Lucas 19:22-23 RVC
22 Entonces aquel hombre le dijo: “¡Mal
siervo! Por tus propias palabras voy a juzgarte. Si sabías que soy un hombre
duro, que tomo lo que no puse, y que recojo lo que no sembré,
23 ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?
Así, ¡a mi regreso lo habría recibido con los intereses!”
Mateo 12:37 RVC
37 Porque por tus palabras serás reivindicado,
y por tus palabras serás condenado.»
En un artículo anterior reflexionamos sobre
la frase de Jesús: “de la abundancia del corazón habla la boca”, y lo enfocamos
desde el punto de vista personal: si mi propio corazón es “engañoso y
perverso”, ¿cómo puedo saber qué hay en él y cómo tratar con eso? Escuchando
mis propias palabras. Inevitablemente lo que soy quedará expuesto en lo que
digo, aún cuando esté defendiendo alguna causa justa o incluso predicando el
Evangelio. Pero lo mismo se aplica al resto de las personas…
Estaba prensando precisamente en escribir
esta continuación del artículo anterior cuando escucho el discurso inaugural
del 137° período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación Argentina. El
actual presidente tiene minoría en ambas cámaras, y las viejas mañas
prepotentes e irrespetuosas de la gestión anterior se mantienen en sus
diputados, así que los abucheos, insultos e interrupciones eran algo constante.
No hace falta decir, entre cristianos, que más allá de lo bueno o malo que se un
presidente, tal forma de tratarlo es absolutamente impropia… ¿verdad que no
hace falta, no…?
El hecho es que repitió varias veces la frase
que utilicé como título: “los gritos y los insultos no hablan de mí, sino de
ustedes”, y tiene toda la razón. Sobre ese tema quería escribir, aunque es algo
de lo que he hablado en varias oportunidades.
Veamos una definición de enciclopedia:
“La proyección es un mecanismo de defensa por
el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos,
incluso sus carencias. En el caso de la proyección negativa, ésta opera en
situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo,
atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o
pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. De esta forma,
se «proyectan» los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de
aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia
algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a ese objeto externo. Por esta vía,
la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera. Por su
parte, la proyección positiva se da cuando el sujeto atribuye a otra persona
cualidades dignas de ser admiradas, envidiadas o amadas; además, es un
componente habitual —incluso necesario— en el proceso del enamoramiento. El
tipo de proyección que el sujeto realice dependerá de su estructura psíquica y
de la introyección que haga de sí mismo y su autopercepción.” (Wikipedia,
artículo: Proyección (psicología), recuperado el 01/03/19).
Como dije antes, en varias ocasiones hablé
sobre este tema y lo vemos ilustrado muchas veces en la Biblia, en este caso,
en el primer versículo que leímos arriba: quien realmente quería recoger lo que
no le había costado ningún trabajo era el siervo negligente, no el dueño (¡que
le había entregado SU dinero para que trabajara!).
Pero es útil verlo desde otro punto de vista,
no solamente desde su faceta confrontativa (lamentablemente, cada vez más
común); sino en función de la pregunta: ¿cómo podremos presentarles el
Evangelio a los que nos atacan? La gran mayoría de las personas no se acercan a
Cristo porque estén buscando sinceramente a Dios, menos en este tiempo y menos
aún entre los grupos que hoy se levantan contra la Iglesia, normalmente todos
de corte neomarxista / progresista, al menos en occidente (no así en otras
partes del mundo). Pero estas personas están buscando algo y sienten un
profundo vacío, si no fuera así, tampoco se transformarían en anticristianos
militantes, ¿por qué involucrarse en una confrontación si uno está satisfecho
con lo que es y con lo que tiene? Como casi todas las personas, sólo podrán
acercarse a Dios cuando el Evangelio les sea presentado como respuesta a sus
necesidades sentidas, pero ¿cuáles son las necesidades de estos grupos cada vez
más violentos?
La “fachada pa’ la gilada”, como diríamos en
buen rioplatense, es decir, lo que aparentan ser hacia las masas ignorantes y
para los engañados de sus propias filas, es la de personas realizadas porque
tienen la fuerza y el valor para luchar por sus derechos. Si lo tradujéramos a
términos evangélicos, hablaríamos de “autojusticia”, es decir, “soy importante
porque lucho contra un enemigo execrable”. Adquieren valor por sus ideales y
por su lucha, por lo que los van a defender “a muerte” porque perderlos
implicaría perder su propia identidad y razón de ser.
