Levítico 26:3-12 RVC
3 »Si ustedes siguen mis decretos, y cumplen
y practican mis mandamientos,
4 yo haré que llueva a tiempo, y que la
tierra produzca, y que los árboles del campo den su fruto.
5 Aún estarán cosechando su trigo cuando ya
será tiempo de la vendimia, y aún estarán vendimiando cuando ya será tiempo de
sembrar. Ustedes comerán su pan hasta saciarse, y habitarán la tierra en
tranquilidad.
6 Yo haré que haya paz en la tierra, y
ustedes dormirán sin sobresaltos, porque yo eliminaré de su tierra los animales
salvajes, y la espada no llegará a su país.
7 Ustedes perseguirán a sus enemigos, y ellos
caerán ante ustedes a filo de espada.
8 Bastarán cinco de ustedes para poner en
fuga a cien; un centenar de ustedes pondrá en fuga a diez mil, y sus enemigos
caerán ante ustedes a filo de espada.
9 Yo les mostraré mi favor y los haré crecer
y multiplicarse, y afirmaré mi pacto con ustedes.
10 Comerán alimentos añejados, y pondrán
aparte lo añejo para guardar lo nuevo.
11 Yo estableceré mi residencia en medio de
ustedes, y no los rechazaré.
12 Andaré entre ustedes, y yo seré su Dios, y
ustedes serán mi pueblo.
De esta sección quiero destacar el versículo
8. Aquí tenemos una promesa para Israel, como nación, y por extensión, a toda
nación que deposite su confianza en Dios. También es una promesa para la
Iglesia, en su confrontación espiritual.
El contexto de todo el capítulo nos indica
las condiciones, porque no es una promesa sin condiciones: “Si ustedes siguen
mis decretos, y cumplen y practican mis mandamientos”. Ahora bien, por pura
gracia entramos el Reino y somos salvos, no necesitamos hacer más y tampoco
podríamos aunque quisiéramos. Pero otra cosa es obtener victorias espirituales.
La Ley no fue dada a Israel PARA QUE FUERA el
pueblo de Dios, sino PORQUE YA LO ERA, y con ella disfrutaría de la presencia
del Señor en medio de ellos, de Sus bendiciones y de la victoria sobre sus
enemigos. Eso mismo entendieron los primeros cristianos cuando leían en las
epístolas un recordatorio de los mandamientos mosaicos, pero ahora bajo una
nueva perspectiva.
Ellos estaban entendiendo la historia de
Israel de una manera espiritual, no porque los principios terrenales dejaran de
ser válidos, sino porque había algo más que ellos, además de que propiamente no
constituían ninguna nación con territorio propio como para que se aplicaran.
Entonces, como poseedores de las promesas que
Cristo ganó por Sus propios méritos en la cruz, las palabras de Levítico 26:8
también se aplican a nosotros, en lo espiritual y en lo terrenal: cuando
estamos en la lucha espiritual, cinco de nosotros pueden poner en fuga a cien,
un centenar a diez mil. Ahora bien, ¡los enemigos espirituales que enfrentamos
son muchos! Cuando parece que no estamos teniendo mucho éxito, puede ser que no
estamos poniendo en práctica el principio de la unidad, que no estamos en
adecuada obediencia o que realmente hay ejércitos mucho más grandes de los que
pensamos en contra nuestra.
Esto último es un hecho pocas veces tenido en
cuenta. Sabemos que hay un mundo espiritual, pero generalmente no sabemos cuál
es su verdadera dimensión:
2 Reyes 6:14-15 RVC
14 el rey mandó allá soldados de caballería,
y carros de combate, y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y
sitiaron la ciudad.
15 Al día siguiente, por la mañana, el
ayudante del varón de Dios salió y se encontró con que el ejército había
sitiado la ciudad con su caballería y sus carros de combate. Entonces fue a
decirle a Eliseo: «¡Ay, señor mío! ¿Y ahora qué vamos a hacer?»
