lunes, 22 de abril de 2019

691. Dios cerró sus ojos


Lucas 24:16 RV1995
16 Pero los ojos de ellos estaban velados, para que no lo reconocieran.

Lucas 24:16 NTV
16 Pero Dios impidió que lo reconocieran.

Es extraño, pero los discípulos que volvían de Jerusalén a Emaús, en lo que había sido su Pascua más triste, no pudieron reconocer al Maestro con el que habían pasado tanto tiempo. Tampoco lo reconocieron a lo largo del camino que hicieron juntos, que bien podía haber sido de una o dos horas (o quizás más). Es claro todo a lo largo del ministerio del Señor que no estaba buscando ningún tipo de publicidad multitudinaria, pero también aparece en el relato un principio de incredulidad:

Lucas 24:17-25 RVC
17 Se veían tan tristes que Jesús les preguntó: «¿De qué tanto hablan ustedes?»
18 Uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha sucedido en estos días?»
19 «¿Y qué ha sucedido?», preguntó Jesús. Y ellos le respondieron: «Lo de Jesús de Nazaret, que ante Dios y ante todo el pueblo era un profeta poderoso en hechos y en palabra.
20 Pero los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
21 Nosotros teníamos la esperanza de que él habría de redimir a Israel. Sin embargo, ya van tres días de que todo esto pasó.
22 Aunque también nos han dejado asombrados algunas mujeres de entre nosotros, que fueron al sepulcro antes de que amaneciera.
23 Como no hallaron el cuerpo, han venido a decirnos que tuvieron una visión, en la que unos ángeles les dijeron que él vive.
24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro, y encontraron todo tal y como las mujeres lo dijeron, pero a él no lo vieron.»
25 Entonces Jesús les dijo: «¡Ay, insensatos! ¡Cómo es lento su corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!

Ellos no creían (tampoco los once, debemos reconocerlo) las promesas de las profecías ni las palabras de Jesús, tampoco habían comprendido claramente su misión ni el testimonio de las mujeres (y sí, eran machistas…). Y como no creyeron, no estaban preparados todavía para reconocer a este “nuevo Cristo” que estaba ante sus ojos. Hubieran corrido para hacerlo rey…

Jesús tuvo que ministrarles durante varias horas, no solamente para que sus ojos fueran abiertos, sino para que entendieran la verdadera naturaleza de Su misión. Y tuvieron que llegar a Emaús, para que después tuvieran que volver a Jerusalén, ya cansados, para contar el testimonio sin “emociones humanas”. Y allí se encuentran con los discípulos, relatan lo que habían vivido, escuchan el testimonio de Pedro, y en ese ambiente de fe Jesús mismo puede aparecerse y darles una revelación más plena.

La fe es lo que nos permite ver al Señor obrando, pero no deja de ser un don de Dios. El Señor necesitó avivar la pequeña llamita de fe que había en el corazón de esos dos antes de mostrarse de una manera más plena. Pero para el que no cree, la revelación le es cerrada; literalmente, no puede ver por más que tenga al mismo Señor ante sus ojos.

Esta es una verdad muy terrible de las Escrituras: el que rechaza el testimonio de la Palabra, esa voz suave del Espíritu, no podrá entender luego las obras de Dios, es más, el mismo Señor se encargará de impedir que lo haga, al menos hasta que no haya pasado por un proceso.

Isaías 6:8-13 RVC
8 Después oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?» Y yo respondí: «Aquí estoy yo. Envíame a mí.»
9 Dijo entonces: «Ve y dile a este pueblo: “Oigan bien, pero no entiendan; vean bien, pero no comprendan.”
10 Entorpece el corazón de este pueblo. Cierra sus oídos, y ciega sus ojos. Que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, para que no se convierta ni sea sanado.»
11 Yo dije: «¿Hasta cuándo, Señor?» Y él respondió: «Hasta que las ciudades se queden asoladas y sin habitantes; hasta que no haya nadie en las casas, y la tierra quede hecha un desierto;
12 hasta que el Señor haya expulsado a la gente y los lugares abandonados se hayan multiplicado en el país.
13 Y si aún queda en el país la décima parte de sus habitantes, éste volverá a ser destruido. Pero la simiente santa será como el roble y como la encina, que después de cortados aún queda el tronco.»

Isaías fue enviado a un pueblo que no quería escuchar, que se había apartado del Señor a pesar de que aún no había caído en la profundidad del pecado que relata Jeremías. Tanto es así que Dios mismo se lamenta: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Y porque no había escuchado antes, no había aceptado Su Ley y las palabras que en ella estaban escritas, vendría el juicio, pero sus mentes estaban cerradas, por lo que las palabras de Isaías no tendrían mucha utilidad en el presente sino para las generaciones futuras.

