domingo, 30 de septiembre de 2018

579. De Gálatas a Efesios: de la religión a la comunión – VII, el pueblo de Dios y las misiones


Isaías 49:6 RVC
6 y ha dicho: «Muy poca cosa es para mí que tú seas mi siervo, y que levantes las tribus de Jacob y restaures al remanente de Israel. Te he puesto también como luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta los confines de la tierra.»


Las misiones es uno de los ejes temáticos que discurren toda la Biblia, no porque necesariamente el Pueblo de Dios las haya hecho voluntariamente (ni en tiempos bíblicos ni en la historia más reciente), sino porque siempre ha sido el propósito de Dios.

Israel fue constituida como nación misionera, pero pocas veces lo hizo de buena gana. Exiliada en Babilonia, una vez pasados los primeros tiempos de aturdimiento, reflexionó sobre su rol y se dio cuenta del tesoro que había recibido y despreciado durante tantos siglos, y allí estuvo preparada para recibir nuevamente la visión misionera… bueno, no sé si todos, pero algunos sí.

En un artículo anterior aplicamos las promesas del Siervo a nosotros como cristianos, ¿será válido?

Hechos 26:23 RVC
23 Por ejemplo, que el Cristo tenía que padecer, y que sería el primero en resucitar de los muertos, para anunciar la luz al pueblo de Israel y a las naciones.»

Aquí Pablo hace una clara alusión al pasaje de Isaías aplicado a Cristo.

Lucas 2:30-32 RVC
30 Mis ojos han visto ya tu salvación,
31 que has preparado a la vista de todos los pueblos:
32 luz reveladora para las naciones, y gloria para tu pueblo Israel.»

Simeón tenía en mente esta profecía cuando vio al bebé en el Templo.

Hechos 13:47 RVC
47 Ésa es la orden que el Señor nos dio, cuando dijo: »“Te he puesto como luz para las naciones, para que lleves salvación hasta los confines de la tierra.”»

Y Pablo la pudo aplicar a él y su grupo misionero. El mismo mandato se transmitió a todos los seguidores de Cristo. El principio básico es que participamos de la misma naturaleza de Cristo en todo.

Isaías 49:7 RVC
7 Así ha dicho el Señor, el Santo Redentor de Israel, al que es menospreciado, al que es odiado por las naciones, al siervo de los gobernantes: «Los reyes y los príncipes te verán y se levantarán, y se inclinarán ante el Señor, porque el Santo de Israel, que te ha escogido, es fiel.»

Resulta claro que este pasaje se aplicó en un primer momento a la nación de Israel, pero extrañamente también al Mesías por venir; ellos no podían entender claramente Sus sufrimientos y el desprecio que recibiría durante dos milenios en el mundo, aunque sí podían entender perfectamente el tiempo del Reino venidero, que a tantos cristianos hoy se les dificulta.

Y es claro que lo mismo se ha aplicado a nosotros, menospreciados y odiados, siendo participantes de Su misma naturaleza. Nada de qué extrañarse, nada nuevo; todo había sido ya anunciado.

Isaías 49:8 RVC
8 Así ha dicho el Señor: «En el momento favorable te responderé; en el día de salvación te ayudaré. Yo te protegeré, y tú representarás mi pacto con el pueblo, para que restaures la tierra y heredes las propiedades asoladas;

Por eso es que tenemos también esta promesa de protección. Notemos: “en el momento favorable”. Otra versión lo traduce así:

Isaías 49:8 DHH
8 El Señor dice:
el momento de mostrar mi bondad, y te respondí;
llegó el día de la salvación, y te ayudé.
Yo te protegí
para establecer por ti mi alianza con el pueblo,
para reconstruir el país,
para hacer que tomen posesión de las tierras arrasadas,

La idea más básica que podemos sacar aquí es que hay un tiempo para la intervención divina, tiempo que, obviamente, depende de diversos factores que Dios sabe perfectamente y nosotros, generalmente, no. Entonces, si hay un tiempo de respuesta, hay otro tiempo de “no respuesta”. Pero el tiempo de la respuesta implica una conjunción de factores que permiten la respuesta y que la hacen efectiva y la multiplican. Y mientras tanto, somos formados en paciencia.

Bueno, no estoy diciendo nada nuevo, ¿no? Pero esto ya había sido anunciado y no debería tomarnos por sorpresa. Entender los tiempos, los fenómenos espirituales, sociales, políticos, económicos, ambientales, tecnológicos, etcétera, unido a la palabra profética específica, nos puede dar pistas de cuándo son esos tiempos. Pero en el mientras tanto dice: “yo te protegí”, es decir, protegidos en medio de los juicios y las dificultades.

Proféticamente, estos protegidos no son los arrebatados antes de la tribulación, sino los que transitan los juicios, porque exactamente ellos son los que reconstruirán y tomarán posesión de tierras claramente arrasadas.

Así son los planes del Señor, y hay más….


Danilo Sorti




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