Se trata de ejércitos de las tinieblas muy
numerosos, de personas enceguecidas dominadas por demonios, a veces de grandes
potestades atacándonos. La dimensión de la lucha, y más en estos últimos
tiempos, es mucho más grande que en tiempos pasados. Eliseo había avanzado unos
pasos más de lo que Dios dijo en Levítico 26:
2 Reyes 6:16-17 RVC
16 Y Eliseo le dijo: «No tengas miedo, que
son más los que están con nosotros que los que están con ellos.»
17 Acto seguido, Eliseo oró con estas
palabras: «Señor, te ruego que abras los ojos de mi siervo, para que vea.» El
Señor abrió los ojos del criado, y éste miró a su alrededor y vio que en torno
a Eliseo el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego.
En cierto sentido, Eliseo prefiguró lo que
proféticamente vio Zacarías:
Zacarías 12:8 RVC
8 «Cuando llegue ese día, yo el Señor
defenderé a los habitantes de Jerusalén. El más débil entre ellos será tan
fuerte como David, y los descendientes de David serán tan poderosos como el
ángel del Señor que los precede.
Y ahí también tenemos una palabra para
nosotros hoy.
Satanás tiene un ejército numerosísimo, parte
del cual estaba encarcelado y apartado, pero que está siendo nuevamente
liberado (por el pecado creciente de la gente) y traído a esta Tierra… para ser
finalmente derrotado. Aunque esa derrota todavía pertenece al futuro, empieza
aquí y ahora con el pueblo del Señor, pero con aquellos que asuman con fe su
compromiso, y tal como el profeta, vivan vidas consagradas completamente a Su
Señor, enteramente ardiendo de amor y pasión por Él, menospreciando las cosas
terrenales, simplemente considerándolas herramientas para extender Su Reino, Su
Gloria, salvando y restaurando a las almas que Él tanto ama.
Jesucristo nos mostró que la obediencia
perfecta que se pedía bajo el Antiguo Pacto, que solo Él pudo cumplir, nos es
atribuida a nosotros por medio de nuestra respuesta de amor; amándole con el
mismo tipo amor que Dios nos amó a nosotros, creciendo en él, somos hechos
justos y santos ante Sus ojos, y podemos utilizar las armas de justicia,
poderosísimas para derrotar ejércitos. Porque si bajo el Antiguo Pacto nos
encontramos con esa promesa, ¡cuánto más bajo el Nuevo! Así, podemos ver a
Pablo y a su pequeño equipo recorriendo territorio virgen, infestado de demonios
y gobernantes de las tinieblas, y ciudad tras ciudad los vemos caer derrocados.
Por supuesto que hubo heridas y dificultades en el camino, ¡pero ese pequeño
grupo luchó contra ejércitos enteros, que jamás habían sido desafiados, y los
venció!
Eso lograron Pablo y los suyos. La misma
unción de Pablo nos fue dejada en las Escrituras del Nuevo Testamento, pero
ahora somos millones de creyentes, para los cuales todo el poder de los santos
y DE EL SANTO que figuran en la Biblia está disponible. ¡Por eso podemos hacer
nuestra la promesa!
No se supone que la lucha sea fácil y en
verdad hay muchísimos enemigos del otro lado, pero estoy seguro que “Bastarán
cinco de ustedes para poner en fuga a cien; un centenar de ustedes pondrá en
fuga a diez mil, y sus enemigos caerán ante ustedes a filo de espada.” Cuando
eso sucede es lo que en la Tierra se llama “avivamiento”. Y está cerca, muy
cerca. Estamos en el último tiempo de preparación, cuando los primeros brotes
del despertar asoman, cuando Satanás se encuentra asombrado que está perdiendo
escaramuzas que antes ganaba muy fácilmente, cuando un puñado de santos frena
los designios de los poderosos, y cuando el velo es quitado de sobre las almas
engañadas. ¡Y nosotros fuimos llamados a participar en él!
Danilo Sorti
Bendiciones mi bro. Buen tiempo teniendo este material. Muchas gracias¡
ResponderEliminar