Pero sus propias palabras dan a conocer el
mundo en el que viven: cuando acusan de hipocresía, es que ellos mismos viven
en un mundo hipócrita, cuando transmiten violencia es porque ellos mismos la
reciben y la sufren, justamente cuando “acusan” al otro es porque ellos están
en un mundo de continua acusación, manifiesta o velada, pero acusación al fin,
cuando piden que la sociedad se “conforme” a sus ideas es porque en el ambiente
donde se mueven son presionados para conformarse a las ideas de otros, cuando
sospechan de todo y de todos, y echan en cara supuestas malas intenciones en
los demás, cuando se regodean en algún supuesto caso de pedofilia eclesiástica es
porque ellos mismos son pedófilos ya casi indisimulados, cuando se enfurecen
por los “malos tratos” hacia las mujeres o los homosexuales, es porque el
maltrato verbal, psicológico y físico es una constante entre ellos. Y así
podríamos seguir, el asunto es que tenemos en sus palabras muchas de las claves
de sus profundas necesidades. Sin duda el Espíritu Santo podrá revelarnos mucho
más a medida que los escuchemos con atención.
Juan 3:2-3 RVC
2 Éste vino de noche a ver a Jesús, y le
dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie
podría hacer estas señales que tú haces si Dios no estuviera con él.»
3 Jesús le respondió: «De cierto, de cierto
te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.»
La respuesta aparentemente elíptica de Jesús
iba directo al grano: “sabemos que has venido de parte de Dios…” es decir,
“estoy preocupado por cómo acercarme a Dios”.
Juan 4:19-24 RVC
19 La mujer le dijo: «Señor, me parece que tú
eres profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y
ustedes dicen que el lugar donde se debe adorar es Jerusalén.»
21 Jesús le dijo: «Créeme, mujer, que viene
la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre.
22 Ustedes adoran lo que no saben; nosotros
adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23 Pero viene la hora, y ya llegó, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre busca que lo adoren tales adoradores.
24 Dios es Espíritu; y es necesario que los
que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad.»
Jesús fue más paciente con la mujer, no tenía
los mismos estudios que Nicodemo, así que primero respondió su cuestionamiento
y luego fue al meollo de la cuestión: “si de verdad quieres ofrecerle a Dios
una adoración agradable, ahora hay un camino mucho mejor”.
Juan 19:10-11 RVC
10 Entonces le dijo Pilato: «¿A mí no me
respondes? ¿Acaso no sabes que tengo autoridad para dejarte en libertad, y que
también tengo autoridad para crucificarte?»
11 Jesús le respondió: «No tendrías sobre mí
ninguna autoridad, si no te fuera dada de arriba. Por eso, mayor pecado ha
cometido el que me ha entregado a ti.»
Un romano era consciente de la cuestión legal
y de la problemática de la culpa, así que Jesús responde la pregunta no
formulada de Pilato: “¿Voy a ser culpable si te mando crucificar?” con
increíble misericordia: “sí, pero los que me entregaron lo serán más.”
Jesús demostró ser experto en leer las
verdaderas palabras de las personas e ir directamente a su necesidad. El mismo
Espíritu que lo inspiró es el que nos fue dado, y en la medida que lo busquemos
recibiremos el mismo entendimiento y el mismo don de discernimiento para
atender a las verdaderas necesidades de las personas que se encuentran detrás
de sus palabras. Mientras más violentas sean, más frágiles son sus argumentos,
por eso necesitan “asustar” al inicio, porque no resistirían ni el más pequeño
análisis.
Está claro que nadie dice que,
maravillosamente, podremos descubrir las necesidades sentidas de las personas y
estas creerán, de hecho, es muy probable que nos cosechemos su odio y furia,
por lo que, sabiendo hacer esto, debemos tener también la revelación de cuándo
usarlo. No es de todos la fe, pero muchos de los que ahora están en las furiosas
filas del Enemigo serán radicalmente transformados cuando el vacío de sus
corazones quede expuesto y la verdad del Evangelio que puede suplir cualquier
necesidad los ilumine.
Una última reflexión: ¿los estaremos llamando
a un evangelio de aceptación, de paz, de libertad, de protección, o les
predicaremos una verdad cargada del mismo odio e intolerancia que tienen ellos?
Danilo Sorti
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