Algunos días antes de escribir este artículo
tuve un par de entredichos en una página de Facebook destinada, supuestamente,
a la filología y la exégesis bíblica. Claro, ¡yo estaba equivocado!, y no lo
digo irónicamente; estaba equivocado porque pensaba que se trataba de una
página cristiana… En realidad se trataba de discusiones académicas, vale
reconocer, pero basadas en el estudio de la Biblia como libro meramente humano,
dejando de lado cualquier interpretación espiritual, desde el punto de vista de
Dios o mucho menos que acepte la inspiración del Espíritu Santo en la
confección de las Escrituras. Es más, los escritores expresaron su fastidio
hacia “estos creyentes fanáticos que usan la página para evangelizar” y
reclamaron a los administradores que los tales fueran bloqueados.
Bueno, más allá de lo anecdótico que resulta
eso a esta altura de la historia de la rebelión del ser humano, me sirvió para
reflexionar en algunas “piedras de tropiezo” para los estudiantes de la Biblia,
para aquellos que desean profundizar en ella y mucho más para unos cuántos
teólogos expertos.
a) La seducción del intelectualismo
No hay ejemplo más paradigmático en la Biblia
y en la historia que Salomón, tanta sabiduría ¿para qué? Terminó en la locura
de la idolatría.
Hermanos, seamos claros, la idolatría y
cualquier estructura de pensamiento que niegue a Dios es errada, por más
títulos académicos que acumule el tal, y por más inteligencia que tenga en
determinados campos del conocimiento, tiene errores fundamentales. No es solo
“no creer”, implica también literalmente errores en la estructura de
pensamiento. El tema es largo y sé que a muchos les puede parecer extraño lo
que digo, no lo voy a profundizar aquí, pero es algo que vengo analizando en
los últimos tiempos y cada vez me convenzo más de ellos.
De todas formas, con o sin análisis, la
palabra es clara:
Romanos 1:18-22 RVC
18 La ira de Dios se revela desde el cielo
contra toda impiedad y maldad de quienes injustamente retienen la verdad.
19 Para ellos, lo que de Dios se puede conocer
es evidente, pues Dios se lo reveló;
20 porque lo invisible de Dios, es decir, su
eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la
creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa.
21 Pues a pesar de haber conocido a Dios, no
lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en
sus razonamientos, y su necio corazón se llenó de oscuridad.
22 Aunque afirmaban que eran sabios, se
hicieron necios,
1 Corintios 1:21-22 RVC
21 Porque Dios no permitió que el mundo lo
conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la
locura de la predicación.
22 Los judíos piden señales, y los griegos
van tras la sabiduría,
La sabiduría “del mundo” no puede conocer a
Dios, aunque esto no se refiere a la ciencia como ciencia en sí, ni a la
filosofía como tal, o a los estudios históricos, o cualquiera sea el campo de
conocimiento humano; se refiere al principio “del mundo” que los permea y les da
su color. De hecho, cualquier campo de conocimiento humano es en definitiva una
partecita de Dios mismo y es necesario redimirlo. Aún más: un corazón sincero,
partiendo de cualquiera de los campos del conocimiento humano, inevitablemente
llegará a recibir el testimonio de Dios a través de él.
El asunto es que ese “amor al conocimiento”,
que precisamente es amor AL CONOCIMIENTO pero no al DADOR de ese conocimiento
es la puerta (portón) abierta a los espíritus de error y engaño. El estudiante
de la Biblia que se acerca a la exégesis, o a la historia, o a la filología con
más amor al conocimiento que al Dador de ese conocimiento, ya le abrió las
puertas a los espíritus de incredulidad y duda, que infectan todo conocimiento
humano.
En esencia, es la misma tentación del Huerto:
el árbol del conocimiento independiente de Dios versus el árbol de la vida (que
es mucho más que conocimiento pero lo incluye) dependiente de Él.
b) El espíritu griego
Daniel 10:20-21 RVC
20 Y me dijo: «¿Sabes por qué he venido a
verte? Pues porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de
Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.
21 Aparte de Miguel, el príncipe de ustedes,
nadie me ayuda contra ellos. Pero yo voy a revelarte lo que está escrito en el
libro de la verdad.
El príncipe de Persia pasó, pero no leemos en
ningún lado que haya pasado el de Grecia, y la verdad es que no necesitamos
esta revelación bíblica para darnos cuenta de que está cada vez más vivito y
coleando porque lo vemos en toda nuestra civilización.
Dios usó la cultura griega para esa síntesis
de las Buenas Nuevas, al igual que la romana, pero el espíritu griego,
llamémoslo Zeus que representaba a su principal deidad, se infiltró en la
iglesia y la sociedad a lo largo de todo este tiempo.
Bueno, el hecho es que toda nuestra
estructura científica y del conocimiento en sí está influida por este espíritu
y los que están con él, y esos mismos infectan al estudiante bíblico que se
acerca con mucho amor a la sabiduría pero no tanto al Sabio de la eternidad.
c) El progresismo contraataca
Lo que llamamos progresismo hoy es la versión
moderna del viejo marxismo, cuyo fundamento es el ateísmo y la oposición contra
todo valor bíblico. Pero como ha logrado camuflarse tan bien, y se adhirió a
algunos principios “cristianos” que otras vertientes políticas descuidaron, no
son pocos los cristianos que están de alguna manera seducidos por él.
El progresismo domina en determinados
ambientes académicos, especialmente en todos los de las ciencias sociales y
humanas. De hecho, es difícil permanecer en esos ambientes si no lo reconocen a
uno como, aunque sea, un poco progresista.
