Desde el día de las PASO hasta esta mañana (15/08/19)
había un fuerte sentimiento de opresión sobre todo el país. Puede ser difícil
de entender para los que no viven aquí, pero estos eventos políticos y
sociales, que son muy claramente espirituales y que siempre involucran pactos y
brujería del más alto nivel, se pueden sentir muy fuertemente en la nación,
todo el ambiente lo manifiesta. Esta mañana, sin embargo, el día amaneció
distinto, y ya el temor y la opresión no tenían el mismo peso. Al mediodía
escuchamos las declaraciones del gabinete presidencial indicando, entre otras
cosas, que:
·
Iban a seguir con todas sus fuerzas en carrera electoral para octubre.
·
Reconocieron que habían descuidado la clase media.
·
Reconocieron que se concentraron en las variables macroeconómicas pero
descuidaron las economías de las familias.
Por empezar, el hecho de reconocer claramente
el error cometido era el mensaje que se quería transmitir en las PASO y así fue
entendido. No tenemos muchos gobiernos en la historia que hayan sido capaces de
esto, más bien uno veía lo contrario: reforzar las decisiones e ir a la
confrontación directa.
El foco en la (difusamente definida) clase
media es novedoso: siempre fue la variable de ajuste, histórica, y nunca fue
priorizada por ninguno de los gobiernos de las últimas décadas, a no ser de
modo marginal. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, es cierto, pero al menos
empezar por aceptar un problema histórico y proponerse solucionarlo ya es un
gran avance.
Otro punto importantísimo es reconocer el
descuido de las economías domésticas pensando que el “derrame” de las variables
macroeconómicas se encargaría de ellas. Hasta ahora los sectores políticos más
liberales de la nación nunca habían entendido eso.
Seguir en carrera electoral era la demanda
velada de buena parte del electorado. El mundo se asustó con el resultado de
las PASO sin entender lo que verdaderamente significaban: una encuesta, una
oportunidad para expresar el descontento, no una elección definitiva. Dios los
puso allí con un propósito en 2015, si en el medio se desviaron, deben volver a
él y continuar.
En 2015 caminaron por los barrios de clase
media, “ganándose el corazón” de la gente. Es simbólico, por supuesto, pero
suponía un mensaje que todos podían entender: vamos a gobernar para ustedes. No
lo hicieron y esa fue la traición que el electorado castigó. Volver a eso es,
aunque todavía simbólico, volver al punto de origen. Podemos entrever un
“volver al propósito original” en todo esto.
Pero el otro dato sugestivo fue la reunión en
la que el candidato a vicepresidente, Pichetto, declarado abortista y
antiiglesia, arengó a su tropa a salir a “seducir a los votantes de Espert y
Centurión”, las dos líneas “provida” (simulada la primera y genuina la
segunda). Por supuesto nadie va a creer que de repente haya entrado en razón y
se transforme en un declarado provida, simplemente que “leyó” su historia
negativa y que al menos una parte de la sociedad (probablemente menos de la que
ellos piensan todavía) está en contra de la política que con tanta furia
buscaron impulsar el último año. Por lo tanto, es esperable que, por lo menos,
“dejen dormir” el tema durante un tiempo, que deberíamos aprovechar para
fortalecer legisladores provida y educar a la sociedad.
Esto sería nada más que un breve análisis
político si no fuera que estamos viendo a Dios obrar en medio y a través de las
circunstancias políticas y sociales. Desde el domingo a la noche la iglesia en
toda Argentina ha estado orando persistente y desesperadamente, y el Señor
comenzó a responder mucho más pronto de lo imaginado. No es momento de bajar
los brazos, el Adversario intentó un duro golpe, le costó mucho esfuerzo y tuvo
un éxito aparente, que en realidad fue el principio de su derrota, no debemos
dormirnos hasta que no sea completamente derrotado y expulsado ese sistema de
gobierno que ha destruido nuestra nación por 70 años; nos distrajimos con otras
cuestiones (importantes) y se rearmó por detrás, ahora no debemos bajar los
brazos hasta que la cabeza de la serpiente sea definitivamente cortada.
Danilo Sorti
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