Miqueas 3:1-3 RVC
1 Yo dije entonces: Escuchen ahora, príncipes
de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿Acaso no les toca a ustedes saber lo
que es justo?
2 Ustedes aborrecen lo bueno y aman lo malo;
le arrancan a mi pueblo la piel y la carne, hasta dejarlo en los huesos.
3 Sí, se comen la carne de mi pueblo y le
arrancan la piel, le rompen los huesos y los descuartizan, como cuando se echa
la carne en la olla y se pone en el caldero.
Esta mañana pude leer un comentario de Jorge
Márquez en El Evangélico Digital (“El mundo, el G20 y los cristianos”), del
cual rescato una cita:
“Sin ánimo de ofender a los estadistas
reunidos en el G20. Allí en Argentina están reunidos los responsables del
hambre, la pobreza, las guerras y las enfermedades del mundo. Algunos son de
derecha, otros de izquierda, pero todos, responsables. Seguimos esperando al
DESEADO DE TODAS LA NACIONES, JESUCRISTO. PRÍNCIPE DE PAZ”.
Una larga reflexión nos ameritaría el asunto
de si realmente pueden hacer otra cosa y hasta dónde son responsables. En un
artículo anterior escribí la idea que me comentó mi amigo Oscar Godoy de que
los dedos de la estatua que viera Nabucodonosor, representando a todos los
imperios y poderes políticos del mundo y de todos los tiempos, tenía,
precisamente, 20 dedos, ¿no siguen ya un guión más o menos pautado? Pero eso no
les quita responsabilidad.
¿No deben saber lo que es justo todos los que
están en el poder? Pero, ¿cómo oraremos nosotros por ellos si nosotros mismos
no aplicamos justicia en nuestro pequeño espacio de poder? Para tener autoridad
espiritual en un asunto, debemos aplicar justicia en ese mismo asunto.
Dios espera que el que llegue al poder sepa
lo que es justo, no se puede llegar allí de otra manera y si estamos aspirando
a cualquier posición de autoridad, no basta con que nos enfoquemos en lo que
dice I Timoteo y Tito respecto de las cualidades morales que debe tener el
líder; en realidad, dentro de esas cualidades ya se incluía. ¿Cómo formamos a
nuestros líderes y cómo nos formamos nosotros como líderes? ¿Sólo en las
habilidades de liderazgo? No está mal, pero diríamos que es secundario.
La realidad que estaba viendo el profeta
Miqueas era exactamente lo contrario a lo esperado: una opresión que
literalmente se comparaba con el descuartizamiento de un animal para cocinarlo
y comérselo. Cualquier parecido con la actualidad… no es pura coincidencia.
Tanto en ese entonces como hoy se justifican esas acciones con muchos “buenos”
razonamientos, la diferencia es que hoy son más sofisticados y acompañados de
lindos cuadros, esquemas y análisis de matemática financiera.
Miqueas 3:4 RVC
4 Pero cuando clamen al Señor, él no les
responderá; más bien, en ese momento les volverá la espalda por todo el mal que
han hecho.
Pero sistemáticamente los poderosos olvidan
que el tiempo de la angustia llega para todos… bueno, todos los hombres suelen
olvidar eso. Por la misericordia de Dios, en esta reunión del G20 que acaba de
ocurrir en Buenos Aires, mandó un terremoto, y luego disturbios en París y la
muerte de G. Bush padre, como para recordarles Quien es el que realmente sigue
al control. Esperemos que alguno pueda entender.
Lo cierto es que aún para los más poderosos,
a los que en determinado momento se les da un espacio y tiempo de autoridad,
les está reservado un momento de angustia. Pero no critiquemos tanto a “los
poderosos”, he visto que la mayoría de los seres humanos se olvidan de eso.
Miqueas 3:5-7 RVC
5 «Así ha dicho el Señor acerca de los
profetas que hacen errar a mi pueblo, esos que hablan de paz cuando se les da
de comer, pero que declaran la guerra cuando no se les da nada:
6 La profecía se les volverá noche, y sus
adivinanzas se les volverán oscuridad. Sobre esos profetas se pondrá el sol, y
el día se les volverá tinieblas.
7 ¡Esos profetas quedarán avergonzados! ¡Esos
adivinos quedarán confundidos! ¡Se quedarán con la boca cerrada, porque no
tendrán respuesta de Dios!