Ahora bien, el espíritu del progresismo es
claramente la incredulidad y el rechazo de Dios. Cuando ese espíritu se infiltra
a través de los ámbitos académicos en el estudio de la Biblia o de los idiomas,
cultura e historia de la época, termina contagiando con su incredulidad al
estudiante sincero, pero que ama más la sabiduría que a Dios.
d) “Desconocer” la posición ideológica de partida
Esta cuestión es un poco más técnica, tiene
que ver con el campo de la epistemología: todos partimos de una determinada
posición ideológica, marco conceptual, pre conceptos de partida. Lo correcto es
hacer eso explícito al principio de cualquier análisis. Pero la “crítica
bíblica” asume posiciones que considera “la verdad” y por lo tanto no las hace
explícitas, claramente, el hecho de que la historia bíblica puede explicarse
sin Dios.
No hay otro ámbito del conocimiento humano en
el que creer o no en Dios brinde resultados tan disímiles como el del estudio
bíblico, es obvio. Con todo, los incrédulos que estudian la Biblia pueden
aportar algunos datos interesantes, que deberán ser analizados bajo la luz del
Espíritu, claro. Pero al menos deberían ser lo suficientemente honestos
intelectualmente para aceptar su punto de partida y reconocer que otro puede
brindar conclusiones distintas. Difícil de lograrlo… al menos, no seamos
engañados.
e) Falta de vivencia
Juan 7:17 RVC
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios,
sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
Hebreos 11:3 RVC
3 Por la fe entendemos que Dios creó el
universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de
lo que no se veía.
2 Corintios 1:9 DHH
9 Nos sentíamos como condenados a muerte.
Pero esto sirvió para enseñarnos a no confiar en nosotros mismos, sino en Dios,
que resucita a los muertos.
Supongamos que un cirujano aprendiera a
operar por medio de los libros, y nosotros fuéramos su primera operación en
vivo… ¿de verdad quisiéramos estar allí? Podríamos decir que prácticamente no
hay conocimiento que de verdad de aprehenda si no lo vivenciamos, si no hacemos
alguna “operación” con él. Aún las matemáticas, que resulta una disciplina
totalmente abstracta, requiere que el estudiante trabaje con los números,
operaciones y procedimientos. ¡Cuánto más algo tan vivencial como la Palabra de
Dios!
Lo cierto es que la más profunda exégesis no
reemplaza a la vivencia con el Espíritu para entender la Palabra, y por eso no
suele resultar mucho más instructiva la enseñanza de alguien que vivió la
experiencia con Cristo que un compendio de teología. Claro que la vivencia
puede parecer mucho más humilde que las muchas letras, pero es mucho más poderosa.
f) Falta de Espíritu
Juan 16:13 DHH
13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, él
los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá
todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder.
1 Juan 2:27 DHH
27 Pero ustedes tienen el Espíritu Santo con
el que Jesucristo los ha consagrado, y no necesitan que nadie les enseñe,
porque el Espíritu que él les ha dado los instruye acerca de todas las cosas, y
sus enseñanzas son verdad y no mentira. Permanezcan unidos a Cristo, conforme a
lo que el Espíritu les ha enseñado.
Bueno, lo espiritual no puede entenderse sin
el Espíritu, y cualquier estudio bíblico carente del Espíritu en el mejor de
los casos podrá brindarnos solo el marco de las enseñanzas espirituales, y en
el peor, desviarnos seriamente.
g) Tan cerca y tan lejos
Juan 18:38 RVC
38 Le dijo Pilato: «¿Y qué es la verdad?» Y
dicho esto, salió otra vez a decirles a los judíos: «Yo no hallo en él ningún
delito.
Pilato tenía la Verdad enfrente y no la
reconoció, pero no seamos demasiado duros con él, a la mayoría de los hombres
les ha pasado lo mismo. Los que se acercan a la Biblia como un libro humano, o
al menos, limitando seriamente la explicación espiritual, no solamente están
tan cerca y tan lejos, sino también constituyen un arma muy precisa de Satanás
para contaminar a muchos.
Hablan sobre la Biblia, conocen mucho de la
“periferia” de la Biblia: historia, idiomas, geografía, costumbres,
comentarios; y con esas herramientas llegan al texto bíblico y logran escribir
mucho con muchas palabras muy complejas, con lo cual terminan engañando a unos
cuantos estudiantes sinceros y lo suficientemente inteligentes y capaces como
para leer y entender los tales libros.
Así, buena parte de nuestra gente que ha
recibido dones para entender y exponer las profundas verdades bíblicas termina
cayendo en la incredulidad y el error, transmitiendo eso mismo a otros tantos,
o bien, alejando del estudio bíblico sincero y productivo a los que se dan
cuenta de la sequedad espiritual que transmiten.
Ahora bien, no es incorrecto utilizar otras
herramientas para el estudio bíblico, pero debemos ponerlas en la perspectiva
adecuada y siempre en un segundo plano detrás del Espíritu, además de cuidarnos
de no ser infectados por los espíritus inmundos que impregnan esos estudios. De
allí que no en cualquier momento estemos preparados para leer esos materiales,
y en verdad, pocas veces nos sirvan para vivir la vida que agrada a Dios.
Notemos que en el Huerto no había dos árboles
del conocimiento, uno según Dios y otro según el hombre, sino un árbol del
conocimiento y un árbol de la Vida: Dios nos llama a vivir, a creerle y
obedecerle, a amarle, y luego, como consecuencia, a entender las verdades más
profundas muy fácilmente. En ese orden, no al revés.
Danilo Sorti
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