viernes, 14 de diciembre de 2018

654. ¿Qué modelo de liderazgo?


Mateo 16:18 RVC
18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.

Cuando Jesús habló de “iglesia” ya dijo mucho. Dos mil años después a nosotros se nos pierden unas cuantas cosas, porque la palabra “iglesia” ha adquirido otros significados distintos a los que tuvo originalmente, y dentro de ese conjunto amplio y muchas veces contradictorio de sentidos se nos han perdido unas cuantas cosas, entre ellas, el modelo de liderazgo de la iglesia.

En otra oportunidad hablé acerca de la etimología de “iglesia” y de cómo aludía a una organización bien conocida en el mundo griego, la asamblea de los ciudadanos griegos, en el hebreo, la sinagoga e incluso en el romano, una asamblea de ciudadanos similar a la griega, bajo sus propias leyes. Todas esas asambleas funcionaban bajo una ley, tenían restricciones para entrar y participar, y todas admitían un funcionamiento democrático, aunque con un liderazgo. ¿Por qué, entonces, la iglesia adquirió una estructura verticalista tantas veces opresiva?

Por diversas razones muy propias de la naturaleza humana. Pero ha habido marchas y contramarchas en ese sentido, y comunidades más pequeñas o no tanto intentaron gobiernos más democráticos, que también terminaron fallando, generando nuevas estructuras piramidales. El culto a los apóstoles, patriarcas, obispos, “paters” o, lo más reciente, “querubines”, demuestra como las estructuras piramidales se re-crean fácilmente.

Preguntar: ¿Cuál es el modelo de liderazgo?, termina siendo un error porque no hay “un” modelo. La palabra que usamos, “iglesia” debería darnos una base democrática con limitaciones: no todos podían participar, sólo los que cumplían los requisitos. El modelo de Jesús es bien claro: empieza llamando a Sus discípulos y pidiéndoles que lo acompañaran para ir delegando progresivamente más responsabilidades en ellos hasta que finalmente se va y los deja a cargo. Muchos de los pastores que conozco jamás podrían llegar a tal nivel de delegación.

Lo mismo vemos en Pablo: formaba una comunidad y luego se iba. Podía volver y nombrar autoridades de entre ellos, podía enviar gente de su equipo apostólico para que liderara por un tiempo o cumpliera una función. Se esperaba que los hermanos crecieran y asumieran más responsabilidades.

La democracia al estilo político no funciona en la iglesia porque hace falta nivel de madurez espiritual, al que no todos llegan, o no al mismo tiempo, por lo que no pueden todos decidir todo. Sin embargo, todos tienen algún ámbito de decisión y autoridad que debe ser respetado, y acrecentado a medida que crecen en autoridad espiritual (¡no en vejez dentro de la organización!). Esto también es raro; buena parte del liderazgo que conozco sencillamente avasalla la autoridad de los hermanos sin siquiera darse cuenta de ello, es algo instalado en la mayoría de las iglesias.

Aunque sea pequeña, a cada uno se le ha dado esa porción de autoridad, por Dios, no por la iglesia, que no tiene nada para dar y por lo tanto tampoco puede darlo (es claro…), simplemente reconocer y confirmar lo que Dios ya ha establecido. Y esa porción de autoridad debe ser respetada, a menos que circunstancias excepcionales (normalmente pecado de la persona) requieran lo contrario.

Pero a medida que los hermanos crecen en la fe (en cualquier iglesia o grupo sano ocurrirá tal cosa, y si no ocurre, bueno, yo consideraría seriamente la posibilidad de irme de allí) se puede hacer realidad el mandato de “someternos los unos a los otros”, la autoridad de los hermanos más crecidos se reconoce y puede llegar un momento en que se establezca una estructura mucho más horizontal en el liderazgo, entre los hermanos crecidos.

Nuestra tradición latina es bien verticalista, y lo mismo repetimos en la iglesia. Está de más decir que es algo que el Espíritu debe cambiar, pero tenemos muchos acostumbrados a la autoridad a los que amenaza cualquier ascenso de otro. También está de más decir que eso es pecado.

Cuando el verdadero modelo de liderazgo de la iglesia es restaurado, ni una democracia política ni una estructura vertical y autoritaria (que erróneamente algunos llaman “teocracia”, sin definir nunca que quiere decir exactamente esa palabra), entonces el odre se vuelve adecuado para que el Vino Nuevo se derrame.


Danilo Sorti





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