Éxodo 20:12 RVC
12 »Honrarás a tu padre y a tu madre, para
que tu vida se alargue en la tierra que yo, el Señor tu Dios, te doy.
Marcos 7:10 RVC
10 Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a
tu madre”, y también: “El que maldiga al padre o a la madre, morirá
irremisiblemente.”
Efesios 6:2 RVC
2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el
primer mandamiento con promesa;
Siempre pensé que el problema con honrar a
los padres era muy propio de estas últimas generaciones occidentales, pero por
lo visto no; Dios tiene que repetirlo a Israel cuando la está constituyendo
como nación, varias veces a lo largo de su historia, en los tiempos de Jesús y
al mundo pagano de aquel entonces… y así sucesivamente.
Hay un problema serio con el significado de
la palabra “honra” y confieso que yo tuve bastantes problemas con eso. A mis
padres biológicos les debo mucho, pero ellos no eran cristianos cuando me
convertí y me “hicieron la guerra” durante años, así que resultó difícil
establecer una adecuada relación. Propiamente no tuve muchos “padres espirituales”
que fungieran como tales, hay, sí, muchos a los que les encanta usar ese
título, pero muy pocos que lo merezcan. Digamos que buena parte del liderazgo
espiritual que me tocó, o bien no pudo “entenderme” (convengamos que eso no es
tan fácil…), o no tuvo mucho interés por mí o incluso les resulté una molestia.
Así que, en general, no tengo muchas figuras de autoridad espiritual para
identificarme. Y no hace falta hablar del liderazgo social de nuestras naciones
porque se esfuerzan diligentemente por ser uno peor que el otro.
Todo esto ha tenido una faceta muy positiva:
mi fe ha dependido siempre del Señor y de Su Palabra y no de un hombre, y
cuando veo los desastres que han dejado unos cuantos líderes cristianos de
estos tiempos, no lo lamento. Pero, hay que reconocerlo, el problema de la
“honra a los padres” seguía siendo… un problema.
Por otra parte, cuando se predicaba o
enseñaba el tema de la honra siempre tenía impregnado un fuerte espíritu de
control y dominio: en dichos mensajes “honrar” era equivalente a obedecer,
someterse y aguantarse lo que fuera que la autoridad dijera. Por supuesto, eso
no tiene nada que ver con el mensaje bíblico (por más que sea muy popular en
algunas iglesias), así que esas predicaciones no ayudaban mucho a construir un
sano concepto y práctica de la honra. Y no hace falta mencionar los mensajes
que a veces se escuchan en los que “honra” se reduce casi exclusivamente a
“dinero”.
Así fue hasta que en cierta oportunidad, no
recuerdo si lo escuché o lo leí, se expuso que el concepto de “honra” no
significa obedecer lo que nuestros padres nos manden a hacer incorrectamente, o
seguir ejemplos errados, o permitir ser abusados y esquilmados, ¡todo eso
violaría otros mandatos mucho más claros de la Biblia, y no puede un mandato
contradecir a los otros!
Sin embargo, el entendimiento más claro de
qué es y qué no es “honrar” vino leyendo los libros de Rick Joyner (La Búsqueda
Final, El Llamado, La Antorcha y la Espada, Fire on the Mountain): honrar
significa aprender de nuestros padres, de nuestros líderes y mayores; significa
reconocerlos en todo lo bueno que hicieron y nos enseñaron, y analizar lo que
hicieron de malo para no repetirlo. Significa no salir a la “guerra contra
ellos” porque hayan tenido errores, pero de ninguna manera seguir en esos
mismos errores ni mucho menos permitir que abusen de nosotros. Significa tener
una actitud justa y no vengativa, pero la obediencia se la debemos solamente al
Señor, y el Único que tiene la autoridad para marcarnos el camino es Él.
Algunos de nuestros “padres” (humanos o
espirituales) se han desviado seriamente, pero aún de eso podemos y debemos
aprender. De hecho, si no aprendemos, repetiremos los mismos errores.
En especial la “paternidad” (no tanto la
maternidad) ha sido severamente dañada con la caída, por eso es más difícil
encontrar verdaderos padres, y resulta claro que el uso de la palabra que hoy
se da en unos cuantos lugares es artificial y manipulador.
El Espíritu sabía bien esto, por lo que se
encargó de dejar por escrito varias veces este mandato, las suficientes como
para que podamos considerarlo una doctrina. Mientras el diezmo como práctica
está circunscripto al Antiguo Testamento y prácticamente nada se dice de él en
el Nuevo, el mandato de honrar a los padres, se repite claramente tanto en el
Antiguo, como en los Evangelios como en las Epístolas, las “tres patas” mínimas
necesarias para que algo sea considerado doctrina.
Debemos recompensar lo bueno que hicieron por
nosotros, aprender de TODO lo que hicieron, no repetir lo malo, no someternos a
mandatos abusivos o equivocados, y no preocuparnos por hacerles ninguna “guerra
santa”, sino mostrar a Cristo, que es nuestro verdadero enfoque. Si no estamos
enfocados en Él estaremos preocupados por mostrar el “buen ejemplo” de nuestros
padres o, viceversa, lo “terriblemente malos” que han sido. Por eso es que los
cristianos chupamedias (lamebotas, obsecuentes) hoy exaltan a sus pastores más
allá de la estratósfera y mañana los hunden hasta el mismo centro de la Tierra.
Todo ser humano es, en el mejor de los casos, un ejemplo que refleja algo de la
gracia de Cristo, quien resume toda la justicia, toda la verdad, toda la
bondad, todo la belleza, todo el poder; delante de Él cualquier persona queda
eclipsada por su luz, como si pretendiéramos ver al planeta Mercurio cuando
está enfrente del Sol.
Solamente si ponemos a Cristo en primer lugar
es que podremos dar la honra justa a nuestros padres espirituales. De otra
forma, tal honra se pervierte ya sea en manipulación u odio. Y si honramos
adecuadamente a nuestros padres podremos aprender de sus lecciones y ENTONCES
nuestros años serán prolongados, podremos superar más dificultades, no
cometeremos los mismos errores y podremos ser nosotros mismos, genuinamente,
padres espirituales también.
Danilo Sorti
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