Precisamente por los tiempos difíciles en que
vivimos hay un resurgir del movimiento profético. Eso ha sido motivado por el
Espíritu, pero a los profetas les corresponde la misma exhortación. No tienen
ellos el poder de declarar la guerra o imponer tributos, pero sus palabras
pueden ser igualmente perniciosas. Y cuando hablamos de profetas también
podemos pensar en tantos científicos y profesionales que, con su conocimiento,
deben instruir a las sociedades y a los decisores acerca de lo que hay que
hacer: ¿hay temor de Dios en sus recomendaciones?
Para ellos también está reservado el momento
de la angustia y el fracaso.
Miqueas 3:8 RVC
8 En cambio, yo estoy lleno del poder del
espíritu del Señor; lleno de justicia y de fuerza, para denunciar la rebelión
de Jacob y el pecado de Israel.
El verdadero profeta del Señor, en estos
tiempos difíciles, no tiene un mensaje agradable, y por eso no resulta muy
popular. Pero a eso se nos llamó. Tampoco el científico y el profesional según
el corazón de Dios tiene un mensaje agradable: hay que anunciar las cosas como
son y mostrar lo que se está haciendo mal. Tampoco a ellos les va muy bien.
Miqueas 3:9-12 RVC
9 »Escuchen ahora esto, jefes de la casa de
Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que aborrecen la justicia y pervierten
todo lo recto;
10 que edifican a Sión con sangre, y a
Jerusalén con injusticia.
11 Sus jefes dictan sentencia a cambio del
soborno; sus sacerdotes cobran por impartir sus enseñanzas, y sus profetas
adivinan a cambio de dinero, y se apoyan en el Señor cuando dicen: “¿No es
verdad que el Señor está entre nosotros? ¡Ningún mal nos sobrevendrá!”
12 Por eso, por culpa de ustedes Sión será
arada como un campo, Jerusalén vendrá a ser un montón de ruinas, y el monte del
templo quedará hecho un matorral.»
El juicio viene y ese juicio traerá
destrucción sobre el pueblo que ellos lideran, a pesar de que falsamente están
convencidos de que “¡Ningún mal nos sobrevendrá!”. Con toda su ciencia, sus
refugios secretos, sus depósitos de provisiones, sus armas y sus tratados
piensan estar seguros en medio de los juicios que vendrán y que ellos saben muy
bien. Pero nosotros sabemos que solo hay UN refugio seguro, que es el Señor.
Miqueas 4:1-4 RVC
1 En los últimos días el monte de la casa del
Señor será confirmado como cabeza de los montes y exaltado por encima de las
colinas, y a él acudirán los pueblos.
2 Muchas naciones vendrán, y dirán: «¡Vengan,
subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus
caminos, y nosotros iremos por sus sendas.» Porque la enseñanza saldrá de Sión;
de Jerusalén saldrá la palabra del Señor.
3 Y el Señor juzgará entre muchos pueblos, y
corregirá a naciones poderosas y lejanas; y éstas convertirán sus espadas en
azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación volverá a levantar la espada
contra otra nación, ni se entrenarán más para hacer la guerra.
4 Cada uno se sentará bajo su vid y a la
sombra de su higuera, y no habrá nadie que pueda amedrentarlos. Esto lo ha
declarado la boca del Señor de los ejércitos.
Proféticamente Miqueas vio estos tiempos, a
pesar de que escribió ocho siglos antes de Cristo. Contemporáneo con Isaías,
tuvo en cierto sentido una perspectiva futura similar; este vislumbró el reino
Mesiánico venidero con mucho detalle y el tiempo previos, de los juicios
preparatorios. Miqueas nos muestra aquí el tiempo previo con su degradación en
el liderazgo y el ministerio profético. Pero nosotros tenemos la esperanza de
una nueva Tierra, en donde finalmente habrá paz y todas las naciones tendrán un
solo liderazgo, no el falso del Anticristo, sino el del verdadero Cristo.
Todos los sistemas políticos han usado esta
esperanza mesiánica como “norte director” de sus propuestas, y todos han
terminado engañando a la gente. Todos los hombres y mujeres, niños, jóvenes,
adultos y ancianos, sobre esta Tierra esperan ese tiempo, pocos saben cuál es
el verdadero camino. Mientras llega ese tiempo, mostrémosles que no se trata de
alianzas ni acuerdos políticos, ni de ciencia o megaproyectos tecnológicos; se
trata de la cruz de Cristo.
Danilo Sorti
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