Ezequiel 36:19 RV1995
19 Los esparcí por las naciones y fueron
dispersados por los países; conforme a su conducta y conforme a sus obras los
juzgué.
La visión fatalista de la vida asume que “las
cosas tienen que pasar” y que es inevitable que pasen, malas o buenas, por más
que uno se esfuerce en cambiarlas. El Islam es claramente fatalista, pero buena
parte de nuestro cristianismo también, quizás por la influencia islámica de
siglos en la península ibérica.
La problemática escatológica es “la”
problemática de este tiempo, imposible sustraerse de ella, aunque las
respuestas sean dispares: están los que solo viven en el “escaton” y terminan
alienados de la realidad y están los que, por temor a ese mismo “escaton” o a
quedarse medio chiflados a mitad de camino, viven en un presente cristiano que
es “más de lo mismo” que antes, repitiendo fórmulas a todas luces ya
ineficaces.
Para ubicarnos en la imprescindible
perspectiva escatológica que necesitamos hoy puede ser necesario, para unos
cuantos cristianos, despojarse de ciertas preconcepciones, ideas equivocadas
que normalmente fueron sembradas décadas atrás en relación con las cosas de los
últimos días y que, al “germinar” produjeron rechazo o malestar en muchos hoy.
Una de esas cuestiones, y creo que muy
fuerte, es ver a los eventos últimos como una serie de sucesos “fatalistas”,
que ocurrirán “porque Dios así lo quiso”, bajo un guión predeterminado y en lo
cual las personas son solo espectadores o víctimas culpables.
Dado que esta forma de pensar se ubica en las
áreas más profundas, fundamentales y ocultas de nuestra cosmovisión y forma de
entender el mundo, no resulta fácil identificarla, expresarla en palabras y
mucho menos cuestionarla. Para muchos cristianos, “las cosas son así” y pueden
citar muchas referencias bíblicas que supuestamente lo apoyan.
Aunque el tema es complejo y tiene muchas
aristas, la visión fatalista de la realidad es UNA cosmovisión posible, y por
cierto, con pocos elementos bíblicos. La realidad es que DADO que arrastramos
una cosmovisión fatalista, ENTONCES entendemos los eventos últimos de forma
fatalista. Esto quiere decir que Dios ya determinó lo que va a pasar y punto.
Ahora bien, aquí tenemos que ser cuidadosos.
Es claro que Dios es Soberano y es Juez, que tiene todo el derecho a decidir
sobre los destinos de la humanidad, que lo ha hecho y que lo seguirá haciendo,
y que los juicios que han de venir y que ya comenzaron son enviados por Él… y
muchas veces retenidos o morigerados por Su misericordia. El error es entender
el accionar de Dios de manera “fatalista”. Nada de lo que hizo y nada de lo que
hará es “porque sí”, y nunca los pueblos han sido simples espectadores de la
historia, ¡como si Dios fuera caprichoso en sus acciones!
En toda la Biblia el Señor deja en claro que
Su accionar sobre los hombres es en relación a Su perfecta justicia unida a Su
perfecta misericordia. En realidad, es Su misericordia la que aplica justicia
para acabar con personas y sociedades irredimibles que de otra forma
terminarían contaminando al resto.
En Ezequiel leemos: “conforme a su conducta y
conforme a sus obras los juzgué”. Esto es: no tenemos un Dios pasivo y
desinteresado, todo lo contrario, está activo y participando en la historia
humana. Pero actúa, precisamente, “en la historia”, es decir, en función de lo
que hacen y van a hacer los seres humanos, y principalmente en función de Su
plan de redención de la humanidad. De hecho, este plan divino que ahora está en
operación no era el primero, que en buena medida nos permanece “oculto” hasta
que la redención haya sido completada.
Dios se relaciona con el hombre y trata al
hombre como sus obras merecen. Eso fue cierto en la historia de Israel,
continúa siendo cierto en la historia de las naciones y lo será en los
dramáticos eventos futuros. Lo que ocurre es que aquellos primeros teólogos que
diseñaron nuestra escatología actual no podían ver todavía la magnitud de los
fenómenos que todavía eran futuros, por lo que necesariamente esa escatología
tenía unos cuantos huecos.
Un Dios estrictamente histórico actuará en el
futuro conforme los seres humanos lo merezcan. Hoy se nos hace cada vez más
claro que los terribles juicios por venir son ESTRICTAMENTE merecidos por una
sociedad increíblemente rebelde y pecadora.
Cuando Dios anuncia el futuro, nos está
leyendo el “diario de mañana”, para que estemos prevenidos, pero eso es muy
diferente a pensar que ya acomodó las piezas de Su juego para manejar a los
hombres como marionetas. Nos avisa lo que Él hará en razón de las personas que
vendrán en el futuro… bueno, las que ya están porque ese futuro es ahora.
Cuando miremos hacia atrás, una vez pasados
los juicios que caerán sobre la Tierra, entenderemos que todo fue perfectamente
justo, que no ocurrió nada que los hombres no hubieran “sembrado”, sino más
bien, también hubo protección y misericordia en medio de ese período terrible.
Todo nos resultará “perfectamente lógico” y aún lleno de misericordia.
Con esto en mente, quizás podamos volver a
leer los eventos futuros y las palabras proféticas que el Espíritu está
trayendo y “reconciliarnos” con un tema que para muchos sigue siendo
emocionalmente conflictivo.
Danilo Sorti
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