ocurren, es más, no siempre les ocurren a Sus fieles, ¡incluso más!, aquí tenemos a tres reyes de los cuales solo Josafat era digno de respeto ante el profeta, y por cierto, no podemos pensar que la mayoría de los soldados involucrados en esa avanzada fuera gente piadosa o algo por el estilo, así que tampoco le ocurren únicamente a los fieles. ¡Pero suceden!

Y esto viene a colación porque hace unos días el Espíritu Santo me estaba trayendo a memoria diversas palabras traídas por Sus mensajeros en estos últimos tiempos y me exhortaba a que, por fe, estemos preparados para esas “provisiones” sobrenaturales. Más bien, para ser convocados a ocupar lugares de gestión o gobierno de manera totalmente sobrenatural; sitios a los cuales no se nos hubiera imaginado que pudiéramos acceder, o para los que no contamos con las “calificaciones” necesarias.

No es ninguna novedad que el Señor se está encargando de mover todo lo que puede ser movido. Recuerdo hace más de dos décadas atrás haber escuchado predicar insistentemente sobre eso, que Dios conmovería todo lo que pudiera ser conmovido. Hoy es ese tiempo y sin dudas que está ocurriendo. En medio de tal conmoción, y aunque no lo parezca, el Señor mismo se está encargando de establecer Sus diseños en nuestras naciones para el fin de los tiempos, a fin de recoger la última gran cosecha.

Pues bien, Dios promoverá personas, quitará otras y veremos cambios muy grandes, y, tal como se está anunciando por boca de muchos mensajeros, establecerá un buen liderazgo en nuestras naciones. Son cambios rápidos, a veces drásticos. Son tiempos de extremos, pero el Espíritu Santo se está moviendo sobre las naciones y hay una madurez distinta sobre la gente.

Son tiempos de separación, el Señor viene anunciando juicio sobre muchos que serán literalmente cortados de esta tierra en nuestras naciones, y no falta mucho. Por eso debemos esforzarnos aún más en predicarles a nuestros enemigos, los que se están levantando con furia contra el pueblo del Señor, porque no saben cuán corto es el tiempo que les queda. De hecho, si el Señor ha permitido que se vuelvan así contra Su pueblo es porque le urge que escuchen el mensaje (que de buena gana no lo harían, sino solo en el contexto de una confrontación).

Entonces, aunque nada haga suponer que puedas acceder a un puesto de autoridad, aunque te hayan cerrado las puertas y te hayan puesto de patitas en la calle, aunque en este momento todos estén hablando en contra tuya, Dios tiene preparado algo que no imaginas, por lo que vos también tenés que prepararte en fe.

No es para todos; no todos están llamados a ocupar estos cargos y no todos los llamados han sido fieles o se han capacitado como para ser ubicados allí. Lamentablemente, en el caso de estos últimos los puestos serán ocupados por hijos de las tinieblas, o en todo caso, por “cercanos”. Pero aún hay un tiempo para llenar el candelero que todavía está vacío.

Algo más:

Daniel 9:25 RVC
25 Así que debes saber y entender que, desde que se emitió la orden para restaurar y edificar a Jerusalén, y hasta que llegue el Mesías Príncipe, transcurrirán siete semanas, y sesenta y dos semanas más, y luego se volverá a reconstruir la plaza y la muralla. Serán tiempos angustiosos.

El tiempo de la “reconstrucción” será angustioso, difícil. No seremos llamados a ocupar lugares claves para traer la “edad dorada” sobre la Tierra sino para administrar los “dolores de parto” (el que tiene oídos, que oiga). Seremos llamados a tomar decisiones “imposibles” desde el punto de vista humano, precisamente para que en ellas se manifieste la sabiduría de Dios y las personas lo reconozcan. Seremos llamados a batallas perdidas desde todo punto de vista humano, es más, no me extraña que seamos colocados en diversos puestos precisamente porque ningún hijo de las tinieblas quiera estar allí ya que “humanamente” no hay nada para hacer. Son lugares y momentos que sólo caminando en fe a cada paso podremos ocupar, ¡pero Dios traerá soluciones!

Hay mucho más para hablar sobre este tema, pero con esto es suficiente. Al que esté siendo llamado, el Espíritu mismo se encargará de instruirle sobre el resto.


Danilo Sorti


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