Este pasaje es tan importante que todos los Evangelios y Hechos lo citan:

Mateo 13:10-15 RVC
10 Los discípulos se acercaron y le preguntaron: «¿Por qué les hablas por parábolas?»
11 Él les respondió: «Porque a ustedes se les concede entender el misterio del reino de los cielos, pero a ellos no.
12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo: “Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán; y verán con sus ojos, pero no percibirán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido; con dificultad oyen con los oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que con sus ojos vean, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan Y se vuelvan a mí, Y yo los sane.”

Marcos 4:11-12 RVC
11 Él les respondió: «A ustedes se les concede entender el misterio del reino de Dios; pero a los que están afuera todo se les dice por parábolas,
12 para que “viendo, vean y no entiendan; y oyendo, oigan y no comprendan; no sea que se conviertan y sus pecados les sean perdonados”.»

Lucas 8:10 RVC
10 Y él les respondió: «A ustedes se les concede conocer los misterios del reino de Dios, pero a los otros se les habla en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.

Juan 12:37-40 RVC
37 Y a pesar de que había hecho tantas señales ante ellos, no creían en él;
38 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?»
39 Por esto no podían creer, pues Isaías también dijo:
40 «Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane.»

Hechos 28:24-27 RVC
24 Algunos concordaban con lo que Pablo decía, pero otros no creían.
25 Y como no se pusieron de acuerdo, al retirarse Pablo les dijo: «Bien habló el Espíritu Santo a nuestros padres por medio del profeta Isaías, cuando dijo:
26 »“Ve a este pueblo, y dile: Ustedes oirán, pero no entenderán; Verán, pero no percibirán.
27 Porque su corazón se ha endurecido, Y sus oídos son incapaces de oír. Han cerrado sus ojos, para no ver ni oír, ni entender bien; para que no se conviertan y yo los sane.”

Si un pasaje se repite tantas veces debemos prestarle MUCHÍSIMA ATENCIÓN. El Espíritu Santo es muy prudente con las palabras en Su Palabra, por lo que si se ha ocupado en que esta misma idea se repita tantas veces (y en realidad más, si tomamos profecías paralelas) es porque resulta muy importante en el contexto en que fue dicha: en todos los casos del Nuevo Testamento refiriéndose a la Evangelización, al testimonio de las Buenas Nuevas.

Notemos que no se dice ANTES de que el mensaje haya sido anunciado, sino después, y más bien luego de bastante tiempo que se vino predicando de distintas formas. No me interesa aquí profundizar en las implicaciones teológicas de esta enseñanza sino en su faceta práctica, de hecho, es una enseñanza muy estratégica. Veamos que dijo Pablo a continuación de haber citado a Isaías:

Hechos 28:28 RVC
28 »Por lo tanto, deben saber que a los no judíos se les envía esta salvación de Dios, y ellos sí oirán.»

Pablo decidió terminar su obra entre los judíos de Roma. Por supuesto, no se trataba de que nunca más predicaría a judíos, ni de que algunos de estos no seguirían creyendo, simplemente cambió el foco de su atención.

Jesucristo hizo algo parecido con las multitudes: les enseñaba por parábolas porque realmente no estaban muy interesadas en convertirse, sino en recibir alguno de los beneficios de un “milagrero”. Solo los que tuvieran una verdadera búsqueda espiritual finalmente las entenderían.

Parte de lo que necesitamos saber para ser efectivos en este último tiempo, donde queda tanto por hacer y tan poco tiempo, es saber lo que NO TENEMOS que hacer, es decir, saber cuándo es el momento para dejar de insistir y simplemente dirigirnos a otras personas. Un gran problema del “buenismo” evangélico de las décadas pasadas es justamente que podemos pasarnos años y años predicando a la misma gente que ya ha rechazado el Evangelio. Por supuesto, no me estoy poniendo en lugar del Espíritu y no pretendo decir cuándo es “suficiente”, pero evidentemente hay un momento en que lo es, al menos, para el anuncio oral. En el texto de Isaías era necesario que viniera un duro castigo para que creyeran, y eso finalmente ocurrió: el castigo vino, muchos fueron destruidos, pero también muchos creyeron y formaron un nuevo Israel.

Que el Señor nos de sabiduría, y, de paso, que no caigamos nosotros en un caso de incredulidad así, porque tampoco hará excepciones en su forma de tratarnos…



Danilo Sorti





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