domingo, 22 de septiembre de 2019

725. La oración de Daniel – VI, Dios está dispuesto a perdonar


Daniel 9:9-10 RVC
9 Pero tú, Señor y Dios nuestro, eres un Dios misericordioso, que sabe perdonar, a pesar de que nos hemos rebelado contra ti
10 y no hemos obedecido tu voz; ¡no hemos obedecido las leyes que tú, Señor y Dios nuestro, nos propusiste por medio de tus siervos los profetas.

¿Qué es lo que Dios está dispuesto a perdonar? Tengamos en cuenta que estas palabras vienen luego de 70 años de juicio sobre la tierra de Israel; “perdonar” aquí no significaba evitar el castigo, porque ya había sido desatado sobre ellos, sino retirarlo, disminuirlo. Es la misma idea que encontramos hacia el fin de los tiempos:

Mateo 24:22 RVC
22 Si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo, pero serán acortados por causa de los escogidos.

Si Israel no comenzaba a volver, desaparecía como nación. Si en los postreros tiempos, que son estos, la magnitud del juicio no es “acortada”, no quedaría más ser humano sobre la Tierra. Entonces, cuando oramos por el perdón en medio de los juicios que ya están anunciados y vienen siendo profetizados, no lo hacemos para evitarlos porque eso es imposible, sino para que la misericordia divina se manifieste en medio de ellos y sean “acortados”, disminuidos en su magnitud.

Aquí es donde muchos cristianos “tropiezan” porque siguen entendiendo el mundo en términos de “todo o nada” y no pueden ver tanto la necesidad e inevitabilidad del juicio como la posibilidad de misericordia en medio de ellos. También aquí muchos se desaniman; la visión de las desgracias por venir les resulta tan catastrófica que pierden las fuerzas para confiar en la protección y la misericordia divina en medio de ellas.

Propiamente Daniel está pidiendo en esta oración por el fin del juicio, que consistía en la pérdida de su territorio, el exilio. Israel tenía una consciencia de nación muy fuerte, que nosotros hemos perdido. Si fuera por la relativa comodidad económica y seguridad, la situación en la que vivían podía ser incluso mejor de lo que sería repoblar Israel. De hecho, no fueron tantos los que volvieron a su patria, y la cantidad de judíos dispersos que había durante el tiempo de Jesús (y hasta el día de hoy) así lo atestigua. Sinceramente, para muchos de nosotros esta oración penitencial no tendría demasiado sentido, porque no tenemos el entendimiento de la importancia de la nacionalidad según Dios. De Israel debía venir el Salvador, pero cada nación que el Señor ha pensado y creado tiene dones maravillosos que compartir con el resto del mundo.

Otro elemento de análisis que debemos notar es que la oración de Daniel tiene alrededor de 260 palabras en hebreo, en la Versión Reina Valera Contemporánea son 491 palabras, es decir, algo que puede pronunciarse en cinco minutos, más o menos. Es evidente del contexto que esta no pudo ser la oración original sino que Daniel está resumiendo algo mucho más largo, sentido y probablemente “desordenado”. Por ello, cada palabra que vemos en las frecuentes enumeraciones que aparecen en realidad está resumiendo mucho más que fue dicho.

Así que, volviendo al texto, cuando el profeta comienza esta sección reconociendo la capacidad de Dios para tener misericordia y perdonar, lo está haciendo sobre una serie de hechos concretos, retomando lo que vimos en los versículos 5 y 6. Esto es:

·         “nos hemos rebelado contra ti”, es decir, una acción consciente de ir en contra de las leyes y propósitos divinos.
·         “no hemos obedecido tu voz”, implica haber escuchado y luego desechado.
·         “no hemos obedecido las leyes que tú, Señor y Dios nuestro”, la palabra “nuestro” aquí resulta importante porque no se trata de un dios ajeno o “nuevo”, sino del Dios de sus antepasados, el que los formó como nación, el que intervino en la historia, el que tuvo cuidado de ellos.
·         “nos propusiste por medio de tus siervos los profetas.”, aquí tenemos a las leyes “actualizadas”, ya no como fueron dichas siglos antes, sino traídas al aquí y ahora de Israel, de tal forma que pudiera entenderlas muy fácilmente, además de que se referían a su realidad concreta del tiempo en que fueron dichas.

No es difícil imaginar cómo Daniel recordaba hechos específicos de la historia nacional, del pueblo, de sus reyes, de sus sacerdotes. Hay que tener en cuenta que no solamente venía de una familia noble, sino que había estado ya durante décadas en el gobierno del imperio, por lo que tuvo acceso no solo a la historia reciente del mismo sino también a la historia de todos los pueblos conquistados, y desde diversos puntos de vista. Esta oración que se resume en algunos párrafos contuvo en su formulación original mucha historia, mucho de qué arrepentirse, pero también, sobre eso mismo, mucho sobre lo cual aplicar la misericordia divina.

Daniel solo podía verlo hacia el futuro, pero nosotros tenemos hoy la realidad de Cristo, quien llevó sobre sí todos los pecados, no solo los “individuales”, de cada persona, sino de todas las naciones. No es un futuro medio nebuloso como era para Israel, es una realidad viva. Por eso, con confianza, podemos aplicar la misericordia demostrada en Cristo para que el juicio sobre nuestras naciones sea disminuido.


Danilo Sorti


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